Una de las carencias más importantes que encuentro en algunas cámaras compactas para película tradicional es la incapacidad o las dificultades para trabajar con filtros delante del objetivo de la cámara. Especialmente cuando se fotografía con película en blanco y negro. Los filtros de colores, amarillo, naranja, rojo, son los que más uso yo, aunque también cabe el verde, el azul o el infrarrojo, son fundamentales a la hora de controlar el contraste de la toma. Una de las características más interesantes desde el punto de vista creativo de las películas fotográficas es su sensibilidad espectral. Es decir, dentro de espectro de la radiación electromagnética que constituye la luz visible, a qué longitudes de onda una emulsión es especialmente sensible o no. Porque eso va a determinar cómo se van a restituir los distintos colores en tonos de gris.
Las películas suelen denominarse ortocromáticas, cuando no ven el color rojo y su vecindario, el naranja, isocromáticas, cuando pueden tener dificultades para ver el color rojo, pero no su vecindario entre el naranja y el verde, y pancromáticas, cuando teóricamente ven todo el espectro visible, aunque suelen tener una sensibilidad limitada al rojo, siendo cegatas a los rojos profundos. La sensibilidad espectral puede modificarse para cualquier tipo de película con un filtro de color, que dejará pasar las longitudes de onda que conforman ese color, mientras que bloqueará en mayor o menor medida, según su intensidad, las complementarias. Un filtro rojo oscurecerá los verdes e iluminará los rojos y naranjas. Un filtro amarillo oscurecerá los azules, mientras que los amarillos y vecinos, ciertos verdes y naranjas, se aclararán. Hay que considerar que muchas películas tienen cierta sensibilidad a los ultravioletas cercanos, por lo que se proponen los filtros UV para mejorar el contraste en escenas con mucho componente de esta luz, por ejemplo en montaña. Pero en un análisis en Chasseur d'Images, hace ya 25 años como poco, comprobaban que la mayor parte de los objetivos fotográficos ya bloqueaban suficientemente esta radiación, por lo que los filtros, más allá de una protección mecánica a los golpes del elemento frontal, poco hacían aparte de degradar la imagen por la introducción de superficies extras en el paso de la luz.
Luego tenemos las películas como la usada en las fotos de hoy, la Rollei Superpan 200, que son pancromáticas con la sensibilidad espectral extendida a los rojos profundos, son realmente pancromáticas, y al infrarrojo cercano. Entonces, incluso si ponemos un filtro que bloquee el verde como un filtro rojo, la vegetación verde aparece más clara, porque refleja el infrarrojo. Se observará que las fotos de hoy, con un filtro amarillo, los árboles aparecen con tonos relativamente claros. Para que no se me olvide, está revelado en Ilford HC-110 dilución B (1+31) durante 6 minutos.
Cuando recibí la Olympus Trip 35 comprobé que, al igual que la Olympus Pen EE3, tiene una rosca para filtros delante del objetivo, pero de un diámetro que hoy en día es muy poco habitual, 43,5 mm. El 43 mm es más frecuente, y tengo filtros para ese diámetro, pero no son válidos, por culpa de ese medio milímetro. Me puse a buscar una solución, y encontré un adaptador de filtros de 49 mm de diámetro de rosca, de los que tengo varios, a 43,5 mm. Con este adaptador, el filtro cubre también el fotómetro de células de selenio que rodea al elemento frontal del objetivo, por lo que permite tenerlo en cuenta al medir la luz. Lo compré, y con este rollo de Superpan 200 he probado el filtro amarillo.
El resultado... pues ha venido condicionada por el hecho de que los negativos están subexpuestos prácticamente un paso. Un error cometido por la forma en la que trabajo el Ilford FP4 Plus 125, con el que probé la cámara. Ajusté el fotómetro de la cámara a un índice de exposición 320, y eso produjo la subexposición. Aun así, muchos negativos mantuvieron información suficiente. Lo que pasa es que al ajustar los puntos negro y blanco tras digitalizarlos, el resultado final es más contrastado de los esperado, como si hubiera forzado el revelado de la película, pero en la fase digital del procesado mixto de los negativos. En cualquier caso, la cámara funciona correctamente con el filtro puesto, por lo que estoy encantado. Dentro de unos días, os mostraré otro, que todavía no he revelado, con un filtro rojo, más intenso.
