Hace una semanas, repasando los tipos de película disponibles en el mercado, las menos conocidas, fui a dar con la Rollei Digibase CN 200 Pro, de la que encontré también un amplio comentario sobre sus características en DSLR Magazine de la mano de Valentín Sama, un clásico del periodismo fotográfico. Encargué un par de rollos para probarla en mi último suministro de febrero, y me fui a Alagón a probarla haciendo un poco de paisaje de una chopera de plantación próxima de la que ya os he mostrado algunas imágenes en color digital y en blanco y negro.
Como cuenta Sama en su artículo, la principal característica de esta película es la carencia de la típica máscara anaranjada o rojiza que suelen llevar las emulsiones negativas en color, que permite controlar el contraste de las futuras copias fotográficas en color. Pero a cambio tiene varias ventajas. Una es que los negativos son más fáciles de evaluar, al no estar afectados por la máscara anaranjada y verse sobre una base transparente. Otra es que es más sencilla de digitalizar. Eliminar las dominantes de color introducidas por la máscara naranja cuando pasamos el negativo por el escáner suele ser una pesadilla a no ser que el programa de escaneado tenga perfiles adecuados para cada tipo de película que los eliminen. Pero no siempre están actualizados ni funcionan del todo bien. Y también permiten obtener copias en blanco y negro sobre papel multigrado, que es sensible a los colores dominantes.
He leído cosas diversas sobre esta película. Al parecer, la máscara naranja en los negativos en color no es algo que haya existido siempre, sino que se introdujo en algún momento en los años 60, pudiéndose encontrar emulsiones negativas en color sin máscara hasta los años 70 del siglo XX. Pero esto lo he leído como comentarios, no he podido contrastarlo en una fuente sólida técnicamente. De este modo, esta película sería originariamente alguna emulsión de Agfa actualizada, con una mejor representación de los colores, y un grano mejorado. La verdad es que su granularidad parece muy baja. En su artículo, Sama comenta que los primeros lotes de prueba de la película vinieron como 400 ISO, pero al final la sensibilidad nominal quedó en 200 ISO. Supongo que fue el precio a pagar por conseguir un grano fino.
En un artículo de revisión de la película firmado por James Cockroft leí que, dado que la base de poliéster de la película es muy fina, encontraba que era fácil que se viera afectada por pequeñas filtraciones de luz. Y ponía algún ejemplo. Ciertamente, yo me he encontrado con un par de situaciones relacionadas con esta cuestión. Una de ella, en el primero de los rollos que usé es que uno de los negativos al final del mismo presentaba una ligera filtración de luz, de tono rojizo. La podéis apreciar en el tronco del chopo en primer plano en la siguiente fotografía.
A esto hay que añadir que el rollo es un poquito corto, y lo mismo que comentaba recientemente sobre la Cinestill 800T 120, el duodécimo negativo queda cortado usando el respaldo A12 de las Hasselblad. Este es el tipo de cámara con el que la probé, la Hasselblad 503CX calzada con el Carl Zeiss Planar 80/2,8.
El caso es que al cargar el segundo rollo cometí un error que me ocasionó dos cosas. Perdí cinco de los fotogramas del rollo y provoqué un riesgo de filtración de luz. Que normalmente yo hubiera dicho que no iba a afectar a los fotogramas. Pero sí... realmente, es delicada esta película. Lo que pasa es que el efecto causado en esas imágenes me parece muy curioso. Hasta cierto punto pueden verse como un error "afortunado".
Como ha sido mi costumbre hasta ahora, los negativos están revelados y escaneados en Carmencita Film Lab, que han obtenido una imagen que me resulta bastante agradable. No tan saturada como otras películas como la Kodak Ektar 100, pero con colores bastante naturales, aunque los verdes no sean exactamente fiables a la realidad. Pero todas las películas tienen sus características personales. Es más fría que las Kodak Portra, desde luego, pero sin pasarse.
El caso es que al poco de exponer estos rollos y mientras esperaba su revelado me enteré que Rollei había dejado de fabricar este tipo de película. Bueno, Rollei no fabrica nada. Al parecer están elaboradas en las fábricas de Agfa-Gevaert en Bélgica. Curiosamente, leí hace poco que las películas negativas en color que se comercializan con marca Agfa las hace Kodak. Mundo loco el de la fabricación comercial de película fotográfica. En Macodirect, donde compré estos rollos, está presente pero no disponible. En Fotoimpex, tampoco tienen reservas. En España, en Foto-R3, tampoco tienen disponible, y si lo tuvieran costaría casi el doble. Una pena, porque creo que hubiera encargado más rollos. Me gusta el aspecto que tienen.
