Hace cinco años se celebraba el 30º aniversario del lanzamiento al mercado de la primera cámara Canon EOS. Se inauguraba así un sistema fotográfico electroóptico (Electro Optical System - EOS), en la que la comunicación entre cámara y objetivos a través de su montura carecía de elementos mecánicos, realizándose exclusivamente por vía electrónica. Las ópticas llevan desde el principio incorporados los motores que accionan el enfoque automático y, con el tiempo, la estabilización de la imagen. Muy criticados en su momento, cuando yo compré mi primera réflex, una Pentax P30n, en 1989 todavía llovían críticas en los medios especializados después de dos años por haber "dejado tirados" a los usuarios de las Canon con montura FD y enfoque manual. Pero en pocos años Canon se convirtió en el fabricante con mayor volumen de ventas tanto en el sector consumidor como el profesional. Yo tengo cámaras Canon EOS desde 1993, una Canon EOS 100. Pero como estaban muy muy baratas, adquirí un cuerpo Canon EOS 650, el primer modelo de la saga, que salió al mercado en marzo de 1987, para celebrar el aniversario.
Sorprendentemente, porque no lo esperaba, la cámara me agradó mucho. Aunque era todavía un concepto en evolución, no del todo maduro, me resulta muy agradable de usar. Con cualquier tipo de óptica. Desde el EF 50 mm f1,8 original, con montura metálica y escala de distancias de enfoque que perdieron sus iteraciones posteriores, con el que conformaba un kit de venta en 1987, hasta objetivos más modernos de la última década. El único que me da algún problema, no funciona el enfoque automático, es el Tamron 35 mm f1,8, aunque lo he usado sin problemas en enfoque manual. También la he usado mucho para usar objetivos de enfoque manual, sobretodo de montura de rosca de 42 mm, con el adaptador correspondiente. Suelo usarla para la película negativa en color. El enfoque es más lento que los actuales, pero razonable y preciso. Y el sistema de exposición es muy preciso. Ahora, en este nuevo aniversario característico, los que terminan en 0 o en 5, el 35º, por muy poco dinero le he comprado un Canon EF 35-70 mm f3,5-4,5, el otro objetivo que acompañaba a la cámara en los kits de entrada al sistema. Podéis ver el conjunto más arriba.
Este objetivo, lanzado al mismo tiempo que la cámara en marzo de 1987, es muy similar estéticamente al EF 50 mm f1,8 de primera generación. Es más largo, para acomodar más elementos ópticos, así como el aro de accionamiento de la variación de focal, pero esas son las diferencias. Su fórmula óptica no era nueva, ya que venía heredada del objetivo con similar intervalo de focales y luminosidad para la montura FD. Como sucedió con otros objetivos iniciales para el sistema EOS con montura EF. Al igual que el 50 mm, su motor de enfoque es primitivo para los estándares actuales, no permitiendo el retoque del enfoque cuando está en modo de enfoque automático. Es más ruidoso que los silenciosos motores USM o STM, y más lento, pero razonablemente eficaz. El objetivo es bastante compacto y ligero. Su principal problema es que el elemento delantero, con la rosca de filtro, se retrae dentro del barrilete del objetivo, dificultando mecánicamente el uso de determinados accesorios, como parasoles enroscados en la rosca de filtro, de 52 mm, como la del 50 mm. Aunque no lo he comprobado, puede dificultar también el uso de polarizadores de montura fina.
Lo probé inicialmente con una cámara digital. Como EOS 5D Mark II la tengo sin usar desde hace tiempo, con la batería descargada, lo puse en la más ligera EOS RP con el adaptador de montura EF a RF. Funciona perfectamente, como era de esperar, en lo que se refiere a la mecánica del enfoque automático, algo más ligero este que con la EOS 650, y en cuanto a la comunicación electrónica entre objetivo y cuerpo de cámara. Eso sí... el diseño óptico no está bien adaptado a las exigencias de los sensores digitales modernos. Pero en cuanto cierras algo el diafragma, ya mejora bastante, y a f8 da buena calidad. Incluso he montado sin problema algún "panorama" con un par de fotos. Más que para hacer una foto de aspecto panorámico, para aumentar el ángulo de visión al unir dos verticales para montar una fotografía cuadrada.
Ese uso sobre cámara digital no es el uso que le pienso dar al objetivo en principio... aunque vete tu a saber,... porque es tan ligero... que si no necesitas la luminosidad de las ópticas fijas, es una óptica para pasear más versátil por su intervalo de focales, siendo ligero y poco llamativo. En cualquier caso, de forma inmediata pasé a calzarlo sobre la Canon EOS 650, que esa es la gracia de este pequeño capricho que no necesitaba en realidad para nada, con un rollo de película en blanco y negro. Le puse un Rollei Superpan 200 que andaba por el frigorífico desde hace un tiempo y para el que no tenía pensado un uso inmediato. Cuando se acerque el momento de la fotografía infrarroja pienso más en el formato medio que en la película de 35 mm, así que no me merecía la pena guardarlo más tiempo. Y como es una película económica, venía bien como rollo de prueba.
