La fotografía como afición y otras artes visuales

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El proceso al platino-paladio a partir de copia digital

La fotografía digital ha supuesto una innovación muy importante en fotografía, ha revolucionado el medio, y a puesto al alcance de muchas más personas la posibilidad de conseguir buenos resultados a partir de sus equipos. Pero también ha hecho que algunos procesos fotográficos tradicionales queden arrinconados o se pierdan, a pesar de la excelente calidad que se obtenía, de la belleza de las copias fotográficas en un buen papel y bien procesadas.

Uno de esos procesos de "lujo" eran las copias al platino-paladio, dos metales nobles cuyas sales sustituyen a las de plata a la hora de constituir la base sensible para procesos de naturaleza físico-química. No voy a entrar aquí a contar en qué consiste ni nada por el estilo. Primero, porque no me considero cualificado para ello. No tengo la experiencia. Aunque he disfrutado en exposiciones de la belleza de estas copias, con una maravillosa gradación de grises y unos negros profundos sorprendentes.

Lo que os quiero traeros aquí es un vídeo en el que, sin palabras, sólo con imágenes y una música de fondo, vemos como trabaja el fotógrafo y copista portugués MANUEL GOMES TEIXEIRA, para hacer copias al platino-paladio a partir de los archivos digitales obtenidos con una LEICA M MONOCHROM. El vídeo, rodado en blanco y negro, también está muy bien en sí mismo. Y a veces me entran ganas de buscar una buena fotografía de mi archivo, en blanco y negro, y preguntarle cuánto me cobra por una copia con esta técnica. Una obra que virtualmente se pueda conservar, casi literalmente, para siempre.

Os dejo con el vídeo.

Una calculadora de exposición barata y sin pilas, que funciona hasta en la Luna

Quienes nos hemos iniciado en la fotografía en los tiempos de la película con emulsión de sales de plata, aprendimos en un momento dado una fórmula que se consideraba infalible para calcular la exposición de nuestros negativos en exteriores si nuestra cámara no llevaba fotómetro. Y durante mucho tiempo, las cámaras no llevaron fotómetro.

La regla de cálculo es muy sencilla. Supongamos una película de sensibilidad ISO 400. Se ajusta la velocidad de exposición a 1/400 s. Es decir al inverso de la sensibilidad de la película. Si esta no aparece, a una cercana. Con 1/500 s también funciona. Después nos fijamos en las condiciones meteorológicas, con el sol ya alto sobre el horizonte. No vale si el sol apenas despunta o está próximo a ocultarse.

Cielo despejado, con sombras nítidas y bien marcadas: f/16

Cielo neblinosos, con sombras marcadas pero de contornos difusos: f/11

Nublado sin sombras, pero con cielo brillante: f/8

Nublado profundo o en sujeto en la sombra bajo cielo despejado: f/5,6

Nublado profundo con lluvia, sombras más profundas: f/4

Si estamos en la situación inicial, pero rodeados de arena de playa o nieve: f/22

Por supuesto, si queremos cambiar el diafragma o la velocidad de trabajo, sólo tenemos que escoger una combinación equivalente de exposición. f/8 - 1/500 es equivalente por ejemplo a f/16 - 1/125. Ambos válidos para un nublado poco profundo que no produce sombras.

En las cajas de cartón de película KODAK solíamos encontrar estas instrucciones, que podíamos usar al desplegarlas una vez colocada la película en la cámara.

Está en inglés, pero creo que los dibujitos lo dejan claro. Aunque esta tabla es más conservadora, y para evitar subexposiciones en situaciones nubladas propone unos diafragmas un poco más abiertos.

Esta norma prácticamente vale casi siempre en las regiones del planeta situados entre los trópicos y los círculos polares. En las zonas ecuatoriales hay que tener cuidado con la dura luz provocada por la dirección del sol casi siempre vertical, y en las zonas polares, cuando no estamos en los meses de noche, el sol viaja por el cielo con poca elevación sobre el horizonte. Pero tampoco es difícil, si se tiene práctica el adivinar la exposición.

La fotos en las que el sol está de lado o a primeras horas de la mañana o últimas de la tarde puede exigir algún paso más de exposición, y cuando el sujeto lo tenemos a contraluz, salvo que busquemos un efecto silueta probablemente tengamos que abrir un par de pasos de diafragma aun sacrificando el fondo, si no tenemos un flash de relleno a mano. Con esto, ya podéis agenciaros una cámara clásica sin fotómetro y algún carrete de película y lanzaros a ese deporte de riesgo que es la fotografía con película a la antigua. No tengáis miedo. Las películas modernas tienen una gran latitud de exposición y perdonan los errores pequeños de exposición, y en caso de duda, si no tenéis claro cual de dos diafragmas ajustar, elegid el más abierto. Las película modernas negativas toleran mejor la sobreexposición que la subexposición.

