A principios de abril se celebró la Maratón de Zaragoza, que volvía a sus fechas habituales de primavera, después de la suspensión de la prueba por la epidemia de Covid-19 en 2020 y su traslado al otoño en 2021. Y como venía haciendo antes de estos procelosos tiempos, me acerqué al Parque Grande de Zaragoza. En mi Cuaderno de ruta ya publiqué algunas fotografías digitales sobre el acontecimiento. Pero este año también me llevé una cámara para película tradicional a la prueba deportiva. Así pues, me llevé dos cámaras Canon EOS. Para las fotografías digitales, la pequeña Canon EOS RP con el adaptador a montura Canon EF; para la película tradicional, la poderosa Canon EOS 3. Y por supuesto, el teleobjetivo EF 200 mm f2,8L USM II con el duplicador de focal, Canon EF Extender x2 de primera generación que adquirí en su momento de segunda mano. Y que no va nada mal.
Para garantizar que podía usar velocidades de obturación rápidas, y teniendo en cuenta que con el duplicador de focal la máxima apertura efectiva iba a ser f5,6, use película Kodak Portra 800. Quizá no la más adecuada para dar brillantez a los vistosos atuendos de los deportistas, pero una buena película al fin y al cabo. No quedé descontento de los resultados, pero tuve algunos fallos en el encuadre y el enfoque no obstante. No es fácil estar mucho rato haciendo fotos con un equipo pesado a mano alzada. Y llevar un trípode no lo consideré, porque elimina mucha libertad de acción, para responder con rapidez ante la aparición de los corredores.
Llevaba tiempo pensando en la cuestión del uso de longitudes focales largas. Evidentemente, existen motivos interesantes para ellas. Pero no son fáciles de usar ni de controlar. Incluso con los modernos sistemas de estabilización de imagen. Que no siempre son convenientes, porque si el sujeto está en movimiento… hay que elevar la velocidad de obturación, y hay que usar altas sensibilidades o índices de exposición. Y por supuesto, no sólo está la fotografía deportiva. También determinadas situaciones en macrofotografía o en fotografía de naturaleza. Tomemos como ejemplo la propia Canon EOS RP con el mismo 200 mm y el duplicador de focal para este domingo pasado tratando de fotografiar verdecillos por el meandro de Ranillas.
Si uno contempla cómo fotografían los profesionales y aficionados a la fotografía deportiva o de animales, verá que con cierta frecuencia utilizan monopiés. Un accesorio sobre el que tenía poca, muy poca experiencia. Antes de cualquier consideración, no nos engañemos; un monopié no sustituye a un trípode en fotografía. No voy a entrar en sus usos en videografía, donde también son relativamente populares. No nos permite fotografiar a velocidades lentas; hay que seguir respetando la obligación de ajustar tiempos de obturación suficientes. Pero permite tener un soporte para un equipo pesado, dar estabilidad a ciertas situaciones y mejorar el encuadre. O por lo menos esa es la teoría. Llevo pensando en ello muchos años. En The Luminous Landscape publicaron hace años un par de artículos y un vídeo sobre un cierto monopié de Manfrotto que consideraban oportuno para hacer paisaje usando equipos poco pesados y cuando quieres caminar ligero. El vídeo, lamentablemente no está disponible. Pero nunca arranqué a adquirir aquel Manfrotto, que ya no está en catálogo. El caso es que reconsideré la cuestión, hice una búsqueda e investigación, y decidí invertir en uno de ellos, que me parecía conveniente. Aquí una imagen del chisme… desmontado.
El monopié en sí mismo es, un iFootage Cobra 2 C180 II, consta del monopié propiamente dicho, de fibra de carbono, pero también hay versión de aluminio, A180, algo más barata, y de un pequeño trípode de aluminio. El cabezal de bola que veis no está incluido, pero lo muestro porque me parece conveniente, aunque con el tiempo adquiriré uno mejor. El monopié puede extenderse desde 70,5 cm recogido hasta 180 cm extendido. Pero no tengo claras las dimensiones, tengo que medirlas. Creo que esas 70,5 cm son con el trípode puesto en su extremo inferior, porque sin el me cabe, por los pelos, en mi maleta habitual de viaje que no creo que llegue a esa longitud. Y en cuanto a la máxima longitud, con el trípode puesto y con el cabezal, está claramente por encima de los 180 cm. Para que tengáis otra referencia, os pongo otras dos fotos. Tened en cuenta que mi estatura es de 175,5 cm.
Quizá sea mucho más largo de lo que necesito, pero en cualquier caso, nunca me quedaré corto. Pero que sepáis que hay versiones de 120 y 150 cm, con posibilidad de añadir módulos de extensión. Y que hay uno de 150 cm de operatividad mucho más rápida, pero que desdeñé por ser mucho más largo cuando están en su posición más recogida. Imposible de incluir en una maleta. En cualquier caso, la calidad de construcción es muy elevada. Y el pequeño trípode es útil por sí mismo. Y tiene unos sistemas de montaje y desmontaje muy rápidos. Está muy bien pensado. No es barato, pero no te arruinas. Aunque todavía me da miedo no sacarle partido… pero veremos mis primeras experiencias, que son positivas.
Al día siguiente de recibirlo, en una semana en la que he estado con mucho lío, conseguí disponer de un rato por la tarde para hacer algunas cosas. Tenía que ir a recoger unos libros a Cálamo, y decidí ir dando un rodeo por el Parque Grande, llevándome el monopié, la Canon EOS RP, el adaptador de montura Canon RF a Pentax K, y el objetivo macro Pentax SMC-A 100 mm f4. El chisme que hace que no sienta ninguna necesidad en invertir en un macro específico para Canon. Llega a una escala de reproducción de 1:2; pero con la lente de aproximación que venía con un viejo Cosina, de 3,3333 dioptrías, llegas a la escala de reproducción de 1:1.
Y la cuestión está clara. Si bien es cierto que no te ahorra la necesidad de mantener velocidades de obturación rápidas, desde luego como mínimo el 1/100 segundo, mejor a partir de 1/200 segundo, la capacidad de enfocar en el plano que tú quieres, y de obtener el encuadre adecuado es muy superior, pero muy superior, a utilizar el mismo equipo a mano alzada. Sin lugar a dudas. Como recientemente he pasado varias veces por los mismos rosales haciendo fotos, soy muy consciente de la mejora. Especialmente tras acostumbrarme al monopié, porque tiene su técnica. Tiene sus trucos que hay que saber y aplicar, para una mayor efectividad.
Si quieres mantener sensibilidades bajas, y profundidades de campo suficientes, las fotos están hechas a f8 y f11, necesitas un trípode, porque las velocidades de obturación tienen que bajar mucho. Pero te arriesgas a que salgan movidas por el viento u otros factores. Y el trípode es más engorroso de llevar y de montar y desmontar. El monopié puedes ajustarlo para llevarlo como un bastón. Que puede ser útil en terrenos escabrosos, como un apoyo extra. Es lo suficientemente sólido para usarlo así también. El monopié no sustituye al trípode, he empezado por ahí. Pero hay ocasiones en los que puede ser suficiente para obtener las fotos que necesitas, con mayor calidad que a mano alzada. Iré comentando su uso en otras circunstancias.