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Andalucía en otoño - problemas con el digital, alegrías con la película tradicional

Si hace unos días os hablaba de cómo fueron mis andanzas fotográficas por Italia en mis vacaciones de principios de octubre, hoy haré una entrada similar pero dedicada a mi escapada andaluza de la última semana de octubre. Desde hace unos años, una buen amiga se trasladó a vivir a Sevilla, y este es el segundo año consecutivo en el que me desplazo media semana a darme un poco de aire, justo antes de que se produzca el cambio de hora de otoño, y se recorten las horas de luz aprovechables durante el día para recorrer mundo.

Excelente calidad la que ofrece la Lumix G9... cuando no se me estropea.

Como de costumbre en los últimos tiempos, mi intención era hacer la fotografía en color en digital, y en paralelo, fotografía en blanco y negro sobre película tradicional llevando conmigo una cámara compacta ligera y poco molesta. La cuestión estaba en que tras un segundo paso por el servicio técnico, mi Panasonic Lumix G9 parecía estar en buenas condiciones para ser la cámara principal del viaje. Con la tríada Leica DG Summilux 15 mm f1,7, Lumix G 25 mm f1,7 y Sigma 56 mm f1,4 para las jornadas más urbanas, y con los dos objetivos de focal variable, el Olympus 12-40 mm y el Lumix G Vario 35-100, ambos con f2,8 de apertura máxima para las jornadas en la naturaleza o si hubiese una seria amenaza de lluvia. Como así fue durante un par de días. En el fondo de la mochila, por si acaso, el supergranangular Laowa 7,5 mm f2. Pero como me generaba inseguridad la Lumix G9, metí en el equipaje la Lumix G100. Por si acaso. Y menos mal. Porque tras un día funcionando sin problemas en Jerez de la Frontera... la G9 volvió a fallar. El resto del tiempo seguí con la más modesta, e inconveniente por el mal tiempo, Lumix G100.

En interiores y en exteriores con niebla, la XP2 Super expuesta con la Minox GT-E no falla.

En cuanto a la película fotográfica, los tres primeros días llevé en el cinturón metida en una fundita la Minox 35 GT-E con unos rollos de Ilford XP2 Super 400, como es mi costumbre. También, como es mi costumbre, ajuste la exposición a un índice de exposición de 200, aunque en alguna ocasión, por la escasez de luz, lo subí a IE 400, que es la sensibilidad nominal de la película. La película funciona sin problemas, como ya he contado en otras ocasiones, entre IE 50 - 800, aunque con una mejor nitidez y grano prácticamente ausente en los índices de exposición más bajos. Insisto en que la sensibilidad de la película no varía, lo que cambia es la exposición, la cantidad de luz que le ofreces. Y que por su amplia latitud de exposición de este material sensible de carácter cromogénico, se revela en proceso C-41 como la película negativa en color, admite una gran sobreexposición sin que se resienta su calidad, y con un grano más fino. Hasta tres pasos de sobreexposición. Sólo admite, siendo juiciosos, hasta un paso de subexposición.

También bajo la lluvia de Ronda se comporta bien la película de Ilford.

Pero la novedad fotográfica del viaje se me ocurrió cuando preparaba el equipaje. Ya tengo muchas fotografías digitales de Sevilla, muchas realizadas el año pasado. Así como no pocas fotografías en blanco y negro, también del año pasado, y diapositivas de viajes anteriores, en los años 1992, 1994 y 2000. Por lo tanto, miré mis reservas en la nevera, y comprobé que tenía tres rollos de película negativa en color de ISO 400 de sensibilidad, la más polivalente. Un rollo de Kodak Portra 400 y dos rollos de Kodak Ultramax 400. Así que, ni corto ni perezoso, cogí la Olympus Trip 35, con la que tan contento estaba ya, y estos tres rollos de película, y los eché al equipaje. Mi idea... que si el jueves íbamos a visitar Jerez de la Frontera, el viernes iríamos de excursión a Riotinto y sierra de Aracena, y el sábado visitaríamos Ronda, el domingo por la mañana, antes de coger el tren de vuelta poco antes de las tres de la tarde nos daríamos un paseo tranquilo por Sevilla, y no iba a llevar nada encima más que un paraguas en un bolsillo del cortavientos impermeable y la Olympus Trip 35 y la película en el otro. Sin más bultos ni peso.

Tuve unos momentos con una luz de lujo para la Portra 400 en Sevilla.

