Hace unos días, a finales de octubre, decidí airear un poco la Hasselblad 500CM con el Carl Zeiss Planar 80/2,8 CF. Hacía una buena mañana de sábado y, aunque había estado lloviendo, el sol empezó a asomarse por las nubes, generando una luz suave para ser las horas centrales del día.
Tomé un rollo de Kodak Ektar 120, pensando que tendría luz suficiente, y que el mayor contraste y saturación de esta película sobre otras películas de Kodak o Fujifilm, vendrían bien esa mañana.
Lo cierto es que, aunque la luz fue bastante agradable en general, no era tan abundante como yo pensaba, y la sensibilidad de la Ektar 100 se me quedó un poquito corta en alguna ocasión. No cogí trípode, y fotografié durante todo el paseo a mano alzada, lo que me obligó a abrir el diafragma en alguna ocasión más de lo que hubiese sido deseable, generando una profundidad de campo muy escasa.
El resultado general fue una mezcla de fotografías, unas más conseguidas, captando los tonos otoñales en un ambiente de naturaleza en medio urbano, y otras menos.
Realmente, la Kodak Ektar 100 es una película que necesita luz y estar bien expuesta, en su sensibilidad nominal. Para medir la luz utilicé mi fotómetro de mano Sekonic Multimaster L-408, a veces usando el modo de luz incidente, otras el modo de luz reflejada selectiva.
El revelado y escaneado de los negativos está realizado en Revelatum Revelado Analógico, que ha obtenido unos tonos correctos, adecuados a la impresión que daba la luz esa mañana.
Quiero seguir profundizando en el uso de la película Kodak Ektar 100. Pero es una película más exigente en su utilización que la gama Portra del fabricante americano de película en color. Ya me han llegado a casa algunos rollos nuevo. A ver cuando tengo ocasión de usarlos con provecho.
En los últimos años, eventualmente me he llevado alguna cámara para película tradicional, preferentemente compactas que abulten poco espacio, a diversos viajes. Pero de modo irregular. Este año, en mi primera tanda de vacaciones, en junio, me llevé un par de cámaras de desechables de Ilford con película de la misma marca XP2 Super. Y me quedé encantado. Es cierto que una cámara desechable no ofrece los mismos resultados que una cámara más en condiciones. Si el centro del fotograma es razonable, las esquinas del mismo sufren de notables aberraciones, que ciertamente una vez conocidas, se pueden usar para dar expresividad a la fotografía. Las revelé en Carmencita Film Lab con digitalizado a tamaño XL, lo que significa unos archivos digitales de unos respetables 20 megapixeles. Más que de sobra para la resolución óptica del menisco de plástico que llevan las Ilford desechables.
En agosto hice una escapada por el sur la región del lago Constanza y el Rin donde es frontera entre Alemania y Suiza. Como eran pocos días y los iba a pasar con Wilhelm, un amigo suizo de Kreuzlingen, gran aficionado a la fotografía con película tradicional, decidí llevarme como cámara principal la Leica M2 con el Summicron 35/2 ASPH. Hice cuatro carretes, y repetí la película, la Ilford XP2 Super. En esta ocasión, dada la nobleza del equipo usado, solicité de Carmencita Film Lab el escaneado a tamaño XXL, que es prácticamente el doble del anterior, nada menos que 37 megapíxeles. El resultado todavía me gustó más que la anterior experiencia. La XP2, como película cromogénica que es, aunque en blanco y negro, expuesta a un índice de exposición de 100 o 200 en lugar de su sensibilidad nominal ISO 400, da unos resultados excelentes, con un grano muy fino, y con una dinámica amplísima. En fotografías en las horas centrales del día, bajo un sol de justicia, se traga los contrastes como si nada, manteniendo la sustancia tanto en las sombras profundas como en las altas luces.
Recientemente de disfrutado mi segunda tanda de vacaciones, tres semanas de las que dos he estado de viaje por la isla de Taiwán. En un principio, no hice más previsiones que el equipo digital micro cuatro tercios habitual. Pero un par de días antes de salir, me di cuenta que tenía en casa un par de carretes de XP2 Super. Así que decidí llevármelos. Como cámara, opté por la muy compacta Olympus mju-II. Y por si agotaba los carretes de Ilford, como tenía por casa un poco abandonados un par de carretes Bergger Pancro 400, me los llevé también. Esta película tiene un contraste muy suave, por lo que también se come bien las situaciones malas de luz. Pero lo cierto es que no los llegué a utilizar. Volvieron como los empaqueté.