Por comparación, esa misma tarde, me llevé algunos rollos de Kodak Portra 400, para seguir haciendo fotos si se acababan los de Rollei antes de que la tarde terminase. Y evidentemente parecen menos saturados a pesar de que los expuse a un índice de exposición de 200, lo cual debería aumentar la saturación que ofrecen a su sensibilidad nominal de 400 ISO. Aunque las circunstancias de luz habían cambiado, y las diferencias no son grandes, me gustaron más los resultados con la Rollei que con la Kodak.
Bueno... como dijo aquel, fue bonito mientras duró.
En febrero del año pasado, febrero de 2016, decidí respaldar la campaña de financiación colectiva en Indiegogo de CineStill para traer al mercado una película fotográfica en rollos de formato medio, formato 120, con características similares a las de la CineStill 800Tungsten que ya se puede conseguir desde hace unos años en formato 135, y de la que ya os hablé en su momento.
Con la opción de ayuda a la financiación por la que opté, a cambio de la misma recibiría siete rollos de película en formato 120, un estuche para cinco rollos de película de Japan Camera Hunter, que siempre vienen bien, y varios simpáticos adhesivos con diferentes cámaras clásicas. Si la campaña terminó en marzo de 2016, estaba previsto que los lotes llegasen en julio de ese mismo año. Pero ha habido inconvenientes e imprevistos en el proceso de fabricación, ahora hablaremos dos palabras de él, y hasta febrero de 2017 no me llegó el mío a casa.
Al igual que hice con el carrete de 35 mm, aprovechando la jornada de puertas abiertas del Museo Pablo Gargallo en la fiesta local de Zaragoza de la Cincomarzada, cogí algunos rollos de la nueva película, usé dos de ellos, y me fui allí para probarla.
Este museo es ideal para probar este tipo de película. Además de ser tranquilo, y más si vas pronto un domingo por la mañana, la iluminación del mismo es mixta de luz artificial de tungsteno o similar en temperatura de color y la luz del día que se cuela por el patio del palacio renacentista en el que se encuentra isntalado el museo. Os recuerdo que esta película está calibrada para luz de tungsteno, dando unos matices muy fríos usada a la luz natural del día, que es una mezcla de la luz blanca del sol y la azulada procedente de la bóveda celeste cuando no hay nubes cubriéndola.
Por lo demás, los "modelos", las esculturas de Pablo Gargallo, tienen una paciencia infinita a la hora de posar, no se mueven, y con una técnica mínimamente cuidadosa dan lugar a composiciones fotográficas agradables.
Como ya os conté en su momento, la Cinestill 800T de 35 mm procede de las bovinas de película cinematográfica, en concreto de la Kodak Vision3 500T, a las que la gente de Cinestill elimina la capa antihalo que lleva este tipo de película con el fin de hacerla con el proceso C-41, habitual para el negativo color fotográfico. Si no se elimina esta capa, el material de la misma contamina las químicas y los resultados son malos.
Por lo que nos cuentan, los primeros ensayos de Cinestill procedían de bovinas de película similar pero de 65 mm de ancho. Esta tiene algunas diferencias con la película del formato 120. En primer lugar, es 5 mm más ancha, 65 mm frente a los 60 mm del formato 120, y en segundo lugar, lleva sendas hileras de peforaciones para el avance de la película en sus dos bordes, mientras que la película de formato 120 carece de ellas. Por lo tanto, al contrario que los carretes de 35 mm, los rollos de 120 son un encargo especial en el formato adecuado para las cámaras de formato medio. Supongo que sin la capa antihalo, para luego no tener que eliminarla.
Las condiciones de utilización en el museo son razonablemente cómodas, pero sin muchos márgenes para la alegría. Utilizando la Hasselblad 503CX con el Carl Zeiss Planar 80/2,8 CF T*, la exposición requerida para la mayor parte de las tomas realizadas en las galerías en torno al patio central del palacio renacentista, para un índice de exposición de 800, igual a la sensibilidad nominal de 800 ISO anunciada por el fabricante, es de f/4 y 1/60 segundos. En las salas adyacentes o en los rincones más oscuros de estas galerías, donde sólo domina la luz artificial y no apoya la luz natural que entra por el patio, hay que usar f/2,8 y 1/60 segundos. Es arriesgado utilizar velocidades de obturación más bajas, por riesgo de trepidación, y cuando se usa un diafragma de f/2,8 el enfoque tiene que ser muy cuidadoso, porque no andamos sobrados de profundidad de campo. Especialmente con las esculturas más chiquitas en las que hay que acercarse más.
