En la pecera
¡Que pena que dos de los pececillos ya hayan fenecido!
¡Que pena que dos de los pececillos ya hayan fenecido!
Las artes dialogan entre sí. Se influencia unas a otras. Se prestan lenguajes, conceptos, formas. Aunque cada una de ellas tenga un idioma propia, que puede ser mutuamente comprensible o no con los de las otras. La fotografía tomó prestado en sus inicios muchos de los conceptos de la pintura, como la principal y más difundida arte visual conocida hasta el momento. Hasta que fue desarrollando su propio lenguaje y sus propios términos. El cinematógrafo nació como fotografía en movimiento, y por lo tanto tomó prestadas de la misma muchas de sus claves hasta que desarrollo ese idioma específico y propio que tan magníficas obras maestras nos ha ofrecido en los últimos cien años. Y conforme se hizo adulto, independiente, empezó a devolver ideas a realimentar a la fotografía con nuevas ideas y conceptos, enriqueciéndola. Hoy en día está relativamente de moda hablar de fotografías con un estilo muy "cinemático" o "cinematográfico".
Pero de lo que voy ha hablar aquí y ahora es de otra cosa. En estos días atrás, se ha estrenado en nuestro país IDA, drama dirigido por PAWEL PAWLIKOSKY, con dirección de fotografía de RYSZARD LENCZEWSKI y LUKASZ ZAL. Un drama de la posguerra mundial, a principios de los años 60, en el que se repasan algunas de las cuentas pendientes que la nación polaca dejó sin pagar durante el duro conflicto mundial, en el que fueron uno de los países que pagó un precio más alto.
Una de las cuestiones que más sorprenden en esta película son algunas de sus elecciones formales y artísticas. Antes de comentar nada os dejo el tráiler de la misma, que os dará una idea del aspecto visual del filme.
ATENCIÓN: El tráiler es útil para hacerse una idea de la fotografía, pero quizá destripa demasiado. Aunque algunas de las cuestiones esenciales de la película.
Como podéis ver, dos cuestiones llaman la atención a primera vista. La elección del formato del fotograma, el llamado formato académico 1,37:1 (aproximadamente similar al 4:3 en fotografía, y al de los televisores antiguos), y la opción por el rodaje en blanco y negro. El trabajo cinematográfico en su vertiente combinada artística y técnica es tarea de dos. De tres en este caso, en el que encontramos dos directores de fotografía. El director del filme ha de tomar las principales decisiones creativas. El planteamiento inicial del estilo visual de la película, los movimientos de la cámara, los encuadres, lo que se ve y lo que se intuye. El director de fotografía contribuye con la parte más técnica, aunque no carezca en absoluto de responsabilidad creativa y artística. Ha de escoger con mimo los materiales de filmación, la iluminación, interpretar el estado de ánimo que ha de transmitir la producción. Y por supuesto coordinar el conjunto de profesionales técnicos que permiten que esto sea posible.
En este caso, se opta por cámara estática. Los movimientos de cámara son escasos y muy cuidados. Composiciones muy cuidadas, verdaderas fotografías en blanco y negro propias de una época y de un estado social y político, que se convierten en el escenario en el que los caracteres interaccionan y desarrollan el drama. Característicos encuadres en los que vemos a los personajes, especialmente a Anna, el principal, en la parte inferior del fotograma como aplastada por todo lo que lleva encima, incluso aunque lo ignore. Y una exquisita gradación de grises, sin estridencias, con detalle perfecto en cada una de las luces y las sombras de la imagen. Una metáfora quizá del detalle fino que debemos buscar en cada uno de los personajes del filme, cada uno con sus luces y con sus sombras.
Nada hay superfluo en el tratamiento de la imagen de este filme, verdadero tratado en 80 minutos de fotografía en blanco y negro. Encuadres clásicos, encuadres simétricos, encuadres más arriesgados cuando tocan, la filosofía del "menos es más". Ni un elemento superfluo en la toma.
Para los aficionados a los detalles más técnicos, decir que la fotografía de la película ha sido realizada con material digital, creo que con cámaras ARRI de la gama ALEXA. Mostrando de paso que con un buen trabajo de posproducción es posible conseguir un bello blanco y negro saliéndose de las tecnologías habituales de la película argéntica. Ya me gustaría a mí conseguir fotografías en blanco y negro con una gradación de grises tan delicada a partir de mis archivos digitales. Quizá todo sea cuestión de aprender mejores técnicas y practicar hasta que duela.
