Se suponía que hoy tenía que estar ilustrando estas recomendaciones semanales con alguno de los paisajes que hubiese obtenido ayer sábado en el hayedo de Gamueta en el Pirineo aragonés. Pero tengo una lesión en un pie, una tendinitis en el tendón aquíleo, que me va y viene, y que decidió venir en vísperas del viaje. Y para no amargármelo a mí, o a otros según con fuese, decidí quedarme en Zaragoza. Lo cual me tiene un poco malhumorado.
A falta de esas fotos que ya nunca tendré, ilustraré las recomendaciones de hoy con fotografías realizadas con la Pentax K-S1, sencilla pero compentente cámara digital, que he estado usando con objetivos Pentax SMC-M de los años 70. Un 50/1,7 que ya tengo hace 20 años, por lo menos, y un 28/3,5 que encontré en eBay recientemente muy asequible, que está como nuevo, y que me vendrá bien como gran angular en la Pentax MX. En la K-S1 equivale a un 42 mm por el factor de recorte, que salvo por la escasa luminosidad del objetivo, es muy agradable de usar.
Me enteré por la cuenta de Instagram del MoMA (Museum of Modern Art de Nueva York) que están dedicando últimamente tiempo y espacio a la fotografía del alemán August Sander. Sander marcó una línea de fotografía objetiva en la Alemania del siglo XX que llega incluso hasta nuestros días, con su interés en catalogar exhaustivamente a los alemanes del siglo XX en las primeras décadas del mismo. Con una diferencia, mientras que algunos de sus compatriotas posteriores en el tiempo aburren a una gamba, las fotografías de Sander están llenas de empatía e interés humano. Enorme diferencia. Muy interesantes las fotografías de parejas hombre y mujer, menos vistas que su catálogo de gremios y trabajadores. Por supuesto, alguien que es capaz de sentir empatía por sus semejantes fue mal visto por sus compatriotas nazis.
No soy muy dado a traer a estas páginas muchos fotógrafos de moda. En su mayor parte, por perfectos técnicamente que sean, por guapas o guapos que saquen a sus modelos, me parecen un enorme homenaje a lo banal y de lo vano. Pero en esta semana han aparecido sendos artículos en British Journal of Photografphy y en Another Magazine dedicados a una exposición dedicada a la obra del italiano Paolo Roversi. El delicado uso de la cámara de gran formato por parte de Roversi en sus más sencillos retratos y desnudos me parece absolutamente perfecto. Y consigue dotar de otro carácter y humanidad a las más cotizadas modelos que han pasado bajo la visión de sus objetivos.
Pierre Gonnord, fotógrafo francés muy vinculado a nuestro país, se hizo un nombre hace unos años principalmente por sus retratos muy inspirados en la pintura flamenca del renacimiento. Pero en esta ocasión, Albedo Media nos lo trae a colación por una serie de fotografías de un género muy distinto; el paisaje. Paisajes sencillos, sin los artificios a los que estamos acostumbrados en los últimos tiempos de imtempestuosos tratamientos de la imagen digital, excesivamente saturados, con nitidez ofensiva, y con un maltrato del microcontraste y del contraste natural de la escena. Nada de eso sucede con Gonnord, que nos ofrece rincones belles, sencillos, serenos y muy naturales. Y al mismo tiempo, con un misterio escondido.
Un paisaje muy distinto es el de Fernando Maselli, como nos lo muestran en Clavoardiendo Magazine. El propio título del trabajo, Infinito artificial, nos da un pista. Puesto que los paisajes de Maselli, en blanco y negro, que ya me interesaron hace unas semanas cuando me enteré de la publicación del libro correspondiente, no son reales. El argentino construye sus paisajes a partir de una serie de tomas de paisajes montañosos relaes, para construir grandes murallas de roca, piedras y nieve, repitiendo las montañas una y otra vez, pero sin que haya dos paisajes iguales. Interesante.
Como nos cuentan en Magnum Photos, el fotógrafo Christopher Anderson se mueve constantemente por el mundo, a partir de su base en en Nueva York. Pero su entorno familiar está en Barcelona, y al igual que otros grandes fotógrafos, no ha dudado en volver su cámara a esta su familia, sus hijos, especialmente durante sus vacaciones en Menorca, ofreciéndonos una visión íntima e intimista de su vida privada en entornos totalmente distintos de los que constituyen su cuerpo de trabajo principal.
