Desde mediados de diciembre a esta parte se han incorporado a mi biblioteca unos cuantos libros de fotografía que se me estaban acumulando sin haber registrado en estas páginas su llegada. Así que hoy voy a hacer un repaso a estas novedades, aunque sea de forma sumaria.
Las fotografías acompañantes son del sábado pasado, un día en el que las circunstancias nos llevaron a acercarnos en familia al pueblo de Aragón, 50 kilómetros de Zaragoza, para apoyar a una amiga cuyo padre había fallecido... Como fui con mi hermana y mi sobrino de casi siete años, me encargué la mayor parte del tiempo que estuvimos allí de pasear con el pequeño por el pueblo. Y nos llevamos una camarita digital. Las fotografías que pongo a continuación están tomadas indistintamente por uno de los dos. Algunas están procesadas con más intensidad y otras están prácticamente tal cual salieron de la cámara,... y no están necesariamente más procesadas las del peque que las mías. ¿Cuál es de quién?
This is not a map
Lo comenté hace un tiempo. Me enteré de la existencia de una iniciativa editorial denominada This is not a map. Traducido al castellano, "Esto no es un mapa". Bajo la forma de un desplegable similar a los de los tradicionales mapas de carretera, se nos ofrece un trabajo fotográfico de un determinado fotógrafo, localizado en un determinado lugar, sea una población, una región o un país. Podéis ver la colección completa de los que hay publicados hasta el momento en este catálogo.
Compré dos. Montalivet de Hervé Szydlowski está localizado en una colonia nudista en el sur de Francia, en el departamento de la Gironda, no lejos de Burdeos, que ha atraído la visión de distintos artistas al igual que ha aparecido en alguna película que otra. Yo conocía los retratos realizados en ese lugar por Jock Sturges y Mona Kuhn. Szydlowski hace una aportación más, con su propio punto de vista, ligeramente más cerca del trabajo de Sturges, aunque no sea más que por el blanco y negro y el aprovechamiento de la luz. Aunque son obras claramente distintas.
El segundo, Texas de Rémi Noël, está localizado como podéis imaginar en el gran estado del sur de los Estados Unidos de América, y tiene un cierto sabor a reportaje clásico de carretera, en riguroso blanco y negro, si no fuera porque de vez en cuando nos sorprende con las apariciones en el encuadre de un pequeño Batman y otros personajes en miniatura de plástico.
La iniciativa es curiosa, económica, 16 euros la unidad, obviamente no es de esperar la calidad de impresión de libros de factura más noble, y es un poco de engorroso de hojear porque se despliega a un tamaño de 100 x 150 cm aunque plegaditos no abultan nada en la biblioteca.
The Photography Workshop Series
Ya he comentado en otras ocasiones la adquisición de algunos de los volúmenes de la serie The Photography Workshop Series de la editorial Aperture. Si el volumen de Alex Webb y Rebecca Norris Webb estaba dedicado a la fotografía documental o callejera y a la imagen poética, especialidades de cada uno de ellos, y el de Todd Hido nos sumergía en su intimista forma de abordar el paisaje, la fotografía de interiores y el desnudo, lo dos que me faltaban complementan la visión que a través de estos seminarios en forma de libro nos ofrecen estos magníficos fotógrafos.
Y es que los otros dos volúmenes de la colección se los debemos a dos grandes. Larry Fink trata especialmente los conceptos de composición e improvisación, dos de las características fundamentales de la obra de este fotógrafo, cuya obra pudimos contemplar hace un par de años en una exposición muy interesante en Zaragoza.
El segundo de ellos es especialmente emotivo, porque es casi un libro póstumo. Editado el año pasado, en él Mary Ellen Mark nos habla del retrato y del momento. Tenemos que recordar que Mark falleció el pasado mes de mayo de 2015 a los 75 años, habiendo estado en activo desde la segunda mitad de los años 60 del siglo XX. Muy comprometida con su sociedad, también nos regaló retratos inolvidables del mundo del cine y del espectáculo.
Entre los cuatro, constituyen un curso avanzado de conceptos fotográficos que merece la pena tener en la biblioteca.
Islas
Curioso e interesante el libro de Salva López, Illa (isla en catalán). Es un libro muy intimista, con una encuadernación casi artesanal, muy espartana, en el que los pliegos que constituyen las páginas del libro están sin cortar. De tal modo que a la vista quedan fotografías en blanco y negro de un estancia del fotógrafo en la isla de Lanzarote, tras una ruptura sentimental. Escondidas de la vista quedan las fotografías en color de la convivencia con la mujer que fue su pareja, fotografías en color, muchas de ellas tomadas también en diversas islas, por todo el mundo, en las que vivieron su relación.