Y fue una buena idea, que además confirmó algunas cosas que ya tenía en la cabeza. La primera, que para tener un reportaje o un recuerdo de un viaje, de la visita a otra ciudad, a otro lugar, no hace falta un equipo muy complejo. Y que la óptica de 40 mm que lleva la Olympus Trip 35 probablemente sea una de las más adecuadas y todoterreno. Hace tiempo que tengo esta sensación y se ha confirmado una vez más. Aunque con la focal de 35 mm de la Minox también voy bien... prefiero el 40 mm.

Con buena luz, el comportamiento de la Kodak Ultramax 400 es impecable.

La segunda es que no por nada la Kodak Portra 400 es película preferida por tantos. Aunque las condiciones de luz fueron variando a lo largo de una mañana de nubes y claros, con momentos soleados y momentos de lluvia, lo cierto es que tampoco se desviaron mucho a situaciones extremas. Aunque la película Kodak Ultramax 400 está bastante bien y es una buena polivalente, con un precio apreciablemente inferior a la Portra 400, lo cierto es que tiene un grano mucho más aparente que esta, así como una dinámica inferior, sufriendo más cuando los contrastes son más elevados, especialmente en las sombras. Muchos prefieren sobreexponer un paso la película negativa en color, pero eso conlleva menor saturación de los colores a cambio de un grano más fino. Yo prefería conservar unos colores más vivos y utilicé un IE 320, sólo un tercio por debajo de la sensibilidad nominal de las películas. En general, estoy contento con la experiencia. Acabarán sobrándome la mayor parte de los objetivos que tengo y me llevaré sólo una cámara con un 40 mm, para librarme de pesos y cansancios. Sea en digital o en película tradicional.

Solo cuando la luz escasea mucho, y el contraste puede aumentar, la Ultramax tiene algún problema en las sombras... aunque nada grave.

Olympus Trip 35 con filtro amarillo - Rollei Superpan 200

Una de las carencias más importantes que encuentro en algunas cámaras compactas para película tradicional es la incapacidad o las dificultades para trabajar con filtros delante del objetivo de la cámara. Especialmente cuando se fotografía con película en blanco y negro. Los filtros de colores, amarillo, naranja, rojo, son los que más uso yo, aunque también cabe el verde, el azul o el infrarrojo, son fundamentales a la hora de controlar el contraste de la toma. Una de las características más interesantes desde el punto de vista creativo de las películas fotográficas es su sensibilidad espectral. Es decir, dentro de espectro de la radiación electromagnética que constituye la luz visible, a qué longitudes de onda una emulsión es especialmente sensible o no. Porque eso va a determinar cómo se van a restituir los distintos colores en tonos de gris.

Las películas suelen denominarse ortocromáticas, cuando no ven el color rojo y su vecindario, el naranja, isocromáticas, cuando pueden tener dificultades para ver el color rojo, pero no su vecindario entre el naranja y el verde, y pancromáticas, cuando teóricamente ven todo el espectro visible, aunque suelen tener una sensibilidad limitada al rojo, siendo cegatas a los rojos profundos. La sensibilidad espectral puede modificarse para cualquier tipo de película con un filtro de color, que dejará pasar las longitudes de onda que conforman ese color, mientras que bloqueará en mayor o menor medida, según su intensidad, las complementarias. Un filtro rojo oscurecerá los verdes e iluminará los rojos y naranjas. Un filtro amarillo oscurecerá los azules, mientras que los amarillos y vecinos, ciertos verdes y naranjas, se aclararán. Hay que considerar que muchas películas tienen cierta sensibilidad a los ultravioletas cercanos, por lo que se proponen los filtros UV para mejorar el contraste en escenas con mucho componente de esta luz, por ejemplo en montaña. Pero en un análisis en Chasseur d'Images, hace ya 25 años como poco, comprobaban que la mayor parte de los objetivos fotográficos ya bloqueaban suficientemente esta radiación, por lo que los filtros, más allá de una protección mecánica a los golpes del elemento frontal, poco hacían aparte de degradar la imagen por la introducción de superficies extras en el paso de la luz.

Luego tenemos las películas como la usada en las fotos de hoy, la Rollei Superpan 200, que son pancromáticas con la sensibilidad espectral extendida a los rojos profundos, son realmente pancromáticas, y al infrarrojo cercano. Entonces, incluso si ponemos un filtro que bloquee el verde como un filtro rojo, la vegetación verde aparece más clara, porque refleja el infrarrojo. Se observará que las fotos de hoy, con un filtro amarillo, los árboles aparecen con tonos relativamente claros. Para que no se me olvide, está revelado en Ilford HC-110 dilución B (1+31) durante 6 minutos.