La redacción de esta entrada puede ser más laboriosa de los previsto. Me llevará mi tiempo. Tal vez varios días. Tengo el ordenador de sobremesa en el servicio técnico, y la reparación se va a prolongar bastante más de lo que pensaba. Para la mayor parte de las tareas, la tableta me vale con comodidad, pero redactar en condiciones artículos de un blog es bastante menos confortable. El caso es que más de un mes después de mi regreso del viaje de vacaciones a Italia, todavía no había hablado de las "condiciones fotográficas" del viaje. Que tienen dos componentes, que voy a comentar en la misma entrada; la fotografía digital y la fotografía con película tradicional.
Lo más sencillo de comentar es esto último, la fotografía con película tradicional. Aunque consideré seriamente la posibilidad de llevarme la Olympus Trip 35 ante los buenos resultados que ofrece. Acabé llevándome la Minox 35 GT-E. Esta es más pequeña y bolsillera, tiene más posibilidades de intervención sobre la exposición, y es una solución que ya he usado en suficientes ocasiones como para sentirme cómoda con ella. La única pega que tiene, en realidad, es que hay que prever unas pilas de repuesto por si se agotan las que lleva. Duran mucho... pero llega un momento en que se agotan, claro. Y me ha pasado, que no me he dado cuenta a tiempo y he malgastado película y perdido ocasiones fotográficas. Pocas veces, pero ha sucedido. La Olympus Trip 35 no necesita pilas, pero es más grandota y con muchas menos oportunidades de intervención sobre la exposición. No obstante, hablaré de ella en un futuro, en una entrada más o menos similar a esta sobre mi más reciente viaje a Andalucía.
Como material sensible,... no hay novedades. Mi película de elección cuando viajo es la Ilford XP2 Super 400, muy versatil. Material sensible para fotos en blanco y negro de tecnología cromogénica, que se revela en procesado C-41 con cualquier otro rollo de negativos en color. Aunque admite el revelado con química tradicional para blanco y negro. Cuando se revela en C-41, tiene una gran latitud de exposición. Su sensibilidad nominal es ISO 400, pero es pueden usar índices de exposición entre 50 y 800. A índices de exposición bajo, hay un grano muy fino, prácticamente imperceptible y mucho detalle. Las luces tardan mucho en bloquearse. A sensibilidades altas el grano es mucho más aparente, especialmente en las sombras, pero salvas con una calidad razonable la situación y obtienes un documento fotográfico más que digno. Así que desde el punto de vista de la fotografía con película tradicional, nada nuevo sobre lo contado en viajes anteriores.
Mis quebraderos de cabeza me los causa la digital. Mi equipo de viaje de fotografía digital es la Panasonic Lumix G9, con una serie de ópticas de focal fija o variable que viajan conmigo, aunque no todos los días van todas en la mochila. Depende. Si se anuncia lluvia, los dos zooms de apertura máxima f2,8, uno de Olympus (12 - 40 mm) y otro de Panasonic (35 -100 mm), protegidos contra la intemperie como la cámara, son de elección. Lo mismo si es una jornada de naturaleza y paisaje. Pero en entornos urbanos prefiero la discreción y el escaso peso de las ópticas fijas. El Summilux 15 mm, el Lumix 25 mm y un teleobjetivo corto son de elección. Hasta recientemente el Olympus 45 mm. Desde hace poco, quizá, el Sigma 56 mm, más luminoso. Y perdido siempre, en toda ocasión, en algún rincón de la mochila el súper-gran angular Laowa 7,5 mm. Pero...
Pero desde esta primavera la Lumix G9 tiene una avería que va y viene, no es fiable, y en el servicio técnico no acaban de acertar con ella. A Suiza me llevé la Panasonic Lumix G100, con el planteamiento de ópticas que he explicado en el párrafo anterior. Pero la Lumix G100 es una cámara de construcción barata, muy de plástico, y que no siempre se equilibra bien con los zoom. La calidad de las imágenes está al mismo nivel que la Lumix G9, no obstante.