A criterio del propietario del libro queda la decisión de liberar o no las páginas ocultas, un hoja afilada y un poco de cuidado situarían al libro en su condición esperada, o de respetar esta ocultación. Quizá entrever de refilón las fotografías oculta. Yo de momento no he cortado los hojas. Pero si que he atisbado entre los pliegues...
IYL - If You Leave Magazine
Desde hace ya un tiempo vengo siguiendo los tumblelog de If You Leave Magazine, tanto la galería principal con el Showcase. A través de la primera va mostrando el trabajo de fotógrafos contemporáneos, de todo el mundo, cuya obra se puede encontrar por internet. En el segundo, trae enlaces a artículos de otros medios relacionados con la fotografía contemporánea, complementando el panorama de la misma, tal y como la entienden sus responsables.
En los dos últimos años han publicado en papel sendos volúmenes, que dan sentido a ese nombre de "magazine", revista, y que en estos momentos venden conjuntamente. Pero lo que es más interesante es que cada volumen, además de la revista con entrevistas y artículos sobre los autores publicados, vienen con un conjunto de láminas con fotografías de los mismos. No son de alta calidad, pero también el precio es muy ajustado, 25 euros. No está mal, para ver qué tendencias reconocen en estos tiempos.
Cumpleaños feliz
Todos los años, a final de enero, llega el momento en que formalmente me cae un año más. Sensación falaz dado el carácter continuo del tiempo que hace que el mismo se acumule en cada instante, y hace tiempo que cuando cumplimos un año más nos encontramos más cerca de esa edad que de la que confesamos oficialmente. Pero las costumbres y tradiciones son como son... y lo que no suelen ser es racionales. Este año me han llegado algunos libros. Comentaré dos, relacionados directamente con la fotografía.
Por un lado, Zaragoza Antigua, recopilación de fotografías de la que es mi ciudad de nacimiento y residencia realizada por Salvador Trallero, en las que vemos como era la ciudad de antaño. Las fotografías proceden de distintos archivos históricos, bibliotecas y hemerotecas, y comprenden fotografías que van desde mediados del siglo XIX hasta los años 60 del siglo XX, quizá haya alguna de los 70... No todas están correctamente identificadas o datadas; supongo que el autor habrá transcrito fielmente lo que conste en los archivos de procedencia. Está bien... es simpático el libro. Trallero tiene su propia editorial, Sariñena Editorial, y es un inquieto preocupado de preservar la memoria de la ciudad y de Aragón, aunque su profesión de origen es pastelero.
El otro libro,... el otro libro,... hay que entrenar pesas para manejarlo con soltura. Porque es un grueso y pesado volumen de la editorial TeNeues denominado Elliott Erwitt's Kolor. Y este es una demostración de que hay gente que realmente sabe lo que me gusta. Si bien Erwitt es conocido sobre todo por su obra documental en blanco y negro, siempre llena de humor, también ha utilizado el color. Y yo soy de los que opina que lo de que la fotografía en blanco y negro es más auténtica y mejor es un prejuicio, que la fotografía en color puede ser bellísima y llena de intención, y que los coloristas precoces del siglo XX me encantan. Así que iré a buscar mi trípode, el de hojear libros enormes, y me pondré a contemplar un rato las fotografías de este magnífico libro.
Allí me encuentro con dos personas, fotógrafos aficionados, buenas gentes que conozco de Fotógrafos en Zaragoza, May Bazán y Alex Delgado. En algo hemos coincidido esa mañana, los tres llevamos nuestras cámaras para película tradicional. Aunque yo esa mañana no haré fotos. Por la tarde será otro cantar... y caerán un par de Fujifilm Superia 200 que no sé muy bien porqué tenía por casa, porque siendo una película bastante agradable de usar, no es de mis favoritas
Durante la conversación con May y Alex me informa que en un comercio de Zaragoza, uno de los pocos que quedan dedicados a la fotografía de forma exclusiva y con cierta variedad de servicios, tienen carretes caducados a 50 céntimos el carrete. Me hago el propósito de pasar a mirar.
Unos días más tarde me paso y veo que tienen tres tipos de carretes. Veo unos Fujifilm, negativos en color, pero de cartucho APS... es decir, inútiles para mí desde todo punto de vista... También veo unos Kodacolor Gold, creo que eran de 400 ISO, negativos en color asimismo, pero de solo 12 exposiciones por carrete. En estos momentos, con las tarifas de precios de los laboratorios que uso yo, me parece una tontería. Practicamente sale lo mismo revelar y escanear 12 que 24 que 36 exposiciones... Nah... Y por último encuentro unos Agfa CT Precisa 400, de 36 exposiciones, de los que decido llevarme unos cuantos.
