Esta semana he dispuesto de muy poco tiempo libre. Además de tener que ir a trabajar y esas cosas que nos tocan a los pobres humanos, o por lo menos a los humanos pobres, aunque sea de forma relativa, he estado muy ocupado por las tardes y no he revisado mucho la red de redes para encontrar novedades fotográficas o cosas interesantes. De todas formas algo he encontrado, que os contaré de forma rápida, porque hoy domingo tampoco ando muy sobrado de tiempo.
Las fotografías acompañantes son del domingo pasado. Tras una conversación hace unos días sobre objetivos fotográficos, le he estado dando vueltas al objetivo que más me gusta para fotografiar el paisaje. Y curiosamente es una focal, en torno a los 20 mm de focal para 24 x 36 mm, los 92º de visión en diagonal, los 82º en horizontal, que no tengo muy presente en mis equipos. Apenas un 21 mm f/3,5 de Olympus de hace cuarenta años con montura adaptada a Canon EF que uso de vez en cuando con la Canon EOS 5D Mark II. Pero aunque es un objetivo muy simpático, muy compacto y ligero, y de razonable buena calidad, no deja de acusar su edad y que no está previsto para los captores digitales modernos de "formato completo". Nunca me ha gustado esto de que al 24 x 36 mm le llamen "formato completo". Pero si antaño se le denominaba "formato pequeño" o aun "formato miniatura"...
Bueno... Las fotos de hoy están hechas con ese objetivo, en el primer domingo de la primavera zaragozana.
Catherine Leroy, fotógrafa francesa que con sólo 21 años se plantó en 1966, sin credenciales de prensa y con una Leica M2, para fotografiar el conflicto de Vietnam Y fue la primera fotógrafa en saltar en paracaídas en un salto de combate. Nos la han recordado en The Online Photographer, y también podría ser un modelo para la protagonista de Kong: The Skull Island.
Ferdinando Scianna es un fotógrafo italiano que conocí hace un tiempo visitando una exposición suya en Florencia, si no recuerdo mal. Entre el mundo de la moda y el del reportaje, es un fotógrafo muy elegante, con una blanco y negro muy expresivo. Me gusta mucho, y han hablado de él en L'Oeil de la Photographie.
Mitch Epstein, quien nos es presentado en una galería con biografía por Oscar Colorado. Como dice Colorado, Epstein, a través de sus fotografías, "reflexiona sobre el sueño americano y sus promesas incumplidas". No lo conocía y me ha gustado. Sobre el sueño americano... es una de las falacias más enormes de la historia y sin embargo amarga la vida de millones de personas con falsas ilusiones. Causa de enormes injusticias e insolidaridades.
Y seguimos con los Estados Unidos, que ha pesar de todo a muchos fascina. Por ejemplo, al fotógrafo francés Emmanuel Georges, a quien fascinan los edificios típicos que representan ese sueño americano, y que retrata con maestría con su cámara de gran formato. Lo hemos visto en L'Oeil de la Photographie.
Ayer me estuve peleando un buen rato con la Hasselblad 503CX y mis tres objetivos Carl Zeiss para la misma, y con unos anillos de aproximación para fotografiar unas orquídeas que había encontrado por la mañana en un centro comercial a la venta por 3,99 euros. Pero cuando pienso en lo que me ha podido salir y lo comparo con las flores del holandes Leendert Blok, que nos llegan a nosotros desde los años 20 del siglo XX, me entra una profunda depresión. Lo he visto en AnOther Magazine.
La fotografía con película tradicional está en alza. No alcanzará los niveles de aceptación y consumo de antaño ni de lejos, pero ahí esta. Son muchos los medios que están surgiendo para hablar de ella, aunque con frecuencia muestran fotografías majas pero que no son excepcionales, más bien propias del entusiasmo de los practicantes. Pero en esta ocasión, en Analog Magazine, he estado viendo el trabajo de Sarah Mei Herman sobre los adolescentes chinos y me parece que está a otro nivel. Porque lo cierto es que son bastantes los fotógrafos de nivel que se mantienen fieles a la película tradicional en sus trabajos más personales.
