El buen sabor que dejó el Encuentro "Analógico" entre socios de la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ) y participantes en el grupo Fotógraf@s en Zaragoza (FeZ) hace unos meses hizo que con frecuencia comentáramos la posibilidad de repetir estos encuentros de modo más frecuente. Y después de diversos contactos más o menos informales surgió la iniciativa de realizar una quedada "analógica" el sábado 19 de noviembre de 2016. Mantengo la palabra "analógica/o" entre comillas porque como ya he comentado en alguna ocasión no estoy de acuerdo con esta forma de designar a la fotografía con película tradicional basada en los haluros de plata. Fotografía fotoquímica me ha parecido siempre un término más adecuado para lo que no es captura electrónica, llamada también digital. Pero como intentar luchar contra "todo el mundo" es una guerra perdida, lo dejaremos en quedada "analógica".
El destino principal de la quedada iba a ser la Cartuja de Aula Dei, a pocos kilómetros de la ciudad de Zaragoza. Un destino complejo para fotografiar con película tradicional, ya que exteriores e interiores cuentan con condiciones de luz muy diversas. Desde un día de sol radiante a las puertas del monasterio cartujo, hasta la penumbra de la iglesia y los claustros del mismo. A continuación el equipo que me llevé al encuentro.
Como el acuerdo con los gestores de las visitas a la cartuja es que nos apuntaríamos a la visita de las 12 del mediodía, decidimos pasar la primera parte de la mañana en los alrededores del campo deportivo de El Gran Capitán en Montañana, donde podían surgir variadas posibilidades fotográficas; fotografía deportiva, paisaje, fotografía de entorno industrial,... Para esa primera parte del encuentro decidí utilizar mi reciente adquisición, la Plaubel Makina 67. Utilicé dos carretes de 120, un Kodak Ektar 100 expuesto a su sensibilidad nominal y un Kodak Portra 400, expuesto a IE 100-200, con el fin de aumentar la saturación de la imagen y reducir el grano. No he recibido todavía el revelado de estos carretes. Lo dejaré para otro día.
Una vez en la Cartuja de Aula Dei utilicé dos equipos. En primer lugar, en la Makina 67 cargué un carrete de 120 de Kodak Tri-X 400 para fotografías de exterior.
En las fotografías resultantes observé dos cosas. Una ya la había constado en los carretes que había expuesto hasta ahora con ella. La cantidad de información que proporciona el negativo de 69 x 55 mm, a poco que la exposición del mismo esté cuidada, hace que el manejo de estos fotogramas sea comodísimo y muy agradable. Con el fin de ensayar nuevas cosas, decidí que a los negativos en blanco y negro de esta quedada iba a aplicar el revelado desatendido con revelador Kodak HC-110. Ahora voy un poco con el detalle técnico del mismo.
En el caso del carrete expuesto con la Makina 67, para el que usé un índice de exposición de 250 en lugar de su nativo 400, lo que da negativos algo más densos, usé el revelador muy diluido, 1:160, en revelado desatendido, es decir, sin agitación o con una agitación mínima, durante una hora. El resultado fue bastante bueno. Dando el tamaño del negativo y la ligera sobrexposición de 2/3 de punto, el grano no es muy aparente, la gradación tonal muy buena gracias al efecto compensador. El detalle en los sujetos fotografiados bastante bueno, salvo porque...
Efectivamente, observaréis que en algunos fotogramas se observan luces parásitas, que en carretes anteriores achaqué a la utilización de filtros y demás, y que ahora empiezo a considerar si la cámara, a pesar de su impecable aspecto exterior e interior, podría tener alguna "fuga" de luz en el fuelle del objetivo retractil. No pasa siempre. Cuando no pasa, las fotos quedan impecables, muy nítidas. Pero a veces pasa y me hace pensar el llevarla a un servicio técnio a hacerle un chequeo. Es el problema de las cámaras clásicas compradas de segunda mano. Que siempre pueden tener algún problema de fatiga de materiales inaparente que aparece cuando se las empieza a usar con cierta asiduidad.
Además, el parasol que me he buscado es un poquito largo para la focal del objetivo, y viñetea algo. A ver como vienen las fotografías en color.
