Os hablé hace unas pocas semanas de mi nueva cámara principal para viajes y otros menesteres, la Panasonic Lumix G9. Como ya comentaba entonces, no esperaba de una cámara digital moderna de cierto nivel otra cosa que no fuera un comportamiento excelente. Y en general así es, siempre desde el punto de vista de que una herramienta fotográfica, por perfeccionada que esté, siempre es una cuestión de compromisos. El compromiso de tener una cámara de alto nivel pero de tamaño contenido, que no pequeña, frente a las grandes réflex que muchos profesionales usan, es el usar un sensor que tiene una cuarta parte del área de aquellas. Eso es importante... para mí, muy muy muy poco. Para otros lo será más. Me la llevé de viaje a Roma, y el resultado es muy satisfactorio. Básicamente, limitado por mi capacidad o incapacidad para aprovechar las capacidades de una cámara que tiene muchas.
Para el viaje me llevé cuatro objetivos. Para los desplazamientos, el compacto Panasonic Lumix G 20/1,7 ASPH. Abulta poco en la bolsa de equipaje. Y si toca hacer alguna foto, es una focal muy todo terreno. Para los paseos por Roma, el Panasonic Leica DG Summilux 15/1,7 con el Olympus M.Zuiko Digital 45/1,8 MSC a mano en el bolsillo o en la bolsa. Dos objetivos extraordinariamente ligeros, con una luminosidad muy favorable, de muy buena calidad de imagen, y que se comen un porcentaje elevadísimo de mis fotos. Si el tiempo es seco y estable, no necesitaría más, realizando un 65 % de las fotos con el 15 mm y un 35 % con el 45 mm, aproximadamente. Pero como anunciaron algún día de lluvia, me llevé también Olympus M.Zuiko ED 12-40/2,8 Pro, un objetivo que no aprecio tanto para viajes ciudadanos por su mayor volumen y peso, pero que cuando llueve, conforma un equipo resistente al agua con la Lumix G9.
Una vez en casa, y una vez hecho el repaso de los distintos objetivos que puedo utilizar con la cámara, con montura dedicada o a través de un adaptador, he comprobado que de los primeros, los que tienen montura dedicada micro cuatro tercios, hay cuatro que solapan las longitudes focales de alguna forma, aunque pocas veces conviven juntos en la bolsa de trabajo. Estos son por el orden en que llegaron a mi poder:
Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS - Tele corto macro, hasta 1:1 y estabilizado, con lentes asféricas. No lo compré yo, lo he usado durante años, y desde hace unos meses formalmente lo he heredado y lo puedo considerar mío. Cuando fue comprado costaba 900 euros. Hoy se encuentra por poco más de 700 euros.
Olympus M.Zuiko Digital 45/1,8 MSC - Tele corto luminoso. De tamaño muy reducido, de plástico, pero con una óptica notable. Cuando lo compre estaba en torno a los 400 euros, pero ahora se encuentra por debajo de los 300 euros.
Olympus M.Zuiko Digital ED 12-40/2,8 Pro - Objetivo de focal variable y apertura constante. Relativamente voluminoso, de metal, y sellado contra las inclemencias del tiempo. Lo adquirí para usarlo en naturaleza, especialmente con tiempo inestable. Me hizo mucho papel en Islandia y en las Lofoten. Me costó algo más de 900 euros, aunque se puede encontrar en estos momentos algo por debajo de los 800 euros.
Panasonic Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH - Telezoom clásico de tamaño muy compacto y muy ligero, estabilizado. Pensado para las minúsculas GM de Panasonic y descendientes. Sorprendentemente nítido para su precio y características. Se vende por 350 euros, pero a mí me costó a penas un 60 % de ese coste. Lo considero un chollo.
Aprovechando que hoy había una tregua en la lluvia y las nubes hacían bonito, me he cogido los cuatro objetivos para ir a dar un amplio paseo después de trabajar y realizar las mismas tomas con los cuatro objetivos en las mismas condiciones. Estas venían determinadas por el Olympus 45 mm.
El diafragma a f/5,6. La focal 45 mm en los dos de focal fija. En el 12-40, la focal a 40 mm. En el 35-100, la focal, a ojo porque no hay marca, a 45 mm. Mido la luz con el 45 mm con programa de prioridad a la apertura, y ajusto el compensador de exposición para un histograma adecuado a la escena. Mantengo esta compensación con los cuatro objetivos. Fotografía la escena con cada uno de ellos, o sea, cuatro veces.
