No suelo comentar las numerosas novedades que en el mundo del mercado fotográfico surgen en lo que se refiere a material. Cámaras, objetivos y todas esas cosas. Pero esta semana me han pasado dos cosas. Hoy quería comentar en mi Cuaderno de ruta un libro, que no he terminado de leer. Han surgido un par de novedades que me han tenido entretenido y pensando. Así que voy a ello.
Se presentó oficialmente en Kickstarter una campaña de financiación colectiva para lanzar al mercado una nueva cámara réflex para película tradicional de 35 milímetros de doble perforación. Los carretes de toda la vida, vamos. Se nos dice que es el primer sistema réflex de enfoque manual y de nuevo diseño en más de 25 años. Algunos han interpretado esta frase como que hacía más de 25 años que no aparecía una cámara réflex para película nueva. Eso no es cierto. Sí que han aparecido. Pero pertenecían a sistemas réflex ya existentes a los que sólo añadían variedad o nuevas prestaciones.
Una palabra clave de la nueva cámara es que un sistema. Y eso implica que además del cuerpo de la cámara hay una serie de accesorios y complementos que modifican o mejoran su funcionamiento. En esta ocasión se insiste en el concepto modular. La cámara admite objetivos intercambiables, tiene zapata para flash externo, y las dos cosas más curiosas. El bloque de la montura del objetivo es intercambiable, pudiendo decidir cada cual qué montura ponerle o incluso tener varios para objetivos con distintos orígenes. La opción por defecto es la montura de rosca M42. Muy antigua, aunque se mantuvo en activo hasta los años 90 en algunas marcas del bloque prosoviético. Admite también respaldos intercambiables. Por lo tanto se pueden llevar varios con distintos tipos de película y sensibilidades.
No voy a entrar en su conjunto de características. Que más allá de algunas curiosidades son razonables. Voy a la significación del hecho. Para muchos aficionados a la fotografía con película tradicional se ve como un gran movimiento para la salvación de este tipo de película. En estos momentos, la película tradicional tiene cierta viabilidad por el enorme parque de cámaras que existen todavía y a las que se puede dar vida de segunda mano y ocasión. Pero si no se fabrican cámaras nuevas, más allá de las tontadas de plástico de los tomógrafos, llegará un momento en que el mercado se agotará.
Pero este tipo de proyectos tiene algunas pegas:
1. Sabemos que ahora se fabricarán una serie de cámaras. La campaña de financiación ha alcanzado de sobras sus objetivos. Pero no se sabe si será posible una fabricación y comercialización continuada en el tiempo, y cómo surgirán futuras variantes o mejoras. ¿Van a depender siempre de la financiación colectiva? ¿Es un modelo de negocio compatible con un crecimiento y consolidación? ¿O es simplemente una cosa para caprichosos en un momento dado?
2. Canales de comercialización. En esta campaña se fabricarán un número dado de cámaras y se remitirán por paquetería. Pero, si sigue la producción... ¿qué vías de distribución tendrá para llegar a una cantidad suficiente de rincones del mundo y posibles clientes? Ya sabemos que hoy en día con internet... las cosas pueden ser de otra forma, pero...
3. Servicio posventa. Uno de los problemas de adquirir objetos por campañas de financiación es que es un actividad de riesgo. Arriesgas un capital para apoyar un proyecto. En lugar de ser accionista del proyecto, como en los modelos tradicionales de negocio, a cambio de mandan un producto. Pero cuando se trata de máquinas, con componentes mecánicos o electrónicos, son susceptibles de averías o problemas. ¿Hay garantías? ¿Hay servicio de posventa? ¿Dónde se arreglan las averías?
Para algunos "talibanes" de la fotografía con película tradicional supuso un enfado que el ritmo de apoyo a la campaña fuese lento al principio, apelando al compromiso de la "comunidad" de fotógrafos con película tradicional. Supongo que ahora que la campaña ha conseguido sus objetivos se habrán calmado. Pero a mí, por mucha curiosidad que me despierte el aparato, sin una respuesta razonable a esas tres cuestiones... no arriesgaré casi 500 machacantes en adquirirla. No mientras se pueda comprar una cámara réflex con buenas prestaciones por unas decenas de euros, y compatible con mi parque de ópticas. Ya sé que eso no mejora el futuro de este tipo de fotografía, pero es que no sé si estas iniciativas lo hacen. Mientras, Fujifilm, con una nombre de marca cada vez menos comprometido con la realidad, va recortando su catálogo de material sensible y aumentando sus precios.
En esta semana, Panasonic ha presentado al público su nueva cámara orientada al fotógrafo profesional que no quiere centrarse principalmente en la fotografía fija y no en el vídeo, aunque también tiene buenas prestaciones en este sentido. Con una denominación, G9, que la hace descendiente directa de la primera micro cuatro tercios de la marca, y de la historia, allá por el 2008, la Lumix G1, tiene unas prestaciones y un nivel de precio que la sitúan muy por encima de las pretensiones de aquella.
