Con una cámara, un objetivo macro y un iPad ¿quién no tiene algo de esto o parecido en su casa?
Uno de los problemas que tiene lo de la fotografía tradicional con película fotográfica es que, a pesar de todo, también queremos enseñar las fotos por internet. O retocarlas en nuestros programas de edición favoritos. Muchos caemos en procesos mistos, físicoquímicos + digitales.
Llevar a digitalizar, o escanear, los negativos a los comercios usuales he comprobado últimamente que es un deporte de riesgo. Te puede pasar cualquier cosa, con los negativos o con los archivos de imagen que te entregan en el CD/DVD. No he probado canales profesionales. Que supongo que serán mucho mejores y fiables, pero mucho más caros.
En los últimos tiempos, tengo más o menos resuelto el tema con un escaner plano de sobremesa Epson Perfection V600 Photo. Da una calidad razonable. Eso sí. Por mucha resolución espacial teórica que pueda dar, me conformo con el límite de los 2400 píxeles por pulgada. Algo menos de 950 píxeles por centímetro. Eso me da unos archivos de algo menos de 4 megapíxeles para la Canon Demi EE17 (medio formato, 24 x 18 mm), algo menos de 8 megapíxeles para la película tradicional (24 x 36 mm), o algo menos de 20 megapíxeles para la Fuji GS645S Professional (formato medio, 54 x 40,5 mm). En el caso de los fotogramas grandes no esta mal, pero con los fotogramas más pequeños va un poco justito. Usable, pero justito.
Y tienen otro problema. Al contrario de los escáneres dedicados de película, que han de ser apreciablemente más caros para ser realmente mejores, y mucho más caros si han de admitir la película de formato medio, no se ajusta el enfoque de la célula que escanea respecto a la distancia a la película, y ahí hay pérdidas de nitidez. No escandalosas, especialmente si la película queda bien plana, pero pueden estar ahí. Especialmente si la estabilidad dimensional de la película es floja y se curva.
Tras leer el artículo “Fotografía de andar por casa” de Manu Muñoz en el blog de Sales de Plata, donde se apañaba con una cámara réflex, una caja de tetrabrik vacía y el teléfono móvil, y tras investigar por ahí otras opciones, este fin de semana de viento fresco lo he dedicado a probar el invento, sin tetrabrik, y sustituyendo el teléfono móvil por un iPad, que me parece más cómodo. Os muestro fotos de la instalación.
Utilizo un portanegativos de los que uso en el escáner plano, un iPad, y pongo un poco de distancia con unas cajitas de diapositivas. Esto es por dos motivos; para que en todo caso los píxeles de la tableta esté desenfocados y sean un luz difusa, y por la comodidad a la hora de colocar la cámara y el objetivo.
Como cámara uso una Olympus OM-D E-M5, con una buena pantalla trasera articulada, y con nivel electrónico para garantizar la horizontalidad del sensor, y que quede perfectamente paralelo respecto a los negativos. A distancia de trabajo macro, cualquier pequeña variación puede provocar una pérdida de nitidez. Como objetivo, un Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS. Diafragma a f/8, para aumentar la profundidad de campo ante pequeñas desviaciones de la horizontalidad de cámara o película. A ese diafragma el viñeteo es nulo. Y no hay distorsión apreciable en la imagen. Disparo con temporizador, para evitar trepidaciones, ya que la exposición, a 200 ISO, la más baja posible, es de uno poco segundos.
Aquí vemos el portanegativos, en este caso uno de la “secta” de los lomógrafos”, que es menos aparatoso que el original del escáner, y además permite sacar también hasta las perforaciones de la película. Imprescindible una buena pera de aire que hay que usar a fondo para eliminar por completo el polvo de los negativos. Esta es de Giotto.
Hasta aquí el aparataje, y os podéis hacer una idea de cuál es la forma de proceder. De esta forma obtengo unos archivos de algo más de 16 megapíxeles. Eso sí, sea cual sea el tamaño del negativo de origen. No he probado, pero con los negativos más grandes, podría sacar varios archivos parciales de cada uno, y luego ensamblarlos para una resolución mayor. Ya veré si lo hago. Tampoco siento la necesidad.
