Son las diez y media de la mañana aproximadamente del viernes 4 de noviembre de 2016 cuando desembarcamos del AVE que nos deja en la estación de Madrid-Puerta de Atocha. Llego a la capital del reino acompañado de una amiga que, después de comer, a primera hora de la tarde, seguirá viaje hacia Sevilla donde reside en estos momentos. Pero mientras tanto, nos hemos fijado algunos objetivos relacionados con el arte y la cultura para esta mañana lluviosa, que yo continuaré por la tarde ya por mi cuenta y con otra compañía.
Desde hace unas semanas, el Museo Thyssen-Bornemisza está celebrando una exposición "casi antológica" del pintor francés Pierre-Auguste Renoir, uno de los más prolíficos y conocidos del grupo de los impresionistas. Aunque como comprobaremos durante la exposición, su estilo evolucionó a lo largo de su extensa vida artística hacia otros estilos.
He puesto entre comillas lo de "casi antológica". Resulta hasta cierto punto sorprendente que en estos momentos se estén haciendo la competencia, en lugar de sumar esfuerzo, dos instituciones de prestigio en el mundo de la difusión del arte como es el Thyssen-Bornemisza y Fundación Mapfre. Esta última tiene simultáneamente otra exposición en Barcelona sobre el pintor en colaboración el Museo de Orsay y la Orangerie de París, por lo que no encontraremos estas obras representadas en la exposición que se celebra en Madrid. Imaginaos cuanto más rica hubiese sido una colaboración entre instituciones, con exposiciones en ambas ciudades pero con una muestra mucho más integral y antológica del pintor, que hubiese sido un acontecimiento histórico en el mundo del arte.
No me voy a extender aquí "descubriendo" a un pintor como Renoir, ampliamente conocido y respetado en el mundo del arte moderno. Sí que quiero avisar de una cuestión, por algunas conversaciones que he tenido estos últimos días. Son muchos los que asocian a Renoir con su etapa fundamentalmente impresionista. El impresionismo, en su momento, cuando surgió, mal visto por las instituciones establecidas en el mundo de las bellas artes, con el tiempo se ha convertido en uno de los estilos pictóricos más apreciados y más populares. La alegría que desprenden muchas de sus obras, el romanticismo asociado a París, el colorido, el hecho de que sea un arte figurativo y por lo tanto fácil de comprender, han hecho que gane una legión de adeptos por todo el mundo. Pero Renoir no se mantuvo fiel al estilo durante toda su vida, e incluso alternó estilos dependiendo del motivo al que se enfrentaba. Lo cual hace que algunas secciones de la exposición puedan ser menos apreciadas por algunos visitantes. Grave error. Conviene visitar la exposición sin prejuicios. Toda ella es interesante.
Como suele suceder en las exposiciones temporales de los museos, en la misma no estaba permitida la fotografía. Aunque había una sala destinada a experimentar con sensaciones tactiles y olfativas donde al parecer se hacía la vista gorda al no haber obras originales en exposición. Y donde tomé las fotografías ilustrativas que habéis podido encontrar más arriba.
Como estaba incluido en el precio de la entrada, si perder mucho tiempo visitamos algunas salas de la exposición permanente del Museo Thyssen-Bornemisza donde sí que está permitida la fotografía sin flash, centrándonos especialmente en las salas de arte moderno y contemporáneo. Aunque no de modo exclusivo.
Tras la visita al Thyssen-Bornemisza y antes de comer con unas amigas madrileñas con las que habíamos quedado, fuimos a visitar la exposición retrospectiva de fotografías de Bruce Davidson en la sala de exposiciones Bárbara de Braganza de la Fundación Mapfre. He de reconocer que tuve "suerte" de que nuestro nivel de información fuera escaso, porque a pocos metros de allí, en la sala Recoletos de la misma fundación, hay una exposición dedicada a los fovistas, breve movimiento pictórico postimpresionista. Mi amiga lo hubiera preferido, y me hubiera convencido. Pero como no sabíamos, y las horas que nos daban para entrar no le venían bien, tocaron fotos.
No hice fotos en esa sala de exposiciones, porque es muy sosa. Decir que Bruce Davidson es un magnífico fotógrafo documentalista norteamericano, que como muy bien se dice en alguna de las cartelas informativas de la sala de exposiciones está a caballo entre la aguda mirada de Cartier-Bresson, y la profundidad e introspección que pone en sus sujetos de W. Eugen Smith. Componiendo tan bien como cualquier de los dos. Nos gustó mucho. Compré el catálogo.
Tras esta visita, que realmente nos gustó mucho, nos dirigimos a comer. Seguía lloviendo y, aunque las temperaturas se mantenían moderadas, apetecía relajarse un poco sentados y libres de la humedad del exterior.