Las polaroid, la fotografía instantánea en general, se vuelve a poner de moda. Y si bien es utilizada en su mayor parte con un fin lúdico, festivo, familiar, entre amigos, no faltan quienes la utilizan como medio de expresión y de reportaje. Por ejemplo, el proyecto de Matthew James O'BrienNo Dar Papaya, en el que nos traslada a Colombia, pero alejándose completamente del concepto de pornomiseria con el que trafican otros muchos fotógrafos. Frente a deleitarse en la guerra, en la pobreza, en la droga, en la infelicidad de las genetes, O'Brien utiliza sus polaroids para contarnos historias alternativas, serenas, bellas, humanas. Todas tienen cabida en el trabajo de un fotógrafo. Nos lo han contado en Lenscratch.
Esta semana, en una entrada televisiva en mi Cuaderno de ruta hablaba de un mediometraje que ha producido Lena Duham con Elisabeth Moss como protagonista, interpretando a una fotógrafa de viaje en Tokio. En un momento dado, vemos a la fotógrafa en una gran librería hojeando un libro de fotografías, y por unos segundo la pantalla nos va mostrando algunas de las fotografías del libro. Las reconocí, aunque en ese momento no recordé el nombre de la fotógrafa. Se trata de la holandesa Hellen van Meene, que ha cetrado su trabajo en retratar a chicas, niñas y adolescentes, durante toda su carrera. Algo que está relacionado con una cuestión de la película de la que tan apenas se habla pero que condiciona la actitud de sus protagonistas. Aprovecho la ocasión para proponeros un repaso a la obra de esta fotógrafa.
Otra recomendación que me llega a partir de una cuenta en Instagram, en esta ocasión la de Fotografiska. Se trata de la fotógrafa sueca Ida Borg (Instagram), radicada en Estocolmo, que trabaja también el retrato, pero que lo complementa con los detalles del ambiente de la vida cotidiana que rodea a las personas que retrata.
Otro tipo de cámaras que nos proporcionan fundamentalmente espacio para lo lúdico y espontáneo son las cámaras sencillas de plástico, tipo Diana u Holga, pero que eventualmente encuentran su camino hacia la fotografía más expresiva, tanto artística como documental. En este caso, también por cortesía de Lenscratch, podemos conocer el trabajo de Nancy Rexroth, que utiliza una cámara Diana desde hace décadas como fuente de inspiración para reflejar sus paisajes y sus gentes del medio en el que vive y se desarrolla, en las zonas rurales de estados norteamericanos de Ohio o Iowa.
Si el trabajo de la fotógrafa anterior tiene ya unas décadas, en Der Greif nos proponen el trabajo de una fotógrafa joven, de ascendencia francesa y filipina, radicada en Francia, Allyssa Heuze. De momento, su trabajo se ha centrado sobretodo en lo cotidiano. Incluso en los objetos más banales de la vida diaria. Juguetes, casas, interiores, paisajes, retratos y fotografías antiguas, a veces en su medio como los encuentra, otras componiendo peculiares naturalezas muertas.
Ha salido en varios sitios la noticia, pero yo la marqué en Creative Boom y en Photolari. Un fotógrafo español, César Dezfuli, ha ganado el primer premio de la décima edición de un prestigioso concurso de retratos que organiza la National Portrait Gallery londinense. Un museo dedicado en exclusiva al retrato, al lado de Trafalgar Square y de la prestigiosa National Gallery. El premio le ha llegado a Dezfuli por un directo retrato, muy expresivo y sencillo, que no simple, de un inmigrante africano de Mali que fue rescado en el mar a unos kilómetros de la costa de líbano. También es muy interesande el segundo premio de Abbie Trayler-Smith, de una chica que huye de los desmanes del autodenomindado Estado Islámico.
Pero lo que ha causado cierto revuelo ha sido la concesión del tercer premio a la finesa Maija Tammi, por su retrato de una joven asiática... que resulta ser una androide, robot de aspecto humano, fabricado por una conocida multinacional nipona. ¿Vale un retrato de un objeto, por similar que sea a un ser humano de aspecto? ¿Cuántos se percatarán de que no es una persona sino una máquina viendo el retrato sin ningún texto o pie de foto explicativo? A mí el retrato me gusta. Y el rechazo que ha levantado quizá sea un indicado de que la profesión de blade runner en un futuro es más probable de lo que creíamos.