Fueron los primeros que probé. No forcé la maquina y con cada uno de ellos utilicé la mitad del archivo. Así que el tamaño aprovechable es de unos 8 megapixeles. Menos que los casi 20 que conseguí con el escáner plano de Epson. Pero mucho más nítidos. Una vez familiarizado con el proceso, sin problema podré usar integralmente los 16,1 megapixeles que ofrece la cámara.
Con una archivo DNG que ocupa menos que los TIFF de 16 bytes del escáner plano, el procesado posterior en Adobe Lightroom para ajustar luminosidad y contraste es pan comido.
Eso sí, donde no hay plata no hay nada que hacer. Y este negativo que está ligeramente subexpuesto, tiene sombras sin textura que no se pueden rescatar. Pero es culpa mía por subexponer en el momento de la toma.
En cualquier otro escenario, una alternativa perfectamente razonable al escáner plano. Salvo por el tamaño de los archivos que es menor. Claro que ya he dicho que podría optar por hacer cuatro tomas parciales de cada negativo y obtener una resolución mayor.
Ahora vamos a pasarnos al otro extremos. Repetiremos el proceso con negativos de la Canon Demi EE17, alguno de los cuales también está visto por aquí digitalizado con el escáner plano de sobremesa.
En esta ocasión, el proceso se ha de realizar con mucho más cuidado, porque para llenar el archivo digital con el fotograma de 24 x 18 mm (es la quinta parte que los anteriores), hay que enfocar a una distancia mucho más corta y con más precisión para evitar pérdidas de nitidez por no estar la película y el sensor perfectamente horizontales y paralelos.
Un negativo que es la quinta parte del tamaño que el anterior, con una cámara de 1966, frente a la cámara y el objetivo Fuji de los años 80, tiene una calidad intrínseca menor. Su capacidad para ser ampliado es mucho menor. Lo cual es algo a tener en cuenta.
A eso hay que sumar que las fotografías del puente de Brooklyn están tomadas con una agradable luz de un 1º de octubre, con buen tiempo, y aquí estamos ante otras tomadas en una tarde lluviosa y poco luminosa de finales de noviembre. Las primeras con diafragmas de trabajo de f/8, óptimos, y estas a f/1,7.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, tengo la sensación que en este caso el resultado final es apreciablemente mejor que con el escáner plano. Y tras recortar un poquito los laterales, tienes unos archivos de entre 8 y 12 megapíxeles frente a los menos de 4 megapíxeles de la técnica anterior.
Sin embargo, tiene un inconveniente. Con el portanegativos doble del escáner Epson, puedes dejar a escanear 24 negativos de una tacada, y mientras hacer otras cosas. Sin embargo, con esta técnica hay que ir dedicando cuidadosa atención a cada uno de ellos. El proceso total no dura mucho más, quizá menos, pero no puedes estar haciendo otras cosas.
Finalmente, el artículo de Manu Muñoz, cuya página web había olvidado enlazar, señala que sólo utiliza su técnica de digitalizado casero con negativos en blanco y negro. Los negativos en color vienen con su máscara naranja, y puede ser complejo corregir y conseguir un buen equilibrio de color.
Yo he osado el proceso con unos negativos de 1990, de una excursión a primeros de noviembre al cañón de Añisclo. Fotografías tomadas con una Pentax P30N y un SMC-A 50/2. Si no recuerdo mal.
Las primeras pruebas me han costado de afinar. Y algunos colores, como los rojos no los he llegado a equilibrar correctamente.
Poco a poco, los resultados han ido mejorando, aunque esta parece un poco pasada de amarillo.
En un momento dado, he ido consiguiendo rescatar, evitando saturaciones excesivas, los colores propios del otoño en los Pirineos. Aunque aquí también me parece notar una dominante cálida excesiva.
Mientras que esta vista de las proas de los Sestrales está un poco fría. Pero bueno, todo es cuestión de ir aprendiendo a valorar correctamente el color, y sacrificar en un momento aquellos colores menos representado en favor de los que dominan la imagen. El escáner Epson de sobremesa hace un mejor trabajo corrigiendo automáticamente.