Para película diapositiva, más vale que cojáis experiencia, porque tienen menor latitud y perdonan menos los errores. Y en caso de error, mejor que queden un poquito oscuras. Subexponer.

El caso es que hace unos días se celebraba el 45º aniversario de la llegada del hombre a la luna. Y en THE PHOBLOGRAPHER nos hablaban del material usado por los astronautas para hacerse las fotos de recuerdo. Nada menos que unas HASSELBLAD objetivos con focales de 80 mm (normal) y 60 mm (angular moderado), equivalentes a un 45 y a un 35 mm para fotogramas de 24 x 36. Posiblemente algún tele además. Veamos la bestia.

En esta fotografía de ERIC LONG para el MUSEO DEL AIRE Y DEL ESPACIO del INSTITUTO SMITHSONIAN, vemos la HASSELBLAD, un modelo con avance de película motorizada, y con tres respaldos de película de rollo de 70 mm. Y sobre los respaldos, las guías de exposición para los astronautas. Esencialmente lo que les dan es una referencia que viene a decir lo siguiente:

La película es de sensibilidad ISO 160, y la velocidad de obturación se debe ajustar a 1/250 s. Suficiente para evitar la trepidación y conseguir una buena nitidez de imagen.

En la luna no está nublado nunca, pero el cielo no es azul y no contribuye a la cantidad de luz, especialmente cuando estás en la sombra.

El diafragma se ajustará dependiendo de la posición con respecto al sol, siendo de f/11 con el sol iluminando de frente al sujeto principal de la fotografía. Si varía el ángulo del sol o de los objetos se reduce, no bajando de f/5,6, para no arriesgarse a un desenfoque. El enfoque se hacía por estimación de la distancia, y por lo tanto cuanto más cerrado el diafragma mejor, más profundidad de campo, menos riesgo de error. El objetivo lleva una escala de profundidades de campo con distancias medidas en pies. De esta forma el astronauta podía estimar mejor su margen de error.

Si os fijáis bien y hacéis lo cálculos, la exposición de f/11 a 1/250. Supongamos que usamos este equipo en la superficie de la Tierra. Sensibilidad de ISO 160, ajustamos la velocidad a 1/160 s o lo más cercano que tengamos, que puede ser 1/125 s. A pleno sol, el diafragma cierra a f/11. O usamos una combinación equivalente, 1/250 s y f/11. Anda. No os suena. Parece que la regla de toda la vida para exponer la película de las vacaciones con la cámara del abuelo también sirve si nos vamos a tomar el sol a la Luna. Un problema que se nos va de la cabeza a los fotógrafos astronautas.

Que conste una cosa. Entre los utensilios de los astronautas constaba también un fotómetro puntual de 1º de campo de visión MINOLTA.

Sensores digitales sin filtro de paso bajo y patrones de muaré (Moiré)

El pasado viernes quedé a cenar con unos amigos. Pero salí pronto de casa, me llevé una cámara, la LEICA M-E, y paseé un rato haciendo algunas fotografías. Entre las fotografías que hice, hubo algunas al atardecer del nuevo edificio de CAIXAFORUM ZARAGOZA. Por ejemplo, he aquí una imagen después de procesada.

Siendo una LEICA, hay mucho mito sobre su calidad. LEICA es una de esas marcas que producen un efecto de distorsión de la realidad entre sus partidarios, que le adjudican todo tipo de bondades, algunas de ellas parecen ocasionalmente de carácter mágico. Yo sólo digo que es un bello objeto, fabricado con cuidado, que si sabes lo que llevas entre manos, es muy divertido de usar.

En cuanto a la calidad de las fotografías, la receta es sencilla. Un sensor digital que carece de filtro de paso bajo, y que por lo tanto no suaviza los detalles como sucede con muchas cámaras, unos más que razonables 18 megapíxeles para un tamaño de 24 x 36 mm, una utilización juiciosa a sensibilidades no superiores a los 1250 ISO, y un buen objetivo, nítido y con buena resolución, en este caso un ZEISS BIOGON C 35/2,8. No hay magia. Hay buenas características físicas.

Pero la ausencia del filtro de paso bajo tiene teóricamente algún inconveniente. Cuando la trama del sensor digital de la cámara se superpone con determinadas trama de textura de los tejidos o materiales que constituyen los objetos que fotografiamos, eventualmente pueden aparecer patrones de MUARÉ (escrito a veces en su forma original francesa MOIRÉ). La palabra viene de un tipo de tejido, de seda generalmente que forma determinadas irisaciones o aguas según cómo le incide la luz. Por analogía, los artefactos indeseables que pueden aparecer en las fotografías digitales reciben este nombre. Sinceramente, en el año y medio que hace que tengo la cámara no me había pasado nunca, o si había pasado, era a un nivel desapercibido. No hay problemas. Y a cambio, un aumento de nitidez que es apreciable con respecto a otros sensores de la misma época pero con filtro de paso bajo.