Las polaroids han sido siempre fotografías y cámaras muy cinematográficas, en el sentido de que han formado parte de diversas tramas en el cine. Quizá esa sensación de instantaneidad se asocia con la materialización de las más oscuras pesadillas del ser humano. Lo podemos comprobar en lel siguiente cortometraje de Joey Greene...
Hace años que no usaba la Yashica Mat 124G. La compré en Barcelona, en el mercadillo de la desaparecida librería Kowasa, y fue mi primera cámara de formato medio. Iba de maravilla. Fenomenal. Pero en el Primer Encuentro fotográfico de Aragón, al que me la llevé, sufrió un accidente. Cayó la suelo desde mi bolsa fotográfica y sufrió varios desperfectos. La llevé a arreglar, pero el técnico no fue capaz de dejar en buenas condiciones algo tan tonto como la lupa de enfoque. Sin la cual,... yo no me hallo. Para paisajes con condiciones de luz razonable, soy capaz de fotografiar con ella usando la escala de profundidad de campo y ajustando a la hiperfocal, con aperturas de f/8 o inferiores. Pero en distancias cortas o con aperturas más abiertas, necesito enfocar con precisión.
Así que durante estos casi cuatro años ha estado fundamentalmente cumpliendo funciones ornamentales en una vitrina. Más cuando ese mismo año, pocos días después, me hice en Nueva York con otra cámara de formato medio, la Fujifilm GS645S Wide 60, y al año siguiente con la Hasselblad 503CX.
Pero la Yashica tiene algunas ventajas. Sobre la Fujifilm, el formato cuadrado, más grande y más interesante de usar. Sobre la Hasselblad, el fotómetro incorporado y que es más ligera. Por eso, de vez en cuando he intentado buscar modos de hacerla operativa. Y en un momento dado, recientemente, conseguí que la lupa de enfoque fuese utilizable de nuevo.
En las últimas semanas he expuesto varios rollos con esta cámara. Un par de rollos en color, que he remitido al laboratorio junto con una de diapositivas Ektachrome, de Lomography RedScale. Dentro de unos días veremos que ha salido.
También un rollo de Rollei Superpan 200, que expuse colocando manualmente el filtro infrarrojo delante del objetivo de toma de este réflex binocular. Todavía no lo he revelado. Hoy o mañana.
Y dos rollos de Lomography 100 Earl Grey, que tenía en la nevera desde hace un tiempo. Recordaremos que la Lomography 100 Earl Grey es una película en blanco y negro de sensibilidad media, cuyas características y país de fabricación hacen suponer que es una Fomapan 100 Classic disfrazada. Una película cuyas principales virtudes son la de no tener graves defectos, tampoco grandes virtudes, y ser económica.
El primero de los rollos lo tomé hace un par de sábados, en una tarde nubes y claros, cerca del atardecer, con una luz muy agradable, suave pero no sosa y sin contraste. Las fotos que he mostrado hasta el momento en esta entrada corresponden a ese rollo.
El segundo de los rollos lo realicé este domingo pasado, en un paseo fotográfico por la desembocadura del río Gállego. Luz dura, con cielo sin nubes. "Abusé" de los contraluces con el fin de dar un poco de salero a algunas de las fotos.
La medición de la luz la realicé con fotómetro externo, el pequeño y muy fiable Gossen Digisix, usando la medición de luz incidente. El fotómetro de la cámara no iba bien por tener la pila gastada. Ya la he cambiado, pero me da mediciones poco convincentes. El revelado ha sido con Rodinal (Adox APH09 en realidad), a 1+50, 7' 15" a 21 ºC; 30 segundos de agitación inicial, y cuatro volteos cada minuto.
He de decir que, para mi sorpresa, los negativos han aparecido muy densos. Lo cual me sorprende por la precisión del fotómetro, y por haber seguido al pie de la letra las instrucciones de revelado, ajustando el tiempo de revelado a la temperatura. Un grado más de los 20 ºC que aparecía en las instrucciones.
¿Posibles explicaciones? Que la cámara obtura más lento de lo que anuncia y hay una sobreexposición. O que las instrucciones de Lomography no son adecuadas. Aunque son casi totalmente coincidentes con las propuestas para la Fomapan 100 Classic. Nunca he tenido problemas de revelado inadecuado con la Fomapan.
