No es la primera vez que uso una película con una sensibilidad ISO 800 para documentar un paseo o una caminata durante el invierno al final de la tarde. El “final de la tarde”, en invierno, sucede a horas tempranas… claro. Con un día más corto, un atardecer relativamente corto, un sol que viaja muy bajo sobre el horizonte, que queda oculto con facilidad por los edificios o los accidentes del terreno, el riesgo de tener que usar aperturas amplias es alto. Y con las aperturas amplias viene la profundidad de campo limitada y pérdida de nitidez en la foto. Si una f5,6 es aceptable en un 35 mm sobre película de 35 mm, con un negativo de 6 x 4,5 o 6 x 6 cm… pues puede no serlo.
Hacia finales de noviembre de 2022 salí a caminar por la margen izquierda del río Ebro a su paso por Zaragoza. Llevaba conmigo un equipo digital que incluía la Olympus OM-D E-M5 Mark II y el M.Zuiko Digital 75-300 mm con el fin de intentar pillar algún ave interesante durante la caminata. Pero como había posibilidad de una luz interesante, decidí echar a la mochila también la Fujifilm GS645S Wide 60 con algunos rollos de película para negativos en color por si surgía la posibilidad de reflejar el paisaje de ese otoño avanzado, pero benigno, en las orillas del río.
Finalmente, por los motivos indicados previamente, opté por ponerle un rollo de Lomography Color Negative 800. Sin duda alguna, en términos de nitidez y fidelidad del color, la Kodak Gold 200 era más prometedora de cara a la calidad del resultado final. Pero bueno… no olvidemos que la CN 800 de Lomography no deja de ser, según es opinión aceptada bastante generalizada, una Ultramax 800 de Kodak también. Por lo que, dejando de lado la calidad del envasado, que es claramente peor en la película bajo la marca Lomography que en la que se vende bajo la marca Kodak, y dando por descontado el mayor grano y menor nitidez propio al ISO 800, la calidad de la emulsión no es mala.
Lo cierto es que, como ya he tenido ocasión de comprobar en ocasiones anteriores, dado que las ampliaciones de la foto final son más modestas con película de formato medio, el impacto del grano de la película no afecta tanto como uno podría pensar cuando se usa este tamaño de negativos. Y por lo tanto, si las condiciones de luz en la toma son adecuadas, los resultados finales pueden ser bastante agradables. Que conste, al fina las condiciones de la tarde me hubieran permitido usar la película ISO 200 sin mayores problemas. Pero no me arrepiento de mi elección.
Lo que sí que quiero señalar es lo que he mencionado antes. La calidad del envasado y la presentación general es inferior en el producto bajo la marca Lomography, aunque la emulsión tenga un origen en Kodak. A pesar del cuidado que tengo al poner la película en la cámara, manteniendo una tensión adecuada al avanzar el rollo tras cada exposición, noté cómo hacia el final del mismo había una mayor resistencia al avance. Lo cual me hizo suponer que se estaba enrollando mal en el eje de destino, que podía quedar “gordo”, “flojo” o como lo queráis llamar, con riesgo de que al sacarlo de la cámara la luz se colase y velase parcialmente algún fotograma. Es un riesgo que se da con cámaras como la GS645S. Por ello, cuando terminé el rollo no lo saqué y puse otro. Tampoco quedaba ya mucha tarde para aprovechar. Y lo saqué en casa, totalmente a oscuras, donde noté el problema, y procedí a volver a enrollarlo con cuidado, totalmente a oscuras, antes de dejarlo preparado para mandarlo a revelar. Al final, sin problemas. Pero quedáis avisados… Lomography tiene potenciales problemas asociados a la calidad de su presentación, aunque las cajitas y los diseños de las mismas sean muy “chulis”.