Una cuestión me llama la atención. Todo usan la misma velocidad de obturación, menos el PanaLeica Macro-Elmarit 45/2,8 que sistemáticamente pide una velocidad más lenta en un tercio de paso. Es decir, si la velocidad de la escena con los otros tres es 1/640 segundo, con el PanaLeica ajusta la cámara a 1/500 segundo, ofreciendo la misma luminosidad. Evidentemente, es el objetivo que más luz se "merienda" por el camino. Con menos transmisión de la luz.
Por lo demás... sólo he dedicado ha comparar un ratito los resultados. La impresión general es que los dos objetivos de Olympus ofrecen los resultados más contrastados. El zoom de Olympus tiene un rendimiento del color más cálido. Sí, ya sé, cosas mías, las muestras que estoy poniendo están en blanco y negro, pero es que me gustan más. Sobre el nivel de nitidez de los resultados... no me atrevo a pronunciarme sin un detalle mucho más detallado, y con lupa. Es decir, todo ellos ofrecen resultados buenos.
¿A qué se debe la diferencia de precio? Pues a otras cosas distintas de la calidad óptica. La capacidad macro y el estabilizador del PanaLeica, además de lo que quieran cobrar por ponerle el apellido de los ópticos alemanes. La construcción en metal y sellada contra la intemperie, así como la apertura fija en el zoom de Olympus. Pero si estos elementos no son trascendentes, es evidente que uno puede tener resultados ópticos más que razonables por poco dinero en el ámbito del tele corto en un equipo micro cuatro tercios. Si prima la luminosidad, el Olympus de focal fija es obligatorio. Si quieres un zoom más polivalente, sacrificando la luminosidad, contando con la mejora del rendimiento de los sensores a sensibilidades altas, el modesto zoom de Panasonic es un chollo, como digo. Pues nada. Lo dicho.
No. No voy a decir con que objetivo esta hecha cada foto. A la resolución de una página web no hay nada que comparar ni que diferenciar. Hace falta ampliar en papel a un buen tamaño para apreciar las diferencias.
Este domingo de primavera, que ha amanecido un poco gris después de llovido unas cuantas horas desde ayer por la tarde, a ratos a buen nivel, me he encontrado también con una lluvia de recomendaciones guardadas en mi Pocket. Bien es cierto que hace dos semanas que no traigo esta sección por la escapada de la Semana Santa a Roma; pero precisamente, esos días, tampoco tuve ocasión de recoger muchas recomendaciones. En fin. Haré un selección.
Como complemento, fotos. Y a pesar de lo gris que estaba la mañana de ayer, salí con mi nueva Panasonic Lumix G9 al Parque Grande de Zaragoza. Sobretodo usé mi Pentax SMC-A 100/4 Macro con el adaptador correspondiente. Ayer iba a haber una serie de actos culturales en el parque por parte de la pequeña colonia japonesa en la ciudad, en el todavía incipiente jardín japonés, donde hace unos pocos años plantaron unos cerezos ornamentales, ahora en flor. Todavía son muy jóvenes y están un poco raquíticos. Por el riesgo de lluvia, los trasladaron al sábado que viene... y no podré ir porque tengo un taller de fotografía aérea. Adiós a las fotos de kimonos, katanas y demás. En fin, al menos me encontré, además de los cerezos ornamentales, que en las rosaledas del parque empiezan a brotar ya las rosas.
En Casual Photophile nos proponen hacer un repaso a la comicidad, al humor que destilan no pocas de las fotografías de un clásico de la fotografía francesa y mundial. Nos referimos a Robert Doisneau. Incluso cuando se toman en momentos trágicos, como puede ser durante una guerra. En cualquier caso, siempre es un buen momento para recordar a un clásico como Doisneau (pronunciese "duanó").
Durante unos años fotografié abundantemente temas ferroviarios, incluso dedicando tiempo y esfuerzo a "perseguir" trenes históricos. Siempre me ha llamado poderosamente la estética ferroviaria, incluso si hoy en día, la preocupación de las compañías por la uniformidad de su imagen hace de de los trenes motivos monótonos y aburridos, aunque modernos y funcionales. En On This Date in Photography nos dan un paseo fotoferroviario de la mano del suizo René Groebli (en alemán sólo, lo siento), un excelente fotógrafo helvético.
