José Garrido es el fotógrafo del Museo de Zaragoza. Y hace ya casi dos meses, algunos miembros de la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ) tuvimos la suerte de pasar con él la mañana de un domingo. En la que estuvimos en el museo, pero no visitamos propiamente el museo. Lo que hicimos fue enterarnos y comprender cuál es el trabajo del fotógrafo de un museo. Aunque sea de los que trabajan con medios modestos como José. Ambos somos empleados públicos en la misma administración pública, aunque sea en departamentos muy distintos. Pero ambos sufrimos la tendencia a la cutrez que tradicionalmente muestra en sus centros, servicios y proyectos.
Sinceramente, no me voy a extender mucho en describir la visita, aparte de agradecer a José su hospitalidad, claro. En el enlace que a las páginas de AFZ que he puesto antes podéis leer la crónica que Emilio Molins hizo de la visita ese mismo día por la tarde. Y a mí poco me queda que añadir o aportar a los que Emilio contó.
Pero, claro está, cuando voy por el mundo, llevo algunas de mis cámaras. Y tuve la ocurrencia de que ese día podía ser el adecuado para probar alguno de los carretes de Cinestill 800T en formato 120 que me quedaban, pero en esta ocasión subexponiendo la película y solicitando un forzado, un revelado más prolongado de la misma, a la hora de procesarla.
Sinceramente, después de la visita, tardé un tiempo en terminar el carrete y llevarlo a revelar. Pasaron muchas cosas, me entretuve como muchas de ellas, y un poco quedó en la reserva. De hecho, en estos momentos no recuerdo si el forzado de la película fue de un paso (IE 1600) o dos (IE 3200).
El caso es que por fin he podido encontrar un momento para mostraros estas fotografías. La cámara que utilicé fue la Plaubel Makina 67. Y se confirmaron dos cosas. El fotómetro puntual de la Makina permite un control exquisito de la exposición; si sabes lo que estás haciendo, no fallas. La Cinestill 800T procede del mundo del cine, donde los forzados son frecuentes, y es especialmente apta para este fin. Resultados impecables.
Pero... Pero... Pero algo fue mal. A los pocos días. Como la conversación con José Garrido fue tan amena, lo cierto es que ni siquiera terminé el carrete de película aunque sólo sean 10 exposiciones en formato 6x7. Así que volví a acudir al museo por mi cuenta unos días más tarde y... algo falló en el obturador incorporado en el objetivo de la cámara. La vuelvo a tener en dique seco, esperando un momento propicio para mandarla a reparar. A pesar del excelente estado en que parece estar, del cuidado con la que la manejo y de las virtudes que muestra, se está manifestando poco fiable mecánicamente... Una pena. A ver si cuando la mando a reparar, en su momento, ya queda en buenas condiciones para una buena temporada. Porque la combinación de óptica, fotómetro y formato hace que las fotografías que resultan sean una delicia.
Poco queda que contar ya de la excursión a Muel en el marco del III Encuentro Analógico organizado desde la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ) (Facebook). Mañana empezaremos las tandas de trabajo en el laboratorio para aquellos que no pueden revelar sus fotografías en su casa, o para quienes deseen hacer copias en la ampliadora tradicional del cuarto oscuro.
En esta ocasión, el uso de la película no tuvo nada de especial. Con un día soleado, no precisamente la luz que más nos gusta a los fotógrafos, muy dura y plana, fuimos haciendo fotografías mientras recorríamos el Parque Municipal de Muel. Empezando eso sí por los alrededores de la ermita y la presa romana.
Es cierto que ha habido fotógrafos notables, recuerdo en estos momentos a Ansel Adams, famoso paisajista, teórico y práctico de la fotografía norteamericano, que no han dudado en usar las horas centrales del día a su favor con película en blanco y negro. Lo fundamental es controlar los fuertescontrastes y aprovecharlos para componer la imagen.