La fotografía con la que he empezado este artículo la habéis visto una vez procesada en ADOBE PHOTOSHOP LIGHTROOM. Queda bien. Pero veamos como estaba antes de terminar de procesarla.

Quizá a este tamaño no se aprecie bien la cuestión. Voy a aumentar una sección de la pared derecha del edificio.

Ahí tenemos los artefactos. Unas ondulaciones de distintos colores, no del gris de la fachada, debidas al patrón de pequeños orificios que tiene la misma. Eso es un patrón de MUARÉ. Y es la primera vez que me aparece.

Haciendo una selección en la zona afectada, con LIGHTROOM se puede corregir a costa de una cierta pérdida de nitidez o detalle en la zona. Por eso la herramienta no se puede aplicar de modo general y sólo al escoger selectivamente una zona. Para no perder nitidez en toda la imagen. No lo considero un problema grave. Me ha pasado por primera vez después de muchas fotografía hechas con la cámara y con una nitidez y una calidad bastante buena. Dicen que cuanta mayor resolución espacial, más megapíxeles, tiene el sensor digital, más difícil es que la superposición de tramas produzca este efecto. Por eso hay varios fabricantes que se animan a quitar el filtro de paso bajo de sus cámaras, para obtener una mayor nitidez en las fotografías. Yo también opino que merece la pena el riesgo. En la mayor parte de las ocasiones, la mayor calidad de la imagen lo compensa.

Quedémonos con otra imagen del edificio por el lado soleado. También tiene algo de MUARÉ, pero a estas escala se nota poco. Lo dejaré para el que lo quiera buscar.

Cámaras modernas, objetivos de todas las épocas y adaptadores

El pasado domingo íbamos de salida fotográfica con FOTÓGRAF@S EN ZARAGOZA (FEZ) y me llevé con mi CANON EOS 5D MK. II una tripleta de focales fijas: 20 mm, 50 mm y 100 mm macro. Una combinación bastante adecuada para paisajes y monasterios. Especialmente si no te gustan los objetivos de focal variables, los famosos zooms, voluminosos incluso con aperturas moderadas.

Entre las fotografías tomadas con el gran angular, un 21 mm f/3,5 de tamaño muy compacto están las siguientes.

Visita al monasterio viejo2014, Excursión FeZ a San Juan de la Peña, Aragón (España). carloscarreter.rs | carloscarreter.com | Tumblr | Twitter | Facebook.
En el bosque2014, Excursión FeZ a San Juan de la Peña, Aragón (España). carloscarreter.rs | carloscarreter.com | Tumblr | Twitter | Facebook.
En el bosque2014, Excursión FeZ a San Juan de la Peña, Aragón (España). carloscarreter.rs | carloscarreter.com | Tumblr | Twitter | Facebook.

Y me diréis ¿qué tiene de particular todo esto? Pues tiene de particular que el objetivo de 21 mm no es un objetivo CANON o algún otro objetivo moderno de marca independiente con montura EF. Se trata de un objetivo OLYMPUS ZUIKO 21/3,5, fabricado en los años 70 y que, con el adaptador correspondiente, es una solución razonable para tener un objetivo gran angular que produzca una razonable calidad de imagen, aunque no óptima, por un precio entre 6 y 8 veces inferior a focales fijas de gran calidad actuales, y con un tamaño también de varios órdenes inferior. Veamos como queda el conjunto.

El artilugio que hace posible esta combinación es un adaptador que compré en LEITAX, que con bastante facilidad se monta atornillado sobre la montura original para la cámaras OLYMPUS de enfoque manual de la serie OM. El grosor del adaptador es el justo y necesario para permitir el enfoque a infinito. Incluye un chip DANDELION, que permite comprobar en la visor de la cámara que el enfoque está conseguido en el punto deseado y, teóricamente, informar a la cámara de la focal del objetivo y de la apertura máxima. Lo del enfoque sin problema, pero no he conseguido programar el chip para que informe de la focal y la apertura correctas. Así que en los datos EXIF aparece como un 55/1,4. Como no tengo ninguna otra focal similar, ya me sirve para identificar las fotografías tomadas con este objetivo.