Para la visita al interior de la cartuja, opté por la ligera Leica M2. En principio con el razonablemente luminoso Zeiss Planar 50/2, y también con película Kodak Tri-X 400 pero expuesta a un índice de exposición de 1600. Dos pasos de subexposición a compensar en la medida de lo posible en el revelado.
También en este caso utilicé el revelado desatendido con Kodak HC-110, pero con alguna diferencia. Dado que había que compensar en la medida de los posible esos dos pasos de subexposición, decidí diluir solo has 1:100, con el fin de dar un poco más de intensidad al revelado, manteniendo el espíritu del revelado compensador del revelado desatendido ("stand development" en inglés). Dada la escasez de luz en algunas estancias del interior del monasterio, la velocidad de obturación usada en ocasiones fue un poco baja, dando lugar a algún negativo, no muchos, con falta de nitidez debido a trepidación. Pero la ausencia de espejo en movimiento en la Leica hace que se puedan usar velocidades de obturación más largas.
El resultado ha sido razonablemente bueno. Así como los negativos de la Makina 67 han sido digitalizados con el Epson Perfection Photo V600 a una resolución de 1800 pixeles por pulgada, para un tamaño de imagen de en torno a 20 megapixeles, los negativos de la Leica M2 han sido digitalizados usando la cámara Panasonic Lumix GM5 con el objetivo Panasonic Leica DG-Macro Elamrit 45/2,8 ASPH OIS. Una vez recortado lo que sobra por el hecho de que el formato del sensor y el de los negativos no es homólogo, te quedas con unos archivos de un tamaño entre 10 y 12 megapixeles. La digitalización en el V600 en esas condiciones óptimas de 1800 pixeles por pulgada, daría solo 4 megapíxeles, aproximadamente.
En un momento dado, utilicé también el objetivo Zeiss Biogon-C 35/2,8, un paso menos luminoso, pero que también se puede usar a una velocidad de obturación más lenta, con el fin de aumentar el ángulo de toma en los interiores del monasterio. Siempre me sorprende cómo un diseño tan antiguo como el de este Biogon, con los vidrios modernos que aplica Cosina, el fabricante, por indicación de Carl Zeiss, el diseñador y propietario de la marca, proporciona unos resultados tan buenos.
Por último, antes de finalizar la visita al interior del monasterio, aún me atreví a usar el teleobjetivo de Leica, el Elmar-C 90/4, simpático objetivo diseñado como compañero de la Leica CL, y cuya utilización es delicada en interiores por la limitada apertura máxima y porque hay que usar una velocidad de obturación más elevada. Osé usarlo a una velocidad de obturación de 1/60 s, y obtuve algún fotograma curioso, mejor de lo que esperaba. Con un poco de entrenamiento supongo que el porcentaje de fotos aceptables aumentaría.
De momento, nada más. A la salida del monasterio, con el carrete de Tri-X de la Leica M2 agotado, le puse un carrete en color de Portra 400 que terminé de exponer al día siguiente. Tampoco lo he recibido todavía porque ha viajado a Carmencita Film Lab con los de medio formato. Ya os contaré cuando tenga los resultados.
Recién cogidas mis vacaciones de principios de otoño, un par de días antes de salir de viaje a Hong Kong, participé en un paseo fotográfico por el Parque del Agua de Zaragoza en compañía de la buena gente de FeZ (Fotógraf@s en Zaragoza). Para ese día, y dado que íbamos a coger las buenas horas de luz de final de la tarde, opté por llevarme la Hasselblad 503CX con mis tres objetivos Carl Zeiss, Distagon 50/4, Planar 80/2,8 y Sonnar 150/4. Habíamos quedado en la Torre del Agua.
Lo cierto es que camino del lugar, al que fui en mi coche propio, tuve un incidente que me hizo llegar un poquito tarde y alterado. Incidente que estuvo a punto de convertirse en accidente grave, por culpa de peatones irresponsables que cruzan por donde les sale del níspero, y por culpa de conductores insolidarios que cuando ves que pides sitio para hacer una maniobra, aceleran y te la impiden. Los españoles somos así. Mal que nos pese. Afortunadamente no pasó nada. Pero como digo, llegué alterado y poco inspirado. Además tarde. Aunque a punto para engancharme con alguna buena gente.
