La fotografía como afición y otras artes visuales

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Último rollo de Lomography Color Negative 400 del verano - Praktica MTL5 con Tessar 50/2,8

Para la #CrappyCommieCameraParty de la que os he estado hablando durante todo el verano, en la que he participada utilizando mis cámaras y objetivos fabricados en los países del antiguo bloque prosoviético durante la guerra fría, compré ha principio de la estación tres rollos de película Lomography Color Negative 400. Con el que os presento hoy, he llegado al tercero de los tres que venían en el envase conjunto que adquirí en un comercio local de Zaragoza. Hace unos días ya os comenté los resultados del que expuse con el Mir-1 37/2,8 adaptado a una Canon EOS. Y lo que tengo que comentar hoy no es más que más de lo mismo, de alguna forma.

En esta ocasión utilicé un equipo fabricado en Dresde y Jena, antigua República Democrática de Alemania. La cámara, la Praktica MTL5, fue fabricada en Dresde por Pentacon, mientras que el objetivo, Carl Zeiss Jena Tessar 50/2,8, fue fabricado por Carl Zeiss Jena en esta última ciudad. Hay que decir que el objetivo que tengo yo se fabricó para el mercado de los países satélites de la Unión Soviética, ya que la marca registrada "Tessar" era propiedad de Carl Zeiss Oberkochen, en la República Federal de Alemania. Y este objetivo se vendía fuera del bloque prosoviético como Jena T 50/2,8.

Las Praktica con montura de rosca M42, de 42 mm de diámetro, son muy apreciadas por muchos fotógrafos veteranos, aficionados o profesionales, porque por su ajustado precio fueron la cámara de entrada a la fotografía para muchos de ellos. La MTL5, que funciona con una razonable fiabilidad, resulta sin embargo tosca y con una ergonomía "discutible", como me gusta decir para no ofender a esos colegas que sienten cariño por estos trastos. Es puramente mecánica, sólo precisa una pila para alimentar el fotómetro incorporado. Pero como está preparada para un pila de mercurio, prohibidas por su toxicidad e impacto ambienta, de las que hay que buscar alternativas diversas, pero no siempre inmediatas, la uso sin ella y con un fotómetro externo de mano, generalmente el Gossen Digisix, o exponiendo por estimación bajo la regla "soleado f16".

El objetivo, como tantos de su época, que son los años 50, aunque se estuviese vendiendo varias décadas, tal vez con alguna actualización en los vidrios ópticos utilizados (o tal vez no, nada puede asegurarse de la fabricación al otro lado del telón de acero), tiene unas prestaciones honorables y adecuadas cuando se diafragma a unas aperturas entre f5,6 y f11. Pero es utilizable en todo el intervalo de aperturas, con una gran ventaja. Su distancia mínima de enfoque, entre 30 y 35 cm, es muy favorable para la fotografía de aproximación, con una escala de reproducción 1:4 frente al 1:7 - 1:10 de la mayor parte de los 50 - 55 -58 mm de la época. Tiene un confortable diámetro de filtro de 49 mm, lo que me permite ponerle una lente de aproximación de buena calidad de 3,33 dioptrías, que me permite rozar la escala de reproducción 1:2. En realidad es más cómodo de usar adaptado a una Pentax K o a una Canon EOS que sobre la montura nativa de la Praktica.

En cuanto a la película, la Lomography Color Negative 400, cabe decir lo que ya comenté en la entrada anterior. Es una película ISO 400 que tiene un aspecto más parecido a algunas películas de principios de los años 90 que a las modernas todo terreno actuales de la misma sensibilidad. Grano muy aparente, aunque tiene unos colores bien definidos y saturados, sin pasarse, con cierta predominancia cálida en mi muy subjetiva, y posiblemente sesgada, apreciación. En The Big Film Database no están seguros de quien la fabrica, pero sospechan de que sea una antigua emulsión de Kodak, que sería coherente con esos tonos cálidos, fabricada o terminada en China, con el embalaje de Lomography, que no fabrica las películas que vende bajo su marca.

El caso es que no es precisamente mi película favorita de las que vende Lomography bajo su marca. Prefiero la Lomography Color Negative 800, especialmente en formato 120 para cámaras de formato medio. Pero en este verano me he dado cuenta de que abrazando sus características, puedo convivir con ella y disfrutarla. Existe una tendencia actual, debido al uso de la Kodak Portra 400 por los profesionales del retrato y el reportaje social (BBC = Bodas, bautizos y comuniones), a sobreexponer las películas negativas en color, con lo cual se puede obtener un grano más fino y unos colores menos saturados, adecuado al retrato. Pero cada vez estoy más convencido de que esto no funciona igual de bien con todas las emulsiones.

