Como todos los años cuando se acerca el ecuador del mes de agosto, se anuncia por todos los medios la conocida lluvia de estrellas fugaces, oficialmente las Perseidas, por estos lares muy conocidas como "lágrimas de San Lorenzo". Estos meteoros son los restos que deja a su paso el cometa Swift-Tuttle y aparecen todos los años en las noches de la canícula veraniega, radiando desde la constelación de Perseo, de ahí su nombre formal, y suelen tener su máximo de actividad entre el 10 y el 14 de agosto. Siendo el 10 de agosto la conmemoración católica de Lorenzo, un mártir de la Roma del siglo III, que fue asado en una parrilla, se supone que alguna lágrima debió derramar, aunque no sabemos si por el dolor o por el humo en los ojos, que según las tradiciones de esta confesión religiosa, los mártires son gente bravía.
Este sábado 12 de agosto, día para el que estaba anunciado el máximo de actividad de los meteoros, andaba yo a media tarde con cierto desconcierto porque mis planes para ese sábado habían cambiado abruptamente un par de horas antes cuando me llegó un aviso... "hemos quedado a las siete en el estacionamiento de un centro comercial para ir a ver las Perseidas"... Con ciertas prisas, eché a la bolsa un par de cámaras micro cuatro tercios con unas cuantas baterías, confiando que algunas tuvieran energía, y un par de objetivos angulares, que me parecieron los más adecuados para la ocasión. También cogí mi mejor trípode y el cable disparador de una de las cámaras. Y con esto salí pitando, porque ya llegaba tarde.
El destino fue el castillo de Sora en Castejón de Valdejasa, a unos 60 kilómetro de Zaragoza, en sentido hacia las Cinco Villas. Utilicé la cámara menos adaptada a la fotografía nocturna, la pequeña Panasonic Lumix GM5 con un G 14/2,5 ASPH, para documentar el lugar mientras tuvimos luz diurna, con el fin de reservar las baterías de la otra cámara, más capaz para la noche.
Después de un reconocimiento previo, durante el cual realicé las fotos que podéis ver, nos aprestamos para ver y fotografiar la puesta de sol. Después, tras la foto de grupo de rigor, comenzamos a buscar buenos emplazamientos para la sesión de fotografía nocturna, cada uno según sus intereses, conocimiento, experiencia e intuición, intentando no molestarnos mucho los unos a los otros. El ambiente en estas excursiones suele ser siempre excelente, muy cordial.
La ventana de observación que teníamos era desde la 22:00 horas, la puesta de sol fue a las 21:07, pero queda la luz residual crepuscular residual, hasta poco antes de la salida de la luna, casi en cuarto menguante, a las 23:52. Aunque la motivación de la excursión eran las Perseidas, la presencia sobre nuestras cabezas de la Vía Láctea, hizo que dedicáramos algunos esfuerzos a conseguir alguna bonita foto de este espectáculo astronómico que suele estar sobre nuestras cabezas, pero que en la ciudad no sabemos o podemos disfrutar. Aquí ya utilicé la Olympus OM-D E-M5 con el Leica DG Summilux 15/1,7 ASPH, un objetivo que por su focal y ángulo de visión no permite vistas amplias tan espectaculares como otras focales más cortas, pero que da una buena calidad de imagen y tiene una apertura máxima muy favorable para evitar sensibilidades muy altas.
Para ayudar a interpretar las fotografías anteriores, decir que era los tonos anaranjados de las fotografías corresponden a la importante contaminación lumínica producida por la ciudad de Zaragoza y por la actividad de los pueblos y el corredor viario de la Ribera Alta del Ebro, al sur de nuestra posición.
Aunque en las anteriores fotografías se puede ver una diversidad de estelas en el cielo, todas ellas corresponden bien a satélites artificiales o aviones. Hay mucho tráfico de aviones comerciales en el entorno del lugar donde nos encontrábamos.
La última de las anteriores fotografías es la que apunta más directamente al sur y hacia donde se encuentra el centro galáctico, en la constelación de Sagitario.
Una vez realizadas esas fotografías, llegó el turno de intentar recoger alguna Perseida en las fotografías. Mientras hacíamos las anteriores fotografías, ya habíamos visto caer algunas.