Después de comer, habiendo despedido a mi amiga que se iba camino de Sevilla, el resto nos fuimos a Embajadores para ver la exposición "Cespedosa" del fotógrafo Castro Prieto en Tabacalera-Promoción del arte. Castro Prieto fue el Premio Nacional de Fotografía del año 2015, el más reciente, y sin duda es uno de los fotógrafos españoles más significativos, tanto por la profundidad de sus temas como por la perfección técnica con la que trabaja. Muchas de las obras que presenciamos están tomadas con cámara de gran formato para hojas de 20 x 25 cm.
No conocíamos, o por lo menos yo, las salas de exposiciones que se encuentran en la antigua Fábrica de Tabacos de Madrid. Este edificio, aunque adecuadamente arreglado y acondicionado, tiene un aspecto antiguo, un ambiente, que lo hace especialmente adecuado a una exposición como esta de Castro Prieto que despide recuerdos y nostalgia por todas partes. Cespedosa de Tormes es el lugar de origen de la famila del fotógrafo nacido en Madrid. Lugar que ha visitado con frecuencia, del que no se ha desligado y que le ha marcado profundamente. Lugar de sus abuelos y padres. De otra familia y de amigos. De juegos infantiles suyos y de sus propios hijos.
Al contenido, muy personal y con mucha carga introspectiva por parte del fotógrafo, hay que sumar el virtuosismo técnico del que hace gala. Como ya he comentado, muchas de sus tomas están realizadas con cámara de gran formato, para placas de nada más y nada menos que 20 x 25 cm, lo cual permite una riqueza enorme en la recogida de información visual, un modelado de las formas y las texturas sin igual, y una gestión de la profundidad de campo muy precisa que no es posible con cámaras más ligeras. Exige asimismo una profunda reflexión en el momento de la toma, que nunca es precipitada, que nunca es espontánea, que responde a una profunda observación y un apego emocional hacia las personas, los lugares y los objetos representados.
La exposición también dispone de un catálogo que se puede adquirir en la propia exposición o a través de la página web del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, que ha editado el libro junto con Auth'Spirit, empresa del propio Castro Prieto que publica sus propios libros, y donde también se puede adquirir el volumen. La calidad de impresión es bastante buena, aunque la encuadernación podría ser mejorable. Tiene un relativamente modesto coste de 25 euros.
Aprovechando la cercanía de Fotocasión, en Ribera de Curtidores, tras visitar la exposición de Castro Prieto nos pasamos por esta popular tienda de fotografía madrileña para aprovisionarme de material sensible. Película tradicional tanto en formato 120 como 135. Lo cierto es que ya que estaba allí, cargué para una temporada y a unos precios relativamente convenientes.
Desde mi punto de vista, en su conjunto, la obra en color de Capa no alcanza los niveles de la obra en blanco y negro. Lo cual no quita para que haya fotografías muy notables entre las mismas. Pero Capa da un sentido a su obra en color muy distinto. Más frívolo, más alegre. Hay otros fotógrafos precursores del color más inspirados que Capa. Pero merece la pena conocer este trabajo.
Capa empezó utilizando como material sensible la película diapositiva Kodachrome, una película ya desaparecida, con mucha personalidad para unos resultados muy buenos, compleja de procesar. Por esto mismo, cuando estuvo disponible utilizó también las diapositivas Ektachrome, también de Kodak, con un procesado más sencillo, con menos personalidad, y que tienen el inconveniente de que se degradan mucho más deprisa en el tiempo. La exposición nos ofrecía alguna muestra de esto.
Las dos diapositivas superiores son Kodachrome, y apenas han perdido sus colores originales, mientras que las dos inferiores son Ektachrome, y han sufrido mucho más el paso del tiempo. Supongo que en ambos casos serán copias de los originales. Por lo tanto, las copias en papel expuestas proceden de un proceso de cuidada e intensiva restauración del material sensible original.
Otro documento muy interesante es la grabación radiofónica de 1947, en la que Capa hablaba de sus memorias como reportero gráfico en la guerra mundia, "Slightly out of focus", y de su experiencia con John Steinbeck en su visita a la Unión Soviética en pleno inicio de la guerra fría. Es la única grabación que se conoce con su voz original. Os lo voy a poner porque es muy interesante, aunque no tiene el subtitulado en castellano que nos ponen en la exposición.
En la entrevista uno se da cuenta de varias cosas. Independientemente de lo gran fotógrafo que era, era un tipo simpático, con don de gentes. E indudablemente era un redomado caradura. Un sinvergüenza, aunque fuera un sinvergüenza simpático. En la entrevista cuenta su versión de cómo llegó a ser "Robert Capa", su nombre original era Endre Ernő Friedmann. Lo cuenta como una ocurrencia personal, aunque hoy en día se sabe que pudo deberse a su amante, también fotógrafa, Gerda Taro, y que al principio era la marca para las fotografías de ambos. Incluso hay fotografías de aquellos años 30, especialmente de principios de la guerra civil española cuya asignación a uno u otro es dudosa. También cuenta de una forma muy teatrera cómo obtuvo la foto del miliciano caído, versión también en entredicho. Pero es muy ameno y divertido contando anécdotas.