Primer error relativo. Hubo un tiempo en que era fácil distinguir las películas negativas en color de las diapositivas. Agfacolor, negativos; Agfachrome, diapositivas. Fujicolor, negativos; Fujichrome, diapositivas. Perutzcolor, negativos; Perutzchrome, diapositivas. Kodacolor, negativos; Kodachrome, diapositivas. Estas últimas especiales. Las diapositivas de Kodak para revelado estándar E6 se llamaban Ektachrome. Bueno. Creo que lo habéis pillado. No te equivocabas. Si en el nombre comercial aparecía el sufijo "color" eran negativos en color, mientras que si aparecía el sufijo "chrome" eran diapositivas en color. Pero en un momento dado, cuando yo ya me sumergí en la fotografía digital, esta política más o menos universal de nombres comerciales cambió. Y no me dí cuenta que la gama Precisa era descendiente de las Agfachrome y no de las Agfacolor, como yo pensaba. Me llevé diapositivas en color... No es un drama. Yo he hecho muchas diapositivas a lo largo de me vida. Pero reconozco que hoy en día son más adecuados los negativos.
En la fotografía de la locomotora del Harz se pueden apreciar algunos de los problemas de usar diapositivas. Su latitud de exposición, concepto no igual pero con alguna similitud con el rango dinámico del mundo digital, es muy baja comparada con los negativos en color. Eso quiere decir que se lleva muy mal con las situaciones de alto contraste. La Provia 100, una de cuyas versiones se sigue comercializando, la Provia 100F, era de uso general, de colores naturales, no excesivamente saturados, aunque no tenía la latitud de exposición de alguna hermana suya pensada para el mundo del retrato, y era de contraste más suave. Pero entre el intenso color negro de la locomotora y el cielo cubierto pero mucho más luminoso que el suelo, la fotografía está en el límite de la usabilidad.
Otro problema es que las diapositivas llevan peor el paso del tiempo. Cuando una película fotográfica caduca, y va pasando el tiempo, su capacidad de reproducir correctamente los colores se pierde, y también puede verse alterada su sensibilidad. La gracia de usar película caducada es que estos "problemas" se pueden usar con fines creativos, y a quien lo consigue. Pero no me hizo gracia comprobar que mis experimentos tendrían que ser con película diapositiva. En fin. A lo hecho, pecho. Cargué un carrete de Agfa CT Precisa 400 en la Canon EOS 100, le puse el Sigma High-Speed Wide 28 mm 1:1,8, un objetivo muy moderno en su momento, yo lo estrené en Escocia en 1996, con alguna lente asférica, que lamentablemente no funciona con las EOS digitales modernas desde el modelo EOS 10D a esta parte, y me fui una tarde a probarlo.
Y he aquí los resultados...
Los resultados que me llegaron desde Carmencita Film Labs fueron muy desalentadores. Tiene una perdida de sensibilidad de por lo menos un paso. En lugar de a su sensibilidad nominal de ISO 400 debería haberla expuesto a índice de exposición entre 100 y 200. Y como veis en la imagen anterior hay un falta de saturación importante de los colores.
Presenta un grano muy marcado, aunque esto era esperable para una diapositiva de 400 ISO, y más si queda subexpuesta. Y hay un desplazamiento de los tonos cromáticos importante. El "Precisa" del nombre comercial ha saltado por los aires por completo.
Además, como podéis ver, las imágenes han quedado como un queso de Gruyère. Todas llenas de agujeritos. Raúl de Carmencita Film Lab, siempre tan atentos, me sugieren una explicación a este fenómeno que reproduzco:
"Como indicaste en nuestro order form, el carrete E6 esta muy caducado por eso veras que aun habiendo procesado el carrete desde el escaneado hasta la post edición han salido algunas dominantes y muy poca información en las sombras.
También han salido unas manchas circulares en toda la película. ¿El carrete ha sido conservado en la nevera? Pensamos que pueden haber sido gotas de agua condensada por la humedad durante mucho tiempo dentro del chasis."
Yo suelo conservar los carretes en el frigorífico y nunca me había pasado, así que supongo que dependerá de las condiciones de conservación previas...
Cuando uno usa carretes caducados debe saber que se expone a factores incontrolados en los resultados... Pero como digo siempre está la fortuna del azar. En mi caso ha sido mala fortuna. Los resultados son demasiado,... "feos"... y no voy a usar los otros carretes que compré. A 50 céntimos la pieza, poca es la pérdida.
