Hace unos días comentaba el conjunto de experiencias con la cámara Polaroid Supercolor 635, cámara que "heredé" en su momento cuando en la empresa donde la tenían dejaron de usarla durante años con el advenimiento de la fotografía digital para documentar visualmente sus cosas y donde había dejado de tener valor.
Entre las experiencias se encontraban las de haberla usado con película procente de The Impossible Project, una iniciativa para volver a rescatar la película instantánea para el uso con el parque de millones cámaras Polaroid dispersas por el mundo, e inútiles desde el momento en que esta empresa americana cesó la producción de la película adecuada a las mismas. Pero los cartuchos de película que compré en su momento, de las primeras generaciones lanzadas por The Impossible Project, tenían una serie de inconvenientes. Los cartuchos que compré eran de la versión en blanco y negro.
Me resultaba muy difícil conseguir exposiciones consistentes y el contraste y la gama de grises era muy pobre.
Había que dejar revelar durante bastante tiempo protegida de la luz.
Se informaba del riesgo de degradación con el tiempo si se exponía a la luz.
Eran muy caras, especialmente dada la calidad y los inconvenientes de uso.
No probé las versiones en color, pero esencialmente se anunciaban los mismos inconvenientes, con el añadido de la inconsistencia o pobreza en la restitución del color.
Pasados varios años, mantuve recientemente una conversación con un aficionado a los materiales instantáneos, tanto compatibles con las cámaras Polaroid como con el ecosistema Fuji Instax. Me comentó que las películas de The Impossible Project habían experimentado mejoras notables y que a lo mejor me merecía la pena probarlas. Dicho lo cual, compré un par de cartuchos en el único comercio que me consta que los venden en Zaragoza, Shuave. Uno de ellos en blanco y negro y otro en color. Como creo que ya comenté hace unos días, frente a las diez exposiciones que eran el estándar en los cartuchos de película Polaroid, en los cartuchos de The Impossible Project sólo salen ocho. Dado que el contador de la cámara es decreciente y empieza por diez, cuando llegas a tres, es el momento de disparar tú última bala del cartucho. Perdón, fotografía.
Mis impresiones, absolutamente subjetivas, tras pasar un rato en el Parque de la Memoria de Zaragoza un sábado por la mañana buscando motivos adecuados a cada uno de los modelos de película vienen a continuación. Recordemos que se trata de película de sensibilidad 600 ISO, con una superficie útil de 7,9 x 7,9 cm, para una tamaño total de 10,8 cm de alto por 8,9 cm de ancho.
En lo que se refiere a la película en blanco y negro, la gama de tonos está muy mejorada con respecto a la versión que probé hace unos años, y es mucho más predictible. Evaluando la escena, y aplicando el corrector de exposición de la cámara, conseguí que la exposición fuera razonablemente correcta en las fotografías resultantes.
El contraste de la película en blanco y negro también está mucho más mejorado. Aunque no se consiguen negros profundo, pueden ser razonables, y los blancos no se empastan con facilidad. Eso sí, en condiciones de iluminación natural suave, sin fuertes contrastes provocados por la luz del sol, aunque con luz abundante. Estamos hablando de una luz en la que aplicando la regla de "soleado f/16", para una película de 600 ISO, deberíamos obtener buenas exposiciones a f/11 y velocidades de obturación entre 1/250 y 1/500. Nublado ligero con algún rayo de sol asomando entre las nubes de vez en cuando. Si en el encuadre hay abundancia de vegetación oscura, corrigiendo con el compensador de exposición hacia la subexposición. Si en el encuadre hay abundancia de superficies de hormigón o tierra de color claro, corrigiendo con el compensador de exposición hacia la sobrexposición. En el resto de los casos, compensador de exposición en posición neutra.
La película en blanco y negro tiene un tono general cálido, que me parece agradable.
En lo que se refiere a la película en color, la fidelidad del color no es excesiva, pero los colores son agradables. No demasiado saturados, pero diferenciados. Mejorables, pero utilizables.