Los días en los que lo utilicé el tiempo no estuvo muy luminoso, y me di varios paseos con el objetivo por varios entornos, urbanos y cuasiverdes, es decir, espacios verdes urbanos. Su uso es cómodo, y salvo el primitivismo de su enfoque automático, que no es malo en realidad, es exactamente como había previsto. Un cómodo objetivo para salir a pasear. Con alguna ventaja que no había previsto... y es que tiene una escala de reproducción máxima de 1:5, que es mejor que el 1:7 o 1:8 habitual de las focales fijas de la época. Se consigue con el objetivo a 70 mm. Y haciendo fotografía de aproximación, se obtienen desenfoques bastante armoniosos. Basta ponerle un aro de extensión de 20 mm para tener una escala de reproducción 1:2. Y el mismo efecto se consigue con mi lente de aproximación de 3 1/3 dioptrías, aumentando con poco esfuerzo la versatilidad de la óptica como objetivo de paseo. Más cuando en esta fotografía de aproximación suelo usar el enfoque manual o el enfoque por aproximación progresiva al sujeto.
Para quien quiera conocer más detalles sobre el rollo puesto, recordar que la Rollei Superpan 200 es una película con sensibilidad extendida al infrarrojo, con amplia gama tonal. Como he hecho muchas veces, revelé el rollo con Kodak HC-110 dilución B (1+31) durante 6 minutos a 20 ºC. Hubiera querido revelarla con SPUR Acurol-N, pero olvidé consultar con antelación la tabla de revelados de este revelador, que indica que hay que exponer esta película a un índice de exposición 40 en lugar de su sensibilidad nominal ISO 200. En otra ocasión. Los negativos fueron digitalizados con la Panasonic Lumix G100 y el Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f2,8 ASPH OIS. Pocas veces más usaré esta cámara para este menester, ahora que la E-M5 III de Olympus ha llegado a casa. Pero sin problemas.
En fin... este objetivo, un capricho, barato, más que otra cosa. Pero seguro que lo aprovecho de vez en cuando. Ahora le he puesto una película negativa en color a la misma combinación de cámara y óptica... pero estamos con unos días muy modorros. Aquí no se ve la calima colorada porque estamos dentro del nublado de la borrasca que la provoca. Pero dicen que si llueve... lloverá barro.
Segundo rollo de Rollei Ortho 25 Plus de los que me dieron en diciembre por no usar, caducado hace casi dos años. No voy a entrar mucho en las características de la película. Me remitiré a la reciente entrada que publiqué sobre uno de ellos. Y tampoco dedicaré mucho a su procesado, porque fue el mismo que el de esa entrada, al mismo tiempo, en el mismo tambor de revelado, con SPUR Acurol-N durante 11 minutos con la dilución 1+70 a 20 ºC, y con un ritmo de agitación muy suave. Con prelavado para atemperar la emulsión a la temperatura de revelado, y usando agua desionizada, siguiendo la recomendación del fabricante. Negativos ligeramente sobreexpuestos, pero menos que los que hice con la Olympus Trip 35, en general muy fáciles de procesar en un proceso mixto químico-digital.
En lo que me voy a centrar en esta entrada es en las ópticas utilizadas. Como he señalado en el título de la entrada, la cámara que usé es la Canon EOS 650. Os recuerdo que la compré en 2017 por una cantidad ridícula de dinero, dado que está como nueva. Y que es perfectamente compatible con los más modernos objetivos Canon EF. Puede presentar algún problema de compatibilidad con objetivos de otras marcas para esta montura, como me pasa con el Tamron 35 mm f1,8, que tengo que utilizar en enfoque manual. Pero los objetivos que usé son otros muy distintos. De la época en que reinaba la película tradicional, a finales de los años 80 del siglo XX y en el principio y mediados de los años 90.
Mi primera Canon EOS fue la EOS 100, que tengo en perfecto estado de funcionamiento, que no uso mucho porque aunque es algo más ligera que la Canon EOS 650, 580 gramos de la primera frente a 660 gramos de la segunda, esta última es algo más pequeña y agradable de manejar, a pesar de que algunas de las opciones en los mandos de la EOS 100 son más modernas y adecuadas. Es un peculiar equilibrio de prestaciones y condiciones de uso. Hay que tenerlas en la mano para explicarlo mejor. Particularmente va bien con el mucho más moderno y pequeño Canon EF 40 mm f2,8 STM. Pero el caso es que la EOS 100, cuando la compré, venía con un EF 28-80 mm f3,5-5,6 USM que estaba bien, aunque con el tiempo sustituí por el estabilizado y más versátil, aunque no mejor ópticamente y más voluminoso, EF 28-135 f3,5-5,6 IS USM. Como era un objetivo muy poco luminoso, lo complemente con un EF 50 mm f1,8 II, objetivo plasticoso y barato, que tuvo mucho éxito, y con un Sigma Super-Wide 28 mm f1,8, que decía que estaba muy bien y era más barato que el similar de Canon.
