Para terminar, Ystad, ciudad de detectives y de calles floreadas
Se han confirmado los malos augurios. Tengo que adelantar el final de mi viaje. Hoy es lunes, mañana martes cogerés una combinación de aviones desde COPENHAGUE a BARCELONA, vía OSLO, pesada pero conveniente. No había mucha más opciones. Mucha gente viaja y llena los aviones en estos días de verano. Pero entretanto queda una tarde que pasar en tierras suecas.
Puesto que las tormentas están siendo abundantes en el entorno de MALMÖ, consultamos el mapa del tiempo y optamos por desplazarnos a YSTAD, una población costera a orillas del BÁLTICO, a la que se llega tras un cómodo trayecto en tren de una hora escasa. Parece que a lo que lleguemos, allí el tiempo se habrá serenado. Así será. La tarde será muy agradable cuando lleguemos a la estación de YSTAD, junto a un gran puerto desde donde parte ferrys hacia POLONIA y la isla danesa de BORNHOLM.
Yo había oído hablar previamente de YSTAD. No soy especialmente aficionado a la novela negra y policiaca escandinava, tan de moda en los últimos tiempos, y que te produce la impresión de que tan organizado y tranquilo país como es SUECIA, es un lugar donde fluye una constante sucesión de asesinatos, investigados por una no menos interminable colección de investigadores, a cada cual más pintoresco o taciturno. El de YSTAD es WALLANDER, de cuyas aventuras no he leído ninguna, pero sí que vi algunos de los telefilmes que realizó la BBC con el protagonismo de KENNETH BRANAGH. No estaban mal.
Bueno. El caso es que no nos encontramos ningún asesinado ni ningún misterio al llegar a YSTAD. Lo que nos encontramos es un núcleo histórico muy bien preservado, con edificios muy antiguos, y con casas coloridas y muchas de ellas convenientemente adornadas con grandes plantas floreadas que crecen en los intersticios de las aceras de la ciudad. A la caída de la tarde, es un lugar tranquilo, apenas frecuentado por algún turista despistado, mientras los lugareños cenan en casa o se reúnen en los bares y cafeterías de las principales plazas y calles comerciales. Aunque los comercios propiamente dichos, cierran pronto.
Quizá el monumento más interesante de la ciudad sea el KLOSTRET o iglesia de SAN PEDRO, un conjunto eclesiástico medieval cuyo nombre popular supongo que tendrá el mismo origen que la palabra "claustro". A lo que llegamos allí, estaba ya cerrado y sólo pudimos pasear por fuera, entre los jardines que rodean los edificios medievales.
Poco más hay que decir de esta agradable y coqueta ciudad. Lo único que llegado el momento tuvimos que ir cerrando el círculo en que consistió nuestro paseo, en el que aun pudimos contemplar algunos otros edificios antiguos y algunas otras calles adornadas con flores y de casas coloridas, que muestran el excelente estado de conservación de la ciudad.
Ya sólo nos quedó volver a la estación e iniciar el retorno a MALMÖ a cenar y a comenzar las despedidas. Al día siguiente quedaba un pesado día de viaje de vuelta en que pocas ganas me quedaron de ir haiendo fotos. Hasta el próximo viaje.