Viajando con una cámara de formato medio – Fujifilm GFX 50R (probablemente, de forma excepcional)

Estos días atrás he hecho una escapada de cinco días a Múnich. Ya conocía la ciudad. Estuve con unas amistades en fechas similares, mediados de agosto, en el año 2008. Esta vez, la ocasión era una reunión de gentes amigas pero dispersas por Europa; España, Alemania, Dinamarca y Bélgica. Es la segunda vez que nos reunimos de esta forma, la primera fue en 2019. La idea era hacerlo cada cinco años, pero decidimos adelantarlo para celebrar que hemos salido con bien de lo peor de la epidemia todavía en curso. Once personas, entre los 23 y los 59 años. Dado que el tema era muy lúdico, que eran pocos días, que no iba a llevar muchos más trastos fotográficos, decidí experimentar con lo que podía dar de sí viajar con la Fujifilm GFX 50R y “nada más”.

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Entrecomillo el “nada más” porque tenía algunas dudas operativas. Por lo que me llevé como respaldo ligero, poco pesado y poco demandante de espacio en la mochila la Panasonic Lumix G100 con algunos objetivos muy muy ligeros y pequeñitos. Al final sólo la he usado para algún selfi, para algún retrato de grupo, porque lleva un minitrípode con disparador incorporado que viene muy bien, y para un par de fotos con un supergranangular o con teleobjetivo. Pero una vez comprendido que no iba a tener “más dudas operativas” dejé de llevarla encima. Y bueno… en el bolsillo, la Minox 35 GT-E con algún rollo de Ilford XP2 Super, pero de eso hablaré cuando tenga los rollo de película revelados.

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De una forma u otra, las conclusiones a las que iba a llegar de la experiencia ya las suponía. Y los aspectos negativos de la experiencia vienen casi exclusivamente de un único hecho; la cámara, de formato medio, es grande. No tan pesada como muchos creen. Mi Canon EOS 5D Mark II, comprada a principios de 2010, pero ejemplo paradigmático del llamado “formato completo”, es más pesada. Y no con ese tamaño, y aunque tiene buen ergonomía, no está pensada para fotos rápidas… al vuelo, como a veces necesitas en los viajes. La gestión de la profundidad de campo es más difícil que en formato más pequeños, por lo que necesitas más precisión al encuadrar y enfocar.

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Sólo tengo una óptica para esta cámara, el GF 50 mm f3,5. Y desde luego no tenía intención de cargar con adaptadores y otros objetivos. Pero esto no es un problema. De verdad. Especialmente en reportaje urbano. Una focal de este tipo, un estándar corto, similar a un 40 mm en el “formato completo”, es suficiente para conseguir fotos majas de un viaje. Habrá fotos que no podrás hacer, pero da igual, te centras en hacer bien las que sí, y al final ni te acuerdas de las que no has hecho. Y el reportaje, y el recuerdo, quedan. Además, esta óptica es buenísima. De verdad. Que impresión de claridad y contraste, como muy pocas otras que haya utilizado.

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La escasa luminosidad del objetivo tampoco ha supuesto muchos problemas. Como ya he tenido ocasión de comprobar, se puede subir bastante el valor ISO de la exposición sin que la foto queda invalidada por el ruido de fondo, y manteniendo una buena definición de los detalles y buena representación de los colores. Dada la isoinvarianza del sensor y la forma en que tiene Fujifilm de tratar las sensibilidades altas, cuando me encontraba en un lugar con poca luz, ajustaba la velocidad de obturación a 1/40 segundo, la apertura a f4 y el ISO a 1600 y hacía la foto. Algunas de ellas quedaban muy oscuras. Pero luego, en Capture One 22… se recuperan los tonos, se baja un poco el ruido, y se trabajan ligeramente los detalles. Sin perder mucho tiempo. Y quedan bien. Realmente, los ejemplos que se pueden ver aquí no son procesados definitivos. Son ajuste a vuela pluma para esta entrada. Y además en interiores, como en catedrales, salvas siempre las vidrieras y otras fuentes de luz sin bloquearlas nunca.

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Con la enorme cantidad de información que tienen los archivos RAW de 51 megapíxeles y con 14 bits por pixel, hay información de sobra para recuperar información, para recortar la imagen, para corregir perspectivas… para lo que haga falta, y aun te da la posibilidad de imprimir copias, si la foto lo merece, a tamaños bastante grandes. Mientras escribía sólo se me ha ocurrido otro inconveniente… las aplicaciones de Fujifilm para conectar la cámara con el teléfono o el iPad son malísimas, muy inestables, se cortan con frecuencias, a veces es difícil conectarlas,… y esto es sabido desde hace años. Pero bueno, si quieres alguna foto para las redes sociales mientras el viaje está en marcha, las haces con el móvil y a tirar. Que para eso está la cámara del móvil.

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Entonces… ¿me la llevaré más veces de viaje? Puede que sí… pero es improbable. Especialmente en viajes más largos, donde hay también naturaleza, y apetece llevar otras focales para los paisajes o para motivos específicos. El peso y volumen de mi Olympus OM-D E-M5 Mark III con las focales necesarias (y no necesarias) no es mayor, o incluso menor, que el de la Fujifilm. Y la calidad de la imagen más que suficiente. Desde luego no del nivel del de la Fujifilm, que es lujosa. Pero a la larga, que la foto sea significativa, no tiene que ver con eso. Tiene que ver con tu visión, tu concentración, que no estés cansado, que hay buena luz… y viajar ligero ayuda a algunos de estos factores. Pero la calidad de la cámara es impresionante.