En este rollo, primero usé durante una mañana de sol inclemente (por lo contrastado de la luz), aunque fría, con el 28 mm. Es un objetivo sólido, grandote, que venía con su parasol, y que cumplía con su misión de darme un angular luminoso cuando viajaba en los años 90, para interiores. No lo usaba mucho, pero siempre estuve conforme con él. Hoy en día, aprecio que tiene un enfoque lento y ruidoso. Los dos objetivos de hoy tienen motores de enfoque antiguos, ruidosos, con los que no se puede corregir el enfoque manualmente sin conmutar el mando del enfoque a manual. Y cuando analizo los fotogramas, teniendo en cuenta que la mayor parte de las fotos las hice a f8 o f11, aprecio una pérdida de definición acusada en el lado derecho del fotograma, probablemente por un descentramiento. Como no es compatible con las réflex digitales de Canon desde la Canon EOS 10D, a mitad de los años 2000 compré de segunda mano el Canon EF 28 mm f1,8 USM, que va mucho mejor.
Otro día, en el que madrugué para ir a comprar a un centro comercial al que me cuesta una hora ir caminando por la ribera del Canal Imperial de Aragón, con una luz más suave por la ligera bruma, y por estar el sol todavía relativamente bajo en el horizonte, le puse a la cámara el 50 mm. No es ese EF 50 mm f1,8 II que he mencionado. Ese, y otro similar, fallecieron en su momento por un problema de construcción notable. El bloque óptico de esos objetivos de plástico se unía al barril principal del objetivo, a su sistema de enfoque realmente, ya que este se hace moviendo hacia adelante y hacia atrás el bloque óptico como un todo, mediante tres puntos de sujeción de plástico. Si el objetivo recibía un golpe en el marco de plástico del elemento frontal, aunque no fuese muy fuerte, corrías el riesgo de que se fracturasen estos puntos de sujeción, y el objetivo quedaba arruinado. Me pasó con dos. Y cuando me estaba pensando en 1994 cómo sustituía al segundo objetivo roto, en una visita en Barcelona a Casanova Foto, me encontré con la primera versión de ese famoso 50 mm.
Esta primera versión, que se vendía como objetivo de serie con la EOS 650, por lo que es un conjunto histórico, el primero que se puso a la venta del sistema Canon EOS, tiene la misma fórmula óptica que el nifty fifty de plástico que tan mal resultado me dio. Pero estaba mucho más sólidamente construido, tiene la montura metálica, y una ventanilla en la que aparece la distancia de enfoque a la que estás trabajando. Mucho mejor en líneas generales, pero más cara de fabricar. Y ese lo tengo desde entonces. Y aunque ha sufrido alguna caída o golpe importante, sigue funcionando como el primer día y sin que parezca afectada su calidad óptica, que siempre ha sido reputado como muy buena, aunque sin llegar a la excelencia de otros 50 mm más prestigiosos para el sistema. Es un diseño óptico clásico, tipo Planar, con 6 elementos en 5 grupos, que tiene una prestaciones razonables a sus aperturas más abiertas, y muy buenas en cuanto diafragmas un par o tres de pasos. Como tantos objetivos clásicos de los años 70, 80 y 90 del siglo XX. Sigue funcionando muy bien, aunque me gusta más la focal de 40 mm como estándar, que la de 50 mm. Pero es más luminoso, claro. Y muy ligero, con solo 190 gramos de peso. Por supuesto, el sistema de enfoque automático antiguo, tiene inconvenientes notables respecto a los motores USM o STM.
En estos momentos, es difícil que me anime a seguir usando el viejo Sigma 28 mm. Ese descentramiento claro, con pérdida de nitidez en un lado de la imagen, no anima a usarlo, especialmente disponiendo de una focal similar Canon EF con motor USM, que sólo tiene ventajas sobre este Sigma. En cuanto al 50 mm,... pues de vez en cuando es divertido usar una combinación que podemos considerar clásica. La que se puso a la venta en 1987 cuando se estrenó el sistema Canon EOS. Tengo el Canon EF 50 mm f1,4 USM que tiene mejores prestaciones a igual apertura, con la ventaja de que abre a f1,4... aunque sin que sus prestaciones sean brillantes, y con la ventaja del motor USM. Pero es más grandote. Para la Canon EOS RP tengo el dedicado Canon RF 50 mm f1,8 STM, y ahí no hay dudas. Más pequeño, sin necesidad de adaptador de montura y más nítido y moderno. Y siempre considerando que, si no necesito la luminosidad de estos objetivos, en realidad prefiero usar la focal de 40 mm.
Voy usando la Fujifilm GFX 50R. Con parsimonia. No es una cámara para usar cotidianamente o para cualquier cosa. Para eso son más convenientes otras más ligeras. Y además en la mayor parte de las ocasiones no necesitamos los 51 megapíxeles de información que suministra esta cámara de formato medio digital. Pero cuando la uso estoy satisfecho. Como en un reciente viaje en el día a Olite, cuyas fotos podéis ver en mi Cuaderno de ruta (y aquí).