Por ello, probé en Dinamarca a llevarme la Canon EOS RP. El problema con esta es que, aunque el volumen y el peso del cuerpo no se lleva gran cosa con la Lumix G9, aunque no tiene las protecciones contra la intemperie y otros refinamientos de la Panasonic, las ópticas son mucho más grandes y pesadas que las del sistema micro cuatro tercios. Por ello, y con mi planteamiento de equipajes ligeros, no podía llevarme más allá de lo que me llevé a Dinamarca, el EF 24-105 mm y el RF 50 mm. Y con un peso similar. Al final, me decidí por llevar la Lumix G100, porque las combinaciones de ópticas son mucho más versátiles, siendo un equipo muy ligero y discreto en ambientes urbanos. Aunque es cierto es que los archivos raw del sensor de formato completo y 26 megapíxeles de la EOS RP son mucho más poderosos que los 20 megapíxeles de las Lumix y un sensor que tiene una cuarta parte del tamaño. En la práctica... tampoco se nota tanto en el 95 % de las situaciones.
Como de costumbre, el equipo principal es el digital, con la pequeña Minox 35 GT-E reservada para circunstancias concretas en las que una fotografía en blanco y negro con película tradicional pudiera aportar un plus o una variante interesante sobre la versión en color digital. Salvo una tarde en Roma. Como ya tengo muchas fotos digitales de Roma, como entre unas cosas y otras mi paseo por la ciudad comenzó a las cuatro y cuarto de la tarde, con una luz buena que iba a durar no mucho más de dos horas, decidí organizarme yo solo un rally fotográfico por los monumentos de la Roma clásica, que se prestan mucho a la película en blanco y negro. Y ciertamente estoy muy contento con los resultados.
Lo último que publiqué en estas páginas, antes de irme a Andalucía unos días, fue sobre mis primeros contactos con mi recién llegada Olympus Trip 35, una cámara con la que cada vez estos más encantado. Cuando me lleguen las fotos que hice con ella en Sevilla, os contaré más despacio. Pero por supuesto, también quise saber cómo se comportaba la óptica de la cámara, que como recordaremos es un objetivo tipo Tessar, de sólo cuatro elementos en tres grupos, simple pero eficaz, con su focal de 40 mm, una de mis favoritas, y su razonable apertura para una cámara compacta de f2,8.
El color siempre es más exigente que el blanco y negro para las ópticas que tienen cierta edad. Aunque en 1967, entre el público general, ya estaba bastante generalizado las fotos en color, lo cierto es que, por lo menos en España, supongo que sería parecido en todo el mundo, el revelado y copia en color solía ser más caro que el blanco y negro, al contrario que hoy en día, y con resultados diversos. En cualquier caso, el revestimientos de las ópticas ya se había generalizado y las ópticas cortas, incluso las sencillas, no sufrían gravemente de la aberración cromática, en la que se pierde nitidez por el hecho de que los distintos colores cuando pasan por una lente, o un conjunto de lentes, no enfocan en el mismo plano. El azul suele tener, para un lente convergente, las divergentes es otra historia de la que no hablaré, un plano de enfoque más adelantado que el color rojo. Y esto hace que el círculo de confusión aumente, haya menos nitidez y se produzcan artefactos de color en algunas zonas de la imagen. El problema es especialmente importante en los teleobjetivos, los cuales dieron lugar al desarrollo de vidrios especiales y sistemas apocromáticos, que luchaban contra este problema.
Pero la mayor parte de los sistemas sencillos solían pelear con el problema consiguiendo que al menos dos de los colores primarios enfocaran suficientemente próximos, y con focales no muy largas, el tercero de los colores tampoco producía efectos graves en la nitidez, consiguiéndose imágenes suficientemente nítidas. Hay que decir que no afecta sólo a la fotografía en color, que también afecta a la nitidez de la fotografía en blanco y negro, aunque en esta no se vean los feos artefactos de color. Especialmente si son emulsiones pancromáticas, sensibles a un amplio intervalo de longitudes de onda; con las ortocromáticas, el problema es menor, por no ser sensibles a los colores de mayor longitud de onda. No todos los artefactos de color, especialmente en fotografía digital, se deben a la aberración cromática. Hay otros problemas ópticos con esos sistemas.
