Los delirios de la gripe, o de los objetivos que precisa la Canon EOS de 50 megapíxeles
Llevo cuatro días con gripe. Y cuando ayer domingo por la mañana parecía que lo peor estaba pasado, por la tarde me subió la fiebre de nuevo, que no ha cedido de forma continuada hasta esta mañana en algún momento entre las 8:30 y las 10:00. No sé cuando, no estaba yo con la cabeza muy en mi sitio. Así que tengo todas las papeletas para que esta entrada de hoy me salga irracional. O incongruente. Cosa que a nadie debe sorprender, porque el ser humano es esencialmente irracional incluso sin gripe.
Un ejemplo a propósito de esta enfermedad. Conocemos como prevenirla, con vacunas. Pero muchas de las personas que disponen de la vacuna por motivos laborales ¡¡¡GRATIS!!! no se la ponen, pese a que carece de efectos adversos de consideración. Es cierto que no siempre es todo lo eficaz que debería, pero eso se debe a que siempre es una apuesta al virus más frecuente en la temporada de turno. Y a veces la apuesta falla. Esta temporada ha fallado, y he cogido la gripe.
Sabemos como tratar a los pacientes. Sabemos que deben guardar una higiene estricta para evitar la transmisión. Sabemos que durante el periodo en que son contagiantes deberían quedarse en casa para evitar el contagio a otras personas. O deberían alejarse de sus familiares más débiles... por el mismo motivo. Pues nada. Se atiborran de antipiréticos y analgésicos, y a trabajar, que dicen los políticos y los empresarios, esas bellísimas personas sin tacha moral alguna, que los españoles somos muy vagos y le echamos mucho cuento. El virus carece de inteligencia... pero se aprovecha de la ausencia de la misma que también demuestra el ser humano que no veas.
Así que me estoy quedando en casa durante estos días para evitar que los trillones de particulas virales que me están dando por saco, y que me dejan hecho unos zorros cada vez que se dan un paseo por mi torrente sanguíneo, y elevan mi temperatura corporal por encima de los recomendados 37 ºC. Y dándole vueltas a la irracionalidad de la especie humana.
En 1993 compré una cámara Canon de enfoque automático, la EOS 100, para película de formato 135. Lo que ahora los modernos llaman full format, aunque es sabido que hay cámaras con sensores de imagen más grande. Desde entonces he tenido cámaras de esta marca y sistema, y poseo un simpático parque de objetivos para las mismas que abarca desde los 21 mm a los 210 mm de focal. Pues bien, Canon ha dado la sorpresa, no tal que llevaba semanas comentándose, y ha sacado al mercado un par de modelos hermanos, con un sensor de este tamaño y 50 megapíxeles de resolución espacial.
Lo que yo me he preguntado hace tiempo es ¿por qué han tardado tanto? Basta con hacer unas cuentas.
Las Canon EOS de formato APS-C suelen tener 18 megapíxeles. Si extrapolamos esa densidad de píxeles al llamado full format, se puede obtener sin problemas 46 megapíxeles.
Las Nikon para aficionados, también de formato APS-C, suelen llevar un sensor de 24 megapíxeles también muy popular en otras marcas, ya que lo fabrica Sony y lo vende como churros. Volvemos a extrapolar, y sin problemas los 54 megapíxles.
Mi Olympus OM-D E-M5 de 16 megapíxeles lleva un sensor de un tamaño tal, que con tal densidad de píxeles se podría ir al full format por encima de los 61 megapíxeles.
Las cuentas las he hecho con las dimensiones aproximadas que he encontrado por internet de los sensores. Puede haber algunas variaciones en los resultado precisos, pero creo que cogéis la idea.
Entonces,... si existe la tecnología para haberlo hecho hace varios años ¿por qué no? La culpa es de los objetivos. Ya he leído varios artículos en que se confiesa, incluso por fieles nikonistas, que la mayor parte de los aficionados que usan esas cámara de 24 megapíxeles usan ópticas que aprovechan como si la cámara tuviese sólo 9 ó 10. Probablemente con las Canon pasa algo parecido, pero al ser un 25% más modesto sus sensores de imagen en la cuenta de megapíxeles no parece tan grave.
Los que disfrutamos en nuestros viajes de las pequeñas micro cuatro tercios tenemos más suerte. Aunque nuestros objetivos no son perfectos, de esos 16 megapíxeles teóricos aprovechamos una buena parte, porque están construidos y diseñados ad hoc. Y por su tamaño compacto, por la escasa cantidad de vidrio necesario, y por no necesitar motores tan especiales para mover la inercia del mismo, se pueden vender a precios razonables.
Porque aquí viene la irracionalidad. La mayor parte de los usuarios de cámaras réflex que conozco están usando objetivos pensados para los tiempos en los que las cámaras tenían o se esperaban que tuvieran entre 6 y 10 megapíxeles. O son diseños procedentes de los tiempos de la película tradicional, donde los principios a aplicar no eran los mismos. Pero sigo conociendo buenas gentes que apenas gastan en ópticas, y se siguen comprando cámara más grandes, más prestigiosas, con muchos megapíxeles, para luego racanear en las ópticas que los acompañan. Y son buenas gentes. Pero muy humanas. No demasiado racionales. Y ahí están los vendedores de cámaras, fríos, carentes de sensibilidad, sin una inteligencia especial, pero con la esperanza de mejorar sus balances, vendiendo más megapíxeles. Y los compraremos.
Por cierto que también ha salido al mercado la Olympus OM-D E-M5 Mk II. Pero no promete más megapíxeles. Bueno sí... pero de otra forma... qué se yo... ¿Os habéis fijado como me mira?
Para compensar tanto megapíxel, muchos de ellos sin sentido, os dejo en la entrada algunas fotografías de las 24 primeras horas que pasé en mi vida en Londres. El otro día lo hacía con París ¿no? Fue el mismo viaje. En 1989, con una Pentax P30N un Pentax SMC-A 50/2 y un 28/2,8 que me dejaron, y cuya marca no recuerdo. Seguro que ninguno de los dos resuelve los 50 megapíxeles... Y a quien le importa...