Nos guste o no, para alegría de los partidarios de la marca o para cabreo de los de otras marcas o sistemas, la marca y sistema dominantes en la fotografía actual es Canon EOS. Descuento la fotografía con los teléfonos móviles, porque en la práctica, y aunque el destino de las fotos sea muy distinto a los de antaño, salvo unos cuantos, las cámaras incorporadas en estos son las cámaras de quienes no son aficionados a la fotografía. Son los que quieren una foto de recuerdo o un "estoy aquí" para sus redes sociales, y la fotografía como tal les importa un rábano. Sí, ya sé que hay quien se los toman en serio, y me parece legítimo, pero la realidad es como es.
En la actualidad, por este mismo fenómeno de la cámara del teléfono móvil, la cámara compacta y sencilla, la "cámara para tontos" que llamaban algunos, ocupa un segmento residual entre los fabricantes de cámara. Que conste que yo nunca he creído que hubiese cámaras para tontos, aunque he conocido algún que otro "tonto con cámara", independientemente del modelo que llevase. Incluso cámaras profesionales de alta gama. Una cámara automática y sencilla puede ser un instrumento capaz si se maneja adecuadamente. Cuanto menos "tonto" seas, mejores fotos tendrás. No importa el instrumento.
Pues a eso. Entre la gente que se toma o que se quiere tomar la fotografía mínimamente en serio, como aficionado o profesional, las cámaras más vendidas son las réflex digitales de Canon. Pero el sistema de cámaras EOS (Electro Optical System) con su montura para objetivos asociada EF (Electro-focus) tiene ya 30 años, y en aquel momento reinaba la película tradicional basada en las emulsiones de haluros de plata con o sin colorantes acoplados. Es decir, en color o en blanco y negro. Y la primera de todas las Canon EOS fue esta.
Se trata de la Canon EOS 650 que fue lanzada al mercado en marzo de 1987. Fue seguida poco tiempo después por la Canon EOS 620, modelo muy similar, con un obturador más competente y rápido, y con algunas funciones añadidas que alegrarían la vida de sus usuarios. Pero la EOS 650 era, y es como veremos, una cámara muy capaz. Si visitamos el Canon Camera Museum, en su apartado dedicado a la EOS 650, se nos informa que salió al mercado con un precio de 118.000 yenes con el EF 35-70/3,5-4,5, o de 88.000 yenes el cuerpo sólo. No sé cuál sería el cambio en aquel momento de la peseta con respecto al yen. Supongamos como aproximación que estuvieran 1:1, aunque probablemente los precios en España en aquel momento eran más caros en el país nipón. Si ajustamos 120.000 pesetas de entonces por la inflación de estos últimos 30 años (hay una calculadora en el INE que permite hacer ese cálculo), estaríamos hablando de una cámara de 300.000 pesetas o unos 1800 euros (voy redondeando constantemente las cifras para facilitar la lectura). No era nada barata; pensad lo que se puede comprar hoy en día por ese precio.
Por cierto, el modelo que tengo en mi poder me ha costado 20 euros más gastos de transporte, y está absolutamente impecable. Sólo le falta el protector de goma del ocular. Pero tan apenas parece usada. Ni una raya. Y se me olvidaba, es un modelo EOS 650 QD, con respaldo fechador. O sea que todavía sería más cara en su momento.
En algunos sitios se puede leer que fue la primera cámara de enfoque automático de Canon. Pero no es cierto. Dos años antes, en abril de 1985, sacó al mercado la Canon T80 con montura FD, pero que admitía tres objetivos especiales, serie AC 50/1,8, 35-75/3,5-4,5 y 75-200/4,5, que enfocaban automáticamente. Pero fue más un ensayo que otra cosa. Su precio estaba al nivel de la EOS 650, e incluso más cara con un objetivo. En cuanto al diseño de la cámara, tampoco era original, pues se basaba fuertemente en el de la Canon T90, cámara de gama profesional que salió al mercado un año antes, en febrero de 1986, y que tenía las formas y la disposición de mandos precursora de las EOS. Aunque estaba más sólidamente construida y tenía mejores prestaciones. Una excelente cámara, pero que quedaría obsoleta pronto por su montura FD. Pero capaz de hacer fotos como ninguna.