Después de la experiencia de este verano, prefiero exponer esta Lomography Color Negative 400 a su sensibilidad nominal, asumir que va a tener un grano evidente, propio de su sensibilidad y de que no es un producto innovador y puntero, y obtener unos colores más saturados, que tampoco es que lo sean de forma exagerada, unas sombras más profundas, y un aspecto general más llamativo, pero que no es desagradable ni mucho menos, que sobreexponerla para obtener un grano menor, pero produciendo un aspecto más anodino, cono unas sombras desvaídas. Lo que no se debe hacer es digitalizarla levantando las sombras a toda costa, porque entonces si que aparecen desviaciones del color feas, y un grano horrible. 

Asumamos la película con sus características y disfrutémosla si llega a nuestras manos. Eso sí... como casi todos los productos Lomography, tiene un precio excesivo para la calidad que ofrece. Y por ello, lo normal es que yo siga fiel a las películas de Kodak Ultramax 400, mi preferida en estos momentos para un uso general, o la Fujifilm Superia X-Tra 400, que tampoco está mal. Y si quiero gastarme más dinero, que está muy cara, pero puede merecer según lo que quiera hacer, la líder en calidad en esta sensibilidad, la Kodak Portra 400.

Por primera vez, he viajado con un equipo fotográfico de los llamados "full format" - Canon EOS RP, 50 mm y 24-105 mm

Veamos. Mi equipo fotográfico viajero por excelencia es el micro cuatro tercios, especialmente con la Panasonic Lumix G9 como cámara principal, y la Lumix G100 como cámara de respaldo, si lo encuentro necesario. La Lumix G9 tiene una excelente ergonomía, una fuerte protección contra accidentes e inclemencias del tiempo, y el conjunto de ópticas que puedes llevarte es muy amplio, con poco incremento en el volumen o en el peso. Pero la Lumix G9 se estropeó a finales de la primavera, la tuve durante un mes en el taller, a Suiza me llevé la Lumix G100, y cuando parecía funcionar sin problemas, tres días antes de viajar a Copenhague, volvió a fallar con los mismos síntomas. El arreglo ha sido fallido.

La primer opción era volver a llevarme la Lumix G100. Los resultados en Suiza fueron buenos, como lo fueron en Andalucía en octubre del año pasado. Pero como recientemente compré un Canon RF 50 mm f1,8 STM para la Canon EOS RP, me planteé probar en esta escapada breve qué tal funciona este equipo en viaje. De antemano decir una cosa. El principal problema de llevar un equipo con un sensor grande, suponiendo que el 24 x 36 mm sea un sensor grande, durante décadas fue llamado formato miniatura en comparación con el formato medio y el gran formato con película tradicional, es el volumen y el peso. Y no tanto de las cámaras como de las ópticas. Por el peso y volumen de un zoom de calidad para la montura Canon RF, puedes llevar un zoom de calidad y un par o tres de ópticas fijas para las Lumix.

Pero bueno, decidí probar. Me llevé la Canon EOS RP, que tiene un tamaño muy contenido, el menciona 50 mm, que tampoco es muy grande y da resultados bastante buenos, especialmente diafragmando un poquito la cámara, aunque es perfectamente usable a plena apertura, y un EF 24-105 mm f4L IS USM, que es grandote y pesado, y aun se hace más grandote porque necesita el adaptador de montura EF a RF. Lo dicho. Por el mismo peso y volumen... con las Lumix me puedo llevar un 12-40 mm f2.8 y un 35 -100 mm f2.8.

Si los sistemas de sensor pequeño tienen, en la teoría, problemas de una relación señal-ruido más desfavorable que los de sensor menos pequeño, nunca ha sido algo que me haya causado ningún problema en la práctica. Y además, la Lumix G9 tiene un sistema de estabilización incorporado en el cuerpo, la Lumix G100 y la Canon EOS RP no, que junto con los objetivos propios del sistema, es extraordinariamente efectivo y evita tener que usar un ISO elevado. Pero es cierto que las fotos realizadas con la Canon EOS RP son más limpias cuando las vemos en el ordenador al 100 %, y que la reserva de extracción de detalles en sombras y luces es mayor. Especialmente en las sombras; en las luces tampoco está mal,... pero Canon ha pecado de insuficiencias en ese campo. Y es tradicional que con las Canon haya que tener cuidado con esos famosos "derecheos del histograma". De hecho, en algún caso, al intentar recuperar detalle en el cielo, blanquecino por un excesivo contraste, queda una dominante rosácea en esa zona de la foto, que se puede corregir... pero da trabajo.

