Cuando en el otoño de 2018 regresó de nuevo al mercado de forma efectiva la película Kodak Ektachrome 100 fueron muchos los que se alegraron. Yo también en esos momentos. Durante muchos años, antes del advenimiento de la fotografía digital, cuando fotografía en color solía usar película diapositiva. Aunque con el tiempo mis gustos se decantaron por las películas de Fujifilm, especialmente la Fujichrome Provia, durante años usé la Kodak Elitechrome 100, la versión para aficionados de la Ektachrome 100 en los años 90, como la película de elección. En seguida me animé a comprar unos rollos y probar qué tal me sentía con película diapositiva después de prácticamente quince años sin usarla. Bueno, miento. En el otoño de 2017 hice un rollo de Ektachrome 100 caducado, con buenos resultados, dado que los colores de la película no conservaban sus propiedades originales.
Sin embargo, aunque la experiencia fue positiva, no le vi ventajas especiales a usar en estos momentos película diapositiva sobre película para negativos en color. Esta última tiene más oferta en el mercado, se puede elegir entre diversas sensibilidad, distintos rendimientos del contraste y los tonos de color, y presenta mucha mayor latitud de exposición. Ventajas claras, especialmente en procesos mixtos fotoquímicos-digitales. Se quedó por el frigorífico un rollo de Ektachrome 100 de los tres que había comprado, y cuando llegó el follón de la pandemia, virtualmente lo olvidé. Revisando mis existencias de película cuando terminé mis vacaciones de octubre lo encontré. Y decidí que, aunque no tenía un plan concreto para él, lo iba a usar, porque no pintaba nada abandonado el frigorífico.
Como ya he mencionado, la película diapositiva tiene una latitud de exposición más limitada que la película para negativos en color o en blanco y negro. Y conviene ser mucho más preciso a la hora de exponerla. Por ello usé para hacer las fotografías una de las cámaras más fiables de las que dispongo a la hora de medir la luz y afinar la exposición, la Canon EOS 3. Como de por sí la cámara es relativamente voluminosa, pero la iba a usar paseando por la ciudad, opté por un objetivo ligero pero competente ópticamente, el pequeño Canon EF 40 mm f2,8 STM, uno de mis favoritos, a pesar de sus aparentemente escasas pretensiones. Pero me gusta esa focal y me siento muy cómodo con esta pequeña óptica. Su único defecto notable es el viñeteo a máxima apertura, pero en cuanto cierras un paso, y especialmente con diafragmas medios, entre f5,6 y f11, su calidad óptica es muy notable.
Elegí el final de la tarde, antes de la puesta de sol para usar esta película. Siendo el mes de noviembre cuando la usé, el periodo de tiempo en que disponíamos de una luz no demasiado contrastada y cálida era más amplio que en otras épocas del año. Y si bien es cierto que los días totalmente despejados no ayudaban a evitar los contrastes excesivos de luz, con los que la película diapositiva se lleva mal, en general las condiciones eran buenas para usar esta película.
Como las pretensiones eran modestas, los resultados tampoco son de fotografías de gran originalidad y muy especiales. No son muy distintos de los obtenidos con una buena película para negativos en color, de las que hay en el mercado. Y como ya he mencionado, hubiera sido una experiencia menos exigente, ya que un cierta sobreexposición, sin pasarse, hubiera sido bien acogida por la película y se hubiera reflejado en los resultados. Con la Ektachrome 100, una ligera sobreexposición hubiese sido fatal. Con la película diapositiva es mejor una ligera subexposición que el error en sentido contrario. No obstante, aún conseguí salvar con dignidad alguna situación de contraste relativamente elevado. No creo que vuelva a usar película diapositiva en un futuro próximo, aunque nunca se sabe. Pero, en general, sale más caro, y en estos momentos tiene pocas ventajas sobre la película para negativos en color.