Así que en realidad, la gran novedad del sistema fue la montura EF. Mayor diámetro, permitiendo diseñar objetivos más luminosos con facilidad, y carente de sistemas mecánicos para comunicar el cuerpo y el objetivo. Toda la comunicación se realizaba mediante contactos eléctricos. Se dice que Canon estaba previendo ya la era digital. En ese mismo mes de marzo de 1987, salieron al mercado cuatro objetivos EF; el EF 35-70/3,5-4,5 que se proponía como objetivo de kit, un zoom más potente, EF 35-105/3,5-4,5, un telezoom complementario a los anteriores, EF 100-300/5,6 y el que aparece en la fotografía con mi cámara, el EF 50/1,8. Este objetivo, el famoso "nifty fifty", era un diseño nuevo, basado en el esquema tipo Planar de Carl Zeiss, con 6 lentes en 5 grupos, frente a las 6 lentes en 4 grupos de objetivos similares de montura FD. Fabricado en policarbonato de buena calidad, incluía una escala de distancias de enfoque, un modesta escala de profundidades de campo con indicación de corrección de enfoque para película infrarroja y montura metálica. Tres años más tarde fue sustituida por la versión II, de policarbonato de aspectos menos noble, sin las escalas de distancias ni profundidades de campo, con montura de plástico. Esta estuvo a la venta hasta el año 2015, nada menos y fue muy valorada por su calidad óptica combinada con un precio asequible. La fórmula óptica es exactamente igual que la versión de 1987. Mucho más recomendable si se encuentra. Por ser más sólida y útil.
Veamos algunas cuestiones de la ergonomía de la EOS 650 que servirán para hablar de la evolución del sistema.
Vemos a la mi recientemente adquirida EOS 650 con el EF 50/1,8 sobre la EOS 100 que adquirí nueva en marzo de 1993, calzada con una Sigma 28/1,8. La cámara, que venía con un EF 28-80/3,-5,6 USM que no conservo por que lo cambié por un EF 28-135/3,5-5,6 IS USM estabilizado, me costó 105.000 pesetas. Ajustando por la inflación, hoy serían 190.000 pesetas o, mejor dicho 1140 euros. El precio en esos seis años no varió, pero en realidad era más barata en dinero constante, y las prestaciones eran superiores. Aunque el aspecto del policarbonato fuera "peor". Lo cierto es que mi Canon EOS 100 me ha acompañado en muchas aventuras sin queja sobre su rendimiento y fortaleza. Pero lo que más destacaría es que la disposición de los mandos es algo distinta. En la EOS 100, que había aparecido en agosto de 1991, ya aparece la rueda de modos de exposición en la parte izquierda de la cámara (en la derecha de la foto), y aunque no se ve, en la parte trasera tiene la segunda rueda de selección propia de modelos avanzados. Esta disposición se mantiene hoy en día, aunque las cámaras digitales tienen muchos más botoncitos para un monto de cosas que si tiras en RAW son más o menos superfluas. Y aquí viene una reflexión.
Canon, en 1987, fue una empresa rompedora, que aun a riesgo de cabrear a muchos dejó obsoleto tecnológicamente de la noche a la mañana todo lo que había fabricado hasta entonces, que innovó mucho, y que tuvo un objetivo muy claro, ser líder en fotografía profesional y de consumo. Acabar con el dominio que Nikon venía ejerciendo desde que en los años 60 alumbró las Nikon F. Y lo consiguió. Antes del año 1997 que se habían propuesto como meta. Tras la salida al mercado de la primera EOS-1 y con las prestigiosas ópticas de la serie L, con lentes de fluorita, a principios de los años 90 ya dominaba en las pistas de deporte y en el mundo del reportaje. Y avanzaba a pasos agigantados entre los aficionados con gamas extremadamente coherentes y consistentes. Sin embargo, hoy en día, es la marca conservadora por excelencia. Desde hace prácticamente una década va sacando cámaras que son todas iguales por segmentos, con algunas innovaciones incrementales, manteniendo su posición de dominio del mercado. Un mercado a la baja en muchos segmentos. La marca que hace 30 años era excitante y estaba en la mirada de todos, se ha vuelto aburrida de narices.
Ahora veamos algunas fotos realizadas estos días con la Canon EOS 650.
