Pocos días antes del 15 de marzo, del comienzo del estado de alarma por la epidemia de covid-19, me llegó una cámara a fondo perdido. Alguien tenía una Pentax MX en un armario. Sin objetivos, sólo el cuerpo. Supone que perteneciente a su padre... pero no lo sabe, porque nunca le vio usarla en vida. Y sobretodo, sin objetivos. Un misterio familiar. No les interesa, saben de mi afición a la fotografía. No saben que hacer con ella. No quieren molestarse en ponerla a la venta ni nada por el estilo; valoran más su tiempo que el dinero que les puede suponer. Así que voy a buscarla y la depositan en mis manos. En la práctica, me la dan.
Como podéis apreciar en la foto, es prácticamente idéntica a la que ya tengo. La recién llegada está a la izquierda, con una correíta que venía puesta. A la derecha está la que tengo desde mediados de los años 90. Ambas están en similares condiciones de conservación. No se aprecia ningún desperfecto. Tengo la sensación, por varios detalles en su estado de conservación que esta cámara no ha estado desatendida durante muchos años, pero eso sólo aumenta los misterios sobre la misma. Los dos objetivos son míos, los dos 50 mm, el f2 y el f1,4, que tengo en funcionamiento.
La única diferencia en la práctica entre ambas cámaras se aprecia al mirar por el visor. La pantalla de enfoque es diferente. La mía original parece el modelo SG, de vidrio mate con cuadrícula y círculo central, sin más ayudas al enfoque, que no es difícil una vez que te acostumbras. El visor es bastante luminoso. La de la recién llegada parece la pantalla estándar SC-1, de vidrio mate con telémetro de imagen partida y corona de microprismas, similar a la de tantas otras de casi todas las marcas. Me he acostumbrado a la primera, y el telémetro de imagen partida me molesta. Usado con objetivos luminosos,... ahí que te va. Pero le he puesto en una ocasión el SMC-A Macro 100/4, y se oscurece con cierta frecuencia.
Decidí probarla de inmediato, y decidí hacerlo con un rollo de película negativa en color que mandaría a revelar a un laboratorio de confianza. Le puse un rollo de Kodak Portra 400, auténtico todoterreno, que he expuesto a un índice de exposición de 200. Medición de la luz con el exposímetro incorporado, que parece igual de fiable que en la que ya tengo, o con el fotómetro externo Gossen Digisix. Correctamente utilizado, ofrece las mismas conclusiones sobre los parámetros de exposición que con el interno. Mi intención siempre fue dedicarle un par o tres de días a exponer el rollo en paseos urbanos, y luego mandarlo a revelar. Pero llegó el estado de alarma de la covid-19. Y todo se lío.
En resumen, tardé más de un mes en terminar de exponer el rollo, y sin unas ideas muy claras de cómo hacerlo, así que me han salido un batiburrillo de fotos, sin coherencia entre sí, y que la única ventaja o gracia que tienen es que muestran que la cámara funciona correctamente. Cono lo que ahora viene la segunda cuestión. ¿Qué hago con ella? En el momento en el que la recibí mi composición de lugar era la siguiente. "En Semana Santa me voy a los Países Bajos, me llevaré cámara de película como cámara principal. Como las MX son ligeras y abultan poco, puedo llevar dos con dos tipos de película distintas. Uno en color y otro en blanco y negro. O uno de sensibilidad media o baja y otro de sensibilidad alta. Como funcionan igual, no hay lío de adaptación entre una y otra..." Parecía casi ideal. Y solución discreta. Pero ni viaje ni leches. En este momento, no sé nada.
Supongo que la aguantaré en mi poder un tiempo. Si recibiese una oferta muy interesante por ella igual la vendía, si no me supusiese mucho trabajo la transacción. Pero si no... puedo esperar y ver qué pasa en el futuro. En cualquier caso, ya sé que con las Pentax MX soy feliz haciendo fotos. Por cierto, se me olvidaba. Las fotos de esta entrada están realizadas con el SMC-A 50/2 y el revelado ha sido realizado en Carmencita Film Lab. En estas páginas, la Pentax MX ha aparecido con frecuencia. La que compré en los años 90. El artículo de presentación está por aquí desde hace exactamente 6 años. No he elegido el día a propósito.