Pero a lo comentado sobre la elevada densidad de los negativos, he de añadir que en líneas generales el contraste de las imágenes es bajo. No os fijéis mucho en las copias que pongo en esta entrada, porque están tratadas digitalmente para mejorar la cosa. Pero lo cierto es que hay en general un contraste muy bajo, con mayor pérdidas además cuando la fotografía se ha realizado a contraluz. O con presencia de halos indeseados cuando hay zonas muy luminosas adyacentes a zonas de sombras profundas.
Supongo que tendré que revisar de alguna forma el objetivo de la cámara, puesto que da la sensación de que el problema puede estar ahí. ¿Está sucio aunque yo no lo haya percibido? ¿Se han generado hongos aunque no me haya dado cuenta? Nunca he tenido problemas de este tipo. Mi casa no tiene humedades, la temperatura es constante, las estanterías y cajones secos,... Tendré que ver también como salen los negativos realizados con la Rollei Superpan 200 y con las Lomography RedScale.
Por lo demás, hay una cosa que odio de algunas de estos fabricantes de película más económicos. Ahorran en la longitud del rollo de película, y en ocasiones, si te fías de las indicaciones del rollo a la hora de cargar la película en la cámara, acabas encontrándote que el último negativo aparece cortado, en el extremo del rollo de película. No dan longitud suficiente para las doce exposiciones que deberían dar con una cámara de 6x6.
Como ya he comentado varias veces, mis fotografías instantáneas, realizadas en su mayor parte con mis cámaras Polaroid sobre película Impossible Project, aparecen secuencialmente, un día sin otro, en mi página de Instagram, dedicada en exclusiva a este tipo de fotografía. Digo película Impossible Project y no Polaroid Originals, porque hasta el momento no he terminado mis reservas con la marca antigua, aunque ya tengo en la nevera cartuchos con la marca nueva.
Aunque tengo dos cámaras Polaroid, una Image System SE y una Supercolor 635, suelo utilizar más la primera porque tiene más posibilidades de control de la imagen, porque tiene una sistema ópticos superior, y en general, las fotografías tienen más calidad. No obstante, esa cámara utiliza el formato de película Spectra, de la cual no se fabrican series especiales. Por lo que si me apetece usar una de estas, entonces tiro de la Supercolor 635. A la espera de ver los resultados de las nuevas Polaroid Originals, en general prefiero los resultados de la película en blanco y negro, con sus agradables tonos cálidos, a los apagados de las películas en color.
A finales de verano, hicimos una excursión un sábado por la tarde a la sierra de Caldereros y el castillo de Zafra en la provincia de Guadalajara, cerca del límite con Aragón, de la que ya os hablé y os mostré distintas series fotográficas realizadas con otros materiales. Hoy y aquí, toca mostrar la serie de fotografías instantáneas que hice en aquella tarde con la Image System SE y un cartucho con ocho fotografías en blanco y negro.
Todo fue como de costumbre, salvo que algunas fotografías a mitad de cartucho presentaron algunos problemas de veladura. Especialmente una que quedo casi totalmente en blanco. Quizá se debiera a que la protección inicial tras la exposición y la expulsión de la foto fuera del cartucho fuera insuficiente, y la luz ambiental les afectase. No sé. No me había pasado con esta cámara nunca.
En fin, tengo aun pendientes de presentar en su conjunto varias series más que han ido apareciendo, o están apareciendo en Instagram. Poco a poco, conforme vaya teniendo huecos en mis secuencia de publicación, irán apareciendo.
Hasta la próxima entrada sobre fotografía instantánea. En la que pasearemos por las calles del barrio de Valdefierro de la ciudad de Zaragoza.
Lo comenté al poco de volver de mis vacaciones en Corea del Sur. Tenía una serie de enlaces con recomendaciones de fotógrafos coreanos que me parecía interesante repasar. Pero hasta esta semana no he podido hacerlo. Así que las recomendaciones de esta semana saldrán en su mayor medida de ahí. Aunque habrá alguna cosita más. Y eso que tenía muchas otras cosas. Ya veremos como me organizo para la semana que viene. Que si todo va bien dedicaré el sábado a visitar un bello hayedo del Pirineo aragonés. A ver si la luz es buena y traemos buenas fotografías.