Había otro miedo. Algunos comentarios en los grupos de usuarios de la película hablaban de una sensibilidad más cercana a los 500 ISO que a los 800 ISO anunciados.
Lo cierto es que no me parece que la película vaya corta de sensibilidad, y parece que ofrecen los 800 ISO que promete. El revelado, como la mayor parte de los que he realizado en los últimos tiempos, lo encomendé a Carmencita Film Lab, que me han hecho un excelente trabajo. Aun manteniendo un cierto tono cálido en las fotografías digitalizadas que no les sienta nada mal. Teóricamente, al ser una película calibrada para tungsteno, los matices tendrían que ser más fríos. O bien, la temperatura de color de las fuentes de luz artificial del museo son excesivamente rojizas y no las absorbe del todo. Dado que las fotografías en las que se mezclan la luz artificial con la natural no presentan tonos fríos, creo que han optado por mantener unos tonos cálidos contra los que no voy a protestar porque me agradan mucho. Ya lo hicieron así con el carrete de 35 mm del mismo tipo de película.
En algún lugar, la gente de CineStill publicita la posibilidad de exponer con índices de exposición entre 200 (+ 2 pasos de sobrexposición) y 1600 (- 1 paso de subexposición), sin modificar los tiempos de revelado previstos en el proceso estándar. Hay un par de tomas, en la sala dón encontramos el busto de Kiki de Montparnasse, donde hay una clara subexposición de 1 paso. La calidad de la imagen se resiente un poco, pero es utilizable. El grano, muy contenido en las copias finales dado el gran tamaño del negativo de 55 x 55,5 mm, se hace más aparente en estas fotografías subexpuestas.
La película viene empaquetada en su envoltura opaca a la luz, muy bien protegida, aunque absolutamente escueta en indicaciones. Totalmente blanca. Si no anotas con un rotulador el tipo de película que es, más vale que no tengas ninguna otra empaquetada de modo similar, porque no sabrás a qué película corresponde. El papel protector del rollo de película es sólido y perfectamente opaco, sin ningún problema.
Pero sí que me he encontrado con una desagradable sorpresa. Evidentemente, el rollo de película es más corto que los habituales de Kodak o Ilford, y de los doce negativos previstos en el respaldo A12 de la Hasselblad, el duodécimo aparece cortado. En los dos rollos que he usado. En eso, la gente de CineStill se ha mostrado un poco tacaña. Lo puse en conocimiento de ellos a través del grupo de Facebook montado para publicar pruebas y comentar los resultados, y recibí unos comentarios interesándose por el tema de los hermanos Wright. Los creadores de CineStill no los inventores del avión, que hace tiempo que andan criando malvas. Pushing daisies según los angloparlantes.
Esta roñosería en la longitud del carrete es tanto más llamativa en la medida en que la versión comercial de la película, que ya se ha anunciado y se puede encargar, no parece que vaya a ser especialmente barata. Es el problema de los productos de bajo consumo, que los lotes limitados son más caros que la fabricación masiva continuada. Se anuncia un precio de unos 12 dólares en Estados Unidos, más los gastos de envío. Pero en Europa, en algún comercio en internet se propone a más de 14 euros. Creo que me voy a proponer repetir la experiencia con Kodak Portra 400, con un filtro de corrección del color para luz de tungsteno, y forzando la película a 1600 ISO para comparar los resultados. Por precio igual merece la pena. Otra opción es tirar de Portra 800, pero tampoco es una película barata, también sale por 10 u 11 euros. Y está calibrada para luz de día, por lo que al filtrar en azul para luz de tungsteno pierde luz y sensibilidad.
Otra posibilidad es no utilizar filtros, y corregir la dominante de color en el procesado digital de la película. Cosa que no sé si me gusta mucho la idea, salvo correcciones moderadas.
La película me gusta. Me siento cómodo con ella. Los tonos obtenidos me agradan y para tener los 800 ISO prometidos, el grano no es ni intrusivo ni desagradable. Me quedan rollos todavía para probarla en otras circunstancias. Tengo uno expuesto ya, pendiente de mandarlo a revelar, en tomas callejeras al atardecer por Zaragoza, donde se mezclan las fuentes de luz, natural y artificial. Quiero hacer alguno más en estas condiciones. Y bodegones en casa iluminados con luz artificial, quizá sobrexponiendo un paso para conseguir un grano más fino.