Me suscribí hace unos días al canal de Youtube de School of Visual Arts de Nueva York. Son vídeos que con frecuencia pasan de la hora de duración, así que no sé si podré ver muchos. Demasiado largos. Pero hace unos días subieron una conferencia de la fotógrafa Gillian Laub que me pareció interesantísima, tanto desde el punto de vista fotográfico como humano. Os la dejo aquí puesta por si os interesa.
Jeremie Dru es un fotógrafo francés que trabaja las dobles exposiciones. Algo que hace mucha gente, pero pocas veces con resultados que me resulten trascendentes. Simpáticos, tal vez; estéticamente interesantes, no faltan. Pero que comuniquen algo más, es más raro. La visión de la ciudad de este fotógrafo, como nos la muestran en Cross Connect Magazine, no deja de entrar en ese grupo.
Finalmente, me ha parecido muy interesante la recomendación que nos llega desde Lomography. Es la recopilación de los muchos números de la única fotografía existente en la Unión Soviética para fotógrafos y aficionados a la fotografía. Se trata de Советское фото (fotografía soviética), y podéis encontrar 437 ejemplares preservados por The Internet Archive. Yo he ojeado algunos y, dejando aparte la cantidad de propaganda del sistema que incluye, no faltan las fotografías interesantes. Y estaban mucho más a las modas de lo que pensábamos. Con logros propios, sobretodo en los años 20 y 30 del siglo XX muy interesantes. Los tiempos del constructivismo. Y si lo pensamos bien, las revistas occidentales también han estado siempre llenas de propaganda, aunque fuera comercial, que no dejaba de ser ideológica. Recientemente se ha llorado la desaparición de la emblemática y longeva Popular Photography de los EE.UU. y yo que la he comprado en tiempos con regularidad, os aseguro que más de la mitad de las páginas eran publicidad.
El pasado domingo cometí un error tontorrón, pero error. Comentaba que las fotografías que acompañaban la entrada de recomendaciones semanales habían sido realizadas con la Olympus μ(mju:)-1, y manifestaba que no me gustaba mucho como habían quedado. Mucho viñeteo, esquinas con muy poca definición, poco contraste, sensación de que estuviera siempre usando la apertura más abierta... Pues sí. Acerté en todo. Menos en una cosa. El modelo de la cámara con la que expuse ese carrete de Kodak Portra 400. En qué estaría yo pensando.
La cámara que he estado paseando en un bolsillo del chaquetón durante las últimas del verano no fue la Olympus sino la Vivitar Ultra Wide & Slim, de la que ya os hablé en su momento. Os recuerdo someramente sus características; es una cámara de plástico, con un objetivo también de plástico, un gran angular de 22 mm de focal, muy sencillo, con una única apertura de diafragma, f/11, y una única velocidad de obturación, tal vez 1/125 s. Aunque a veces tengo la sensación de que es más lenta.
Hasta ahora sólo la había usado con película en blanco y negra. En general, sus resultados pasan por un contraste escaso, muy baja definición en las esquinas y viñeteado apreciable. A pleno sol se puede usar con película de 100 ISO, con nublado y en la sombra es mejor irse a los 400 ISO. Que en el caso de la película en color también aguantan bien la abundancia de luz, puesto que suelen tolerar bien la sobrexposición.
La película Kodak Portra 400 tiene una saturación moderada, aunque la teoría dice que sobrexpuesta la saturación aumenta. En cualquier caso, a la vista de los resultados con este carrete, dado el bajo contraste del objetivo y la baja de definición, es posible que convenga utilizarla con alguna película más contrastada, aunque eso suponga perder algo de latitud de exposición, a cambio de obtener unas imágenes más vivas. Muy posiblemente no merezca la pena gastar mucho dinero, y cualquier película de gama media o baja de Kodak, Fuji, Agfa o quien sea, sea quien sea quien la fabrique, irá bien.