Las fotografías que acompañan hoy... Hace unos días cogí por banda mi Yashica Mat 124G y le di un repaso. Como consecuencia de una caída, la lupa de enfoque no se podía utilizar bien, y sin ella, es difícil atinar con el enfoque en algunas tomas, con el sujeto próximo a la cámara o con aperturas grandes. El caso es que he llegado a una situación en la que se puede usar. Y he estado en estos últimos diez días haciendo algunos rollos con ella. Ayer en concreto, estuve en la presa de la Sotonera, en Tormos, provincia de Huesca. Una vez que terminé de hacer las fotografías sobre película tradicional, y con el sol ya prácticamente oculto tras unas nubes en el horizonte, aun hice unas cuantas fotografías con la digital Leica D-Lux,... y aquí os traigo unos ejemplos del aspecto de la ventosa tarde.
Recibí a principio de semana un libro que había encargado. Se trata de Chaotic Harmony: Contemporary Korean Photography el catálogo de una exposición colectiva de fotógrafos de Corea del Sur, que parecía un buen punto de partida para conocer la fotografía contemporánea de ese país. Y el precio del libro era muy asequible. Como dice el artículo de LensCulture donde encontré la referencia del libro, la recopilación de fotografías sabe a poco. Una foto por autor de 40 fotógrafos distintos dice poco. Pero como también dice el artículo, el libro incluye un par de ensayos que son muy didácticos a la hora de contarnos quienes son estos fotógrafos. Y me ha sido útil para orientarme en la selección.
Otro artículo, aunque no el único, en el que me basé para seleccionar los autores que más me han llamado la atención es el publicado en junio de este año en The Culture Trip dedicado a 12 de los fotógrafos coreanos más destacados del momento. He encontrado otras recopilaciones similares, también útiles, pero más antiguas, por lo que es esta la que he querido destacar.
Ji Yeo es una fotógrafa que conozco ya desde hace unos años, porque su trabajo me llamó mucho la atención en su momento. Las cuestiones identitarias, como pueblo y cultura, pesan mucho en la sociedad coreana. La colonización japonesa les afectó mucho, pues fue su traumática forma de salir al mundo, tras siglos de aislamiento en un régimen al que se llamó el reino ermitaño. Pero al mismo tiempo, en medio siglo han pasado de ser un sociedad agrícola y poco desarrollada, a ser el país con mayor porcentaje de población universitaria y con una industria tecnológica potente. Tienen mucha conciencia de país y de su cultura propia, pero también chocan con valores que llegan del resto del mundo. Ji Yeo realizó un trabajo que ya conocía sobre las jóvenes que recurren a la cirugía estética para aumentar sus posibilidades de tener un buen novio; muchas de ellas con la intención de occidentalizar sus rasgos faciales, puesto que ese es paradójicamente el nuevo estándar de belleza del país, que tanto sentimiento nacional tiene. No es el único trabajo en este sentido de la fotógrafa, que también ha realizado performances sobre el tema.
Nota: espero no meter la pata con el sexo de alguno o alguna de los fotógrafos y fotógrafas, porque con su simple nombre es difícil para un occidental saber si son hombres o mujeres. Ruego comprensión si me equivoco. Por cierto, utilizaré la norma oriental en los nombres; primero el apellido, luego el nombre de pila.
Oh Hein-kuhn es otro fotógrafo que ha trabajado sobre el sentido de la individualidad de la persona. Tiene una series en blanco y negro con retratos que son muy notables. Con una técnica muy limpia, grandes fotografías con una sutil gradación de grises, con un contraste moderado, nos presenta el aspecto de adolescentes femeninas, que quedan homogeneizadas por el monocromatismo de las fotografías y por vestir todas ellas su uniforme escolar. Pero a su vez muestran en su forma de mirar y en su actitud corporal tantos sus desafíos como sus inseguridades, en una sociedad de familias muy jerárquicas en la que está surgiendo una generación muy formada, que empieza a salir por el mundo, que empieza a hablar otros idiomas y a ser consciente de otras realidades.
Para Koo Sung-soo también son los adolescentes su objeto de interés. Pero en esta ocasión será una cámara de gran formato y grandes copias en color las que servirán para reflejar las actitudes de estos jóvenes, también con sus uniformes colegiales, pero lejos del aspecto pulcro e inmaculado de las anteriores. Nuevamente es el tema que preocupa a muchos fotógrafos contemporáneos contemporáneos. La tensión entre la personalidad individual y el sentimiento de colectividad que tiene este pueblo.