Aun así, comencé a hacer fotografías con algunos carretes de Kodak Portra 400.
No voy a decir que me salieran maravillas, dadas las circunstancias. Pero al menos alguna fotografía digna. También hubo oportunidad de "jugar" con los compañeros que me rodeaban. A pesar de que el talabarte de la Hasselblad no es precisamente la cámara más ágil para ponerse en modo "reportaje".
La luz se fue agotando más deprisa de lo que pensábamos. E incluso para las últimas fotografías tuve que recorrer a un carrete de Kodak Portra 800 que había llevado por si acaso.
Al final, aun me quedaron seis fotografías por hacer del carrete de Portra 800, que no expuse hasta después de volver del viaje a Hong Kong y Macao. Además de algún retrato a mi sobrino, que no pongo por mi costumbre de publicar fotografías de los niños de la familia, enredé con alguna fruta que tenía por casa, y le hice algunas fotografías a la Plaubel Makina 67 que me traje del viaje y que será la protagonista de la segunda parte de este artículo.
Os recuerdo que la Plaubel Makina 67, de la que os hablé hace unos días, con ejemplos de fotografías en blanco y negro, es una cámara telemétrica de objetivo fijo retractil de medio formato. Produce 10 negativos de 6 x 7 (56 x 69 mm, exactamente) sobre película en formato 120.
El caso es que, además de los carretes de los que os hablé en blanco y negro, salí el domingo 16 de octubre, último días de las Fiestas del Pilar, con un par de carretes de Kodak Portra 400, que junto con los de la Hasselblad los mandé a revelar y digitalizar como de costumbre a Carmencita Film Lab, de donde me devolvieron unos estupendos archivos de 24 megapixeles, que muestran las capacidades de la Makina 67. Me he empezado a pensar que para algún proyecto especial y cuidado, pedir la digitalización a máxima resolución. No me quiero ni imaginar cómo deben ser los archivos de 50 megapixeles.
Una de las cuestiones que comprobé es que, usada en un modo "reportaje", el telémetro de la cámara tiene una precisión de enfoque bastante notable. Bien es cierto que en la mayor parte de los casos usé aperturas medias de f/5,6 o f/8. Pero es que con semejantes negativos, la profundidad de campo es pequeña, y el poder separador del objetivo del objeto principal del fondo es grande.
Por supuesto, como suele suceder con las telemétricas, por la posición de la "mancha" de enfoque del telémetro de coincidencia, hay una cierta tendencia a componer con el sujeto principal centrado en el fotograma, especialmente si llevas prisa. Lo que no siempre funciona; pero también pasa con las Leica... oye.
En cualquier caso, hay que prestar mucha atención a la escasa profundidad de campo. A punto de volver para casa, nos metimos un momento en la Lonja, por hacer alguna fotografía con luz más escasa, y allí, con la diafragma abierto al máximo, compruebas hasta que punto la profundidad de campo es escasa. Si enfocas a uno de los cuadros de la pintora Iris Lázaro, los espectadores que lo contemplan quedan irremediablemente desenfocados. Pero bueno... es así como va la cosa. Más adelante más. Espero.
Como ya habréis podido deducir de algún artículo anterior, o si sois seguidores de mi Cuaderno de ruta, he estado de vacaciones en Hong Kong y Macao, regiones administrativas especiales de la República Popular China (RPC), con una idiosincrasia peculiar. Lugares que, como destino viajero, son más interesantes que "bonitos". Eso es algo que te pregunta mucho la gente cuando vuelves de viaje; "¿Era bonito?". Pues eso, más interesante que bonito.