Tampoco me importaría hacer algún rollo en luz de día, con y sin filtro corrector. Para comprobar diversos rendimientos. Hay quien ha expuesto la película con luz de día, sin filtro corrector a unos índices de exposición de 400-500 y ha obtenido buenos resultados corrigiendo el color en el procesado. Pero para estos viajes no hacen falta estas alforjas. Con una Kodak Portra 400 consigues lo mismo a mejor precio y con una excelente calida. En fin... ya os iré contando. De momento, espero que disfrutéis de las fotografías que os dejo hoy en esta entrada.
Hace unos días os hablaba de mi primer rollo de la nueva película del fabricante francés Bergger, la Pancro 400. Una película de la que me sentía muy satisfecho, y que de hecho estoy pensando en que sea mi película de elección para trabajos de interés. Para un uso más casual, tengo pensado tirar de Fomapan. Pero de eso hablaré otro día. Más adelante.
Esta nueva película, como su nombre indica, es pancromática. Es decir, es teóricamente sensible a todo el espectro de luz visible, como la mayor parte de las películas modernas. Pero eso es algo cierto en parte. Voy a ponerme un poco técnico y voy a poner aquí la curva de sensibilidad espectral de la película, que no es muy distinta a la de otras películas pancromáticas. Está obtenida directamente de la versión en francés de la ficha técnica de la película ofrecida por el fabricante a fecha de enero de 2017.
Como vemos, la película es sensible entre las longitudes de onda de 400 nanometros y aproximadamente los 660 nanometros aproximadamente donde comienza un brusco descenso de sensibilidad para que esta sea nula a partir de los 680 nanometros. El espectro visible, aunque hay variaciones entre individuos va entre el violeta, que comienza e los 380 nanometros y los 780 nanometros del rojo más profundo. Ciertamente los valores más extremos están sujetos como digo a cierta variabilidad personal, y hay muchas personas que no llegan a ser sensibles a los rojos más profundos, por lo que en la práctica no es infrecuente ver mucho textos donde redondean y nos dicen que el espectro visible esta entre 400 y 700 nm.
El caso es que incluso en las películas pancromáticas como esta Pancro 400, siempre hay una menor sensibilidad, aunque sea ligera, a los tonos cálidos que a los tonos fríos. Normalmente, en escenas tomadas con luz de día, no tiene mayor importancia. Pero cuando fotografías en interiores con luz artificial, especialmente luz de tungsteno o aquellas que la imitan, hay predominio de tonos cálidos y las películas se pueden quedar cortas de sensibilidad. Algún fabricante, no muchos, lo avisan, y te dicen que la sensibilidad de la película para esas situaciones es menor. Por ejemplo, 320 ISO en lugar de 400 ISO. No es el caso de la Pancro 400. Pero yo decidí probarla con luz artificial.
Para ello, cargué la Hasselblad 503CX con un carrete de Pancro 400, la iluminé con mis lámpara habituales del salón, halógenas o de LED con tonos cálidos, e hice un pase de modelos de mi colección de cámaras para película tradicional, aunque solamente aquellas que están en funcionamiento, aunque sea con alguna limitación.
Estas son las dos primeras que fotografié, la Canon EOS 100 (1992) y la Leica CL (1973) (Entre paréntesis el año de fabricación aproximado para el modelo del que dispongo). Van juntas porque entre 1993 y 2004 fueron las responsables de ir de viaje conmigo. La primera hasta el año 2001, la segunda con posterioridad. El buen resultado de la Leica CL y su mayor ligereza me condicionaron para ser de los primeros en adoptar las cámaras micro cuatro tercios, comparables en tamaño, como cámaras viajeras por excelencia.
Desde el punto de vista del rendimiento de la película, creo que ciertamente su sensibilidad real cuando la fuente de iluminación es luz artificial cálida es algo inferior. Los negros del cuerpo de la Leica CL tendrían que tener algo más de materia. No obstante, la película, como ya comenté, se comporta muy bien y se traga los pasos de contraste sin ningún problema.
Sigo con el pase de modelos. Ahora ya sin interrupciones sobre las características de la película.
Además de la Leica CL ya vista, dos telemétricas de la marca alemana más, la Leica M2 (1961) con montura de bayoneta para los objetivos y la Leica IIIf (1951) con montura de rosca.
Otras dos telemétricas, pero de formato medio, y por lo tanto bastante más grandes. La Fuji GS645S Wide (1983) es una telemétrica para rollos de película de 120 y 220 sobre los que se obtienen 15 o 30 negativos de 6 x 4,5. Mientras que la Plaubel Makina 67 (1985) con su objetivo Nikkor 80/2,8 fabricado por Nikon, retráctil, tiene un cuerpo metálico, es más consistente, y admite sobre los mismos formatos de película 10 o 20 negativos de 6 x 7. Ambas hacen fotos sin problema, con elevada calidad, pero la Makina 67 necesita pasar por taller por filtraciones de luz en el fuelle del objetivo retráctil.