Cuando la compré, con su Fujinon GF 50 mm f3,5 (me voy a ahorrar el resto del largo nombre del objetivo, lleno de absurdas siglas), era consciente que tardaría en tener otro objetivo dentro del sistema. Es mucho gasto. Pero no me importa en exceso. En la excursión a Olite quedó probado lo que ya suponía... que por mucho que nos vendan la necesidad de equipos muy amplios y más o menos sofisticados, durante décadas la gente viajó por el mundo con una sola longitud focal y eso no les impidió hacer fotos estupendas. No obstante, en casa tengo muchas ópticas de otros sistemas. Y una de las ventajas de los sistemas sin espejo es que se les puede adaptar cualquier óptica con una distancia de brida superior a la del sistema. La distancia de brida es la distancia entre el plano de la montura del objetivo y el plano de la superficie sensible. Así que cualquier objetivo para cámaras réflex y algunos para cámaras sin espejo puede ser adaptado a la GFX 50R.
Algo que he hecho en más de una ocasión con cámaras de sistemas con sensores más pequeños, en la GFX 50R surge un inconveniente. El sensor es más grande. Y las ópticas están diseñadas para cubrir un círculo con un diámetro de imagen determinado. Por lo que lo más probable es que la mayor parte de ellas generen un viñeteo más o menos intenso en la fotografía. Pero,... bueno... existen los sistemas de formato medio para película tradicional, que suelen cubrir un fotograma más grande que el de la GFX 50R. Como los tres objetivos que tengo para Hasselblad V, que cubren un fotograma de 54 x 54 mm, dos veces mayor que el de la Fujifilm, con una diagonal 1,4 veces mayor que la del sistema GF.
Existen varias marcas, la mayor parte de ellas chinas, que hacen adaptadores para ópticas con montura Hasselblad V sobre cámaras con montura Fujifilm GF. Pero opté por la solución de Hartblei, que fabrica en Ucrania aunque comercializa a través de Alemania, evitando los sobrecostes de aduanas, por vender desde la Unión Europea. Es el adaptador que más valorado está, un cilindro hueco de aluminio anodizado negro, muy consistente, y que presume de tener un tratamiento interior que evita por completo las luces parásitas por reflejos internos. Y no es necesariamente más caro o mucho más caro que los mejores adaptadores chinos, por lo que ahorrándonos las aduanas... incluso sale más barato.
Hay que decir que lo considero una prueba inicial para valorar la posibilidad de algo más sofisticado. Tanto Hartblei como alguna marca china fabrican adaptadores con movimientos de desplazamiento de la óptica, aprovechando el mayor tamaño de la superficie cubierta por las ópticas para Hasselblad. Lo cual es idóneo para fotografiar arquitectura, evitando la convergencia de líneas por los contrapicados de cámara. Algunos permiten también la basculación de la óptica, modificando el plano de enfoque. Como en las cámaras técnicas de gran formato. Pero no son baratos. A la hora de invertir en uno de ellos, hay que asegurarse de que merece la pena. Porque por buena reputación que tengan los objetivos Carl Zeiss para Hasselblad, se diseñaron para un sistema muy distinto que el Fujifilm GF.
Por ejemplo, hay muchas personas que creen que los objetivos de formato medio son superiores en resolución óptica a los de las cámaras para película de 35 mm. Pero eso no es así. Como el tamaño del fotograma que obtenemos con una cámara de formato medio es mucho mayor, el grado de ampliación que sufre la copia final suele ser inferior, por lo que puedes alcanzar un resultado mejor con una óptica con menor resolución óptica que con un sistema para película de 35 mm. Sin embargo, en el mundo digital, la densidad de los píxeles hace que no puedas permitirte estos lujos, como regla general. Si la GFX tuviera la densidad de píxeles que tiene mi Canon EOS RP, sólo tendría una resolución espacial de 43 megapíxeles. Aunque si tuviera la de la Panasonic Lumix G9, tendría una impresionante resolución espacial de 129 megapíxeles. Por lo tanto, en general las ópticas para sistemas digitales tienen que estar preparadas para situaciones muy exigentes.
De las tres ópticas Carl Zeiss que tengo para Hasselblad, hay una que no me interesa adaptar. Es un Distagon 50 mm f4 C T*, coincidente en longitud focal con el objetivo que traía la cámara. Y no hay duda; el Fujinon es mejor que el Distagon. Pero el Planar 80 mm f2,8 CF T* y el Sonnar 150 mm f4 C... que funcionan como teleobjetivos con la GFX 50R sí que pueden ser interesantes. Son estos los que probé hace unos días.
El 80 mm es el objetivo más moderno de los tres, con la fórmula óptica más actualizada, y con los multirrevestimientos de las lentes que han dado a las ópticas Carl Zeiss su merecida fama de objetivos muy contrastados, y que viene indicado por la apelación T*. La llevé en un amplio paseo un sábado por la mañana en el que fui por paisajes urbanos diversos, para terminar con unas cuantas fotos en la terminal ferroviaria industrial del Polígono Cogullada en Zaragoza. En general, podemos decir que fue el primer contacto, en el que pude comprobar que el uso de estos objetivos es engorroso. Hay que acordarse de cerrar el diafragma manualmente, porque si no, da igual lo que le indiquemos... hará las fotos a plena apertura. En general, las fotos resultaron bastante nítidas y contrastadas, pero no tanto como con la óptica nativa de Fujifilm. Se aprecia claramente la distancia generacional entre ellas.