El caso es que cuando pruebas una cámara de cierta edad, hay que probarla con blanco y negro y color porque la respuesta no es la misma, y hay que comprobar su limitaciones. Y también ese es uno de los motivos por los que con ópticas muy antiguas, de antes de la segunda guerra mundial, usar película ortocromática sea una buena idea para mejorar la nitidez. Claro que hay tenemos también problemas con la falta de revestimientos, que disminuyen el contraste de la imagen y todo se complica.
Daba por hecho que una óptica realizada por Olympus en 1967 iba a funcionar sin problemas con la película negativa en color. Y especialmente con una fórmula óptica suficientemente probada con el tiempo en sus ventajas y desventajas como son las ópticas tipo Tessar,... que a mí... me encantan. A Andalucía, además de mi quebradero de cabeza particular, las digitales de Panasonic, de eso hablo otro día, me llevé la Minox 35 GT-E para hacer blanco y negro durante todo el viaje, con un objetivo 35 mm f2,8 y una fórmula tipo Tessar, y la Olympus Trip 35, con su objetivo 40 mm f/2,8 y una fórmula óptica también tipo Tessar, como he dicho antes.
Previamente al viaje, hice este rollo de prueba con una Kodak ProImage 100. En estos momentos he agotado mis existencias de película negativa en color de 35 mm. Me quedan sólo dos rollos de Kodak Portra 800. Pero no sé si encontraré, sin tirar de internet, en el comercio local, de esta película a la que me he ido aficionando en los dos últimos años. Parece que había falta de disponibilidad en los comercios de todo el mundo. En fin... ya veré. Los resultados, buenos. Sigue sorprendiéndome la nitidez de esta óptica tan sencilla y con más de 50 años a cuestas en su diseño. En Sevilla he hecho tres rollos, lo que tenía en casa, uno de Kodak Portra 400 y dos de Kodak Ultramax 400. Espero que hayan quedado también bien. No tienen porqué no.
Hace bien poco, la entrada anterior de este cuaderno de bitácora fotográfica, os presentaba los resultados de un rollo de película negativa en color expuesto con una Olympus Pen EE3. Y os comentaba algunas de sus características. Cámara de uso muy simple, con un programa de exposición que varía entre una amplia selección de valores de apertura y dos velocidades de obturación, asociado a un fotómetro de células de selenio que rodea el objetivo fijo de la cámara, un 28 mm f3,5, que es una focal estándar amplia para el formato subminiatura de 17 x 24 mm que ofrece la cámara. Es una cámara en la que el único parámetro que ajustas, si no usas un flash externo, es el índice de exposición en ASA (ISO en la actualidad), coincidente o no, según la voluntad del fotógrafo, con la sensibilidad nominal de la película. Así que de lo único que te tienes que preocupar es de elegir un motivo y encuadrar correctamente.
Pero como ya decía, obtienes un negativo que es ligeramente inferior a la mitad del fotograma estándar de 24 x 36 mm que habitualmente se obtiene con la mayor parte de las cámaras que usan carretes de película biperforada de 35 mm, o formato 135 de película. Y claro, la capacidad de ampliación y el detalle que podemos recoger en nuestra fotografía está en relación con el tamaño del negativo. Por ello, en 1967, Olympus decidió sacar al mercado la Olympus Trip 35, una cámara que reúne las características principales de su serie Olympus Pen EE, pero con un tamaño de negativo de 24 x 36 mm. Y como su nombre indica, siendo una cámara más grande que las Pen EE, pero bastante compacta, orientada a los viajes ("trip" en inglés) de los aficionados, o de los no aficionados a la fotografía, pero que buscaban una cierta calidad en sus fotos de recuerdo. Siempre me ha apetecido tener una, pero he esperado hasta encontrar una buena oferta, de una cámara revisada y comprobada en su funcionamiento, con los sellos de luz cambiados, y con la "piel" que la recubre también sustituida y como nueva, de un bonito color... "borgoña" le llaman... a mí me parece más bien marroncito.