La forma en que he usado el equipo es la siguiente. Por defecto, la cámara ha ido calzada con el 50 mm. Con ella en esta configuración, bastante compacta para ser un sensor de 24 x 36 mm, puedes ir moviéndote por la calle, por estaciones, por cualquier circunstancia, de forma discreta y sin llamar la atención. Probablemente, el 50 % o algo más de las fotos realizadas las hice así. Cuando llegaba a un lugar de especial interés, en el que íbamos a permanecer un cierto tiempo, y que apetecía explorar fotográficamente, dejaba el 50 mm en la mochila y calzaba el 24-105 mm. Con este objetivo, la configuración es un poco desequilibrada, con el peso del conjunto muy adelantado, lo que quita confortabilidad. Además, la comunicación entre el objetivo EF y la cámara RF es bastante buena. Por ejemplo, cuando realizas un corrección manual del enfoque, y yo lo hago mucho, el resaltado que te indica lo que está enfocado, y que se ve siempre con el RF 50 mm, con el EF de focal variable sólo lo ves si ajustas el objetivo en posición manual. Sigue siendo útil para corregir el enfoque, pero pierdes esa ayuda.

En cuanto a la calidad de imagen... pues de bastante bien, incluso subiendo en algún raro caso hasta ISO 6400. Aunque con sensibilidades altas, las situaciones muy contrastadas sufren por la disminución de la dinámica del sensor de imagen. Pero para mis necesidades habituales. De sobre. Es sencillo hacer panorámicas, incluso sin trípode, por el nivel incorporado en el sensor electrónico. Y como de costumbre, oscilo entre los modos de prioridad de diafragma, prioridad a la apertura o manual, según las situaciones. En la ciudad, con luz, es el primero, en interiores suele ser el segundo, y en paisaje natural suele ser manual. Con el RF 50 mm no hay estabilización de ningún tipo, y la velocidad mínima aceptable para mis zarpas es 1/50 segundo. Pero con el EF 24-105 mm, que tiene estabilización del objetivo, a pesar de que este tiene más de 15 años, he usado 1/8-1/12 segundo a 24 mm hasta 1/25-1/50 segundo a 105 mm. Es decir, hasta dos pasos de ventaja teniendo cuidado. Lo máximo que he llegado a disparar con nitidez a 105 mm, en casa y en situación calmada e ideal, es 3,5 pasos. Pero en eso en, con el trajín de la vida real, no suele funcionar en mi caso. Por lo tanto, la desventaja de ser un f4 queda paliada y a 50 mm de focal podría usar el mismo ISO que con el RF 50 mm, disparando a 1/12 segundo, siempre que el sujeto no esté en movimiento, claro.

En estos tiempos donde las marcas presionan mucho publicitariamente y a través de sus "embajadores" para orientar la compra hacia las ópticas muy luminosas, del tipo f1,4 en las fijas o del tipo f2,8 en las focales variables, lo cierto es que para el viajero, las f2 o f2,8 entre las focales fijas o las f4 en las variables puede ser un compromiso adecuado por precio y peso/volumen. A pesar de que el EF 24-105 mm f4L IS USM fue el primero de su clase, sigue siendo bastante conveniente. Aunque no es especialmente compacto. Pero un f2,8 tendría menos excursión entre las focales externas, sería igual o más pesado, y costaría como mínimo el doble. Con sensores que permiten subir sin problemas a ISO 3200 o 6400, algunos más, las luminosidades moderadas no son problema. Y siempre digo que, cuando viajas, la apertura tiene que ser lo suficientemente amplia para permitir aislar el sujeto del fondo jugando con la profundidad de campo, pero no tan grande como para descontextualizar del entorno al sujeto con unos fondos excesivamente desenfocados. Ese es un error que veo comúnmente derivado de una moda que no tiene sentido. Salvo para las marcas, que obtienen más margen de beneficios de las caras ópticas muy luminosas que de los modelos más sencillos y económicos. Que no baratos.