Por la tarde el puse el 150 mm. Este objetivo es el más antiguo de los tres, su fórmula óptica tiene décadas, y sus lentes, según creo, tienen revestimiento antirreflejos, pero sencillo. De ahí que no luzca la etiqueta T* en su nombre. Aunque a veces cuando lo menciono se me olvida y se la pongo. Pues no. No es pata negra. Es más antiguo. Nunca me ha supuesto un problema en realidad. Lo usé en un paseo por el recinto Expo 2008 al atardecer. Una caminata tranquila entre el puente de la Almozara y la parada del autobús urbano de la línea Circular 1 frente a la Torre del Agua. Coincidiendo con un bello y cálido atardecer. El objetivo mostró lo que los fanáticos de las marcas llaman "carácter". Es decir mostró todas sus debilidades y su incapacidad para competir con las ópticas modernas. Sufre mucho en contraluces, y en general tiene un contraste y una resolución claramente por debajo de cualquier óptica moderna y de la del propio 80 mm comentado con anterioridad. Lo cual no quiere decir que las fotos no puedan ser interesantes. Pero hay que ser conscientes de sus limitaciones. Curiosamente, me resultó más sencillo de manejar que el 80 mm, una vez adaptado a la Fujifilm GFX. Con la Hasselblad 500CM es al contrario; la óptica CF, más moderna, es más sencilla de manejar que la óptica C, más antigua.
¿Cuál es mi veredicto final? Usaré de vez en cuando el adaptador con estas ópticas, seguramente. Entendámonos. Están a la zaga de las ópticas modernas, pero diafragmados a f8 o f11 producen fotografías perfectamente utilizables, suficientemente nítidas para la mayor parte de los espectadores, cuyo valor dependerá de la capacidad del fotógrafo para realizar imágenes significativas. Pero de momento queda en suspenso la posibilidad de comprar el adaptador con desplazamientos, mucho más caro. Porque no tengo claro que la calidad de las ópticas sobre el sensor de la GFX 50R acompañe las necesidades de la fotografía de arquitectura. Reconozco que tengo que probar también el Distagon 50 mm, que es de una generación intermedia a los dos anteriores. Es de la serie C, como el Sonnar 150 mm, pero tiene los multirrevestimientos T* de las lentes como el Planar 80 mm. y por ser la focal más corta, sería el más adecuado para la fotografía de arquitectura en la mayor parte de las ocasiones. Y próximamente probaré un adaptador para ópticas Canon EF. Muchas de ellas cubren un círculo de imagen muy próximo al del sistema GFX. Y en cualquier caso, la GFX 50R tiene un modo "35 mm" en el que sólo usa un rectángulo de 24 x 36 mm con una resolución de 30 megapíxeles que no está mal. Si funciona bien, hasta que vaya pudiendo adquirir otras ópticas del sistema, puede ser un adición interesante al equipo, especialmente para usar las ópticas L de que dispongo, el EF 24-105 mm f4L USM, que me proporcionaría focales grandes angulares y teleobjetivo corto, y el EF 200 mm f2,8L USM, que me proporcionaría un teleobjetivo medio. Incluso algo más con el duplicador de imagen. Ya os contaré.
De forma más o menos racional, más o menos arbitraria, en fotografía se dividen las distancias focales de los objetivos fotográficos entre angulares, normales o estándares y teleobjetivos. El parámetro importante para incluir un objetivo en cada uno de estos grupos es el ángulo de visión. Los que tienen una visión más amplia, con una gran ángulo de visión se denominan angulares o grandes angulares. Los que tienen un ángulo de visión estrecho y sirven para magnificar los objetos distantes son los teleobjetivos. Y los que están en medio, los normales o estándares. También tienen una repercusión en su diseño, los objetivos normales o estándares han sido tradicionalmente más sencillos de fabricar. Por lo que uno podría pensar que tradicionalmente han sido considerados como "normales", porque eran los que se incorporaban a las cámaras con un compromiso calidad-coste adecuado.
Siempre ha habido un problema con el parámetro principal del objetivo. En lugar de darse en forma de ángulo de visión, por ejemplo, un objetivo de 40 º de visión en su dimensión horizontal... se da en forma de distancia focal, en mm o en cm. Para un fotograma de 24 x 36 mm, esos 40 º de visión en su diagonal de alrededor de 43 mm, es una distancia focal de 50 mm. Pero en formato medio puede rondar entre los 60 y los 105 mm, y en formatos más pequeños puede estar entre los 24 y los 32 mm, según el tamaño del negativo. Me refiero a los sistemas con objetivos intercambiables. Si añadimos cámaras compactas, teléfonos móviles y otros... todavía hay más variabilidad. Un lío. Por ello, con frecuencia se habla de focales equivalentes a la del formato de pelicula 35 mm o full frame en digital, ese negativo que popularizo Leitz Camara (Leica) a partir del diseño de Oskar Barnack, de 24 x 36 mm.
Cuando yo empecé en la fotografía me dijeron... "entre 40 y 60 mm, es normal; 35 mm o menor es un angular; 70 mm o mayor es un teleobjetivo". Por supuesto, como he dicho, en el formato de Oskar Barnack. En otros lugares, hay otras clasificaciones parecidas, por con límites que varían un tanto. Por ejemplo, en la clara y comprensible, siempre que leas en inglés, Cambridge in Colour, dan esta clasificación, con los usos asociados más frecuentes;
Menos de 21 mm: Super gran angular - Arquitectura.