Cuando salimos del Círculo de Bellas Artes, la tarde estaba muy avanzada y sólo quedaba tiempo para ir paseando tranquilamente hasta la estación de Madrid-Puerta de Atocha para coger el AVE a las siete y media de la tarde. A pesar de la lluvia, el conjunto del día fue muy agradable, y las exposiciones visitadas muy muy recomendables. Si pensáis ir por Madrid próximamente, no os las perdáis, o haced lo posible por visitar alguna de ellas.
La gente de L'Oeil de la Photographie siguen sin recuperarse. Sin embargo, siendo como eran fuente de numerosas recomendaciones, parece que el número de potenciales recomendaciones que he recogido esta semana no ha disminuido gran cosa. O nada en absoluto. Igual tengo que seleccionar un poquito. De momento, os dejo con el tablero en Pinterest de la semana.
En cuanto a las fotografías acompañantes de hoy... blanco y negro en formato medio con película tradicional y algo más. Hace unos días pude comprobar que la misión de Fotógraf@s en Zaragoza para el mes de noviembre era TRENES. Durante años el "trainspotting" fotográfico, especialmente de trenes clásicos e históricos, es algo que practiqué con cierta frecuencia, e incluso tengo una página, Trenes de ayer y de hoy, que lo cierto es que no actualizo desde hace bastante tiempo. Hace seis años. Y el caso es que alguna cosilla nueva podría poner... En fin. Que me siento obligado a participar en esta misión, aunque hace tiempo que no participo en una de ellas. Por ello, el día 1 de noviembre decidí salir a por trenes. Por la mañana, con una luz horrible de niebla y poco contraste, y por la tarde, mejor de luz. En ambas ocasiones me llevé la Pentax K-S1, con dos objetivos de enfoque automático de serie Limited, el 21/3,2 y el 70/2,4. Tengo que usar más este último porque es buenísimo. El angular es más flojito aunque digno. Pero también me llevé cámaras de película tradicional. Tanto por la mañana por la tarde me llevé mi flamante Plaubel Makina 67. Por la mañana también me llevé la Holga... cuyos resultados, cuando se comparan con los de la Makina 67... dan ganas de tirarlos. Bueno... fotografías de ambiente ferroviario. Aunque todavía no me he decidido a subir ninguna foto a la misión.
Quizá una de las cuestiones de las que mas se ha comentado esta semana en el mundo de la fotografía sean las declaraciones del prestigioso fotógrafo Sebastião Salgado durante la recogido de un premio en su país natal, Brasil. En ellas, Salgado asegura que la fotografía habrá muerto dentro de 20 o 30 años... ¿La gente va a dejar de hacer fotos, aunque sean selfis con sus móviles en este periodo de tiempo? ¿Nadie va a querer inmortalizar momentos con aparatos fotográficos? Hay muchos sitios que se han hecho eco de las declaraciones. Yo os pongo los enlaces a Photolari, formado por un par de "locos" que antes trabajaban para la fenecida Quesabesde, y al siempre crítico Rafael Roa.
Si analizamos lo que realmente digo Salgado, pienso que ni él, ni yo, ni casi nadie cree realmente que la gente deje de pulsar el disparador de sus cámaras. Sean tales, sean dispositivos multifuncionales como los teléfonos móviles. A saber cómo serán dentro de 20 o 30 años. Lo que el plantea es el uso de las imágenes que se tomen. Distingue como conceptualmente distintas "imágenes" y "fotografías". Estas últimas, pensadas para ser impresas en papel, son recuerdos, declaraciones conceptuales, sociales o políticas, son construcciones estéticas. Las imágenes serían meros testimonios del aquí y ahora de las personas. Lo cierto es que eso ya está sucediendo ahora. Dejando de lado los fotógrafos profesionales o aficionados, antes la gente tenía cámaras de fotos sencillas para tomar recuerdos de sus viajes o acontecimientos, en esos sencillos álbumes con fotos en papel de tamaño postal. O aun más pequeñas. Sin embargo, ahora la imagen del móvil es un mero componente de la comunicación permanente sobre lo que hacemos en el presente. ¿Quiere esto decir que dentro de 20 o 30 años sólo se tomarán estas y ya nadie querrá hacer las "fotografías" como las piensa el maestro? Pues no sé. Ahora mismo, no sé dónde he dejado mi bola de cristal...