Comentemos un poco la cámara, aunque ya lo he hecho en otras ocasiones. Al fin y al cabo, también me la llevé a Nueva York en 2013 y a Islandia en 2016. Es una cámara muy apreciada por tres motivos.
Por su tamaño extremadamente compacto.
Por estar sellada contra las salpicaduras y el polvo.
Por que su objetivo 35 mm f/2,8 es muy luminoso para ser una compacta y muy nítido.
Por estos motivos yo me la compré en su momento, en los años noventa, para llevármela a esquiar. Aguantando sin problemas el sudor, las salpicaduras de la nieve y otros elementos adversos, obtenía unas diapositivas nítidas y contrastadas en mis viajes a las pistas de esquí de los Pirineos e incluso de los Alpes. Pero pese a los entusiasmos que despierta, tiene también algunos defectos, a pesar de que sus partidarios los reconocen pocas veces.
No se puede seleccionar manualmente el índice de exposición; la sensibilidad sólo se puede introducir automáticamente con los contactos DX.
No tiene compensador de exposición; aunque el fotómetro es muy capaz, en situaciones complejas tienes que maniobrar con el botón de disparo a medio pulsar para conseguir un enfoque y una exposición adecuadas simultáneamente. A veces, con el modo de medición selectiva que incluye.
El modo de flash no tiene memoria. Yo prefiero llevarlo apagado, y solo encender el modo de relleno cuando me hace falta, para mayor discreción. Pero cada vez que apagas la cámara, se olvida de la preferencia y se sitúa en flash de relleno automático, con lo que a veces se dispara el destello cuando no quieres o no conviene.
No tiene un modo paisaje con el cual se enfoque ella sola a infinito o a una hiperfocal, especialmente útil cuando fotografías a través de un cristal. Por su mecanismo de enfoque, enfoca al cristal y la foto queda borrosa. Hay que acordarse de de acercarse a un par de centímetros del cristal. Entonces, no pudiendo hacer foco a esa distancia, enfoca a infinito. Pero es una lata.
Todo lo anterior me lo sé, lo suelo compensar con mi técnica de disparo, pero siempre te despistas alguna vez, y eso te lleva a un pequeño pero molesto porcentaje de fotos desenfocadas o subexpuestas. Algunas de estas desventajas las supera la Leica Minilux que compré el año pasado en Seul. Pero es más grandota, y no tan resistente, especialmente con mal tiempo, por lo que al final opté por la Olympus.
En las imágenes que ilustran esta entrada podéis comprobar como se ha comportado. El revelado ha sido también en Carmencita Film Lab, nuevamente a tamaño XXL, y nuevamente se ha comportado la película, en combinación con la cámara, de forma excelente en la mayor parte de las ocasiones. En un 85-90 % de las ocasiones. Un posible "miedo" que se puede tener es que en un viaje hasta Taiwán, con varios pasos de controles de seguridad con sus temidas máquinas de rayos X, se pudieran producir veladuras. Pues bien... no. Ningún problema. Y uno de los carretes de Pancro 400 que no llegué a utilizar, ya lo he usado después en Zaragoza, y tampoco me dio ningún problema. Nunca he tenido problemas con los rayos X con sensibilidades hasta ISO 800. No he pasado nunca con sensibilidades mayores.
Quizá el principal problema que he tenido ha estado en mi cabeza. Como fue una decisión de última hora, no tenía un plan de utilización claro en mi cabeza. Y eso ha hecho que haya usado la Olympus mju-II de forma irregular. En ocasiones sacaba varias fotos en un determinado lugar; en otras de me olvidaba durante unos días. Quizá por eso sólo he expuesto los dos carretes de Ilford XP2 Super y los de Bergger Pancro 400 se volvieron tal cual. Con un plan de uso más regular, probablemente hubieran caído los cuatro carretes.
En cualquier caso, una experiencia positiva, que pienso repetir.