Otra de las cuestiones que surgen cuando hablas de Hong Kong es el tema de las compras. Cualquiera que se maneje por eBay u otros sitios de compra en internet sabe hasta que punto Hong Kong es origen de muchos artículos que se ofrecen a muy buen precio, aunque con un dudoso nivel de garantía. En general, productos fabricados en la RPC que salen al mundo a través del enclave capitalista en el sudeste del gigante asiático. Todo el mundo asume que el sitio es jauja y se compra el equipo fotográfico como quien compra longanizas. Se olvidan dos cosas. La primera es que en las tiendas de Hong Kong las cosas no son necesariamente baratas. Con unos costes de alquiler inmobiliario por las nubes, los márgenes de beneficio disminuyen, y los precios no puede ser muy bajos. Salvo en algún artículo concreto, para material nuevo, todo a un precio parecido con respecto a Europa. Con el añadido de que si no llevas etiqueta verde en el pasaporte, al pasar por la aduana de entrada en España te pueden parar y decirte que qué es eso y que cuanta mosca vas a soltar a favor de la Hacienda española. La torta un pan. La única ventaja real en compras fotográficas de material nuevo es que la variedad en las tiendas es infinitamente mayor, y puedes ver, tocar y probar material que en las tiendas españolas no vas a ver y acabarás comprando de oidas. Y con suerte te irá bien.
Otra cuestión es el material de segunda mano y ocasión. La principal advertencia para comprar material procedente de la antigua colonia británica es cuidado con los estragos de la humedad. El clima en Hong Kong es de carácter subtropical, con veranos muy calurosos y muy lluviosos, y con el resto del año menos caluroso, pero con humedades relativas del aire altas, incluso si el régimen de lluvias baja notablemente. Y la humedad no sienta bien a los aparatos fotográficos. Aparte de la aparición de óxido en aparatos metálicos, existe el problema muy real de la proliferación de hongos en las lentes de los objetivos. Y da igual lo prestigiosas que sean las marcas de los objetivos, los hongos aparecen por igual, y no siempre te cuentan el problema ni eres capaz de detectarlo.
Dicho lo cual, yo me dí un paseo por algunas de las tiendas de fotografía que llevaba referenciadas, y en una de ellas, de las más recomendadas, situada en Champagne Court, cerca de Nathan Road, en Tsim Sha Tsui, un lugar donde hay varios establecimientos en el que se venden todo tipo de cámaras de segunda mano y ocasión, para todos los gustos. Y en uno de los escaparates vi un aparato que inmediatamente atrajo mi atención y que os presento ahora. Se trata de la Plaubel Makina 67.
Plaubel fue una empresa de aparatos fotográficos alemana que estuvo muy activa durante laa primera mitad del siglo XX, que proponía soluciones interesantes e innovadoras a la mecánica de las cámaras fotográfica de cierto nivel, pero que no sobrevivió a la posguerra mundial. Hubo varias Plaubel Makina en ese tiempo, bien consideradas, de formato medio, con distintos formatos de fotográma. En algún momento de los años 70, una empresa japonesa compró los derechos de la marca y se hizo con algunas de las patentes y de la tecnología asociada, y la adaptó a los tiempos modernos. En 1977/78 sacó al mercado la Plaubel Makina 67, cámara de formato medio que usa carretes de tipo 120 en los que se obtienen 10 negativos de 6 x 7 cm (en realidad 56 mm x 69 mm). El objetivo, fabricado por Nikon, un Nikkor 1:2,8/80 es fijo, no intercambiable, y bastante luminoso para tratarse de una cámara que aspiraba a mantener un tamaño compacto dado su formato. En realidad tiene unas formas contundentes y es pesada, metal obliga, pero es fácilmente transportable, dado que el objetivo es retractil. En el objetivo se incluye un obturador de tipo central, con velocidades de obturación entre 1 segundo y 1/500 segundo más posición B. Dado el tipo de obturador, un flash sincroniza a todas las velocidades de obturación, por lo que es ideal para usar flashes de relleno a plena luz del día.
El objetivo tiene una fórmula de 6 elementos en cuatro grupos, lo cual hace pensar en un diseño tradicional doble gauss, semejante a los Planar de Carl Zeiss. Diseño muy popular en las focales estándar como esta, que en realidad es casi un angular poco angular, ya que equivale a un 39 mm en el formato 24 x 36 mm. A pesar de que se dice que el formato es 6 x 7 cm, la realidad es que sus dimensiones reales, 56 x 69 mm hace que la relación ancho largo sea más bien de 5:4, como sucede en las placas de gran formato, que el 7:6 ue insinua su nombre. En cualquier caso, me parece un formato muy agradable para trabajar la composición de la fotografía.