Yo llegué al sistema micro cuatro tercios un año más tarde. A principios de noviembre de 2009. Las fotografías que ilustran esta segunda parte de esta entrada proceden del primer día que usé una Panasonic Lumix GF1 con un G 20/1,7 ASPH, que aun hoy en día es uno de mis objetivos favoritos. La cámara la tengo y hace fotos, pero perdió una pieza, y se hace incómodo usarla. Una pena porque estaba empezando a servir como aparato escuela para mi sobrino de ocho años, que la ha usado varias veces.
Lo que me atrajo de aquel modelo, la GF1, es que me recordaba mucho al concepto de la Leica CL. Una cámara con prestaciones razonables, con objetivos intercambiables, ideal para viajar por el mundo ligero de equipaje. Como pude comprobar un mes más tarde de recibirla en un viaje a París.
En estos nueve años de vida del sistema micro cuatro tercios. Aunque por cuestiones de la física, un captor de imagen de ese tamaño no podrá dar la calidad que dan los de tamaños superiores, en estos momentos la mayor parte de los mortales, de forma aplastante, serán incapaces de distinguir entre las fotografías realizadas con estas cámaras y otras de captor grande. En los ocho años desde la GF1, he acabado poseyendo dos cuerpos más cámara y varios objetivos. En 2012, adquirí la Olympus OM-D E-M5, una cámara que me ha acompañado por todo el mundo con fiabilidad. Y que tiene varias características muy importantes. Indudablemente dos de las más valoradas por mí son su cuerpo resistente a las inclemencias del tiempo, la he usado bajo la lluvia en Islandia sin problemas, y su estabilización de imagen incorporada, que hace que su menor rendimiento a las sensibilidades altas se vea compensado porque... la mayor parte de las veces son innecesarias gracias a la estabilización.
Luego vino la pequeñita Panasonic Lumix GM5, un regalo, que produce una calidad de imagen similar a la Olympus, pero pudiéndola llevar en un bolsillo con uno de los pequeños objetivos Panasonic.
La Olympus empieza a renquear porque ha llevado una vida agitada. Y con mi experiencia en Panasonic, sé que me llevo mejor con la ergonomía de estas que con las excentricidades de Olympus. Por eso tenía mucho interés en la presentación de la G9. Un "camarón", oye. Pero...
Es cara... con 1700 o 1800 euros cuerpo desnudo... Cara.
Es grande. Es sólo un poco más pequeña que mi Canon EOS 100 para película tradicional y es más pesada. Y esta cámara dejó de viajar cuando adquirí la Leica CL porque era pesada. Es cierto que los objetivos hacen llevadera la cámara,... pero la Lumix G9, para lo que yo busco, es grande y pesada.
Tiene muchas más especificaciones y zarandajas de las que necesito.
Las descendientes de la GF1 no fueron las siguientes GF de Panasonic, paradójicamente. Fueron las GX. El modelo Lumix GX8 ya me llamó la atención en su momento. Sin embargo, su vida ha sido corta y no aparece ya en el catálogo de Panasonic. Algunos problemas de vibración con el obturador mecánico, parece ser... No sé. Lo que yo necesitaría es una GX9, apreciablemente más pequeña que la G9, con su mismo captor y características globales, con su estabilzador, inferior al de Olympus pero suficiente, y resistente a las inclemencias del tiempo, y sin las características superprofesionales que no necesito. Y más barata. A ver si se animan. Porque de verdad... yo no quiero un sistema micro cuatro tercios del tamaño de una réflex tradicional. No era ese el trato. Eso es algo que puede venir bien a determinados profesionales, pero a mí, no.
En mis últimas vacaciones fuera de España, en la República de Corea, no pensé en dedicarme a hacer compras de ningún tipo. Bueno... cuando viajo, salvo algún recuerdo o detalle para mi hermana y mi sobrino, no me suelo dedicar a ir de compras. Salvo libros, en determinados destinos, y, si se tercia, algún chisme fotográfico con el que incrementar significativamente mi colección. Pero sinceramente, en esta ocasión, no llevaba nada pensado ni planificado. Y menos teniendo en cuenta que un incidente con el teléfono móvil una semana antes del viaje me supuso desembolsar una significativa cantidad de dinero en uno nuevo.
Pero el diablo está siempre al acecho. Así que el día 2 de octubre llegué a Seúl, a primeras horas de la tarde. Entre que me acomodé y no en el hotel, cuando salir a dar un paseo de orientación por la ciudad, quedaban ya muy poco ratito de sol y luz. Pero fui a ello, y a unos 400 metros del hotel en dirección a Nandaemun, la Puerta Sur de Seúl, me encontré con una colección de unas diez tiendas de fotografía, todas ellas con unas vitrinas abundantemente surtidas de cámaras de segunda mano y ocasión, algunas de ellas muy "apetitosas". He de reconocer que en principio me resistí a mirar con excesivo detalle o a entrar a preguntar.