Tras hacer la foto, al bolsillo inmediatamente, protegida de la luz y recibiendo el calor del cuerpo, para un mejor revelado. En todos los casos, no los saqué al exterior hasta que pasó un tiempo de entre 30 - 45 minutos, para conseguir un buen revelado y evitar pérdidas de contraste por la exposición a la luz antes de que el revelado estuviese completo.
La definición de la imagen no es excesivamente fina o nítida, pero en la línea de lo que se puede ver con otros materiales sensibles instantáneos comercializados en estos momentos.
La conclusión de lo mencionado, que podéis contrastar hasta cierto punto con las copias digitalizadas que he ido poniendo en este artículo, es que esta película es utilizable. E incluso puede ser interesante desde un punto de vista creativo. Menos desde un punto de vista lúdico, porque la lentitud del revelado completo y la conveniencia de mantenerlo protegido de la luz hasta que este se conseguir, coarta la posibilidad de contemplar cómo surge la imagen en la fotografía desde su estado latente a su estado de plena visibilidad.
El principal problema sigue siendo su precio. Cada uno de los cartuchos cuesta 20 euros, para ocho exposiciones. Es decir, estamos hablando de 2,5 euros por fotografía. Lo cual sigue siendo una cantidad excesiva desde el punto de vista de lo que es la relación calidad/precio. Aunque entiendo que esta gente se está partiendo el cobre por conseguir un producto nuevo, ya que no ha contado con la colaboración de Polaroid, a pesar de que esta no estaba interesada en el producto. Bueno... vende alguna cámara que son Fujis "recauchutadas" y usando película Fujifilm Instax. Incluso tiene que sufrir la competencia de una empresa consolidad como Fujifilm, que ha visto sus ventas de película Instax impulsadas, debiéndose este impulso a motivo diversos pero también el interés por este tipo de fotografía que The Impossible Project ha ayudado a mantener. Hasta Leica se ha subido al carro. Evidentemente, Fujifilm tiene mucho más músculo y conocimiento sobre el tema, y aunque sus productos Instax dejan que desear en el lado de la calidad, son lúdicos y más baratos. Con precios de 11 o 12 euros por cartucho de 10 exposiciones, sus fotografías cuestan la mitad. Han empezado a comercializar película en blanco y negro, y han anunciado que van a comercializar un formato cuadrado, aunque más pequeño que el de las antiguas Polaroid. En superficie aprovechable, son las Instax Wide las que son equiparables, aunque con otro formato distinto del cuadrado.
En estos momentos, si uno se compra una cámara Fujifilm Instax Wide por unos 120 euros, que equivale a 6 cartuchos de The Impossible Project. Suponiendo, como en mi caso, que el coste de la cámara Polaroid es cero. Y que un amigo decidiera comprarse dicha Instax Wide por ese precio... En el momento en que hicieramos ochenta fotografías, 8 cartuchos él de película Instax Wide, 10 cartuchos yo de película Instax Wide, los costes de ambos se habrían equilibrado. A partir de ahí, a él le saldrían las fotografía a la mitad o menos de coste mientras se mantuviese el esquema de precios actual.
Si estás interesado en invertir en fotografía instantánea... hay muchas cosas en las que pensar.
Hace ya una década de años, un amigo me comentó que en su centro de trabajo tenían una cámara Polaroid. Que era usada en su momento por algunos empleados para documentar fotográficamente algunos aspectos de su trabajo, pero que las nuevas tecnologías de adquisición electrónica de la imagen, la fotografía digital, la había dejado obsoleta. Y que como yo era aficionado a la fotografía, que si la quería. No sabía si funcionaba o no, porque hacía tiempo que no se usaba. Simplemente ocupaba espacio en un cajón o en un estante o en un armario. Me la quedé. Aunque no sabía si le podría dar uso en algún momento...
Esta es la cámara, uno de los modelos más populares y vendidos de Polaroid. De los años 80, probablemente.