Cuando recibí la Olympus Trip 35 comprobé que, al igual que la Olympus Pen EE3, tiene una rosca para filtros delante del objetivo, pero de un diámetro que hoy en día es muy poco habitual, 43,5 mm. El 43 mm es más frecuente, y tengo filtros para ese diámetro, pero no son válidos, por culpa de ese medio milímetro. Me puse a buscar una solución, y encontré un adaptador de filtros de 49 mm de diámetro de rosca, de los que tengo varios, a 43,5 mm. Con este adaptador, el filtro cubre también el fotómetro de células de selenio que rodea al elemento frontal del objetivo, por lo que permite tenerlo en cuenta al medir la luz. Lo compré, y con este rollo de Superpan 200 he probado el filtro amarillo.

El resultado... pues ha venido condicionada por el hecho de que los negativos están subexpuestos prácticamente un paso. Un error cometido por la forma en la que trabajo el Ilford FP4 Plus 125, con el que probé la cámara. Ajusté el fotómetro de la cámara a un índice de exposición 320, y eso produjo la subexposición. Aun así, muchos negativos mantuvieron información suficiente. Lo que pasa es que al ajustar los puntos negro y blanco tras digitalizarlos, el resultado final es más contrastado de los esperado, como si hubiera forzado el revelado de la película, pero en la fase digital del procesado mixto de los negativos. En cualquier caso, la cámara funciona correctamente con el filtro puesto, por lo que estoy encantado. Dentro de unos días, os mostraré otro, que todavía no he revelado, con un filtro rojo, más intenso.

Olympus Trip 35, nuevamente - probada, esta vez, con Kodak ProImage 100

Lo último que publiqué en estas páginas, antes de irme a Andalucía unos días, fue sobre mis primeros contactos con mi recién llegada Olympus Trip 35, una cámara con la que cada vez estos más encantado. Cuando me lleguen las fotos que hice con ella en Sevilla, os contaré más despacio. Pero por supuesto, también quise saber cómo se comportaba la óptica de la cámara, que como recordaremos es un objetivo tipo Tessar, de sólo cuatro elementos en tres grupos, simple pero eficaz, con su focal de 40 mm, una de mis favoritas, y su razonable apertura para una cámara compacta de f2,8.

El color siempre es más exigente que el blanco y negro para las ópticas que tienen cierta edad. Aunque en 1967, entre el público general, ya estaba bastante generalizado las fotos en color, lo cierto es que, por lo menos en España, supongo que sería parecido en todo el mundo, el revelado y copia en color solía ser más caro que el blanco y negro, al contrario que hoy en día, y con resultados diversos. En cualquier caso, el revestimientos de las ópticas ya se había generalizado y las ópticas cortas, incluso las sencillas, no sufrían gravemente de la aberración cromática, en la que se pierde nitidez por el hecho de que los distintos colores cuando pasan por una lente, o un conjunto de lentes, no enfocan en el mismo plano. El azul suele tener, para un lente convergente, las divergentes es otra historia de la que no hablaré, un plano de enfoque más adelantado que el color rojo. Y esto hace que el círculo de confusión aumente, haya menos nitidez y se produzcan artefactos de color en algunas zonas de la imagen. El problema es especialmente importante en los teleobjetivos, los cuales dieron lugar al desarrollo de vidrios especiales y sistemas apocromáticos, que luchaban contra este problema.

Pero la mayor parte de los sistemas sencillos solían pelear con el problema consiguiendo que al menos dos de los colores primarios enfocaran suficientemente próximos, y con focales no muy largas, el tercero de los colores tampoco producía efectos graves en la nitidez, consiguiéndose imágenes suficientemente nítidas. Hay que decir que no afecta sólo a la fotografía en color, que también afecta a la nitidez de la fotografía en blanco y negro, aunque en esta no se vean los feos artefactos de color. Especialmente si son emulsiones pancromáticas, sensibles a un amplio intervalo de longitudes de onda; con las ortocromáticas, el problema es menor, por no ser sensibles a los colores de mayor longitud de onda. No todos los artefactos de color, especialmente en fotografía digital, se deben a la aberración cromática. Hay otros problemas ópticos con esos sistemas.