En How to See Without a Camera nos muestran una serie de fotografías realizadas en distintas partes de Europa por al lisboeta Paulo Nozolino, durante los años 90 del siglo XX. Blanco y negro denso contrastado, crepuscular, para una Europa mucho más quebrada y atribulada de lo que hubiésemos deseado, y que todavía no ha acabado de apañarse, si hemos de creer lo que los medios nos cuentan. Y no son especialmente sinceros en estas cosas... así que... Este año pasado vimos algunas interesantes fotografías suyas en PHotoEspaña.
Y si Nozolino nos paseó por Europa en los 90, Thomas Hoepker nos paseó por el Nueva York de los años 70 y principios de los 80. Una época en la que la urbe neoyorquina tenía un ambiente muy distinto al actual, más duro, estéticamente nos parece peculiar, muy colorida. Los años previos a la epidemia de sida y otros cambios profundos culturales. Lo hemos visto en Photographs on the Brain. Pero Hoepker es mucho más que Nueva York. Sus fotografías de los restos del Japón tradicional en la misma década de los 70 me encantan.
En el canal de Youtube de Eīhwaz nos muestran con cierta frecuencia interesantes porfolios. Y en esta ocasión hemos podido conocer el trabajo de Tobias Regell, fotógrafo sueco que igual destaca con modelos profesionales que retratos de desconocidos en la calle, que melancólicos paisajes en blanco y negro. Os dejo el vídeo puesto aquí.
La francesa Bettina Rheims es una constante en la fotografía europea desde hace unas cuantas décadas. Su trabajo no suele dejar indiferente. A muchos gusta; los sectores más conservadores de la sociedad muestran disgusto. Su atrevida defensa de lo femenino, y su cuestionamiento de los valores religiosos causan esa respuesta. En AnOther entrevistan a Rheims, y es interesante saber lo que tiene que decir.
El japonés Shin Noguchi es otro de los fotógrafos con talento para captar el humor, lo paradójico, en ocasiones lo absurdo, en las calle de Tokio y Kamakura. Situaciones absurdas, pero que no dejan de reflejar las contradicciones de una sociedad y la profunda irracionalidad del ser humano. Pero sin acritud. Con simpatía. Han repasado su obra en Lenscratch.
China es un país inabarcable, al que miramos con ojos llenos de prejuicios. Las "chicas" de la fotógrafa china Luo Yang pretenden romper con estos prejuicios y con los estereotipos, mostrándonos una realidad social de las jóvenes del gigante asiático en las que podemos percibir cómo hay sectores de ellas que cuestionan los valores y los roles tradicionales en términos de apariencia y actitud. Lo hemos visto en Photography of China.
Y traemos alguna de las recomendaciones que aparecen en la cuenta de Instagram de Fotografiska. En este caso del sueco Hans Strand (instagram) que reflexiona sobre el concepto de paisaje hecho por el hombre. Más allá del concepto de paisaje alterado por el hombre que los americanos de la New Topographics propusieron en los años setenta del siglo XX. Fotografías aéreas, para lo que puede ser un adelanto de los paisajes predominantes en el futuro. No pocas de ellas realizadas en España.
Seguimos con paisajistas. En esta ocasión con el norteamericano Aaron Packard, que trabaja sus paisajes de las Black Hills de Dakota del Sur con la técnica del colodión húmero con cámara de gran formato. Lo cual dota a sus placas de cierta intemporalidad, mezclada con la sensación del paso y la decadencia del tiempo. Composiciones sencillas, sin artificios, con la capa añadida de las azarosas irregularidades del primitivo proceso fotoquímico. Lo hemos visto en Lenscratch.
En Full Frame, grupo de Facebook dedicado a la difusión de la fotografía como forma artística y cultural, tomo conocimiento de un fotógrafo nacido y ubicado en Zaragoza, Javier Marín Villaroya (mejor en Fotgrafic, ya que su página principal está dedicada a la arquitectura, su profesión). Técnicas mixtas de fotografía y pintura, que derivan la imagen hacia un cierto grado de expresionismo abstracto, al mismo tiempo que, según sus palabras, descontextualiza los elementos figurativos procedentes de las fotografías que son reconocibles en las obras.