Los días siguientes fueron festivos o semifestivos en Corea del Sur por lo que, cuando pasé eventualmente por las cercanías de estos comercios, estaban cerrados y con las persianas metálicas echadas. Es cierto que el día en que me fui de Seúl en dirección a Busan, camino de la estación pasé por delante de ellas,... y estaban abiertas. En concreto, en una de ellas vi una preciosa Fujifilm Klasse W, una cámara compacta de alta gama que sólo se comercializó en Japón, y tal vez en algún otro país vecino como pudo ser Corea del Sur. Pregunté precio... y se salía de todas mis previsiones. Una pena. Así que abandoné Seúl y no le di más vueltas al asunto. Hasta que volví.
El día en comencé el regreso a Zaragoza tenía unas horas disponibles desde el momento en que llegué a la estación de Seúl hasta la hora conveniente para dirigirme al aeropuerto de Incheon. Así que dejé la maleta en una taquilla de equipaje en la estación y me fui a pasear en una tarde excelente. Y volví a pasar por delante de estas tiendas. Y en una de ellas me encontré una bonita Leica Minilux, un modelo de compacta de alta gama que ya hace veinte años que mí era un objeto de deseo fotográfico. Entre a preguntar precios, entré en conversaciones, algunas cuestiones... unas dudas, aclaraciones y...
Con un precio no barato pero muy razonable y dentro de mis posibilidades, compré la compacta de Leica. E incluso empecé a usarla con el carrete de Kodak SuperColor 200 que me regalaron en la tienda. Di que siendo por la tarde, y con lo pronto que oscurece en esos países en los que no adaptan su horario al verano, pocas fotos pude hacer. Pero bueno, ahora os lo voy contando. Primero, las características de la cámara.
Es una cámara compacta para película tradicional de 35 mm, con una objetivo fijo Summarit 40 mm f/2,4, de exposición y enfoque automáticos, flash incorporado y fabricada en materias nobles. Principalmente titanio forrada parcialmente con piel. Sus líneas son austeras, es básicamente un paralelepípedo con las esquinas y los bordes ligeramente redondeados, de tamaño contenido pero más grande que otras similares de la época. Vista de frente es muy elegante y parece más pequeña de lo que realmente es. Pero es ligera y cómoda de usar.
He dicho que la exposición y el enfoque son automáticos, y así es. Pero se pueden controlar manualmente, al menos de forma parcial. La cámara puede funcionar en modo prioridad a la apertura, seleccionando manualmente las aperturas entre f/2,4 y f/16 en pasos completos. Bueno, entre f/2,4 y f/4 hay un 1,5 pasos de exposición. Y también se pueden seleccionar las distancias de enfoque manualmente, entre 0,7 metros e infinito. Más que un enfoque manual es una forma de indicar a la cámara donde tiene que enfocar cuando acciones el motor de enfoque en el momento de accionar el disparador de la cámara.
Tiene tres botones más. El primero, el relojito tradicional, es el temporizador del disparador, el segundo, EV, es un compensador de exposición entre -2 y +2 pasos de exposición, un detalle estupendo, y el tercero, MODE, sirve para seleccionar el modo de activación o desactivación del flash, una de cuyas opciones es la de flash desactivado y exposición B (bulb), para largas exposiciones. Para ello, en un lateral de la cámara hay un conector jack 2,5 mm para un cable disparador dedicado, que como no es muy caro, he encargado por eBay de segunda mano. Como accesorio lleva también una funda de cuero, muy práctica, y opcionalmente una máscara para modo panorámico, que reduce el área del negativo a 12 x 36 mm. No le veo sentido. Es preferible usar todo el área del negativo, y luego reencuadrar como se prefiera. De todos modos, las guías para este modo se encuentran en el visor, por lo que se puede prever a la hora de realizar la fotografía.
Como traje cargada la cámara con el modesto pero eficaz carrete de Kodak SuperColor 200, el día 13 de octubre, después del regreso y plenas fiestas del Pilar de Zaragoza, salí a reportajear un poco.
Las principales virtudes de la cámara saltan a la vista en seguida. Su objetivo es casi mítico. El Summarit 40/2,4 es un objetivo doble gauss de 6 elementos en 4 grupos, un tipo de diseño muy popular durante el siglo XX, cuyos paradigmas tradicionalmente han sido los Planar de Carl Zeiss, ampliamente imitados por todos los fabricantes de objetivos fotográficos. Pero se ha dicho que este Summarit es el mejor 40 mm que se ha diseñado y fabricado. El tiquismiquis Erwin Puts, especialista en ópticas Leica, que ha publicado muchos estudios y libros sobre las ópticas del fabricante alemán, ha dicho que este objetivo a aperturas medias es comparable al Summicron 35 mm asférico, una de las mejores ópticas en este tipo de focales, y también algo mejor que el Summicron 50 mm no asférico. Este objetivo habría alcanzo el máximo de calidad posible para este tipo de diseños ópticos. Hay quien compra la cámara para desmontar el objetivo, y con cierta destreza mecánica adaptarlo para su uso en cámaras de ópticas intercambiables.