Entre 21 y 35 mm: Gran angular - Paisaje.
Entre 35 y 70 mm: Normal - Fotografía documental y calle.
Entre 70 y 135 mm: Teleobjetivo medio - Retrato.
Entre 135 y más de 300 mm: Teleobjetivo - Deportes, aves y vida salvaje.
Ni qué decir tiene que cada cual utiliza sus objetivos con sus distancias focales como mejor le conviene. Pero son los usos que en esa página entienden como más frecuentes.
Para mí, durante años, en la práctica, el 50 mm y equivalentes en otros formatos era la focal estándar. El 35 mm es angular moderado. El 70 mm el teleobjetivo corto. Y a partir de ahí... lo que fuese. Hasta que compré mi pequeña Leica CL con su Summicron-C 40 mm f2. Me enamoré de este objeto, y de su distancia focal. Desde entonces, empecé a considerar que el 50 mm era un estándar con ínfulas de teleobjetivo. Y que la focal que realmente me acomodaba como estándar eran esos 40 mm. Y desde ese año 2000 hasta la fecha, durante 22 años, ha sido mi punto de partida. Por eso, mi focal más usada en micro cuatro tercios es el 20 mm asférico de Panasonic. Por eso, desde que Canon sacó al mercado el EF 40 mm f2,8 STM es el objetivo que más he usado en el formato completo digital. Por eso, me encuentro más cómodo en cámaras compactas con los 40 mm de la Leica Minilux o de la Olympus Trip 35, que con los 35 mm de la Minox 35 GT-E o de la Olympus mju-II. Aunque las diferencias no sean muy grandes, pero desde luego no despreciables. Por supuesto, es una preferencia personal.
Por ello también, desde que me la traje de Nueva York en 2013, una de las cámaras de formato medio con la que siempre me he sentido más cómodo es la Fujifilm GS645S Wide 60. Las fotografías realizadas con un rollo de Kodak Ektar 100 el día 29 de diciembre del año pasado en esta cámara ilustran esta entrada. Una combinación de cámara y película que me encanta. Y si la luz es adecuada, abundante, pero no extrema ni muy contrastada, es una paisajista estupenda. Especialmente, si el paisaje está en ese lugar que ni es la ciudad ni es eso que llamamos "el campo".
Hemos de advertir sin embargo que, si hacemos las cuentas, ese Fujinon 60 mm f4 fijo que lleva la cámara, en cuanto a las diagonales, para un fotograma de 56 x 42 mm se correspondería más bien con un 37 mm en el formato de Oskar Barnack. Pero la tendencia de la cámara a usarla en formato vertical y el hecho de que la relación de ese fotograma sea 4:3 en lugar de 3:2 hacen que para mí esté más cerca en su uso de los 40 mm que de los 35 mm. Y esta querencia por este equipo, al que sólo le faltaría una factura más consistente, menos plasticosa, menos endeble, hacen que en un momento dado me empezara a fijar y a seguir esa Fujifilm GFX 50R con el GF 50 mm f3,5, que en su visión se aproxima mucho mucho en digital a lo que hace la GS645S en película. Por eso, el día siguiente a la llegada de la GFX 50R salí a la calle con las dos cámaras. Las fotos de hoy son las de la cámara de película tradicional.
Yo los propósitos de cambio no los hago el día 1 de enero del año correspondiente. A propósito de que estamos en esas fechas cuando todo el mundo hace... eso... propósitos. Durante el 2021 me hice un propósito, cuyo logro me ha costado esfuerzo y constancia, pero que llegado diciembre iba muy bien. Así que decidí premiarme. Un premio en consonancia con ese esfuerzo. E inspirado por una cámara que tengo y uso desde mi viaje a Nueva York en 2013. Próximamente volveré a la cuestión con la excusa de un rollo de Kodak Ektar 100 que hice con ella en diciembre.
Este "premio" autootorgado del que hablo... es una cámara fotográfica. Distinta de lo que tengo hasta el momento. Y ha venido facilitado por los cambios en las listas precios de cámaras fotográficas en los últimos años. Veamos como lo explico...
La fotografía digital... es muy práctica y conveniente. Pero puede ser un poco aburrida. Es la que más practico en los viajes. Donde no es aburrida. Y no es aburrida porque, para mí, viajar no es nada aburrido. Pero en lo cotidiano, me resulta más desafiante el uso de cámaras para película tradicional. La película tradicional es mucho menos conveniente que la captura digital. Tarda más. Tienes que gastar en consumibles. Los resultados son "menos perfectos", suponiendo que esto signifique realmente "algo". Pero precisamente por sus limitaciones, me resulta mucho más estimulante y me ayuda a mejorar más. No soy profesional, y por lo tanto no tengo obligación a obtener un rendimiento. Lo hago por mi satisfacción. Y mi satisfacción está asociada al esfuerzo personal. Conseguir un foto decente despues de tirar 300 fotos en una tarde en lo que yo llamo "el éxito por aplastamiento estadístico",... no me resulta estimulante. Y es algo, que se reconozca o no, se hace.
En película tradicional, hay un ámbito que me obliga a esforzarme mucho más para conseguir buenos resultados. "Buenos resultados" a mi nivel. Nunca seré un artista; pero puedo aspirar a ser un razonable artesano. Y ese ámbito de esfuerzo persona es uso cámaras de formato medio. Conseguir buenas fotografías con calidad intrínseca, nítidas, bien enfocadas, sin trepidación, y además con una composición razonablemente buena, con un fotograma de 56 x 56 mm es más difícil, exige más esfuerzo, atención y dedicación, que con el fotograma tradicional de 24 x 36 mm. O con un negativo de 56 x 42 mm que es el de la Fujifilm GS645S Wide60 a la que me refería antes. Pero yo opino que se aprende más y quedo más satisfecho tirando por la vía complicada. Es como soy.
Las cámaras digitales son demasiado competentes. Con mis cámaras de formato micro cuatro tercios, que perdonan más los errores que otras de formato mayor, es relativamente sencillo conseguir fotografías nítidas y utilizables, especialmente en mis viajes, donde las uso. Otra cosa es que las fotos sean buenas a nivel conceptual, estético, de contenido. Pero eso no tiene nada que ver con la cámara. Tiene que ver con el cerebro del fotógrafo. Y no es de lo que hablamos hoy aquí. Con un formato pequeño, de 17,3 x 13 mm, es más fácil enfocar bien, es más fácil que la foto no esté trepidada o no se note la trepidación, y más con los medios de estabilización de la imagen de hoy en día. Por eso y por el ligero tamaño y peso de las cámaras y los objetivos, son ideales para viajar. Nadie conseguirá hacerme cambiar de idea en eso. Dan un excelente rendimiento, permitiendo ampliaciones de tamaño Din-A2 sin problemas. ¿Quién diablos quiere más complicación de cámara si no es profesional?
Al igual que con la película, si uno quiere tener desafíos, tiene que pensar a lo grande... Pero pensar a lo grande en digital es... considerablemente más caro que con la película tradicional. Hasta que Pentax y Hasselblad empezaron a sacar cámaras con un sensor de 44 x 33 mm por precios entre los 9000 y los 12000 euros, los precios del formato medio digital se movían en las varias decenas de miles de euros. Y hablo sólo del cuerpo. Los objetivos cuestan también algunos miles de euros, incluso en sus focales sencillas más habituales. Recuerdo que en 2014, en París, en el bulevar Beaumarchais, donde se agrupaban tradicionalmente los comercios de fotografía, una solución económica para el medio formato digital era adquirir un respaldo digital para las Hasselblad V, como mi 500CM, por 12000 euros. Todo muy caro, si no eres un profesional que esperas un retorno sobre la inversión. Pero la suma de otros actores en este panorama, especialmente Fujifilm, ha ido modificando el paisaje. Y los precios se han ido ajustando. Y de repente es posible conseguir una cámara, un objetivo y un flash pequeño, para rellenos, por el precio de una reflex digital de 24 x 36 mm. Porque los precios de los formatos más pequeños y asequibles han ido al alza en los últimos tiempos. Los fabricantes están abandonando las gamas básicas de sus ofertas, y se están centrando en las cámara para profesionales y aficionados avanzados, que dejan más margen. Si repasamos las gamas de cámaras de objetivos intercambiables sin espejo réflex, no encontramos en la práctica tan apenas cámaras en los 600 euros como sucede con las cámaras digitales réflex, que sí tienen esta gama de cámaras, pero que hace mucho que no se renuevan.
La cámara que he adquirido es equivalente a lo que en los concesionarios de coches llaman "coches de km. 0". No ha salido de la tienda, pero su envase ha sido abierto y ha sido utilizada por un vendedor para demostrar su funcionamiento. Tiene algunas actuaciones de obturador en su haber... pero poca cosa; 420 en mi ejemplar. Y su llegada al comercio es sólo de unos meses antes de la compra. Por lo tanto, no se puede considerar nueva, pero en la práctica es a estrenar. Y ha perdido valor. Y así es como conseguí mi Fujifilm GFX 50R, con sensor de 44 x 33 mm, aproximadamente. Venía con un firmware 2.2, cuando en septiembre de 2021 salió el 2.3, por lo tanto es anterior a esa fecha, pero por lo demás como nueva, con sus garantías y sus todos. Es un kit, y viene acompañada con un objetivo estándar, un Fujinon GF 50 mm f3,5 R LM WR, y un pequeño flash EF-X20, de número guía 20 como se puede suponer, que es una potencia modesta, pero superior apreciablemente a la de los flashes integrados que habitualmente llevan las cámaras que los incorporan, o de los minúsculos flashes que vienen como complemento de sistemas de formatos más pequeños. La mayor parte de los equipos de formato digital de formato 24 x 36 mm sin espejo que han salido en el mercado en los últimos tiempos, con objetivo incluido, salen más caros que lo que me ha costado a mí. Y no digo con ello que sea barata. Pero es que los equipos fotográficos de cierto nivel... no salen baratos.
La cámara la encargué antes de Navidad a un comercio austriaco y me anunciaron como fecha probable de llegada el 11 de enero. Pues bien, el 27 de diciembre llamaron a mi puerta con ella. Así que he tenido unos cuantos días para ir probándola. Como he dicho, la captura se realiza con un sensor de 44 x 33 mm de tamaño, lo que es 1,7 veces más grande que el 24 x 36 mm, 3,7 veces más grande que los APS-C, y 6,5 veces más grande que los micro cuatro tercios. Grosso modo. Pero es más pequeño que los sensores de lo que algunos consideran el "formato medio real", que con 54 x 41 mm de tamaño en cámaras Phase One y Hasselblad, carísimas, son 1,5 veces más grande que ese formato medio asequible. Cuando digo carísimas es multiplicar el precio del cuerpo de mi Fujifilm GF 50R cuando la venden como totalmente nueva por 10. Eso sí... los de Fujifilm no se cortan un pelo... y al formato 44 x 33 mm lo llaman "gran formato" (large format). Con un par.
Por supuesto... cuanto más grande es el tamaño del sensor de imagen, más difícil es conseguir un fotografía de calidad técnica intrínseca. Más delicado es el enfoque preciso, más fácil es que trepide, más pesado es el equipo, mejores y más grandotes tienen que ser los objetivos, el desafío se multiplica con el tamaño. Y encima tienes que plantearte hacer fotos que justifiquen haberte metido en este embolado. Pero bueno... tiempo al tiempo. Para empezar, el objetivo acompañante, ese 50 mm que tiene un ángulo de visión similar a los 40 mm del 24 x 36 mm, focal que me encanta, es realmente nítido. Nuevamente, una focal que me agrada y me convence por experiencias previas, como el Fujinon 60 mm de la Fujifilm GS645S Wide60 o el Summicron 40 mm de la Leica CL.
El objetivo es muy nítido. En algún sitio he oído que decía que era un pancake del formato medio. Pero supongo que sería un humorismo. Porque aunque mucho más pequeño que otros objetivos del sistema, no es pequeño en términos absolutos. De todas formas, el conjunto es llevadero. No es más oneroso que una réflex del llamado full frame con un zoom estándar, tipo 24-70 mm f4, colocado. Es menos.
Siendo la GFX 50R la cámara más básica del sistema GFX de Fujifilm, tiene la forma rectángular de las telemétricas, aunque no lo es, que algún listo ha confundido la analogía con la realidad en alguna "review", y carece de estabilización de imagen incorporada en el cuerpo. Algunos objetivos del sistema la llevan incorporada ellos, pero no el "pequeño" 50 mm. Es una cámara que está atrayendo a fotógrafos de paisaje, que no necesitan la estabilización, porque usan trípode, pero también a ciertos fotógrafos documentalistas. Estos tampoco necesitan la estabilización, porque muchas veces tienen que fijar al sujeto, y no a la cámara. Y para ello hay que subir la velocidad de obturación necesariamente. Con el tiempo he aprendido a relativizar la importancia de esta prestación, la estabilización de imagen, en mis viajes. Y lo que sí que tiene, si la vas a sacar a la intemperie, es que tanto la cámara o como el objetivo son resistentes a las inclemencias del tiempo atmosférico y la intemperie. Muy resistentes. Muy bien.
Todavía me queda mucho para terminar de familiarizarme con el sistema. Tengo que ir encontrando las opciones de personalización del funcionamiento que me acomoden. Porque algunas de las opciones por defecto de la cámara no me gustan nada. Por ejemplo, la rueda que controla la sensibilidad ISO están en un lugar y tiene un tacto, que es facilísimo moverlo sin querer. Y no es cuestión. Las cámaras de Fujifilm tienen buena ergonomía, pero siempre tienen alguna tontada inexplicable para unas máquinas tan pensadas y cuidadas. En algún momento del día, los ingenieros japoneses deben tener una hora tonta al día... y todas las cámaras de la marca vienen con una tontada u otra como consecuencia. Es lo que me dicta mi experiencia con la marca [Nota al pie]. De momento nada más, que ya me he enrollado mucho. Os dejo puestas algunas fotos de la cámara y de las que he hecho estos días para irme familiarizando... y hasta la próxima.
[Nota al pie] Con esto de que muchos fotógrafos, profesionales o aficionados, configuran tribus basadas en sus marcas preferidas, pululan por ahí los "fujistas" y "X-photographers". Yo no me considero "fujista". Incluso si tengo, por orden de adquisición, una compacta muy simpática, la Fujifilm Finepix F10 de 6,3 megapíxeles, la GS645S para película de formato medio, la Fujifilm Finepix XF10 que os recordaba recientemente, y la Fujifilm Instax SQ6 para película instantánea tipo Instax Square. Cosas mías... me cuesta identificarme con las tribus. Más cuando uno de esos "fujistas", cuando me planteé acudir a una de sus quedadas con la GS645S, me dijo que a lo mejor no era mi sitio... al parecer entendía por "fujista" a quien llevase una cámara digital de la serie X con sensor APS-C. Qué melonada, ¿verdad?