En el caso de la fotógrafa In Hyo-jin la cosa va un poco más allá. Siendo sus sujetos también adolescentes, en esta ocasión no aparecen solos, sino con sus parejas. Retratos en los que la fotógrafo en no pocas ocasiones se fija sobretodo en el elemento femenino de la misma, permaneciendo semioculto el varón, y en el que se percibe una actitud de desafío sexual de estas jóvenes hacia una sociedad muy conservadora. Más cuando la fotógrafa no ha dudado en seleccionar también parejas de jóvenes amantes, ambas femeninas. Como digo, la sociedad coreana es muy tradicional y conservadora, en la que no han faltado en los últimos setenta años las dictaduras militares con más o menos apoyo popular, aunque desde hace algo más de 25 años sea una democracia, siendo las opciones políticas dominantes las de derechas, más ante la amenaza constante de la República Popular de Corea, o Corea del norte.
Pasemos a otros puntos de vista. Por ejemplo el de Lee Jungjin. Este fotógrafo se centra mucho más en los objetos y en los lugares. Objetos que son en la mayor parte de las ocasiones objetos cotidianos, vulgares, del día a día, que con frecuencia son reflejados en sus fotografías de modo parcial. Y es esa cotidianidad la que define también un modo de ser y el carácter de la sociedad. También los paisajes significativos. No los más llamativos, ni los más bellos, ni los más históricos, sino los que tienen que ver con el día a día. Un fotógrafo de la cotidianidad, como digo.
Noh Suntag es considerado como uno de los fotógrafos más importantes del país, y uno de los pocos que tiene la capacidad de trabajar en ambas divisiones de la península coreana, centrándose en las realidades sociales y políticas de ambos países. Mezclando la fotografía documental con la ficción, sus series se desarrollan durante muchos años, estando la mayor parte de ellas todavía en desarrollo. Y tratan mucho de la importancia del punto de vista. En la medida en que este varía, cambia nuestra percepción del mundo.
Park Hasisi (blog en Tumblr) comenzó siendo modelo y musa tanto de su padre como de su antiguo novio. Pero ha acabado siendo una de las fotógrafas jóvenes más destacadas. Su trabajo tiene una doble vertiente. Como fotógrafa comercial, se encuentra presente en las principales revistas de moda coreanas y de otros países del extremo oriente asiático. Como artista personal, se centra en los paisajes, tanto naturales como urbanos y en las personas de forma muy íntima, y a la vez muy directa. Sin artificios ni tapujos.
Sin embargo, Lee JeeYoung ofrece un trabajo que trasciende el mundo de la fotografía, aunque se le considere en muchos sitios como fotógrafa. En realidad, Lee JeeYoung utiliza su fotografía para reflejar e inmortalizar sus complejas y coloridas instalaciones, que desde un punto de vista muy teatral nos llevan al mundo de la realidad vista de una forma muy subjetiva.
Y alguna mención convendrá hacer a la numerosa comunidad de coreanos en el mundo. Son muchos los que en los momentos más difíciles de la economía del país optaron por salir del mismo, algo que incluso se incentivó por el propio gobierno, encuentro muchos paralelismos entre la historia de Corea del Sur y de España en el siglo XX, y ahora se encuentran dispersos por el mundo. Uno de ellos en Mina Cheon aquí uso la convención occidental en los nombres por estar radicada en occidente, en Estados Unidos, fotógrafa que utiliza técnicas mixtas con el collage y la pintura para realizar una obra de aspecto muy pop, pero de contenido muy político. En el que no falta la presencia de sus hermanos de Corea del norte, con imágenes de ella misma vestida con trajes típicos y en las que busca contrarrestar la figura del dictador norcoreano.
Y hasta aquí el repaso a la fotografía norcoreana... Sólo me queda mencionar que como en todo principio de mes, tenemos nuevo número de Fraction Magazine, el 104. Destacaré de los cuatro portafolios el dedicado a las personas con trastornos del espectro autista de Victor Ramos. Aparte de que el tema puede ser interesante para muchas personas, su forma de tratarlo, con una interesante fotografía en blanco y negro, se sale un poco de lo que es habitual en esta publicación.
