Después del paréntesis de una semana dedicado a viajes… en concreto a la escapada a Barcelona de principios de mes, volvemos a la continuidad temporal de mis experiencias fotográficas, principalmente en el ámbito de la fotografía con película fotográfica tradicional. Así que nos situaremos en el mes de febrero, en las semanas que siguieron a mis escapadas a Teruel y Madrid (también aquí). Aunque mis focales preferidas para este tipo de fotografía son los objetivos de focal estándar o ángulares moderados, entre los 35 mm y 58 mm para película de 35 mm y negativo de 24 x 36 mm o focales equivalentes, siempre me apetece tener la opción de poder usar angulares más amplios. Y en alguna ocasión, extremos. Como comentaré aquí.
Dos opciones tengo para los angulares más amplios, cuando de película fotográfica se trata. Siempre dentro de la película de 35 mm y el formato de 24 x 36 mm. Uno de ellos es el objetivo Olympus G.Zuiko Auto-W 21 mm f3,5 para montura Olympus OM. Como no tengo ninguna cuerpo de cámara con este tipo de montura, lo compré para usar sobre Canon EOS con un adaptador. Lo he usado en alguna ocasión con la Canon EOS 650 con buenos resultados. Por lo demás, principalmente lo he usado con cámaras digitales. Aunque menos de lo que pensé en su momento. Pero tengo otro objetivo que nunca había usado sobre película fotográfica. Y hace unas semanas pensé que era buena idea darle una oportunidad.
Se trata del Tokina SD 12-24 mm f4 AT-X Pro DX, una versión “primitiva” de otras variantes actuales del mismo concepto, que compré en la primavera de 2006. Es un objetivo pensado y diseñado para el formato de sensor digital APS-C, aproximadamente en el entorno de los 23 x 15 mm, con dimensiones que varían arriba o abajo de estas medidas según el fabricante. Pero este Tokina tiene una característica particular; entre los 18 y los 24 mm cubre el formato completo del 24 x 36 mm. Por debajo de los 18 mm presenta un fuerte viñeteo por obstrucción mecánica al paso de la luz de alguno de los componentes del objetivo. Sin embargo, en digital no lo he usado mucho con la Canon EOS digitales de formato completo porque su rendimiento en las esquinas es regular. De hecho, compré el 21 mm de Olympus porque, a pesar de ser mucho más antiguo y lejos de ser óptimo, ofrece mejores resultados. No obstante, había que comprobar qué pasa sobre película, porque la respuesta de este medio puede ser distinta.
Lo calcé, de nuevo, con la simpática Canon EOS 650 a la que le puse un rollo de película Ilford FP4 Plus. Aproveché la ocasión para probar el comportamiento de esta película con revelado desatendido en SPUR Acurol-N, dilución 1+100, 60′ a 20 ºC. Como con otras emulsiones, la recomendación del fabricante del revelador para revelar la FP4 Plus, con un revelado tradicional de agitación intermitente, implica una pérdida de sensibilidad de alrededor de un paso. Pero con el revelado desatendido indicado, se puede usar a su sensibilidad nominal, con buena conservación de la nitidez y contención en el tamaño del grano, y un contraste un poco más elevado, aunque uno esperase un revelado compensador que lo redujese, que funciona bastante bien.
En cuanto al comportamiento del objetivo, que era lo importante,… pues lo cierto es que bien. Dos cosas a cuidar. No bajar de los 18 mm de focal y tener cuidado con la posición del parasol de pétalos. Cualquiera de las dos situaciones puede llevarnos a que aparezca un viñeteado por obstrucción mecánica. En alguna de las fotos podréis apreciar el del parasol desencajado de su posición adecuada. Pero como suponía, el rendimiento en las esquinas de este objetivo, sin ser maravilloso, es mejor que con las cámaras digitales, y globalmente podemos considerar que es un objetivo interesante, especialmente con diafragmas en el ámbito del f5,6 a f11. Así que podemos considerarlo como incluido en el arsenal óptica habitual para fotografía con película tradicional.