El caso es que cuando pruebas una cámara de cierta edad, hay que probarla con blanco y negro y color porque la respuesta no es la misma, y hay que comprobar su limitaciones. Y también ese es uno de los motivos por los que con ópticas muy antiguas, de antes de la segunda guerra mundial, usar película ortocromática sea una buena idea para mejorar la nitidez. Claro que hay tenemos también problemas con la falta de revestimientos, que disminuyen el contraste de la imagen y todo se complica.

Daba por hecho que una óptica realizada por Olympus en 1967 iba a funcionar sin problemas con la película negativa en color. Y especialmente con una fórmula óptica suficientemente probada con el tiempo en sus ventajas y desventajas como son las ópticas tipo Tessar,... que a mí... me encantan. A Andalucía, además de mi quebradero de cabeza particular, las digitales de Panasonic, de eso hablo otro día, me llevé la Minox 35 GT-E para hacer blanco y negro durante todo el viaje, con un objetivo 35 mm f2,8 y una fórmula tipo Tessar, y la Olympus Trip 35, con su objetivo 40 mm f/2,8 y una fórmula óptica también tipo Tessar, como he dicho antes.

Previamente al viaje, hice este rollo de prueba con una Kodak ProImage 100. En estos momentos he agotado mis existencias de película negativa en color de 35 mm. Me quedan sólo dos rollos de Kodak Portra 800. Pero no sé si encontraré, sin tirar de internet, en el comercio local, de esta película a la que me he ido aficionando en los dos últimos años. Parece que había falta de disponibilidad en los comercios de todo el mundo. En fin... ya veré. Los resultados, buenos. Sigue sorprendiéndome la nitidez de esta óptica tan sencilla y con más de 50 años a cuestas en su diseño. En Sevilla he hecho tres rollos, lo que tenía en casa, uno de Kodak Portra 400 y dos de Kodak Ultramax 400. Espero que hayan quedado también bien. No tienen porqué no.

Olympus Trip 35, la original, una cámara que siempre quise - Probada con Ilford FP4 Plus 125

Hace bien poco, la entrada anterior de este cuaderno de bitácora fotográfica, os presentaba los resultados de un rollo de película negativa en color expuesto con una Olympus Pen EE3. Y os comentaba algunas de sus características. Cámara de uso muy simple, con un programa de exposición que varía entre una amplia selección de valores de apertura y dos velocidades de obturación, asociado a un fotómetro de células de selenio que rodea el objetivo fijo de la cámara, un 28 mm f3,5, que es una focal estándar amplia para el formato subminiatura de 17 x 24 mm que ofrece la cámara. Es una cámara en la que el único parámetro que ajustas, si no usas un flash externo, es el índice de exposición en ASA (ISO en la actualidad), coincidente o no, según la voluntad del fotógrafo, con la sensibilidad nominal de la película. Así que de lo único que te tienes que preocupar es de elegir un motivo y encuadrar correctamente.

La Olympus Trip 35 y la Olympus Pen EE3.Como la Pen EE3 está más próxima al fotógrafo, parece que la diferencia de tamaño es pequeña, pero en la realidad es más sustancial.

Pero como ya decía, obtienes un negativo que es ligeramente inferior a la mitad del fotograma estándar de 24 x 36 mm que habitualmente se obtiene con la mayor parte de las cámaras que usan carretes de película biperforada de 35 mm, o formato 135 de película. Y claro, la capacidad de ampliación y el detalle que podemos recoger en nuestra fotografía está en relación con el tamaño del negativo. Por ello, en 1967, Olympus decidió sacar al mercado la Olympus Trip 35, una cámara que reúne las características principales de su serie Olympus Pen EE, pero con un tamaño de negativo de 24 x 36 mm. Y como su nombre indica, siendo una cámara más grande que las Pen EE, pero bastante compacta, orientada a los viajes ("trip" en inglés) de los aficionados, o de los no aficionados a la fotografía, pero que buscaban una cierta calidad en sus fotos de recuerdo. Siempre me ha apetecido tener una, pero he esperado hasta encontrar una buena oferta, de una cámara revisada y comprobada en su funcionamiento, con los sellos de luz cambiados, y con la "piel" que la recubre también sustituida y como nueva, de un bonito color... "borgoña" le llaman... a mí me parece más bien marroncito.

Estas dos fotos y las cuatro siguientes están realizadas con el índice de exposición a 125, sensibilidad nominal de la película, con negativos más densos de lo esperado.

