Después de presentaros el sábado las primeras fotos con mi Plaubel Makina 67, regreso a la serie cronológica con el último rollo del mes de febrero de este 2023. Y no tiene mucho que contar. He comentado ya de vez en cuando que mi Olympus mju-II sería una cámara interesante para muchas situaciones, por su buena óptica, la precisión de su exposición y por estar protegida contra el polvo y las salpicaduras. Pero tiene algunas pejigueras. Algunas debidas a su edad, que ronda los 26 o 27 años. Una de ellas es que, cuando llega al final del rollo, no rebobina automáticamente, ni forzando el rebobinado con el dispositivo incorporado para ello. Lo cual limita las ocasiones en que se puede usar. Siempre cuando sabes que no vas a poner otro rollo, ya que hay que extraerlo en casa a oscuras. Otra, que por la ventanilla en la que se muestra el tipo de película que llevas cargada, se puede filtrar la luz, como me pasó en Teruel.
Así pues, hacia mediados de febrero cargué la cámara con un rollo de 24 exposiciones de Ilford HP5 Plus. Soy reacio a usar los rollos de 24 (o 27 exposiciones) con película en color, porque te los cobran en el revelado y digitalizado al mismo precio que los de 36 exposiciones. Pero si encuentro en blanco y negro, de los que revelo y digitalizo yo mismo, no me importa usarlos. A veces 36 exposiciones se hace largo para un uso cotidiano. Para viajes y esas cosas está bien, pero para dar un par de caminatas o paseos, puede ser excesivo. Y se me ocurrió que tal vez con un rollo más corto y que exige menos esfuerzo al motor de rebobinado de la cámara a lo mejor funcionaba. Pero no… no fue así. Ni por esas. No funciona el rebobinado motorizado de la cámara.
Cambié también para esta ocasión la protección contra filtraciones que le puse con cinta aislante. Pero en esta ocasión he usado cinta americana, de color negro para que quede discreta, muy adhesiva, pero que deja poco residuo cuando la quitas. Eso si que ha funcionado perfectamente… salvo por un fotograma sospechoso, que no muestro aquí, hacia el final del rollo. Maldita sea. Espero que fuera un reflejo interno por una incidencia de la luz en el objetivo de forma extraña y que no vaya a más. Espero.
Por lo demás, nada de especial. Algunas fotografías caminando por la ciudad, unas cuantas realizadas durante el fotopaseo con AFZ Fotógrafos de Zaragoza por el Canal Imperial de Aragón hasta las esclusas de Valdegurriana, del cual os he mostrado alguna foto instantánea, y en el que también hice alguna foto en color que os mostraré dentro de unos días. Lo revelé en SPUR Acurol-N, mi actual revelador favorito. Como no puedo ajustar el índice de exposición a 200, el recomendado por el fabricante del revelador, lo tuve que exponer, dependiendo de los contactos DX de la cámara, a la sensibilidad nominal de la película, ISO 400. Por ello usé un revelado desatendido durante 60 minutos, con una dilución 1+100, y con una agitación mínima. Ya he dejado claro en otras ocasiones que es un revelado que funciona mucho mejor de lo que esperaba y que me deja unas posibilidades muy amplias para usar material sensible sin tiempos de revelado recomendados para esta química.
Como esperaba, negativos bien contrastados, que necesitan poco ajuste en el procesado digital después de digitalizarlos con la Olympus OM-D E-M5 Mark III, y con un grano muy contenido, especialmente teniendo en cuenta el tipo de película que es. Se conservan sin problema los detalles y la textura en las luces y en las sombras, y presentan una buena nitidez general. También es cierto que la luz natural de esos días fue suave o moderadamente contrastada, salvo en los últimos negativos que fue muy contrastada. Así que una fórmula segura de éxito esta combinación de cámara, película y revelador.