Este objetivo es el motivo por el que me apetecía tener esta cámara. De lo mejor de la maestría óptica de Leica pero a un precio muy inferior a lo que habitualmente se estila.
La siguiente gran ventaja de la cámara es la posibilidad de preseleccionar una distancia de enfoque. El enfoque automático de la cámara no va mal, pero no está adaptado a la fotografía de reportaje. Con un único sensor central, está más adaptado al retrato o al uso en situaciones de luz justa y distancias cortas, en las que con tranquilidad enfocar automáticamente, y luego reencuadrar. Con una película de suficiente sensibilidad, si se escoge una combinación de distancia de enfoque y diafragma adecuados, las cosas pueden ser más idóneas para fotografía de reportaje. Digamos que con un diafragma de f/8 y seleccionando una distancia de enfoque de 2,5 metros o 3,5 metros se pueden realizar con facilidad algunas de las fotografías anteriores, confiando en que la profundidad de campo obtenida perdonará las diferencias en la distancia de enfoque. Eso sí, mejor usar como mínimo una sensibilidad de 400 ISO.
Aquí viene un pequeño problema. El punto de corte de la cámara son precisamente los 400 ISO. ¿Qué quiere decir esto? Pues como el diafragma más cerrado es f/16 y la velocidad de obturación máxima es 1/400 segundo, en situaciones de sol radiante el uso de sensibilidad superiores a 400 ISO nos daría fotogramas sobreexpuestos. Con película negativa, especialmente en color, un paso o dos de sobreexposición tampoco es mucho problema. Con diapositiva, sería catastrófico. Pero estas tampoco están de moda últimamente.
Y donde es muy cómoda de usar es en paisaje.
Es cierto que muchos fotógrafos paisajistas preferirían focales más angulares. Pero veamos. Si seleccionamos el punto de enfoque a 5 metros, la posición entre 3,5 y 7 metros, y un diafragma de f/11, tenemos enfocado aproximadamente entre 2,5 metros e infinito. La hiperfocal para negativos de 24 x 36 mm, una focal de 40 mm y f/11 es 4,75 metros. Si seleccionamos el punto de enfoque a 7 metros, nos acercamos a la hiperfocal para f/8, con un intervalo enfocado entre 3,5 metros e infinito. Más fácil imposible.
La cámara nos avisa mediante unos diodos verde y rojo, según cómo se encienden o parpadean, si la velocidad de obturación es suficiente para evitar fotos trepidadas. La cámara es muy conservadora. También da la información del par apertura/velocidad de obturación en la pantallita LCD, y el parpadeo de velocidad lenta empieza por debajo de 1/60 segundo. Pero con una focal de 40 mm no veo problemas para disparar a 1/45. Y a la espera de alguna prueba, y teniendo en cuenta que no tiene un mecanismo de espejo réflex, quizá a 1/30.
También he probado la cámara con un carrete de película negativa en blanco y negro.
El único carrete que tenía disponible era un Fomapan 100 Classic, una sensibilidad que me parece insuficiente para un uso generalista con una cámara de este tipo. Esta película la había usado con buenos resultados en formato medio. Era la primera vez que la usaba en formato pequeño. Expuesta a su sensibilidad nominal, la he revelado siguiendo instrucciones del fabricante en Rodinal 1+37 durante 6,25 minutos a 20 ºC. Se me ha olvidado decir que la cámara ajusta la sensibilidad por codificación DX. Cuando el carrete no tiene esta codificación, se ajusta a ISO 100.
He de decir que no me ha convencido el uso de esta película en formato pequeño. Hay películas de sensibilidad ISO 200 o 400 que me ofrecen una granularidad igual o más discreta. No he estado cómodo con ella. En cualquier caso, las conclusiones que saco son similares a las que he comentado para la película en color. Nada nuevo que aportar.
Habiéndome encontrado una concentración de Seiscientos por las calles de Zaragoza, confirmar que la reactividad de la cámara es un poco justa para la fotografía de acción, y que hay que tener un buen nivel de anticipación. Desgraciadamente, el modo de enfoque "manual" sirve para decirle a la cámara como tiene que accionar el motor de enfoque. Pero no preajusta la óptica a esa distancia de enfoque, lo que acortaría el tiempo de reacción a la hora de hacer la foto.
A parte de las ya mencionadas relacionadas con la fotografía de reportaje y de acción, ¿cuál es la principal pega de la cámara? La cámara está diseñada con Leica, pero fabricada en Japón. Aunque en la actualidad uno de los principales socios de Leica para las cámaras compactas es Panasonic, durante décadas el principal socio nipón de la marca alemana fue Minolta. Y con ella hizo cosas muy interesantes como las cámaras de la serie R o la pequeña Leica CL. También las compactas electrónicas eran una colaboración con Minolta. Y parece que hay un consenso en que la electrónica de la cámara es un poco débil y hay cierto riesgo de avería en el obturador superior al que se supone para una marca del prestigio de Leica. Es el principal miedo que tengo. Una vez que has probado la cámara apetece mucho usarla. La capacidad de intervención sobre la misma, el buen tacto, la calidad de las imágenes, son incentivos para llevarla encima con frecuencia. Pero mejor no llevársela a aventuras que exijan un uso intensivo o en circunstancias extremas. Mejor dedicarla a pasear con tranquilidad, aprovechando entornos calmados y con luz agradable. Quizá algunos paisajes tranquilos en la naturaleza, algo de fotografía de arquitectura. Y con una apertura máxima de f/2,4, algún retrato entre los amigos y familiares.