La fidelidad de los colores tampoco es el fuerte de la óptica de esta cámara, pero da un poco igual, mientras queden fotografías resultonas. Al fin y al cabo, la gracia principal de la cámara es conseguir composiciones o imágenes más o menos dinámicas gracias al amplio punto de vista que ofrece su objetivo gran angular, muy superior al de otras cámaras de juguete similares.
En fin, la iré utilizando de vez en cuando. Dentro una semanas me voy unos días fuera. A Dinamarca. Estaba contemplando llevarme, además de mi equipo digital de viaje, alguna compacta de película tradicional. Probablemente con blanco y negro. No sé si llevarme esta Vivitar, u optar por la Olympus Pen EE3, que me da el doble de exposiciones por carrete. Claro que dado que ambas cámaras ocupan tan poco espacio, igual me llevo las dos. Una con color y otra con blanco y negro.
Fotográficamente, en lo personal, esta semana ha estado más animada por la llegada de resultados fotográficos que por las fotos que he hecho realmente. Recuerdo a todos que desde hace unas semanas, mi cuenta en Instagram, que estaba dormida, no tenía más sentido que poder acceder al trabajo de alguna gente, se ha convertido en mi repositorio de fotos realizadas con película instantánea. Básicamente, película Impossible Project expuesta con un par de veteranas cámaras Polaroid, una muy simple de la serie 600, y otra de mejor calidad de la serie Image System, o Spectra en los Estados Unidos.
Y en cuanto a las fotografías que acompañan las recomendaciones de esta semana, proceden de un carrete en color que he expuesto a lo largo de unas semanas con la Olympus μ(mju:)-1 que rescaté hace unos meses. No he quedado muy contento, ya veis. A pesar de que un carrete de Kodak Portra 400 tiene sensibilidad para dar y vender en las condiciones en que he fotografiado, tengo la sensación de que tiende a usar las aperturas más abiertas, con demasiado viñeteo y con una calidad en las esquinas flojita. Pues no. Estaba totalmente equivocado. Los defectos son ciertos, pero porque están hechas las fotografías con la Vivitar Ultra Wide & Slim, cámara que entra prácticamente dentro de la categoría de las cámaras de juguete.
Empecemos como es habitual por los fotógrafos más históricos. Me han parecido muy interesantes las fotografías del suizo Jules Jacot Guillarmord, nacido en los años 60 del siglo XIX (diecinueve, sí), y que fu un pionero del himalayismo en la primera década del siglo XX, llevando consigo una cámara con lentes estereoscópicas, que en cualquier caso nos permiten tener unos fotogramas cuadrados en blanco y negro de las montañas y las nieves del Himalaya muy interesantes, así como documentos gráficos de aquellas expediciones pioneras. Lo vimos en L'Oeil de la Photographie.
En Cultura Fotográfica han dedicado un artículo a un fotógrafo al que hay que recordar periódicamente. Se trata del alemán Karl Blossfeldt. Este escultor y profesor de arte enseñaba a sus alumnos a familiarizarse con las formas a través de las plantas y otros objetos naturales. Primero dibujando, luego pasó a fotografiar estas plantas, con una técnica sencilla pero tremendamente eficaz. Una ventana orientada al norte como iluminación, una cartulina de tonos neutros, blanca, negra o gris, como fondo y su cámara de placas ortocromáticas de 9 x 12 cm enfocando la planta. También trabajo la macrofotografía con objetivos de su invención.