Evidentemente, una película bien expuesta, de buena calidad, y correctamente digitalizada puede dar unos resultados excelentes. Pero los mejores escáneres de película cuestan un riñón. Veo por ahí algunos Flextight de Hasselblad con precios entre los 15.000 y los 24.000 dólares. Está claro que con mi cacharrito de menos de 300 euros no se puede conseguir lo mismo. Pero combinando este en alguans ocasiones con mi fiel Olympus y el estupendo Panasonic macro firmado por Leica, se pueden llegar a conseguir resultados bastante honorables, que me siguen animando a seguir haciendo fotografías con película. Porque las cámaras de antaño tienen un no sé qué, qué se yo, que no lo tienen las modernas digitales. Es el tacto, es el sonido, es el rito, es la pedagogía que les acompaña,… lo que sea, pero no es lo mismo.
Vamos allá con las recomendaciones de esta primera semana completa de 2015. Recomendaciones que son muy variadas, difíciles de organizar con cierta coherencia temática. Así que iré de una en una. Las fotografías que traigo hoy son consecuencia de una mañana de sábado en la que se juntan tres circunstancias: tengo que hacer de canguro para mi sobrino de cinco años, a mi sobrino le apetece jugar con sus regalos de navidad, a mí me apetece hacer fotos. Llegados a un entente, encontramos un entorno en el que los dos participamos y nos divertimos. Porque ambos pusimos nuestro granito de arena para hacer y seleccionar las fotos.
Mi primera recomendación habla de las fotografías que hizo WILLIAM SACHTLEBEN en sus viajes con sus compañero THOMAS ALLEN. Estas gentes fueron pioneros en los viajes en bicicleta por todo el mundo, y en su equipaje no faltaban las primeras KODAK BROWNIE, precursoras de todas las cámaras de aficionado y de todas las cámaras para rollo de película de la historia, y que contribuyeron a difundir la fotografía como afición de masas. Las características fotografías redondas de los primeros modelos nos muestran los exóticos lugares a los que llegaron estos viajeros.
El mundo de la moda está indisociablemente unido al mundo de la fotografía. En estos momentos no se puede concebir la primera sin la segunda. Pero DINA LITOVSKY se acerca a ese mundo, a la FASHION WEEK de NUEVA YORK con interés documental en su serie FASHION LUST. Lo que sucede es que nos muestra una colección de imágenes documentales que rivalizan en glamour con las de las modelos de los desfiles que documentan.
En el mundo musulmán no es frecuente que las mujeres destaquen en casi ningún ámbito por las constricciones a las que están sometidas. Pero no quiere decir que no estén ahí y tenga ambiciones y cosas que decir. A través de las redes sociales se ha ido haciendo un hueco la marroquí ZAHRIN KAHLO, que hace su vida a caballo entre ITALIA y MARRUECOS. Fotografía diversa aunque con predominio del retrato y del autorretrato, muy íntimos en ocasiones, lo cual sorprende más dado su origen sociocultural. Valiente e interesante.
Uno de los TUMBLRs que últimamente seguía bastante para conocer nuevas fotografías y nuevos fotógrafos era el de MARK PETER DROLET, un fotógrafo en sí mismo interesante. Dicho blog, muy dinámico, era una forma excelente de difundir el trabajo de muchos fotógrafos. Pero aunque parece que este blog no tenía interés comercial, alguna queja ha hecho que TUMBLR lo cierre. Una pena. E incomprensible la cortedad mental de quienes se quejan y de los administradores de este gestor de blogs. Pero bueno, hay otros muchos ejemplos de cómo los nuevos gigantes de la comunicación humana toman decisiones arbitrarias y absurdas, no precisamente para bien de la libertad de expresión o para la difusión de la cultura. Seguramente no cierran ninguno de esos blogs donde los autores no aportan nada propio ni personal, sólo pijadas sin sentido. Tampoco digo que lo tengan que hacer. En fin. La última recomendación que obtuve de este blog fue sobre MALERIE MARDER, una fotógrafa cuyas imágenes cargadas de bastante sensualidad, exploran el cuerpo humano y las relaciones, habiendo trabajado entre otros proyectos entre las prostitutas de diversas partes.