Lo cierto es que la Fomapan 100 Classic, se come bien el exceso de contraste y revelada en Kodak HC-110, dilución B (1:32), durante 6 minutos a 20 ºC, ofrece detalle tanto en las luces como en las sombras aun en estos días de luz dura si está bien expuesta. Y hay que recordar que exponemos para las sombras y revelamos para las luces.
Por cierto, era día de fiesta, parrillas y ranchos, celebrando San Jorge, patrón de Aragón.
En lo que se refiere a la exposición, la Plaubel Makina 67 es una cámara que nos permite mucho dominio de la situación, ya que dispone de una medición parcial en el centro del encuadre. Por lo tanto, no es difícil medir para las sombras, asegurando que no se te queda el fotograma escaso de luz. Eso sí, para sacarle partido a estas cámaras con medición parcial, hay que saber leer la luminosidad de la escena, para saber dónde medir. No son cámaras para novatos. Aunque un novato que se vea obligado a aprender con una cámara de este tipo puede alcanzar una alto nivel de comprensión de la luz y de cómo medirla.
Por supuesto, habiendo una cascada, hubo que probar alguna exposición prolongada, lo que fue más sencillo aprovechando que llevaba un filtro rojo que se come tres pasos de luz.
Este filtro rojo debería habernos proporcionado cielos más densos y mayor contraste en la escena, al bloquear las longitudes de onda medias y cortas del espectro luminoso. Sin embargo, su efecto en los paisajes fue muy moderado.
Sí se produjo cierto oscurecimiento del cielo con respecto a las fotografías sin filtro, pero no de forma espectacular. Tendré que revisar la curva espectrográfica de la película para entenderlo mejor. O quizá mi filtro rojo de 58 mm, que tiene muuuuuuuchos años, igual no es de la mejor calidad y deja pasar una variedad de longitudes de onda mayor de lo que aparenta. No sé.
Llegado el momento, es decir al llegar al final del parque y comprobar qué hora se nos hacía, aprovechamos para hacer las últimas fotografías, los rollos de 120 se acaban enseguida con los 10 negativos de 56 x 68 cm que ofrece la Makina 67.
Terminamos haciendo una tertulia final mientras nos refrescamos con unas cervezas, hizo casi calor, y nos emplazamos hasta la próxima ocasión.
Si en la primera parte os mostraba las fotografías en color que realicé en el Parque Municipal de Muel y os contaba mi experiencia al usar una cámara de un solo uso para realizarlas, en esta segunda parte empezaré a hablar de las fotografías en blanco y negro. Como ya había visitado con anterioridad el lugar, planifiqué el uso de carretes en blanco y negro de acuerdo al previsible orden en que íbamos a hacer la visita al lugar; dejar los coches cerca de la ermita de Nuestra Señora de la Fuente, visitar la ermita con sus pinturas de Goya y luego pasear por el parque.
La ermita está muy aseada, muy cuidada, y sus principal atracción son las pinturas que se encargaron a un joven Francisco de Goya para decorar las pechinas la cúpula que cubre el crucero. Vamos que si la ermita tiene hasta un crucero, os hacéis a la idea de que no es un ermita pequeñita de las que hay perdidas por el monte. Como pudisteis ver en las fotografías en color, se encuentra sobre una presa de origen romano.
De todos modos, lo que más curioso me parece siempre es el cartel indicando el nivel donde llegó una avenida del río Huerva en 1765, que pasa por el pueblo, y que implica una cantidad de agua de carácter notable. Difícil de imaginar para quienes conocemos el aspecto tradicional de este río.
Desde el punto de vista fotográfico, la característica más notable es que la luz es más bien escasa. Sin utilizar el flash y en un encuentro de fotografía argéntica, este implica dos posibilidades. O lo prevés con mucho tiempo y buscas y encargas película de muy alta sensibilidad, que no vas a encontrar en estos momentos en Zaragoza con facilidad, o te dedicas a forzar alguna película más fácil de encontrar y popular.