Con el fin de intentar maximizar las probabilidades de captar alguna, apunté mi cámara aproximadamente en un campo de visión que abarcase desde la Estrella Polar hasta el nordeste, con el fin de que la constelación de Perseo, el radiante de los meteoritos, y la Galaxia de Andrómeda apareciesen en el campo. Esta última no era distinguible a simple vista, pero confiaba que con las exposiciones prolongadas se pudiese ver. Es la galaxia más cercana a nuestra Vía Láctea, si descontamos las dos satélites, las Nubes de Magallanes, que no se ven desde el hemisferio norte.
En esta foto última foto anterior, que es un recorte de una vista más amplia sobre los muros del castillo, podéis apreciar la presencia de la Galaxia de Andrómeda.
A partir de aquí, la estrategia consistió en colocar la cámara fija apuntando a la región del cielo mencionada e ir haciendo fotografías seguidas desde el mismo punto con la confianza de que en alguna o algunas de ellas aparecería alguna estrella fugaz. Como el accionamiento del disparador no exige excesiva atención, mientras podría dedicarme a observar el conjunto de la bóveda celeste para disfrutar del espectáculo de los meteoritos cayendo, aunque no pasasen por el sector de la misma que yo había seleccionado. Vimos unos cuantos, y algunos muy espectaculares.
Al revisar las fotos en casa... casi a las primeras de cambio pensé que tenía uno meteorito en el bote... justamente apuntando a la Galaxia de Andrómeda.
Las exposiciones tuvieron una duración de entre 30 segundos a 200 ISO al principio a 15 segundos a 400 ISO más tarde. Quizá esta segunda disposición fuera más adecuada, porque a 30 segundos, con la focal que estuve usando, las estrellas ya no tienen un aspecto puntual sino como pequeños segmentos por su movimiento aparente por la bóveda celeste.
Entre exposición y exposición había un periodo refractario de igual duración que la exposición por la aplicación de la reducción de ruido de la cámara. Aunque una lata, porque en ese tiempo se pierde la posibilidad de registrar la caída de un meteorito, también sirve después para descartar que un trazo sea de un satélite o de un meteorito. El de la fotografía anterior resultó ser un satélite, porque en la realizada 30 segundos más tarde, en la que sí aparece el trazo de un meteorito sobre la Galaxia de Andrómeda, se ve el mismo trazo satelital desplazado unos grados hacia el norte.
O mi estrategia no fue del todo adecuada, o tuve mala fortuna, y las fugaces cayeron por otras zonas del cielo o en los periodos refractarios que he comentado. Además de la fotografía anterior, sólo hay otra donde creo que alguno de los trazos corresponden a estrellas fugaces, aunque relativamente tenues.
Son las que están a la derecha de la siguiente imagen, por debajo del trazo intermitente de un reactor comercial.
Todavía me considero muy inexperto en las cuestiones de fotografía astronómica. Aunque creo que mis conocimientos generales de fotografía me han permitido avanzar mucho en un par de noches dedicadas a este tipo de fotografía este año, lo cierto es que hay elementos en los que no piensas y que te hacen perder oportunidades o disminuyen la calidad de las imágenes. Es importante practicar la técnica y adquirir experiencia para conocer bien cómo reaccionan tus herramientas a las condiciones de trabajo que les impornes, así como para evitar las trampas que la noche impone al fotógrafo y en las que siendo novato caes como un melón. Por ejemplo, hay unas cuantas fotografías, que habiendo tenido que cambiar la batería, quedaron desenfocadas por haber alterado inconscientemente el punto de enfoque del objetivo. Más tarde me di cuenta y lo corregí.
Tengo pendiente de coger las series de fotografías realizadas y aplicarles un programa de combinación de las mismas para obtener algo similar a una circumpolar. Pero me tengo que estudiar el funcionamiento del programa y cual es la mejor forma de aplicarlo. Ya os contaré.
En cualquier caso fue una noche interesante y divertida. Así que me despido con la salida de la Luna, que anunció el momento de recoger los bártulos y volver a Zaragoza y a casa, a dormir.