Dos cámaras réflex, una Pentax MX (1977) y una Praktica MTL 5 (1985). La primera con su popular montura K de bayoneta, la segunda con una montura de rosca M42 que Pentax había abandonado ya diez años antes de que saliera al mercado este modelo de Praktica. Mi primera cámara réflex, de 1989, fue una Pentax P30N que no conservo. La vendí para comprar la Pentax MX que usa todos aquellos objetivos de focal fija de Pentax que fui comprando de segunda mano poco a poco y que van muy bien. Por ello, le tengo un cariño especial. Además va estupendamente, es una de las cámaras más agradables de usar, siendo además muy compacta de tamaño.
Vámonos hacia atrás en el tiempo con estas dos Agfas. La primera, la Agfa Jgestar 8,8 (1928, posteriormente conocida como Agfa Billy, bajo cuyo nombre se declinaron muchas cámaras similares de iniciación) es una cámara de objetivo retráctil con fuelle, sencilla, con un objetivo de tres elementos que no ofrece mucho contraste y moderada nitidez, pero que con sus negativos de 6 x 9 sobre película de formato 120 da información de sobras para disfrutar de la fotografía. También tiene alguna filtración de luz, y hay que protegerla de la luz directa en el momento de hacer la foto. La Agfa Synchro Box (1953) representa a las populares cámaras de cajón cuyo concepto básico no varió desde la primera Brownie de Kodak de 1900. Admite también película de 120 produciendo negativos de 6 x 9, pero su objetivo muy sencillo, un simple menisco, acarrea todo tipo de aberraciones ópticas. Para ampliar con muuuuuuucha moderación. Pero divertidas de usar, ambas.
Dos nuevas cámaras de objetivo retráctil para película de formato 120, produciendo ambas negativos cuadrados de 6 x 6. Conceptualmente muy similares, aunque la primera, la Zeiss Ikon Ikonta modelo 521/16 (1948) es algo más latosa de usar que la Adox Golf 63 (1955). Curiosamente, la primera no sufre de las filtraciones de luz en el fuelle de las que sufre la segunda, que hay que proteger de la luz directa al usarla para evitar luces parásitas en exceso.
Un recuerdo especial para las cámaras que originalmente no fueron mía sino de mi familia. desde la Viking (1964) que usaba mayormente mi padre durante mi infancia, pasando por la Kodak Pocket A-1 (1977), que yo usaba cuando me iba de campamento cuando era un adolescente y que usa cartuchos de película de formato 110 con sus minúsculos negativo, hasta la Olympus μ(mju:)-1 (1993) que compré para mi familia con el fin de que tuvieran una cámara de cierta calidad pero sencilla de usar, una vez que yo ya me había aficionado a la fotografía.
Unos años más tarde, me compré para mí mismo esta Olympus μ(mju:)-2 (1997), descendiente de la anterior, más compacta, con un objetivo más luminoso y protegida contra las inclemencias del tiempo. La pongo en comparación con la Olympus Pen EE3 (1973), una de las populares compactas de medio formato, la mitad del tradicional formato popularizado por Leica, que hacían que los carretes de 36 exposiciones ofrecieran cerca de 80 si las cargabas con cuidado para aprovechar al máximo la longitud de la película.
Mezcla de estilos en esta ocasión. En el centro, una noble Yashica Mat 124G (1970), reflex binocular con un objetivo tipo Tessar que hace unas fotografías excelentes, pero que tengo con una funcionalidad algo "estorbada" porque como consecuencia de una caída, la lente de enfoque no se sujeta correctamente. Por lo demás va muy bien. A reparar en cuanto tenga ocasión. Y con las otras dos entramos en el terreno de lo lúdico. De las cámaras-juguete. Pero que hace fotos. Por dos euros en un mercadillo conseguí la Cámara Safari de Indiana Jones (1987), que es una variante de la Werlisa Club Color B, una cámara que se fabricó en España como churros desde los años 70. Es muy elemental en su uso, pero hace fotos. Conceptualmente similar es la Vivitar Ultra Wide & Slim (2001), pero con la peculiaridad de que tiene un objetivo gran angular de 21 mm. También se puede conseguir por pocos euros. Su ergonomía puede producir algún dolor de cabea que otro, pero las fotos que se hacen con ella pueden ser muy simpáticas. Pasad de las Lomography, y buscad este tipo de cámaras si queréis diversión.