Esta es la opción por la que opté yo. Aunque normalmente en la gama de los 400 ISO mis películas habituales son la Kodak Tri-X o la Ilford XP2 Super, últimamente estoy probando y cambiando costumbres. Y la película que tenía disponible y con ganas de probar forzando un par de pasos era la Ilford HP5 Plus.
Me llevé como cámara para blanco y negro la Plaubel Makina 67, cámara de formato medio que adquirí en Hong Kong, aparentemente en un estado excelente. Pero pronto empecé a observar una vez que la empecé a utilizar, que se producían filtraciones de luz a través del sistema de fuelle del objetivo retráctil, que es bastante luminoso para ser formato medio, un Nikkor 80 mm f/2,8.
Envié la cámara ha reparar hace unas semanas y me llegó lista para usar pocos días antes de la excursión a Muel. Así que era la ocasión para reinaugurla. Y en primer lugar, por lo tanto le puse un carrete de HP5 Plus, con la intención de exponerlo a un índice de exposición (IE) de 1600 en lugar del 400 nominal de la película. Pero cuando empecé a medir la luz con el fotómetro de medición parcial de la cámara, me di cuenta que con un IE de 1600 iba a ir muy justo. Tendría que usar velocidades de entorno a 1/30 segundo. Puede que quedasen bien, pero con un objetivo de este tipo había un cierto riesgo de quedase trepidadas. Así que al final usé un IE de 3200.
Por lo tanto, he tenido que forzar la película en el revelado nada menos que tres pasos. Según el Massive Dev Chart, con el revelador HC-110 de Kodak a una dilución A de 1:16 (o 1+15, como también podéis ver escrita), esto supone 9,5 minutos a 20 ºC. Agitación, la que uso habitualmente; continua durante los 30 segundos iniciales y luego cinco inversiones cada minuto. Curiosamente, al revelar otro carrete que no tiene que ver con este proyecto posteriormente, me he dado cuenta de que la columna de mercurio del termómetro esta ligeramente fragmentada, por lo que la temperatura real del agua debía de estar entre 21 ºC y 22 ºC. No sé cuantos días lleva así, porque los fragmentos del mercurio están discretamente agazapados en un extremo del termómetro. Tengo que agenciarme otro. El de reserva también tiene la columna de mercurio fragmentada, y peor. El caso es que puedo llevar días o semanas revelando a más temperatura de la debida. En cualquier caso, ese extra energético no me venía mal en esta ocasión.
El resultado lo podéis ver aquí. En general, he obtenido una gama tonal bastante agradable. Y como utilizaba la medición parcial de la cámara apuntando a zonas oscuras, tan apenas hay zonas con negros bloqueados, y no molestan. Creo que mi técnica global ha sido bastante buena. Me ha sorprendido lo discreto del grano. Pero eso puede deberse también al efecto de la limitada ampliación al escanear un negativo de 66 x 53 mm. Con un negativo de 36 x 24 mm el grano sería mucho más conspicuo.
Por supuesto, los colores de las pinturas de Goya no han quedado correctamente restituidos. Cosas del blanco y negro. Pero la experiencia está bien. Me he basado para realizarla en la de Matt Day como la cuenta en un vídeo de su canal de Youtube, que os dejo aquí puesto. En inglés, "sorry".
Y con esto me despido hasta la tercera parte de mi crónica fotográfica del encuentro.
En los últimos tiempos, los canales de vídeo de Youtube se han convertido en una fuente de información notable. Y estoy suscrito a unos cuantos, diversos. Veamos alguno de los destacados por algún motivo.
El primer canal de vídeo de Youtube al que recuerdo haber estado suscrito fue DigitalRev. Había estado haciendo una búsqueda sobre uso de objetivos Leica sobre cuerpos de cámara micro 4/3 y me apareció este vídeo presentado como ha sido habitual por Kai Wong. Supongo que tras la cámara estaba, no lo sé, Lok Cheung, que con el tiempo se convirtió en coprotagonista de las aventuras de probar nuevo material fotográfico.