Robert Adams, un fotógrafo de la New Topographics, el paisaje alterado por el hombre, de los que más me gusta. Ya he hablado de él en alguna ocasión, por su riqueza conceptual, su sencillez formal y su compromiso social y medio ambiental. En el tumblelog de VUU Studio nos lo han recordado con algunas de sus fotografías nocturnas.
Otra fotógrafa, en un estilo muy distinto, que siempre me ha interesado, y que es menos conocida de lo que merecería es la húngara refugiada en EE.UU. después de 1956, Sylvia Plachy. Mucho más centrada en la gente, con una visión humanista de las personas y de la sociedad, nos la recuerdan en South x Southeast Photomagazine.
Japón es fuente de numerosos y buenos fotógrafos. Que también se caracterizan por adoptar formas y estilos propios, distintos de los de los fotógrafos occidentales, pero que también son muy diversos entre sí. Por lo tanto, proporcionan gran riqueza al mundo de la fotografía en general. En American Suburb X (ASX), siempre del lado de lo más contemporáneo, avanzado, urbano y vanguardista, nos proponen conocer las series Showa de Kazuyoshi Usui. Y lo entrevistan. Showa es el nombre de la era que se corresponde con el emperador habitualmente conocido como Hirohito (Emperador Showa al morir, y abarca desde antes de la Segunda Guerra Mundial y hasta la muerte de este. Por lo tanto, hablamos de un período turbulento y de grandes cambios para el País del Sol Naciente. Con fotografías en color intenso, y en dos series, Showa 88 y Showa 92, el fotógrafo nos introduce en las complejidades profundas de la sociedad resultante de ese complejo periodo histórico.
Mucho más tranquilo y sosegante es el trabajo Cascadia de Cody Cobb. Desde hace un par de meses estamos considerando visitar al año que viene la costa del Pacífico norteamericana. Tal vez la Columbia Británica, tal vez los estados de Washington y Oregon, incluso el norte de California,... no sabemos todavía. Pero sí que sabemos que por allí están la cordillera de las Cascadas (Cascade Range), con sus paisajes espectaculares y sus volcanes. Las fotografías que publicó Another Place Magazine nos han impulsado el deseo. Aparte de haber encargado el librito, son 10 libras más gastos de envío, que han publicado sobre el trabajo de este fotógrafo paisajista.
En los últimos días he encontrado referencias diversas, tanto en la red como en alguna revista, a la fotógrafa Laurie Simmons. La decisión de traerla a estas páginas la determinó el artículo que le dedicaron en American Photo. Fotógrafa de caracter conceptual que utiliza muñecas, maquetas u otros juguetes para reflexionar sobre diversas cuestiones, aunque fundamentalmente se centra en el mundo de la mujer. Son interesantes también los retratos.
En un estilo muy distinto, en Cada día un fotógrafo nos hablan de Stephan Zaubitzer, fotógrafo francés que tiene un estilo muy personal, de composiciones sencillas y si alaracas técnicas, pero con muy buen dominio de la luz. Me ha parecido especialmente interesante su serie arquitectónica sobre salas de cine de todo el mundo, Cinemas.
Un par de recomendaciones de carácter colectivo.
En Yorokubu, donde dentro de su tono aparentemente informal no dan puntada sin hilo, nos proponen "una nueva generación de fotógrafas españolas se abre camino en Berlín". En concreto se refieren a dos fotógrafas de menos de 30 años, Laura F. Izuzquiza y Ana Cayuela, que residen y trabajan en la capital alemana. Un ejemplo más de la fuga de talentos que abandonan esta maltratada España, sin que otros vengan a sustituirlos y a alimentarnos intelectualmente a los que nos tenemos que quedar. Tienen estilos distintos, aunque elementos generaciones comunes que se reflejan en sus respectivos trabajos. Ambas me parecen interesantes de seguir. Os dejo aquí puesto un vídeo de Izuzquiza.
Otra recomendación colectiva, esta masiva, me llega a través del tumblelog de Mira Nedyalkova, que me dirige a los 25 fotógrafos europeos con más talento del momento según Dodho Magazine. Siempre me siento escéptico ante estos listados de los "nosecuantitos" mejores "tal". Pero en cualquier caso, son puntos de partida para explorar la obra de los propuestos y decidir si te gustan y te apetece más de ellos o no. Entre los posibles españoles, solo aparece Alicia Moneva, a la que dedican un artículo, y que es una fotógrafa conceptual que sí merece la pena que sea conocida. Pero no me atrevo a decir que no haya otros igual de "best" o "más best"...
Terminaremos las recomendaciones de esta semana con los porfolios del número 92 de Fraction Magazine, que como siempre se renueva con un número nuevo a principios de mes. El principal problema de esta revista en línea es que creo que arriesga poco y que no acaba de salirse de un estilo muy determinado de fotografía. Por lo que todo lo que publica empieza a dar la sensación de "déjà vu".
Y también me ha parecido interesante el punto de vista de Ben Kilb, fotógrafo alemán que dirige su mirada hacia Oriente Medio, pero no para reflejar los desastres sociales, políticos, bélicos y humanitarios que por allí suceden, sino por las imágenes de paz y tranquilidad en los paréntesis en los que dan tregua a sus habitantes para que se relajen y vivan. Un punto de vista humanizador de unas sociedades tristemente muy deshumanizadas.
Recién cogidas mis vacaciones de principios de otoño, un par de días antes de salir de viaje a Hong Kong, participé en un paseo fotográfico por el Parque del Agua de Zaragoza en compañía de la buena gente de FeZ (Fotógraf@s en Zaragoza). Para ese día, y dado que íbamos a coger las buenas horas de luz de final de la tarde, opté por llevarme la Hasselblad 503CX con mis tres objetivos Carl Zeiss, Distagon 50/4, Planar 80/2,8 y Sonnar 150/4. Habíamos quedado en la Torre del Agua.
Lo cierto es que camino del lugar, al que fui en mi coche propio, tuve un incidente que me hizo llegar un poquito tarde y alterado. Incidente que estuvo a punto de convertirse en accidente grave, por culpa de peatones irresponsables que cruzan por donde les sale del níspero, y por culpa de conductores insolidarios que cuando ves que pides sitio para hacer una maniobra, aceleran y te la impiden. Los españoles somos así. Mal que nos pese. Afortunadamente no pasó nada. Pero como digo, llegué alterado y poco inspirado. Además tarde. Aunque a punto para engancharme con alguna buena gente.
Aun así, comencé a hacer fotografías con algunos carretes de Kodak Portra 400.
No voy a decir que me salieran maravillas, dadas las circunstancias. Pero al menos alguna fotografía digna. También hubo oportunidad de "jugar" con los compañeros que me rodeaban. A pesar de que el talabarte de la Hasselblad no es precisamente la cámara más ágil para ponerse en modo "reportaje".
La luz se fue agotando más deprisa de lo que pensábamos. E incluso para las últimas fotografías tuve que recorrer a un carrete de Kodak Portra 800 que había llevado por si acaso.
Al final, aun me quedaron seis fotografías por hacer del carrete de Portra 800, que no expuse hasta después de volver del viaje a Hong Kong y Macao. Además de algún retrato a mi sobrino, que no pongo por mi costumbre de publicar fotografías de los niños de la familia, enredé con alguna fruta que tenía por casa, y le hice algunas fotografías a la Plaubel Makina 67 que me traje del viaje y que será la protagonista de la segunda parte de este artículo.
Os recuerdo que la Plaubel Makina 67, de la que os hablé hace unos días, con ejemplos de fotografías en blanco y negro, es una cámara telemétrica de objetivo fijo retractil de medio formato. Produce 10 negativos de 6 x 7 (56 x 69 mm, exactamente) sobre película en formato 120.
El caso es que, además de los carretes de los que os hablé en blanco y negro, salí el domingo 16 de octubre, último días de las Fiestas del Pilar, con un par de carretes de Kodak Portra 400, que junto con los de la Hasselblad los mandé a revelar y digitalizar como de costumbre a Carmencita Film Lab, de donde me devolvieron unos estupendos archivos de 24 megapixeles, que muestran las capacidades de la Makina 67. Me he empezado a pensar que para algún proyecto especial y cuidado, pedir la digitalización a máxima resolución. No me quiero ni imaginar cómo deben ser los archivos de 50 megapixeles.
Una de las cuestiones que comprobé es que, usada en un modo "reportaje", el telémetro de la cámara tiene una precisión de enfoque bastante notable. Bien es cierto que en la mayor parte de los casos usé aperturas medias de f/5,6 o f/8. Pero es que con semejantes negativos, la profundidad de campo es pequeña, y el poder separador del objetivo del objeto principal del fondo es grande.
Por supuesto, como suele suceder con las telemétricas, por la posición de la "mancha" de enfoque del telémetro de coincidencia, hay una cierta tendencia a componer con el sujeto principal centrado en el fotograma, especialmente si llevas prisa. Lo que no siempre funciona; pero también pasa con las Leica... oye.
En cualquier caso, hay que prestar mucha atención a la escasa profundidad de campo. A punto de volver para casa, nos metimos un momento en la Lonja, por hacer alguna fotografía con luz más escasa, y allí, con la diafragma abierto al máximo, compruebas hasta que punto la profundidad de campo es escasa. Si enfocas a uno de los cuadros de la pintora Iris Lázaro, los espectadores que lo contemplan quedan irremediablemente desenfocados. Pero bueno... es así como va la cosa. Más adelante más. Espero.
Procedamos en un domingo feo, las nieblas ya han llegado para estropear las mañanas del otoño en Zaragoza, ha repasar lo que de interesante nos ha ofrecido la red de redes durante la semana en el ámbito de la fotografía. Aviso que había unas cuantas recomendaciones recogidas de L'Oeil de la Photographie, pero como esta página va muy mal estos dos últimos días, no aparecerán. No las he podido revisar. Pero sentiros libres de visitar el sitio, que suele estar muy bien en general. De momento, os dejo a continuación mi tablero en Pinterest de la semana.
Las fotografías acompañantes de hoy tienen ya unas semanas. Las realicé antes de irme de vacaciones a Hong Kong, con la Hasselblad 503CX usando fundamentalmente el Carl Zeiss Sonnar 150 mm f/4. Como ya he comentado en alguna ocasión, desde el momento en que probé una cierta solución de película y revelado con los negativos realizados con la Agfa Jgestar (o Agfa Billy), estoy haciendo el blanco y negro con película Ilford XP2 Super. Pero en lugar de revelarla en su procesado recomendado C41, la expongo a IE 200 con lo que consigo un grano bastante fino, y la proceso en HC110 1+31 durante el tiempo recomendado para un IE 400 (su sensibilidad ISO nominal). El resultado son negativos sorprendentemente fáciles de escanear, sobre un soporte con gran estabilidad dimensional, y un nivel de detalle bastante elevado dada las limitaciones del Epson Perfection Photo V600.
Vayamos con las recomendaciones de la semana. Empecemos por Sid Avery. Nos lo traen y comentan en DSLR Magazine (que últimamente se identifica más bien como Albedo Media). Fotógrafo de los muchos que trabajó en Hollywood, rodeado de las estrellas del cine que todos admirados, se alejó del tipo de fotografía glamourosa que ha predominado en ese ámbito, ofreciéndonos un estilo más documental y una aproximación más humana, en ocasiones humorística, de estas estrella. Aunque algunas de ellas, en la cuestión del glamour, no descansaban en ningún momento. Me encanta la foto del matrimonio Paul Newman-Joanne Woodward... Me encanta Joanne Woodward... Mucho menos conocida que su marido, consiguió el óscar casi 30 años antes que este... Muy merecidamente.
Ya he comentado en varias ocasiones la obra de Juan Manuel Castro Prieto, o simplemente Castro Prieto que es como suele firmar. Reciente Premio Nacional de Fotografía, es conocido tanto por su obra propia como por su gran trabajo imprimiendo el trabajo de otros fotógrafos. Es posible que visite madrid próximamente, y ahora está exponiendo allí una parte de su obra, que intentaré visitar. Mientras, en Clavoardiendo le hacen una interesante entrevista.
Últimamente, la sección de noticias de Magnum Photos nos está ofreciendo artículos con fotografías de sus miembros muy interesantes y siempre comprometidos. En esta semana ha tocado una artículo con las magníficas fotografías de Michael Christopher Brown sobre las islas Marshall, archipiélago en la Micronesia que se está viendo muy afectado por el crecimiento del nivel de los mares debido al calentamiento global, así como se vieron afectados en su momento por las pruebas atómicas que allí realizaron los Estados Unidos. ¿Habéis oído hablar de Bikini? No, no de la ligera prenda femenina para ir a la playa... del atolón... Pues allí está.
No hace mucho que hablé de Laura Pannack y su costumbre de salir a pasear armada de una Hasselblad. Cámara improbable para realizar meros paseos, por su peso y otras circunstancias, pero que tomaba pleno sentido desde el punto de vista de Pannack. Mirad... yo también muestro hoy el resultado de salir a pasear con una Hasselblad. Pues bien, en BJP-online (British Journal of Photography) nos hablan de uno de sus trabajos más planificados y currados, en el que la británica se recorre el paisaje rumano en los Cárpatos para reflejar en sus fotografías los mitos del folclore de esa región del mundo.
La fotografía ha sido una herramienta interesante como elemento documental en los estudios etnográficos y antropologicos. En Analog Magazine, sitio que se dedica como podréis suponer a difundir la obra de fotógrafos fieles a la película y otros procesos tradicionales, nos hablan del trabajo de Hajime Kimura. En un país como Japón que está a la vanguardia de las innovaciones tecnológicas, con metrópolis que reflejan las nuevas culturas urbanas que surgen con la globalización, este fotógrafo se centra en documentar la vida de comunidades indígenas del archipiélago japonés que se aferran a sus modos de vida tradicional. Fotografía en blanco y negro, con fuertes contrastes, abrazando las características del medio, la película tradicional, con sus texturas y estructura. Está radicado actualmente en Alemania, pero este fotógrafo me recuerda a otros de sus compatriotas.
Y ahora vamos con una fotógrafa española y con un entorno que me es conocido. En Plataforma de Arte Contemporáneo nos hablan del trabajo de Cecilia del Val y su trabajo El Monte Perdido. Que nadie espere una colección de paisajes, aun en blanco y negro, de corte tradicional. Estamos más bien, como dicen en el artículo ante un proceso de desconstrucción del paisaje, mediante procesos relativamente complejos. Me hace gracia que comenten que comenten que el nombre del segundo pico más elevado de los Pirineos se deba a que desde las localidades próximas no se ve por estar escondido por otras montañas. Desde Zaragoza los vemos perfectamente en los días claros, especialmente en los inviernos, cubierto de nieve. Cuanto puede haber en línea recta, ¿120, 130, 140 kilómetros...?
El collage es una de mis frustraciones. Pareciéndome una técnica derivada de la fotografía tan interesante, soy consciente de que no estoy educado o dotado para ella. Algún intento que he realizado, en privado, nunca he mostrado resultados, ha acabado en la papelera. Por ello, cuando aparece de ciento a viento alguna noticia o artículo sobre esta técnica artística que tanto se usó a principio del siglo XX, especialmente por los surrealistas, suelo reflejarla. En esta ocasión, os traigo de la mano de Format Magazine los coloridos collages de Ben Lewis Giles.
En American Photo, otrora magnífica revista de fotografía en papel, nos avisan de que uno de los principales museos de fotografía del mundo, el Eastman Museum en Rochester, NY, pone a disposición del mundo sus colecciones digitalizadas en su página web. Tiene una de las colecciones más extensas. Y sólo en el aparatado "photography" nos dice que tiene digitalizadas y a nuestra disposición 135 572 obras... Así que si tenéis un rato... Bueno... he navegado un rato, y no todas las obras nos ofrecen la imagen de las misma. Sólo los datos de catalogación. El museo se formó sobre la base de la colección de George Eastman, fundador de la Eastman Kodak Company... ¿Os suena? Quizá a los recién llegados a la fotografía a través de lo digital no... pero es una parte primordial de la historia de la fotografía. También de la digital.
La semana pasada, mientras visitábamos con FeZ (Fotógraf@s en Zaragoza) una exposición sobre la Zaragoza de los años 20 impulsada por la Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza, me hicieron una interesante propuesta. Unos colegas aficionados a la fotografía, que se mueven tanto por FeZ como por ASAFONA (Asociación Aragonesa de Fotografía de Naturaleza) se proponía desplazarse el domingo a la población de Monreal del Campo en la provincia de Teruel.
En esta población realizan todos los otoños unas jornadas para mantener viva en el recuerdo la cultura alrededor del cultivo del azafrán, antaño importante en la zona, aunque hoy en día reducido al cultivo para uso familiar y poco más, por lo que entendimos de las explicaciones que se nos dio. Las actividades para el domingo incluían la posibilidad de asistir a la recolecta de la flor del azafrán en un campo del ayuntamiento de Monreal, para posteriormente proceder a esbrinar los estigmas o pistilos de la flor, de los que una vez secos por tostado se extraerá el polvillo del azafrán.
Para nosotros el interés era fotográfico. Es la oportunidad de poner en práctica nuestros conocimientos sobre macrofotografía y aprovechar la indudable belleza y posibilidades que ofrecen las bonitas flores moradas del Crocus sativus, que contrastan con el rojo de sus estigmas y con el amarillo de las anteras en los estambres de la flor.
Algunos sacrificios habían de hacerse. El primero, el madrugón. Para estar a las nueve de la mañana en el lugar convenido, el Museo del Azafrán de Monreal del Campo, convenientemente desayunados, teníamos que salir de Zaragoza a las siete de la mañana. O sea, levantarse a las seis. Un domingo. El segundo viene impuesto por las condiciones de crecimiento de la planta, a ras de suelo. Con la tierra húmeda por las lluvias recientes, para conseguir las mejores composiciones y acercamientos a la flor no quedaba más remedio que practicar la técnica del "cuerpo a tierra". Pero todo sea por las fotografías.
Hablemos un poco del equipo que me llevé y de las características técnicas de la toma fotográfica. Aunque me llevé trípode, la posición cuerpo a tierra con los codos clavados en el suelo ofrece bastante estabilidad, y no lo usamos. Es cierto que esta "pereza" en usar el trípode tiene algún inconveniente que comentaré más adelante. El equipo que suelo utilizar para macrofotografía, aunque tengo otras posibilidades es la Pentax KS-1 con el veterano pero muy agradable de usar SMC-A Pentax Macro 100 mm f/4. El objetivo es de enfoque manual, tiene una escala de reproducción de 1:2, y tiene un aro de enfoque suave pero firme que es una gozada. Con el sensor Sony de formato APS-C de la KS-1 de 20 megapixeles se lleva bastante bien, ofreciendo el ángulo de visión equivalente a un 150 mm en 24 x 36, por lo que lo que vemos a su máxima capacidad de ampliación, x 0,5, equivale a lo que veríamos en una cámara de formato completo con una ampliación de x 0,75. No está nada mal para empezar.