Desde que me llegó la Olympus Pen F, la de hace más de 55 años para película tradicional, no la moderna cámara digital del mismo nombre, la he disfrutado disparando sobre película de baja sensibilidad y grano fino. Es cierto que hay un par de cuestiones que todavía no tengo resueltas. Especialmente, que de vez en cuando me sale alguna foto trepidada... y no sé muy bien por qué. Pero había una cuestión pendiente que... había que ver que tal.
La idea del "medio formato", multiplicar por dos el número de negativos que se pueden obtener de un carrete de película de 35 mm dividiendo por la mitad, aproximadamente, el tamaño de los mismos, es una buena idea, aparentemente, pero con un contratiempo básico. Disminuye la capacidad de ampliación de la imagen. Por las leyes de la física. Con un cuidado diseño y fabricación de los objetivos, están pueden ver mejorada su resolución óptica, lo vemos hoy en día con las excelentes ópticas de Olympus y Panasonic para el formato micro cuatro tercios, o de Fujifilm para el formato APS-C. Pero la película mantiene los límites de resolución sea cual sea el tamaño del negativo. La cantidad de detalle capaz de reproducir por milímetro cuadrado de emulsión no varía, por lo que siempre es preferible de cara a obtener la mayor cantidad de información válida un formato mayor. Pero esto tiene otros problemas... claro. Y además está la cuestión del grano.
El grano es una propiedad inherente de las películas fotográficas. Los pequeños acúmulos de sales de plata que conforman la imagen están ahí. Siempre van a estar ahí. Y son más grandes y visibles cuanto más sensible es la película. Llegando el caso, se hacen muy evidentes y forman parte de las cualidades de la imagen. Unas veces para bien, otras... pues no tanto. Si la estructura del grano no es armoniosa, si no se adapta bien al motivo de la fotografía, o si interfiere en exceso con el detalle fino, es una cualidad negativa. Aunque todos hemos visto, e incluso realizado, en que el grano confiere una estructura estéticamente positiva para una fotografía en concreto. Personalmente, la estructura de la película no me molesta, pero tampoco soy partidario de los granos como pelotones de playa. Y sobretodo, me molesta que interfiera con el detalle fino de la fotografía. Por ello, hasta ahora sólo había probado la Olympus Pen F con películas de sensibilidad muy contenida, ISO 80 en la Rollei Retro 80S e ISO 50 en la Ilford Pan F Plus, con grano escasamente apreciable en ampliaciones normales. Pero había que entrar en terrenos más arriesgados.
Así que cogí un carrete de Lomography Berlin Kino 400, creo que es el tercero que uso de los cinco que me regalaron, lo cargué en la Olympus Pen F y lo expuse a su sensibilidad nominal con el revelado recomendado, Kodak HC-110 dilución B (1+31) durante 7' a 20 ºC. Hay películas de esa sensibilidad con grano menos aparente... pero bueno. Las experiencias hasta el momento no me habían disgustado.
Medí la luz con mi pequeño Gossen Digisix, según los casos sobre luz incidente y otros sobre luz reflejada. Sin mucho problema. Me pareció más coherente que usar el Sekonic Multimaster L-408, porque si de lo que se trata es de llevar un equipo ligero y discreto, el Digisix se ajusta mejor a esas condiciones. Aunque a cambio pierda la medición selectiva de la luz reflejada. No me supone excesivo problema. Una parte del carrete lo expuse haciendo paisaje urbano, como pares de fotografías pensadas para ser pensadas como dípticos, mientras que otra parte me sirvió para documentar el carnaval infantil que se celebró el pasado domingo en Zaragoza.