Semana fotográfica en la que no ha habido más entradas en este diario desde el lunes, aunque eso no quiere decir que he estado parado. Hay algunos carretes que se está revelando, y hay una serie de actividades de fotografía nocturna que han llegado con la segunda mitad de la semana. En digital.
Lo que aparecerá hoy aquí acompañando a mis recomendaciones fotográficas de cada semana, que en esta sí que han acusado la disminución del ritmo que se produce en el verano, corresponden a dos paseos nocturnos por las calles de Zaragoza. El primero fue originalmente una tertulia fotográfica al caer la tarde que se convirtió en algunas fotos en la noche, el segundo fue un paseo fotográfico para trabajar el movimiento y las estelas de los vehículos en la noche y que acabó siendo un amplio paseo por el casco histórico de la ciudad. Color y blanco y negro... dependiendo del motivo y la iluminación disponible. Las luces artificiales del casco histórico de Zaragoza son matadoras. Desconozco que tipo de gas incluyen las lámparas que dejan una dominante de color muy cálida, virtualmente imposible de corregir, por lo que las fotos acaban yendo al blanco y negro. Lo cual no necesariamente está mal.
Este verano, gracias al cine, ha estado "de moda" una vez más la Segunda Guerra Mundial, horrible conflicto con el que culminó la desafortunada posguerra del primer conflicto mundial, originado por los totalitarismos que surgieron fruto de la desesperanza de las gentes ante la depresión que siguió al desenfreno de liberalismo sin regulación de los "felices 20". Gentes normales que optaron por apostar por los fascismos o el comunismo para resolver unos problemas, pero que llevaron a una de las épocas más negras de la historia del mundo. Debieramos aprender del pasado, ahora que se percibe como una nueva época de liberalismo sin regulación está trayendo de nuevo un desencanto que hace que surjan de nuevo los fascismos en el mundo. Que nunca se fueron, que siempre estuvieron ahí, agazapados. Y esta reflexión me la ha sugerido la fotografía de Emmy Andriesse, del famélico muchacho con la cacerola, fotógrafa que perteneció a la resistencia holandesa (De Ondergedoken Camera) a los invasores alemanes, invasión que provocó en el último invierno de la guerra una tremenda hambruna en los Países Bajos. También las diversas fotografías de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, cuyo aniversario conmemoramos, que no "celebramos", a ver si nos fijamos en el significado de los verbos, en los primeros días de agosto.
Helmar Lerski (Israel Schmuklerski fue su nombre de nacimiento) fue un judío alemán de origen polaco nacido en Estrasburgo durante el periodo en que el tiempo en el que la Alsacia perteneció al reich germano, que nos legó una impresionante colección de retratos en primeros planos, con los que peleó contra la "nueva objetividad" y contra la estética nazi. Y lo hemos podido conocer y valorar esta semana gracias al artículo que le ha dedicado Oscar Colorado, siempre con su didáctica actividad de difusión de lo mejor de la historia de la fotografía. También trabajó en cinematografía, con notables colaboraciones.
Seguimos con la serie On The Road de Magnum Photos, que viene animando este verano, con sus series de fotografías de fotógrafos que se echan a la carretera para documentar un país, un territorio, un fenómenos social o a las gentes que se encuentran. En esta ocasión acompañaremos al suizo René Burri que se echó a la interestatal I-25 de los Estados Unidos para capturar los monumentos y los hitos de la carrera atómica que llevó a los antes mencionados bombardeos atómicos sobre las poblaciones civiles niponas y a la suicida y demencial carrera armamentística de la Guerra Fría.
Cambiando de tercio, en Dazed Digital hemos podido conocer la vida y obra del ruso Slava Mogutin, fotógrafo residente en Estados Unidos donde pidió asilo político por la persecución que sufrió en su país por su orientación sexual. Mogutin no sólo ha tratado el tema de la homosexualidad en sus obras; también ha tratado otros temas relacionados con la identidad y la sexualidad de los jóvenes, en ocasiones con de forma muy provocadora, casi podríamos decir transgresora.