El paisaje es una disciplina que siempre me interesa. Y esta semana he encontrado unos muy interesantes del fotógrafo griego PETROS KOUBLIS, de aquellos que rodean la ciudad de ATENAS, paisajes que difícilmente asociadas a la caótica urbe griega.
Y vamos a algunas recomendaciones colectivas.
En FRANCIA, concretamente en PARÍS es toda una institución el STUDIO HARCOURT, que desde hace 80 años, el más viejo estudio fotográfico activo del mundo viene retratando con un estilo particular y fácilmente reconocible a todo tipo de gentes, pero que recoge gracias a su prestigio una importante colección de retratos de celebridades francesas e incluso de todo el mundo. Especialmente del mundo de la cultura y el arte. Parece que se quieren internacionalizar, y ahora nos ofrecen una selección de retratos de personalidades también del mundo del arte y la cultura del gigante chino. Inconfundibles, los retratos de HARCOURT, tantas veces imitados. Eso sí, no debe ser nada barato hacerse una foto en sus instalaciones.
Seguimos con el retrato. El número 70 de FRACTION MAGAZINE, que coincide con ser el primer número de esta revista en línea en el año 2015, nos ofrece una selección de retratos contemporáneos, FACES OF FRACTION. Yo creo que hay algunos realmente interesantes.
Sin embargo, de los seis trabajos que nos muestra el número 15 de FRACTION MAGAZINE JAPAN, los dos que más me han interesado tienen que ver con el paisaje. Por un lado esta TOWARDS THE MOUNTAIN de ASAKO NARAHASHI, una visión propia del MONTE FUJI, que a ratos nos recuerda a los grabados de HOKUSAI, y por otro lado nos transmite las sensaciones derivadas de la ascensión al monte. Por otro lado está el trabajo I de AKIKO KIMURA, una "i" que podemos decir que proceden del nombre del color índigo; la fotógrafa nos trae por lo tanto paisajes de todo el mundo en los que predomina este color.
Vi el anuncio hace unas semanas. Dentro de unos días se estrena la versión televisiva de 12 MONKEYS (12 MONOS), una película del siempre peculiar TERRY GILLIAM. Esta es una película que cuando se estrenó me pareció que no estaba mal, y que conforme he revisitado de vez en cuando en vídeo ha aumentado mi consideración por ella. He descubierto nuevos matices, me he metido más en sus detalles argumentales, en sus paradojas relacionadas con el viaje en el tiempo, en su reflexión sobre el determinismo, un determinismo fundamentalmente físico. Y por supuesto, sonriendo ante dichas paradojas, virtualmente irresolubles sin un deus ex machina, que en esta película no existe. Afortunadamente. Prefiero la debilidad de unas paradojas irresolubles en una historia que el recurso al deus ex machina, recurso argumental por el que nunca he tenido mucho aprecio fuera de la tragedia griega de hace veintitantos siglos.
No confío mucho en la adaptación televisiva que se nos viene encima. Parece que va a estar basada en general en la historia de la película, pero con variantes, necesarias para darle un nuevo rumbo. Desde luego no es una continuación, la película implicaba un cierre total del arco argumental, sin resquicios, y por lo tanto estaremos ante una nueva historia basada en aquel universos, en la que probablemente habrá muchas más paradojas, peor llevadas y esas cosas. Pero le daré una oportunidad, porque nunca se sabe. Y por ello, en estos días de vacaciones, volví a ver la película protagonizada por un buen BRUCE WILLIS y una atractiva y competente, como me ha gustado siempre esta señora, MADELEINE STOWE.
Pero también volví a ver la película en la que se basa el largometraje de GILLIAM. Efectivamente, el trabajo de GILLIAM no es original del todo, ya que se basa fuertemente en un cortometraje del francés CHRIS MARKER de 1962; LA JETÉE.