No suelo comentar las numerosas novedades que en el mundo del mercado fotográfico surgen en lo que se refiere a material. Cámaras, objetivos y todas esas cosas. Pero esta semana me han pasado dos cosas. Hoy quería comentar en mi Cuaderno de ruta un libro, que no he terminado de leer. Han surgido un par de novedades que me han tenido entretenido y pensando. Así que voy a ello.
Se presentó oficialmente en Kickstarter una campaña de financiación colectiva para lanzar al mercado una nueva cámara réflex para película tradicional de 35 milímetros de doble perforación. Los carretes de toda la vida, vamos. Se nos dice que es el primer sistema réflex de enfoque manual y de nuevo diseño en más de 25 años. Algunos han interpretado esta frase como que hacía más de 25 años que no aparecía una cámara réflex para película nueva. Eso no es cierto. Sí que han aparecido. Pero pertenecían a sistemas réflex ya existentes a los que sólo añadían variedad o nuevas prestaciones.
Una palabra clave de la nueva cámara es que un sistema. Y eso implica que además del cuerpo de la cámara hay una serie de accesorios y complementos que modifican o mejoran su funcionamiento. En esta ocasión se insiste en el concepto modular. La cámara admite objetivos intercambiables, tiene zapata para flash externo, y las dos cosas más curiosas. El bloque de la montura del objetivo es intercambiable, pudiendo decidir cada cual qué montura ponerle o incluso tener varios para objetivos con distintos orígenes. La opción por defecto es la montura de rosca M42. Muy antigua, aunque se mantuvo en activo hasta los años 90 en algunas marcas del bloque prosoviético. Admite también respaldos intercambiables. Por lo tanto se pueden llevar varios con distintos tipos de película y sensibilidades.
No voy a entrar en su conjunto de características. Que más allá de algunas curiosidades son razonables. Voy a la significación del hecho. Para muchos aficionados a la fotografía con película tradicional se ve como un gran movimiento para la salvación de este tipo de película. En estos momentos, la película tradicional tiene cierta viabilidad por el enorme parque de cámaras que existen todavía y a las que se puede dar vida de segunda mano y ocasión. Pero si no se fabrican cámaras nuevas, más allá de las tontadas de plástico de los tomógrafos, llegará un momento en que el mercado se agotará.
Pero este tipo de proyectos tiene algunas pegas:
1. Sabemos que ahora se fabricarán una serie de cámaras. La campaña de financiación ha alcanzado de sobras sus objetivos. Pero no se sabe si será posible una fabricación y comercialización continuada en el tiempo, y cómo surgirán futuras variantes o mejoras. ¿Van a depender siempre de la financiación colectiva? ¿Es un modelo de negocio compatible con un crecimiento y consolidación? ¿O es simplemente una cosa para caprichosos en un momento dado?
2. Canales de comercialización. En esta campaña se fabricarán un número dado de cámaras y se remitirán por paquetería. Pero, si sigue la producción... ¿qué vías de distribución tendrá para llegar a una cantidad suficiente de rincones del mundo y posibles clientes? Ya sabemos que hoy en día con internet... las cosas pueden ser de otra forma, pero...
3. Servicio posventa. Uno de los problemas de adquirir objetos por campañas de financiación es que es un actividad de riesgo. Arriesgas un capital para apoyar un proyecto. En lugar de ser accionista del proyecto, como en los modelos tradicionales de negocio, a cambio de mandan un producto. Pero cuando se trata de máquinas, con componentes mecánicos o electrónicos, son susceptibles de averías o problemas. ¿Hay garantías? ¿Hay servicio de posventa? ¿Dónde se arreglan las averías?
Para algunos "talibanes" de la fotografía con película tradicional supuso un enfado que el ritmo de apoyo a la campaña fuese lento al principio, apelando al compromiso de la "comunidad" de fotógrafos con película tradicional. Supongo que ahora que la campaña ha conseguido sus objetivos se habrán calmado. Pero a mí, por mucha curiosidad que me despierte el aparato, sin una respuesta razonable a esas tres cuestiones... no arriesgaré casi 500 machacantes en adquirirla. No mientras se pueda comprar una cámara réflex con buenas prestaciones por unas decenas de euros, y compatible con mi parque de ópticas. Ya sé que eso no mejora el futuro de este tipo de fotografía, pero es que no sé si estas iniciativas lo hacen. Mientras, Fujifilm, con una nombre de marca cada vez menos comprometido con la realidad, va recortando su catálogo de material sensible y aumentando sus precios.