De entrada, la guardé. Pero poco antes de que naciera mi sobrino Diego en febrero de 2009, hacia el último trimestre de 2008 pasé por IMESA, un "difunto" comercio zaragozano en el que nos aprovisionábamos muchos aficionados a la fotografía, especialmente la tradicional fotoquímica, y allí me dijeron que tenían algunos cartuchos de película tipo 600 de Polaroid. En aquellos momentos, Polaroid había anunciado el cese de producción de película unos meses antes. Cogí tres cartuchos de 10 exposiciones.
La película instantánea Polaroid se declinó en distintos formatos y sensibilidades, siendo el formato cuadrado el más habitual. La serie 600 de cámaras y sus derivadas usaban sensibilidad de 600 ISO, como esta cámara. Luego estaba la serie SX-70 más prestigiosa, que con el mismo formato de imagen usaba película de sensibilidad de 100 ISO, lo que hacía suponer mayor calidad. La película venía en cartuchos con 10 hojas, que incluían una pila que alimentaba las funciones de la cámara que como veremos son elementales. Las hojas de película, al ser expuestas, eran expulsadas de la cámara por una ranura, donde unos rodillos exprimían y extendían por toda la superficie sensible los químicos incorporados que provocaban el revelado de la imagen.
El funcionamiento de la cámara no puede ser más elemental. La lente es un menisco de plástico con una longitud focal de 106 mm. No sé si habrá algún error en este dato, porque en muchos sitios he leído que la lente equivaldría a un objetivo moderadamente angular, pero haciendo las matemáticas, teniendo en cuenta que la imagen es un cuadrado de 79 mm de lado, a mí me sale que es un objetivo estándar corto. Da igual. El diafragma es fijo a f/11 (dato que no sé si es preciso... en algún sitio he leído que sería f/14), y tiene una célula fotométrica que alimenta un circuito para la exposición con selección automática de la velocidad de obturación entre 1/4 y 1/200 s. Tiene un mando para permitir una ligera sobreexposición o una ligera subexposición. Todo esto se ve con claridad en el frontal de la cámara.
Lleva un flash incorporado que aparentemente se dispara siempre... o lo he utilizado siempre en situaciones de luz en los que siempre se dispara. No lo sé. Hay personas a las que gusta el efecto del flashazo directo de las Polaroid, a mí no especialmente. Por lo menos, se encuentra elevado unos cuantos centímetros sobre el objetivo, minimizando el riesgo de ojos rojos.
Para accionar la cámara es sencillo, se carga el carrete, se espera a que la luz de carga del flash esté verde se apunta por el elemental visor cuadrado, y se pulsa del botón naranja. La exposición se produce y sale la hoja de película expuesta, que al cabo de pocos minutos se convertirá en una fotografía más o menos divertida o artística según la habilidad del fotógrafo. La resolución del conjunto es regular. Siempre hay un aspecto ligeramente difuso. Los objetos tienen que estar a más de 120 centímetros para que salgan enfocados.
Existieron otras cámaras Polaroid con objetivos de mejor calidad y más posibilidades de control de la exposición, así como películas con más capacidad de resolver el detalle que la tipo 600, pero esta no es así.
Utilicé uno de aquellos cartuchos de IMESA cuando nació mi sobrino Diego. Fueron las primeras fotografías de su vida. Fue divertido, sobretodo por la interacción social familiar de todos los "implicados" directa o indirectamente con el nacimiento. No quedaron mal. Los otros dos carretes los metí en la nevera y pensé: "En algún acontecimiento social más adelante los usaré".
Poco después salió a la luz pública que unos tipos con el nombre de Impossible Project habían adquirido las instalaciones abandonadas de Polaroid y se proponía reproducir la película y volver a comercializarla con otra marca, pero compatible con el enorme número de cámaras distribuidas por todo el mundo.
El caso es que en julio de 2011, volviendo de vacaciones pasé por Madrid, y en Caixaforum me compré unos cartuchos de película Impossible Project 600 BN, en blanco y negro claro. Me decía que había que tratarlas con cariño. Que había que cubrir de la luz hasta que se revelasen por completo, que tardaban en revelarse por completo, y que la estabilidad posterior era floja. En lugar de 10 exposiciones por cartucho, que ofrecía Polaroid, sólo ofrece 8 exposiciones. Y sale carísimo. Aquí algunos ejemplos de lo que hice con uno de los cartuchos.
