Si ayer comentaba la llegada a la colección de la Nikomat FTn, hoy quiero mostraros algunas fotografía de los primeros carretes que he expuesto con ella. Ayer no comenté un hecho. La cámara usaba las malditas pilas PX625 de mercurio que ya no se fabrican. Sus equivalentes en pilas alcalinas no tienen el mismo voltaje, ni entregan su carga de la misma forma, por lo que es sabido que hace que el fotómetro de las cámaras, único motivo para usarlas, no sea fiable. Además de una diversidad de soluciones caseras, la mejor solución para sustituirlas son las pilas de zinc-aire que WeinCell fabrica compatibles con las PX625. Pedí unas cuantas, pero han tardado en llegar y los dos primeros carretes un Kodak Portra 400 y un Eastman Double-X 200 han sido expuestos estimando la exposición en condiciones de fotografía al aire libre, y con la ayuda de un aplicación que permite usar el teléfono móvil como fotómetro.
Normalmente, se me da bien estimar la exposición a ojo, partiendo de que un día nublado la exposición correcta es f/8 y el inverso del índice de exposición en ISO como velocidad de obturación. Si hay sol, vamos aumentando el número f o la velocidad de obturación. Si estamos en sombra o se pone a llover, vamos a la inversa.
Sin embargo, por algún motivo mis negativos en color, especialmente los realizados al aire libre han pecado de una ligera subexposición muchos de ellos. Nada grave, pero prefiero equivocarme en sentido opuesto. Las fotografías en interiores, con medición con el teléfono móvil, han quedado sin problemas.
En general, aunque más pesada de lo que estoy acostumbrado a usar, la cámara se maneja con comodidad, aunque no me he acostumbrado todavía a la posición en la montura del objetivo del selector de la velocidad de obturación. Que además va un poquito duro.
En el lado positivo, y a pesar de la amplia luminosidad de Nikkor-S Auto 1:1,4 50 mm, el enfoque parece preciso. Desde luego la rueda de enfoque tiene un tacto y una suavidad envidiables para los objetivos de hoy en día, mucho menos agradables de usar.
El contraste la nitidez que ofrece el objetivo es muy buena en cuanto cierras unos cuantos pasos el diafragma. Pero a plena apertura, el contrasta es bajo y la nitidez es la justa para ser usable en el centro del diafragma. Supongo que la tecnología de los años, este es un objetivo cuyo diseño viene de principios de los años 60, hace que las limitaciones se noten. Pero su robustez y agradable uso te hacen comprender que fuera apreciado por los profesionales de la época. Que lo usarían más bien con la Nikon F, pero que no desmerece montado en la Nikomat.
También le he puesto una lente de aproximación de 3 1/3 dioptrías. La distancia mínima de enfoque del objetivo no es tan favorable como la de objetivos similares en la actualidad. Si estamos habituados a una distancia mínima de enfoque de 45 cm en los objetivos de 50 mm de focal, nos tenemos que conformar con unos 55 o 56 cm de distancia mínima de enfoque, calculo yo. Algo menos de 60 cm. Con la lente de aproximación nos permite escalas de rerproducción de aproximadamente 1:3. No está mal. Ninguna catástrofe sucede, si diafragmamos unos pasos a la hora de hacer la foto.
Para el blanco y negro, tiré del último carrete que me quedaba de un pequeño lote que adquirí de la película cinematográfica de Kodak, la Eastman Double-X, con una sensibilidad nominal de ISO 200. Hay mucha gente que habla maravillas de esta película, pero yo no he alcanzado la felicidad con ella. Ni con los primeros carretes que usé revelados con Kodak HC-110, tanto a su sensibilidad nominal como forzada un paso, ni con este que he usado con la Nikomat, a su sensibilidad nominal, pero revelada en Rodinal. Puesto que expuse generosamente y en situaciones de potencial contraste fuerte, decidí usar un revelado compensador, un revelado desatendido con una concentración de 1:100 durante una hora a 20 ºC.
He de decir que sigo sin enamorarme de esta película. No me acaba de convencer. Su sensibilidad de ISO 200 está un poco en tierra de nadie. No obtengo grano tan fino como con las de ISO 100-125. De hecho, tampoco obtengo grano más fino que con algunas películas de más sensibilidad. Por lo que no le acabo de ver la ventaja.
En cualquier caso, decir que en esta ocasión sí que pequé de cierta sobreexposición, ya he dicho que dejé entrar la luz con generosidad. Siempre he oído decir que a esta película le gustan las condiciones de luz abundante. Desde luego, la latitud de exposición de la película con este revelado me parece muy buena, pero el aspecto general de las fotos finales no acaba de convencerme.
Pero a lo que vamos es a la cámara y el objetivo. Lo cierto es que conforme te vas acostumbrando a su volumen y peso, se hacen muy agradables de usar. Y quizá el Nikkor-S 50/1,4 no brilla a plena apertura como los objetivos actuales, pero tiene posibilidades claras para retratos. Eso sí... cuidado que f/1,4 ofrece muy poca profundidad de campo. No vale echarle la culpa al objetivo de lo que son errores de enfoque. Que eso se ve mucho.
Hay gente, aficionados a la fotografía como yo, que conocen mi afición a mantener una pequeña colección de cámaras fotográficas. Cámaras que me he encontrado, gratis o a muy muy buen precio, o que he adquirido por que me apetecía mucho y me parecía que tenían un razonable valor histórico. Más que el monetario o de otro tipo. Pero no tenía ninguna Nikon. Nada. De esta veterano y respetado fabricante nipón no he tenido hasta el momento más que tres objetos relacionados con él, por orden de adquisición:
Un objetivo de ampliadora, Nikkor 50/2,8, que compré de segunda mano cuando me monté mi laboratorio fotográfico en casa. Un objeto óptico magnífico.
Un escáner de negativos y diapositivas que dejé de usar por que la marca dejó de actualizar el software que lo hace funcionar, y quedó obsoleto para los sistemas operativos modernos.
La Plaubel Makina 67 incorpora un objetivo Nikkor 1:2,8 80 mm, también excelente.