El resultado... El jurado todavía está deliberando. El problema es el procesado digital de la película. Si el negativo tiene un buen contraste y lo puedes manejar con pocos ajustes de luminosidad y contraste en el procesado tras digitalizar el negativo, el grano es notable pero contenido. Quizá más grosero que otras películas, pero aceptable. Pero si el negativo es muy poco contrastado y quiere mejorar este parámetro en el procesado digital, la presencia del grano se hace muy notable, y me resulta bastante menos aceptable en ocasiones. Siempre se nota más en zonas de tonalidad uniforme. Y no siempre afecta al detalle en las que no tienen esta uniformidad tonal. Pero en alguna ocasión sí que ha afectado al detalle. Este es quizá el principal problema del medio formato, y probablemente una de las causas de que no sobreviviera en el tiempo como una alternativa válida al 24 x 36 mm. Pero eso no quita para que la cámara y la óptica, el F.Zuiko 38/1,8, realicen su labor sin problemas. Realmente la óptica, dado los años que tiene su diseño, me parece brillante, incluso si tiene poca resistencia a la luz frontal. Y eso que le he puesto un parasol... que creo que tiene poca profundidad para la focal de este objetivo.
Se me olvidaba, los negativos han sido digitalizados con la Panasonic Lumix G9 + Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS. Nota: a las ampliaciones de internet, muchos pensarán que estoy exagerando, porque el grano apenas se ve. Pero está.
Vuelvo de nuevo a mi recientemente adquirido ejemplar de una de las creaciones más conocidas del ingeniero Yoshihisa Maitani, la Olympus Pen F, de medio formato (no confundir con el formato medio, en inglés "half frame" vs "medium format"). Os recuerdo que se trata de una cámara réflex con prisma de porro y obturador plano focal rotatorio, con un diseño elegante y reducido. Y con un sistema de objetivos intercambiables de alta calidad. Muy superior a lo honorables objetivos de las compactas de medio formato. Os recuerdo también que lleva un objetivo F.Zuiko Auto-S 38/1,8, con una ángulo de visión similar a un 55 mm en las cámaras para 24 x 36 mm, al que le suelo poner un filtro amarillo B+W que ya tenía por casa, de 43 mm de diámetro.
Me recordaron recientemente que en el nombre de los objetivos Zuiko, la letra que precede a dicha marca, la F en este caso, indica el número de elementos que componen la fórmula óptica del objetivo. La F es la sexta letra del alfabeto latino, por lo que este 38/1,8 tiene seis lentes. Un D.Zuiko, que lo hay en esta focal con una apertura máxima de f/2,8, tendría sólo 4 lentes. Vamos, que de acuerdo a lo que se llevaba en los años 60, el F.Zuiko sería un objetivo relativamente serio, con un fórmula óptica similar a los Planar de Carl Zeiss, mientras que el D.Zuiko sería el más económico, más de aficionado, con una fórmula óptica similar a los Tessar de la marca alemana. Estos solían ser bastante más compactos, pero como estamos con un sistema mucho más compacto que las réflex habituales de 35 mm, el F.Zuiko también es bastante ligero.
Con el segundo carrete que le he puesto a la Pen F, he seguido optando por la baja sensibilidad y el grano fino. Os recuerdo que al tener el negativo de esta cámara la mitad de tamaño que los habituales de película de 35 mm, el grano se hace más aparente al ampliar. Por lo que una película de grano fino, aprovechará mejor las calidades de estos objetivos. He utilizado un Ilford Pan F Plus, una película de grano fino de Harman. Realmente, en lo que es mi experiencia, es una película que ofrece una gran nitidez y definición. Pero que está más pensada para usar en estudio y condiciones de luz controladas, y tiene un contraste elevado. Así que su posible uso en luz diurna abundante puede conllevar situaciones de excesivo contraste más delicada. Quizá por eso siempre preferí cuando fue preciso un grano fino y alta nitidez, la Fujifilm Neopan 100 Acros, que aporta algo más de sensibilidad para una nitidez y grano que me parecen similares, no sé que dicen las pruebas técnicas, con un punto más de sensibilidad, y un contraste más sencillo de gestionar.