Qué puede haber más clásico que un retrato en blanco y negro en formato cuadrado, probablemente procedente de una cámara de formato medio para película tradicional. Las fotografías de Marta James nos recuerda inevitablemente a algunos de los retratos de García-Alix, con quien nos dicen en Albedo Media trabajó durante cinco años. Pero también nos retrotrae a otros clásicos retratistas del siglo XX. Retratos limpios, aunque en ocasiones oscuros, que se centran en la persona, ignorando el entorno. A mí me gustan.
Hace unos años saltó a las noticias la historia de la cenicienta filipina de la fotografía, Xyza Cruz Bacani (instagram). Trabajando en Hong Kong como niñera de una familia adinerada, se compró una cámara réflex digital y comenzó a documentar a su aire las condiciones de los inmigrantes en la populosa ciudad china. Y de empleada doméstica saltó a la fama fotográfica por su trabajo, convirtiéndose en una fotógrafa a tiempo completo especializada en fotografía documental. Nos la han recordado en Cada día un fotógrafo/Fotógrafos en la red.
Finalmente, unas declaraciones polémicas del ínclito Martin Parr, que fueron recogidas hace unos días por los animados chicos de Photolari. El retratista de la decadente sociedad occidental actual, aunque con humor y simpatía, ataca con dureza a la fotografía documental de guerra y humanitaria, que califica de hipócrita. Curioso para quien ha sido presidente de Magnum Photos, muchos de cuyos fotógrafos se dedican a este tipo de fotografía. Cree que hay un cierto grado de esnobismo en el periodismo gráfico activista, y que estas fotografías hacen poco por mejorar la situación de esas poblaciones. Situación que se suele ver agravada por el consumismo y el daño al medio ambiente que esa sociedad de clases medias más bien cutres que él retrata practica. Tiene su punto de reflexión la cosa. Habrá que pensar un poco dónde está el punto de equilibrio.
He pasado cuatro días en la capital italiana. Entre el miércoles y el domingo de la Semana Santa de este 2018. Estoy recién llegado, como quien dice. Entendámonos, el objetivo de este viaje no era hacer turismo o culturizarme. Era ver y charlar con gente a la que uno quiere, que ve muy poco y que echa de menos. Pero una buena forma de hacer eso es pasear. Teniendo cuenta en no caer en una tourist trap, difícil en Roma, aunque menos de lo que parece. Y si llueve, incluso si amenazan tormentas, visitar alguna exposición o museo, que nunca faltan. No son baratos en Roma, salvo alguna excepción. Se pasan un puñado. Ley de oferta y demanda. Tienen a mucha gente visitando la ciudad... se lo cobran.
Primera tarde de lluvia, el viernes, y primer refugio expositivo; la exposición Magnum Manifesto, que en estos momentos va circulando por varios continentes. En Europa está en Roma, en el Museo dell'Ara Pacis. Donde no dejan hacer fotos en las exposiciones temporales. En la exposición permanente, sí.
La exposición pretende ser un, como se puede deducir de su nombre, "manifiesto", una declaración ética y programática de los valores que impulsaron la creación de la agencia y su realidad presente. Al mismo tiempo, recorre la historia de la misma y del mundo desde que se creó hasta la actualidad, dividiéndola en cuatro etapas históricas. Está bien. Es muy entretenida. Pero quizá demasiado autocomplaciente y propagandística para una institución que debería hacer del escepticismo y el sentido crítico, también autocrítico, su bandera.
Pronóstico de lluvia todo el día para el sábado. Chubascos por la mañana y tormentas, más torrenciales, por la tarde. A primera hora de la mañana nos refugiamos en la Galleria Nazionale d'Arte Moderna.
Encontramos una sección dedicada al arte contemporáneo africano, que nos gustó bastante. Luego, como suele suceder con muchos museos dedicados al arte moderno y contemporáneo, la exposición de los fondos propios del museo no toma el carácter de exposición permanente. Periódicamente, van cambiando y rotando las obras, con presentaciones distintas de las mismas.
En la actualidad, la presentación puede desconcertar al visitante. No hay ordenación cronológica. Ni por movimientos o estilos. Incluso aquí y allá encontramos algún préstamos del museo arqueológico. Más bien hay una agrupación por temas o conceptos. A veces por contrastes. Que unas veces son más evidentes que otras. Falta alguna orientación en forma de textos explicativos. La exposición está bien; pero podría estar mejor comisariada.