¿Por qué traigo a estas páginas dedicadas sobre todo a las fotografía esta película? Porque LA JETÉE no es un filme al uso. La historia no se nos cuenta mediante fotografía animada, cinematografía, al uso. La historia se nos cuenta a base de fotografías fijas, en blanco y negro. Al modo de las viejas fotonovelas que leían nuestras madres y nuestras abuelas, pero bien y proyectado sobre una pantalla, y sustituyendo los bocadillos de los diálogos propios del medio impreso, por la voz en off de un narrador. Creo que merece la pena dedicar los 28 minutos que dura el cortometraje, porque está muy bien, porque tiene muchos elementos para la reflexión, incluso más que los de la película de GILLIAM.
Hay que considerar que en 1962 la guerra mundial y sus estragos estaban todavía muy presentes en el imaginario colectivo, y que el mundo se encontraba en plena guerra fría y en plena psicosis de miedo ante lo nuclear. Por otra parte, la ciencia y la tecnología empezaba a avanzar a pasos agigantados y cualquier cosa era imaginable para un futuro... Suma todos estos factores, y entenderemos mejor los porqués de esta pequeña joya, que surge en un momento muy activo y dinámico del cine francés, lleno de NOUVELLE VAGUE y cine experimental.
Desde luego hay muchos elementos de LA JETÉE que fueron trasladados a 12 MONKEYS. No solo en el plano argumental. También en el visual y en el musical. Al fin y al cabo algunas de las piezas de ASTOR PIAZZOLA que aparecen en 12 MONKEYS nos recuerdan al tema dedicado a la chica protagonista de LA JETÉE por TREVOR DUNCAN.
Como está disponible en YOUTUBE, os lo dejo aquí puesto. Espero que os guste.
No sé cuantos de estos propósitos de año nuevo voy a publicar. Es que todavía no me los he planteado todos. Me refiero a los que tienen que ver con el mundo de la fotografía. Pero hay uno que lo tenía claro hace tiempo. Nunca he sido muy aficionado al uso del flash, y eso puede estar limitándome.
Desde hace tiempo, no me gusta ir cargado. Me molesta el peso. Eso ha ido haciendo que vaya reduciendo el tamaño y el peso del equipo con el que hago fotografías. Y que con carácter general, aunque tengo varias unidades de flash, no las uso. "Un trasto más, más peso y más bulto". Pero a lo peor me paso y debería considerar el irme poniendo algún día con algunas técnicas útiles con este accesorio.
De momento me he puesto en casa. Nada de salir por ahí de momento cargado con un chisme más. Sabéis que de vez en cuando os presento aquí materiales de fotografía. Cámaras de mi pequeña colección de cámaras mecánicas de antaño u otros chismes. La mayor parte de las ocasiones fotografío la cámara en el salón de casa, sobre una mesa que sitúo junto al ventanal del balcón, con alguna tela, generalmente oscura, como fondo. Los ventanales del salón de casa están orientados al norte, por lo que está garantizada la luz uniforme y difusa. Hasta ahora rellenaba las sombras del lado contrario a la fuente de luz con una cartulina blanca. Veamos un ejemplo.
Como veis, el resultado no está mal, pero las posibilidades en su conjunto resultan limitadas. Por otra parte, en muchas ocasiones, conseguir profundidades de campo que cubran el objeto de interés implican tiempos de exposición muy prolongados, lo cual puede ser engorroso. O usar un ISO alto, lo cual puede llevar a una cierta pérdida en la definición y una disminución en la dinámica de la exposición, obligando a controlar mucho más los contrastes.
En estos días atrás tuve la ocasión de hacerme de segunda mano con un pequeño flash para CANON EOS, el SPEEDLITE 90EX. La CANON EOS 5D MARK II que uso eventualmente como cámara réflex digital no lleva flash incorporado. Desde hace ya bastantes años dispongo también de un SPEEDLITE 420EX, que no está mal, aunque tiene un poco el problema de que no permite su ajuste manual. Sólo funciona en automático. Eso sí, pudiendo regularse su potencia con un sistema de compensación de la exposición desde la cámara. Lo que necesitaba era algo que me permitiese usarlo desconectado de la cámara. A ser posible, sin cables. Y el pequeño 90EX me lo permite.
