Distintos objetivos, distintas luces, finales del verano – Pentax MX con Kodak ColorPlus 200

Cuando en 2012 volvía a reintroducirme en la fotografía con película tradicional, una de las primeras cosas que tuve que hacer fue resituarme en lo que era el mercado de película. Las denominaciones disponibles eran mucho menores que ocho años antes. Y algunas de ellas, más que desaparecer para dar paso a otras, habían cambiado de denominación. Los fabricantes, especialmente de película en color, habían resituado sus gamas, con más o menos fortuna. Y me llamó la atención que en ese momento, en lo que se refiere a películas para negativos en color, había tres gamas. Sobre las dos típicas, aficionados y profesionales, los dos grandes fabricantes, Fujifilm y Kodak, tenían una denominación básica y barata con una sensibilidad nominal ISO 200. Para Fujifilm estaba la Fujicolor C200. Para Kodak estaba la ColorPlus 200. Y ambas estaban muy baratas.

Después de ir utilizándolas ambas para reintroducirme y volver a familiarizarme con el medio, me di cuenta que mis gustos habían ido cambiando con el tiempo. Si entre 1997 y 2004 mis preferencias estaban en las películas en color de Fujifilm, fuesen para diapositivas o negativos en color. Pero en la segunda década del siglo XXI siento una mayor afinidad por los tonos cálidos de las películas Kodak. Por lo que para un uso casual y desenfadado, la baratita Kodak ColorPlus 200 acabó siendo mi favorita. Fácil de encontrar en el comercio local durante bastantes años de esa década, en los últimos dos o tres años se ha vuelto más rara. Y, como ha sucedido con todo el material sensible en general, ya no está baratita. En algunos casos la he visto a precios absurdamente elevados. En cualquier caso, a finales de agosto la volví a encontrar en uno de mis comercios habituales y compré unos rollos. Sigue siendo menos cara que otras.

En la segunda mitad del mes de septiembre de este 2022 cargué uno de estos rollos en la Pentax MX. Esta cámara, que me gusta mucho, la he usado con frecuencia desde que volví a la película tradicional. Es pequeña y discreta, está en buen estado, su fotómetro es fiable, y dispongo de una variedad de ópticas Pentax de focal fija entre los 28 mm y los 200 mm, incluyendo algún macro, que le dan mucha versatilidad. Sin embargo, en los dos últimos años la he usado menos. Aunque es más grandota, me siento muy cómodo con la Canon EOS 650 como cámara de paseo, que tiene una eficiencia tremenda a la hora de hacer las fotos.

La usé en dos paseos. El primero, un domingo por la mañana, con el SMC-M 50 mm f1,4, incluyendo en la bolsa un filtro de densidad neutra para poder usar las aperturas más abiertas en un día muy luminoso. Estuve bastante rato caminando por zonas verdes de la ciudad, pero no hice muchas fotografías. La luz, a caballo entre el final del verano y el principio de un otoño que no acababa de llegar, era muy intensa, dando lugar a escenas muy contrastadas.

En el segundo, un domingo por la tarde, con la luz más matizada, desempolvé y monté el SMC-M 200 mm f4, un teleobjetivo que he usado muy poco. No está mal siempre y cuando cierres el diafragma. Estas fórmulas ópticas de teleobjetivo, cuando no están corregidas por la utilización de vidrios especiales, sufren de aberración cromática, por la dificultad de enfocar todos los colores en el mismo plano, con más frecuencia que las focales más cortas. Por lo que las aperturas más amplias pierden nitidez. A f8 la cosa ha mejorado mucho, porque por el aumento de la profundidad de campo, es más fácil que todos los colores aparezcan enfocados en el mismo punto. En cualquier caso, quizá un ISO 200, usando la cámara a mano alzada, se hace escaso cuando la tarde va cayendo, y la intensidad decrece. Es mejor usar una buena película ISO 400. Y poco más he de contar que no se haya dicho sobre estos materiales fotográficos.