La fotografía es una arte del final de la era moderna y de la era contemporánea. Por lo tanto, tiene su presencia en la muestra. Como tal arte, con personalidad propia, como a través de las influencias que recibe de otras artes o a través de la influencia que ejerce en ellas.
Como sucede en muchos museos italianos, sus fondos artísticos son fenomenales, pero resultan algo fríos y poco acogedores para el visitante. Visitar museos es cansado para las piernas. Que no haya lugares para sentarse en el centro de las salas para contemplar las obras, me parece extraño en estos días.
Paseamos por Villa Borghese, enfrente de la Galleria Nazionale d'Arte Moderna, aprovechando que ha mejorado la mañana. Entramos, porque nos pilla a mano y es gratuito, en el museo dedicado al escultor Pietro Canonica. No esta mal, pero sin entusiasmos.
Después de comer, y comenzando de nuevo a llover, nos acercamos tirando de transporte público al Museo centrale del Risorgimento, ubicado en el horrible Vittoriano, hoy en día más conocido como Altare della Patria más que como faraónico monumento a la memoria de un rey. Pero no vamos a ver sus fondos propios, sino tres interesantes exposiciones. Dos de fotografía y una de pintura. A la de pintura, muy notable y concurrida, no le dedicará mucho tiempo. Pero se trata, nada más y nada menos, que de uno de los padres del impresionismo, Claude Monet, aunque no se quedase en ese estilo toda su vida, ni mucho menos. Sus últimas obras son más expresionistas que otra cosa, en mi humilde opinión.
También había por allí una exposición de fotografía dedicada a Terry O'Neill. Un buen fotógrafo, no es de los que más me maten, pero su obra es curiosa porque se ha dedicado a fotografiar a los famosos de la cultura popular a diestro y siniestro. Así que... muy entretenido.
Cerraré esta entrada comentando la exposición que probablemente más he disfrutado. La que más interesante me parece. Se trata del artista chino Liu Bolin (escrito al estilo chino, con el apellido en primer lugar). Habitualmente es considerado fotógrafo, e indudablemente la calidad técnica de sus fotografías es notable. Pero básicamente es un artista conceptual, que hace de un estilo muy determinado de performance, la ocultación camaleónica en el paisaje pintando sobre sus ropas y su cuerpo, así como el de otras personas, una forma muy personal de expresarse. Muchas de sus obras tienen un fuerte contenido sociopolítico, lo cual tiene mérito, dada la censura que reina en China, donde no parece encontrar la oposición de las autoridades. Lo he leído varias veces; no es imposible opinar en China, siempre que no te metas con el partido y la esencia del régimen. Pero de otras cosas sí. No sé; puede. Es lo que he leído. En cualquier caso, me ha encantado ver estas obras, que conocía en revistas y en internet, en copias impresas de gran formato y gran calidad que te dan un fuerte impresión del mensaje de la obra de Liu.
Cierto es que Liu Bolin tampoco le hace ascos a trabajos comerciales, más integrados en esa sociedad que de fondo critica, aunque siendo fiel a su estilo. Bueno... supongo que tendrá que comer y ganarse algunas pesetillas. Yuanes o dólares, mejor. Y realizar sus obras exige un equipo considerable. Por lo menos las más recientes. Quizá cuando empezó todo tenía un nivel más modesto.
En una semana marcada fotográficamente por mis esfuerzos, no muy grandes, no son necesarios, para familiarizarme con mi nueva Panasonic Lumix G9, me sorprende comprobar que tengo un número muy pequeñito de recomendaciones marcadas... no sé muy bien qué ha pasado. Bueno, como también tengo algunos libros nuevos en mi biblioteca, apañaré la entrada.
Para ilustrarla... lo dicho. Fotos con la nueva Lumix G9. En esta ocasión, montando sobre ella, adaptador mediante, el Pentax SMC-A 100/4 Macro. Como todavía no tenemos flores... pues hojas en el Parque Grande de Zaragoza. En cualquier caso, hay que terminar de familiarizarse con la cámara, que dentro de poquitos días tiene que rendir por ahí por el mundo.
En Magnum Photos hemos tenido un artículo sobre la visión de los fotógrafos de la agencia sobre las gentes que se acercan a la orilla del mar para disfrutar del aire marino en sus ratos de asueto. Un verdadero fenómeno sociológico, si lo pensamos bien. Dos son los fotógrafos que han escogido, David Hurn paseando por las playas de Gales e Inglaterra, y el inconfundible Martin Parr, también por las playas inglesas, aunque me consta que también ha recorrido las de otras países con su curiosa cámara.