Aparte del tamaño, ¿existe alguna diferencia esencial entre la Olympus Pen EE3 y la Olympus Trip 35? La Olympus Trip 35 comenzó a distribuirse en 1967, y es contemporánea de las últimas series de la Olympus Pen EE, hasta 1968, y de todas las series de la Pen EE2, desde 1968 hasta 1978, y de todas las series de la Pen EE3, desde 1973 hasta 1983. La Trip 35 dejó de comercializarse en 1984, momento a partir del cual se fabricaron otras Olympus Trip que no mantenían el mismo estilo que la Trip 35. Fue una cámara de mucho éxito. Todas estas cámaras comparten un mismo ángulo de visión, sea el 28 mm de las Pen o el 40 mm de la Trip 35, son similares. Son objetivos tipo Tessar, con cuatro elementos en tres grupos, y tienen muy buena nitidez. La Trip 35 se permite el lujo tener una apertura f2,8, que es dos tercios de paso más luminosa que las f3,5 de las Pen EE. Y junto al mayor tamaño del fotograma, hace que el enfoque sea más crítico. Por lo que la principal diferencia en el uso entre estas cámaras es que las Pen EE tienen el foco fijo, mientras que la Trip 35 "tiene" tres posiciones, retrato en primer plano, retrato medio, retrato de grupo y paisaje, representadas por iconos.

Pero mientras otros fabricantes que usan el sistema de los iconos no aclaran siempre cuáles son las distancias de enfoque de cada posición, Olympus, siempre detallistas, sí que lo hace. Porque si le das la vuelta a la cámara, verás que hay una escala de enfoque en pies y metros. Que se puede estimar la distancia de enfoque a ojo desde unos 90 cm hasta infinito, y que los iconos corresponden a los clics de fijación para las distancias de 1 metro, 1,5 metros, 3 metros e infinito. Más claro, agua. Ideal. Me encanta, porque realmente es útil para conseguir un buen enfoque, si estás acostumbrado a estimar la distancia de enfoque. Cosa que, después de años usando las Minox 35... se me da razonablemente bien.

Probé la cámara inicialmente con un rollo de Ilford FP4 Plus 125, revelado en Kodak HC-110 dilución C 1+19 durante 5' 15" a 21 ºC, mi fórmula habitual para esta película. Y los negativos resultantes fueron plenamente aprovechables con abundancia de detalle tanto en sombras como en las altas luces... pero con una clara sobreexposición, por lo densos que se ven los fotogramas, que yo estimé entre 2/3 y 1 paso. Por lo que volví a exponer otro rollo de la misma película, pero con un índice de exposición en la cámara de 200, aunque lo revelé exactamente igual que el anterior, como si el índice de exposición coincidiera con la sensibilidad nominal de la cámara. La llevé al foto paseo de AFZ Asociación de Fotógafos de Zaragoza, del que os hablé hace unos días. Los resultados fueron perfectos. Por lo tanto, ya sé que para una exposición correcta tengo que incrementar el índice de exposición un poco. Lo malo es que si usas película ISO 400... no tienes posiciones más allá de este índice de exposición para ajustar mejor la exposición. Como un poco de sobreexposición, salvo en diapositivas, no suele acarrear consecuencias especialmente importantes, tampoco le daremos más importancia.

Estas dos fotos y las dos siguientes están realizadas con un IE 200. Como el día estaba más soleado, la luz era más contrastada, con mayor riesgo de perder información por los extremos. Pero la película quedó bien expuesta, y la FP4 Plus pudo absorber sin problemas el contraste de la luz del mediodía.

Llegué a pensar en llevarme la cámara a mi reciente viaje a Italia, del que todavía no he hablado por estas páginas. Las ventajas de llevar esta cámara es que la focal de 40 mm me gusta más que el 35 mm de las Minox, y que no es dependiente de las pilas. En el momento de realizar el viaje, no disponía de pilas de repuesto para la Minox 35 GT-E, que lleva unos cuantos rollos con el juego actual. Y tenía planeado exponer unos siete rollos más durante el viaje. No es fácil encontrar las pilas adecuadas en los comercios de la ciudad. Las pido por internet. Las ventajas de la Minox es que es más pequeña, y sus posibilidades de intervención sobre la exposición son superiores. Finalmente, me arriesgué y me llevé la Minox. En general, estoy muy contento con la cámara que va a pasear conmigo con frecuencia. Planeo llevármela esta semana para usarla deambulando por Sevilla algún día. Y recientemente conseguí un adaptador de rosca para filtros que me permita usar los filtros de color para mejorar el contraste. El diámetro de rosca de las Pen EE y la Trip 35 es 43,5 mm, inhabitual para estos días. Pero tras buscar mucho encontré un adaptador de filtros de 49 mm a 43,5 mm que ya he empezado a probar, aunque no he podido revelar todavía el primer rollo usando filtro amarillo. Ya os contaré.