En los habituales piques, en el 99,9 % de los casos amistosos, entre aficionados con cámaras de distintas marcas, siempre me sitúan en el campo de los "canonistas". No voy a negar que le tengo cariño a mi sistema Canon, aunque en estos momentos las novedades que habitualmente ofrece este gran fabricante japonés me producen la misma emoción que la visualización de una acelga en la verdulería. Hasta tal punto se ha vuelto conservadora y aburrida la otrora innovadora marca fotográfica. Pero la verdad, se equivocan mucho si piensan que mi primera compra de una Canon EOS se debió a algún tipo de devoción hacia la marca. De hecho, le falto un pelo para que en lugar de aquella EOS 100 que todavía funciona perfectamente no se viniese a casa y lo hiciese una bella cámara firmada por la antigua Nippon Kōgaku. Que tras la guerra mundial empezó a fabricar bajo el nombre de Nikon, por aquello que recordaba al nombre de las Ikon de Carl Zeiss. De la misma forma que es innegable la inspiración del nombre de las Contax, también de Carl Zeiss, a la hora de que Asahi Optical bautizara a sus cámaras réflex con pentaprisma como Pentax. Hay algún caso más por ahí... ¿Sabíais que hubo un tiempo que en las Fuji se llamaban Fujica, de Fuji Cameras, de las misma forma que Leica viene Leitz Cameras?
Recientemente encontré dos ofertas muy buenas, que como conjunto no fui capaz de dejar de lado para incluir una cámara Nikon en mi colección. Esta.
Se trata de una Nikomat FTn, calzada con un objetivo Nikkor-S Auto 1:1,4 50 mm. Primero, aclaremos el nombre. Tradicionalmente Nippon Kōgaku, posteriormente Nikon Corporation, había denominado Nikon a su línea principal de cámaras de objetivos intercambiables. Primero fueron las telemétricas que imitaban a las Contax de Carl Zeiss, y que de hecho utilizaban su misma montura, y luego esa revolución que la hizo ser reina de la fotografía profesional durante décadas, especialmente del fotoperiodismo, y que fue la Nikon F en 1959. Pero con la llegada de la Nikon F, la empresa decidió cambiar la denominación de sus cámaras pensadas para el mercado de consumo, para los aficionados. Primero fueron las Nikkorex, entre 1960 y 1965, sólo uno de sus modelos era de objetivos intercambiables, y después, desde 1965 y hasta 1978, las Nikkormat. Estas sí, compatibles con los prestigiosos objetivos Nikkor. Pero Nikkormat es la denominación que Nippon Kōgaku ofreció para las cámaras destinadas a la exportación, especialmente a los países occidentales. Para el mercado interno, la denominación fue Nikomat. Decir que Nikkormat y Nikomat, para un japonés, suenan igual y muy similar a como sonarían en inglés.
Así pues, ya tenemos un primer dato. Mi nueva cámara estuvo destinada al mercado nipón. Es una Nikomat.
Que esto fuese así tenía un especial interés, de carácter emotivo. En el año 1994 tuve ocasión de usar una cámara similar a esta durante un par de días, y tengo por ahí un carrete de película en blanco y negro expuesto por mí durante aquellos días. La cámara pertenecía a un compañero de trabajo, importante para mí, que ya ha fallecido, y al que apreciaba realmente mucho. Tenía mis cosas que agradecerle. Y siempre presumía de que se la había comprado en Japón. Era una Nikomat, no una Nikkormat.
Había otro hecho que me predisponía a que el día que añadiese una Nikon a mi colección fuera de esta gama y no de otra más prestigiosa. Cuando me empecé a interesar en serio por la fotografía, a principios de los años 90, empecé a acudir asiduamente a las exposiciones que se organizaban anualmente con el nombre de Tarazona Foto. Y allí tuve ocasión, estoy casi seguro de que fue allí pero la memoria podría gastarme una mala pasada, de conocer la obra del francés Bernard Plossu, un fotógrafo que siempre me ha gustado mucho. De hecho, he seguido acudiendo a sus exposiciones siempre que he tenido ocasión, y tengo varios libros con su obra. El año pasado sin ir más lejos expuso dentro del certamente PHotoEspaña 2016 en el Jardín Botánico de Madrid, y en la reseña que en Clavoardiendo hicieron de la misma podemos ver a Plossu con su cámara la cuello. Una Nikkormat con un Nikkor 50 mm. Esta es la combinación de cámara y óptica que si no de forma exclusiva sí de forma prioritaria usa el francés.
Aquí podemos ver a mi recién llegada junto a mi Pentax MX. La Nikomat FTn es del año 1967, aunque estuvo varios años en venta, hasta principios de los años 70. La Pentax MX es posterior, prácticamente del momento en que la Nikomat dejaba de fabricarse. Tienen algunas características en común. Ambas son mecánicas, no necesitan de las pilas más que para alimentar el fotómetro. Ambas tienen un obturador que llega a 1/1000 segundos. Ambas son metálicas y muy resistentes. Pero la Nikomat se concibió para el aficionado, mientras que la MX se concibió para el profesional. Tiene diversas posibilidades de ampliación o mejora que no tiene la Nikomat. Y además, como vemos, es considerablemente más pequeña y ligera. Como le oí decir a alguien, y yo lo repito de vez en cuando, las Nikomat servían para tres cosas: para hacer fotos, para cascar sacos de almendras y para pelear de tú a tú contra el martillo del dios del trueno escandinavo. Vamos. Son indestructibles. De hecho, a pesar de los cerca de 50 años que puede tener mi ejemplar, está como nuevo. Impecable.
El cuerpo de la cámara está muy despejado de mandos. La palanca de avance, el disparador, un botón de previsualización de la profundidad de campo, el contador de exposiciones, la palanca rebobinadora de la película, un temporizador de disparo en el frontal y poco más. Ciertamente sencillez, aunque alguna de esas características como la previsualización de la profundidad de campo ha estado durante mucho tiempo reservada a las cámaras profesionales. Que esta Nikomat no es, aunque se empeñe Plossu en que sea su cámara de trabajo profesional. Por otra parte, tiene algunas peculiaridades que encontramos en lo siguiente.
Carece de zapata para accesorios, que era un accesorio opcional. Mi ejemplar no lleva. El flash hay que sujetarlo con otro soporte y conectarlo con un cable al zócalo correspondiente en el lateral.
El fotómetro tiene una aguja indicadora en el visor como es habitual, pero también tiene otra en el exterior. Hay gente que no le ve la gracia a la cuestión. Pero lo cierto es que permite cierta flexibilidad a la hora de utilizar la cámara como un fotómetro de luz reflejada.