En Yorokubu nos traen a la palestra al fotógrafo Jason Petersen, un directivo en una empresa que se cansó del asunto, cogió una cámara de fotos y se lanzó a fotografiar el mundo en riguroso, sobrio y elegante blanco y negro, como nos dicen en el artículo. Creo que ya lo había comentado en alguna ocasión, lo sigo en Instagram desde hace un tiempo. Como un millón cien mil personas más. En esa red social se suben muchas cosas, unas mejores y otras peores. Pero las buenas son muy buenas.
No sé porqué, pero tengo la sensación de que a la noruega Anja Niemi también la había traído por estas páginas aunque ahora no lo encuentro. Puede ser porque estoy un poquito espeso. Me dormí muy tarde, aunque llegué anoche a una hora moderada. En fin. Fotografía escenificada en la que la propia fotógrafa suele ser el principal sujeto de las fotografías. Aunque yo no les llamaría autorretratos. Al fin y al cabo, aparece representando un papel. Siendo otra persona. Aunque quizá eso también sea una forma de revelar la propia personalidad. Lo he visto en Cada día un fotógrafo/Fotógrafos en la red.
Durante unos días, en la cuenta de Instagram de Fotografiska, hemos visto los paisajes en la orilla del mar de Maria Louisa Rosendal Søltoft y Martin Bay (Instagram de la una y del otro), fotógrafos daneses. Y me han gustado. Lo cierto es que contemplándolos, me han recordado las fotos que hice en el año pasado en la escapada de Semana Santa, a orillas del Kattegat en Aarhus y Skagen, en la península de Jutlandia. Me gusta el paisaje natural, contenido, sin las estridencias a la que nos tienen acostumbrados en estos tiempo determinadas redes sociales.
Me gustó mucho Miguel Trillo cuando su amplia retrospectiva fue expuesta en el Centro de Historias de Zaragoza. Y cuando me enteré de que había sacado un nuevo libro, Cromasiáticos, lo compré. Fotografías más actuales, mucho más actuales, que las que veíamos en aquellas exposición, Trillo sigue fijándose en la juventud. Adolescentes y adultos jóvenes que tratan de expresarse mediante su estilo de vestir y relacionarse. Pero en esta ocasión no se los encuentra en las calles de Madrid o de otras ciudades españolas. Ha recorrido las capitales y otras grandes urbes de los países asiáticos. Dos cosas confirman estas fotografías. Primera, los jóvenes buscan su individualización mediante su indumentaria y estilo con grandes esfuerzos. Aunque a veces se contemple cierta homogeneidad final generacional. Segunda, la globalización está ahí... es difícil establecer diferencias notables entre los jóvenes de las distintas ciudades, de los distintos países, superiores a las que se dan entre los jóvenes de una ciudad. Imposible, salvo algún caso aislado, adivinar dónde está hecha la foto.
Desde hace años soy muy fan de la iniciativa "100 fotografías por la libertad de prensa" de Reporteros sin fronteras. Por dos motivos. Porque me parece muy importante, la libertad de prensa, a la que habría que sumar el mantenimiento de una ética periodística. Ambas están en claro retroceso en nuestro mundo. Por movimiento externos de los sistemas políticos y de los sistemas judiciales. Y por movimientos internos de los conglomerados empresariales que poseen los medios de comunicación. En otro orden de cosas, también soy fan de esta colección por es una forma asequible económicamente de construir una biblioteca de libros de fotografía de calidad más que razonable. El último número consta de cien fotografías de la francesa Françoise Huguier, con una selección que habla sobre todo de las mujeres y de la situación de las mujeres en el mundo. Y la selección me parece excelente. Me gusta mucho esta fotógrafa.
Un poquito de historia. Contada con fotos. En 2001, durante una de las ferias que se celebraban anualmente en Huesca de material fotográfico clásico y de ocasión cada primavera, dentro del certamen Huesca Imagen, compré mi primera cámara Leica; la pequeña Leica CL, con su Summicron-C 40/2. Posteriormente, llegaría el Elmar-C 90/4, y un Voigtländer Snapshot-Skopar 25/4 MC. En
El año 2008 se anuncia el advenimiento del sistema fotográfico Micro Cuatro Tercios, respaldado por varias empresas del sector, aunque principalmente por Olympus y Panasonic. En 2009, Panasonic propone la Panasonic Lumix GF1, con un Lumix G 20/1,7 ASPH y un Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS. Tan fuertemente me recordó a la configuración de la pequeña Leica CL que me hice con este equipo.