No me gustaron nada los resultados. Hay quien los considerará "artísticos", pero el resultado fue totalmente impredectible, con una exposición excesiva. Y con defectos en la película. Estas dos que he puesto fueron las más decentes.
El caso es que este resultado, que yo consideré decepcionante, tuve algún comentario sobre las fotos muy entusiasmado... curiosamente, me hizo enfriarme muchísimo sobre el tema, y dejé aparcados. Los dos cartuchos de Polaroid que ya tenía, y el cartucho de Impossible Project que me quedaba.
Ayer me acordé... Y decidí "tirar" el cartucho de Impossible Project, guardado en la nevera durante más de cinco años, a ver que tal. Lo más "gracioso" es que cuando lo abría leí en la letra pequeña que se desaconseja guardarlos en la nevera. Pues empezamos bien...
Hice las ocho fotos. En interior, con el flash, y en exterior con el flash y tapando el flash. Os pongo algunos ejemplos.
A saber cuales son las causas de los resultados tan frustrantes. Me dicen que las emulsiones actuales de Impossible Project han mejorado mucho, pero que siguen siendo caras y lentas en el revelado. Quizá pruebe algunos cartuchos. Otros me dicen que si quiero algo instantáneo, que pase de la Polaroid y que me haga con una Fujifilm Instax. Las "Mini" me parecen muy chiquitas, aunque las cámaras son muy monas. Las "Wide" tienen un tamaño más razonable, aunque pierden el encanto del formato cuadrado. Pero las cámara son un talabarte. Dicen que se viene una Instax en formato cuadrado. Y han sacado película Instax Mini en blanco y negro. Entre los "conoisseurs" hay un acuerdo. El sistema Instax es muy simpático, pero Fujifilm ha descuidado dos aspectos. Uno, el proporcionar una película con más definición que las 10 l/mm, y que permita "ampliar" digitalmente y con aprovechamiento la pelicula. Seguro que tienen la tecnología. Las Fujifilm FP-100c y FP-3000b, con tecnología "peel apart", tenían una mayor resolución, pero están difuntas. Segundo, proporcionar alguna cámara con una lente digna y más capacidad de control de diafragma y velocidad de obturación por parte del usuario avanzado. Que por lo menos exprima esas 10 l/mm de la película, que es cierto que con las cámara actuales para qué más. Me lo estoy pensando. Quizá como regalo de navidades...
De momento, tal vez mañana aproveche un acontecimiento social de Fotógraf@s en Zaragoza para usar los dos cartuchos Polaroid que me quedan.
El buen sabor que dejó el Encuentro "Analógico" entre socios de la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ) y participantes en el grupo Fotógraf@s en Zaragoza (FeZ) hace unos meses hizo que con frecuencia comentáramos la posibilidad de repetir estos encuentros de modo más frecuente. Y después de diversos contactos más o menos informales surgió la iniciativa de realizar una quedada "analógica" el sábado 19 de noviembre de 2016. Mantengo la palabra "analógica/o" entre comillas porque como ya he comentado en alguna ocasión no estoy de acuerdo con esta forma de designar a la fotografía con película tradicional basada en los haluros de plata. Fotografía fotoquímica me ha parecido siempre un término más adecuado para lo que no es captura electrónica, llamada también digital. Pero como intentar luchar contra "todo el mundo" es una guerra perdida, lo dejaremos en quedada "analógica".
El destino principal de la quedada iba a ser la Cartuja de Aula Dei, a pocos kilómetros de la ciudad de Zaragoza. Un destino complejo para fotografiar con película tradicional, ya que exteriores e interiores cuentan con condiciones de luz muy diversas. Desde un día de sol radiante a las puertas del monasterio cartujo, hasta la penumbra de la iglesia y los claustros del mismo. A continuación el equipo que me llevé al encuentro.