En los últimos años hemos podido contemplar cómo el cine en blanco y negro sigue siendo una posibilidad importante. Desde luego el referente más inmediato para esta película en los aspectos visuales puede ser, aparte de la inspiración en las películas y fotografías de época, pueda ser DAS WEISSE BAND (LA CINTA BLANCA) de MICHAEL HANEKE, otro drama de época que nos sobrecogió notablemente. Pero hay un cierto número de película que a cualquier aficionado al cine le vendrán a la memoria. Un poco más atrás en el tiempo recordamos SCHNDLER'S LIST (LA LISTA DE SCHINDLER), y más recientemente, con temática bélica, la sobrecogedora NANJING! NANJING! (CIUDAD DE VIDA Y MUERTE). En otro saco meto THE ARTIST, que nació como homenaje a una época del cine. En el cine patrio, FERNANDO TRUEBA nos ofreció el delicado y sutil blanco y negro de EL ARTISTA Y LA MODELO, y notable éxito de crítica y público tuvo la más castiza BLANCANIEVES. Incluso TIM BURTON impuso el blanco y negro a su FRANKENWEENIE, entretenida película de animación mediante la técnica del stop motion, en la que se utilizaron CANON EOS 5D MARK II para su fotografía principal.
Como vemos, el blanco y negro no está muerto. Sólo necesita encontrar su momento, su motivo y su artista. Y todos los aficionados a la fotografía, y a las artes visuales en general, lo agradeceremos constantemente.
Reseña de la película en mi CUADERNO DE RUTA.
Algún día os hablaré de mi historia de amor con la LEICA CL, y de cómo me condicionó mi forma de entender la fotografía desde el año 2002 hasta la fecha. Lo cierto es que recuerdo perfectamente que cuando en el año 2009, en un viaje por Suiza, vi en el escaparate de un comercio en Berna uno de los modernos modelos OLYMPUS PEN digitales, pensé que tal vez el concepto que representaba aquella veterana cámara de los años 70 del siglo XX podía estar de regreso.
Sin embargo, hubo que esperar unos meses hasta que PANASONIC, dentro del mismo protocolo MICRO CUATRO TERCIOS, sacase al mercado la PANASONIC LUMIX DMC-GF1 para comprobar que el concepto que a mí en su momento me convenció podía estar ahí, con tecnología digital. Llegó al mercado acompañada de un objetivo estándar de 20 mm f/1,7, equivalente a una focal de 40 mm en el formato 135, y que bien podía considerarse el sucesor del SUMMICRON-C 40/2 que acompañaba a la CL. Pequeño, luminoso y con excelente calidad óptica.
No tardó mucho en anunciar la marca japonesa otro objetivo, desarrollado en esta ocasión con la prestigiosa alemana, el LEICA MACRO-ELMARIT 45/2,8, ofreciendo por lo tanto una pareja de objetivos que acentuaba más todavía las semejanzas con la vieja CL, con no pocas ventajas añadidas.
Como se puede ver en la fotografía anterior, que corresponde con mi ejemplar. Un tercer objetivo vino a hacer compañía a los dos anteriores. Un gran angular, extremadamente compacto, un 14 mm f/2,5, equivalente a un 28 mm en formato 135, que algunos pensamos que hubiera sido todavía más atractivo si hubiera sido equivalente a un 24 mm, para alejarse más de la focal estándar. Pero con un precio muy atractivo, una calidad más que razonable, y siendo muy, muy, muy discreto, se le podía perdonar.
Por supuesto, además de estos objetivos, que son los que se adaptan bien a mi forma de concebir la fotografía, especialmente cuando salgo de viaje, admite los diversos objetivos de focal variable de la marca, que nunca me han interesado, y toda la gama de objetivos compatibles de OLYMPUS, así como de otras marcas independientes. No sólo eso; con los adaptadores adecuados puede montar un sinnúmero de objetivos antiguos e incluso clásicos, con resultados diversos. Yo dispongo de un adaptador a bayoneta M de LEICA, que me permite usar los de esta marca o compatibles. Incluidos los de rosca con un adaptador intermedio entre la rosca de 39 mm y la bayoneta M.
Además de su compacto tamaño, que viene dado por el tamaño de su sensor de imagen, una cuarta parte que el llamado de "formato completo", pero mucho más competente que los minúsculos sensores de las cámaras digitales compactas, también tiene algunos aspectos convenientes. PANASONIC fue pionero en admitir varios formatos en sus cámaras digitales. Así, en el momento de la toma uno puede optar por una imagen en los formatos cuadrado (1:1), 4:3, 3:2 y 16:9. Es cierto que esto lo hace recortando el tamaño base del sensor, que es de formato 4:3. Una solución más elegante hubiese sido que se hubiese conservado la diagonal del área aprovechable en el sensor, como sucede con sus compactas de gama alta de la serie LX, salvo para el formato cuadrado. Pero, no se puede pedir todo. Así que los 12 megapíxeles del formato 4:3 se reducen a unos 9 megapixeles en el formato cuadrado. Pero en general el sistema es conveniente.