También procedente de Dazed Digital, tenemos la recomendación de una publicación reciente, que por lo que he visto existen muchas probabilidades de que la adquiera, sobre los falsos estereotipos y cuestiones de identidad que afectan a las mujeres asiáticas, especialmente cuando son vistas desde un punto de vista eurocéntrico (entiéndase por eurocéntrico el de todas las sociedades occidentales con una mayoría de personas de origen europeo, estén en Europa o no, estén en "occidente" o no). El libro, XING, es un trabajo colectivo de fotógrafas de origen japonés o chino, de directores de cine chinos, residan en Asia o no. Y lo que he visto hasta ahora me ha motivado lo suficiente como para interesarme por su compra.
Y una tercera recomendación en las páginas virtuales de Dazed Digital, publicación a la que he estuve dando un repaso a principio de semana. Se trata de un trabajo de la fotógrafa Eliza Hatch, que ha usado el retrato como medio de resaltar el valor de mujeres que en su vida han sufrido episodios de acoso sexual en público, un problema que sucede en las sociedades occidentales con mucha más frecuencia de lo que nos parece, y que afecta a muchas más mujeres de lo que creemos. Bajo la sensación de que la mayoría de la gente considera "normal" o resta importancia a estos acosos.
En LensCratch hemos visto el trabajo de la fotógrafa Alyssa Schukar, que ha documentado las vidas de las gentes en las comunidades de los barrios y poblaciones del este de Chicago, una de las ciudades más industrializadas de América, lo cual provoca una serie de problemas importantes en estas comunidades. Uno de ellos las desigualdades y las injusticias debido a las alteraciones del medio ambiente que producen las industrias, especialmente las químicas y las refinerías, con concentraciones de tóxicos ambientales muy superiores a las recomendadas. Incluso con algunas de estas industrias que consiguieron su permiso para asentarse en estas localizaciones después de que la urbanización se hubiese producido. Schukar no busca una imagen depresiva de estas comunidades, sino más bien que empaticemos con ellas, que las veamos como gentes normales, como cualquier de nosotros, pero siendo familias que sufren graves riesgos para su salud.
Finalmente, desde el blog de Vantage nos llega un artículo sobre como el fotógrafo Bill Durgin juega con nuestra percepción a través de un cuidadoso proceso de manipulación digital de la imagen en la posproducción de la misma. No suelen llamarme la atención este tipo de manipulaciones, pero reconozco que las que realiza Durgin tienen una calidad fotográfica y conceptual importante, y que merecen la pena ser conocidas, sean "retratos", desnudos o naturalezas muertas.
Cuando yo pensaba que entrando en agosto internet se iba a poner más soso en lo que se refiere a noticias o artículos sobre fotografía, me he encontrado con una semana con variedad de cosas interesantes. Espero que os gusten.
Las fotografías acompañantes... A ver. Esta semana se ha producido un cierto debate en uno de los grupos de fotografía que me a priori me resultaba relativamente banal. Y creo que la gente da importancia a cosas poco importantes. La cuestión fue provocada por un enlace a un artículo de un señor que abogaba por fotografiar en digital guardando la imagen en archivos JPG en lugar de los archivos con datos brutos (RAW) como la mayor parte de los "entendidos" recomiendan. Lo cierto es que el debate ha acabado llamándome la atención no por el tema, ya digo que me resulta banal, sino por los dogmatismos que descubres en la gente. Usando expresiones para referirse al otro, al que opina distinto como "absolutamente erróneo", "totalmente equivocado", "no sabe de lo que habla y es un vago"... o cosas parecidas. Aunque he entrecomillado, no necesariamente cito literalmente, pero me acerco. Como digo, me sorprende. Porque esto son meras herramientas que no tienen nada que ver con la esencial de la fotografía. Nada. El único motivo por el que puede convenir y conviene disparar en RAW es porque luego hay mucha más flexibilidad a la hora de ajustar la luz, el contraste y el color de la imagen sin perder demasiada información. Pero la mayor parte de la gente que conozco obtiene peores resultados al tratar sus archivos brutos que lo que conseguiría usando el JPG que le proporciona la cámara. Y fotografiar en JPG de forma seria, lejos de ser de "vagos" exige un profundo conocimiento de la cámara y de las circunstancias de la toma, especialmente la calidad de la luz, ya que hay que tomar decisiones a priori sobre la misma que luego será difícil de corregir en el procesado. La cosa está clara. O piensas y trabajas antes de hacer la foto (JPG), o lo haces después (RAW). El caso es que en el caso de los datos en bruto también hay que pensar antes, porque si partes de un churro de foto, por mucho que proceses es fácil que al final siga siendo un churro.