El gran inconveniente de esta solución es que se pierde el automatismo de diafragma y hay que medir la luz con el diafragma cerrado y enfocar con el diafragma abierto, para luego disparar a la apertura escogido. Con un gran angular como esto, este inconveniente es pequeño. Si usas la apertura máxima no tienes que complicarte la vida mucho, y si usas el diafragma más cerrado, dada la gran profundidad de campo del gran angular, puedes enfocar por zonas con la ayuda de la escala de profundidades de campo que incluye el objetivo. En general, con los 180 euros que me costó el objetivo más el añadido del adaptador, estoy contento. Como digo, una solución económica para unos resultados muy convenientes.

El uso de adaptadores para usar en equipos más modernos las ópticas más antiguas viene de largo. Uno de los casos más célebres es cuando LEICA cambió con la M3 su montura de rosca por una de bayoneta. Sin embargo, previó la existencia de adaptadores que permitieran el uso de los objetivos de rosca con las nuevas cámaras, conservando el valor de las preciadas ópticas firmadas por LEITZ. A continuación podéis ver, por ejemplo, una LEICA M2 de 1962 con el tradicional ELMAR 50/3,5 que durante décadas fue la óptica estándar con la que se suministraban las leicas.

Sin embargo, cuando salió la serie M una focal de apertura máxima f/3,5 ya no era deseada, se prefería el f/2 como óptica estándar. Así que esta combinación tiene más interés para un uso diletante del material clásico que otra cosa. Mucho más interés tiene la combinación que presento a continuación. Se trata de un VOIGTLÄNDER SNAPSHOT-SKOPAR 25/4 montado mediante un adaptador similar sobre una cámara digital LEICA M-E.

Seguro que no da la misma calidad que una de las prestigiosas ópticas de la casa alemana, pero puedo aseguraros que me da iguales o mejores resultados que cualquier combinación de grandes angulares que pueda tener con la EOS 5D MK. II, y tengo varias entre los 21 y los 28 mm. La única precaución que hay que tener es engañar a la cámara e introducir manualmente el dato de que se trata un 21 mm de Leica. Entonces corrige el viñeteo pronunciado y la desviación cromática de los laterales que es propia al uso de focales grandes angulares con sensores de tamaño 24 x 36 mm en cámaras sin espejo. A continuación veremos un ejemplo de su uso en un paseo por la calle de las Armas de Zaragoza y el Mercado Central de esta ciudad, donde se tomó la fotografía.

Estos no son los únicos ejemplos que se puede poner de uso de cámaras y adaptadores. Cuando salió el formato MICRO CUATRO TERCIOS, no tardaron en comercializarse adaptadores para el uso de las ópticas con montura Leica M sobre este nuevo sistema. Era cuestión de aprovechar estas ópticas, aunque con el inconveniente de que un LEICA ELMAR-C 90/4 produce un campo de visión similar a un 180 mm en una cámara con sensor de 24 x36 mm. Espera. Que a lo mejor esto no es un inconveniente. De hecho es algo que he comprobado en algún viaje, como por ejemplo en un periplo en barco por el lago Lemán, donde puedes llevar un teleobjetivo considerable con un tamaño muy compacto.

¿Quién dijo que los paisajes se hacen con un gran angular? Prejuicios tontos.

No son estos los únicos adaptadores que tengo. Tengo uno más, que me servirá para hablar del último aspecto del uso de estos chismes. Tengo un adaptador que me permite usar las diversas ópticas PENTAX con montura K con las cámaras MICRO CUATRO TERCIOS. Como no me imaginaba usando mucho estas combinaciones, compré un modelo barato. Este me permite montar el PENTAX SMC-M 200/4 sobre la OLYMPUS OM-D E-M5, produciendo una combinación equivalente a usar un 400/4 sobre una cámara de sensor de tamaño 24 x 36 mm. No es que sea mucho yo de usar grandes teleobjetivos pero ahí esta. El problema es que si el adaptador es barato se nota que las tolerancias de fabricación son mayores, el ajuste es peor, hay bailes, que potencialmente pueden producir deterioros de la imagen.

Además, el desbloqueador del objetivo para desmontarlo se ha roto y perdido. Se puede usar todavía, pero tengo que usar un objetivo punzante para desbloquear el objetivo.

Por lo tanto, la lección es clara. Si vas a utilizar un adaptador para usar un buen objetivo sobre una óptica moderna, no seas rancio. Compra el mejor adaptador que te puedas permitir, que ajuste bien, que no tenga tolerancias, y que no comprometa la calidad de la óptica. Con esas condiciones, y aunque tienen algunos trucos de manejo a los que hay que acostumbrarse, no suelen ser la mejor opción para fotografiar a la que salta, con gran rapidez, pueden ser muy divertidos de usar y dar una segunda vida honorable a objetivos que pensábamos que ya no tenía valor.

Pero bueno, a pesar de los defectos mencionados de este último adaptador,... juzgad vosotros si se puede usar o no.

Hasta pronto.