El balance final... ha sido positivo. Este equipo, en un viaje muy urbano, ha sido adecuado, y me ha permitido fotografiar siempre que lo he querido. Pero aun así, he echado de menos a mi Lumix G9 que, con un peso y volumen de la cámara similar, pero mucho más dura y protegida contra el medio, hubiese llevado mucho menos volumen en ópticas, con mayor versatilidad. Y las ópticas de Panasonic y Olympus, por su planteamiento inicial, probablemente tienen un calidad muy buena, con precios más ajustados,... porque gastan mucho menos en los carísimos vidrios ópticos de los objetivos. Pero ya sé que la opción existe, y si las circunstancias lo aconsejan... puedo volver a ello. Una aclaración final... cuando entre 2006 y el verano de 2009 llevaba conmigo alguna réflex digital de formato APS-C, más pequeño que el 24 x 36 mm... ya sufría los problemas de peso y volumen que he mencionado. O peores. Nunca me he llevado la Canon EOS 5D Mark II de viaje. Sólo pensarlo... ya me duele el cuello y la espalda. Por eso me pasé con armas y bagages al micro cuatro tercios, sin remordimientos hasta la fecha.

Más Mir-1 37/2,8 en la ciudad - Lomography Color Negative 400

Tengo todavía varios rollos de película revelados o por revelar del mes de agosto. Y varios de ellos se incluyen en esta decisión mía de usar durante los dos meses centrales del verano el material antiguo fabricado en los país de la órbita soviética. En esta ocasión, sigo investigando los resultados que ofrece el soviético Mir-1 37/2,8, uno de los más prestigiosos de los que se fabricaron para cámaras Zenit... aunque yo siempre he sospechado que es un objetivo decente para su época, pero sin más. Aunque cuando te acostumbras a su peculiar uso... puede ser divertido para fotografiar.

En esta ocasión, lo he adaptado a una Canon EOS 650. Con doble adaptador; el aro de rosca M39 a M42 y el adaptador de rosca M42 a bayoneta Canon EF. Pero va bien. Sin problemas de ajuste mecánico, ni de filtración de luz, ni nada. Este objetivo tiene dos ruedas para el ajuste del diafragma. Una marca el diafragma de uso. Pongamos que f11. La otra sirve para poner el objetivo en máxima apertura para proceder a enfocar y luego girándolo por completo, para ajustar ese f11 que es la apertura de trabajo. Pero como la EOS 650 en programa de prioridad al diafragma mide sobre la marcha la luz que entra, tu puedes decidir que ese f11 es la apertura mínima a la que quieres disparar. Y luego vas girando la otra rueda, en una posición entre f2,8 y f11 en una profundidad de campo y estética que te venga bien para esa foto, encuadras y disparas. Muy rápido, y comprobando sobre la marcha cómo va a quedar la foto.

Lo cierto es que con los días de verano... y usando película Lomography Color Negative 400, que como su nombre tiene una sensibilidad de ISO 400, la luz era abundante, incluso en las fotografías de arquitectura realizadas en el entorno de la Expo 2008 o del Parque del Agua de Zaragoza, por lo que la tendencia ha sido a usar aperturas cerradas. Más tratándose de paisaje urbano y arquitectura, que piden buena profundidad de campo para una nitidez global de la imagen.

He realizado alguna foto de aproximación poniéndole una lente de aproximación de 3,33 dioptrias, que permite una reproducción 1:3 o quizá 1:4 con este objetivo en su posición de enfoque más próximo. Pero no me han quedado bien más que unas pocas. Supongo que la posición en que realicé la mayor parte de las fotos fue muy precaria, sin trípode, y me moví ligeramente al hacer la foto, lo suficiente para que quedara desenfocado el motivo principal.

Existe una tendencia en la fotografía con película negativa en color a sobreexponer uno o dos pasos en estos tiempos, que viene del hecho de que la Kodak Portra 400 muestra un buen comportamiento en esos casos. Disminuye la granularidad y se producen colores menos saturados, lo cual va bien en el uso profesional de la misma, en retratos y acontecimientos sociales como bodas y similares. Pero yo he decidido usar principalmente las películas a su sensibilidad nominal, salvo que busque ese efecto específicamente. La Lomography Color 400 obtiene unos colores más vivos y una sombras más profundas cuando se usa a su sensibilidad nominal con una medición de la luz correcta. Pero me llegó un mensaje del técnico que la digitalizó, que debió pretender darle el aspecto de la Portra 400 a las fotos, de que debía sobreexponerla para que las sombras no me quedaran "feas". Afortunadamente desistió y dejó las fotos correctas. Como deben ser. Aunque tenga un grano más aparente porque... al fin y al cabo las películas ISO 400 tienen un grano aparente.