En los años siguientes me quedó una cosa clara. Viajar con las pesadas cámara réflex digitales y sus cada vez más pesados objetivos, que iban engordando en volumen, peso y precio conforme los captores digitales incrementaban su resolución y su tamaño, no tenía sentido para mí. La pequeña micro cuatro tercios me permitía obtener fotos muy satisfactorias. A lo mejor no las mismas que con un equipo réflex, pero no peores. Si acaso diferentes.
En 2012, durante 3 años, mi Lumix GF1 me había acompañado por toda Europa, y me había convencido de las bondades del sistema. Aunque también de que aquella GF1, con un planteamiento y un diseño muy correctos, era un producto todavía algo inmaduro. Por ello, en aquel 2012, di un salto cualitativo importante con la salida al mercado de la serie OM-D de Olympus, con su primer modelo la Olympus OM-D E-M5.
Los aspectos clave que convertían a la OM-D E-M5 en una cámara de éxito eran los siguientes:
Una gran variedad de posibilidades de configuración y de personalización de las ruedas y botones que controlan el funcionamiento de la cámara.
Un cuerpo sellado perfectamente contra las inclemencias atmosféricas, especialmente el polvo y la lluvia.
Una calidad de imagen notable con su captor de imagen de 16 megapíxeles, que puede parecer modesto, pero que es más que suficiente para el 98 % de las fotografías que hago que rara vez superan la ampliación de 30 x 40 cm. Alguna vez he subido a 45 x 60 cm, y ha aguantado bastante bien, siempre que la imagen de origen fuera técnicamente perfecta en la toma.
Un estabilizador de cinco ejes para el captor de imagen que permite compensar de sobras el menor rendimiento de los sensores micro cuatro tercios a sensibilidades altas con respecto a los sensores APS-C o de formato completo.
Durante los últimos seis años, esta cámara, acompañada (a veces sustituida) por otras dos de captor de imagen similar, la compacta Leica D-Lux o la compacta de objetivos intercambiables Panasonic Lumix GM5, han sido acompañantas extraordinariamente fieles en mis viajes por el mundo.
Sin embargo, durante el año pasado, la Olympus empezó a dar una serie de síntomas de cansancio que indicaban que estaba acusando el castigo de los muchos kilómetros recorridos a bordo de mis macutos y mochilas de viaje. Y quizá con ello una disminución en su fiabilidad. Veamos cuáles son los problemas detectados.
El primero de ellos ha estado siempre ahí aunque sólo lo he acusado notablemente en los viajes más de naturaleza, como Islandia o las Lofoten. Con el objetivo de focal variable M.Zuiko Digital ED 12-40/2,8 Pro conforma una poderosa alianza por su calidad de imagen y su resistencia a las inclemencias del tiempo. Pero el conjunto tiene una ergonomía desequilibrada. La E-M5 sólo se siente a gusto con objetivo pequeños, ligeros.
La batería se me ha atascado en repetidas ocasiones en el último año y medio, cada vez con más frecuencia, pasándolas canutas para extraerla de la cámara sin estropear nada. Y las cámaras sin espejo tienen el problema de necesitar al menos un cambio de batería al días cuando estas viajando.
Desde el año pasado, y se hizo especialmente notorio en el viaje a Corea del Sur, de cada 20 o 25 fotografías una se me quedaba negra. Como si el obturador no se accionase. Y esto genera una inquietud notable.
De hecho, en ese viaje usé más la pequeña y discreta Lumix GM5 que la OM-D E-M5. La primera iba permanentemente calzada con focales cortas, las más habituales, y la segunda con el tele corto. Eso limitaba los riesgos de fotos perdidas y evitaba los cambios de batería durante el día.
Por lo tanto, durante el invierno he estado dándole vueltas al recambio de la Olympus OM-D E-M5. Y en otoño se anunció un modelo de Panasonic a la que sólo le veía un "defecto" objetable. Un "defecto" que al mismo tiempo resuelve alguno de los problemas de la E-M5. Veamos sus principales cualidades de la Panasonic Lumix G9.
Goza una de una potente y eficaz protección contra las inclemencias del tiempo, igual o superior a la de la E-M5. De hecho, se está promocionando principalmente entre los fotógrafos de naturaleza.
