Tradicionalmente no he sido persona muy aficionada a los teleobjetivos. Cuando los uso en viajes, doy utilidad a las fotografías realizadas con focales propias de teleobjetivos cortos, pero suelo desechar la mayor parte de las que hago con focales de teleobjetivos medios o largos. Para lo que más uso los teleobjetivos medios es para componer paisajes panorámicos, especialmente cuando visito zonas montañosas. Para aclarar de lo que hablo cuando utilizo estos adjetivos, “corto”, “medio”, “largo”, estableceré mis referentes en dos sistemas distintos, en correspondencia con los objetivos que uso.
- Con las Canon EOS, serían focales de teleobjetivos objetivos cortos las que van entre los 70 mm y los 105 mm. Con las Micro Cuatro Tercios, serían focales de objetivos cortos las que van entre los 35 mm y los 56 mm.
- Considero objetivos con focales de teleobjetivos medios los que van desde los límites superiores del grupo anterior hasta los 210 mm en las Canon EOS y los 100 mm en las Micro Cuatro Tercios.
- Por encima de las focales anteriores serían teleobjetivos largos. En la práctica, hasta el momento sólo he usado objetivos largos cuando uso el Canon EF 200 mm f2,8L USM II con el duplicador de focal EF Extender x2 de primera generación. O en las raras ocasiones en las que he usado el Pentax SMC-M 200 mm f4 adaptado a las Micro Cuatro Tercios. Los he usado en prácticas deportivas y alguna eventual fotografía de naturaleza, incluida la fotografía de aproximación, complementados con tubos de extensión en el caso del Canon EF.
Pero desde hace un tiempo, hecho a faltar la posibilidad de utilizar focales realmente largas en ocasiones. Cuando visité Doñana, tuve la suerte de que el guía llevase un equipo Panasonic y me prestase su Lumix G Vario 100-300 mm f4-5,6 OIS II. En mi último viaje a Bilbao y la provincia de Vizcaya, opté por llevarme un equipo Canon EOS con el fin de llevar el 200 mm con el duplicador, por si había oportunidades en Urdaibai. Resulta pesado y voluminoso en la mochila de viaje, en el límite de los que puede llevar mi contenida mochila de viaje fotográfica, y la focal final de 400 mm no es muy larga para fotografiar fauna de forma casual.
Por lo tanto, llevaba tiempo contemplando posibles adquisiciones. Tenía claro que lo que fuese, sería en el sistema Micro Cuatro Tercios, por cuestión de tamaño y peso. Y porque tiene opciones muy razonables tanto en Olympus como en Panasonic. Pronto vi que tenía dos opciones. Podría considerar que me iba a dedicar con más frecuencia a la naturaleza y los animales, y entonces optar por focales de 100-400 mm. Si fuera un equipo con el formato de las Canon EOS necesitaría focales 200-800 mm. Olympus tiene una buena opción con una luminosidad discreta, f5-6,3, que además admite la ampliación de las focales con los multiplicadores de focal de la marca, hasta un 200-800 mm (400-1600 mm en el 24 x 36 mm). O las Panasonic Leica también 100-400 mm, algo más luminoso, f4-6,3, y que también admite multiplicadores. Precios… por encima de los 1300 euros para el Olympus, por encima de los 1500 para el Panasonic Leica. Sin los multiplicadores.
Como no estoy nada convencido que mi dedicación a este tipo de fotografía justificase el desembolso, empecé a contemplar las opciones más de “turista”, de fotógrafo que se acerca de forma “casual” a la fotografía deportiva o de naturaleza. Ya he comentado el Lumix 100-300 mm, que está bastante bien. Cuando yo lo miré pedían como mínimo 600 euros para su segunda versión. Es posible que a día de hoy haya bajado de ese límite. Y un más modesto Olympus 75-300 mm f4,8-6,7, más barato. El Lumix tiene unas prestaciones más interesantes, pero es más caro… y Panasonic me tiene quemado por el mal servicio técnico que ofrece en Zaragoza. Muy quemado. Así que cuando en las ofertas del “viernes negro” encontré el Olympus 75-300 mm por poco más de 400 euros, decidí que para un uso casual, esa pieza óptica había roto el umbral de indecisión y me lo compré.