La usé durante buena parte de la excursión a Galve, con los chopos cabeceros y los dinosaurios, y también paseando por las calles de Zaragoza. He revelado la película con Kodak HC-110 en dilución E modificada. La dilución E es 1+47, mientras que la modificada es 1+49. Los cálculos para preparar los líquidos son más fáciles de hacer si tenemos que dividir por 50 que si tenemos que dividir por 48, y la diferencia en la dilución es muy pequeña, por lo que en la práctica se pueden mantener los tiempos recomendados, en este caso 5,5 minutos a 20 ºC. Si quieres añadirle unos segundo más al tiempo de revelado... pero probablemente esté en el margen de la variabilidad personal a la hora de procesar la película.
No he tenido ocasión de revisar todo el carrete. 72 fotos son muchas. Pero la impresión es que efectivamente en situaciones de luz contrastada, hay un poco de tensión entre las luces y las sombras, aunque de momento parece que en ningún momento se han bloqueados las sombras ni empastado las luces. Quizá hubiese sido conveniente una dilución H o aun un revelado desatendido con una dilución más elevada, para un efecto más compensador, que controle mejor el contraste. En fin... si conforme voy revisando el carrete voy encontrando algo que comentar, ya os diré. En general, los resultados son muy satisfactorios. Desde mi punto de vista, más que con la Rollei Retro 80S, aunque también pierdes algo de sensibilidad. Con el filtro amarillo, empiezas a tener problemas cuando la luz empieza a ser limitada en seguida.
Con carácter general, podríamos afirmar que en fotografía los debates están sesgados en una dirección que a mí me parece incorrecta. En lugar de hablar sobre ideas, conceptos y estética, temas sobre los que, para los que la mayor parte de los seres humanos en nuestros años de formación, se dedica un tiempo insuficiente o nulo en nuestra educación, hablamos sobre aparatos. Cámaras, objetivos, sistemas, tecnologías,... Nos resulta más cómodo a la hora de debatir "agarrarnos" a algo material, a un objeto con una hoja de especificaciones que comparar con otras. Incluso, una vez que realizamos una compra, temerosos de habernos equivocado puesto que la inversión es siempre más o menos costosa dependiendo de las finanzas personales del fotógrafo, profesional o aficionado, afirmamos hasta el fanatismo que nuestra cámara, nuestro sistema es el mejor. Con uñas y dientes. Y sin embargo...
Sin embargo, un aparato fotográfico y sus complementos no son más que una herramienta para realizar un trabajo. Llevar una imagen de la realidad, una idea o un concepto a una fotografía, que puede ser replicada y que determina nuestra visión del mundo. Y si lo pensamos bien, la bondad de esas fotografía depende más de nuestras capacidades personales que de las de nuestra herramienta. Eso no quiere decir que la herramienta no sea importante o no condiciones nuestro resultados. Pero debemos partir siempre del hecho de que una cámara fotográfica es fruto de un diseño de ingeniería en el que se establece de carga y se determinan unos compromisos. Para que sea buena en determinadas tareas, tendrá limitaciones en otras dimensiones. O de un diseño óptico. Un objetivo perfecto no existe. Se acercará a ello... pero con unos costes la mayor parte de las veces prohibitivos, y con unos contratiempos añadidos muy notables. El ejemplo clásico. Hace 20 años, un objetivo Canon EF de focal estándar, 50 mm, y una apertura luminosa, f/1,4, costaba unos 350 euros y tenía un tamaño razonable. Cuando consultabas a los "listos", te decían que era un buen objetivo. Hoy en día, que cubre el formato 24 x 36 mm, no vale, nos dicen, y un 50 mm con un apertura f/1,4 de buena calidad que cubra ese formato, puede valer miles de euros si queremos alcanzar la calidad necesaria para las exigencias de un sensor de imagen de más de 40 megapíxeles, y tiene un tamaño que pone en grave riesgo tus cervicales. La tecnología digital ha traído grandes ventajas, pero nos somete a servidumbres notables. Tal es así, que la mayor parte de los humanos, para sus necesidades fotográficas se contentan con el teléfono móvil. Ejemplo claro de compromiso entre distintas variables, y tan contentos. Porque los gurús, los "listos", especialmente si son hombres, nos van a decir que el fotógrafo machote no se puede conformar con formatos más pequeños y sensatos que ofrecen calidad suficiente.