Dispone de un sistema de estabilización óptica muy potente, que además se puede combinar con el de los objetivos Panasonic estabilizados. Garantizada su capacidad de obtener fotos nítidas a velocidades de obturación muy reducidas. En el entorno de 1/4 de segundo.
Dispone de un sistema de doble ranura de tarjeta SD que me resuelva para siempre la preocupación por un sistema de copia de seguridad instantánea de las fotografías en los viajes. Cada foto queda copiada de forma idéntica y por duplicado en el momento de la toma, tal y como es mi preferencia de configuración.
Su captor de imagen de 20 megapíxeles y sin filtro de paso bajo ofrece una calidad de imagen claramente superior. Y además a mejorado su rendimiento a sensibilidades altas.
Es muy muy muy muy muy muy muy rápida. Aunque esto tiene para mí una importancia muy relativa.
El "defecto"/cualidad más diferencial es que es apreciablemente más grande. Lo cual a priori iba en contra de la filosofía del sistema. Hice mis comprobaciones. Está en el límite admisible, pero es admisible. Y con los objetivos de focal fija más ligeros sigue siendo un aparato muy llevadero. Y el tamaño tiene una ventaja. Si he de usar el 12-40/2,8 o si le adapto teleobjetivos que tengo por ahí, se puede usar con comodidad. Cosa que no sucedía con la Olympus.
Tras comprobar que la posible alternativa en forma de seudotelemétrica, la G9 tiene forma de seudoréflex, no estaba a la altura, me decidí por ella. La Lumix GX9 anunciada recientemente no está protegida contra las inclemencias del tiempo, sólo tiene una ranura de imagen y es demasiado pequeña para según que objetivos. Por otro lado, la OM-D E-M1 II de Olympus, su principal competidora, tiene un año más en el mercado y cuesta trescientos euros más.
La tengo en casa desde hace una semana y un día. Le he ido probando en distintas condiciones. Ni que decir tiene que no esperaba otra cosa que un buen rendimiento. Pero os pongo algunos ejemplos de distintas situaciones.
Con el 12-40/2,8 compone un equipo equilibrado, de cierto tamaño, pero notablemente más compacto y ligero que en un equipo réflex de formato APS-C o formato completo y con muy buena calidad de imagen. Recordemos que sus focales equivalen a un 24-80 en formato completo.
Un objetivo que uso poquito, que me costó un cantidad ridícula de dinero, no llegaba a 100 euros en un outlet, y que tiene una calidad de imagen bastante buena, es el Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH. Es tremendamente ligero, y suma su propio sistema de estabilización al incorporado en el cuerpo de la cámara. Sospecho que lo voy a usar más. Recordemos que sus focales equivalen a las de un 70-200 en formato completo.
La primera mañana que lo tuve me lo llevé al trabajo, e hice fotografías al amanecer con altas sensibilidades. También algunos interiores. Y algún retrato a mis compañeras que no pongo porque no les apetece salir en público. Con el compacto pancake Lumix G 20/1,7 ASPH. Que es una focal equivalente a un 40 mm en formato completo. Alguna de las fotografías están realizadas a ISO 5000.
Otras situaciones...
Probando el efecto cortina de agua disparando a 1/4 de segundo a mano alzada...
Comprobando la discreción de la cámara en modo reportaje...
Intentando que funcionase con un adaptador a Canon EF con el EF 200/2,8 L USM... No funcionó el enfoque automático, aunque la foto se hizo... a ISO 12800...
En la exposición dedicada a Giorgio de Chirico en el Caixaforum... En interiores, a f/1,7 y una velocidad de obturación de sólo 1/15 de segundo, pude usar una sensibilidad de sólo ISO 200...
Y por último, una curiosidad. En situaciones en las que el sujeto es estático, tiene un modo en el que captor de imagen de 20 megapíxeles va realizando microdesplazamientos permitiendo obtener imágenes de alta resolución. Según la configuración, se pueden obtener fotografías de 40 u 80 megapíxeles. Comprobad recortes al 100% de un "retrato" de la veterana Olympus OM-D E-M5 que ahora pasa a la reserva activa.
Quizá no se vea exactamente al 100%... pero os podéis hacer una idea del asunto.
En fin... ya iréis viendo fotos. En una semana estaré probándola en Roma... ya os contaré.