En las fotos anteriores podéis comprobar que es compacto. Montado sobre la Olympus OM-D E-M5 Mark III, con la tapa y el parasol a su lado, todo el conjunto cabe en la superficie de la tapa de un libro menor de un DIN A4. Lo recibí el miércoles de la semana pasada, y lo probé desde el jueves al domingo. Fundamentalmente buscando bichos alados en los entornos del río Ebro y el Canal Imperial de Aragón a su paso por Zaragoza. Y mis conclusiones son las siguientes. Con la E-M5 Mark III constituyen un conjunto agradable de usar, pero con prestaciones modestas en cuanto al enfoque automático y la agilidad en la toma de fotografías. Las focales entre 75 y 100 mm son muy buenas ópticamente desde la máxima apertura. Por encima de 200 mm y hasta la más interesante de 300 mm son aceptables a máxima apertura, pero conviene diafragmar a f8 o f11. Esto hace que con mucha frecuencia haya que subir el ISO. El estabilizador de imagen de la cámara permite usar velocidades de sólo 1/50 segundo, pero como los bichos se mueven es mejor mantenerlas a 1/200 segundo como mínimo. Lo cual no está mal teniendo en cuenta que en los viejos tiempos diríamos que no podríamos bajar de 1/600 segundo con su focal máxima.
Con un diámetro de filtro de sólo 58 mm, es compatible con los de varios de mis objetivos Canon EF y con el Panasonic Lumix G Vario 35-100 mm f2,8. Es el objetivo más grande de los cinco zooms para Micro Cuatro Tercios que tengo, pero no es mucho más grande que el 35-100 mm, que se lleva comodamente en la mochila. Puedo usar la lente de aproximación Hoya de dos dioptrías, que siempre he considerado que tiene una calidad razonable. Por lo menos mantiene la calidad en el centro de la imagen. Como en aproximación, los márgenes y las esquinas suelen estar desenfocados por la escasa profundidad de campo, poca importancia tiene la bajada de rendimiento óptico. El 75-300 mm tiene unas distancias mínimas de enfoque cómodas. Oficialmente, 90 cm a la focal de 75 mm. Y anuncian que su magnificación es x 0,18, pero no nos dicen a qué focal. Para mí es evidente que la mayor magnificación es a 300 mm, aunque la distancia de enfoque mínima de enfoque a esa focal sea mayor a los 90 mm. Bueno… decidí que había que probar en el campo.
Usando una regla milimetrada, pude comprobar que a 300 mm con la lente de dos dioptrías puesta, podía encajar en el encuadre de 17,3 x 13,8 mm un sujeto de 27 mm de largo. Estamos hablando de una magnificación de entorno a x 0,65, que no está nada mal. Pero cuando sales al campo… empiezan los problemas. Entre 75 y 150 mm, la colocación de la lente de aproximación no impide obtener fotografías razonablemente nítidas, dentro de las limitaciones relativos que he señalado en los márgenes y en las esquinas. Pero a partir de 200 mm se observa una progresiva pérdida de contraste y nitidez que se hace extrema a 300 mm y más importante cuanto más abierta esté la apertura. Me recuerda mucho a las consecuencias de la falta de corrección de la aberración esférica de objetivos como el SMC Soft 85 mm f2,2 de Pentax. Mal rollo para la fotografía de aproximación. Pero aun así, sin lente de aproximación, o usándola por debajo de los 200 mm de focal, es utilizable en fotografía de aproximación. En las fotos que siguen se puede ver la misma rosa fotografiada a 75, 150 y 300 mm.
En resumen, un objetivo que me ha costado económico para como está el mercado, y que me permitirá hacer un uso casual en paseos o en viajes, si surgen oportunidades de fotografiar naturaleza, deportes u otras escenas alejadas en ese momento, eventos de diversa consideración, como conciertos y esas cosas, siempre que la luz sea suficiente. Sus pretensiones son modestas, pero también lo es su precio. Si buscas dedicarte de forma más intensiva a alguna de estas disciplinas, tendrás que gastar tres veces más. Pero probablemente te merecerá la pena. Yo considero que, de momento, a mí no me lo merece. Así que contento con esta modesta pero razonablemente efectiva pieza de equipo fotográfico.