Con el comienzo del año inicio una serie de artículos especiales, que pueden ser dos, pueden ser cuatro,… ya veremos. Dos seguros, porque ya tengo el material preparado. Será la serie de ‘”Clásicos” digitales’, con eso de clásicos claramente entrecomillado. La idea me la sugirió una serie de artículos en blogs y videos en Youtube, no conservé los enlaces porque no me parecieron tan importantes, en las que hablaban maravillas de las cámaras digitales de un periodo comprendido entre 2002 y 2010, cuando empezaron a ser menos comunes los captores de imagen CCD para ir siendo sustituidos por CMOS y sus variantes. Lo más curioso de muchos de estos artículos es que aseguraban que la calidad ofrecían estas cámaras se equiparaban en sus cualidades a las de la fotografía “analógica”, es decir a la fotografía sobre película fotográfica tradicional basada en los haluros de plata. Y esto, sinceramente, no me lo creí, no me lo tragué… me pareció una memez.
Pero como conservo las cámara de aquellas épocas, no todas pero bastantes, y como están, supuestamente en funcionamiento, decidí rescatarlas para comprobar cuales son mis sensaciones sobre ellas doce, quince o dieciocho años después. Venían los días de fiesta de Navidad, iba a tener tiempo y, si el tiempo acompañaba, ocasiones para volver a probarlas y familiarizarme con ellas. Para colmo, en la celebración de la Navidad de AFZ Asociación de Fotógrafos de Zaragoza, Rogelio Pina, un excelente compañero, se trajo una Olympus Camedia de aquella época, no recuerdo el modelo, a la que le tiene mucho cariño, lo cual me estimuló a llevar adelante este lúdico experimento. Puesto que no tiene más intención que la de pasar un buen rato, sin más trascendencia.
Desempolvé dos cámaras, pero tuve que comprobar que tuviese a punto las baterías, los cargadores y las tarjetas de memoria específicas. Aunque tuve la intención de volver a usarlas y presentarlas de forma cronológica a su aparición en el mercado, lo cierto es que al final no ha sido así, ya que la primera en ponerse en marcha fue la Fujifilm Finepix F10, posterior a otras. A pesar de que su sistema de carga era muy incómodo y engorroso, pero me encontré que su batería es compatible con el cargador de la Fujifilm XF10, aunque la batería en sí se distinta. La Finepix F10, una cámara compacta de 6,3 megapíxeles, despertó muchos entusiasmos cuando salió al mercado en febrero de 2005, puesto que se afirmaba que podía ser usada a ISO 800 o 1600, cuando con pocas cámaras te atrevías a pasar de ISO 400, y si no te quedaba más remedio.
Obsérvese el entusiasmo en algunas opiniones, en alguna revisión de la época:
“It may not look it, but the FinePix F10 is something of a revolution, and is probably the first time a compact camera has really shown the potential offered by Super CCD for high resolution, high sensitivity and low noise. I cannot emphasize enough the value of usable high ISO settings in a compact camera – from reducing camera shake to more natural low light portraits (without flash) to extended flash range and all the other advantages DSLR users take for granted and most compact users – stuck to ISO 200 (or 400 at a push) can only dream of.”
DPReview, publicado el 9 de mayo de 2005, consultado el 3 de enero de 2023.
Para quienes no se defiendan con el inglés, hablaba de sus 6,3 megapíxeles como “alta resolución”, decía que ofrecía una sensibilidad alta, con valores ISO altos utilizables, equiparables a los de las réflex digitales de la época, y el escaso ruido que ofrecía. Es cierto que sus imágenes, comparadas con otras cámaras de la época, con tal de no ampliar mucho la imagen, sus fotografías a valores ISO 400, 800 y quizá 1600, eran utilizables, donde otras, como la Canon Powershot G6 que veremos próximamente, no podían subir de ISO 400 y con reparos a esta sensibilidad. Pero lo cierto es que sus imágenes en sensibilidades entre la basal, ISO 80, e ISO 200 son muy limpias y agradables. Eso sí, para mejor calidad, puesto que sólo guarda las fotos en formato JPEG, no hay raw, conviene esmerarse en las ajustes de contraste y temperatura del color, así como en la mejor exposición posible, porque es mejor no tocar nada después. Dejar la temperatura del color en automático lo considero un error. Si hay sol, modo luz de día, si predominan las sombras o está nublado, modo nublado, y con luz artificial, modo luz artificial. Y aunque es latoso, aprender a manejarse con el control de la sobre y subexposición, para afinar el aspecto final, sin luces quemadas y sin sombras bloqueadas. La ergonomía de la cámara es mejorable.
No es una cámara rápida, pero tiene un modo de disparo rápido que mejora la cosa a costa de una menor duración de la batería. Hice unas fotos a unos ciclistas en el Parque Grande de Zaragoza para comprobarlo. Por rápido no me refiero al disparo en ráfagas, sino que el retraso entre el momento en que pulsas el disparador y la foto se hace se reduce. En esas fotos también usé el modo monocromo que me gusta mucho. Aunque generalmente se recomienda hacer la foto en color, que siempre habrá tiempo de dejarla en blanco y negro. Como es esperable, su latitud de exposición, o su intervalo (rango para las malas traducciones) dinámico es pequeño, y no se lleva bien con escenas muy contrastadas. Conviene proteger las luces.
En su modo macro, más adecuado es llamarlo de fotografía de aproximación, los resultados son muy agradables. Su objetivo es un 8 – 24 mm con f2,8 de apertura máxima en su posición angular, equivalente a un modesto 36 mm en 24 x 36 mm, y un f5 en su posición tele, equivalente a un 108 mm. Esta última es un poco escasa, pero utilizable. Obviamente, el sensor de tipo 1/1,7 es muy chiquito, 7,6 x 5,7 mm, por lo que a f2,8 su profundidad de campo es equivalente a un f8 en un 36 mm para 24 x 36 mm. Por lo que en fotografía de aproximación la profundidad de campo es suficiente para no necesitar ser muy fino con el enfoque, pero al usar la máxima apertura, la apertura es completamente circular, sin palas de diafragma, y el desenfoque es muy armonioso, aunque no podamos evitar que si de por sí está lleno de cosas, se perciban demasiado. En fin… que realmente, para su época estaba muy bien. Pero sus fotografías no tienen nada que ver con las realizadas con película fotográfica, son claramente fotos digitales, perfectamente utilizables para pequeñas ampliaciones y para un uso en redes sociales, pero que no aguantan la comparación con las actuales, ni de lejos.