En esta semana, Panasonic ha presentado al público su nueva cámara orientada al fotógrafo profesional que no quiere centrarse principalmente en la fotografía fija y no en el vídeo, aunque también tiene buenas prestaciones en este sentido. Con una denominación, G9, que la hace descendiente directa de la primera micro cuatro tercios de la marca, y de la historia, allá por el 2008, la Lumix G1, tiene unas prestaciones y un nivel de precio que la sitúan muy por encima de las pretensiones de aquella.
Yo llegué al sistema micro cuatro tercios un año más tarde. A principios de noviembre de 2009. Las fotografías que ilustran esta segunda parte de esta entrada proceden del primer día que usé una Panasonic Lumix GF1 con un G 20/1,7 ASPH, que aun hoy en día es uno de mis objetivos favoritos. La cámara la tengo y hace fotos, pero perdió una pieza, y se hace incómodo usarla. Una pena porque estaba empezando a servir como aparato escuela para mi sobrino de ocho años, que la ha usado varias veces.
Lo que me atrajo de aquel modelo, la GF1, es que me recordaba mucho al concepto de la Leica CL. Una cámara con prestaciones razonables, con objetivos intercambiables, ideal para viajar por el mundo ligero de equipaje. Como pude comprobar un mes más tarde de recibirla en un viaje a París.
En estos nueve años de vida del sistema micro cuatro tercios. Aunque por cuestiones de la física, un captor de imagen de ese tamaño no podrá dar la calidad que dan los de tamaños superiores, en estos momentos la mayor parte de los mortales, de forma aplastante, serán incapaces de distinguir entre las fotografías realizadas con estas cámaras y otras de captor grande. En los ocho años desde la GF1, he acabado poseyendo dos cuerpos más cámara y varios objetivos. En 2012, adquirí la Olympus OM-D E-M5, una cámara que me ha acompañado por todo el mundo con fiabilidad. Y que tiene varias características muy importantes. Indudablemente dos de las más valoradas por mí son su cuerpo resistente a las inclemencias del tiempo, la he usado bajo la lluvia en Islandia sin problemas, y su estabilización de imagen incorporada, que hace que su menor rendimiento a las sensibilidades altas se vea compensado porque... la mayor parte de las veces son innecesarias gracias a la estabilización.
Luego vino la pequeñita Panasonic Lumix GM5, un regalo, que produce una calidad de imagen similar a la Olympus, pero pudiéndola llevar en un bolsillo con uno de los pequeños objetivos Panasonic.
La Olympus empieza a renquear porque ha llevado una vida agitada. Y con mi experiencia en Panasonic, sé que me llevo mejor con la ergonomía de estas que con las excentricidades de Olympus. Por eso tenía mucho interés en la presentación de la G9. Un "camarón", oye. Pero...
Es cara... con 1700 o 1800 euros cuerpo desnudo... Cara.
Es grande. Es sólo un poco más pequeña que mi Canon EOS 100 para película tradicional y es más pesada. Y esta cámara dejó de viajar cuando adquirí la Leica CL porque era pesada. Es cierto que los objetivos hacen llevadera la cámara,... pero la Lumix G9, para lo que yo busco, es grande y pesada.
Tiene muchas más especificaciones y zarandajas de las que necesito.
Las descendientes de la GF1 no fueron las siguientes GF de Panasonic, paradójicamente. Fueron las GX. El modelo Lumix GX8 ya me llamó la atención en su momento. Sin embargo, su vida ha sido corta y no aparece ya en el catálogo de Panasonic. Algunos problemas de vibración con el obturador mecánico, parece ser... No sé. Lo que yo necesitaría es una GX9, apreciablemente más pequeña que la G9, con su mismo captor y características globales, con su estabilzador, inferior al de Olympus pero suficiente, y resistente a las inclemencias del tiempo, y sin las características superprofesionales que no necesito. Y más barata. A ver si se animan. Porque de verdad... yo no quiero un sistema micro cuatro tercios del tamaño de una réflex tradicional. No era ese el trato. Eso es algo que puede venir bien a determinados profesionales, pero a mí, no.