Veamos por ejemplo, como resultaría una fotografía de la HASSELBLAD 503CX con el DISTAGON 50/4 montado, y el SONNAR 150/4 de escolta. A la "HASSEL" le llega por su izquierda la luz del 420EX, mientras que por su derecha le llega la luz natural de la calle. El 90EX no interviene en la exposición; su destello se limita a desencadenar el del 420EX. La luz principal resulta la de este último flash, mientras que la luz de la calle haría de relleno de la sombras.
La fotografía está hecha con un EF 70-210/3,5-4,5 que además incorpora un tubo de extensión KENKO de 20 mm, para acortar su distancia mínima de enfoque. El índice de exposición es de 200 ISO, que desde mi punto de vista es el óptimo para esta cámara aunque admita alguno menor, la cámara está en modo prioridad de diafragma con una subexposición introducida de -1. Eso define la exposición para las zonas no afectadas por el flash. El flash, el 420EX va recubierto con un papel translúcido para suavizar la luz, se encuentra a sólo medio metro de la cámara fotografiada, cerca para que la luz se más envolvente. La exposición es automática TTL, y no se introduce ninguna corrección a la misma. El valor del diafragma es de f/16, para conseguir una amplia profundidad de campo que abarque las características más importantes de la "HASSEL". El tiempo de exposición es de 3,2 segundos. Largo, pero no en exceso. Entraba luz por el ventanal, pero no exceso, ya que se trataba de las últimas horas de las cortas tardes de invierno.
El resultado no está mal, aunque creo que tengo que controlar el contraste a la baja en un futuro. Sobre todo porque a otro tipo de bodegones este nivel de contraste no les sienta tan bien.
Veamos ahora otra imagen, donde vamos a jugar con distancias más cortas.
Los ajustes de la fotografía son similares a la anterior. Lo que cambia es que he sustituido el objetivo por el COSINA 100/3,5 MC MACRO. Como la tarde avanzaba, el tiempo de exposición global es de 8" lo que permite que el efecto de la luz que entra por la ventana se note en el lado izquierdo de la fotografía. Pero aquí ya me planteo que, dado que no hay un fondo que iluminar, me hubiese venido bien un reflector por ese lado para conseguir un efecto similar, quizá con una luz menos azulada, que no queda mal, todo sea dicho, y disminuir el tiempo de exposición. El valor de la apertura del diafragma, f/16, me pareció suficiente en el momento de la toma. Pero al analizarla a mayor ampliación, vemos que la marca de la cámara "HASSELBLAD", que pretendía que estuviese totalmente enfocado al igual que la escala de distancias de enfoque del objetivo, pierde nitidez conforme llegamos a la última sílaba de la marca. Una apertura de f/22, la mínima de este objetivo, hubiese sido más conveniente.
Para las últimas pruebas cambié de objeto fotografiado. Uno más pequeñito que la mastodóntica "HASSEL". Así que utilicé el objetivo de fabricación soviética en los años 50 para rosca L39, el INDUSTAR-22, cuyo aspecto es el de una copia del ELMAR 50/3,5 de LEICA, pero cuya óptica es más bien la de un TESSAR de CARL ZEISS.