Dicho lo cual, suelo guardar las fotos con los datos en bruto (RAW), por una cuestión de conveniencia. El caso es que ayer acompañé a unos amigos a conocer las saladas de Sástago y, aunque fundamentalmente hice fotos con película tradicional, hice unas cuantas con la Leica D-Lux en blanco y negro y JPG, con un filtro amarillo puesto ante el objetivo. Que son las que acompañan la entrada de hoy. Por cierto que estaban sin agua... un sentimiento raro... ver estas cuencas endorreicas así.
Ha sido el 80º aniversario de la muerte de Gerda Taro durante la guerra civil española. Son diversos los medios, prácticamente todos extranjeros, aunque el hecho se produjo en nuestro país, que se han hecho eco de la efeméride y han recordado la figura de la fotógrafa. Mi primera noticia del aniversario creo que me llegó del International Center of Photography. Hay que recordar que "Robert Capa" comenzó siendo la marca bajo la que se vendían las fotos de esta fotógrafa alemana y del fotógrafo húngaro Endre Ernő Friedmann, quien a la muerte de Taro se quedó ya para siempre con el nombre. Y aunque los estilos de ambos parecen claramente diferenciados, no es de descartar que alguna foto atribuida al segundo fuera realizada por Taro.
En el blog de Camerafilia, además de sus habituales entradas sobre bellos aparatos fotográficos, hemos podido ver dos series de fotografías dedicados a dos interesantes fotógrafos, La primera serie estuvo dedicada al fotógrafo afroamericano Gordon Parks, que yo ya conocía bastante bien, y que estuvo siempre en primera línea para reivindicar a la comunidad afroamericana en los Estados Unidos y sus derechos civiles. La segunda serie, sin embargo, ha estado dedicada a una fotógrafa que yo no conocía. Se trata de Laura Gilpin y es una fotógrafa que participa de esa fenomenal tradición de fotógrafos norteamericano paisajistas y etnógrafos que nos han legado magníficas imágenes de las culturas ancestrales del país y de sus impresionantes paisajes, gracias a la maestría con la que manejaban sus cámaras de gran formato, su conocimiento de la composición y de la luz. También destacó por su platinotipias, una técnica fotográfica de gran belleza.
Por un lado tenemos a David Hurn. Hurn es un fotógrafo galés que en un momento dado abandonó las verdes colinas y acantilados de esa región occidental de la isla de Gran Bretaña por los secos y áridos paisajes de Arizona, en una serie de viajes que rompían por completo la imagen del mundo tal y como se había criado. A más de 8000 kilómetros de su domicilio en Cardiff, el mundo le ofrecía un paisaje físico y humano radicalmente distinto e igualmente atrayente para su ojo fotográfico.
Aunque fuera de la serie On the Road, no deja de ser un gran viaje el que nos muestran con las fotografías de Ian Berry, que recorrió la antigua ruta de la seda entre China y Occidente en 1996. Recientemente las intenciones del gigante asiático de impulsar una gran ruta de comunicación entre Pekín y Alemania. Un paso más para las obvias intenciones chinas de ser la potencia dominante en el mundo. Es lógico que la serie no pertenezca a la serie mencionada, ya que el viaje no se ha realizado por carretera sino fundamentalmente por tren. Lo cual, hoy en día, con la inestabilidad de muchos países del recorrido igual es más difícil que hace 20 años.
Vuelvo a rescatar a Antoine D'Agata, que ha aparecido en las dos últimas ediciones de mis recomendaciones semanales, esta vez a propósito de un artículo de Albedo Meida, que hace un repaso a su serie de viajes a Méjico en los últimos 30 años. De lo que conozco de la obra de D'Agata, esta serie es una de la que más me gusta, de las que más me impresiona. Probablemente porque es más integral, y además de las personas, casi siempre de entornos marginales, y de su tendencia a situarse en el centro de la acción, nos proporciona también referencias al paisaje y al ambiente. Un ambiente siempre duro, difícil, hostil a la persona.
