Aunque del mes de julio de este 2022 ya he mostrado algunos rollos de película, las entradas relacionadas con las películas superpancromáticas y el infrarrojo, o cartuchos de película instantánea, aun me quedan un puñado de experiencias que contar relacionadas con la fotografía sobre película tradicional. Y voy a empezar, aunque sea sin mucha profundidad, con volver a las sensaciones de fotografiar con sencillas cámaras de antaño.
Y digo sencillas, pero la Agfa Isolette I, en su primera versión fabricada entre 1951 y 1954, con escala de profundidades de campo de la que no disponía la segunda versión posterior, me consta que amedrenta a algunos fotógrafos aficionados que se sienten muy poderosos con su potentes cámara digitales de objetivos intercámbiables y zillones de píxeles. Sólo tres posiciones de velocidad de obturador 1/25, 1/50 y 1/200 junto una posición Bulb. Aperturas entre f4,5 y f32. Enfoque manual por estimación, no tiene ninguna ayuda al enfoque más allá de un marca de hiperfocal y la mencionada escala de profundidades de campo. Objetivo retráctil por fuelle. Y formato de negativo de 56 x 56 mm (6 x 6) sobre película tipo 120. El obturador hay que armarlo tras cada actuación, si no no dispara. Y hay que tener cuidado con las dobles exposiciones, porque no hay ningún mecanismos de seguridad para evitarlas una vez que has pulsado el disparador y todavía no has avanzado la película girando una simple rueda.
Y sin embargo es una cámara sencilla, que fue pensada para un uso familiar, para llevársela de vacaciones, sin tener que gastar mucho en la compra, con un sencillo objetivo Agnar 85 mm f4,5, un triplete similar a los Anastigmat de Carl Zeiss según creo, con algún tipo de revestimiento por lo que tengo entendido. Esto último hace que, aunque el contraste de la óptica no sea para tirar cohetes, es aceptable. Y la nitidez suficiente teniendo en cuenta el tamaño del negativo y las modestas ampliaciones que se solían hacer a partir de los mismos. Ya hemos dicho que era para uso familiar o personal básico.
Por ese limitado contraste, desaconsejo someterlo a contraluces pronunciados. Suelo usarla con película Ilford FP4 Plus, cuya sensibilidad nominal es ISO 125, a un índice de exposición de 200-250, y prolongando el tiempo de revelado un paso para aumentar algo el contraste. Con respecto al revelado, he de decir que me equivoqué, pero que no quedó mal. Para esas condiciones de toma usé Acurol-N 1+59 13′ a 25 ºC. Pero no me di cuenta en las instrucciones del revelador que está pensado para tambor rotatorio, y yo hice el ritmo habitual de inversiones, 30 segundos de inversiones tranquilas al principio, y un par de inversiones tranquilas al principio de cada minuto restante. Sin embargo, los fotogramas han quedado contrastados, pero sin que se empasten las sombras ni se bloqueen las luces. Así que me vale.
No hay mucho más que contar. La usé para entretener una caminata por las riberas del Canal Imperial de Aragón, en un sábado de verano, con calor, a pesar de que eran horas relativamente tempranas, y con una día de sol radiante sin una sola nube sobre nuestras cabezas. Medí la luz, de vez en cuando, con el Gossen Digisix, pero en general fui disparando a f11 o f16 y 1/200, salvo alguna foto en la sombra. Y ya que había sombras muy marcadas, jugando con los grafismos. No hay más que contar. Bueno… los negativos han quedado algo sucios, por problemas con el fijador… y no tenía más en esos momento.