Si vas a probar una cámara, no puede ser que se lo pongas fácil. Eso no tendría gracia, ni conocerías sus límites. Así que salí una mañana de jueves con nubes y algún claro, y le calcé el EF 200/2,8 que utilicé con o sin el duplicador de focal. Convirtiéndolo a ratos por lo tanto en un 400/5,6. La película usada es un carrete de Kodak Portra 400. Advierto que la digitalización de los negativos realizada en el comercio resulta en imágenes un poco sosas, con poco contraste y saturación. Supongo que porque tienen perfilada la Portra 400, que da este rendimiento. Pero los objetos que fotografié necesitan más viveza, por lo que los he trabajado un poquito en el Adobe Photoshop Lightroom, aun a costa de hacer algo más manifiesto el grano. He de decir que los negativos están menos densos de lo que esperaba. ¿Subexpone la cámara? Habrá que probar más.
Otra cuestión es el sistema de enfoque. Tenemos que tener en cuenta que es la primera Canon EOS en 1987, cuando sólo Minolta se había adelantado a Canon en ofrecer un sistema consistente de cámaras y objetivos de enfoque automático, aunque varias marcas habían hecho sus pinitos, como lo había hecho Canon con la T80. La sensibilidad del sistema de enfoque automático es menor que lo que estamos acostumbrados, y cuando hay poca luz, el sistema duda. Como la cámara es compatible con todos los objetivos EF desde 1987 hasta hoy, no con los EF-S, los objetivos con motores tipos USM o STM enfocan más rápido que cuando pongo el EF 50/1,8 con un motor de enfoque más primitivo. Pero cuando enfoca, que suele ser las más de las veces, el enfoque es preciso. Hay que decir otra cosa. El visor óptico es un lujo. Aunque no abarca el 100 % de la imagen, es muy luminoso. En mi opinión, más que el de la Canon EOS 5D Mark II que tengo también. De hecho, con el EF 50/1,4 USM o con el EF 85/1,8 es más fácil enfocar manualmente que con la mucho más moderna cámara digital.
La ergonomía es buena. Mejor de lo que yo pensaba al ver que la disposición de mandos no es la que yo estoy acostumbrado, aunque hecho mucho de menos la rueda trasera, que he disfrutado desde 1983 con la Canon EOS 100, y con cualquier otra EOS para aficionados avanzados o profesionales. Pero bueno, te haces en seguida, y es productiva. Otra cosa que hecho en falta es que en el visor te ofrece la información de velocidad de obturación y diafragma, y un símbolo que indica que has introducido una compensación de la exposición. Pero no la cantidad de la misma. Que tienes que consultar en la pantalla LCD externa.
La gama de velocidades del obturador es un poco corta para los tiempos que corren. Con una velocidad máxima de 1/2000 s y una velocidad de sincronización de flash de 1/125 s, estaba bien para la época, pero se queda corta hoy en día para una cámara del segmento en que se situaba. También es cierto que en aquellos momentos era mucho más raro subir de 400 ISO de sensibilidad, y que las velocidades rápidas de obturación no se usaban con tanta frecuencia. Tampoco estaba de moda el fotografiar constantemente a plena apertura, lo que hacía también innecesario esas velocidades más rápidas. La Canon EOS 100 llegaba ya a 1/4000 s, aunque la sincronización de flash se mantenía en 1/125 s. Velocidades de sincronización más altas Canon las ha reservado tradicionalmente para las cámaras profesionales o semiprofesionales.
También he probado la cámara con un carrete en blanco y negro de Kodak Tri-X 400. Por ejemplo, en una sesión que organizamos en la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ) sobre fotografía analógica. Me despisté y no comprobé la velocidad de obturación que estaba usando con el EF 40/2,8 STM, un objetivo ligero y manejable que es un disfrute de usar con esta cámara. Por lo tanto, puede quedar una ligera trepidación residual en alguna de las fotos.
También mis orquídeas domésticas han sido objeto de atención por parte de la EOS 650, con distintas configuraciones de teleobjetivos más tubos de extensión para mejorar la distancia mínima de enfoque. La cámara ha funcionado sin problema alguno al incluirle estos accesorio. La montura EF es similar a la de cualquier otra cámara EOS posterior y funciona exactamente igual.
Y una de las virtudes más notables de la cámara me la encontré al día siguiente, en el que quedé con unos colegas y amigos aficionados a la fotografía para hablar de teleobjetivos Canon EF y trastear con ellos. Así, en algunos retratos, posados o robados, comprobé que incluso bajando la velocidad de obturación por debajo de lo recomendable, pude tomar alguna fotografía razonablemente nítida. El accionamiento del espejo en el momento de la obturación es claramente más suave que en modelos posteriores, está más amortiguado e introduce menos vibraciones, por lo que he podido observar. Eso está muy bien.