Hace unos días comentaba en mi Cuaderno de ruta la última película dedicada al gorila cinematográfico por excelencia. La protagonista femenina es una fotógrafa, reportera gráfica en los años finales de la guerra del Vietnam. En la película aparece con una Leica M3, un objetivo Leitz Summicron 35/2 con "gafas" y un fotómetro Leicameter. En 1973, ese equipo fotográfico estaba obsoleto entre los fotógrafos de guerra, que solían depender más de las réflex Nikon, aunque alguno siguiese llevando alguna Leica. Pero me llamó la atención lo similar que es dicho equipo al que luce una reportera gráfica de guerra real, Dickey Chapelle, en una fotografía publicada en Camerafilia. Publican en dicho blog algunas otras entradas con fotografías realizadas por esta fotógrafa en Vietnam; como no etiquetan las entradas con el nombre de la fotógrafa, no puedo poner un enlace colectivo a todas ellas. Cierto es que hay varias diferencias entre Chapelle y la fotógrafa de ficción de la película. La ficticia sale con vida de Vietnam, mientras que Chapelle murió en 1965, época en el que el equipo descrito era más probable. La fotógrafa de la película es antibelicista y Chapelle era anticomunista y apoyaba la intervención americana en Indochina. Los militares odian a la fotógrafa de ficción, y los soldados querían a Chapelle que siempre los retrataba favorablemente. Era veterana de los conflictos bélicos ya que en la Segunda Guerra Mundial ya estuvo en Iwo Jima y Okinawa, como corresponsal de National Geographic. Fue la primera fotógrafa de guerra americana en morir en acción bélica.
En más de una ocasión he traído aquí recomendaciones realizadas por el mejicano profesor de fotografía universitario Óscar Colorado. Esta semana, por ejemplo, había seleccionado el artículo con los retratos y las naturalezas muertas realizadas por la fotógrafa norteamericana Marie Cosindas, que trabajaba con película Polaroid de 4 x 5 pulgadas, generalmente con una Linhoff con un respaldo para película instantánea. No el tipo de composiciones que más me gustan, quizá demasiado recargadas y pictorialistas para mi gusto, aunque un dominio de los colores absolutamente magistral. Pero es que además Colorado ha comenzado una nueva serie de vídeos sobre historias de la fotografía en su canal de Youtube que prometen mucho. El primero me ha parecido interesante y divertido. Os lo dejo aquí, y habla del fotógrafo Yousuf Karsh y el premier británico Winston Churchill.
Y seguimos hablando en español, porque en Clavoardiendo nos han hablado de los retratos de Eduardo Momeñe, que ha publicado un librito de la colección Photobolsillo de La Fábrica. Y no está mal conocerlo. Bueno,... es que además hay un retrato de Emma Suárez, y eso ya me predispone. Cómo quiere la cámara a esta mujer. Entonces y ahora.
Un par de recomendaciones relacionadas con la fotografía y el cuerpo. Aunque con temas y estilo muy distintos.
En primer lugar, en L'Oeil de la Photographie nos hablan de la fotografía y el particular estilo del finés Arno Rafael Minkkinen, cuya obra se basa en el autorretrato desnudo, y siempre integrado, camuflado incluso, en el paisaje, o aportando un particular grafismo a sus elegantes imágenes en blanco y negro. Aunque también hay alguna cosa en color.
En DSLR Magazine (o Albedo Media, sigo sin tener claro cómo se llaman ahora), nos hablan del trabajo de Kathy Shorr, que se ha preocupado del problema de las secuelas de las armas de fuego. Esta fotógrafa americana ha ido buscando y contactando con personas que han recibido los disparos de este tipo de armas en una variedad de situaciones, y las ha retratado, en unas ocasiones mostrando las secuelas de las heridas, en otras no, respetando siempre a las personas que deciden posar para ella. Merece la pena entrar en Shot, la web del proyecto.
Son muchas las referencias que existen a casos de niños ferales o salvajes. Son personas que han pasado buena parte de su infancia aislados del contacto humano, abandonados o enclaustrados por diverso motivos por sus propios padres u otros adultos, de forma más o menos mítica, en ocasiones criados por animales. Como nos cuentan en Creative Boom, la fotógrafa Julia Fullerton-Batten, recrea en sus fotografía una serie de casos intentando interpretar y comprender los sentimientos de estos niños. La idea me parece interesante, aunque las fotografías quedan un poco como escenarios de una película más o menos mítica, triste... o de terror.