Os contaba hace unos días cómo había llegado a mi colección la primera Nikon, una Nikomat FTn con un Nikkor-S Auto 1:1,4 50 mm, y cómo habían resultado las fotos de los primeros carretes que expuse con ella, tanto en color como en blanco y negro. Pero también comentaba que esta cámara estaba pensada para que el fotómetro fuese alimentado por las viejas pilas de mercurio PX625, hoy en día prohibidas por la toxicidad ambiental de este metal.
Pues bien, tenía encargadas unas cuantas pilas de zinc-aire MRB625 de la marca WeinCell que son compatibles con estas cámaras. Existen otras pilas, alcalinas, que se pueden utilizar. Pero el voltaje no es correcto, ni el ritmo de entrega de energía y de descarga, por lo que hacen que el fotómetro se vuelva impreciso. Con estas pilas de WeinCell, las cosas mejoran un montón. Y además me vienen bien para otras cámaras, como la Leica CL o la Praktica MTL5, y alguna más, que también las usan.
Pero claro. Tenía la curiosidad de saber si el fotómetro es fiable. Había leído que en su momento sí... pero ¿después de 50 años?
Así que cargué un carrete de Fomapan 100 Classic, que luego he revelado en Rodinal 1:50 durante 8 minutos a 20 ºC, y me fui a someter a tortura al fotómetro. Todo tipo de situaciones, de alto y de bajo contraste, con contraluces, con paredes blancas, con follaje verde oscuro,... Todo aquellos que puede confundir al fotómetro,... y al fotógrafo. Al fin y al cabo, un fotómetro es una ayuda, pero hay una decisión final del fotógrafo, que tiene que aprender a identificar las trampas de la luz. Desde este punto de vista, creo que este fotómetro ha pasado la prueba con nota alta. Es preciso. Si sabes lo que haces y lo que mide, consigues la medición correcta. Sólo tres o cuatro fotogramas aparecen un poco más densos de lo que deberían, lo cual no supone mucho problema, pero el resto están bien expuestos. No hay sombras perdidas, no hay luces empastadas.
De lo que estoy menos contento es del objetivo. Este Nikkor 50/1,4, el más veterano de los de montura para Nikon réflex, es muy pesado, y hace que el conjunto de la cámara y el objetivo resulte cabezón y desequilibrado hacia adelante. Acostumbrado en este tipo de cámaras a los discretos objetivos de las Pentax, y no digamos de las Leicas, no me resulta cómodo. Y mira que el cuerpo de la cámara también pesa lo suyo. Y pensaba que tendría un mejor rendimiento fuera de la zona de confort que puede suponer los diafragmas f/8 y f/11. Quizá también el f/5,6. He decir que llevaba un filtro amarillo nº 8, B+W (022), que es de buena calidad, y siempre el parasol, que es propio de la marca y el objetivo, no uno de terceras marcas.
Vamos, que porque lo conseguí a un precio más económico que lo que se ve habitualmente, que si no pensaría que quizá me hubiera valido más pillar un f/2 o f/1,8, aunque fuera más tardío, siempre que tuviera las orejitas de conejo para calibrar el fotómetro. Hubiera sido más ligero, y probablemente con unos resultados equivalentes o mejores. Tengo la impresión.
Pero bueno, en líneas generales, fue divertido hacer las fotos, a pesar del calorazo que lleva haciendo en los últimos días en las tardes de Zaragoza.
Si ayer comentaba la llegada a la colección de la Nikomat FTn, hoy quiero mostraros algunas fotografía de los primeros carretes que he expuesto con ella. Ayer no comenté un hecho. La cámara usaba las malditas pilas PX625 de mercurio que ya no se fabrican. Sus equivalentes en pilas alcalinas no tienen el mismo voltaje, ni entregan su carga de la misma forma, por lo que es sabido que hace que el fotómetro de las cámaras, único motivo para usarlas, no sea fiable. Además de una diversidad de soluciones caseras, la mejor solución para sustituirlas son las pilas de zinc-aire que WeinCell fabrica compatibles con las PX625. Pedí unas cuantas, pero han tardado en llegar y los dos primeros carretes un Kodak Portra 400 y un Eastman Double-X 200 han sido expuestos estimando la exposición en condiciones de fotografía al aire libre, y con la ayuda de un aplicación que permite usar el teléfono móvil como fotómetro.
Normalmente, se me da bien estimar la exposición a ojo, partiendo de que un día nublado la exposición correcta es f/8 y el inverso del índice de exposición en ISO como velocidad de obturación. Si hay sol, vamos aumentando el número f o la velocidad de obturación. Si estamos en sombra o se pone a llover, vamos a la inversa.