El primer viaje importante que hice con ella fue a París, y allí comprobé que las cámaras que no disponen visor óptico consumen bastante más batería y que conviene llevar a mano una de repuesto para echar el día. Más si te vas a París en invierno. Se le puede adaptar un visor electrónico, además de usar la pantalla trasera, para componer la imagen. Pero el modelo que admite esta cámara no tiene una gran calidad.
La posibilidad de adaptar objetivos de OLYMPUS hizo que cuando salió al mercado el 45/1,8 de esta marca, me fijase en él de inmediato. Mucho más ligero que el macro firmado por LEICA, de gran calidad óptica, más de un paso más luminoso, y con un precio más que razonable. Con él se aprovecha mejor la cámara en viajes, mientras que el macro es más adecuado para salir a la naturaleza. Se pueden conseguir desenfoques selectivos mucho más eficaces.
Una de las quejas más frecuentes que se han vertido sobre el estándar MICRO CUATRO TERCIOS es que al ser un sensor más pequeño el APS-C y el llamado "formato completo", se defiende peor en condiciones de baja luminosidad. Sin embargo, considero que la gente exagera mucho con las condiciones de luz en las que quiere tomar sus fotos, o son especialmente aficionados a fotografiar gatos negros en carboneras con las ventanas cerradas a medianoche. Es cierto que se nota más ruido electrónico a altas sensibilidades que con otras cámaras. Pero se puede usar incluso a 1600 ISO, ya que el ruido, en condiciones de foto impresa a tamaños habituales, hasta DIN A-4, es perfectamente admisible. Veamos algunos ejemplos de una estancia en la italiana y universitaria ciudad de Bolonia.
Otra de las cuestiones que se les ha achacado a estos equipos es la falta de reactividad. Un enfoque automático lento y retardos al disparar. Sinceramente, creo que el valor más importante para conseguir la fotografía adecuada tiene más que ver con la capacidad de anticipación del fotógrafo. Y para eso hace falta visión y experiencia. En cualquier caso, yo soy una persona de fotografiar tranquilo, reposado, y por ello esa posible desventaja nunca la he notado, si es que existe de forma apreciable. Entendámonos. No estamos hablando de un equipo para cubrir la final de un campeonato deportivo o para hacer safarís fotográficos. Pero siempre es posible encontrar el momento oportuno para hacer una foto en la que hacen falta reflejos.
Desde este punto de vista, si algo echo de menos, pero en general en todos los equipos digitales con enfoque automático, es algún dispositivo que permita enfocar por zonas, según escalas de profundidad de campo, que es una forma en que realmente se va rápido. Y algún método electrónico debería haber. En las compactas de la serie LX de PANASONIC y sus equivalente D-LUX de LEICA lo hay.
Tras tres años de buenos servicios algo quedó claro. La cámara está bien concebida, pero las tecnologías asociadas al sistema estaban un poco verdes cuando la compré. Las sucesoras de la serie GF de PANASONIC fueron cámaras mucho más sencillas, más pensadas para el aficionado sin pretensiones que para un fotógrafo que guste de un equipo ligero pero con altas posibilidades de gestión. Y la evolución de los sensores para captar la imagen también ha dado algún paso de gigante. Por ello, para mis viajes, sustituí en su momento esta cámara por una OLYMPUS OM-D E-M5 de la que hablaré en otra ocasión.
Pero en estos momentos esta GF1 se ha convertido en la cámara ideal para llevar siempre conmigo. Ocupa muy poco en la bolsa de bandolera que suelo llevar con otros objetos, y suele estar siempre preparada con el 20/1,7. Lo mismo da que en los paseos por la ciudad, que en las oportunidades que surgen en cualquier lugar, incluso en un sitio tan aburrido con el centro de trabajo. Desde luego es mucho más versátil y proporciona más calidad que cualquier compacta y que cualquier teléfono móvil. Estos últimos sólo tienen una ventaja. La conectividad permanente que permite enviar la imagen a distancia tras la toma. Por lo demás, una cámara estupenda para llevar a cuestas sin que te pene.
Y además he descubierto una nueva función. El campo de visión del 20/1,7 en formato cuadrado (1:1) es muy similar al de las cámaras de formato medio de 6 x 6 cm con el objetivo estándar de 80 mm. Si estas no disponen de fotómetro, aquí tenemos un que cumple perfectamente su misión.