Siguiendo con los chavales, vamos a un proyecto más esperanzador. En L'Oeil de la Photographie nos hablan del proyecto Entre les tours, en el que en un barrio de una población cercana a Lion han dado a uno grupo de adolescentes durante dos semanas unas sencillas cámaras para película tradicional, unas Holga, y les han permitido expresarse. Unos han reflejado el paisaje, otros han retratado a sus amigos y compañeros,... a cada uno se le ha propuesto trabajar sobre un tema en concreto que surgía de ellos mismos. Los resultados con chicos de esta edad siempre son especialmente sorprendentes y ricos.
Terminaremos con un trabajo que nos presentan en Lens Culture sobre uno de los más fenomenales fiascos ambientales de las últimas décadas. Cuando yo era niño nos hablaban en el colegio del mar de Aral, una superficie de agua en el Asia Central, en territorio de la antigua Unión Soviética, hoy Kazajistán y Uzbekistán, que hoy en día está casi desaparecida como consecuencia de los trasvases de aguas entre los ríos Amu-Daria y Sir-Daria. Lo cual ha llevado a la ruina de las gentes que vivían del lago, pescadores en su mayoría, y que ha dejado una llanura salina y estéril. Se están haciendo esfuerzos de recuperación, mediante la construcción de una presa. El reportaje es del fotógrafo Didier Bizet.
Hace una semanas, repasando los tipos de película disponibles en el mercado, las menos conocidas, fui a dar con la Rollei Digibase CN 200 Pro, de la que encontré también un amplio comentario sobre sus características en DSLR Magazine de la mano de Valentín Sama, un clásico del periodismo fotográfico. Encargué un par de rollos para probarla en mi último suministro de febrero, y me fui a Alagón a probarla haciendo un poco de paisaje de una chopera de plantación próxima de la que ya os he mostrado algunas imágenes en color digital y en blanco y negro.
Como cuenta Sama en su artículo, la principal característica de esta película es la carencia de la típica máscara anaranjada o rojiza que suelen llevar las emulsiones negativas en color, que permite controlar el contraste de las futuras copias fotográficas en color. Pero a cambio tiene varias ventajas. Una es que los negativos son más fáciles de evaluar, al no estar afectados por la máscara anaranjada y verse sobre una base transparente. Otra es que es más sencilla de digitalizar. Eliminar las dominantes de color introducidas por la máscara naranja cuando pasamos el negativo por el escáner suele ser una pesadilla a no ser que el programa de escaneado tenga perfiles adecuados para cada tipo de película que los eliminen. Pero no siempre están actualizados ni funcionan del todo bien. Y también permiten obtener copias en blanco y negro sobre papel multigrado, que es sensible a los colores dominantes.
He leído cosas diversas sobre esta película. Al parecer, la máscara naranja en los negativos en color no es algo que haya existido siempre, sino que se introdujo en algún momento en los años 60, pudiéndose encontrar emulsiones negativas en color sin máscara hasta los años 70 del siglo XX. Pero esto lo he leído como comentarios, no he podido contrastarlo en una fuente sólida técnicamente. De este modo, esta película sería originariamente alguna emulsión de Agfa actualizada, con una mejor representación de los colores, y un grano mejorado. La verdad es que su granularidad parece muy baja. En su artículo, Sama comenta que los primeros lotes de prueba de la película vinieron como 400 ISO, pero al final la sensibilidad nominal quedó en 200 ISO. Supongo que fue el precio a pagar por conseguir un grano fino.