En cuanto al objetivo... lo dicho. Para ser un diseño soviético de los años 50 sobre un diseño alemán de los años 30 del siglo XX, tiene un rendimiento bastante majete. Pero no es la maravilla que muchos proclaman. Y siempre se obtendrá mejor nitidez en todo el campo del fotograma a aperturas de f8 y f11 que a aperturas por debajo del f4 o f5,6. Los tiempos eran los que eran, los diseños eran lo que eran, y bastante suerte tengo que mi copia no sufre problemas de calidad en la fabricación, propios de las fábricas soviéticas, y funciona mecánicamente con corrección. Es lo que hay.

Fotografía infrarroja en lo más tórrido del verano - Mir-1 37/2,8 con Hoya IR72

Tengo por costumbre, por aquellos de mantener el músculo cardiaco en forma, de dar amplias caminatas los sábados por la mañana, también los domingos si puedo, por los alrededores de Zaragoza. Entre 8 y 18 kilómetros tienen mis recorridos, según el tiempo del que disponga. Y suelo llevar conmigo una cámara fotográfica por lo que pueda surgir. Pero hace un poco más de un par de semanas, no sabía muy bien qué llevar. El día prometía ser muy caluroso, y las condiciones de luz,... lo propio del verano. Dura con escenas muy contrastadas. Así que consideré la posibilidad de poner a alguna cámara un rollo de Rollei Superpan 200, pancromática en blanco y negra con sensibilidad extendida al infrarrojo cercano. La cuestión era... ¿a qué cámara y con qué objetivo?

Por mi participación en la #CrappyCommieCameraParty, de la que ya he hablado previamente, pensé que estaría acorde con lo que voy haciendo este verano usar algún objetivo fabricado más allá del telón de acero que admitiera mi objetivo Hoya IR72 de 49 mm de diámetro. O sea, o bien el Carl Zeiss Jena Tessar 50/2,8 fabricado en la antigua RDA o el Mir-1 37/2,8 fabricado en la antigua Unión Soviética. Me decidí por este último. Al pensar fundamentalmente en paisaje, la focal más abierta del Mir-1 me parecía más conveniente. Hice alguna prueba piloto con la Zenit 3M y la Praktica MTL5 que me permiten seguir participando en la "party",... pero las fotos más series de esa mañana las hice con la Canon EOS 3 de mi amigo Luis. Las que he publicado ya en alguna red social, equivocadamente pone que usé mi Canon EOS 100... pero no. Fue la EOS 3.

El año pasado y a principios de este verano he usado cámaras telemétricas  para la fotografía infrarroja. Usando diafragmas abiertos, como máximo f4, con velocidades de obturación de 1/60 segundo, se pueden usar a mano alzada, siempre que se usen películas de sensibilidad nominal ISO 200 o superior. Con o sin subexposición y posterior revelado forzado. Pero puede haber problemas con la nitidez por la escasa profundidad de campo y el impreciso enfoque de la radiación infrarroja. El infrarrojo cercano no enfoca en el mismo punto que el espectro visible, y las marcas tradicionales para fotografía infrarroja pueden ser una corrección excesiva ya que están pensadas para longitudes de onda más largas que aquellas a las que tienen la sensibilidad extendida las películas como la Superpan 200. Por ello, decidí llevarme la reflex y un trípode, aunque fuera uno ligero, que me permitiera usar un diafragma f11, útil en paisaje, y que englobase por su profundidad de campo los posibles errores debidos a los distintos planos de enfoque de las distintas longitudes de onda de la luz.

