A mi Leica CL le tengo mucho cariño. Leica CL de las de antaño, de los años 70, para usar con película tradicional. No el modelo reciente, creo que ya retirado de catálogo, digital, que la marca alemana sacó como solución “económica” para los aficionados que se sintiesen atraídos por el circulico rojo, que tanto prestigio aparentemente da. Mi Leica CL no tiene circulico rojo. La marca viene con una tipografía tradicional, de líneas blancas sobre el negro fondo de la cámara. Pero no la uso demasiado, porque alguna que otra de mis Leicas tienen alguna ventaja a la hora de su uso. Eso sí, la CL tiene un atributo importante. Se puede usar cómodamente, por disponer del marco adecuado para encuadrar, el Summicron-C 40 mm f2 que tanto me gusta. Me gusta por su calidad, me gusta por su longitud focal. Me gusta más un 40 mm (o equivalente) que los 35 o 50 mm (o equivalentes).
Cuando volvía a entrar el mundo de la fotografía con película tradicional, tuve que ponerme al día con el catálogo de emulsiones disponibles. En enero de 2012, algo había variado desde que en julio de 2004 hice mis últimos rollos de diapositiva Fujichrome Provia 100. Para empezar, en la actualidad, la película diapositiva es residual. En color, predomina el negativo, con mayor latitud de exposición, lo cual viene bien para digitalizarlo con buena gama tonal, incluso en tomas de escenas muy contrastadas. Y comprobé que los dos gigantes tradicionales de la película fotográfica tenían en catálogo sendas películas de ISO 200 de sensibilidad nominal como opciones más económicas. Ideales para ponerse en forma tras ocho años sin usar la película fotográfica.
La película de Kodak era la ColorPlus 200. Me entero navegando por la red de redes que el origen de esta película es la Kodacolor VR 200 de mediados de los años 80 del siglo XX para mercados de países con bajo poder de adquisición. O sea… una emulsión de casi 40 años de antigüedad en su concepción. Dicen también que entró en el mercado como ColorPlus 200 en los años 90 como alternativa económica al denominación Kodacolor Gold 200. Esta última ha recibido cambios con el tiempo. No he podido confirmar qué evolución llevó la ColorPlus 200; no me extrañaría que, sin nota de aviso alguna por parte del fabricante, hubiese cambiado a alguna de las viejas emulsiones de Gold 200, pero no lo puedo asegurar. La cuestión es que tras alternar esta película con la Fujicolor C200, otra veterana de los años 90, al final acabé decantándome por la emulsión de Kodak.
Como emulsión económica que es, no tiene la misma nitidez, ni el grano tan fino, ni la latitud de exposición propia de las emulsiones para negativos en color del mercado. Pero los resultados obtenidos con ella me agradan bastante. Como no soy demasiado torpe midiendo la luz y exponiendo no me supone problema alguno su menor latitud de exposición, y tienen suficiente de esta como para que si mides bien la luz, absorba sin problemas escenas contrastadas no extremas. Eso sí, frente a emulsiones como la Portra 400 y otras, que sobreexpongo sin ningún problema para un grano más fino y unos colores con una gradación más sutil, esta película prefiero exponerla correctamente a su sensibilidad nominal.
Durante un tiempo ha sido difícil de encontrar de forma regular en el mercado. Especialmente en los últimos tiempos. Da la impresión de que fabrican lotes limitados en un momento dado, que permanecen en el mercado hasta que se agotan, pero no hay una fabricación continuada que vaya reemplazando los disponibles. Cuando realmente se han agotado y ya prácticamente no queda, vuelven a fabricar. Lo que debió suceder recientemente, porque a principios de verano volvió a estar disponible en mis tiendas habituales. El problema de esta forma de fabricar y comercializar es que cuando escasea sube de precio. Subidas de precio que luego no se revierten cuando vuelve a abundar. Y siendo una película que era muy económica hace 10 años, ahora está excesivamente cara para ser una emulsión antigua, tecnológicamente muy superada. No obstante, volví a usar con la Leica CL y el Summicron-C 40 mm en la segunda quincena del mes de julio. Y encantado de la vida, oye.