En un artículo de revisión de la película firmado por James Cockroft leí que, dado que la base de poliéster de la película es muy fina, encontraba que era fácil que se viera afectada por pequeñas filtraciones de luz. Y ponía algún ejemplo. Ciertamente, yo me he encontrado con un par de situaciones relacionadas con esta cuestión. Una de ella, en el primero de los rollos que usé es que uno de los negativos al final del mismo presentaba una ligera filtración de luz, de tono rojizo. La podéis apreciar en el tronco del chopo en primer plano en la siguiente fotografía.
A esto hay que añadir que el rollo es un poquito corto, y lo mismo que comentaba recientemente sobre la Cinestill 800T 120, el duodécimo negativo queda cortado usando el respaldo A12 de las Hasselblad. Este es el tipo de cámara con el que la probé, la Hasselblad 503CX calzada con el Carl Zeiss Planar 80/2,8.
El caso es que al cargar el segundo rollo cometí un error que me ocasionó dos cosas. Perdí cinco de los fotogramas del rollo y provoqué un riesgo de filtración de luz. Que normalmente yo hubiera dicho que no iba a afectar a los fotogramas. Pero sí... realmente, es delicada esta película. Lo que pasa es que el efecto causado en esas imágenes me parece muy curioso. Hasta cierto punto pueden verse como un error "afortunado".
Como ha sido mi costumbre hasta ahora, los negativos están revelados y escaneados en Carmencita Film Lab, que han obtenido una imagen que me resulta bastante agradable. No tan saturada como otras películas como la Kodak Ektar 100, pero con colores bastante naturales, aunque los verdes no sean exactamente fiables a la realidad. Pero todas las películas tienen sus características personales. Es más fría que las Kodak Portra, desde luego, pero sin pasarse.
El caso es que al poco de exponer estos rollos y mientras esperaba su revelado me enteré que Rollei había dejado de fabricar este tipo de película. Bueno, Rollei no fabrica nada. Al parecer están elaboradas en las fábricas de Agfa-Gevaert en Bélgica. Curiosamente, leí hace poco que las películas negativas en color que se comercializan con marca Agfa las hace Kodak. Mundo loco el de la fabricación comercial de película fotográfica. En Macodirect, donde compré estos rollos, está presente pero no disponible. En Fotoimpex, tampoco tienen reservas. En España, en Foto-R3, tampoco tienen disponible, y si lo tuvieran costaría casi el doble. Una pena, porque creo que hubiera encargado más rollos. Me gusta el aspecto que tienen.
Por comparación, esa misma tarde, me llevé algunos rollos de Kodak Portra 400, para seguir haciendo fotos si se acababan los de Rollei antes de que la tarde terminase. Y evidentemente parecen menos saturados a pesar de que los expuse a un índice de exposición de 200, lo cual debería aumentar la saturación que ofrecen a su sensibilidad nominal de 400 ISO. Aunque las circunstancias de luz habían cambiado, y las diferencias no son grandes, me gustaron más los resultados con la Rollei que con la Kodak.
Bueno... como dijo aquel, fue bonito mientras duró.
En febrero del año pasado, febrero de 2016, decidí respaldar la campaña de financiación colectiva en Indiegogo de CineStill para traer al mercado una película fotográfica en rollos de formato medio, formato 120, con características similares a las de la CineStill 800Tungsten que ya se puede conseguir desde hace unos años en formato 135, y de la que ya os hablé en su momento.
Con la opción de ayuda a la financiación por la que opté, a cambio de la misma recibiría siete rollos de película en formato 120, un estuche para cinco rollos de película de Japan Camera Hunter, que siempre vienen bien, y varios simpáticos adhesivos con diferentes cámaras clásicas. Si la campaña terminó en marzo de 2016, estaba previsto que los lotes llegasen en julio de ese mismo año. Pero ha habido inconvenientes e imprevistos en el proceso de fabricación, ahora hablaremos dos palabras de él, y hasta febrero de 2017 no me llegó el mío a casa.
Al igual que hice con el carrete de 35 mm, aprovechando la jornada de puertas abiertas del Museo Pablo Gargallo en la fiesta local de Zaragoza de la Cincomarzada, cogí algunos rollos de la nueva película, usé dos de ellos, y me fui allí para probarla.
