La flor del azafrán en Monreal del Campo - Fotografía macro con Pentax K
La semana pasada, mientras visitábamos con FeZ (Fotógraf@s en Zaragoza) una exposición sobre la Zaragoza de los años 20 impulsada por la Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza, me hicieron una interesante propuesta. Unos colegas aficionados a la fotografía, que se mueven tanto por FeZ como por ASAFONA (Asociación Aragonesa de Fotografía de Naturaleza) se proponía desplazarse el domingo a la población de Monreal del Campo en la provincia de Teruel.
En esta población realizan todos los otoños unas jornadas para mantener viva en el recuerdo la cultura alrededor del cultivo del azafrán, antaño importante en la zona, aunque hoy en día reducido al cultivo para uso familiar y poco más, por lo que entendimos de las explicaciones que se nos dio. Las actividades para el domingo incluían la posibilidad de asistir a la recolecta de la flor del azafrán en un campo del ayuntamiento de Monreal, para posteriormente proceder a esbrinar los estigmas o pistilos de la flor, de los que una vez secos por tostado se extraerá el polvillo del azafrán.
Para nosotros el interés era fotográfico. Es la oportunidad de poner en práctica nuestros conocimientos sobre macrofotografía y aprovechar la indudable belleza y posibilidades que ofrecen las bonitas flores moradas del Crocus sativus, que contrastan con el rojo de sus estigmas y con el amarillo de las anteras en los estambres de la flor.
Algunos sacrificios habían de hacerse. El primero, el madrugón. Para estar a las nueve de la mañana en el lugar convenido, el Museo del Azafrán de Monreal del Campo, convenientemente desayunados, teníamos que salir de Zaragoza a las siete de la mañana. O sea, levantarse a las seis. Un domingo. El segundo viene impuesto por las condiciones de crecimiento de la planta, a ras de suelo. Con la tierra húmeda por las lluvias recientes, para conseguir las mejores composiciones y acercamientos a la flor no quedaba más remedio que practicar la técnica del "cuerpo a tierra". Pero todo sea por las fotografías.
Hablemos un poco del equipo que me llevé y de las características técnicas de la toma fotográfica. Aunque me llevé trípode, la posición cuerpo a tierra con los codos clavados en el suelo ofrece bastante estabilidad, y no lo usamos. Es cierto que esta "pereza" en usar el trípode tiene algún inconveniente que comentaré más adelante. El equipo que suelo utilizar para macrofotografía, aunque tengo otras posibilidades es la Pentax KS-1 con el veterano pero muy agradable de usar SMC-A Pentax Macro 100 mm f/4. El objetivo es de enfoque manual, tiene una escala de reproducción de 1:2, y tiene un aro de enfoque suave pero firme que es una gozada. Con el sensor Sony de formato APS-C de la KS-1 de 20 megapixeles se lleva bastante bien, ofreciendo el ángulo de visión equivalente a un 150 mm en 24 x 36, por lo que lo que vemos a su máxima capacidad de ampliación, x 0,5, equivale a lo que veríamos en una cámara de formato completo con una ampliación de x 0,75. No está nada mal para empezar.
Cuando quiero más ampliación, le puedo poner una lente de aproximación que en origen venía como complemento de un objetivo Cosina 100/3,5 Macro para Canon EOS, que tiene el mismo diámetro de filtro que el Pentax 100/4, 49 mm, y que tiene 10/3 dioptrías. Lo que hace que el objetivo llegue a una capacidad de ampliación de x 1. Equivalente a un x 1,5 en el formato completo. Mucho mejor todavía. Claro está, con estos niveles de ampliación, la profundidad de campo es mínima. Incluso si abandonas la plena apertura y cierras a f/8. Más allá no, para evitar los efectos de la difracción y para no usar ISOs demasiado elevados. La luz estuvo bien, pero no extraordinariamente abundante. Sin la precisión del trípode, sujetando la cámara a mano, había que hacer varias tomas de cada composición para intentar garantizara que la nitidez estuviera en el lugar adecuado.
También me llevé otro objetivo que pensé que podría dar mucho juego. Se trata del SMC Pentax Soft 85 mm f/2,2. Este objetivo del que ya os hablé en tiempos tiene una fórmula óptica muy sencilla de dos elementos cementados en un grupo, y sufre de una fuerte aberración esférica, que hace que las imágenes tengán un aspecto difuminado, etéreo, algo onírico. El efecto se puede comprobar con el diafragma que se sitúa detrás del grupo óptico, siendo máximo a plena apertura, f/2,2, y mínimo a su apertura más cerrada que es de f/5,6. Las zonas desenfocadas tienen un aspecto agradable a todas las aperturas a pesar de que su diafragma tiene solo 6 palas, especialmente cuando se enfoca de cerca. Es muy adecuado también para los retratos.
Otra de las ventajas que tiene el 85/2,2 Soft es que tiene una distancia mínima de enfoque muy favorable. Su ampliación máxima es de x 0,223, cuando la mayor parte de los objetivos de retrato de 85 mm se quedan en valores de x 0,11 a x 0,14. Con el factor de recorte del APS-C, es equivalente a un 0,34 (1:3) en formato completo. Y también tiene una rosca de filtro de 49 mm, por lo que si le ponemos la lente de aproximación antes comentada, tenemos una ampliación máxima de x 0,57, equivalente con el factor de recorte a x 0.855. No está nada mal. Entramos en el terreno del macro aunque sea moderadamente.
Una cosa importante. Cuando decimos equivalente lo que decimos es el aspecto que tendría sobre un captor de imagen de 24 x 36 mm con un sistema óptico con ese factor de ampliación. Pero no hay magias, el factor de ampliación real de nuestro sistema no es x 0,855 sino x 0,57. No confundamos los conceptos. Lo mismo vale con la distancia focal. El 100 mm se comporta como un 150 mm en formato completo, pero no es un 150 mm real. Y eso se nota por ejemplo en la distancia mínima de enfoque que es menor que la que tendríamos con un 150 mm real. Hay que acercarse más al sujeto.
Por supuesto, con el 85/2,2 Soft incluímos un elemento de suavidad en el enfoque que utilizamos para jugar a favor de una estética determinada en la fotografía. No buscamos tanto la reprodución exacta precisa y nítida de la flor, sino aprovechar sus características , forma, color, textura, para un efecto estético determinado.
Por último, también llevaba conmigo, entre otros que no usé, un SMC-DA 21 mm f/3,2 Limited, objetivo gran angular moderado que utilicé de dos formas. Con la lente de aproximación, también tiene una rosca de filtro de 49 mm, para fotografías de aproximación pero con el campo más abierto sobre los grupos de flores.
Pero este angular moderado, también sirvió para obtener imágenes globales del entorno que nos rodeaba y que permiten completar el reportaje del día vivido. Paisajes fundamentalmente.
En los alrededores, en los campos por los que pasamos, encontramos además otros elementos fotográficamente interesantes. Otras plantas, flores y frutos. Arboledas en las que se mostraban ya los contrastes de colores con las hojas otoñales. Combinando los objetivos antes mencionados, fui completando el conjunto de fotografías que pueden constituir el reportaje final.
El tramo final de la actividad estuvo centrada en la actividad de esbrinar las flores recogidas. Es decir, separar los brines o brinas de la flor. Brines o brinas es el nombre que se le da a los estigmas rojos de los que se obtendrá el azafrán. Es una actividad que también documentamos fotográficamente. Visitamos la exposición fotográfica correspondiente a un concurso sobre el tema que realizaron el año anterior, y ya cerramos y nos despedimos de Monreal del Campo.