Y cambiando totalmente de tercio. Desde hace un tiempo me está llamando cada vez más la atención el paisaje nocturno. Llevo pensando una temporada en hacer un proyecto personal sobre la cuestión. Pero todavía no he decidido cuáles van a ser las características del mismo. De momento voy intentando inspirarme viendo la obra de fotógrafos de nivel. Esta semana, por ejemplo, en Booooooom he podido contemplar los paisajes nocturnos de William Broadhurst, realizados en la hora azul y con una estética espléndida. Llevo ya un tiempo siguiendo el tumblr de este fotógrafo.
Cada vez me gustan más los artículos y porfolios que publican en LensCulture. No hace mucho hablé del libro que recientemente han publicado con las mejores fotografías publicadas en esta revista de fotografía virtual. En esta semana han aparecido varios artículos que me han gustado, de los cuales he seleccionado dos.
Por una lado, nos hemos llegado hasta Dubai, donde el fotógrafo Nick Hannes es entrevistado sobre su visión sobre este emirato del Golfo Pérsico, capital de los Emiratos Árabes Unidos. Entre la más rancia y conservadora cultura islámica y la modernidad de sus infraestructuras realizadas gracias a los pingües beneficios que se obtienen del petróleo. Abundancia de estética kitsch, contradicciones notorias, algunas rozando el absurdo, y una cuidada estética e imagen muy clara para unas fotografías que van un poco más allá de lo documental.
Con una estética muy distinta, partiendo de un cuidado trabajo con una cámara de gran formato a la hora de seleccionar el enfoque y la profundidad de campo, en un blanco y negro contrastado, el brasileño Claudio Edinger nos muestra una imagen muy distinta de la ciudad de Río de Janeiro de las que estamos acostumbrados a tener y a ver. Aunqeu no deja de transitar por todos los tópicos asociados a la ciudad carioca.
Y como muchos están de vacaciones, y los que pueden y les gusta viajan, me traigo de Photolari su recomendación de 21 "fantásticos" fotógrafos de viaje para inspirarse. Creo que estos amenos y decididos periodistas del mundo de la fotografía caen en las tendencias habituales y en las modas con más facilidad de lo que ellos mismos creen. Mucha estética tipo "500px" entre su selección, sitio en el que al final todas las fotografías parecen tópicos vistos una y otra vez, por espectaculares que sean, aunque hay algunos nombres que realmente me parecen muy interesantes.
Ami Vitale es una fotógrafa de viajes que me gusta mucho. Una fotógrafa viajera con gran capacidad de empatizar y acercarse a las personas de distintas culturas y entornos. Habitual de National Geography, sin salirse del estilo que marca esta publicación, creo que tiene una personalidad propia más acusada que otros fotógrafos en nómina de esta antigua revista de viajes y descubrimientos.
Michele Palazzo es otro de los fotógrafos de la lista que han despertado mi interés. Sin duda porque su fotografía en la calle se sale de los senderos mil veces trillados que actualmente se ven constantemente en eso que los modernos han dado en llamar como si nunca se hubiera practicado antes, la street photography.
Pete Muller se sale también de la tónica general, siendo un fotógrafo que realmente se introduce en los problemas y en la denuncia de los conflictos de los lugares a los que viaja. Algo parecido le pasa a Zoran Marinovic, que más allá de su ostentosa calificación de "embajador" de una conocida marca de material fotográfico, sus proyectos son más reportajes documentales sobre distintos conflictos sociales y políticos que fotografía de viaje propiamente dicha.
Michael Wolf también podemos considerar que tiene una visión más distintiva, centrada en la vida en las ciudades, desde distintos puntos de vista, estéticas, y aproximaciones al problema.
Entendámonos, el resto también están bien. Pero son más comerciales, más "a la moda", más intercambiables unos con otros.
Hace unos pocos meses os contaba cómo hice un experimento para usar una carrete de 35 mm en la Agfa Synchro Box, y de ese modo obtener fotografías de formato panorámico con una cámara de formato medio. El resultado no estuvo mal, aunque desperdicié bastante película porque no conté adecuadamente el número de vueltas que tenía que dar a la manivela de avance de la película. En cualquier caso, todo el invento a base de cinta aislante tuvo siempre una sensación de precariedad horrible.