En cualquier caso, la enseñanza está clara. Si queréis arriesgar usando carretes caducados, adelante. Pero no lo uséis para un trabajo importante. Dadles un sentido lúdico. Si luego obtenéis un buen resultado, mejor para vosotros.
El fenómeno comercial de la "lomografía" ha hecho confusas algunas cosas. Esta gente de Viena que se hicieron con los derechos de ciertas marcas de la antigua Unión Soviética se han "apropiado" de todo aquello en fotografía que "huela" a "baja calidad", para convertirlo en un fenómeno "hipster" y "postmoderno". Y muy rentable para ellos, que venden artículos de escasa calidad a precios claramente excesivos. Pero lo cierto es que antes de que ellos pusieran de moda la fotografía "lo-fi", de "low fidelity"... es decir de baja calidad, hubo un sin fin de productos fotográficos, en general cámaras hechas de plástico y sin mucho cuidado para venderlos por cuatro pesetas, en todas partes. Ya os conté en su momento mis andanzas con la cámara de Indiana Jones.
Recuerdo que cuando viajamos a Estambul, conocimos a un tipo con el que tomamos algún chisme que cuando viajaba no cargaba con equipo fotográfico. Era 1992 y no existía lo digital, ni los teléfonos móviles realmente móviles. En aquel momento, en cualquier destino turístico podías comprar una cámara de plástico por unos pocos dólares y carretes fotográficos en abundancia. Aquel tipo se compraba una de estas cámaras, hacía sus fotos y la tiraba a la basura cuando terminaba el viaje. No acarreaba más material fotográfico en su equipaje que los carretes realizados en el viaje de vuelta. Por aquel entonces salieron al mercado las cámaras de un solo uso, que no eran más que el reconocimiento a esta forma de andar por el mundo.
En todo este maremagnum, conocíamos la existencia de las Holga y otras marcas de cámaras chinas que tenían la peculiaridad de utilizar película de medio formato. Estas tenían sus ventajas y sus inconvenientes. La ventaja es que para un tamaño de copia requerido era necesario ampliar menos el negativo. Y también se ampliaban menos los defectos. Como consecuencia, fotografías que exhibían numerosos defectos, pero que tenían más calidad que los aparatos malos de 35 mm. El inconveniente es que la película de medio formato salía más cara. Menos exposiciones por carrete y más caro el revelado y las copias.
Luego estaba el característico aspecto de las fotografías tomadas con una Holga tradicional de medio formato y negativo de 6 x 6. Fuerte viñeteo, zona central razonablemente nítida pero imagen muy degradada en los bordes, y si tenías suerte (buena o mala dependía del sentido "artístico" de cada cual), alguna invasión de luz en la cámara oscura del aparato con "efectos especiales" impresvisibles. El caso es que algunos fotógrafos serios empezaron a interesarse por aquellos aparatos, a usarlos y a sacarles partido. Ahí tienes a David Burnett realizando una parte de su trabajo periodístico con una Holga 120N. O a Susan Burnstine, más dedicada a la fotografía como una de las bellas artes, que empezó jugando con Dianas y Holgas, y ha acabado construyéndose sus propias cámaras de plástico para película tradicional. Pero nada de esto tiene que ver con el estilo de fotografía que proclaman los "lomógrafos". Burnett puede permitirse el lujo de fotografiar al vicepresidente de los EE.UU. y candidato presidencial con una Holga. Pero desde luego su estilo de fotografiar no es "a la mecagüendiez", como proponen los vivales austriacos.
En el mes de noviembre, a pesar de la teórica bonanza de las cámaras de este tipo y del repunte en el uso de película fotográfica, la empresa fabricante de las Holga anunció que cesaba sus operaciones. Cielos... las Holga camino de convertirse en un clásico y yo sin ninguna en mi colección. Porque además una cosa distinguía las Holga de casi todas las cámaras impulsadas por los "lomográficos"... su precio es mucho más ajustado a la realidad de lo que ofrecen. Pero ahora seguro que suben los precios. De hecho, creo que ya están subiendo. Me metí en internet, busqué y encargué dos. Ya ha llegado una. Os hablaré de ella.
Se trata de la Holga 120WPC. Destripemos el nombre. Holga, la marca. 120, el tipo de película sensible que usa. WPC = Wide Pinhole Camera; Cámara super gran angular estenopeica. Sí. Una estenopeica. Yo esperaba que hubiese llegado antes del taller que os contaba hace pocos días. Pero llegó más tarde. Mala suerte. En el taller aprendimos que una de las buenas cosas de la fotografía estenopeica es que te puedes hacer tu propia cámara con materiales desechables. Pero no desechemos la posibilidad de utilizar este aparato. Os lo describo con fotos.
