Hoy he publicado en mi cuenta de Instagram dedicada a la fotografía instantánea la última foto de los dos cartuchos de Polaroid 600 con los que comencé el año. Un cartucho en blanco y negro, fallido probablemente por el frío que afectó al revelado de las fotos, y un cartucho en color de marco redondo que, salvo alguna imagen trepidada por falta de luz, me quedó relativamente bien. Pero es el momento de volver a las Instax de Fujifilm.
Lo he hecho con un cartucho de película Instax Square Monochrome, con mi Fujifilm Instax SQ6. Siempre me debato en cierto grado de impotencia con esta película. Siendo consciente de que las pequeñas fotos de 62 x 62 mm dan para lo que dan, la floja calidad óptica, y las limitaciones en las especificaciones de las cámaras Instax de Fujifilm, todavía penalizan más la calidad de las mismas. A finales de febrero abrieron las expectativas de los aficionados con un preanuncio de cámara… que se vieron defraudas por ser la enésima iteración del modelo básico de la gama Instax Mini. Alguna mejora de poca entidad para una cámara con las limitaciones de siempre. Pero después de mirar las alternativas… lo que más me convence es un talabarte que cuesta más de 600 euros, más lo que quieran cobrar las aduanas, porque hay que pedirlo a algún lugar de China. Y ese dinero prefiero gastármelo en viajes. Un tipo en Tailandia ha inventado un respaldo para las Hasselblad… pero no sé si me convence. Estaríamos en algo menos de 400 dólares con el envío incluido, más lo que quieran cobrar en aduanas. Échale cerca de 500 dolares/euros.
En fin. Seguiremos con la SQ6. Las diez fotos de este cartucho se han dividido en tres momentos. Las cuatro primeras las hice en un paseo fotográfico con AFZ Asociación de Fotógrafos de Zaragoza, del que también hablaré más adelante porque hice algunas fotos con la Olympus mju-II, para comprobar si había combatido adecuadamente las filtraciones de luz en esta cámara bolsillera. Pero las dos fotos que más ilusión me hacía, las dos primeras, que encabezan esta entrada, quedaron como sobreexpuestas, probablemente por la temperatura de la película y del ambiente que afectaron al revelado. Porque no había ninguna circunstancia en las condiciones de luz para que se produjera esa sobreexposición.
Otras cuatro fotografías las hice visitando el Pabellón Puente de la Expo 2008, o Puente Zaha Hadid como lo he visto recientemente denominado,… o Mobility City de acuerdo a sus nuevos usos. Una poderosa entidad bancaria aragonesa, que anhela destrozar un bonito valle pirenaico junto con el Gobierno de Aragón, en combinación con otras instituciones, ha creado un museo dedicado a la movilidad. No visité el museo. Hay un número limitado de entradas en tramos horarios, y cuesta 10 euros… y no me imagino por lo que he leído y oído que me interesa tanto el tema. Creo que es algo excesivo para Zaragoza. Ese día, al siguiente de la inauguración, había mucha afluencia por la novedad. Ya veremos más adelante si me interesa lo suficiente como para pagar los 10 aurelios. A esa avarienta entidad bancaria. Pero hay una parte de exposición pública en lo que es el paso entre las dos orillas del Ebro. E hice unas fotos.
Finalmente, me quedaron dos fotos por hacer… y me dio por llevarme la cámara a Barcelona el lunes de la semana pasada. También tuve narices de llevar la cámara a cuestas todo el día por dos fotos. Menos mal que pesa muy poco. En cualquier caso, casi se me olvida que la llevaba conmigo. Al final me acordé y las hice en el puerto de Barcelona. Bueno. Una de ellas me la hicieron.