El ajuste de velocidades de obturación se encuentra en un lugar poco habitual. En la montura del objetivo. Todavía no me he acostumbrado del todo. Pero la verdad es que tiene cierta lógica. Y aunque se haga más difícil de ver la velocidad seleccionada, esta está bien visible en la parte inferior del visor réflex. Un visor amplio y luminoso, que tiene como ayuda al enfoque una corona de microprismas. Por lo demás, está muy despejado y no distrae. Aunque hubiese sido bueno que también informase del diafragma seleccionado. En eso, la Pentax MX tiene un sistema muy ingenioso que permite ver el la abertura seleccionada en el objetivo mediante un prisma óptico.
Pero es que el ajuste del diafragma es una de las cosas más curiosas de esta generación de cámaras Nikon. Nikon, y sus usuarios, llevan toda la vida presumiendo de que han mantenido la misma montura desde 1959, manteniendo la compatibilidad del sistema en todo este tiempo. Algo que se dice como "ventaja" frente a Canon que cambió de montura hace 30 años. Pues bien... es mentira. Las tablas de compatibilidades de cámaras y ópticas de Nikon siempre me han parecido una pesadilla con incompatibilidades ascendentes y descendentes.
La bayoneta K de Pentax es la montura de uso actual que mejor compatibilidad mantiene a lo largo del tiempo. Uso sin problemas objetivos de principios de los años 70, cuando se implantó, con cámaras actuales digitales. No pasa lo mismo con los objetivos de la generación del Nikkor-S Auto 1:1,4 50 mm.
Veamos su designación. Nikkor es la marca tradicional de los objetivos de Nippon Kōgaku, aunque en la actualidad se haya perdido en favor de la marca genérica Nikon. La S detrás del guion indica que este luminoso objetivo, 50/1,4, tiene una fórmula óptica de siete elementos. Y Auto viene del hecho de que se pueda medir la luz a plena apertura y que el diafragma se cierre a la apertura de trabajo en el momento del disparo. Ahora eso no nos sorprende. Pero en los años 60 eran innovaciones que empezaban a llegar. El caso es que siendo una cámara totalmente mecánica, para montar el objetivo había que hacer una serie de pasos. Primero, la apertura del diafragma tenía que estar obligatoriamente ajustada a 5,6. Segundo, había que hacer coincidir las "orejitas de conejo" del objetivo con el pitón metálico de la montura. Tercero, una vez montado, había que llevar la escala de diafragmas hasta su apertura mínima e inmediatamente hasta la máxima. De esta forma, la cámara "se enteraba" de la apertura máxima y mínima del objetivo y el fotómetro funcionaba correctamente. En 1978, estos objetivos fueron sustituidos por los AI "Auto Index", que no precisaban estas maniobras. Pero dejaron de ser compatibles con todas las cámaras posteriores salvo si se les hacía una cierta operación quirúrgica. Y aun así deben funcionar con algunas limitaciones.
No obstante, esa puede ser una de las razones por las que el objetivo me ha costado también más barato de lo que esperaba. Porque los objetivos Nikkor conservan bien su valor y no están tan baratos como otras marcas en el mercado de segunda mano y ocasión. Y menos si se trata de un f/1,4.
Con esto llegó al final de la descripción de la cámara. Mañana, si nada lo impide, os mostraré las primeras fotografías realizadas con ella. Así podré comentar como va de ergonomía, y como aprecio las cualidades del reputadísimo objetivo Nikkor.
Si no recuerdo mal, la última vez que me fui de viaje con una cámara réflex de objetivos intercambiables fue en septiembre de 2009, en una escapada de cuatro días a Lisboa y alrededores. Me fui con la Canon EOS 40D y tres ópticas fijas. Recuerdo el calor que hacía y el dolor en el cuello y la espalda al final del día. Y cómo llegada la tarde prefería hacer fotos con la pequeña compacta Panasonic Lumix LX3 que con la réflex.
Ese mismo verano, precisamente por lo cansado que me resultaba viajar con las réflex de Canon, había probado a viajar por Suiza con un equipo Pentax. La K10D, que compré muy barata de segunda mano, y algunas ópticas fijas y muy ligeras de la marca. Los 10 megapíxeles de aquella K10D competían más que dignamente con los de la EOS 40D. La cámara no era mucho más ligera, algo sí, pero los objetivos sí. Pero por algún motivo, no me llevaba bien con el color que me ofrecía aquella Pentax. Además, en aquel viaje a Suiza, concretamente en una tienda de fotografía de Berna, ya estuve contemplando y admirando una de las primeras Olympus Pen digitales. Pocos meses después adquiría mi primera cámara micro cuatro tercios, y desde entonces no me había vuelto a llevar una cámara réflex digital de viaje. Y mi cuello y espalda, agradecidos.
Por lo tanto, llevaba casi ocho años sin sacar a pasear una réflex digital fuera de las fronteras de nuestro país. O mejor dicho, fuera de las fronteras de Aragón. Eso sí. Siempre he tenido en funcionamiento alguna Pentax digital para aprovechar mis ópticas de la marca, de las que tengo unas cuantas. Siempre compradas a bajo coste, de segunda mano o en "outlets". Mi actual Pentax K-S1 me costó unos 320 euros con un objetivo zoom de kit que no uso. La uso especialmente con el SMC 100/4 Macro, para fotografía de aproximación. Y a pesar de ser una cámara planteada como de baja gama, siempre me ha sorprendido su capacidad par ir tirando y la calidad de su sensor Sony de 20 megapíxeles. Y además, al contrario que aquella K10D, me gusta mucho los colores que ofrece.
Siendo una cámara también de tamaño muy contenido y ligera, he decidido llevármela al viaje que acabo de hacer. En una primera parte del viaje, en Milán y alrededores, donde he estado visitando a unos amigos.
Me la he llevado con los tres objetivos DA-Pentax de la serie Limited que tengo. Tres ópticas muy compactas, 21/3,2, 40/2,8 y 70/2,4, casi dentro del concepto de objetivo "pancake", en las que sacrificas la luminosidad por una ligereza y portabilidad superiores, las llevas en el bolsillo sin enterarte, y que tienen una calidad óptica, en general, entre buena y muy buena, con algún pero.
Su primer fogueo serio durante el viaje fue en una excursión que hice a Bérgamo, durante las horas laborales de estos amigos, antes de volver por la tarde a Milán para pasar con ellos la velada.