Seguramente, en los catálogos de diversas marcas encontramos hoy alternativas similares, que dan todo el sentido a estos equipos por encima de los pesados y conspicuos equipos réflex. Todo es buscarlos y probarlos. Aunque no sé si alguno de ellos me parecerá nunca tan simpática como esta GF1.
VIVIAN MAIER ha aparecido varias veces en los artículos dedicado a fotografía de mi CUADERNO DE RUTA. Y esta es la primera vez que os la presento en estas páginas. Algo que está sucediendo es que son diversos los medios que están dedicándose a investigar en esta niñera, que de forma discreta, se dedicó a documentar las calles de las ciudades donde vivió, con un estilo característicos, y con un nivel fotográfico propio de algunos que son considerados como maestros.
El pasado día 28 se estrenó en el INTERNACIONAL CENTER OF PHOTOGRAPHY de Nueva York el largometraje documental FINDING VIVIAN MAIER, que se irá estrenando poco a poco en el resto de Estados Unidos, y sobre el que espero que haya alguna forma de verlo en el resto del mundo.
Mientras tanto, por qué no echar un vistazo al vídeo que nos ofrecen en THE ART OF PHOTOGRAPHY, en inglés, subtitulable al modo de youtube, y que nos da algunas claves para entender la obra de esta desconocida artista en vida.
Terminaré esta primera entrada, con uno de las primeras clases con tomas en estudio, de retrato, en los que nosotros mismos, los alumnos ejercimos como fotógrafos y como modelos. Recuerdo que fue una clase divertida, aunque comenzamos un poco intimidados. Al fin y al cabo, como grupo, no nos conocíamos previamente. Pero poco a poco nos relajamos y fueron saliendo algunas cosas.Siendo esta la primera entrada en esta nueva aventura en internet, parece lógico empezar por el principio. Aunque compré mi primera cámara "seria" en 1989, una Pentax P30N con un objetivo de las misma marca SMC-A 50/2, fue en el otoño de 1992, con mi vida profesional ya encarrilada, cuando decidí que tenía que aprender de forma reglada las bases de mi afición fotográfica.
Para ello, me inscribí en uno de los cursos que organizaba, y organiza todavía, la GALERÍA SPECTRUM de Zaragoza. En aquellos momentos esta galería organizaba la formación en fotografía de la siguiente forma. Tenía cuatro cursos, Básico 1, Básico 2, Avanzado 1, Avanzado 2, que en el plazo de dos años, o al ritmo que el alumno desease, ofrecían las bases para el trabajo como fotógrafo, o en el caso de un aficionado, para poder ejercitar su afición con cierta calidad. Aparte, organizaba cursos o seminarios sobre temas específicos, en los que profundizaba en estos temas. Yo me apunté al curso Básico 1.
Como se puede ver en las fotografías anteriores, las cámaras que se utilizaban mayoritariamente, y a pesar de que el enfoque automático se había ido imponiendo poco a poco comercialmente, eran sencillas cámara de enfoque manual, con objetivos estándar de 50 mm u objetivos de focal variable del tipo 28-70 mm o similares, de calidad básica. La profesora, Nati Gascón, solía invitarnos a usar las focales fijas y los equipos más sencillos, si disponíamos de ellos.
Eran momentos en lo que básicamente nos peleábamos con los conceptos más técnicos, como la medición o la profundidad de campo, dejando un poco de lado los aspectos estéticos y competitivos. Se trabajaba con negativos en blanco y negro que revelábamos y ampliábamos nosotros mismos en las clases. Agfapan 100 e Ilford HP5 Plus, según se necesitase más o menos sensibilidad, reveladas en Rodinal 1+50.
Tras la primera salida colectiva por el Parque Grande para conocer lo básico, entre los primeros carretes tuvimos momentos también de ir por la ciudad paseando con más libertad, buscando temas y preocupándonos por la composición. Que es lo que al fin y al cabo nos pedía el cuerpo. El mobiliario urbano, las manifestaciones ciudadanas, las posibilidades gráficas o dinámicas de la antigua estación de Zaragoza El Portillo todavía en funcionamiento. Le quedaban algo más de 10 años antes de desaparecer.
Eran los momentos en los que se estaba estableciendo y afianzando una afición.
Terminaré estmismos, los alumnos ejercimos como fotógrafos y como modelos. Recuerdo que fue una clase divertida, aunque comenzamos un poco intimidados. Al fin y al cabo, como grupo, no nos conocíamos previamente. Pero poco a poco nos relajamos y fueron saliendo algunas cosas.
Aquel fue el principio. A partir de aquí, en estas páginas, sin un orden definido, según convenga, os iré contando distintos aspectos de mi afición por la fotografía y otras artes visuales.Un saludo, Carlos Carreter.