Diversión que también se puede conseguir con las chinas Holga, de las que yo tengo dos. Una Holga 120W PC y una Holga 120N. Ambas son fabricadas en 2015. El PC de la primera viene de Pinhole Camera, y es efectivamente una estenopeica. Ambas son para formato medio, rollo de formato 120. La estenopeica puede hacer fotografías de 6 x 9 y 6 x 12, la 120N de 6 x 6 y 6 x 4,5. La calidad en la estenopeica es la esperable en este tipo de cámaras. La de la 120N es simpáticamente lamentable.
Y dos estenopeicas más... La Camara Pinhole Automontable (2015) comprada en la librería del CaixaForum de Zaragoza. Tengo pendiente sustituir la lámina del estenopo por otra más fina. El estenopo me salió con un diámetro excesivo y la nitidez que ofrece es demasiado baja. Aunque no deja de ser curiosa de usar. Se vendía en piezas, y te la montas tú mismo. Admite carretes de 35 mm normales y corrientes, pero el avance es muy aproximativo. La otras es una Ondu 6x12 Multiformat (2016), que con un sistema de tabiques móviles permite usar sobre película en rollo tipo 120 los formatos de 6 x 6, 6 x 9 y 6 x 12. Está hecha artesanalmente de madera, las piezas se mantienen en su sitio con imanes de vanadio, y es muy bonita.
Llevo 11 fotografías con 24 cámaras presentadas hasta el momento. Normalmente la idea es que todas menos una cámara cupiesen en los 12 fotogramas que permite la Hasselblad en un respaldo tipo A12. Pero un error en el primer fotograma hizo que hasta aquí llegáramos. La siguiente fotografía está realizada con la Leica M-E, digital, calzada con el Elmar-C 90/4 para suplir esa carencia.
A pesar de que parecía que esta tecnología iba a desaparecer, la fotografía instantánea esta viviendo un simpático resurgir. Hay quien tira de los nuevos productos desarrollados por Fujifilm. Pero otros preferimos rescatar las viejas Polaroid y usar la (carísima) película instantánea de Impossible Project. Yo dispongo de una Polaroid Image System SE y una Polaroid Supercolor 635. Esta última es un modelo muy sencillito, que ofrece las típicas fotos cuadradas de Polaroid. La primera ofrece mucha mayor calidad y posibilidades, pero hay que usar el formato especial tipo Spectra, algo más alargado.
Y queda una cámara... la que ha hecho la mayor parte de estas fotos...
Y aquí tenemos la reina de las cámaras, una Hasselblad de la serie V, en concreto una Hasselblad 503CX (1989), con su clásico Carl Zeiss Planar 80/2,8, fotografiada con la Polaroid Image System SE. En realidad este modelo no salió tal y como se ve de fábrica, ni se vendió tal cual, ya que está montado a partir de distintas piezas. Las Hasselblad para película eran fundamentalemente un concepto modular. La 503CX el cubo central, pero el respaldo vino por otro lado, el objetivo por otro, y el visor que se ve... no es Hasselblad. Es Kiev, soviético. Pero funciona correctamente.
Y este es mi repaso a mi colección de cámaras para película tradicional en funcionamiento, aprovechando mis pruebas con la Bergger Pancro 400.
En varias ocasiones ya os he hablado de mi cámara Hasselblad 5003CX, uno de los modelos relativamente avanzados de la gama Hasselblad V. Que son las cámaras clásicas de Hasselblad, réflex, de medio formato, de las que uno habitualmente obtiene los conocidos fotogramas cuadrados de 55 x 55 mm aproximadamente. O redondeando, como se hace habitualmente, de 6 x 6 cm. Se diferencia de las Hasselblad H, que son las que están mejor preparadas para alojar respaldos digitales, que cuando usan respaldos para película son de fotogramas rectangulares de 6 x 4,5 cm (55 x 42 mm aprox.) Las dimensiones de los sensores digitales en los respaldos de este tipo varían.
El caso es que hay varios respaldos disponibles para el sistema Hasselblad V. El mencionado formato 6 x 6 cm se puede conseguir con el respaldo A12, 12 exposiciones con película tipo 120, o con el respaldo A24, 24 exposiciones con película tipo 220. Esta última ya no se consigue. Pero también están los respaldos A16 y A32, que ofrecen 16 y 32 fotogramas de 6 x 4,5 cm sobre película de tipos 120 y 220 respectivamente. Y estaba el impresionante respaldo A70, que ofrecía entre 100 y 200 fotogramas, según el grosor de la película, sobre rollo de 70 mm de película de doble perforación. Creo que eran fotogramas cuadrados también de 6 x 6.