Viendo la fotografía del insecto os preguntaréis si alguno de los objetivos es macro. No. No lo son, pero no tienen mala distancia de enfoque mínimo, y con la ayuda de una buena lente de aproximación, que tampoco resulta obstrusiva en el equipaje, te apañas para acercarte bastante, como en esa instantánea obtenida en el jardín botánico de Bérgamo.
Al día siguiente, paseé por Milán, que ya conocía. Llena de gente, la propia fauna humana que habita las calles de la ciudad "meneghina" se convierte en el principal motivo de interés.
No tardé en volver a percatarme de algo que ya sabía, pero que no tenía en mente hasta el momento de empezar el viaje. De los tres objetivos, el angular, ese DA-Pentax SMC 21/3,2 que equivale a un 32 mm en formato de 24 x 36 mm, no hace honor al famoso revestimiento de las lentes que aplica la marca japonesa, y se maneja mal en los contraluces o con puntos de luz intensa en el encuadre, produciendo pérdidas de contraste. Un pena. Pero eso hizo que poco a poco, en lugar de usar como objetivo principal ese angular moderado, que mi costumbre habitual, usase con mas frecuencia el objetivo estándar y el teleobjetivo. Este último el mejor del trío por calidad óptica, sin duda.
No obstante, cuando el sábado salimos todos de excursión al lago de Orta, a visitar la localidad de Orta y la isla de San Giulio, el angular tuvo que trabajar los suyo.
De otros viajes, conocía ya los cuatro grandes lagos de mayor tamaño, Maggiore, Lugano, Como y Garda. En el fin de semana que pasé con estos amigos, hicimos excursiones a dos más pequeños. Uno de ellos, como ya habéis visto, el lago de Orta. Y el domingo, en un día de calor, y mucha gente huyendo de las ciudades, al lago Iseo. En concreto, nos dedicamos a recorrer el Monte Isola, una de las mayores si no la mayor isla lacustre de Europa, creo.
La luz fue dura, muy contrastada, de verano, pero a pesar de eso, las buenas cualidades del sensor de la K-S1 hicieron que absorbiese sin muchos problemas estos contrastes, y al final tener fotos, si no buenas, al menos pasables como recuerdo de la excursión.
Tras estos días en el norte de Italia, en lo que más importante que hacer turismo, que se hizo, era estar con la gente a la que echas de menos por la distancia, cogí un par de trenes, y atravesé por mi cuenta Suiza para llegar a Constanza, a orilla de lago del mismo nombre o Bodensee, en el sur de Alemania. Esta es una ciudad fronteriza, coqueta y tranquila, bonita, famosa por el concilio con el que se dio por terminado el Gran Cisma de Occidente de la Iglesia Católica a principios del siglo XV.
Aparte de pasear un par de ratos por la coqueta ciudad alemana, el primer día completo de estancia en la región utilicé los servicios de transporte público en barco por el Bodensee o lago de Constanza para visitar un par de punto de interés. Por una lado, la pequeña pero bonita localidad de Meersburg en la orilla opuesta del lago. Por otro, la visita imprescindible de la zona, el gran parque botánico de la isla Mainau, un lugar donde disfrutar de todo tipo de plantas y vegetación... y de las mariposas.
A estas alturas del viaje, mis impresiones sobre llevar como cámara principal la pequeña réflex de Pentax con respecto a los equipos micro cuatro tercios habituales estaba claras.
A favor de la Pentax está el sensor más grande y de buena calidad, con un 25% más de pixeles, más grandes, que los de las Olympus y Panasonic que uso habitualmente en los viajes. Buena representación de los colores, abundancia de información, buena dinámica ante escenas con alto contraste, son ventajas que se notan.
La cámara es algo más grandota que la Olympus OM-D E-M5, pero con un volumen y un peso asumibles para seguir diciendo que viajas ligero. Las ópticas son muy ligeras. A costa de perder luminosidad. Pero como la cámara da al menos un paso más de sensibilidad usable, se compensa. Además el cuerpo es estabilizado. Lo suficiente para aguantar en situaciones difíciles.
Quizá donde más clara esté la diferencia a favor de las micro cuatro tercios es en las ópticas. Los actuales objetivos de Panasonic y Olympus son claramente mejores que esta serie DA Limited de Pentax para cámaras con sensor APS-C. No son malas, ni mucho menos. El 70 mm está realmente muy bien. Pero el mal comportamiento del 21 mm en contraluces y en presencia de luces intensas y un autofoco menos competente y más ruidoso que las micro cuatro tercios, se lleva mal. He echado de menos al Panasonic Leica G-Sumilux 15/1,7 ASPH. También, usar como focal estándar un 40 mm, en APS-C,... es una focal que resulta larga.
Pero en su conjunto estoy satisfecho. He traído fotos, de las cuales algunas harán un reportaje razonablemente presentable.
Me queda decir que el último día antes del de regreso, por la mañana me lo tomé con calma y me embarqué en una travesía de casi cuatro horas de duración hasta Schaffhausen en Suiza, donde se encuentran la famosa Rheinfall, las cataratas del Rin.
Esa misma tarde, un tren de cercanías me llevó a Winterthur, donde tenía ganas de conocer el Fotostiftung Schweiz, museo de fotografía del que os hablaré dentro de un par de días, así como de las exposiciones que tuve ocasión de disfrutar.
Espero que os haya gustado el resumen fotográfico del viaje.
Nos guste o no, para alegría de los partidarios de la marca o para cabreo de los de otras marcas o sistemas, la marca y sistema dominantes en la fotografía actual es Canon EOS. Descuento la fotografía con los teléfonos móviles, porque en la práctica, y aunque el destino de las fotos sea muy distinto a los de antaño, salvo unos cuantos, las cámaras incorporadas en estos son las cámaras de quienes no son aficionados a la fotografía. Son los que quieren una foto de recuerdo o un "estoy aquí" para sus redes sociales, y la fotografía como tal les importa un rábano. Sí, ya sé que hay quien se los toman en serio, y me parece legítimo, pero la realidad es como es.