El COSINA MACRO, por sus propios medios, tiene una magnificación máxima de 1:2. Es decir, en el fotograma de 3,6 cm de ancho, cabe un objeto de 7,2 cm. El diámetro del INDUSTAR es menor, por lo que para conseguir rellenar el fotograma hubo que ayudar al objetivo con un dos tubos de extensión de 12 y 20 mm respectivamente, haciendo un total de 32 mm. Los tubos de extensión no consiguen grandes magnificaciones con los teleobjetivos, pero en este caso fueron suficiente para la visión que quería yo del frontal del objetivo. Nuevamente me he quedado corto de profundidad de campo, ya la escala de diafragmas del objetivo, en la parte superior, aunque legible está ligeramente desenfocada. Un f/22 hubiera sido más conveniente. El flash 420EX está bastante cerca del objetivo fotografiado para conseguir una iluminación envolvente, pero todavía se aprecia en el lado izquierdo de la fotografía el efecto de luz del ventanal. Con algún problema, claro. El COSINA MACRO es un objetivo de concepción tradicional. Para enfocar de cerca, mueve todo su grupo óptico hacia adelante, lo que tiene dos efectos. Se conserva su longitud focal de 100 mm, pero se pierde luminosidad en el camino. Pérdida de luminosidad que se ve agravada por los 32 mm añadidos por los tubos de exposición. A pesar de que las condiciones de luminosidad no han variado tan apenas con respecto a la fotografía anterior, en lugar de 8 segundos de exposición he necesitado 15 segundos. Necesito un reflector, o un flash secundario de relleno, si quiero tiempos de exposición más razonables. Porque ya digo que además hubiera necesitado cerrar un paso el diafragma para conseguir la profundidad de campo deseada.
Vamos con una última prueba. En esta ocasión nos acercaremos más todavía.
El COSINA MACRO alcanza la magnificación de 1:1, es decir un objeto de 3,6 cm ocupa la anchura total del fotograma, cuando le acoplamos la lente de aproximación que venía como accesorio de serie. Es una lente de 3 1/3 dioptrías, que cuando se monta en la parte delantera del objetivo reduce su distancia focal efectiva de 100 mm a 75 mm, y su distancia mínima de enfoque de 45 cm a 30 cm, consiguiendo la escala de reproducción mencionada. En esta ocasión introduje el diafragma más cerrado que permite el objetivo, un f/22, renuncié a la mayor parte de la acción de la luz que entraba por el ventanal, reduciendo en manual el tiempo de exposición a 4 segundos, y acerqué todo lo que pude el flash para aumentar la acción envolvente de su luz. Mantuve los 32 mm de extensión de la configuración anterior, aunque a estos niveles, hacen poco. Nuevamente la profundidad de campo es escasa. Lamentablemente, el COSINA MACRO, que era un objetivo barato, de fabricación en plástico muy sencilla, pero sorprendentemente honesto en sus prestaciones ópticas para su precio, no cierra más. Habría que probar otras técnicas de exposición múltiple y reconstrucción de la imagen mediante capas en un programa de edición de imagen para conseguir abarcar con nitidez todo el objetivo. También sigo echando en falta un reflecto para aclarar un poquito las sombras. Se nota ligeramente la acción del ventanal, pero demasiado sutilmente.
Bueno. He empezado a aprender cosas. O cosas que sabía pero no había puesto en marcha, he empezado a aplicarlas y a comprobar cuales son las fortalezas y los límites del material del que dispongo. Por lo menos una cosa está clara. La compra del SPEEDLITE 90EX de segunda mano por un precio que me parece más que razonable, prácticamente un ganga, me parece ahora un acierto. ¿Por qué lo vendería el tipo que me lo vendió? Porque parece que es un accesorio propia del sistema sin espejo de CANON que no tiene flash incorporado... No sé. No le pregunté.
Llevo unos días dándole vueltas a la idea de cambiar la forma de mis recomendaciones semanales. Quizá menos fotógrafos o fotografías recomendadas, pero con un poquito más de comentario y recursos complementarios. Al principio la idea me vino por que no siempre voy bien de tiempo para redactar este artículo. Pero luego pensé que esa idea tenía un aspecto positivo y otro negativo. El positivo es que aumentaría la profundidad de los artículos. El negativo es que no necesariamente me ahorraría tiempo; probablemente al contrario. Selecciona dos o tres temas o fotógrafos de interés, repasa la obra, selecciona enlaces o fotografías,... No sé. Seguiré pensando en ello. Todo es cuestión de plantearlo como un trabajo de la semana que culmina el domingo por la mañana y no como un trabajo del domingo por la mañana. De momento, aquí traigo mis recomendaciones habituales, acompañadas de mis primeras fotografías del 2015, que no son gran cosa; simplemente fruto de un paseo en una mañana soleada. Quizá demasiado soleada para un interés fotográfico.