He usado en diversas ocasiones la película Bergger Pancro 400 en formato medio. Os recuerdo que esta película salió al mercado a principios del año 2017. En su momento compré algún carrete de 35 mm, pero he tenido pocas ocasiones de usarlos. Por cierto, había oído hablar de que se había producido un agotamiento de existencias. Y parece ser cierto para el formato de 35 mm, sí que es posible comprar en rollos de formato 120 para cámaras de formato medio.
Hace unos días, para "desintoxicarme" del empacho de cámara digital como consecuencia de un viaje reciente de dos semanas a Taiwán, salí un sábado de buen tiempo y luz agradable por la tarde con uno de los carretes de 35 mm. El entorno por donde hice mi fotopaseo particular es uno de mis favoritos; algunas zonas suburbanas de Zaragoza, donde la ciudad termina y comienza eso que llamamos el campo. Un paisaje profundamente alterado por el ser humano, a inspiración, modestamente, del movimiento de la New Topographics.
El equipo usado para el paseo fue la "histórica" Canon EOS 650, con dos objetivos; el Canon EF 50/1,4 USM y un Sigma 28/1,8 ya muy veterano. "Histórica" por ser la cámara que inauguró hace 31 años la serie EOS de Canon. Este último Sigma es un objetivo que no funciona con las cámaras EOS de Canon modernas. Da un error que impide usarlo a nada que no sea su máxima apertura. Lo compré en los años 90 por tener un gran angular luminoso. En aquellos momento lo habitual es que los objetivos de estas focales no sobrepasaran el f/2,8 de apertura, pero se empezaron a fabricar algunos más luminosos. Lo cierto es que las aperturas más amplias son para usarlas como último remedio. Tienen poco contraste. Y si se pudiesen usar en digital, probablemente darían muchos problemas en las esquinas. El motor de enfoque automático es muy ruidoso y más lento que las ópticas propias de Canon. Pero para paisajear, usándolo a sus aperturas más favorables entre f/5,6 y f/11 con película tradicional, no va mal. Con el 50 milímetro de Canon... pues lo que mucha gente ya se sabe. De haber sido bien valorado en el pasado, ahora hay cantidad de gente que de repente lo odia. Yo no me quejo.
La película la revelé en Kodak HC-110 en dilución B (1+31 o 1:32), durante ocho minutos a 21 ºC; treinta segundos de agitación inicial, y luego cuatro inversiones tranquilas al final de cada minuto. Los negativos están digitalizados fotografiándolos con una Panasonic Lumix G9 y un objetivo Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH, lo que nos da un archivo aprovechable de unos 17 megapixeles. Son necesarios ajustes de contraste que realizo entre Adobe Lightroom y Affinity Photo. Importo en Lightroom los archivos RAW y hago un ajuste inicial de los blancos y los negros sin tocar nada mas. De aquí exporto en formato TIFF de 16 bits a Affinity Photo, donde invierto los valores del negativo al positivo y termino de ajustar el contraste con niveles o curvas. Ajustes mínimos. Finalmente, en Lightroom, ajusto la nitidez y exporto o imprimo. Una copia en formato 20 x 30 cm se ve con elevada nitidez, pero también con un grano muy marcado, aunque no desagradable.
Me gusta mucho la gradación tonal de esta película. Soy de los que opinan que la sensibilidad nominal ISO 400 es excesivamente optimista. Yo he expuesto este carrete a un índice de exposición de 250, con un revelado para los tiempos recomendados para un índice de exposición de 400. A pesar de todo, el aspecto de los negativos es poco contrastado y muy fino. Cierto es que en ningún momento se pierde información en las sombras; todas tienen textura suficiente. Quizá lo que más me haya sorprendido es lo notable que es la presencia del grano; lo que no descarto que provenga en parte de los ajustes de contraste necesario en el archivo digital por el contraste tan suave del negativo. Se podría plantear aumentar el contraste del mismo aumentando el tiempo o la temperatura del revelado, pero eso también produciría un aumento de la presencia del grano.
En cualquier caso, la textura del grano es una cuestión de preferencias personales. A unos les gusta más marcada a otros menos. Como digo, la cantidad de información y la gradación de los grises me gustan mucho para estas horas del atardecer. En horas centrales del día, me gusta menos la respuesta de esta película. En cualquier caso, me entran dudas de que aporte algo a otros productos más sencillos de encontrar. Aunque me parece un buen material.