Como contraste, el último canal al que me he suscrito, y que me está gustando mucho es el de José F. Ortuño. Guionista y realizador, te explica los secretos del cine de una forma concisa, concreta y fácil de entender. Os dejo su último vídeo subido, para quienes no se cosque todavía de qué va 2001: a space odyssey. Aunque sin referencias a Nietzsche, a mí ya me lo explicó cuando yo tenía 14 años y estaba en 8º de EGB mi profesor de ciencias, el señor Ibarra en el colegio Calasancio de Zaragoza, de cuyo nombre de pila no me acuerdo. Uno de los mejores profesores que nunca tuve, y uno de los culpables de que me gusten las ciencias como me gustan.
Pero hay otros diversos canales que sigo con real afición... Uno de los que suele aparecer en estas páginas, sobre fotografía en el sentido amplio de la palabra, es el de Ted Forbes, The Art of Photography, que en su último vídeo nos habla de la que se considera la primera fotografía conocida de la historia, un paisaje urbano de 1825 realizado por Nicéphore Niépce.
Como estos días estoy de vacaciones, durante una semana, y además se junta esta absurda colocación de fiestas oficiales a días alternos que lleva a que todo sea un caos en el sector de los servicios en España, estoy dedicando tiempo a mis aficiones, principalmente la fotografía. Espero la llegada de alguna compra, y estoy intentando o comprobando diversas cosas.
Por ejemplo, ayer estuve probando una combinación óptica para fotografía macro con un factor de reproducción mayor del 1:1 para Canon EOS o Canon EF, como prefiráis considerar.
Con una de mis cámaras clásicas como modelo, la Zeiss Ikon Contessa 35, encadené el Canon EF 50 mm f/1,4 USM con un tubo de extensión de Kenko de 36 mm y con el duplicador de primera generación Canon EF 2x Extender. El 50 mm y el duplicador no son compatibles entre sí, porque el objetivo no tiene espacio para alojar las lentes delanteras de duplicador que protruyen hacia adelante. Pero al colocar los 36 mm del tubo de extensión, el montaje es posible.
A la distancia mínima de enfoque de 45 cm, el 50 mm tiene una factor de reproducción de x 0,14 o x 0,15. Lo habitual en estos casos. Con los 36 mm de extensión, la distancia de enfoque baja a aproximadamente 20,1 cm, consiguiendo un factor de reproducción de x 0,87 aproximadamente. Bastante próxima de la escala de reproducción x 1, es decir, a tamaño real, cuando 1 cm en la realidad se corresponde con 1 cm en el sensor o en el fotograma de película. Pero si le ponemos el duplicador, manteniendo la distancia de enfoque, se duplica la ampliación, que se sitúa en el entorno del x 1,74.
La nitidez no está mal, aunque la profundidad de campo es ridícula. No obstante, en la fotografía anterior podréis comprobar cómo si bien los números centrales están nítidos, los de las esquinas tienen una pérdida de nitidez apreciable. Pero bueno... nada que pueda importar realmente mucho salvo en reproducciones críticas de objetos planos.
Me han llegado también en estos días los negativos en color que realicé durante la quedada "analógica" en la cartuja de Aula Dei hace unas semanas. Como ya venía sospechando, la Plaubel Makina 67, que da una calidad de imagen absolutamente impresionante, y que tiene unas proporciones de fotograma, más cercanas al 5:4 que al 7:6, que me encantan, sufre de filtraciones de luz. Que son mucho más claras y apreciables en las fotografías en color que realicé. Pero que al mismo tiempo me permiten deducir donde está el problema.
Claramente, el problema es que la espuma que cierra la tapa del compartimento de la película en la cámara, y que sirve como sello contra la luz en la cámara oscura, está degradada. Y permite el paso de la luz. Por lo tanto, tendré que llevarla a algún sitio para que me la cambien. Mientras, hoy mismo, voy a probar a hacer algún carrete sellando las juntas con cinta aislante negra. Para confirmar el diagnóstico.