Las conclusiones que podemos sacar es que es una cámara perfectamente usable y eficaz para hacer fotografías con película tradicional. Sin ningún problema. Cualquier persona que disponga ya un sistema Canon EOS digital, especialmente con objetivos EF, no EF-S, incompatibles con esta cámara, puede decidir probar la fotografía argéntica comprando de segunda mano una de estas cámara por precios baratísimos. Quizá no sea fácil encontrarlas por 20 euros como yo, pero por poco más. Y si en lugar de la EOS 650, que es la que preferí yo por razón de su significado histórico, se hacen con una EOS 620, dispondrá de prestaciones todavía mejores. Un obturador algo más rápido, múltiples exposiciones, exposición en programa P desplazable, pantalla LCD iluminada,...
En fin... La usaré de vez en cuando. Creo que especialmente con el EF 85/1,8... Va muy bien con este objetivo. También con el "pancak" de 40 mm. Ya os contaré. Me faltan cosas por probar. Ponerle un flash... o utilizar el respaldo fechador... por ejemplo.
Antes de despedirme, os dejo con un vídeo que repasa visualmente la historia de las Canon EOS, que no empieza por la cámara adecuada, y una foto más, con fuerte sabor "canonista".
Si en la primera parte os mostraba las fotografías en color que realicé en el Parque Municipal de Muel y os contaba mi experiencia al usar una cámara de un solo uso para realizarlas, en esta segunda parte empezaré a hablar de las fotografías en blanco y negro. Como ya había visitado con anterioridad el lugar, planifiqué el uso de carretes en blanco y negro de acuerdo al previsible orden en que íbamos a hacer la visita al lugar; dejar los coches cerca de la ermita de Nuestra Señora de la Fuente, visitar la ermita con sus pinturas de Goya y luego pasear por el parque.
La ermita está muy aseada, muy cuidada, y sus principal atracción son las pinturas que se encargaron a un joven Francisco de Goya para decorar las pechinas la cúpula que cubre el crucero. Vamos que si la ermita tiene hasta un crucero, os hacéis a la idea de que no es un ermita pequeñita de las que hay perdidas por el monte. Como pudisteis ver en las fotografías en color, se encuentra sobre una presa de origen romano.
De todos modos, lo que más curioso me parece siempre es el cartel indicando el nivel donde llegó una avenida del río Huerva en 1765, que pasa por el pueblo, y que implica una cantidad de agua de carácter notable. Difícil de imaginar para quienes conocemos el aspecto tradicional de este río.
Desde el punto de vista fotográfico, la característica más notable es que la luz es más bien escasa. Sin utilizar el flash y en un encuentro de fotografía argéntica, este implica dos posibilidades. O lo prevés con mucho tiempo y buscas y encargas película de muy alta sensibilidad, que no vas a encontrar en estos momentos en Zaragoza con facilidad, o te dedicas a forzar alguna película más fácil de encontrar y popular.
Esta es la opción por la que opté yo. Aunque normalmente en la gama de los 400 ISO mis películas habituales son la Kodak Tri-X o la Ilford XP2 Super, últimamente estoy probando y cambiando costumbres. Y la película que tenía disponible y con ganas de probar forzando un par de pasos era la Ilford HP5 Plus.
Me llevé como cámara para blanco y negro la Plaubel Makina 67, cámara de formato medio que adquirí en Hong Kong, aparentemente en un estado excelente. Pero pronto empecé a observar una vez que la empecé a utilizar, que se producían filtraciones de luz a través del sistema de fuelle del objetivo retráctil, que es bastante luminoso para ser formato medio, un Nikkor 80 mm f/2,8.
Envié la cámara ha reparar hace unas semanas y me llegó lista para usar pocos días antes de la excursión a Muel. Así que era la ocasión para reinaugurla. Y en primer lugar, por lo tanto le puse un carrete de HP5 Plus, con la intención de exponerlo a un índice de exposición (IE) de 1600 en lugar del 400 nominal de la película. Pero cuando empecé a medir la luz con el fotómetro de medición parcial de la cámara, me di cuenta que con un IE de 1600 iba a ir muy justo. Tendría que usar velocidades de entorno a 1/30 segundo. Puede que quedasen bien, pero con un objetivo de este tipo había un cierto riesgo de quedase trepidadas. Así que al final usé un IE de 3200.