Este museo es ideal para probar este tipo de película. Además de ser tranquilo, y más si vas pronto un domingo por la mañana, la iluminación del mismo es mixta de luz artificial de tungsteno o similar en temperatura de color y la luz del día que se cuela por el patio del palacio renacentista en el que se encuentra isntalado el museo. Os recuerdo que esta película está calibrada para luz de tungsteno, dando unos matices muy fríos usada a la luz natural del día, que es una mezcla de la luz blanca del sol y la azulada procedente de la bóveda celeste cuando no hay nubes cubriéndola.
Por lo demás, los "modelos", las esculturas de Pablo Gargallo, tienen una paciencia infinita a la hora de posar, no se mueven, y con una técnica mínimamente cuidadosa dan lugar a composiciones fotográficas agradables.
Como ya os conté en su momento, la Cinestill 800T de 35 mm procede de las bovinas de película cinematográfica, en concreto de la Kodak Vision3 500T, a las que la gente de Cinestill elimina la capa antihalo que lleva este tipo de película con el fin de hacerla con el proceso C-41, habitual para el negativo color fotográfico. Si no se elimina esta capa, el material de la misma contamina las químicas y los resultados son malos.
Por lo que nos cuentan, los primeros ensayos de Cinestill procedían de bovinas de película similar pero de 65 mm de ancho. Esta tiene algunas diferencias con la película del formato 120. En primer lugar, es 5 mm más ancha, 65 mm frente a los 60 mm del formato 120, y en segundo lugar, lleva sendas hileras de peforaciones para el avance de la película en sus dos bordes, mientras que la película de formato 120 carece de ellas. Por lo tanto, al contrario que los carretes de 35 mm, los rollos de 120 son un encargo especial en el formato adecuado para las cámaras de formato medio. Supongo que sin la capa antihalo, para luego no tener que eliminarla.
Las condiciones de utilización en el museo son razonablemente cómodas, pero sin muchos márgenes para la alegría. Utilizando la Hasselblad 503CX con el Carl Zeiss Planar 80/2,8 CF T*, la exposición requerida para la mayor parte de las tomas realizadas en las galerías en torno al patio central del palacio renacentista, para un índice de exposición de 800, igual a la sensibilidad nominal de 800 ISO anunciada por el fabricante, es de f/4 y 1/60 segundos. En las salas adyacentes o en los rincones más oscuros de estas galerías, donde sólo domina la luz artificial y no apoya la luz natural que entra por el patio, hay que usar f/2,8 y 1/60 segundos. Es arriesgado utilizar velocidades de obturación más bajas, por riesgo de trepidación, y cuando se usa un diafragma de f/2,8 el enfoque tiene que ser muy cuidadoso, porque no andamos sobrados de profundidad de campo. Especialmente con las esculturas más chiquitas en las que hay que acercarse más.
Había otro miedo. Algunos comentarios en los grupos de usuarios de la película hablaban de una sensibilidad más cercana a los 500 ISO que a los 800 ISO anunciados.
Lo cierto es que no me parece que la película vaya corta de sensibilidad, y parece que ofrecen los 800 ISO que promete. El revelado, como la mayor parte de los que he realizado en los últimos tiempos, lo encomendé a Carmencita Film Lab, que me han hecho un excelente trabajo. Aun manteniendo un cierto tono cálido en las fotografías digitalizadas que no les sienta nada mal. Teóricamente, al ser una película calibrada para tungsteno, los matices tendrían que ser más fríos. O bien, la temperatura de color de las fuentes de luz artificial del museo son excesivamente rojizas y no las absorbe del todo. Dado que las fotografías en las que se mezclan la luz artificial con la natural no presentan tonos fríos, creo que han optado por mantener unos tonos cálidos contra los que no voy a protestar porque me agradan mucho. Ya lo hicieron así con el carrete de 35 mm del mismo tipo de película.