En las fotografías también se aprecia el viñeteo mecánico de un parasol que le puse al objetivo, y que ha resultado demasiado largo para la focal del mismo. La última de las tres fotografías que he puesto es cuadrada, porque está al principio del carrete y parece que ha quedado cortada.
Por otra parte, el carrete de Kodak Portra 400 que le puse al final de la mañana a la Leica M2, y que terminé de exponer al día siguiente, tanto si usas el Carl Zeiss Biogon-C 35 mm f/2 como el Leica Elmar-C 90 mm f/4, los resultados son buenos. A la Leica, 20 años más antigua que la Makina 67, parece afectarle menos el paso del tiempo. Y con ellos despido esta entrada miscelánea.
El buen sabor que dejó el Encuentro "Analógico" entre socios de la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ) y participantes en el grupo Fotógraf@s en Zaragoza (FeZ) hace unos meses hizo que con frecuencia comentáramos la posibilidad de repetir estos encuentros de modo más frecuente. Y después de diversos contactos más o menos informales surgió la iniciativa de realizar una quedada "analógica" el sábado 19 de noviembre de 2016. Mantengo la palabra "analógica/o" entre comillas porque como ya he comentado en alguna ocasión no estoy de acuerdo con esta forma de designar a la fotografía con película tradicional basada en los haluros de plata. Fotografía fotoquímica me ha parecido siempre un término más adecuado para lo que no es captura electrónica, llamada también digital. Pero como intentar luchar contra "todo el mundo" es una guerra perdida, lo dejaremos en quedada "analógica".
El destino principal de la quedada iba a ser la Cartuja de Aula Dei, a pocos kilómetros de la ciudad de Zaragoza. Un destino complejo para fotografiar con película tradicional, ya que exteriores e interiores cuentan con condiciones de luz muy diversas. Desde un día de sol radiante a las puertas del monasterio cartujo, hasta la penumbra de la iglesia y los claustros del mismo. A continuación el equipo que me llevé al encuentro.
Como el acuerdo con los gestores de las visitas a la cartuja es que nos apuntaríamos a la visita de las 12 del mediodía, decidimos pasar la primera parte de la mañana en los alrededores del campo deportivo de El Gran Capitán en Montañana, donde podían surgir variadas posibilidades fotográficas; fotografía deportiva, paisaje, fotografía de entorno industrial,... Para esa primera parte del encuentro decidí utilizar mi reciente adquisición, la Plaubel Makina 67. Utilicé dos carretes de 120, un Kodak Ektar 100 expuesto a su sensibilidad nominal y un Kodak Portra 400, expuesto a IE 100-200, con el fin de aumentar la saturación de la imagen y reducir el grano. No he recibido todavía el revelado de estos carretes. Lo dejaré para otro día.
Una vez en la Cartuja de Aula Dei utilicé dos equipos. En primer lugar, en la Makina 67 cargué un carrete de 120 de Kodak Tri-X 400 para fotografías de exterior.
En las fotografías resultantes observé dos cosas. Una ya la había constado en los carretes que había expuesto hasta ahora con ella. La cantidad de información que proporciona el negativo de 69 x 55 mm, a poco que la exposición del mismo esté cuidada, hace que el manejo de estos fotogramas sea comodísimo y muy agradable. Con el fin de ensayar nuevas cosas, decidí que a los negativos en blanco y negro de esta quedada iba a aplicar el revelado desatendido con revelador Kodak HC-110. Ahora voy un poco con el detalle técnico del mismo.
En el caso del carrete expuesto con la Makina 67, para el que usé un índice de exposición de 250 en lugar de su nativo 400, lo que da negativos algo más densos, usé el revelador muy diluido, 1:160, en revelado desatendido, es decir, sin agitación o con una agitación mínima, durante una hora. El resultado fue bastante bueno. Dando el tamaño del negativo y la ligera sobrexposición de 2/3 de punto, el grano no es muy aparente, la gradación tonal muy buena gracias al efecto compensador. El detalle en los sujetos fotografiados bastante bueno, salvo porque...