Todo ello un poco masoquista por mi parte,... porque fue uno de los días más calurosos de este verano, incluso si salí de casa a las nueve de la mañana. Aunque me llevé bebida fresca en la mochila, cargar con la réflex y el trípode, y el ajetreo de montarlo y estabilizarlo en cada una de las tomas... pues volví cansado. y un poquito deshidratado. Nada grave... pero ya no me apeteció hacer nada más el resto del día. La caminata no es de las más largas, casi nueve kilómetros, entre mi casa y el barrio de Santa Isabel, no por la ruta más corta, pero si normalmente me cuesta dos horas, incluyendo el hacer alguna foto de vez en cuando, en esta ocasión fueron tres horas y media, contando que cada foto incluye todo el ajetreo del trípode, enfocar sin filtro, poner el filtro, hacer la foto usando el temporizador de la cámara, etc.

Pero el resultado está bien. Como la semana siguiente estuve muy ajetreado con distintas cosas y anduve con poco tiempo, revelé a la vez que el rollo de Ilford FP4 Plus 125 hecho con la Holga del que os hablé el otro día, en Kodak HC-110 dilución 1+119, desatendido, una hora a 20 ºC, con cinco inversiones del tambor de revelado al principio de la hora y tres inversiones a los 30 minutos. No soy excesivamente partidario de este tipo de revelado, que he usado más en el pasado, pero con este rollo, el revelado compensado ha venido bien para un buen contraste de los negativos, y aunque con un poco más de grano del previsto, las fotografías están bien expuestas y nítidas. Están digitalizadas con la Panasonic Lumix G100, porque la Lumix G9, que pasó hace poco por taller, ha vuelto a fallar, por lo que tendré que discutir con el servicio técnico por chapuceros... pero ya cuando vuelva de un pequeño viaje que tengo previsto este fin de semana.

Como digo, en general estoy satisfecho con los resultados. 36 fotos en el infrarrojo en una mañana son muchas fotos, por lo que no pueden ser todas interesantes, ni mucho menos. Pero me ha servido para intentar algunas ideas en las composiciones, algunas con más fortuna y otras con menos. A lo largo de la entrada os he ido dejando ejemplos. Espero que la experiencia os sea útil. Una alternativa para los días más calurosos, en los que la radiación infrarroja es más abundante. Aunque nuestros ojos no la vean nuestras cámaras, con la película adecuada, sí que la ven.

Ah... una cuestión. En cámaras Canon EOS como la EOS 3 o la EOS 100, se desaconsejaba usar película infrarroja, que quedaba velada por la célula de luz infrarroja que contaba las perforaciones de película al avanzar el motor un fotograma tras cada toma. Pero eso era importante con las antiguas películas infrarrojas que llegaban hasta los 900 nm o más de sensibilidad. Con las que yo uso habitualmente, que no suelen llegar a los 800 nm, no es problema y se pueden usar sin problemas.

Nunca se me ha dado bien fotografiar con la Holga...

Lo que digo en el título de la entrada. Cuando hace unos años se anunció que se iban a dejar de fabricar las Holga, decidí comprar un par de ellas, antes de que los precios se pusieran por las nubes para unos chismes de plástico con una calidad global penosa, pero potencialmente útiles como herramientas creativas fotográficas. Así que me hice con una Holga 120N, que presenta algunas "mejoras" sobre el modelo original, para película de tipo 120 y formato de negativos 6x6, pero que básicamente comparte el "carácter" del mismo, y con una Holga 120WPC, una estenopeica panorámica que permite obtener negativos en formatos 6x9 y 6x12. Cuando hablo de que no se me dan bien estas cámaras hongkonesas me refiero a la 120N. Con la estenopeica he hecho alguna cosa curiosa. Pero intentaré explicarme un poco mejor en los siguientes párrafos.

Para empezar, aquella noticia, de finales de 2015 de que se acabaron las Holga, se debió a que Tokina decidió cesar la fabricación para terceros de este tipo de cámaras en su fábrica china. Pero para mediados de julio de 2017, se habían recuperado los moldes de las cámaras y accesorios y transferido la fabricación a otras fábricas. Sabemos que ya no se fabrica es la versión original de la cámara, la Holga 120S. Pero siguen fabricándose una variedad de modelos en torno al mismo concepto. Incluso con versiones para película de 35 mm y de tipo 110 para un formato subminiatura. Y luego está la circunstancia personal de que nunca he sabido sacarle partido a la cámara el adecuado partido. Nunca he sabido extraer su potencial creativo, asociado no a su calidad, sino a su carencia de calidad intrínseca. La baja nitidez de sus lentes de plástico, la escasa capacidad de intervención sobre los parámetros de exposición, el extremo viñeteo mecánico que presentan en ocasiones los fotogramas, el riesgo constante de que entren filtraciones de luz,... o simplemente de que se "desmonte" por su precario sistema de fijación la tapa trasera que protege la película. En fin... cosas.