Sin embargo, por algún motivo mis negativos en color, especialmente los realizados al aire libre han pecado de una ligera subexposición muchos de ellos. Nada grave, pero prefiero equivocarme en sentido opuesto. Las fotografías en interiores, con medición con el teléfono móvil, han quedado sin problemas.
En general, aunque más pesada de lo que estoy acostumbrado a usar, la cámara se maneja con comodidad, aunque no me he acostumbrado todavía a la posición en la montura del objetivo del selector de la velocidad de obturación. Que además va un poquito duro.
En el lado positivo, y a pesar de la amplia luminosidad de Nikkor-S Auto 1:1,4 50 mm, el enfoque parece preciso. Desde luego la rueda de enfoque tiene un tacto y una suavidad envidiables para los objetivos de hoy en día, mucho menos agradables de usar.
El contraste la nitidez que ofrece el objetivo es muy buena en cuanto cierras unos cuantos pasos el diafragma. Pero a plena apertura, el contrasta es bajo y la nitidez es la justa para ser usable en el centro del diafragma. Supongo que la tecnología de los años, este es un objetivo cuyo diseño viene de principios de los años 60, hace que las limitaciones se noten. Pero su robustez y agradable uso te hacen comprender que fuera apreciado por los profesionales de la época. Que lo usarían más bien con la Nikon F, pero que no desmerece montado en la Nikomat.
También le he puesto una lente de aproximación de 3 1/3 dioptrías. La distancia mínima de enfoque del objetivo no es tan favorable como la de objetivos similares en la actualidad. Si estamos habituados a una distancia mínima de enfoque de 45 cm en los objetivos de 50 mm de focal, nos tenemos que conformar con unos 55 o 56 cm de distancia mínima de enfoque, calculo yo. Algo menos de 60 cm. Con la lente de aproximación nos permite escalas de rerproducción de aproximadamente 1:3. No está mal. Ninguna catástrofe sucede, si diafragmamos unos pasos a la hora de hacer la foto.
Para el blanco y negro, tiré del último carrete que me quedaba de un pequeño lote que adquirí de la película cinematográfica de Kodak, la Eastman Double-X, con una sensibilidad nominal de ISO 200. Hay mucha gente que habla maravillas de esta película, pero yo no he alcanzado la felicidad con ella. Ni con los primeros carretes que usé revelados con Kodak HC-110, tanto a su sensibilidad nominal como forzada un paso, ni con este que he usado con la Nikomat, a su sensibilidad nominal, pero revelada en Rodinal. Puesto que expuse generosamente y en situaciones de potencial contraste fuerte, decidí usar un revelado compensador, un revelado desatendido con una concentración de 1:100 durante una hora a 20 ºC.
He de decir que sigo sin enamorarme de esta película. No me acaba de convencer. Su sensibilidad de ISO 200 está un poco en tierra de nadie. No obtengo grano tan fino como con las de ISO 100-125. De hecho, tampoco obtengo grano más fino que con algunas películas de más sensibilidad. Por lo que no le acabo de ver la ventaja.
En cualquier caso, decir que en esta ocasión sí que pequé de cierta sobreexposición, ya he dicho que dejé entrar la luz con generosidad. Siempre he oído decir que a esta película le gustan las condiciones de luz abundante. Desde luego, la latitud de exposición de la película con este revelado me parece muy buena, pero el aspecto general de las fotos finales no acaba de convencerme.
Pero a lo que vamos es a la cámara y el objetivo. Lo cierto es que conforme te vas acostumbrando a su volumen y peso, se hacen muy agradables de usar. Y quizá el Nikkor-S 50/1,4 no brilla a plena apertura como los objetivos actuales, pero tiene posibilidades claras para retratos. Eso sí... cuidado que f/1,4 ofrece muy poca profundidad de campo. No vale echarle la culpa al objetivo de lo que son errores de enfoque. Que eso se ve mucho.
Hay gente, aficionados a la fotografía como yo, que conocen mi afición a mantener una pequeña colección de cámaras fotográficas. Cámaras que me he encontrado, gratis o a muy muy buen precio, o que he adquirido por que me apetecía mucho y me parecía que tenían un razonable valor histórico. Más que el monetario o de otro tipo. Pero no tenía ninguna Nikon. Nada. De esta veterano y respetado fabricante nipón no he tenido hasta el momento más que tres objetos relacionados con él, por orden de adquisición:
Un objetivo de ampliadora, Nikkor 50/2,8, que compré de segunda mano cuando me monté mi laboratorio fotográfico en casa. Un objeto óptico magnífico.
Un escáner de negativos y diapositivas que dejé de usar por que la marca dejó de actualizar el software que lo hace funcionar, y quedó obsoleto para los sistemas operativos modernos.
La Plaubel Makina 67 incorpora un objetivo Nikkor 1:2,8 80 mm, también excelente.