Y luego estaba el A16S. Donde la S según algunos sitios viene de "square", cuadrado, es decir 16 exposiciones cuadradas sobre película del tipo 120, y según otros viene de "superslide", es decir, fotogramas aptos para los marquitos de diapostivas tipo "superslide". El marquito tenía las mismas dimensiones exteriores que uno para fotogramas de 24 x 36 mm, pero albergaba un fotograma de 40 x 40 mm aproximadamente, de los que caben 16, en efecto, en un carrete de película del tipo 120.
El caso es que, además de la 503CX, tengo otro cuerpo de Hasselblad. Un 500CM que me regalaron porque no funciona. Probablemente se pueda arreglar, no sé lo que me costaría. Pero teniendo el 503CX en funcionamiento, no he sentido la necesidad. Y venía, viene, con un respaldo de tipo A16S. Estos son poco valorados hoy en día. Supongo que el dueño original se desprendió de él, y se quedó con los A12 mucho más útiles. La única ventaja actual del respaldo A16S es que puedes hacer un 33% más de fotos que con el A12 habitual. 16 frente a 12. Pero uno hace formato medio para tener un negativo notablemente más grande y con abundancia de información ¿no? Los negativos de 6x6 tienen 3,5 veces más superficie que los de 24x36, mientras que los de 4x4 no llegan al doble. Un 85% más grandes. Que no está mal si lo pensáis bien.
Otro efecto de usar un negativo más pequeño es que la focal efectiva de los objetivos aumenta. Es lo que pasa con las cámaras digitales tipo APS-C con respeto a las de fotograma completo. En este caso, un Planar 80 mm f/2,8, que ejerce de objetivo estándar, con una ángulo de visión en la diagonal del fotograma equivalente a un 44 mm en el formato de 24 x 36 mm, se convierte en esa focal en tierra de nadie, un equivalente a un 61 mm, que ni es un estándar ni es un teleobjetivo corto.
Demasiado largo para el reportaje, un poco corto para el retrato... Psssss...
No obstante, este domingo, ante la oferta del buen amigo Rafael Ricote para salir a hace un fotopaseo el domingo por la mañana, al que se apuntaron otros cuatro animosos amantes de la fotografía, decidí utilizar este respaldo. El único motivo era... por usarlo... y por tener la posibilidad de hacer un 30% largo más de fotografías con la misma cantidad de película. Por cierto, que el amigo Rafael también ha comentado este paseo en su blog, donde aparezco yo mismo en acción.
No lo voy a negar. Entre que la focal, ese equivalente a un 60 mm, es inusual, y que para ahorrar volumen me llevé el visor de capuchón, el que nos ofrece la imagen invertida lateralmente, en lugar del pentaprisma, no me encontré tan cómodo como otras veces. Y eso se notó en algunos fallo en los fotogramas. Por ejemplo en alguna fotografía con el enfoque poco atinado. Aunque con efectos más o menos logrados.
El hecho de que a ratos nos acompañase la lluvia, con muy escasa intensidad eso sí, tampoco ayudaba a mejorar la nitidez. En ausencia de un trípode que no me apeteció llevar, difícil encontrar apoyos sin chipiarse la ropa o las manos. O la cámara. Y eso que la temperatura no estaba excesivamente fría, que eso también contribuye a veces a que los cuerpos metálicos se manejen más incomodamente. No es que eso pase con la Hasselblad que ya está pensada para que los agarres estén razonablemente protegidos. Pero al fin y al cabo es una cámara más pensada para el estudio o para la toma controlada que para la fotografía callejera improvisada. Quizá hubiera hecho mejor en llevarme el Distagon 50 mm f/4. Con el que hubiera tenido el equivalente a un 38 mm, en lugar de un equivalente a un 28 mm que es lo que sucede con el respaldo A12.
La digitalización de los negativos está hecha con la cámara digital Panasonic Lumix GM5 y el objetivo Panasonic Leica DG-Macro Elmarit 45 mm f/2,8 ASPH OIS. De esta forma, he obtenido una resolución espacial efectiva por fotograma de alrededor de 12 megapíxeles. Las tres cuartas partes de los 16 megapíxeles totales que ofrece el sensor de la GM5. Con el escáner Epson Perfection Photo V600, a su resolución óptima de 1800 píxeles por pulgada, sólo hubiera obtenido 8 megapíxeles por fotograma. Sólo merece la pena para negativos de 6 x 4,5 en adelante. Y este último tamaño, por los pelos.