Por lo tanto, he tenido que forzar la película en el revelado nada menos que tres pasos. Según el Massive Dev Chart, con el revelador HC-110 de Kodak a una dilución A de 1:16 (o 1+15, como también podéis ver escrita), esto supone 9,5 minutos a 20 ºC. Agitación, la que uso habitualmente; continua durante los 30 segundos iniciales y luego cinco inversiones cada minuto. Curiosamente, al revelar otro carrete que no tiene que ver con este proyecto posteriormente, me he dado cuenta de que la columna de mercurio del termómetro esta ligeramente fragmentada, por lo que la temperatura real del agua debía de estar entre 21 ºC y 22 ºC. No sé cuantos días lleva así, porque los fragmentos del mercurio están discretamente agazapados en un extremo del termómetro. Tengo que agenciarme otro. El de reserva también tiene la columna de mercurio fragmentada, y peor. El caso es que puedo llevar días o semanas revelando a más temperatura de la debida. En cualquier caso, ese extra energético no me venía mal en esta ocasión.
El resultado lo podéis ver aquí. En general, he obtenido una gama tonal bastante agradable. Y como utilizaba la medición parcial de la cámara apuntando a zonas oscuras, tan apenas hay zonas con negros bloqueados, y no molestan. Creo que mi técnica global ha sido bastante buena. Me ha sorprendido lo discreto del grano. Pero eso puede deberse también al efecto de la limitada ampliación al escanear un negativo de 66 x 53 mm. Con un negativo de 36 x 24 mm el grano sería mucho más conspicuo.
Por supuesto, los colores de las pinturas de Goya no han quedado correctamente restituidos. Cosas del blanco y negro. Pero la experiencia está bien. Me he basado para realizarla en la de Matt Day como la cuenta en un vídeo de su canal de Youtube, que os dejo aquí puesto. En inglés, "sorry".
Y con esto me despido hasta la tercera parte de mi crónica fotográfica del encuentro.
Tarde agridulce desde el punto de vista fotográfico la que llevo, en la que se me hace ya un poco tarde para redactar mis recomendaciones semanales fotográficas. La mañana ha sido agradable, he disfrutado de la compañía de mi sobrino Diego, de ocho años, con quien me he ido al cine. Pero lo que me ha hecho ilusión es que me ha pedido llevar una cámara de fotos. Y le he dejado la Panasonic Lumix GF-1 con el objetivo G 14/2,5 ASPH. Yo me he llevado también una cámara, la Plaubel Makina 67 con un carrete de Kodak Portra 400. No he tenido oportunidad de ver todavía ninguna foto.
Pero por la tarde, como tengo varios carretes de blanco y negro pendientes de revelar, me he puesto con uno de ellos. Un Kodak Double-X que empecé en Dinamarca y terminé en la excursión a Muel con la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ). El caso es que al empezar el proceso de revelado, he notado que había fugas de líquido del tambor, no estaba correctamente cerrado, y al intentar solucionar el problema ha debido entrar luz y se me ha velado bastante. No había cosas muy importantes, pero me joroba.
La buena noticia ha sido que hace un rato me ha llegado aviso de Revelatum Revelado Analógico (el buen amigo Alex Delgado), de que se había puesto a la faena con unos carretes que le había dejado a revelar. Y me ha mandado ya los archivos de un carrete Ilford XP2 Super que hice con la Olympus μ(mju:)-1, que recuperé hace unos meses. Si ya la había probado con algún carrete en color, faltaba el blanco y negro. Y las fotografías que acompañan estar recomendaciones son de esta cámara. Para que hubiesen quedado perfectas, lo único que hubiera pedido es que la cámara pudiese ajustar manualmente el índice de exposición y haberlo hecho a 200 o 250 en lugar de a los 400 ISO nominales de la película. El trabajo de Alex, excelente.
En cuanto a las recomendaciones, empezaremos por la entrevista que le hace Ken Weingart a un fotógrafo tan particular y distintivo como es Roger Ballen, un fotógrafo que es toda una tendencia o un género en sí mismo. Difícil decidir si a Ballen lo tenemos que incluir dentro del surrealismo, una determinada forma de hacer fotografía documental, o si lo que busca es una representación de lo oscuro, lo marginal, o incluso la fealdad. En cualquier caso es un fotógrafo al que hay que conocer, y que cuando realiza retratos no deja de recordarnos a Diane Arbus.