En algún lugar, la gente de CineStill publicita la posibilidad de exponer con índices de exposición entre 200 (+ 2 pasos de sobrexposición) y 1600 (- 1 paso de subexposición), sin modificar los tiempos de revelado previstos en el proceso estándar. Hay un par de tomas, en la sala dón encontramos el busto de Kiki de Montparnasse, donde hay una clara subexposición de 1 paso. La calidad de la imagen se resiente un poco, pero es utilizable. El grano, muy contenido en las copias finales dado el gran tamaño del negativo de 55 x 55,5 mm, se hace más aparente en estas fotografías subexpuestas.
La película viene empaquetada en su envoltura opaca a la luz, muy bien protegida, aunque absolutamente escueta en indicaciones. Totalmente blanca. Si no anotas con un rotulador el tipo de película que es, más vale que no tengas ninguna otra empaquetada de modo similar, porque no sabrás a qué película corresponde. El papel protector del rollo de película es sólido y perfectamente opaco, sin ningún problema.
Pero sí que me he encontrado con una desagradable sorpresa. Evidentemente, el rollo de película es más corto que los habituales de Kodak o Ilford, y de los doce negativos previstos en el respaldo A12 de la Hasselblad, el duodécimo aparece cortado. En los dos rollos que he usado. En eso, la gente de CineStill se ha mostrado un poco tacaña. Lo puse en conocimiento de ellos a través del grupo de Facebook montado para publicar pruebas y comentar los resultados, y recibí unos comentarios interesándose por el tema de los hermanos Wright. Los creadores de CineStill no los inventores del avión, que hace tiempo que andan criando malvas. Pushing daisies según los angloparlantes.
Esta roñosería en la longitud del carrete es tanto más llamativa en la medida en que la versión comercial de la película, que ya se ha anunciado y se puede encargar, no parece que vaya a ser especialmente barata. Es el problema de los productos de bajo consumo, que los lotes limitados son más caros que la fabricación masiva continuada. Se anuncia un precio de unos 12 dólares en Estados Unidos, más los gastos de envío. Pero en Europa, en algún comercio en internet se propone a más de 14 euros. Creo que me voy a proponer repetir la experiencia con Kodak Portra 400, con un filtro de corrección del color para luz de tungsteno, y forzando la película a 1600 ISO para comparar los resultados. Por precio igual merece la pena. Otra opción es tirar de Portra 800, pero tampoco es una película barata, también sale por 10 u 11 euros. Y está calibrada para luz de día, por lo que al filtrar en azul para luz de tungsteno pierde luz y sensibilidad.
Otra posibilidad es no utilizar filtros, y corregir la dominante de color en el procesado digital de la película. Cosa que no sé si me gusta mucho la idea, salvo correcciones moderadas.
La película me gusta. Me siento cómodo con ella. Los tonos obtenidos me agradan y para tener los 800 ISO prometidos, el grano no es ni intrusivo ni desagradable. Me quedan rollos todavía para probarla en otras circunstancias. Tengo uno expuesto ya, pendiente de mandarlo a revelar, en tomas callejeras al atardecer por Zaragoza, donde se mezclan las fuentes de luz, natural y artificial. Quiero hacer alguno más en estas condiciones. Y bodegones en casa iluminados con luz artificial, quizá sobrexponiendo un paso para conseguir un grano más fino.
Tampoco me importaría hacer algún rollo en luz de día, con y sin filtro corrector. Para comprobar diversos rendimientos. Hay quien ha expuesto la película con luz de día, sin filtro corrector a unos índices de exposición de 400-500 y ha obtenido buenos resultados corrigiendo el color en el procesado. Pero para estos viajes no hacen falta estas alforjas. Con una Kodak Portra 400 consigues lo mismo a mejor precio y con una excelente calida. En fin... ya os iré contando. De momento, espero que disfrutéis de las fotografías que os dejo hoy en esta entrada.