Hace unas semanas encontré en algún sitio un enlace a una página en la que hablaba de unos adaptadores realizados con impresión en 3D para utilizar carretes de 35 mm en cámaras de formato medio. Y de alguien que a través de eBay y desde Viana do Castelo en Portugal te los mandaba ya impresos por un precio que sin ser barato para lo que son, un pedazos de plástico moldeado, es perfectamente asumible. Quizá lo único que le faltaba es vender también la pieza adaptada para recoger el rollo de película conforme se va exponiendo, aunque usar uno de los habituales de un rollo de formato 120 tampoco supone mayor problema. Si tenéis acceso a una impresora 3D, en los enlaces anteriores se pueden conseguir los datos para introducir en la misma y hacéroslo vosotros mismos.
Veámoslos...
Así como el experimento que hice hace unos meses fue con una cámara supersimple, en esta ocasión pensé, o se me ocurrió, que podría utilizar cámaras más sofisticadas, con las cuales podría controlar mejor el avance de la película y aprovecharla mejor. De hecho, como la longitud de un carrete de 35 mm es aproximadamente el doble de un rollo de formato 120, es decir, muy similar a la de los extintos rollos de formato 220, lo primero que se me ocurrió fue usarla con la Fujifilm GS645S Wide 60, que tiene posición para este último tipo de rollo de película.
Es cierto que por la disposición de la cámara, que favorece las tomas verticales en el avance de la película, no iba a conseguir fotogramas panorámicos ni mucho más grandes que los de 35 mm. Pero se trataba de probar. Y algunas cosas interesantes conseguí dando un paseo por el Parque Pignatelli de Zaragoza.
Las fotografías están realizadas sobre un carrete de Kodak Tri-X 400, expuesta a través de un filtro rojo Heliopan Rot 25, equivalente a un Wratten nº 25, revelada en Rodinal 1:50, 13 minutos a 20 ºC. Y la verdad es que no están mal, tienen su gracia,... pero... Pero. El sistema de avance y disparo de la Fujifilm GS645S no se lleva bien con este tipo de carretes. Y desperdicié una cantidad ingente de película. De hecho, sólo conseguí seis fotogramas, cada uno con nueve perforaciones de extensión. Lo normal en los negativos de 24 x 36 mm son las ocho perforaciones. Por lo tanto, nunca hubiera conseguido las 36 exposiciones habituales, pero sí unas 28 o 30. Mala suerte. No es una buena solución para esta cámara.
Al día siguiente volvía a repetir el experimento, pero esta vez con la Hasselblad 503CX y el Carl Zeiss Planar 80/2,8 T* CF, con una respaldo A12. Los respaldos A12 son para rollos de formato 120, en los que proporcionan 12 exposiciones. Trampeando un poquito algunas cosas, conseguí que sobre el carrete de 35 mm pudiese exponer un total de 16 negativos. Pero no encontré forma de engañar a la cámara para que siguiera disparando tras llegar al círculo negro en el contador del respaldo, sin arriesgarme a velar la película. Con un respaldo A24, para rollos de 220, podría estirarme más, pero no lo tengo,... y no lo voy a comprar. No me merece la pena el desembolso.
En esta ocasión, el paseo fotográfico fue por el vecindario de mi casa, el Parque de la Memoria y el barrio de Santa Gema en Zaragoza. La película fue la misma, de hecho las revelé al mismo tiempo, pero a través de un filtro amarillo Tiffen nº 8, también para mejorar el contraste de los negativos en las mañanas de calor tórrido y luz ofensiva del verano en Zaragoza.
Como ya habréis podido deducir de lo que he escrito con anterioridad, la cosa fue mucho mejor que con la Fuji. Es cierto que el avance del fotograma no es regular como con la película de formato 120. Y algunos de ellos quedaron muy juntos unos con otros, incluso superponiéndose en finas bandas de menos de 1 mm de anchura, por lo que no impide su utilización. Como el avance de la película en los respaldos de la Hasselblad es vertical, también es mucho más cómodo este formato del negativo que el horizontal y más panorámico. Aunque dispongo de un pentaprisma para más comodidad en la composición que con el visor de capuchón básico, al tener un ángulo de 45 º, hay que adoptar posturas raras para fotografiar en horizontal. Pero como podéis comprobar, con un poco de paciencia, lo hice.