Hubo dos versiones posteriores de la cámara con cambios más o menos importantes. Una de ellas fue la Playbel Makina w67, con un objetivo de 55 mm, que sería un gran angular equivalente a un 28 mm en 24 x 36 mm. Pero con una luminosidad máxima de f/4,5, es decir un paso y un tercio menos luminoso que la versión estándar. Teniendo en cuenta que la versión estándar tiene una focal relativamente amplia para ser estándar, prefiero esta versión con su mayor luminosidad, a la gran angular que puede ser penalizada en modo reportaje por esa escasa luminosidad, y que en modo paisaje tiene que contar con el error de paralaje del visor. La otra versión es la Plaubel Makina 670, que es igual a la que aquí os presento salvo que admite también carretes 220 además de los 120, que doblan el número de fotogramas por carrete. Pero como esto ya no se vende...
Es importante que hablemos del mecanismo de enfoque.
El enfoque se realiza mediante la utilización de un telémetro de coincidencia que es suficientemente preciso como para usar la apertura máxima de f/2,8 con confianza. En el visor hay líneas que corrigen el paralaje, que vemos como se mueven al enfocar. El centro, en el que se aprecia la imagen de coincidencia, se ve con claridad y es cómodo de usar. Se enfoca por lo tanto con rapidez y precisión. La rueda de enfoque no está en el objetivo sino en el cuerpo de la cámara, rodeando a una generosísimo botón disparador, y con escalas de destancias en metros (números blancos) y en pies (números rojos). Hay una escala de profundidad de campo que es bastante simbólica, que indica los valores para f/8 y f/22. Afortunadamente el mecanismo de enfoque es muy preciso.
La rueda de enfoque acciona una palanca en un mecanismo de tijera sobre el objetivo montado en un fuelle, que es el elemento más distintivo de Plaubel a lo largo de toda su historia. Sorprende no ver la posiblidad de acoplar al botón disparador un cable disparador para los tiempos de obturación largos, hasta que ver que sí esta, discretamente situado en el lateral de la cámara, y sin romper la minimalista y agradable estética del aparato. La zapata para flash es fría, sin contactos, y hay que conectar el flash a la cámara mediante un cable con conector PC-Sync, que está en el objetivo, donde se encuentra el obturador.
La cámara es mecánica y se puede usar sin pilas. Con ellas, dispones de un fotómetro que es apto sólo para expertos ya que es de tipo puntual. Eso sí, quien lo sepa usar, puede obtener un rendimiento magnífico y una gran control de la exposición. Yo no lo he usado todavía. La carrete de exposición lo hice exponiendo por estimación o con la ayuda de una aplicación en el móbil.
El objetivo tiene rosca para filtros con el muy conveniente diámetro de 58 mm, y viene como accesorio un filtro protector de marca Nikon también. Es absolutamente necesario tener montado el filtro para poder poner la tapa del objetivo. La usé en el primer carrete en blanco y negro con un filtro naranja de Kenko, y la tapa no ajustaba correctamente. Se caía.
Desde que volví de Hong Kong he expuesto tres carretes. El viernes pasado por la tarde un carrete en blanco y negro, con el filtro naranja, algunas de cuyas muestras pongo aquí. Y dos carretes Kodak Portra 400, negativos en color, que expuse el domingo por la mañana y que tardaré unos días en tener revelado y con las copias escaneadas a mi disposición.
Utilicé en blanco y negro película Ilford XP2 Super, tal y como la vengo utilizando últimamente con buenos resultados con otras cámaras clásicas. A pesar de que tiene una sensibilidad nominal ISO 400, la uso a una sensibilidad nominal de 200 (un paso de sobreexposición) pero lo revelo con HC110 como si estuviese expuesta a 400 o incluso a 800, para las cámaras más antiguas. De esta forma obtengo un grano fino, un buen contraste y una gama de contraste bastante fácil de escanear. Ya sé que la película es para revelado C41, pero como ya me ha dado en otras ocasiones tan buen resultado con el revelado tradicional en blanco y negro con HC110, sigo haciéndolo.
He de confesar una cosa. Una vez puesto el filtro naranja, que exigen una compensación de la exposición de entre +1,5 y +2 pasos, se me olvidó. Y estuve exponiendo a IE 200 pero como si no llevase filtro. Por lo menos durante parte del carrete. Eso supone que en realidad el IE fue de 400 e incluso 800. Como el revelado es el adecuado para IE 400 y la película tiene una amplia latitud de exposición, los negativos son un poco claros, pero hay sustancia tanto en las luces como en las sombras. Estas últimas son las que más me preocupaban.