En los habituales piques, en el 99,9 % de los casos amistosos, entre aficionados con cámaras de distintas marcas, siempre me sitúan en el campo de los "canonistas". No voy a negar que le tengo cariño a mi sistema Canon, aunque en estos momentos las novedades que habitualmente ofrece este gran fabricante japonés me producen la misma emoción que la visualización de una acelga en la verdulería. Hasta tal punto se ha vuelto conservadora y aburrida la otrora innovadora marca fotográfica. Pero la verdad, se equivocan mucho si piensan que mi primera compra de una Canon EOS se debió a algún tipo de devoción hacia la marca. De hecho, le falto un pelo para que en lugar de aquella EOS 100 que todavía funciona perfectamente no se viniese a casa y lo hiciese una bella cámara firmada por la antigua Nippon Kōgaku. Que tras la guerra mundial empezó a fabricar bajo el nombre de Nikon, por aquello que recordaba al nombre de las Ikon de Carl Zeiss. De la misma forma que es innegable la inspiración del nombre de las Contax, también de Carl Zeiss, a la hora de que Asahi Optical bautizara a sus cámaras réflex con pentaprisma como Pentax. Hay algún caso más por ahí... ¿Sabíais que hubo un tiempo que en las Fuji se llamaban Fujica, de Fuji Cameras, de las misma forma que Leica viene Leitz Cameras?
Recientemente encontré dos ofertas muy buenas, que como conjunto no fui capaz de dejar de lado para incluir una cámara Nikon en mi colección. Esta.
Se trata de una Nikomat FTn, calzada con un objetivo Nikkor-S Auto 1:1,4 50 mm. Primero, aclaremos el nombre. Tradicionalmente Nippon Kōgaku, posteriormente Nikon Corporation, había denominado Nikon a su línea principal de cámaras de objetivos intercambiables. Primero fueron las telemétricas que imitaban a las Contax de Carl Zeiss, y que de hecho utilizaban su misma montura, y luego esa revolución que la hizo ser reina de la fotografía profesional durante décadas, especialmente del fotoperiodismo, y que fue la Nikon F en 1959. Pero con la llegada de la Nikon F, la empresa decidió cambiar la denominación de sus cámaras pensadas para el mercado de consumo, para los aficionados. Primero fueron las Nikkorex, entre 1960 y 1965, sólo uno de sus modelos era de objetivos intercambiables, y después, desde 1965 y hasta 1978, las Nikkormat. Estas sí, compatibles con los prestigiosos objetivos Nikkor. Pero Nikkormat es la denominación que Nippon Kōgaku ofreció para las cámaras destinadas a la exportación, especialmente a los países occidentales. Para el mercado interno, la denominación fue Nikomat. Decir que Nikkormat y Nikomat, para un japonés, suenan igual y muy similar a como sonarían en inglés.
Así pues, ya tenemos un primer dato. Mi nueva cámara estuvo destinada al mercado nipón. Es una Nikomat.
Que esto fuese así tenía un especial interés, de carácter emotivo. En el año 1994 tuve ocasión de usar una cámara similar a esta durante un par de días, y tengo por ahí un carrete de película en blanco y negro expuesto por mí durante aquellos días. La cámara pertenecía a un compañero de trabajo, importante para mí, que ya ha fallecido, y al que apreciaba realmente mucho. Tenía mis cosas que agradecerle. Y siempre presumía de que se la había comprado en Japón. Era una Nikomat, no una Nikkormat.
Había otro hecho que me predisponía a que el día que añadiese una Nikon a mi colección fuera de esta gama y no de otra más prestigiosa. Cuando me empecé a interesar en serio por la fotografía, a principios de los años 90, empecé a acudir asiduamente a las exposiciones que se organizaban anualmente con el nombre de Tarazona Foto. Y allí tuve ocasión, estoy casi seguro de que fue allí pero la memoria podría gastarme una mala pasada, de conocer la obra del francés Bernard Plossu, un fotógrafo que siempre me ha gustado mucho. De hecho, he seguido acudiendo a sus exposiciones siempre que he tenido ocasión, y tengo varios libros con su obra. El año pasado sin ir más lejos expuso dentro del certamente PHotoEspaña 2016 en el Jardín Botánico de Madrid, y en la reseña que en Clavoardiendo hicieron de la misma podemos ver a Plossu con su cámara la cuello. Una Nikkormat con un Nikkor 50 mm. Esta es la combinación de cámara y óptica que si no de forma exclusiva sí de forma prioritaria usa el francés.
Aquí podemos ver a mi recién llegada junto a mi Pentax MX. La Nikomat FTn es del año 1967, aunque estuvo varios años en venta, hasta principios de los años 70. La Pentax MX es posterior, prácticamente del momento en que la Nikomat dejaba de fabricarse. Tienen algunas características en común. Ambas son mecánicas, no necesitan de las pilas más que para alimentar el fotómetro. Ambas tienen un obturador que llega a 1/1000 segundos. Ambas son metálicas y muy resistentes. Pero la Nikomat se concibió para el aficionado, mientras que la MX se concibió para el profesional. Tiene diversas posibilidades de ampliación o mejora que no tiene la Nikomat. Y además, como vemos, es considerablemente más pequeña y ligera. Como le oí decir a alguien, y yo lo repito de vez en cuando, las Nikomat servían para tres cosas: para hacer fotos, para cascar sacos de almendras y para pelear de tú a tú contra el martillo del dios del trueno escandinavo. Vamos. Son indestructibles. De hecho, a pesar de los cerca de 50 años que puede tener mi ejemplar, está como nuevo. Impecable.