Cuando quiero más ampliación, le puedo poner una lente de aproximación que en origen venía como complemento de un objetivo Cosina 100/3,5 Macro para Canon EOS, que tiene el mismo diámetro de filtro que el Pentax 100/4, 49 mm, y que tiene 10/3 dioptrías. Lo que hace que el objetivo llegue a una capacidad de ampliación de x 1. Equivalente a un x 1,5 en el formato completo. Mucho mejor todavía. Claro está, con estos niveles de ampliación, la profundidad de campo es mínima. Incluso si abandonas la plena apertura y cierras a f/8. Más allá no, para evitar los efectos de la difracción y para no usar ISOs demasiado elevados. La luz estuvo bien, pero no extraordinariamente abundante. Sin la precisión del trípode, sujetando la cámara a mano, había que hacer varias tomas de cada composición para intentar garantizara que la nitidez estuviera en el lugar adecuado.
También me llevé otro objetivo que pensé que podría dar mucho juego. Se trata del SMC Pentax Soft 85 mm f/2,2. Este objetivo del que ya os hablé en tiempos tiene una fórmula óptica muy sencilla de dos elementos cementados en un grupo, y sufre de una fuerte aberración esférica, que hace que las imágenes tengán un aspecto difuminado, etéreo, algo onírico. El efecto se puede comprobar con el diafragma que se sitúa detrás del grupo óptico, siendo máximo a plena apertura, f/2,2, y mínimo a su apertura más cerrada que es de f/5,6. Las zonas desenfocadas tienen un aspecto agradable a todas las aperturas a pesar de que su diafragma tiene solo 6 palas, especialmente cuando se enfoca de cerca. Es muy adecuado también para los retratos.
Otra de las ventajas que tiene el 85/2,2 Soft es que tiene una distancia mínima de enfoque muy favorable. Su ampliación máxima es de x 0,223, cuando la mayor parte de los objetivos de retrato de 85 mm se quedan en valores de x 0,11 a x 0,14. Con el factor de recorte del APS-C, es equivalente a un 0,34 (1:3) en formato completo. Y también tiene una rosca de filtro de 49 mm, por lo que si le ponemos la lente de aproximación antes comentada, tenemos una ampliación máxima de x 0,57, equivalente con el factor de recorte a x 0.855. No está nada mal. Entramos en el terreno del macro aunque sea moderadamente.
Una cosa importante. Cuando decimos equivalente lo que decimos es el aspecto que tendría sobre un captor de imagen de 24 x 36 mm con un sistema óptico con ese factor de ampliación. Pero no hay magias, el factor de ampliación real de nuestro sistema no es x 0,855 sino x 0,57. No confundamos los conceptos. Lo mismo vale con la distancia focal. El 100 mm se comporta como un 150 mm en formato completo, pero no es un 150 mm real. Y eso se nota por ejemplo en la distancia mínima de enfoque que es menor que la que tendríamos con un 150 mm real. Hay que acercarse más al sujeto.
Por supuesto, con el 85/2,2 Soft incluímos un elemento de suavidad en el enfoque que utilizamos para jugar a favor de una estética determinada en la fotografía. No buscamos tanto la reprodución exacta precisa y nítida de la flor, sino aprovechar sus características , forma, color, textura, para un efecto estético determinado.
Por último, también llevaba conmigo, entre otros que no usé, un SMC-DA 21 mm f/3,2 Limited, objetivo gran angular moderado que utilicé de dos formas. Con la lente de aproximación, también tiene una rosca de filtro de 49 mm, para fotografías de aproximación pero con el campo más abierto sobre los grupos de flores.
Pero este angular moderado, también sirvió para obtener imágenes globales del entorno que nos rodeaba y que permiten completar el reportaje del día vivido. Paisajes fundamentalmente.
En los alrededores, en los campos por los que pasamos, encontramos además otros elementos fotográficamente interesantes. Otras plantas, flores y frutos. Arboledas en las que se mostraban ya los contrastes de colores con las hojas otoñales. Combinando los objetivos antes mencionados, fui completando el conjunto de fotografías que pueden constituir el reportaje final.
El tramo final de la actividad estuvo centrada en la actividad de esbrinar las flores recogidas. Es decir, separar los brines o brinas de la flor. Brines o brinas es el nombre que se le da a los estigmas rojos de los que se obtendrá el azafrán. Es una actividad que también documentamos fotográficamente. Visitamos la exposición fotográfica correspondiente a un concurso sobre el tema que realizaron el año anterior, y ya cerramos y nos despedimos de Monreal del Campo.