Hace unos días, Ted Forbes nos contaba en uno de los vídeos de su canal de Youtube, The Art of Photography, cómo le había llegado un libro por correo del fotógrafo holandes Bastiaan Woudt, titulado Karawan, y que le había entusiasmado. Curiosamente, muy pocos días después, en L'Oeil de la Photographie volvió a salir una referencia a este libro, y realmente esta obra, mezcla de retratos, paisajes y fotografía documental, tiene fotografías notables, que me hacen plantearme conseguir un ejemplar del libro. Por cierto, os dejo con el vídeo de Ted Forbes.
Otro trabajo documental interesante por sus valores conceptuales estéticos nos llega de la mano del Lomography Magazine. Se trata de la serie de Danila Tkachenko dedicada a las áreas restringidas, ciudades secretas de la antigua Unión Soviética, hoy en día abandonadas, y muchas veces situadas en lugares remotos del Ártico o Siberia. En un ambiente postapocalíptico, y en pleno invierno, los restos de esos lugares adquieren sin embargo unos valores estéticos y simbólicos peculiares.
Fotografía también de corte conceptual la que nos presentan en Feature Shoot, cuando nos hablan del trabajo de la holandesa Scarlett Hooft Graafland. Esta fotógrafa ha ido buscando paisajes de distintos puntos de la tierra donde existen todavía grandes espacios abiertos naturales, y en los que al mismo tiempo se pueden encontrar problemas sociales importantes. Graafland los representa mediante paisajes abiertos donde pequeñas presencias humanas, a veces surrealistas o humorísticas, ponen de manifiesto para quien lo sepa entender el problema humano que pone encima de la mesa. Y las fotografías son bellas.
Como ya hemos dicho, la representación de la adolescencia, tiempo de cambio e inseguridad por excelencia en el ser humano, es un tema muy querido por los fotógrafos. Pero sigue habiendo quienes lo afrontan de forma novedosa. Nos cuentan en Lens Culture, que el británico Craig Easton está liderando un proyecto con otros quince fotógrafos (en total dieciséis, que es el número mágico del mismo), sobre un grupo de adolescentes de dieciséis años que por primera vez tuvieron la ocasión de votar en el Reino Unido, en concreto a propósito del referendo de secesión escocés. Junto con los retratos, se fotografiaron los textos que los adolescentes habían escrito, sobre lo que quisieron conveniente. Otros grabaron mensajes o canciones.
A veces, para hacer fotografías de grandes espacios no hace falta encontrarse en ellos. Ni siquiera en los arquitectónicos. En LensCulture nos hablan del trabajo del fotógrafo Stephen Lenthall y del artista del papel Owen Gildesleeve que crean con este material espacios arquitectónicos de aspecto muy simple, pero estéticamente destacados y que iluminados con mucho cariño, en un exquisito blanco y negro son fotografiados dando la impresión de fotografías de arquitectura de hace unas décadas, de los años 40 principalmente. Me han parecido geniales.
Recientemente he estado ocupado como habréis visto quienes me seguís con la fotografía de motivos florales. Por ello, me llamó la atención el trabajo de la fotógrafa Marsha Owett, en el que se confunden las imágenes de detalles florales con los detalles corporales, otorgando a la serie en su conjunto una notable sensualidad. Lo pudimos ver en L'Oeil de la Photographie.
Terminaré con otra forma de acercarse y trabajar con la fotografía distinta de la de ser fotógrafo. Lo hemos podido leer en Clavoardiendo Magazine. La pareja formada por Amelia García y Alberto Torres, junto con su perro Luki, pasean por El Rastro buscando fotografías de parejas, fotografías antiguas, en blanco y negro, con tonos sepia, y a partir de las cuales podemos imaginar o inventar las historias que relacionan a esas parejas. Algunas de ellas de amor, sin duda. Lo podemos ver en el blog Del Amor ni Rastro, que también tiene cuenta en Instagram. Y no os perdáis la creativa forma de crear su Instagram que tiene Amelia. Un verdadero ejercicio de diseño.
Desde hace unas semanas venimos celebrando el III Encuentro Analógico en la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ) (Facebook), con algunas charlas donde se comentan diversos aspectos, posibilidades y conceptos de la fotografía argéntica, con la película tradicional basada en los haluros de plata, con o sin colorantes acoplado. Es decir, en blanco y negro o en color.