Tenía pendiente revisar este equipo de origen soviético, cuyos resultados en blanco y negro ya había presentado previamente en estas páginas, con película negativa en color. En estos momentos estoy embarcado en un proyecto expositivo de la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ, que verá a la luz dentro de unos meses en el marco de las actividades culturales del Ayuntamiento de Zaragoza, sobre fotografía estenopeica. Y en este contexto, dediqué un fin de semana en septiembre a realizar fotografías estenopeicas, y me llevé también la Zenit 3M con el MIR-1 37/2,8 para documentar los lugares en los que realicé las anteriores. Para ello, cargué la cámara con una película todo terreno como es la Fujifilm Superia XTra 400, apta para casi todo tipo de situaciones.
Y en uno de los primeros fotogramas del carrete ya se aprecian los principales problemas de una óptica cuyo diseño se remonta a finales de los años 50, aunque está basada en otras anteriores de origen alemán.
Prestando un poco de atención a la imagen se puede comprobar de forma inmediata un par de defectos, que se pueden considerar más o menos importantes según las situaciones. El primero es la apreciable distorsión en cojín que tiene el objetivo, que no es de extrañar en un diseño angular de tipo retrofoco de esa época. Se aprecia bastante en las líneas horizontales que limitan el muro sobre el que está realizada la pintura callejera.
El segundo es el flare debido al contraluz, con un fondo de cielo con una fuerte luminosidad con respecto al objeto principal. El sol no aparece en el encuadre, pero no anda lejos, y nos deja ese círculo hexagonal de color rosado, y un pequeño óvalo blancoamarillento en la parte inferior de las letras amarillas. Es un objetivo que no se lleva especialmente bien con los contraluces o con las luces intensas en el encuadre. Ya he buscado un parasol que le convenga para paliar el problema.
En un uso general del objetivo, no presenta especiales problemas. Los objetivos de aquella época estaban pensados para ser utilizados con aperturas medias, reservando las plenas aperturas a situaciones de luz escasa. Y a aperturas entre f/5,6 y f/11, el objetivo presenta una definición y rendimiento suficientes en todo el campo. Mi sensación es que ofrece un contraste bajo pero agradable. Este tipo de película me ofrece habitualmente más contraste y saturación con objetivos modernos; pero no va mal con este objetivo. Aunque sus revestimientos no puedan competir con los más modernos, son suficientes para realizar fotografía en color con dignidad.
El carrete fue revelado en Revelatum Revelado Analógico, que tiene una cierta tendencia digitalizar con tonos cálidos, que a mi me viene bien la mayor parte de las ocasiones. Si no, hago alguna pequeña corrección en el equilibrio de color, y sin problemas.
Conforme avanzaban las tardes de este fin de semana, la luz empezaba a escasear. Aunque persistí la mayor tiempo en usar diafragmas de f/8 o f/5,6 como mínimo, bajando la velocidad como mucho hasta 1/30 s, aunque evité bajar de 1/60 s, no pude evitar quedarme corto de exposición en algún fotograma. Ahí ya aparecen en las sombras del mismo otras dominantes de color debidas a la subexposición, que son más difíciles de controlar con la película de Fujifilm que por ejemplo con las Kodak Portra 400. Pero claro, hay una diferencia de precio entre ambas.
De todos modos, en situaciones de aire libre, con este objetivo vale la fórmula de Weegee; "f/8 and be there". Es decir, f/8 en el diafragma, enfoque por zonas o a la hiperfocal para no perder tiempo, y estar en el lugar y en el momento adecuado. Aun me quedaron algunos fotogramas para alguna toma urbana, y un retrato de grupo de algunos de los participantes del proyecto de fotografía estenopeica que he comentado.
Este año ha sido la decimotercera edición del Festival Asalto de arte urbano en Zaragoza. Aunque ya no usa el cardinal para definirlo, sino que simplemente es el Festival Asalto 2018. Este año se pueden ver las obras en uno de los clásicos obreros de la ciudad, el barrio Oliver, antaño uno de los más periféricos de la ciudad, pero que cada vez está más integrado en la ciudad.