En cualquier caso, fue una mañana muy provechosa y muy entretenida, donde las dos horas en las que estuvimos haciendo fotos + tomando el vermú se pasaron en un vuelo. Buena compañía, una cámara con la que no te aburres, y oportunidades para ejercitar y entrenar la mirada siempre son una buena forma de pasar el domingo por la mañana.
Recién cogidas mis vacaciones de principios de otoño, un par de días antes de salir de viaje a Hong Kong, participé en un paseo fotográfico por el Parque del Agua de Zaragoza en compañía de la buena gente de FeZ (Fotógraf@s en Zaragoza). Para ese día, y dado que íbamos a coger las buenas horas de luz de final de la tarde, opté por llevarme la Hasselblad 503CX con mis tres objetivos Carl Zeiss, Distagon 50/4, Planar 80/2,8 y Sonnar 150/4. Habíamos quedado en la Torre del Agua.
Lo cierto es que camino del lugar, al que fui en mi coche propio, tuve un incidente que me hizo llegar un poquito tarde y alterado. Incidente que estuvo a punto de convertirse en accidente grave, por culpa de peatones irresponsables que cruzan por donde les sale del níspero, y por culpa de conductores insolidarios que cuando ves que pides sitio para hacer una maniobra, aceleran y te la impiden. Los españoles somos así. Mal que nos pese. Afortunadamente no pasó nada. Pero como digo, llegué alterado y poco inspirado. Además tarde. Aunque a punto para engancharme con alguna buena gente.
Aun así, comencé a hacer fotografías con algunos carretes de Kodak Portra 400.
No voy a decir que me salieran maravillas, dadas las circunstancias. Pero al menos alguna fotografía digna. También hubo oportunidad de "jugar" con los compañeros que me rodeaban. A pesar de que el talabarte de la Hasselblad no es precisamente la cámara más ágil para ponerse en modo "reportaje".
La luz se fue agotando más deprisa de lo que pensábamos. E incluso para las últimas fotografías tuve que recorrer a un carrete de Kodak Portra 800 que había llevado por si acaso.
Al final, aun me quedaron seis fotografías por hacer del carrete de Portra 800, que no expuse hasta después de volver del viaje a Hong Kong y Macao. Además de algún retrato a mi sobrino, que no pongo por mi costumbre de publicar fotografías de los niños de la familia, enredé con alguna fruta que tenía por casa, y le hice algunas fotografías a la Plaubel Makina 67 que me traje del viaje y que será la protagonista de la segunda parte de este artículo.
Os recuerdo que la Plaubel Makina 67, de la que os hablé hace unos días, con ejemplos de fotografías en blanco y negro, es una cámara telemétrica de objetivo fijo retractil de medio formato. Produce 10 negativos de 6 x 7 (56 x 69 mm, exactamente) sobre película en formato 120.
El caso es que, además de los carretes de los que os hablé en blanco y negro, salí el domingo 16 de octubre, último días de las Fiestas del Pilar, con un par de carretes de Kodak Portra 400, que junto con los de la Hasselblad los mandé a revelar y digitalizar como de costumbre a Carmencita Film Lab, de donde me devolvieron unos estupendos archivos de 24 megapixeles, que muestran las capacidades de la Makina 67. Me he empezado a pensar que para algún proyecto especial y cuidado, pedir la digitalización a máxima resolución. No me quiero ni imaginar cómo deben ser los archivos de 50 megapixeles.
Una de las cuestiones que comprobé es que, usada en un modo "reportaje", el telémetro de la cámara tiene una precisión de enfoque bastante notable. Bien es cierto que en la mayor parte de los casos usé aperturas medias de f/5,6 o f/8. Pero es que con semejantes negativos, la profundidad de campo es pequeña, y el poder separador del objetivo del objeto principal del fondo es grande.
Por supuesto, como suele suceder con las telemétricas, por la posición de la "mancha" de enfoque del telémetro de coincidencia, hay una cierta tendencia a componer con el sujeto principal centrado en el fotograma, especialmente si llevas prisa. Lo que no siempre funciona; pero también pasa con las Leica... oye.
En cualquier caso, hay que prestar mucha atención a la escasa profundidad de campo. A punto de volver para casa, nos metimos un momento en la Lonja, por hacer alguna fotografía con luz más escasa, y allí, con la diafragma abierto al máximo, compruebas hasta que punto la profundidad de campo es escasa. Si enfocas a uno de los cuadros de la pintora Iris Lázaro, los espectadores que lo contemplan quedan irremediablemente desenfocados. Pero bueno... es así como va la cosa. Más adelante más. Espero.