Retrocedamos en el tiempo a finales de los años 50 y principios de los años 60. El formato de película 135 que popularizo Leica y que adoptaron otras marcas, fue durante años un formato de aficionado. Con sus negativos de 24 x 36 mm, lo que hoy en día se llamaba "full frame", se denominaba formato pequeño o miniatura, y en principio se vio como algo pensado para aficionados. Los serios usaban el gran formato o el formato medio... sólo algunos documentalistas, gentecilla como una tal Cartier-Bresson o Robert Capa, entendieron que más valía llevar una cámara dispuesta en cualquier momento, aunque no fuera perfecta, pero ligera y a mano, para conseguir la fotografía que querían.
Y en esto llegó un ingeniero a Olympus que se llamaba Yoshihisa Maitani, que se percató de una cosa. La película era relativamente cara. La película 135, de 35 mm de ancho, admitía otros formatos, aunque se construyeron pocas cámaras para ellos. Si el 24 x 36 mm era el formato pequeño o miniatura, imagina el desprestigio de los "subminiatura". Hubo cámaras para formatos de 24 x 24 mm, 24 x 32 mm y para 18 x 24 mm (aproximadamente todos ellos), pero solían ser de gama baja y no apreciadas por la calidad de la imagen que producía. Maitani tuvo una visión similar a la de Oskar Barnack en Leica unas décadas antes. Quizá se podría popularizar un formato de negativo más pequeño, que optimizase el coste de una fotografía, pero había que imaginar, diseñar y fabricar una cámara y unas lentes que reunieran a un mismo tiempo calidad con pocos compromisos y unos costes razonable de producción. Y así surgió la línea de cámaras Olympus Pen, de medio formato (no confundir con el formato medio, en inglés "half frame" vs "medium format"). Que mantuvo unos ciertos niveles de éxito durante unos años, hasta que los avances de ingeniería y del desarrollo de películas conllevaron la aparición de cámaras para el formato 24 x 36 mm más pequeñas, de buena calidad y asequibles junto con películas para aficionados a precios más asequibles. En ese momento, el medio formato quedó visto para sentencia. No sin antes dejar para la historia de la fotografía algunas de las cámaras más interesantes por su diseño y funcionamiento.
Una de ellas es la que presento aquí hoy. Yo ya tenía dos cámaras para este formato, una Canon Demi EE17, bastante maja, pero que dejó de funcionar, y una modesta y baratita Olympus Pen EE3. Pero me apetecía tener en la colección una de la gama noble de Olympus, las réflex con prisma de porro de la serie Olympus Pen F y obturador plano focal rotatorio, que permitía un diseño elegante y reducido. Y con un sistema de objetivos intercambiables de alta calidad. Muy superior a lo honorables objetivos de las compactas de medio formato. El problema es que están caras en el mercado de segunda mano. Las Pen F, FT y FV se fabricaron entre 1962 y 1970... o sea que nuevas nada. Hay una Olympus Pen-F digital que tiene cierto parecido externo... y nada más. Hasta que se me ocurrió buscar en mercados más alejados. Y descubrí que en Japón las venden a la mitad de precio. Y que lo que los japoneses llaman "cámara con signos de uso superficial" es lo que en occidente publicitan como "cámara como nueva en excelente estado". Y me pedí la que podéis ver al principio de esta entrada.
Lo demás es ponerle un carrete y probar que tal van. Que va bien. Como el tamaño del negativo es aproximadamente la mitad de lo que estamos acostumbrados con la película de 35 mm, le puse un negativo en blanco y negro de Rollei Retro 80S, una pancromática con sensibilidad extendida al rojo profundo e infrarrojo cercano, que tiene un grano muy fino y bastante nitidez. Al objetivo F.Zuiko Auto-S 38/1,8, con una ángulo de visión similar a un 55 mm en las cámaras para 24 x 36 mm, le puse un filtro amarillo B+W que ya tenía por casa, de 43 mm de diámetro. Y me fui a hacer fotos.