Como el año pasado, la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ nos hemos reunido para dar un paseo fotográfico entre las obras de arte de este año, algunas todavía en proceso de finalización. Fue el pasado domingo día 16 de septiembre.
Este año he llevado dos cámaras. Siempre llevo una digital para instantáneas que se puedan compartir con rapidez en redes sociales y esas cosas. Pero la que realmente centró mi atención fue la veterana Leica M2, a la que acompañaban dos objetivos; un moderno y magnífico Summicron 35/2 ASPH, y un veterano Elmar-C 90/4. Este último fue diseñado para la pequeña Leica CL, tiene una calidad de imagen bastante buena, no obstante, y hay quien dice que puede dar problemas de enfoque por algunas diferencias físicas entre la montura de este objetivo y los clásicos para la montura M. Nunca los he percibido. Ni aun a plena apertura. Si alguna deficiencia observáis, yo la achaco a mi propia torpeza, o a que el visor de las Leicas no es el óptimo para usar teleobjetivos, y uno se despista de vez en cuando.
Como material sensible, me llevé algunos carretes de blanco y negro, de los cuales usé finalmente uno de película Fujifilm Neopan 100 Acros. Los elevados niveles de luz de una soleada mañana de finales de verano hacían innecesaria una sensibilidad más alta. Y las características de esta película hacen que se trague muy bien el contraste de la luz del sol de las horas centrales del día, con buen detalle tanto en luces como en sombras, y una buena gradación de grises.
Lo revelé en Kodak HC-110 a dilución B (1:32) durante 5,5 minutos a 20 ºC, que es el tiempo recomendado. Un poco justo de tiempo para mi gusto, me gusta manejarme con tiempos de por lo menos de 6 minutos, para una mayor consistencia en los resultados. Las desviaciones azarosas tienen menos impacto que con tiempos de revelado cortos.
Una novedad que he incluido este año en el procesado ha sido que la digitalización de los negativos la realicé con la función de alta resolución de la Panasonic Lumix G9 a la que calcé con el DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH. Con esta función, en la que el sensor de 20 megapíxeles realiza microdesplazamientos en tomas múltiples de un sujeto necesariamente estático, permite obtener archivos de 80 megapíxeles. Como no apure el encuadre de los negativos, el tamaño aprovechable de los mismos quedó entre 50 y 54 megapíxeles. Pero tengo un problema. Mi ordenador de sobremesa es muy antiguo. Es un iMac de 27 pulgadas que tiene ya 9 años de antigüedad, y se vuelve bastante asmático con los archivos de imagen por encima de los 30 megapíxeles de tamaño. No digamos los 50 u 80 megapíxeles. Así que al final, no ha resultado práctica esta resolución y no he podido evaluar adecuadamente los resultados.
No obstante, al mismo tiempo que los archivos grandes, la cámara puede guardar, y así lo ajusté, un archivo normal de 20 megapíxeles. Que me ha dejado unos negativos aprovechables de 13 megapíxeles, que son los que he utilizado para mostraros las imágenes. Los archivos se digitalizaron en formato RAW e importados al ordenador con Adobe Photoshop Lightroom 6.14, aunque fueron invertidos a positivos tras ser convertidos en archivos TIFF de 16 bits en Affinity Photo 1.6.7. En este software se ajustó también el contraste y luminosidad para dejarlos lo más fieles, en la medida posible, a lo que es el material sensible.
La combinación de cámara, objetivos y película que me llevé no me ha fallado nunca. Apenas tuve que tirar de fotómetro externo, la cámara no lleva uno interno, puesto que las condiciones de luz en exteriores fueron constantes y fáciles de estimar con la regla del "soleado f/16". Dos pasos más para los contraluces, y tres pasos más de exposición para las sombras. Sencillo, fácil e inmediato. Y en cuanto a los parámetro de exposición, siguiendo el consejo de Weegee para la fotografía de reportaje, "F/8 and be there". "F/8 y estar allí". El enfoque a la hiperfocal, o por zonas en los sujetos cercanos, usando la escala de profundidad de campo del 35 mm. Con el 90 mm, usando el telémetro de la cámara. Técnica básica fotográfica. Sin complicaciones.