Como el acuerdo con los gestores de las visitas a la cartuja es que nos apuntaríamos a la visita de las 12 del mediodía, decidimos pasar la primera parte de la mañana en los alrededores del campo deportivo de El Gran Capitán en Montañana, donde podían surgir variadas posibilidades fotográficas; fotografía deportiva, paisaje, fotografía de entorno industrial,... Para esa primera parte del encuentro decidí utilizar mi reciente adquisición, la Plaubel Makina 67. Utilicé dos carretes de 120, un Kodak Ektar 100 expuesto a su sensibilidad nominal y un Kodak Portra 400, expuesto a IE 100-200, con el fin de aumentar la saturación de la imagen y reducir el grano. No he recibido todavía el revelado de estos carretes. Lo dejaré para otro día.
Una vez en la Cartuja de Aula Dei utilicé dos equipos. En primer lugar, en la Makina 67 cargué un carrete de 120 de Kodak Tri-X 400 para fotografías de exterior.
En las fotografías resultantes observé dos cosas. Una ya la había constado en los carretes que había expuesto hasta ahora con ella. La cantidad de información que proporciona el negativo de 69 x 55 mm, a poco que la exposición del mismo esté cuidada, hace que el manejo de estos fotogramas sea comodísimo y muy agradable. Con el fin de ensayar nuevas cosas, decidí que a los negativos en blanco y negro de esta quedada iba a aplicar el revelado desatendido con revelador Kodak HC-110. Ahora voy un poco con el detalle técnico del mismo.
En el caso del carrete expuesto con la Makina 67, para el que usé un índice de exposición de 250 en lugar de su nativo 400, lo que da negativos algo más densos, usé el revelador muy diluido, 1:160, en revelado desatendido, es decir, sin agitación o con una agitación mínima, durante una hora. El resultado fue bastante bueno. Dando el tamaño del negativo y la ligera sobrexposición de 2/3 de punto, el grano no es muy aparente, la gradación tonal muy buena gracias al efecto compensador. El detalle en los sujetos fotografiados bastante bueno, salvo porque...
Efectivamente, observaréis que en algunos fotogramas se observan luces parásitas, que en carretes anteriores achaqué a la utilización de filtros y demás, y que ahora empiezo a considerar si la cámara, a pesar de su impecable aspecto exterior e interior, podría tener alguna "fuga" de luz en el fuelle del objetivo retractil. No pasa siempre. Cuando no pasa, las fotos quedan impecables, muy nítidas. Pero a veces pasa y me hace pensar el llevarla a un servicio técnio a hacerle un chequeo. Es el problema de las cámaras clásicas compradas de segunda mano. Que siempre pueden tener algún problema de fatiga de materiales inaparente que aparece cuando se las empieza a usar con cierta asiduidad.
Además, el parasol que me he buscado es un poquito largo para la focal del objetivo, y viñetea algo. A ver como vienen las fotografías en color.
Para la visita al interior de la cartuja, opté por la ligera Leica M2. En principio con el razonablemente luminoso Zeiss Planar 50/2, y también con película Kodak Tri-X 400 pero expuesta a un índice de exposición de 1600. Dos pasos de subexposición a compensar en la medida de lo posible en el revelado.
También en este caso utilicé el revelado desatendido con Kodak HC-110, pero con alguna diferencia. Dado que había que compensar en la medida de los posible esos dos pasos de subexposición, decidí diluir solo has 1:100, con el fin de dar un poco más de intensidad al revelado, manteniendo el espíritu del revelado compensador del revelado desatendido ("stand development" en inglés). Dada la escasez de luz en algunas estancias del interior del monasterio, la velocidad de obturación usada en ocasiones fue un poco baja, dando lugar a algún negativo, no muchos, con falta de nitidez debido a trepidación. Pero la ausencia de espejo en movimiento en la Leica hace que se puedan usar velocidades de obturación más largas.