Aparte del tamaño, ¿existe alguna diferencia esencial entre la Olympus Pen EE3 y la Olympus Trip 35? La Olympus Trip 35 comenzó a distribuirse en 1967, y es contemporánea de las últimas series de la Olympus Pen EE, hasta 1968, y de todas las series de la Pen EE2, desde 1968 hasta 1978, y de todas las series de la Pen EE3, desde 1973 hasta 1983. La Trip 35 dejó de comercializarse en 1984, momento a partir del cual se fabricaron otras Olympus Trip que no mantenían el mismo estilo que la Trip 35. Fue una cámara de mucho éxito. Todas estas cámaras comparten un mismo ángulo de visión, sea el 28 mm de las Pen o el 40 mm de la Trip 35, son similares. Son objetivos tipo Tessar, con cuatro elementos en tres grupos, y tienen muy buena nitidez. La Trip 35 se permite el lujo tener una apertura f2,8, que es dos tercios de paso más luminosa que las f3,5 de las Pen EE. Y junto al mayor tamaño del fotograma, hace que el enfoque sea más crítico. Por lo que la principal diferencia en el uso entre estas cámaras es que las Pen EE tienen el foco fijo, mientras que la Trip 35 "tiene" tres posiciones, retrato en primer plano, retrato medio, retrato de grupo y paisaje, representadas por iconos.
Pero mientras otros fabricantes que usan el sistema de los iconos no aclaran siempre cuáles son las distancias de enfoque de cada posición, Olympus, siempre detallistas, sí que lo hace. Porque si le das la vuelta a la cámara, verás que hay una escala de enfoque en pies y metros. Que se puede estimar la distancia de enfoque a ojo desde unos 90 cm hasta infinito, y que los iconos corresponden a los clics de fijación para las distancias de 1 metro, 1,5 metros, 3 metros e infinito. Más claro, agua. Ideal. Me encanta, porque realmente es útil para conseguir un buen enfoque, si estás acostumbrado a estimar la distancia de enfoque. Cosa que, después de años usando las Minox 35... se me da razonablemente bien.
Probé la cámara inicialmente con un rollo de Ilford FP4 Plus 125, revelado en Kodak HC-110 dilución C 1+19 durante 5' 15" a 21 ºC, mi fórmula habitual para esta película. Y los negativos resultantes fueron plenamente aprovechables con abundancia de detalle tanto en sombras como en las altas luces... pero con una clara sobreexposición, por lo densos que se ven los fotogramas, que yo estimé entre 2/3 y 1 paso. Por lo que volví a exponer otro rollo de la misma película, pero con un índice de exposición en la cámara de 200, aunque lo revelé exactamente igual que el anterior, como si el índice de exposición coincidiera con la sensibilidad nominal de la cámara. La llevé al foto paseo de AFZ Asociación de Fotógafos de Zaragoza, del que os hablé hace unos días. Los resultados fueron perfectos. Por lo tanto, ya sé que para una exposición correcta tengo que incrementar el índice de exposición un poco. Lo malo es que si usas película ISO 400... no tienes posiciones más allá de este índice de exposición para ajustar mejor la exposición. Como un poco de sobreexposición, salvo en diapositivas, no suele acarrear consecuencias especialmente importantes, tampoco le daremos más importancia.
Llegué a pensar en llevarme la cámara a mi reciente viaje a Italia, del que todavía no he hablado por estas páginas. Las ventajas de llevar esta cámara es que la focal de 40 mm me gusta más que el 35 mm de las Minox, y que no es dependiente de las pilas. En el momento de realizar el viaje, no disponía de pilas de repuesto para la Minox 35 GT-E, que lleva unos cuantos rollos con el juego actual. Y tenía planeado exponer unos siete rollos más durante el viaje. No es fácil encontrar las pilas adecuadas en los comercios de la ciudad. Las pido por internet. Las ventajas de la Minox es que es más pequeña, y sus posibilidades de intervención sobre la exposición son superiores. Finalmente, me arriesgué y me llevé la Minox. En general, estoy muy contento con la cámara que va a pasear conmigo con frecuencia. Planeo llevármela esta semana para usarla deambulando por Sevilla algún día. Y recientemente conseguí un adaptador de rosca para filtros que me permita usar los filtros de color para mejorar el contraste. El diámetro de rosca de las Pen EE y la Trip 35 es 43,5 mm, inhabitual para estos días. Pero tras buscar mucho encontré un adaptador de filtros de 49 mm a 43,5 mm que ya he empezado a probar, aunque no he podido revelar todavía el primer rollo usando filtro amarillo. Ya os contaré.