Ventajas,... tamaño reducido, aparato estéticamente muy agradable, gran precisión mecánica, un visor bastante bueno para el tamaño que tiene... Inconvenientes,... la cámara por la que he optado, la original Olympus Pen F (1963 - 1966) no lleva fotómetro integrado y hay que confiar en uno externo o medir a ojo, y hace da la impresión de que el disparador es más ruidoso de lo deseable. Y por supuesto, la mitad de información que con un 24 x 36 mm. El botón disparador es muy sensible y se dispara con facilidad, y el avance de la película exige un doble accionamiento de la palanca de avance. Por lo demás, es muy divertida.
La película está revelada con Kodak HC-110 en dilución H (1 + 63) durante 10' a 20 ºC. Realmente, esta película es muy contrastada y por ello preferí una dilución elevada, para ver si ejercía un efecto compensador. Aun así. Es contrastada. Pero digitalizada con la Panasonic Lumix G9 y el Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS disponemos de abundante información para manejarnos. Con el escáner Epson V600... no es una buena idea para formatos tan pequeños. Muchos problemas.
Quizá no es una cámara para usarla todos los días, porque hay otras opciones más modernas y eficientes. Pero es de una gran belleza, es un prodigio de diseño industrial mecánico, con una calidad de fabricación que habla muy bien de la capacidad de ingeniería e innovación de la japonesa Olympus. Y un verdadero monumento al genio de Maitani.
Siempre me lío con el nombre de la empresa que fabrica o posee el fabricante de las películas fotográficas Ilford y que además también fabrica algunas cámaras fotográficas bajo la marca Harman. Nunca sé si es Harman la que posee la marca Ilford (y otras como Kentmere), o si es Ilford la que posee la marca Harman y otras. Da igual. El caso es que las cámaras fotográficas se venden en la actualidad bajo la marca Harman. Y entre ellas un par de modelos de cámaras de un solo uso. En realidad es un único modelo de cámara de un solo uso, que se vende cargado con dos tipos de película en blanco y negro distintas; las cámaras que vienen con un carrete de Ilford XP2 Super 400, para revelar en proceso C-41, similar al de las películas negativas en color, y las que vienen con un carrete de Ilford HP5 Plus 400, para revelar en los procesos tradicionales de revelado de películas en blanco y negro.
He usado en varias ocasiones la variante con película Ilford HP2 Super 400, y en ocasiones de forma muy satisfactoria. Pero recientemente, en un viaje a Japón, he tenido la ocasión de usar la variante con Ilford HP5 Plus 400, que tiene unas características muy distintas.
Comentaré los antecedentes. Mi idea era llevar a Japón, junto con mi equipo fotográfico digital, una cámara para película tradicional, la Minox GT-E, con varios carretes de película, casi con toda seguridad Ilford HP5 Plus 400. Las tenía preparadas, las dejé 24 horas de salir de viaje sobre una estantería, cámara y películas, pero... a última hora se me olvidó incluirlas en la mochila de viaje. Me di cuenta al llegar a Osaka. Y en ese momento me planteé varias alternativas. Por supuesto, olvidarme del tema y dedicarme en exclusiva a la fotografía digital. Otra posibilidad era encontrar un garito de segunda mano donde pillar una cámara compacta de segunda mano con poco gasto y comprar película, que no es difícil en las grandes ciudades japonesas. Pero había que perder tiempo buscando donde comprarla. O desplazándome al lugar donde estaba la tienda de zarrios baratos pero funcionantes. También estaba la posibilidad de comprar cámaras de un solo uso. En Yodobashi Camera o en Bic Camera, comercios que están en todas las grandes ciudades japonesas era seguro que iba a encontrar. Pero llevar seis o siete cámaras desechables es un incordio... así que opté por una solución de compromiso. Comprar un par de cámaras desechables Harman en Tokio para los dos días y medio que estuvimos visitando la capital japonesa. Si en Yodobashi Camera de Osaka hubiera encontrado, la Lomography Simple Use Camera, que básicamente es una cámara sencilla como las de un solo uso, pero que permite recargar con nuevos carretes, esa hubiese sido también una opción. Pero no tenían. En Tokio, después de comprar las dos cámaras de uno sólo uso la encontré,... pero en ese momento ya no me interesaba. Y además, antes de recargarla, tienes que terminar el carrete de negativos en color que lleva y que no me interesaba.