Efectivamente, observaréis que en algunos fotogramas se observan luces parásitas, que en carretes anteriores achaqué a la utilización de filtros y demás, y que ahora empiezo a considerar si la cámara, a pesar de su impecable aspecto exterior e interior, podría tener alguna "fuga" de luz en el fuelle del objetivo retractil. No pasa siempre. Cuando no pasa, las fotos quedan impecables, muy nítidas. Pero a veces pasa y me hace pensar el llevarla a un servicio técnio a hacerle un chequeo. Es el problema de las cámaras clásicas compradas de segunda mano. Que siempre pueden tener algún problema de fatiga de materiales inaparente que aparece cuando se las empieza a usar con cierta asiduidad.
Además, el parasol que me he buscado es un poquito largo para la focal del objetivo, y viñetea algo. A ver como vienen las fotografías en color.
Para la visita al interior de la cartuja, opté por la ligera Leica M2. En principio con el razonablemente luminoso Zeiss Planar 50/2, y también con película Kodak Tri-X 400 pero expuesta a un índice de exposición de 1600. Dos pasos de subexposición a compensar en la medida de lo posible en el revelado.
También en este caso utilicé el revelado desatendido con Kodak HC-110, pero con alguna diferencia. Dado que había que compensar en la medida de los posible esos dos pasos de subexposición, decidí diluir solo has 1:100, con el fin de dar un poco más de intensidad al revelado, manteniendo el espíritu del revelado compensador del revelado desatendido ("stand development" en inglés). Dada la escasez de luz en algunas estancias del interior del monasterio, la velocidad de obturación usada en ocasiones fue un poco baja, dando lugar a algún negativo, no muchos, con falta de nitidez debido a trepidación. Pero la ausencia de espejo en movimiento en la Leica hace que se puedan usar velocidades de obturación más largas.
El resultado ha sido razonablemente bueno. Así como los negativos de la Makina 67 han sido digitalizados con el Epson Perfection Photo V600 a una resolución de 1800 pixeles por pulgada, para un tamaño de imagen de en torno a 20 megapixeles, los negativos de la Leica M2 han sido digitalizados usando la cámara Panasonic Lumix GM5 con el objetivo Panasonic Leica DG-Macro Elamrit 45/2,8 ASPH OIS. Una vez recortado lo que sobra por el hecho de que el formato del sensor y el de los negativos no es homólogo, te quedas con unos archivos de un tamaño entre 10 y 12 megapixeles. La digitalización en el V600 en esas condiciones óptimas de 1800 pixeles por pulgada, daría solo 4 megapíxeles, aproximadamente.
En un momento dado, utilicé también el objetivo Zeiss Biogon-C 35/2,8, un paso menos luminoso, pero que también se puede usar a una velocidad de obturación más lenta, con el fin de aumentar el ángulo de toma en los interiores del monasterio. Siempre me sorprende cómo un diseño tan antiguo como el de este Biogon, con los vidrios modernos que aplica Cosina, el fabricante, por indicación de Carl Zeiss, el diseñador y propietario de la marca, proporciona unos resultados tan buenos.
Por último, antes de finalizar la visita al interior del monasterio, aún me atreví a usar el teleobjetivo de Leica, el Elmar-C 90/4, simpático objetivo diseñado como compañero de la Leica CL, y cuya utilización es delicada en interiores por la limitada apertura máxima y porque hay que usar una velocidad de obturación más elevada. Osé usarlo a una velocidad de obturación de 1/60 s, y obtuve algún fotograma curioso, mejor de lo que esperaba. Con un poco de entrenamiento supongo que el porcentaje de fotos aceptables aumentaría.
De momento, nada más. A la salida del monasterio, con el carrete de Tri-X de la Leica M2 agotado, le puse un carrete en color de Portra 400 que terminé de exponer al día siguiente. Tampoco lo he recibido todavía porque ha viajado a Carmencita Film Lab con los de medio formato. Ya os contaré cuando tenga los resultados.