Lo que son las cosas, estamos ya en el primer día de octubre y aun me queda por comentar un rollo que comencé en agosto y terminé el 1 de septiembre. Mi verano ha sido muy activo fotográficamente con la #CrappyCommieCameraParty, dedicada a la fotografía con cámaras (u otros equipamientos fotográficos en mi caso) fabricados en países comunistas. Pero aunque esta "fiesta" fotográfica estaba convocada entre el 1 de julio y el 30 de septiembre, a finales de septiembre estaba cansado y empecé a usar otros equipos más agradecidos en su diseño y manejo. Y por ello, en los últimos días de agosto decidí sacar a pasear la estupenda Olympus Pen F con su Zuiko 38 mm f1,8 al que le puse un filtro amarillo de Hoya para mejorar el contraste de las fotografías en blanco y negro.
Como película opté por un rollo de Fujifilm Neopan 100 Acros II. Estando todavía en pleno verano, con bastante horas de luz y ambiente despejado, el no disponer de mayor reserva de sensibilidad no me pareció un problema. Y dado el reducido tamaño de los negativos de la Pen F, un poco por debajo de la mitad del habitual 24 x 36 mm, el grano casi imperceptible de esta película y su elevada nitidez hace que sea muy apropiada para usar con esta cámara. Para medir la luz, la Pen F no tiene fotómetro incorporado, usé mi fiel Gossen Digisix, perfectamente fiable.
La película la revelé con Kodak HC-110, que es mi revelador habitual. Ofrece buena calidad y gran permanencia con la botella abierta, no perdiendo eficacia con la inevitable oxidación al entrar en contacto con el aire. Pero con el cambio de fórmula de la Acros a esta su segunda versión, fabricada por Hartman (Ilford) para la marca japonesa bajo las especificaciones de esta, no siempre está claro cuales son los tiempos recomendados para el revelado con HC-110. Según donde consultes, los tiempos son similares, pero no la concentración propuesta por el revelador. En estos momentos, la que parece funcionar mejor es la dilución C 1+19, revelando durante 5 minutos a 20 ºC. La proponen en Digitaltruth y algún otro sitio. Pero por si os interesa, los hay quien propone la misma dilución durante 5 minutos y 30 segundos, e Ilford, que ofrece el Ilfotec HC, con la misma fórmula que el Kodak HC-110, da como recomendada la dilución B 1+31 durante esos mismos 5 minutos a 20 ºC. Parecería que esta sería la más apropiada, por ser Hartman (Ilford) el fabricante de la Acros... pero no me da los mismos resultados que la dilución C.
Una vez revelados los negativos, fueron digitalizados con la Panasonic Lumix G100 con el Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f2,8 ASPH OIS, obteniendo unos ficheros que solo necesitaban el ajuste del punto negro y del punto blanco para obtener unos resultados adecuados, con imágenes nítidas y con un grano casi imperceptible. Aunque la digitalización con cámara digital siempre tiende a resaltar más el grano que los escáneres dedicados de película. Todo depende de cuán agresivo tenga que ser el ajuste posterior del contraste de la imagen.
En general, los resultados son buenos, confirmándose como una excelente combinación de cámara y película, especialmente gracias a las buenas calidades del objetivo estándar de la cámara. Siempre mejor con este diafragmado por lo menos a f5,6. Lo único que me gustaría es que se pudiese optar por rollos de 24 exposiciones, que para la Pen F se convertirían en prácticamente unas 50, ya que el rollo de 36 exposiciones, que ofrece unas 75 con la Pen F, se hace interminable.