Así pues, cuando llegamos a Tokio, donde pasamos las tres últimas noches del viaje, compré un par de Harman Single Use Ilford HP5 Plus 400. Y me dispuse a disfrutarlas.
Pronto me di cuenta que no lo iba a tener fácil. Estas cámaras ofrecen mejores resultados si hay buena luz. Con una apertura fija de aproximadamente f/10 y una velocidad de obturación que estará en 1/100-1/125 segundo, pueden ir tirando con buen tiempo o con tiempo nublado. Pero si el nublado es muy profundo o te mueves entre calles donde llega la luz con menor intensidad, la cosa se complica. Además, con tiempo nublado, el contraste en la calle puede ser muy bajo. Por ello decidí que la usaría con la idea de darle un revelado extendido, como si la estuviese forzando a un índice de exposición de 1250-1600. Más por aumentar el contraste que por otra cosa. Al fin y al cabo, por mucho que fuerces el revelado, donde no llegan fotones... no hay nada que hacer.
Así lo hice. La mayor parte del tiempo tuvimos un tiempo nublado con escenas con poco contraste, aunque hubo algún momento de tiempo soleado, aunque nunca con un sol muy fuerte y de tonos muy contrastados. Revelé los dos carretes en Kodak HC-110, dilución A (1 + 15), durante 5 minutos a 20 ºC, lo que viene ser equivalente a un revelado n + 1 2/3. Es decir, sobre el revelado recomendado para un índice de exposición para su sensibilidad nominal de ISO 400, resituar los tonos medios en un paso y dos tercios más de exposición, las altas luces aún se van más allá... y las sombras,... que se queden donde hayan podido llegar durante la exposición. Por supuesto, un resultado colateral del aumento del tiempo de revelado recomendado es tener un grano más aparente de lo que hubiésemos tenido a su sensibilidad base.
El resultado final es aceptable. Pero tengo la sensación de que el menisco de plástico que usan como objetivo estas cámaras ha empeorado en su calidad desde que usé cámaras similares para XP2 Super hace algo más de un año. En aquella ocasión, la imagen era razonablemente nítida en el centro con una nitidez degradada de forma notable pero aceptable en los bordes y las esquinas. En esta ocasión, tengo la sensación de que la nitidez en bordes y esquinas empieza a degradarse antes, más cerca del centro del fotograma, y es más acusada. Como el revelado y el digitalizado no son comparables, quiero ser prudente con esta valoración. Aquellas cámaras de hace año y medio las revelaron en Carmencita Film Lab en proceso C-41 y las escanearon con un escáner profesional. En esta ocasión, aunque con mucho cuidado y esmero, el revelado es casero y los negativos los he digitalizado con mi Panasonic Lumix G9 y el objetivo macro de 45 mm, todo perfectamente controlado con niveles, para conseguir un paralelismo adecuado entre el sensor de la cámara y el negativo. En ambos casos, partimos de negativos con una resolución de 40 megapíxeles.
¿Seguiré usando este tipo de cámaras en el futuro? Mmmmmmm... No de forma sistemática. Son divertidas. Pero generan muchos residuos, muchos de ellos de plástico. Y el planeta no está para estas alegrías. Ilford-Harman están a punto de sacar al mercado una cámara con las mismas características, pero reutilizable. Pero... puestos a utilizar algo reutilizable, prefiero usar algo con una lente más digna y con mayores capacidades de intervención en la exposición. Es decir, en la próxima ocasión intentaré no olvidarme la cámara que ya tengo.