El resultado ha sido razonablemente bueno. Así como los negativos de la Makina 67 han sido digitalizados con el Epson Perfection Photo V600 a una resolución de 1800 pixeles por pulgada, para un tamaño de imagen de en torno a 20 megapixeles, los negativos de la Leica M2 han sido digitalizados usando la cámara Panasonic Lumix GM5 con el objetivo Panasonic Leica DG-Macro Elamrit 45/2,8 ASPH OIS. Una vez recortado lo que sobra por el hecho de que el formato del sensor y el de los negativos no es homólogo, te quedas con unos archivos de un tamaño entre 10 y 12 megapixeles. La digitalización en el V600 en esas condiciones óptimas de 1800 pixeles por pulgada, daría solo 4 megapíxeles, aproximadamente.
En un momento dado, utilicé también el objetivo Zeiss Biogon-C 35/2,8, un paso menos luminoso, pero que también se puede usar a una velocidad de obturación más lenta, con el fin de aumentar el ángulo de toma en los interiores del monasterio. Siempre me sorprende cómo un diseño tan antiguo como el de este Biogon, con los vidrios modernos que aplica Cosina, el fabricante, por indicación de Carl Zeiss, el diseñador y propietario de la marca, proporciona unos resultados tan buenos.
Por último, antes de finalizar la visita al interior del monasterio, aún me atreví a usar el teleobjetivo de Leica, el Elmar-C 90/4, simpático objetivo diseñado como compañero de la Leica CL, y cuya utilización es delicada en interiores por la limitada apertura máxima y porque hay que usar una velocidad de obturación más elevada. Osé usarlo a una velocidad de obturación de 1/60 s, y obtuve algún fotograma curioso, mejor de lo que esperaba. Con un poco de entrenamiento supongo que el porcentaje de fotos aceptables aumentaría.
De momento, nada más. A la salida del monasterio, con el carrete de Tri-X de la Leica M2 agotado, le puse un carrete en color de Portra 400 que terminé de exponer al día siguiente. Tampoco lo he recibido todavía porque ha viajado a Carmencita Film Lab con los de medio formato. Ya os contaré cuando tenga los resultados.
En el último mes y medio he llevado conmigo a cuestas buena parte de los días la pequeña Olympus Pen EE3 que compré por poco dinero a principios de verano en "La Placica Vintage" de la calle de las Armas, mercadillo que se viene celebrando el primer domingo de cada mes. En su tremenda sencillez, es divertida de usar. Y con sus negativos de medio formato (que no es lo mismo que formato medio), que nos permite obtener más de 72 fotogramas en un carrete de 36. En concreto me han salido 79, que no está mal.
Dado el pequeño tamaño del negativo, las limitaciones propias de mi escáner plano de sobremesa hacen que cuando digitalizo los fotogramas no obtenga imágenes de más allá de 2 o 3 megapixeles. Así que lo propio en este caso es montar el dispositivo para digitalizar los negativos con una cámara digital y un objetivo macro. En esta ocasión, he usado la pequeña Panasonic Lumix GM5 con el objetivo Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f/2,8 ASPH OIS, objetivo macro que alcanza una ampliación de 1:1, aunque no es necesario llegar a tanto. Teniendo en cuenta que siempre dejas un poco de margen en torno al negativo, obtengo archivos digitales de 14 o 15 megapixeles. No está mal la diferencia, ¿verdad?
Con un negativo tan pequeño, y como yo no soy especialmente partidario de los granos de plata excesivamente marcados, suelo usar película negativa de 100 ISO. En concreto, he usado en esta última ocasión un carrete de Fujifilm Neopan 100 Acros, que es una de mis películas de grano fino favoritas. Como acabé hace unos meses mi revelador de grano fino, un Ultrafin Plus de Tetenal, he usado el Kodak HC-110, dilución B (1:32) durante 5,5 minutos. El resultado también es muy bueno. Una película de grano fino, con una gradación de grises fenomenal que se digitaliza muy bien y que encima se revela sin problemas con cualquier revelador común.
De momento, aquí os dejo algunas fotografías de algún paseo dominical por el casco viejo de Zaragoza. Pero también tengo fotografías de la excursión a Monreal del Campo para fotografiar la flor del azafrán, del día que pasé viendo exposiciones en Madrid, y de algún otro paseo más. Ya irán apareciendo por aquí. Poco a poco.