Este pasado domingo 23 de abril, día de San Jorge, realizamos una excursión mañanera a Muel, donde anduvimos paseando por la ermita de Nuestra Señora de la Fuente, con pinturas atribuidas a Francisco de Goya, y que se asienta sobre una presa de origen romano, y por el parque municipal donde hay un salto de agua del río Huerva, que si hay suerte lleva bastante agua y es vistoso. Si no,... es menos vistoso.
No. No aparece el salto de agua. Las únicas fotos que le hice fueron en blanco y negro.
El objetivo de esta excursión colectiva es dar la oportunidad a los participantes en el encuentro para exponer sus carretes, especialmente si son en blanco y negro, que luego durante el mes de mayo serán revelados, y algunos de los negativos ampliados. No es obligatorio venir a la excursión. Hubo gente que no pudo venir que los fotografiará por su cuenta y luego acudirá a las actividades de laboratorios. Pero especialmente para los menos conocedores de las técnicas de fotografía con película tradicional, es una buena ocasión para informarse de aquellos con más expriencia.
Para la ocasión me llevé tres cámaras. Dos con película en blanco y negro, la Plaubel Makina 67, de formato medio, y la Olympus Pen EE-3, de medio formato, que no es lo mismo aunque lo parezca. La primera tiene un negativo de tamaño diez veces superior a la segunda. La idea es que a estas alturas ya hubiese tenido revelado los negativos en blanco y negro,... pero un "accidente", o más bien torpeza de mi parte, hizo que me quedase sin fijador, y hasta que no me ha llegado una nueva botella... pues este fin de semana los terminaré de revelar.
La tercera cámara fue una Fujifilm Quicksnap Fashion CF, con película negativa en color de 400 ISO. Traducido al castellano, una cámara de un solo uso Fujifilm, cargada con un carrete de 27 exposiciones de película que con toda probabilidad es Fujicolor Superia X-Tra 400, con flash (CF). Lo de "fashion" supongo que porque el cartón decorativo es mono. Antes de entras en las características de esta cámara, decir que su mejor comportamiento ha sido en retratos.
Como veis, la mejor opción es colocando a las personas en relativo contraluz, evitando que el sol se cuele en el objetivo para evitar pérdidas de contaste, a menos de tres metros de distancia y usando el flash incorporado en la cámara, alimentado por pila de tipo AAA incorporada también, como flash de relleno.
La cámara tiene una sola apertura y una sola velocidad de obturación. En la página de Fujifilm España no vienen las especificaciones. Pero en la de Fujifilm Global, aparece una Quicksnap Superia muy similar, en la que las especificaciones indica una lente de focal 32 mm (esperable), apertura f/10 y velocidad de obturación de 1/140. Lo que pasa es que ese modelo viene con película Superia X-Tra 800. De hecho, una variante de la misma con carcasa estanca al agua la usé en el viaje a Canadá, para visitar las cataratas del Niágara. Bueno, pues salvo la carcasa estanca al agua, que lleva flash y que la película es de 400 ISO en lugar de 800 ISO, supongo que ahí estamos.
La lente es un menisco de plástico muy sencillo. Bastante nítido en el centro, pero bastante flojo en el campo y las esquinas del fotograma. Por ello, es más adecuada para retrato en las condiciones que he mencionado, que para paisajes. pero también hice algunos.
Tradicionalmente se dice que las película de Fujifilm tienden a ser frías (con dominantes azuladas) y las de Kodak cálidas (con dominantes amarillentas). Pues bien... no ha sido ha sido con el producto que me han entregado. Para disponer de ellas cuanto antes, este carrete, en lugar de mandarlo a algún sitio donde los traten con especial cariño, lo he dejado en una tienda de fotografía que tengo muy cerca de casa. Siempre me da miedo. Antaño perteneciente a la cadena "Foticos", me hicieron varios desaguisados. Por lo que les llevaba carretes a revelar muy de ciento a viento. Ahora pertenece a otra gente. Suelen atender al públicos dos personas, dos chicas, que son muy amables, muy majas,... pero el laboratorio donde hacen las "cosas" me sigue dando miedo.