En color de medio formato (que no formato medio) - Olympus Pen EE3 con Kodak Portra 400

Continúo hoy el repaso a los rollos de película fotográfica expuestos durante el mes de septiembre. Fueron bastantes. Sin embargo, en octubre no va a ser así. Bueno,... en realidad sí. Lo que sucede es que van a estar asociados a viajes, y no al desarrollo habitual de mi afición fotográfica en mi entorno habitual. Conforme me vayan llegando del laboratorio os iré presentando también los rollos viajeros.

Hoy vamos a una cuestión. Periódicamente utilizo mis cámaras de medio formato, que no es lo mismo que formato medio. El formato medio son los rollos de película y cámaras que nos proporcionan unos negativos de tamaños que superan ampliamente el popular 24 x 36 mm sobre película de 35 mm biperforada. Antaño hubo una diversidad de tipos de película y formatos en el formato medio, pero hoy en día ha quedado reducida a los formatos más populares que se obtienen sobre el tipo 120, película de 60 mm de ancho. Según la cámara obtenemos negativos de 6 x 4,5 cm, 6 x 6 cm, 6 x 7 cm, 6 x 9 cm, 6 x 12 cm e incluso 6 x 17 cm, aunque la superficie de estos últimos iguala los del gran formato de 9 x 12 cm.

El medio formato son las cámaras que sobre película de 35 mm biperforada ofrece negativos que aproximadamente tienen unas dimensiones de 17 x 24 mm, vamos a decir que son la mitad que los habituales, y que por lo tanto podemos obtener el doble de fotogramas en un rollo de película que lo que es habitual sobre este tipo de rollos de película. Esa es la ventaja. El inconveniente es que, cuanto más pequeño es el fotograma, menos capacidad de ampliación y menos detalle recoge la película sensible. Lo cual puede ser un inconveniente importante para algunos... o una oportunidad creativa para otros.

Yo tengo en uso dos cámaras Olympus de medio formato. La prestigiosa Olympus Pen F, cámara réflex con visor de porro, de objetivos intercambiables, que es estupenda, bonita, una delicia de uso... y que vamos, está muy bien. Con un objetivo estándar de 38 mm f/1,8. Y la sencilla compacta Olympus Pen EE3, pequeñita, de objetivo fijo rodeado de un fotómetro de selenio, foco fijo a la hiperfocal, más o menos, porque la apertura es variable, ya que funciona con un automatismo en el que según los niveles de luz combina aperturas entre el f/3,5 y el f/22 con dos velocidades de obturación, 1/200 y 1/40 segundo. Y todo ello, sin necesidad de pilas.

La cosa es que casi siempre las uso con película negativa en blanco y negro. Porque el color, cuando lo mandas revelar y digitalizar, te suelen digitalizar los negativos por pares, como si fuera un negativo de 24 x 36 mm, no te digitalizan individualmente los negativos de 17 x 24 mm. Pero esto va cambiando, y en Carmencita Film Lab descubrí ya el año pasado que te los digitalizan individualmente. Y que puedes obtener ficheros de 20 megapixeles a partir de estos negativos en lugar de los 8 o 9 megapixeles máximo de antes. Por supuesto, eso no implica que puedas obtener toda la información y capacidad de ampliación de un negativo más grande. Pero aprovecha mejor la información que contienen estos pequeños negativos.

En septiembre, expuse un rollo de Kodak Portra 400 en la Olympus Pen EE3. Y en general, estoy contento con los resultados,... salvo que los negativos quedaron un tanto subexpuestos. Supongo que la antigüedad del fotómetro de selenio lo hace menos fiable. Y como ajusté el fotómetro a un índice de exposición igual a la sensibilidad nominal de la película para obtener colores más saturados aun a costa de un mayor grano... pues quedaron subexpuestos. Las próxima vez ajustaré a IE 200 y quedarán bien. No obstante, me gustan las fotos que he obtenido. Que no tienen nada de especial. Simplemente, el resultado de pasear por la ciudad.