Supongo que este tipo de opciones a la hora de fotografiar con una cámara de formato medio no es para usarlas todos los días. Pero algún que otro carrete de vez en cuando, con motivos seleccionados, sí que haré. Quizá por que no pueda evitar complicarme la vida de vez en cuando, en parte por optar por estéticas distintas, de esas que te sacan de tu zona de comodidad. En fin... que para lo que cuestan estos chismes, no te vas a privar de tener una opción más en tu arsenal fotográfico.
Os contaba hace unos días cómo había llegado a mi colección la primera Nikon, una Nikomat FTn con un Nikkor-S Auto 1:1,4 50 mm, y cómo habían resultado las fotos de los primeros carretes que expuse con ella, tanto en color como en blanco y negro. Pero también comentaba que esta cámara estaba pensada para que el fotómetro fuese alimentado por las viejas pilas de mercurio PX625, hoy en día prohibidas por la toxicidad ambiental de este metal.
Pues bien, tenía encargadas unas cuantas pilas de zinc-aire MRB625 de la marca WeinCell que son compatibles con estas cámaras. Existen otras pilas, alcalinas, que se pueden utilizar. Pero el voltaje no es correcto, ni el ritmo de entrega de energía y de descarga, por lo que hacen que el fotómetro se vuelva impreciso. Con estas pilas de WeinCell, las cosas mejoran un montón. Y además me vienen bien para otras cámaras, como la Leica CL o la Praktica MTL5, y alguna más, que también las usan.
Pero claro. Tenía la curiosidad de saber si el fotómetro es fiable. Había leído que en su momento sí... pero ¿después de 50 años?
Así que cargué un carrete de Fomapan 100 Classic, que luego he revelado en Rodinal 1:50 durante 8 minutos a 20 ºC, y me fui a someter a tortura al fotómetro. Todo tipo de situaciones, de alto y de bajo contraste, con contraluces, con paredes blancas, con follaje verde oscuro,... Todo aquellos que puede confundir al fotómetro,... y al fotógrafo. Al fin y al cabo, un fotómetro es una ayuda, pero hay una decisión final del fotógrafo, que tiene que aprender a identificar las trampas de la luz. Desde este punto de vista, creo que este fotómetro ha pasado la prueba con nota alta. Es preciso. Si sabes lo que haces y lo que mide, consigues la medición correcta. Sólo tres o cuatro fotogramas aparecen un poco más densos de lo que deberían, lo cual no supone mucho problema, pero el resto están bien expuestos. No hay sombras perdidas, no hay luces empastadas.
De lo que estoy menos contento es del objetivo. Este Nikkor 50/1,4, el más veterano de los de montura para Nikon réflex, es muy pesado, y hace que el conjunto de la cámara y el objetivo resulte cabezón y desequilibrado hacia adelante. Acostumbrado en este tipo de cámaras a los discretos objetivos de las Pentax, y no digamos de las Leicas, no me resulta cómodo. Y mira que el cuerpo de la cámara también pesa lo suyo. Y pensaba que tendría un mejor rendimiento fuera de la zona de confort que puede suponer los diafragmas f/8 y f/11. Quizá también el f/5,6. He decir que llevaba un filtro amarillo nº 8, B+W (022), que es de buena calidad, y siempre el parasol, que es propio de la marca y el objetivo, no uno de terceras marcas.
Vamos, que porque lo conseguí a un precio más económico que lo que se ve habitualmente, que si no pensaría que quizá me hubiera valido más pillar un f/2 o f/1,8, aunque fuera más tardío, siempre que tuviera las orejitas de conejo para calibrar el fotómetro. Hubiera sido más ligero, y probablemente con unos resultados equivalentes o mejores. Tengo la impresión.
Pero bueno, en líneas generales, fue divertido hacer las fotos, a pesar del calorazo que lleva haciendo en los últimos días en las tardes de Zaragoza.