Les pedí que me hicieran el revelado del carrete, un juego de copias de 13 x 18 cm de tamaño, y digitalización a la mayor resolución posible. Que no llega ni a 4 megapíxeles. Y por algún motivo que desconozco no tiene las proporciones del negativo (3:2), sino que son más bien 7:5, más similar al de las copias de 13 x 18. Pero el caso es que ni siquiera las versiones del escáner y de la copia son iguales... Veamos un ejemplo. La primera es la escaneada por el laboratorio. La segunda es la escaneada por mi a partir de la copia en papel.
En la versión en papel el grupo está mas centrado, siendo del mismo tamaño, que en la versión escaneada, en la cual está más a la derecha. Si observáis las columnas y las sombras del fondo, notaréis también las diferencias. Y los observadores notaráis que hay una mancha longitudinal recta que atraviesa la foto. Y que está también en la versión escaneada. Y que aparece en las primeras tres fotos del carrete. Agggg,... ¡chapuceros son!
Pero vamos a lo positivo. La experiencia con esta sencilla cámara es positiva. Es divertida de usar. Con luz abundante, y evitando situaciones de extremo contraste, da unos colores bastante agradables. Funciona mejor en retratos, buscando composiciones que permitan situar a las personas en el centro del fotograma para aprovechar el punto dulce del menisco que ejerce de objetivo. Y mejor con luz en la espalda, pero protegiendo la lente a toda costa del sol, o lateral, y sin miedo a usar el flash, que no alcanzará más allá de los tres metros.
Pero bueno, como celebraban San Jorge los vecinos de Muel en el parque, preparando parrillas y ranchos, y montando puestos de artesanos, incluso hice alguna incursión en el reportaje y en el robado. Hay que atreverse con todo.
A principio de semana comencé esta miniserie de dos artículos dedicada a la fotografía de aproximación de flores con película tradicional en blanco y negro. Algo más difícil de lo que parece. Especialmente, por la capacidad que hay que tener para prever los resultados. Más difícil que en escenas callejeras, retratos o incluso paisajes. Desde mi punto de vista.
La cámara que me llevé con película tradicional fue la Pentax MX, cargada con un carrete de Ilford XP2 Plus, expuesta a índices de exposición de entre 200 y 400, siendo este último su sensibilidad nominal en valores ISO. Os recuerdo que la cámara Pentax MX es una pequeña réflex totalmente mecánica, las pilas sólo alimentan su fotómetro a través del objetivo, que vio la luz a mediados de los años 70 y que es una delicia de usar.
Por supuesto, la utilicé con el Pentax SMC-A 100/4 Macro que también usé con la Pentax digital. Son totalmente compatibles. Aunque esta cámara por su naturaleza no admite modos de exposición automáticos. Tienes que ajustar tu mismo los valores de apertura y velocidad de obturación.
La cuestión es que si estás acostumbrado a trabajar el macro con digital, la experiencia no tiene nada que ver. En digital, te acercas al sujeto, compones y... si tienes un trípode y el sujeto está quieto, puedes hacer una par o tres de fotos para asegurar la cosa y ya está. Si no tienes trípode, harás más, para intentar asegurar que pequeños movimientos hacia adelante y hacia atrás no dejen fuera de foco lo que te interesa. Te mueves con profundidades de campo mínimas.
Pero con la película... o eres muy afortunado, o intentas asegurar la foto en uno o dos fotogramas... porque si no empieza a salir caro. Desde luego, la opción del trípode es la más razonable. Luego está la cuestión de la sensibilidad. Las modernas tecnologías digitales aseguran resultados nítidos con ISOs relativamente altos. Pero si estás obligado a disparar a IE 400, o tirar más alto con más grano perdiendo el precioso detalle de los pequeños objetos de la macrofotografía...
Por lo tanto, el planteamiento estético tiene que ser distinto. Jugar con los desenfoques, resaltar un detalle, jugar con las tonalidades y los contrastes. Si en esta prueba lo he conseguido o no... eso lo tendréis que decir vosotros. No es fácil. Hay que trabajarlo y tirar muchos carretes antes de que los resultados empiecen a salir como uno quiere. Y los filtros. No me llevé filtro. Pero es evidente que hay que jugar con los filtros de colores para modificar los contrastes de las imágenes.
En fin, no me voy a enrollar mucho más. Ved las fotos y vosotros diréis si os gustan. En cualquier caso, las experiencias siempre son interesantes... y bueno, podemos echar un vistazo también a las buenas gentes que me acompañaron y que con interés se aplicaron a la tarea. También en blanco y negro argéntico.