Como ya he comentado varias veces, este verano, como excusa para desempolvar y dar vida a algunas de las cámaras y ópticas que tengo en la estantería, participo en la #CrappyCommieCameraParty, actividad impulsada en twitter por @ShittyChallenge. Como digo, una excusa como otra cualquiera, que eventualmente también me ha permitido entrar en contacto con un par de aficionados a la fotografía con película tradicional, cuyo ámbito de práctica de la fotografía es más amplio y con los que he podido intercambiar experiencias o impresiones. Ya doy por buena la participación en este rollete, que por lo demás es intrascendente. El caso es que la Holga, siendo una cámara fabricada en China, califica como cámara cutre de país comunista que sería la traducción para "crappy commie camera". Aunque dentro del concepto un país dos sistemas, Hong Kong formaría parte de la China "capitalista".

En estas estábamos cuando decidí salir a pasear una tarde con la Holga 120N y un rollo de Ilford FP4 Plus 125. Dado que la velocidad de obturación de la cámara se supone que es de alrededor de 1/100 segundo y que las dos posiciones de la apertura se suponen alrededor de f11 y f16, para una tarde soleada de verano, una película con una sensibilidad nominal ISO 125 está bien. Nunca se sabe exactamente cuales son las aperturas reales de las Holga. Se cuenta de que antes de 2009, las dos posiciones de la apertura correspondían a f8 y f11. Pero que por un defecto de fabricación, no había diferencias entre ambas posiciones, y la apertura efectiva sería f13. La mía es posterior y sí que observo diferencias entre ambas posiciones. Como en el frontal del objetivo se indica una apertura máxima f8, leo por ahí que debo asumir que las dos posiciones de la apertura de mi cámara correspondería a f10 y f13. Pero también hay quien afirma que en realidad, aunque se anuncian esos f8 y f11, las reales sería f13 y f19. No he conseguido aclararme. Una de las cosas que pretendía en este paseo es que, tomando notas de la medición que me proponía el Gossen Digisix en la mano, y de la posición a la que ajustaba la apertura de la cámara, hacer una estimación informada de la realidad de mi cámara. Pero no ha podido ser.

Y no ha podido ser porque no me acordaba de que la última vez que usé la cámara lo hice en la posición B del obturador. Es decir, cuando este permanece abierto todo el tiempo que está pulsado, sin que se cierre por un mecanismo de relojería, mecánico o electrónico, en las cámaras más "sofisticadas", o por el muelle de alambra que llevan las Holgas, y que proporciona la tensión para el retorno del obturador a su posición cerrada de forma automática tras aproximadamente 1/100 segundo de apertura. Por lo tanto, todas las fotos del rollo están hechas a un tiempo de obturación excesivo, que provocó que los negativos estuvieran muy sobreexpuestos y además algo o mucho trepidados. Esto se nota más o menos, según el negativo, con la consiguiente pérdida de nitidez. Que hay que sumar a la escasa nitidez del menisco de plástico que conforma el objetivo.

Tras comprobar que los negativos salieron negros del tambor de revelado, comprobé la incorrecta posición del obturador. Siempre me parto de risa cuando veo la pegatina del "passed" de control de calidad en la fabricación de la cámara.

Planifiqué un revelado en Kodak HC-110 en dilución 1+119, desatendido durante una hora, con muy escasa agitación, cinco inversiones del tambor al principio, y tres suaves inversiones a la media hora. Esto produce un revelado compensador, que pensé que me vendría bien para controlar un poco el contraste de los negativos, por el agotamiento del revelador en las zonas mas densas del negativo. Lo cierto es que con la cantidad de sobreexposición que tenían... el revelador se habrá agotado pronto, pero aun así los negativo se veían prácticamente negros, de modo que no tenía ni idea de si podría extraer algo de ellos. En un laboratorio fotoquímico tradicional hubiera sido una pesadilla. Pero digitalizándolos bajo el objetivo de mi Panasonic Lumix G9,... pues algo se ha podido sacar con cierta dignidad. Pero vamos,... considerándolo todo en su conjunto, y aunque algunos y algunas me han comunicado que les han gustado algunas fotos del rollo... pues un desastre, continuando mi tradición de no atinar con esta cámara. Volveré a ello. Prometido.