Si recordáis, en el artículo que dediqué hace unos días a la excursión al Matarraña con Fotógraf@s en Zaragoza, ya adelantaba que me había llevado una cámara para película tradicional de formato medio. Por otro lado, también comentaba el pasado domingo que una de las estrellas de la Photokina 2015 ha sido la presentación de una Fujifilm para formato medio, que ha levantado mucho revuelo. Pues bien... la cámara que me llevé al Matarraña fue una Fujifilm de formato medio. Bien es cierto que ya tiene unos 30 años de antigüedad. Pero bien divertida de usar que es. Ya ha venido por estas páginas en otras ocasiones, pero para aquellos que no se coscan o no habían venido antes, os presento a la Fujifilm GS645S Professional Wide 60.
Breves especificaciones... Cámara de formato medio para película tradicional en carrete tipo 120 o 220, y 15 o 30 exposiciones respectivamente, de 6 x 4,5 cm (en realidad, aproximadamente 55 x 41 mm), con un objetivo no intercambiable de focal fija 60 mm f/4. Equivale a un angular muuuuuuuyyyyyyy moderado, casi un estándar amplio, similar a un 38 mm en el formato más habitual de negativo de 24 x 36 mm. Es totalmente mecánica, las pilas sólo sirven para alimentar el fotómetro. Funciona sin ellas. Y se enfoca por telémetro de coincidencia, estilo "leica", aunque he de reconocer que es uno de los puntos débiles de la cámara. Las más de las veces enfoco por zonas estimando la distancia del sujeto pricipal, y aprovechando la escala de profundidad de campo grabada en barril del objetivo. En su posición habitual, el visor nos muestra un fotograma vertical... al contrario que con la mayoría de las cámaras. Y es ese formato el que más obtengo de esta cámara. Aunque ladeándola permite obtener fotogramas horizontales sin mayor problema.
Para la excursión me llevé varios rollos de película negativa en color Kodak Portra 400, auténtica todo terreno, que en buenas condiciones de luz uso con un índice de exposición de 200 y revelado normal con excelentes resultados. Empezamos, como ya comenté, con una visita a La Fresneda.
Como siempre, la Kodak Portra 400 es absolutamente idea para retratos, con unos colores muy naturales y gradaciones suaves. Ninguna extridencia, todo muy placentero. No he dicho que, como de costumbre, el revelado y digitalización es de Carmencita Film Lab. Pero buena parte del día, especialmente en nuestra visita al Parrizal de Beceite, estuvo trabajando en paisajes. Y la ventaja de la Portra 400 ahí es que, ofreciendo un grano razonablemente fino, especialmente cuando sobrexpones la película como hice yo, tiene una latitud de exposición muy amplia, y se merienda los contrastes fuertes sin problemas. Especialmente cuando visitas un entorno natural como un cañón en un río al mediodía.
Pasé algunos apuros con el tercer carrete de los cuatro que usé. Inadvertidamente, el ajuste de sensibilidad se colocó en 1600. Es decir, 2 puntos de subexposición en lugar de 1 punto de sobrexposición. Me di cuenta tras tres exposiciones, y decidí mantener, solicitando luego al laboratorio un revelado forzado +2. Es la primera vez que lo hacía. Hace 20 años nos decían que se podía forzar la película negativa en blanco y negro y la diapositiva en color, pero no los negativos en color porque se producían horribles alteraciones en los colores. Pero hoy en día, con las modernas emulsiones hay gente que lo hace constantemente. Las fotos se salvaron, aunque no tienen la calidad de los otros carretes.
También coincidió ese rato, con el ajuste del fotómetro cambiado, con el momento en que sobre Valderrobres se nubló y la luz fue menos intensa que en el resto del día. Me ha llegado algún consejo de que otra vez que me pase eso, que subexponga dos pasos, pida un revelado +3 en lugar de +2. Hablaré otro día del tema del forzado de las Portra 400, y no estoy del todo de acuerdo con el consejo, pero ya veremos.
El caso es que el resto del día siguió sin problemas, terminando la visita a Valderrobres y a los campos de girasoles con un último carrete expuesto como los dos primeros a un índice de exposición de 200-400.