El cuerpo de la cámara está muy despejado de mandos. La palanca de avance, el disparador, un botón de previsualización de la profundidad de campo, el contador de exposiciones, la palanca rebobinadora de la película, un temporizador de disparo en el frontal y poco más. Ciertamente sencillez, aunque alguna de esas características como la previsualización de la profundidad de campo ha estado durante mucho tiempo reservada a las cámaras profesionales. Que esta Nikomat no es, aunque se empeñe Plossu en que sea su cámara de trabajo profesional. Por otra parte, tiene algunas peculiaridades que encontramos en lo siguiente.
Carece de zapata para accesorios, que era un accesorio opcional. Mi ejemplar no lleva. El flash hay que sujetarlo con otro soporte y conectarlo con un cable al zócalo correspondiente en el lateral.
El fotómetro tiene una aguja indicadora en el visor como es habitual, pero también tiene otra en el exterior. Hay gente que no le ve la gracia a la cuestión. Pero lo cierto es que permite cierta flexibilidad a la hora de utilizar la cámara como un fotómetro de luz reflejada.
El ajuste de velocidades de obturación se encuentra en un lugar poco habitual. En la montura del objetivo. Todavía no me he acostumbrado del todo. Pero la verdad es que tiene cierta lógica. Y aunque se haga más difícil de ver la velocidad seleccionada, esta está bien visible en la parte inferior del visor réflex. Un visor amplio y luminoso, que tiene como ayuda al enfoque una corona de microprismas. Por lo demás, está muy despejado y no distrae. Aunque hubiese sido bueno que también informase del diafragma seleccionado. En eso, la Pentax MX tiene un sistema muy ingenioso que permite ver el la abertura seleccionada en el objetivo mediante un prisma óptico.
Pero es que el ajuste del diafragma es una de las cosas más curiosas de esta generación de cámaras Nikon. Nikon, y sus usuarios, llevan toda la vida presumiendo de que han mantenido la misma montura desde 1959, manteniendo la compatibilidad del sistema en todo este tiempo. Algo que se dice como "ventaja" frente a Canon que cambió de montura hace 30 años. Pues bien... es mentira. Las tablas de compatibilidades de cámaras y ópticas de Nikon siempre me han parecido una pesadilla con incompatibilidades ascendentes y descendentes.
La bayoneta K de Pentax es la montura de uso actual que mejor compatibilidad mantiene a lo largo del tiempo. Uso sin problemas objetivos de principios de los años 70, cuando se implantó, con cámaras actuales digitales. No pasa lo mismo con los objetivos de la generación del Nikkor-S Auto 1:1,4 50 mm.
Veamos su designación. Nikkor es la marca tradicional de los objetivos de Nippon Kōgaku, aunque en la actualidad se haya perdido en favor de la marca genérica Nikon. La S detrás del guion indica que este luminoso objetivo, 50/1,4, tiene una fórmula óptica de siete elementos. Y Auto viene del hecho de que se pueda medir la luz a plena apertura y que el diafragma se cierre a la apertura de trabajo en el momento del disparo. Ahora eso no nos sorprende. Pero en los años 60 eran innovaciones que empezaban a llegar. El caso es que siendo una cámara totalmente mecánica, para montar el objetivo había que hacer una serie de pasos. Primero, la apertura del diafragma tenía que estar obligatoriamente ajustada a 5,6. Segundo, había que hacer coincidir las "orejitas de conejo" del objetivo con el pitón metálico de la montura. Tercero, una vez montado, había que llevar la escala de diafragmas hasta su apertura mínima e inmediatamente hasta la máxima. De esta forma, la cámara "se enteraba" de la apertura máxima y mínima del objetivo y el fotómetro funcionaba correctamente. En 1978, estos objetivos fueron sustituidos por los AI "Auto Index", que no precisaban estas maniobras. Pero dejaron de ser compatibles con todas las cámaras posteriores salvo si se les hacía una cierta operación quirúrgica. Y aun así deben funcionar con algunas limitaciones.
No obstante, esa puede ser una de las razones por las que el objetivo me ha costado también más barato de lo que esperaba. Porque los objetivos Nikkor conservan bien su valor y no están tan baratos como otras marcas en el mercado de segunda mano y ocasión. Y menos si se trata de un f/1,4.
Con esto llegó al final de la descripción de la cámara. Mañana, si nada lo impide, os mostraré las primeras fotografías realizadas con ella. Así podré comentar como va de ergonomía, y como aprecio las cualidades del reputadísimo objetivo Nikkor.