En las últimas semanas/meses he hablado en diversas ocasiones de STEPHEN SHORE a propósito sobretodo de su exposición en la FUNDACIÓN MAPFRE de MADRID. Esta semana he encontrado un artículo sobre enseñanzas que se pueden obtener estudiando la fotografía de este interesante fotógrafo. Por cierto, sabía que habitualmente ha venido usando cámaras de gran formato, pero que en alguna de sus más célebres series había utilizado alguna cámara sencilla para fotografías con aspecto de instantáneas comunes, de las que "cualquiera" podría hacer. Esa cámara que usó para la serie AMERICAN SURFACES fue una coqueta ROLLEI 35.
NAN GOLDIN es una fotógrafa muy compleja, que ha reflejado en su obra una vida todavía más compleja y llena de conflictos. Esta semana he encontrado una entrevista, con algunas de sus fotografías, que le hicieron en 2002 y que nos permitirá conocer un poco mejor su forma de pensar y de fotografiar. ¿Por qué será que tantos artistas norteamericanos no se siente profetas en su tierra?
En otro sitio también nos hablan del trabajo precoz de otro fotógrafo, en blanco y negro. Se trata de SAUL LEITER, un fotógrafo de siempre pero que está siendo redescubierto en los últimos años, quizá porque su carácter retraído había hecho que pasase relativamente desapercibido. Lo cierto es que tiene fotografías magníficas. Que visión tenía este hombre.
Se oye hablar de vez en cuando de la ESCUELA DE HELSINKI. En algún sitio he leído hablar de esta escuela como si fuera un movimiento o refiriéndose con tal denominación al conjunto de fotógrafos fineses actuales, o que se desenvuelven en aquel país. Seguid el enlace anterior y comprobaréis que es un lugar real. Que los que se forman en dicha institución tengan además características comunes, eso es otra cuestión. En cualquier caso, esta semana me he encontrado con una representante de esta escuela, AINO KANNISTO. Como otras fotógrafas de renombre, ha optado por colocarse a sí misma ante su propio objetivo, no tanto como sí misma cuanto para representar historias, emociones, sentimientos, de una forma ciertamente cinematográfica. Se puede encontrar un cierto número de fotógrafas en todo el mundo que afrontan su trabajo de forma similar, pero no todas me gustan por igual. Creo que en el caso de esta finesa, merece la pena pararse a mirar su trabajo.
Me gusta el paisaje. Y me gustan los paisajes de HAYATO WAKABAYASHI, que nos muestran en su serie VANISHING la fuerza de los elementos naturales, portencialmente destructivos, bien sean volcanes, el mar, combinaciones de ambos u otros elementos... Lo que me parece es que con la orografía, la geología y los riesgos a los que se ve sometido el país nipón, no haya más fotógrafos del país del sol naciente interesados por el tema. Tiene otras series interesantes en las que la naturaleza es siempre importante.
El 70% de la superficie del planeta está cubierto por agua (que no es lo mismo que la tonta que a veces se oye de que el 70% del planeta es agua). Pero solo un minúsculo porcentaje de ese líquido precioso para la vida es apto para el consumo. La fotógrafa ANSLEY WEST, en su serie SEVEN RIVERS, reflexiona con sus imágenes sobre lo que puede suponer la crisis actual derivada de la contaminación y el cambio climático de cara a la disponibilidad de esa agua para toda la población. Nuevamente la fotografía de paisaje al servicio de la reflexión social y política. Conviene repasar su página web, puesto que hay otras series diversas y muy interesantes.
Finalmente, una fotógrafa más que ha apuntado su objetivo sobre el mundo de la adolescencia. La particularidad de esta consiste en dos cosas. En que ella misma hasta hace nada ha formado parte de ese grupo de edad. Y la segunda, en que a mí me parece que sus fotografías tienen más calidad técnica y estética que otros fotógrafos jóvenes que se han puesto de moda en los últimos tiempos. Se trata de CHARLOTTE ABRAMOW.
Esto esto por ahora. La semana que viene más. Las recomendaciones de esta semana proceden de: