En el mismo tambor de revelado que el rollo que os comentaba hace unos días entró este otro, también con película Lomography Potsdam Kino 100, pero expuesto con la Hasselblad 500CM calzada con el Planar 80/2,8 CF T* y en una condiciones de luz muy distintas.
Como ya he comentado en un par de ocasiones, está película rescatada por Lomography entre las utilizadas en la antigua Alemania oriental, creo, no me disgusta nada. El rollo que comentaba el otro día, expuesto con la Fujifilm GS645S Wide 60, tuvo que enfrentarse a una luz dura, casi en las horas centrales del día, un día soleado, y ponía a prueba su capacidad de encajar correctamente los valores extremos de iluminación. Máxime cuando la medición de la luz con el fotómetro integrado del Fujifilm resultó en unos negativos un tanto subexpuestos. Pero el resultado no fue malo, como comentaba.
Una semana más tarde, cogí otro Potsdam 100, y lo cargué en un respaldo de la Hasselblad. Fue un paseo por la tarde, una tarde en la que había abundancia de nubes con algunos claros. Incluso amenazó lluvia en algún momento. Por lo que la luz era mucho menos dura, las escenas mucho menos contrastadas. Las Hasselblad, en sus configuraciones más básicas, no lleva fotómetro integrado en la cámara, por lo que usé uno de mano, el pequeño pero capaz Gossen Digisix. El resultado fue unos negativos mucho más correctamente expuestos que con la Fujifilm. Todos estaban exactamente en su sitio con respecto a sus valores medios. Y como el contraste de las escenas fotografiadas, salvo algún caso aislado, no era muy amplio, sin problemas para encajar las sombras más profundas y las más altas luces.
Al igual que en el anterior rollo, que entró en el mismo tambor de revelado, opté por la sensibilidad nominal de la película y por los tiempos de revelado recomendados con carácter general. Revelada en Kodak HC-110, dilución 1+47, lo que ya hace suponer que proporciona un contraste algo más contenido que cuando las diluciones recomendadas son más concentradas, con un cómodo tiempo de revelado de 7 minutos a 20 ºC. Digitalización de los negativos con la Panasonic Lumix G9 en modo alta resolución, que permite obtener, una vez desechados los márgenes de comodidad, unos ficheros de unos 50 megapíxeles.
El resultado fue un conjunto de negativos perfectamente aprovechables para cualquier uso. Sin valores extremos bloqueados ni en las luces ni en las sombras, con una amplia gama de grises, la cantidad de información recogida permiten a esta película, en formato medio y en estas condiciones de luz de contraste moderado, hacer lo que quieras con las fotografías tomadas. Que te apetece procesarlas con un aspecto suave, con amplia gradación de grises, pues sin problemas. Que quieres darles más contraste y mas fuerza visual, tienes margen de sobra.
Con los negativos correctamente expuestos y en formato medio, el grano de la película pasa prácticamente desapercibido. No forma parte de la ecuación en el resultado final, que presenta unos tonos continuos con no más estructura que las texturas de las superficies fotografiadas.
Como ya he dicho en ocasiones anteriores, y no insistiré mucho más, esta película me gusta. Me siento cómodo con ella, pero me resulta excesivamente cara para unas características que puede tener con otras películas. Hace unos días, aprovechando la apertura de los comercios habituales, me acerqué a The Shuave Shop, uno de los pocos lugares en Zaragoza donde hay cierta variedad de películas fotográficas a la venta, no tanta como me gustaría ni mucho menos, pero sirve para salir del paso, y compré dos rollos de Fomapan Creative 200 en formato 120. La última vez que la usé, ya comenté o dejé caer que es la película que más me convence del fabricante checo. Y al contrario de lo que opinaba entonces, si es fácil encontrarla en mi ciudad. Y me costaron 5 euros cada uno. La diferencia de calidad con la Potsdam 100 no vale los cuatro euros de diferencia en el precio, ni de harto de vino. Ya os contaré que tal.
Ya comenté hace unos meses que recibí un lote de películas de regalo, todas ellas con el sello de Lomography, que siempre te hace esperar los peor, pero prepararte para una agradable sorpresa. No me disgustó la Lomography Potsdam Kino 100, que me vino en forma de varios rollos en formato 120, como la ya comenté en su momento. Si el mes de junio de 2020 está siendo bastante más fresquito de lo que esperábamos en Zaragoza, el último domingo de mayo fue un día soleado y agradable. Camisetas y pantalones cortos o bermudas para disfrutar de lo poco que nos queda de primavera en los tiempos del nuevo coronavirus. Así que cogí una cámara, algo de película y salí a pasear y hacer fotos. Por mis recorridos tradicionales de paseo en la ciudad, que en los tres últimos meses no he podido apenas visitar.
Así que para este recorrido por algunas calles del casco histórico de Zaragoza, por alguno de sus mercadillos dominicales, y por las orillas del Ebro, opté por la Fujifilm GS645S Wide 60 y le puse un rollo de Lomography Potsdam Kino 100. Eché otro al bolso por si me lanzaba a hacer fotos. Pero no. El día estaba demasiado soleado y con luz demasiado contrastada y dura como para inspirarte en exceso a la hora de hacer fotos. El otro rollo lo expuse una semana más tarde, pero eso os lo cuento en otra ocasión. De momento 15 fotogramas por lugares habituales, que ponían a prueba la dinámica de la película, su capacidad para absorber unos diferenciales entre las luces y las sombras muy considerables.
Mis anteriores experiencias con la película fue en un entorno con una luz mucho más matizada y controlada. Por un momento pensé en exponer a un índice de exposición más bajo y acortar el tiempo de revelado para matizar el contraste. Pero al final opté por la sensibilidad nominal de la película y por los tiempos de revelado recomendados con carácter general. Revelada en Kodak HC-110, dilución 1+47, lo que ya hace suponer que proporciona un contraste algo más contenido que cuando las diluciones recomendadas son más concentradas, con un cómodo tiempo de revelado de 7 minutos a 20 ºC. Digitalización de los negativos con la Panasonic Lumix G9 en modo alta resolución, que permite obtener, una vez desechados los márgenes de comodidad, unos ficheros de unos 50 megapíxeles.
Dos problemas aparente me encontré tras revelar los negativos. Realmente el contraste objetivo era notable, y además parece que la medición con el fotómetro integrado de la cámara me había llevado a un subexposición sistemática de un paso de exposición. Con lo cual, miedo tenía que las sombras profundas hubiesen quedado bloqueadas. Pero tras digitalizar los negativos, he comprobado que en la mayor parte de ellos conservan textura en esas sombras profundas.
El siguiente problema es que tras digitalizar los negativos, había que recolocar las luces y los tonos medios. Hacer un "forzado" digital, por expresarlo de alguna forma. Esto puede conllevar un efecto secundario no deseado, parecido al que se da en el revelado forzado tradicional con los químicos; un aumento del grano presente y evidente en la fotografía. Pero con la generosa superficie de los negativos de 56 x 42 mm de la GS645S... en tamaños de ampliación razonables, tan apenas se aprecia el grano.
Realmente, esta película me gusta bastante. El problema con ella es que no es barata. Como ya comenté en octubre del año pasado, sin ofrecer ventajas netas sobre otras películas disponibles en el mercado, de sensibilidades similares, es apreciablemente más cara. Por ejemplo es más cara que las Ilford Delta 100 o FP4 Plus 125, por hablar de dos películas de calidad contrastada y en su mismo intervalo de sensibilidades. Si a eso sumas que normalmente la tienes que pedir por internet y pagar los costes de transporte, deja de merecer la pena. Es lo que hay. Pero es una pena. Y además, tiene una pega que no he comentado. El soporte de la emulsión es más recio que las mencionadas, por lo que el peso hace que tienda a curvarse más en los portanegativos al digitalizarla o en la ampliadora, aunque en este caso suelen incluir un cristalito para evitar estos efectos.
Casi con toda seguridad, mi cámara más bonita es la Leica IIIf. La tengo desde hace casi 20 años. Y aunque no tiene la agilidad de uso de las posteriores Leica telemétricas de la serie M, es muy divertida de usar. Pero siempre ha tenido un "problema" que a mí me ha generado algún quebradero de cabeza. Su mecanismos de carga de la película es un rollo, nunca mejor dicho. Es complicado, hay que tener precauciones, hay que recortar la lengüeta de la película para evitar problemas, y hay que asegurarse muy bien de que la película esté bien enganchada y avance. Un modelo de 1951, pero con un diseño que procede de los años 20 y 30 del siglo XX. Eso sí, como digo, una vez todo está en su sitio, una delicia.
El objetivo "titular" de la cámara es el Elmar 50/3,5. Pero cuando hace unas semanas decidí ponerla en marcha, porque hacía mucho que no lo hacía y las cámara conviene usarlas de vez en cuando, o al menos accionarlas de vez en cuando, decidí utilizar el Voigtländer Snapshot-Skopar 25/4 MC. Este objetivo, con montura de rosca de 39 mm, no está acoplado al telémetro, por lo que se usa enfocando por zonas o a la hiperfocal. El diseño del objetivo lo hace muy sencillo. Además es un gran angular, por lo que todavía es más fácil. Es un objetivo muy compacto y ligero, y el único inconveniente es que hay que usarlo con un visor externo. Pero no me da muchos problemas el error de paralaje y la posible imprecisión del visor con respecto a lo que ve el objetivo. No es el mejor de los visores, pero funciona.
La cuestión es que le puse un rollo de Ilford FP4 Plus 125 con el fin de exponerla a primeras horas de la mañana, en mis desplazamientos a trabajar, con una luz con poco contraste, a un índice de exposición de 400, aumentando el tiempo de revelado de forma acorde. Lo que os expliqué recientemente con la Hasselblad, pero que originalmente lo pensé para la Leica IIIf. El problema es que cuando revelé el rollo apareció en blanco. Sin exponer. Cero. Ni rastro de luz en ese rollo. Tras investigar un poco encontré la causa. Si os fijáis en la foto de la cámara que he puesto más arriba, veréis que la palanca que desembraga los engranajes de avance de la película permitiendo en el rebobinado de la película, estaba en una posición ambigua. Ni en la R de rebobinado/rewind, ni en la A de avance/advance. Eso hacía que la película avanzase tras cada disparo, pero el obturador no quedaba correctamente armado y no se abría al disparar la película.
Por eso, al fin de semana siguiente hice la prueba con la Hasselblad. Pero claro, tenía que comprobar que el motivo del fallo era el que había descubierto, y para eso había que exponer un rollo de película. Así que cogí un nuevo rollo de FP4 Plus, lo cargué con cuidado una mañana, y con amenaza de lluvia, fui haciendo las 36 fotos del rollo en los 50 minutos que tengo de camino al trabajo andando. Por las paradas a hacer las fotos, ese día tardé casi una hora. Pero bueno. Aparentemente, todo funcionaba.
El rollo de película lo revelé al mismo tiempo que el de la Hasselblad, en el mismo tambor, como os conté siguiendo las recomendaciones de Emulsive, con una dilución C de Kodak HC-110, 1+19, durante 8 minutos y 30 segundos a 21 ºC. Y puesto que es el mismo tipo de película y con las mismas condiciones de revelado, podéis imaginar que los resultados fueron similares. Aunque variaban por dos hechos; las condiciones de luz eran distintas, en esta ocasión un nublado con amenaza de lluvia, y debido a que tenía que llegar a una hora prudente a mi lugar de trabajo, no medí cuidadosamente la luz con el Gossen Digisix en todas las ocasiones, sino sólo cuando tenía la impresión de que las condiciones de luz habían variado sustanciales. El resto de las ocasiones, estimando la exposición a "ojímetro".
No fue muy mal. De los 36 fotogramas, dos estaban sobreexpuestos uno o dos pasos, por lo que no hubo problemas para usarlos, otros dos estaban subexpuestos aproximadamente un paso más de los dos previstos, y quedaron con las sombras bloqueadas, aunque uno de ellos usable, y en un fotograma me despisté completamente y usé unos valores de exposición absolutamente aberrantes para las condiciones de luz existentes, y quedó prácticamente transparente. Me di cuanta nada más hacer la foto.
Los resultados, son los que podéis ver. La nitidez de las fotos es inferior que con la Hasselblad. Están digitalizados de las misma forma que los negativos de medio formato, pero obviamente con una ampliación mucho más grande. En ambos casos con la Panasonic Lumix G9 en modo alta resolución lo que me da unos ficheros de unos 50 megapíxeles aprovechables. Pero mientras los de la Hasselblad los digitalicé con el zoom 12-40/2,8 de Olympus, para los pequeños de la Leica tuve que escoger el Macro-Elmarit 45/2,8 de Panasonic Leica. Esto hace mucho más crítico el menor error de enfoque o de falta de paralelismo entre la película y el plano del sensor de la cámara. Por otro lado, el simpático Snapshot-Skopar de Voigtländer no tiene la misma nitidez ni la misma resistencia a los contrastes y a otros eventos luminosos que el Planar T* de Carl Zeiss para Hasselblad.
Dicho todo lo anterior, los resultados, para ser un rollo expuesto de forma rápida y sin demasiadas consideraciones "artísticas", al fin y al cabo era una comprobación de que la cámara funcionaba, fueron buenos. Y es factible, como conclusión, lo mismo que os dije hace unos días; usar la FP4 Plus 125 a un índice de exposición de 400, cuando las condiciones de luz y contraste lo hagan adecuado.
De las ocho semanas que va a tener este improvisado proyecto de fotografía en tiempos de la pandemia de coronavirus, llegamos al rollo y las fotos correspondientes a la semana séptima. Que coincidió en el final del mes de abril. Cuánto se escuchó en aquellos días aquel verso de una canción de Joaquín Sabina...
¿Quién me ha robado el mes de abril?
Fue esta semana la última en la tuvimos vedada la entrada a los parques. También fue la primera semana en la que yendo a trabajar de turno de mañana, supe que ya no tendría que volver a hacer turnos de trabajo por la tarde, por lo menos en un futuro previsible. Y también fue la semana en la que sentimos que la primavera se tornaba cálida. Quizá de forma definitiva. Aunque ahora, dos semanas después, sabemos que no. Que hemos seguido teniendo días fríos, o al menos frescos. Y lluviosos. Grises. Como la mañana de hoy. Quería haber impreso un par de cianotipias hoy, pero no ha podido ser. Quizá mañana domingo.
Como mi recorrido caminando a trabajar desde entonces ha sido de siete menos cinco de la mañana a ocho menos cuarto, cuando llego a mi lugar de trabajo, he venido necesitando película de al menos ISO 400 de sensibilidad. Los ajustes de exposición en estas mañanas podían ir desde el f/2,8 y 1/60 segundo nada más salir de casa, con el sol todavía oculto o asomándose sobre el horizonte, invisible por los edificios de la ciudad, al f/11 y 1/250 segundo cuando llegaba al lugar de trabajo, ya con el sol luciendo sobre la ciudad, aunque todavía no a pleno rendimiento.
Sigo confiando plenamente en la Pentax MX. No siendo tan voluminosa como otras réflex o el formato medio, es mucho más versátil que las compactas. Especialmente que la Minox 35 GT-E que es la que he venido utilizando con preferencia, cuando este tipo de cámara era más conveniente. Ambas cámaras tienen también otra diferencia fundamental. Las Minox 35 tienen un objetivo de 35 mm, y la Pentax MX la uso preferentemente con el SMC-M 50/1,4. Esos 15 mm de diferencia en la focal se notan mucho.
Procuro no fotografiar a plenas aperturas salvo que sea estrictamente necesario. Mi rango de aperturas favoritas, desde hace mucho tiempo, es entre f/4 y f/11. Nunca me he sentido atraído por las modas de las grandes aperturas y el desenfoque extremo. Me gusta mostrar el contexto. No he hecho retratos... no es políticamente correcto en tiempos de distanciamientos físico. Pero incluso entonces me gusta que la persona retratada tenga contexto a su alrededor. Y por ello prefiero una apertura moderadamente cerrada. Con un 50 mm a f/4 os aseguro que podéis aislar a una persona del fondo si se encuentra a pocos metros de vosotros.
No hay mucho que comentar. Si algo he tenido claro también en estas semanas es que las películas de Ilford son fiabilísimas. Reveladas en Kodak HC-110, en esta ocasión en dilución B (1+31) durante 5 minutos a 20 ºC, dan unos resultado muy honorables. Y con suficiente margen para pequeños errores sistemáticos, en la exposición, en los tiempos de revelado, en la precisión de la temperatura de los líquidos, sin que afecte a efectos prácticos gran cosa en la calidad de la imagen. Cierto es que la Ilford HP5 Plus 400 es una película poco contrastada, y no da la imagen llamativa y potente de otras películas como la Kodak Tri-X 400. Pero a cambio, tiene una estabilidad dimensional excelente, siendo sencillísimo colocarla sobre el portanegativos sin combaduras ni otros problemas de planeidad, y tienes información a raudales para extraerla de la forma que consideres oportuna tanto en un procesado posterior en ampliadora, o digitalizando el negativo.
Y con esto, ya sólo me queda un último rollo de esta serie.
Pocos días antes del 15 de marzo, del comienzo del estado de alarma por la epidemia de covid-19, me llegó una cámara a fondo perdido. Alguien tenía una Pentax MX en un armario. Sin objetivos, sólo el cuerpo. Supone que perteneciente a su padre... pero no lo sabe, porque nunca le vio usarla en vida. Y sobretodo, sin objetivos. Un misterio familiar. No les interesa, saben de mi afición a la fotografía. No saben que hacer con ella. No quieren molestarse en ponerla a la venta ni nada por el estilo; valoran más su tiempo que el dinero que les puede suponer. Así que voy a buscarla y la depositan en mis manos. En la práctica, me la dan.
Como podéis apreciar en la foto, es prácticamente idéntica a la que ya tengo. La recién llegada está a la izquierda, con una correíta que venía puesta. A la derecha está la que tengo desde mediados de los años 90. Ambas están en similares condiciones de conservación. No se aprecia ningún desperfecto. Tengo la sensación, por varios detalles en su estado de conservación que esta cámara no ha estado desatendida durante muchos años, pero eso sólo aumenta los misterios sobre la misma. Los dos objetivos son míos, los dos 50 mm, el f2 y el f1,4, que tengo en funcionamiento.
La única diferencia en la práctica entre ambas cámaras se aprecia al mirar por el visor. La pantalla de enfoque es diferente. La mía original parece el modelo SG, de vidrio mate con cuadrícula y círculo central, sin más ayudas al enfoque, que no es difícil una vez que te acostumbras. El visor es bastante luminoso. La de la recién llegada parece la pantalla estándar SC-1, de vidrio mate con telémetro de imagen partida y corona de microprismas, similar a la de tantas otras de casi todas las marcas. Me he acostumbrado a la primera, y el telémetro de imagen partida me molesta. Usado con objetivos luminosos,... ahí que te va. Pero le he puesto en una ocasión el SMC-A Macro 100/4, y se oscurece con cierta frecuencia.
Decidí probarla de inmediato, y decidí hacerlo con un rollo de película negativa en color que mandaría a revelar a un laboratorio de confianza. Le puse un rollo de Kodak Portra 400, auténtico todoterreno, que he expuesto a un índice de exposición de 200. Medición de la luz con el exposímetro incorporado, que parece igual de fiable que en la que ya tengo, o con el fotómetro externo Gossen Digisix. Correctamente utilizado, ofrece las mismas conclusiones sobre los parámetros de exposición que con el interno. Mi intención siempre fue dedicarle un par o tres de días a exponer el rollo en paseos urbanos, y luego mandarlo a revelar. Pero llegó el estado de alarma de la covid-19. Y todo se lío.
En resumen, tardé más de un mes en terminar de exponer el rollo, y sin unas ideas muy claras de cómo hacerlo, así que me han salido un batiburrillo de fotos, sin coherencia entre sí, y que la única ventaja o gracia que tienen es que muestran que la cámara funciona correctamente. Cono lo que ahora viene la segunda cuestión. ¿Qué hago con ella? En el momento en el que la recibí mi composición de lugar era la siguiente. "En Semana Santa me voy a los Países Bajos, me llevaré cámara de película como cámara principal. Como las MX son ligeras y abultan poco, puedo llevar dos con dos tipos de película distintas. Uno en color y otro en blanco y negro. O uno de sensibilidad media o baja y otro de sensibilidad alta. Como funcionan igual, no hay lío de adaptación entre una y otra..." Parecía casi ideal. Y solución discreta. Pero ni viaje ni leches. En este momento, no sé nada.
Supongo que la aguantaré en mi poder un tiempo. Si recibiese una oferta muy interesante por ella igual la vendía, si no me supusiese mucho trabajo la transacción. Pero si no... puedo esperar y ver qué pasa en el futuro. En cualquier caso, ya sé que con las Pentax MX soy feliz haciendo fotos. Por cierto, se me olvidaba. Las fotos de esta entrada están realizadas con el SMC-A 50/2 y el revelado ha sido realizado en Carmencita Film Lab. En estas páginas, la Pentax MX ha aparecido con frecuencia. La que compré en los años 90. El artículo de presentación está por aquí desde hace exactamente 6 años. No he elegido el día a propósito.