En la actualidad, por este mismo fenómeno de la cámara del teléfono móvil, la cámara compacta y sencilla, la "cámara para tontos" que llamaban algunos, ocupa un segmento residual entre los fabricantes de cámara. Que conste que yo nunca he creído que hubiese cámaras para tontos, aunque he conocido algún que otro "tonto con cámara", independientemente del modelo que llevase. Incluso cámaras profesionales de alta gama. Una cámara automática y sencilla puede ser un instrumento capaz si se maneja adecuadamente. Cuanto menos "tonto" seas, mejores fotos tendrás. No importa el instrumento.
Pues a eso. Entre la gente que se toma o que se quiere tomar la fotografía mínimamente en serio, como aficionado o profesional, las cámaras más vendidas son las réflex digitales de Canon. Pero el sistema de cámaras EOS (Electro Optical System) con su montura para objetivos asociada EF (Electro-focus) tiene ya 30 años, y en aquel momento reinaba la película tradicional basada en las emulsiones de haluros de plata con o sin colorantes acoplados. Es decir, en color o en blanco y negro. Y la primera de todas las Canon EOS fue esta.
Se trata de la Canon EOS 650 que fue lanzada al mercado en marzo de 1987. Fue seguida poco tiempo después por la Canon EOS 620, modelo muy similar, con un obturador más competente y rápido, y con algunas funciones añadidas que alegrarían la vida de sus usuarios. Pero la EOS 650 era, y es como veremos, una cámara muy capaz. Si visitamos el Canon Camera Museum, en su apartado dedicado a la EOS 650, se nos informa que salió al mercado con un precio de 118.000 yenes con el EF 35-70/3,5-4,5, o de 88.000 yenes el cuerpo sólo. No sé cuál sería el cambio en aquel momento de la peseta con respecto al yen. Supongamos como aproximación que estuvieran 1:1, aunque probablemente los precios en España en aquel momento eran más caros en el país nipón. Si ajustamos 120.000 pesetas de entonces por la inflación de estos últimos 30 años (hay una calculadora en el INE que permite hacer ese cálculo), estaríamos hablando de una cámara de 300.000 pesetas o unos 1800 euros (voy redondeando constantemente las cifras para facilitar la lectura). No era nada barata; pensad lo que se puede comprar hoy en día por ese precio.
Por cierto, el modelo que tengo en mi poder me ha costado 20 euros más gastos de transporte, y está absolutamente impecable. Sólo le falta el protector de goma del ocular. Pero tan apenas parece usada. Ni una raya. Y se me olvidaba, es un modelo EOS 650 QD, con respaldo fechador. O sea que todavía sería más cara en su momento.
En algunos sitios se puede leer que fue la primera cámara de enfoque automático de Canon. Pero no es cierto. Dos años antes, en abril de 1985, sacó al mercado la Canon T80 con montura FD, pero que admitía tres objetivos especiales, serie AC 50/1,8, 35-75/3,5-4,5 y 75-200/4,5, que enfocaban automáticamente. Pero fue más un ensayo que otra cosa. Su precio estaba al nivel de la EOS 650, e incluso más cara con un objetivo. En cuanto al diseño de la cámara, tampoco era original, pues se basaba fuertemente en el de la Canon T90, cámara de gama profesional que salió al mercado un año antes, en febrero de 1986, y que tenía las formas y la disposición de mandos precursora de las EOS. Aunque estaba más sólidamente construida y tenía mejores prestaciones. Una excelente cámara, pero que quedaría obsoleta pronto por su montura FD. Pero capaz de hacer fotos como ninguna.
Así que en realidad, la gran novedad del sistema fue la montura EF. Mayor diámetro, permitiendo diseñar objetivos más luminosos con facilidad, y carente de sistemas mecánicos para comunicar el cuerpo y el objetivo. Toda la comunicación se realizaba mediante contactos eléctricos. Se dice que Canon estaba previendo ya la era digital. En ese mismo mes de marzo de 1987, salieron al mercado cuatro objetivos EF; el EF 35-70/3,5-4,5 que se proponía como objetivo de kit, un zoom más potente, EF 35-105/3,5-4,5, un telezoom complementario a los anteriores, EF 100-300/5,6 y el que aparece en la fotografía con mi cámara, el EF 50/1,8. Este objetivo, el famoso "nifty fifty", era un diseño nuevo, basado en el esquema tipo Planar de Carl Zeiss, con 6 lentes en 5 grupos, frente a las 6 lentes en 4 grupos de objetivos similares de montura FD. Fabricado en policarbonato de buena calidad, incluía una escala de distancias de enfoque, un modesta escala de profundidades de campo con indicación de corrección de enfoque para película infrarroja y montura metálica. Tres años más tarde fue sustituida por la versión II, de policarbonato de aspectos menos noble, sin las escalas de distancias ni profundidades de campo, con montura de plástico. Esta estuvo a la venta hasta el año 2015, nada menos y fue muy valorada por su calidad óptica combinada con un precio asequible. La fórmula óptica es exactamente igual que la versión de 1987. Mucho más recomendable si se encuentra. Por ser más sólida y útil.
Veamos algunas cuestiones de la ergonomía de la EOS 650 que servirán para hablar de la evolución del sistema.
Vemos a la mi recientemente adquirida EOS 650 con el EF 50/1,8 sobre la EOS 100 que adquirí nueva en marzo de 1993, calzada con una Sigma 28/1,8. La cámara, que venía con un EF 28-80/3,-5,6 USM que no conservo por que lo cambié por un EF 28-135/3,5-5,6 IS USM estabilizado, me costó 105.000 pesetas. Ajustando por la inflación, hoy serían 190.000 pesetas o, mejor dicho 1140 euros. El precio en esos seis años no varió, pero en realidad era más barata en dinero constante, y las prestaciones eran superiores. Aunque el aspecto del policarbonato fuera "peor". Lo cierto es que mi Canon EOS 100 me ha acompañado en muchas aventuras sin queja sobre su rendimiento y fortaleza. Pero lo que más destacaría es que la disposición de los mandos es algo distinta. En la EOS 100, que había aparecido en agosto de 1991, ya aparece la rueda de modos de exposición en la parte izquierda de la cámara (en la derecha de la foto), y aunque no se ve, en la parte trasera tiene la segunda rueda de selección propia de modelos avanzados. Esta disposición se mantiene hoy en día, aunque las cámaras digitales tienen muchos más botoncitos para un monto de cosas que si tiras en RAW son más o menos superfluas. Y aquí viene una reflexión.
Canon, en 1987, fue una empresa rompedora, que aun a riesgo de cabrear a muchos dejó obsoleto tecnológicamente de la noche a la mañana todo lo que había fabricado hasta entonces, que innovó mucho, y que tuvo un objetivo muy claro, ser líder en fotografía profesional y de consumo. Acabar con el dominio que Nikon venía ejerciendo desde que en los años 60 alumbró las Nikon F. Y lo consiguió. Antes del año 1997 que se habían propuesto como meta. Tras la salida al mercado de la primera EOS-1 y con las prestigiosas ópticas de la serie L, con lentes de fluorita, a principios de los años 90 ya dominaba en las pistas de deporte y en el mundo del reportaje. Y avanzaba a pasos agigantados entre los aficionados con gamas extremadamente coherentes y consistentes. Sin embargo, hoy en día, es la marca conservadora por excelencia. Desde hace prácticamente una década va sacando cámaras que son todas iguales por segmentos, con algunas innovaciones incrementales, manteniendo su posición de dominio del mercado. Un mercado a la baja en muchos segmentos. La marca que hace 30 años era excitante y estaba en la mirada de todos, se ha vuelto aburrida de narices.
Ahora veamos algunas fotos realizadas estos días con la Canon EOS 650.
Si vas a probar una cámara, no puede ser que se lo pongas fácil. Eso no tendría gracia, ni conocerías sus límites. Así que salí una mañana de jueves con nubes y algún claro, y le calcé el EF 200/2,8 que utilicé con o sin el duplicador de focal. Convirtiéndolo a ratos por lo tanto en un 400/5,6. La película usada es un carrete de Kodak Portra 400. Advierto que la digitalización de los negativos realizada en el comercio resulta en imágenes un poco sosas, con poco contraste y saturación. Supongo que porque tienen perfilada la Portra 400, que da este rendimiento. Pero los objetos que fotografié necesitan más viveza, por lo que los he trabajado un poquito en el Adobe Photoshop Lightroom, aun a costa de hacer algo más manifiesto el grano. He de decir que los negativos están menos densos de lo que esperaba. ¿Subexpone la cámara? Habrá que probar más.
Otra cuestión es el sistema de enfoque. Tenemos que tener en cuenta que es la primera Canon EOS en 1987, cuando sólo Minolta se había adelantado a Canon en ofrecer un sistema consistente de cámaras y objetivos de enfoque automático, aunque varias marcas habían hecho sus pinitos, como lo había hecho Canon con la T80. La sensibilidad del sistema de enfoque automático es menor que lo que estamos acostumbrados, y cuando hay poca luz, el sistema duda. Como la cámara es compatible con todos los objetivos EF desde 1987 hasta hoy, no con los EF-S, los objetivos con motores tipos USM o STM enfocan más rápido que cuando pongo el EF 50/1,8 con un motor de enfoque más primitivo. Pero cuando enfoca, que suele ser las más de las veces, el enfoque es preciso. Hay que decir otra cosa. El visor óptico es un lujo. Aunque no abarca el 100 % de la imagen, es muy luminoso. En mi opinión, más que el de la Canon EOS 5D Mark II que tengo también. De hecho, con el EF 50/1,4 USM o con el EF 85/1,8 es más fácil enfocar manualmente que con la mucho más moderna cámara digital.
La ergonomía es buena. Mejor de lo que yo pensaba al ver que la disposición de mandos no es la que yo estoy acostumbrado, aunque hecho mucho de menos la rueda trasera, que he disfrutado desde 1983 con la Canon EOS 100, y con cualquier otra EOS para aficionados avanzados o profesionales. Pero bueno, te haces en seguida, y es productiva. Otra cosa que hecho en falta es que en el visor te ofrece la información de velocidad de obturación y diafragma, y un símbolo que indica que has introducido una compensación de la exposición. Pero no la cantidad de la misma. Que tienes que consultar en la pantalla LCD externa.
La gama de velocidades del obturador es un poco corta para los tiempos que corren. Con una velocidad máxima de 1/2000 s y una velocidad de sincronización de flash de 1/125 s, estaba bien para la época, pero se queda corta hoy en día para una cámara del segmento en que se situaba. También es cierto que en aquellos momentos era mucho más raro subir de 400 ISO de sensibilidad, y que las velocidades rápidas de obturación no se usaban con tanta frecuencia. Tampoco estaba de moda el fotografiar constantemente a plena apertura, lo que hacía también innecesario esas velocidades más rápidas. La Canon EOS 100 llegaba ya a 1/4000 s, aunque la sincronización de flash se mantenía en 1/125 s. Velocidades de sincronización más altas Canon las ha reservado tradicionalmente para las cámaras profesionales o semiprofesionales.
También he probado la cámara con un carrete en blanco y negro de Kodak Tri-X 400. Por ejemplo, en una sesión que organizamos en la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ) sobre fotografía analógica. Me despisté y no comprobé la velocidad de obturación que estaba usando con el EF 40/2,8 STM, un objetivo ligero y manejable que es un disfrute de usar con esta cámara. Por lo tanto, puede quedar una ligera trepidación residual en alguna de las fotos.
También mis orquídeas domésticas han sido objeto de atención por parte de la EOS 650, con distintas configuraciones de teleobjetivos más tubos de extensión para mejorar la distancia mínima de enfoque. La cámara ha funcionado sin problema alguno al incluirle estos accesorio. La montura EF es similar a la de cualquier otra cámara EOS posterior y funciona exactamente igual.
Y una de las virtudes más notables de la cámara me la encontré al día siguiente, en el que quedé con unos colegas y amigos aficionados a la fotografía para hablar de teleobjetivos Canon EF y trastear con ellos. Así, en algunos retratos, posados o robados, comprobé que incluso bajando la velocidad de obturación por debajo de lo recomendable, pude tomar alguna fotografía razonablemente nítida. El accionamiento del espejo en el momento de la obturación es claramente más suave que en modelos posteriores, está más amortiguado e introduce menos vibraciones, por lo que he podido observar. Eso está muy bien.
Las conclusiones que podemos sacar es que es una cámara perfectamente usable y eficaz para hacer fotografías con película tradicional. Sin ningún problema. Cualquier persona que disponga ya un sistema Canon EOS digital, especialmente con objetivos EF, no EF-S, incompatibles con esta cámara, puede decidir probar la fotografía argéntica comprando de segunda mano una de estas cámara por precios baratísimos. Quizá no sea fácil encontrarlas por 20 euros como yo, pero por poco más. Y si en lugar de la EOS 650, que es la que preferí yo por razón de su significado histórico, se hacen con una EOS 620, dispondrá de prestaciones todavía mejores. Un obturador algo más rápido, múltiples exposiciones, exposición en programa P desplazable, pantalla LCD iluminada,...
En fin... La usaré de vez en cuando. Creo que especialmente con el EF 85/1,8... Va muy bien con este objetivo. También con el "pancak" de 40 mm. Ya os contaré. Me faltan cosas por probar. Ponerle un flash... o utilizar el respaldo fechador... por ejemplo.
Antes de despedirme, os dejo con un vídeo que repasa visualmente la historia de las Canon EOS, que no empieza por la cámara adecuada, y una foto más, con fuerte sabor "canonista".
Hace unos días os hablaba de mi primer rollo de la nueva película del fabricante francés Bergger, la Pancro 400. Una película de la que me sentía muy satisfecho, y que de hecho estoy pensando en que sea mi película de elección para trabajos de interés. Para un uso más casual, tengo pensado tirar de Fomapan. Pero de eso hablaré otro día. Más adelante.
Esta nueva película, como su nombre indica, es pancromática. Es decir, es teóricamente sensible a todo el espectro de luz visible, como la mayor parte de las películas modernas. Pero eso es algo cierto en parte. Voy a ponerme un poco técnico y voy a poner aquí la curva de sensibilidad espectral de la película, que no es muy distinta a la de otras películas pancromáticas. Está obtenida directamente de la versión en francés de la ficha técnica de la película ofrecida por el fabricante a fecha de enero de 2017.
Como vemos, la película es sensible entre las longitudes de onda de 400 nanometros y aproximadamente los 660 nanometros aproximadamente donde comienza un brusco descenso de sensibilidad para que esta sea nula a partir de los 680 nanometros. El espectro visible, aunque hay variaciones entre individuos va entre el violeta, que comienza e los 380 nanometros y los 780 nanometros del rojo más profundo. Ciertamente los valores más extremos están sujetos como digo a cierta variabilidad personal, y hay muchas personas que no llegan a ser sensibles a los rojos más profundos, por lo que en la práctica no es infrecuente ver mucho textos donde redondean y nos dicen que el espectro visible esta entre 400 y 700 nm.
El caso es que incluso en las películas pancromáticas como esta Pancro 400, siempre hay una menor sensibilidad, aunque sea ligera, a los tonos cálidos que a los tonos fríos. Normalmente, en escenas tomadas con luz de día, no tiene mayor importancia. Pero cuando fotografías en interiores con luz artificial, especialmente luz de tungsteno o aquellas que la imitan, hay predominio de tonos cálidos y las películas se pueden quedar cortas de sensibilidad. Algún fabricante, no muchos, lo avisan, y te dicen que la sensibilidad de la película para esas situaciones es menor. Por ejemplo, 320 ISO en lugar de 400 ISO. No es el caso de la Pancro 400. Pero yo decidí probarla con luz artificial.
Para ello, cargué la Hasselblad 503CX con un carrete de Pancro 400, la iluminé con mis lámpara habituales del salón, halógenas o de LED con tonos cálidos, e hice un pase de modelos de mi colección de cámaras para película tradicional, aunque solamente aquellas que están en funcionamiento, aunque sea con alguna limitación.
Estas son las dos primeras que fotografié, la Canon EOS 100 (1992) y la Leica CL (1973) (Entre paréntesis el año de fabricación aproximado para el modelo del que dispongo). Van juntas porque entre 1993 y 2004 fueron las responsables de ir de viaje conmigo. La primera hasta el año 2001, la segunda con posterioridad. El buen resultado de la Leica CL y su mayor ligereza me condicionaron para ser de los primeros en adoptar las cámaras micro cuatro tercios, comparables en tamaño, como cámaras viajeras por excelencia.
Desde el punto de vista del rendimiento de la película, creo que ciertamente su sensibilidad real cuando la fuente de iluminación es luz artificial cálida es algo inferior. Los negros del cuerpo de la Leica CL tendrían que tener algo más de materia. No obstante, la película, como ya comenté, se comporta muy bien y se traga los pasos de contraste sin ningún problema.
Sigo con el pase de modelos. Ahora ya sin interrupciones sobre las características de la película.
Además de la Leica CL ya vista, dos telemétricas de la marca alemana más, la Leica M2 (1961) con montura de bayoneta para los objetivos y la Leica IIIf (1951) con montura de rosca.
Otras dos telemétricas, pero de formato medio, y por lo tanto bastante más grandes. La Fuji GS645S Wide (1983) es una telemétrica para rollos de película de 120 y 220 sobre los que se obtienen 15 o 30 negativos de 6 x 4,5. Mientras que la Plaubel Makina 67 (1985) con su objetivo Nikkor 80/2,8 fabricado por Nikon, retráctil, tiene un cuerpo metálico, es más consistente, y admite sobre los mismos formatos de película 10 o 20 negativos de 6 x 7. Ambas hacen fotos sin problema, con elevada calidad, pero la Makina 67 necesita pasar por taller por filtraciones de luz en el fuelle del objetivo retráctil.
Dos cámaras réflex, una Pentax MX (1977) y una Praktica MTL 5 (1985). La primera con su popular montura K de bayoneta, la segunda con una montura de rosca M42 que Pentax había abandonado ya diez años antes de que saliera al mercado este modelo de Praktica. Mi primera cámara réflex, de 1989, fue una Pentax P30N que no conservo. La vendí para comprar la Pentax MX que usa todos aquellos objetivos de focal fija de Pentax que fui comprando de segunda mano poco a poco y que van muy bien. Por ello, le tengo un cariño especial. Además va estupendamente, es una de las cámaras más agradables de usar, siendo además muy compacta de tamaño.
Vámonos hacia atrás en el tiempo con estas dos Agfas. La primera, la Agfa Jgestar 8,8 (1928, posteriormente conocida como Agfa Billy, bajo cuyo nombre se declinaron muchas cámaras similares de iniciación) es una cámara de objetivo retráctil con fuelle, sencilla, con un objetivo de tres elementos que no ofrece mucho contraste y moderada nitidez, pero que con sus negativos de 6 x 9 sobre película de formato 120 da información de sobras para disfrutar de la fotografía. También tiene alguna filtración de luz, y hay que protegerla de la luz directa en el momento de hacer la foto. La Agfa Synchro Box (1953) representa a las populares cámaras de cajón cuyo concepto básico no varió desde la primera Brownie de Kodak de 1900. Admite también película de 120 produciendo negativos de 6 x 9, pero su objetivo muy sencillo, un simple menisco, acarrea todo tipo de aberraciones ópticas. Para ampliar con muuuuuuucha moderación. Pero divertidas de usar, ambas.
Dos nuevas cámaras de objetivo retráctil para película de formato 120, produciendo ambas negativos cuadrados de 6 x 6. Conceptualmente muy similares, aunque la primera, la Zeiss Ikon Ikonta modelo 521/16 (1948) es algo más latosa de usar que la Adox Golf 63 (1955). Curiosamente, la primera no sufre de las filtraciones de luz en el fuelle de las que sufre la segunda, que hay que proteger de la luz directa al usarla para evitar luces parásitas en exceso.
Un recuerdo especial para las cámaras que originalmente no fueron mía sino de mi familia. desde la Viking (1964) que usaba mayormente mi padre durante mi infancia, pasando por la Kodak Pocket A-1 (1977), que yo usaba cuando me iba de campamento cuando era un adolescente y que usa cartuchos de película de formato 110 con sus minúsculos negativo, hasta la Olympus μ(mju:)-1 (1993) que compré para mi familia con el fin de que tuvieran una cámara de cierta calidad pero sencilla de usar, una vez que yo ya me había aficionado a la fotografía.
Unos años más tarde, me compré para mí mismo esta Olympus μ(mju:)-2 (1997), descendiente de la anterior, más compacta, con un objetivo más luminoso y protegida contra las inclemencias del tiempo. La pongo en comparación con la Olympus Pen EE3 (1973), una de las populares compactas de medio formato, la mitad del tradicional formato popularizado por Leica, que hacían que los carretes de 36 exposiciones ofrecieran cerca de 80 si las cargabas con cuidado para aprovechar al máximo la longitud de la película.
Mezcla de estilos en esta ocasión. En el centro, una noble Yashica Mat 124G (1970), reflex binocular con un objetivo tipo Tessar que hace unas fotografías excelentes, pero que tengo con una funcionalidad algo "estorbada" porque como consecuencia de una caída, la lente de enfoque no se sujeta correctamente. Por lo demás va muy bien. A reparar en cuanto tenga ocasión. Y con las otras dos entramos en el terreno de lo lúdico. De las cámaras-juguete. Pero que hace fotos. Por dos euros en un mercadillo conseguí la Cámara Safari de Indiana Jones (1987), que es una variante de la Werlisa Club Color B, una cámara que se fabricó en España como churros desde los años 70. Es muy elemental en su uso, pero hace fotos. Conceptualmente similar es la Vivitar Ultra Wide & Slim (2001), pero con la peculiaridad de que tiene un objetivo gran angular de 21 mm. También se puede conseguir por pocos euros. Su ergonomía puede producir algún dolor de cabea que otro, pero las fotos que se hacen con ella pueden ser muy simpáticas. Pasad de las Lomography, y buscad este tipo de cámaras si queréis diversión.
Diversión que también se puede conseguir con las chinas Holga, de las que yo tengo dos. Una Holga 120W PC y una Holga 120N. Ambas son fabricadas en 2015. El PC de la primera viene de Pinhole Camera, y es efectivamente una estenopeica. Ambas son para formato medio, rollo de formato 120. La estenopeica puede hacer fotografías de 6 x 9 y 6 x 12, la 120N de 6 x 6 y 6 x 4,5. La calidad en la estenopeica es la esperable en este tipo de cámaras. La de la 120N es simpáticamente lamentable.
Y dos estenopeicas más... La Camara Pinhole Automontable (2015) comprada en la librería del CaixaForum de Zaragoza. Tengo pendiente sustituir la lámina del estenopo por otra más fina. El estenopo me salió con un diámetro excesivo y la nitidez que ofrece es demasiado baja. Aunque no deja de ser curiosa de usar. Se vendía en piezas, y te la montas tú mismo. Admite carretes de 35 mm normales y corrientes, pero el avance es muy aproximativo. La otras es una Ondu 6x12 Multiformat (2016), que con un sistema de tabiques móviles permite usar sobre película en rollo tipo 120 los formatos de 6 x 6, 6 x 9 y 6 x 12. Está hecha artesanalmente de madera, las piezas se mantienen en su sitio con imanes de vanadio, y es muy bonita.
Llevo 11 fotografías con 24 cámaras presentadas hasta el momento. Normalmente la idea es que todas menos una cámara cupiesen en los 12 fotogramas que permite la Hasselblad en un respaldo tipo A12. Pero un error en el primer fotograma hizo que hasta aquí llegáramos. La siguiente fotografía está realizada con la Leica M-E, digital, calzada con el Elmar-C 90/4 para suplir esa carencia.
A pesar de que parecía que esta tecnología iba a desaparecer, la fotografía instantánea esta viviendo un simpático resurgir. Hay quien tira de los nuevos productos desarrollados por Fujifilm. Pero otros preferimos rescatar las viejas Polaroid y usar la (carísima) película instantánea de Impossible Project. Yo dispongo de una Polaroid Image System SE y una Polaroid Supercolor 635. Esta última es un modelo muy sencillito, que ofrece las típicas fotos cuadradas de Polaroid. La primera ofrece mucha mayor calidad y posibilidades, pero hay que usar el formato especial tipo Spectra, algo más alargado.
Y queda una cámara... la que ha hecho la mayor parte de estas fotos...
Y aquí tenemos la reina de las cámaras, una Hasselblad de la serie V, en concreto una Hasselblad 503CX (1989), con su clásico Carl Zeiss Planar 80/2,8, fotografiada con la Polaroid Image System SE. En realidad este modelo no salió tal y como se ve de fábrica, ni se vendió tal cual, ya que está montado a partir de distintas piezas. Las Hasselblad para película eran fundamentalemente un concepto modular. La 503CX el cubo central, pero el respaldo vino por otro lado, el objetivo por otro, y el visor que se ve... no es Hasselblad. Es Kiev, soviético. Pero funciona correctamente.
Y este es mi repaso a mi colección de cámaras para película tradicional en funcionamiento, aprovechando mis pruebas con la Bergger Pancro 400.