La tardes estaba nubosa, tristona, perola cantidad de información suministrada por el negativo permite dar a las fotografías un ambiente muy acorde al momento. Seguimos sin observar sombras carentes de detalle. Con mi negativo casero Epson Perfection Photo V600, no merece la pena pasar de 1900 pixeles por pulgada al digitalizar. No hay ganancia en el detalle fino a partir de ahí aunque el fichero sea más grande. De todos modos, con un negativo de tamaño 69 x 56 mm obtenemos ficheros de 21,6 megapixeles, que no está nada mal. Y como la Ilford XP2 Super tiene una estabilidad dimensional excelente, es muy fácil de manejar para digitalizar.
Con aperturas hasta f/2,8 y con semejante tamaño de negativo, es tremendamente fácil separar el sujeto principal del fondo. Lo complejo es conseguir profundidades de campo amplias, especialmente con poca luz y sin trípode. Pero desde luego pude comprobar que el telémetro de coincidencia es realmente preciso y fácil de utilizar.
A la Makina hay que hacerse. Aunque con el objetivo retraído es muy fácil de transportar, realmente su sólida fabricación en metal y el hecho de que tenga que encajar un formato de negativo de 6 x 7 hacen de ella una cámara pesada. Aunque algunos la consideren una Leica de formato medio, lo cierto es que su uso no puede ser tan agil, y se presta más a una cierta calma en la toma de las fotografías, aunque sea una cámara pensada para ser utilizada en exteriores y en modo reportaje. Pero reportaje reflexivo, no el aquí te pillo aquí te mato.
Es una cámara cara, y por ello nunca la hubeira comprado sin haber podido tenerla en mis manos un buen rato, comprobando el funcionamiento de su obturador, de su diafragma o de su mecanismo de enfoque, o con una linternilla comprobando el buen estado del objetivo. Lo cierto es que está como nueva. Impecable. Cámas similare tenemos la Mamiya 7, de objetivos intercambiables, también cara puesto que tiene un prestigio muy elevado. Pero por ejemplo, el objetivo estándar´, también de 80 mm de focal, tiene una luminosidad un paso inferior, f/4. Salvo que necesites la posibilidad de intercambiar objetivos, la Makina 67 puede ser una buena alternativa.
Fujifilm tuvo su gama de cámaras telemetricas de formato medio con ópticas fijas. Yo tengo la Fujifilm GS645 Professional W60, de la que ya os he hablado, incluso recientemente. Es mucho más barata, pero también su construcción, en plástico, es más elemental. Y su negativo, de 55 x 40 mm, tiene poco más de la superficie útil del 69 x 56 mm. Pero las hay de 6 x 9 cm, muy interesantes, y grandotas, y el modelo más reciente, fabricado por Cosina que también ha realizado una versión Voigtländer de la misma cámara, La Fujifilm GF670 es similar conceptualmente a la Makina 67, y también se cotiza a precios muy altos.
Y en digital... Lo más parecido conceptualmente en digital sería la nueva Hasselblad X1D, de objetivos intercambiables, con su objetivo de 45 mm montado. Para un sensor de imagen de 55 x 44 mm. Y un precio que en total puede multiplicar por 10 el de cualquiera de las anteriores. Estamos en otro nivel. pero es lo más parecido conceptualmente en el mundo de la fotografía digital. La reciente Fujifilm GFX 50s es más una cámara de sistema, aunque no réflex, y no tendría una filosofía comparable.
De momento, las muestras que tengo de su uso, un carrete con 10 exposiciones, son limitadas. Pronto habrá más. Pero las sensaciones son buenas. Y en cualquier caso, ahora siento que tengo una cámara potente y adecuada para disfrutar a fondo de la fotografía con película tradicional de formato medio. Más sólida y consistente que la Fujifilm o los aparatos más antiguo, y menos aparatosa que la Hasselblad, que se adapta mejor a mis bodegones o fotografiar montada en un trípode algún paisjae o algún retrato. Espero que os haya interesado el artículo