El día que llegó la cámara no necesité recogerla en la oficina de correos como de costumbre. Estuve enfermo unos días y me pilló el cartero en casa. Le alegró verme. Y me dio el pésame por el fallecimiento de mi padre,... hace más de un año,... Mi padre le cogía mis paquetes cuando yo no estaba en casa. Éramos vecinos, mi padre y yo, y el cartero lo sabía. Le tenía cariño a mi padre. Bueno... son las cosas de ser del barrio de toda la vida. Las buenas cosas.
Después de comer, como no tenía fiebre y me sentía animado, decidí probar la cámara sin salir de casa. Puse la máscara para 6 x 9 cm. Los negativos obtenidos realmente tienen 54 x 92 mm, lo que hace que su aspecto se parezca más al 16:9 de las televisiones que al 3:2 que sugiere lo de 6 x 9. Como me equivoqué al colocar el contador de exposiciones, no pude hacer las 8 exposiciones previstas, me tuve que contentar con seis.
Algunas de ellas, el "paisaje" desde mi balcón o de mi balcón.
Características típicas de la fotografía estenopeica. Profundidad de campo infinita y una nitidez que depende del tamaño relativo del estenopo. Con f/135, no se puede esperar un nitidez súper. Pensemos que alguna de mis cámaras caseras del taller tenían un f/500. Para un diámetro absoluto parecido. ¿Por qué? Porque aquellas tenían una distancia focal de entre 80 y 100 mm. El doble o más que los 40 mm de esta cámara.
También hice algunos bodegones... Uno de ellos, sin querer, por error también, con una doble exposición. Hay que acordarse de avanzar la película, si no superpones unas imágenes unas sobre otras.
Para un negativo de 54 x 92 mm, tenemos un ángulo de visión de unos 97 º, equivalente a una focal de unos 16 mm en el formato tradicional de 24 x 36 mm. Lo que nos produce dos efectos. El primero es un viñeteado muy pronunciado en los bordes, de causas diversas. Por ejemplo, aplicando la ley del coseno elevado a la cuarta potencia que predice la caída de iluminación en los laterales del campo. También porque si el estenopo es un f/135 para esos 40 mm de distancia al centro del negativo, en los extremos más distantes, con una distancia de 67 mm, sería un f/223. En el caso de haber usado la máscara de 6 x 12, con una distancia a los extremos más distantes de 77 mm sería un f/257. Son casi dos pasos de luz menos que al centro. Se nota también en que al contrario de lo que estamos acostumbrados, los bordes están más nítidos que el centro.
En interiores, con poca luz y con diafragmas tan reducidos, usando película negativa en blanco y negro, en este caso Kodak Tri-X 400, se plantea otro problema; el fallo de la ley de reprocidad. Si el fotómetro de mano que utilicé para medir la luz me daba que para f/32 y un IE 400 tenía que dar una exposición de 2 segundos, para f/133, que es aproximadamente 4 pasos más, no corresponde 16 segundos... sino... 2 minutos y me quedé ligeramente corto... Cuestión de paciencia, la fotografía estenopeica.
En cualquier caso, como averiguamos en el taller de fotografía estenopeica, este tipo de fotografía sirve para aprender o afianzar los concepto fotográficos básicos a base de bien. Una hora de uso es como un curso intensivo y avanzado de fotografía básica. No sé... el caso es que cuando terminé de hacer las fotografías... me subió de nuevo la fiebre. Dejé los tarros como estaban... y hasta el día siguiente no revelé el carrete con las fotografías que veis aquí.
Bueno... esto de la fotografía estenopeica, continuará. Y ahora,... a ver si llega la segunda Holga.
Esta entrada es una adaptación personal de un artículo que escribí para el blog de Fotógraf@s en Zaragoza. Ambos tienen muchas cosas en común, pero también tienen diferencias. Principalmente porque las fotografías de esta versión son exclusivamente mías, mientras que en la anteriormente enlazada había fotografías y referencias a las de todos los participantes en el taller. Ya digo, esta es más personas.
Aquí os cuento como transcurrió el taller que Fotógraf@s en Zaragoza (Flickr; Facebook) organizó el pasado 16 de enero de 2016, en el que un grupo de afortunados afrontamos la aventura de practicar la fotografía en su estados más primitivo y puro; la fotografía estenopeica.
Pero antes de pasar a contaros el taller, vamos a explicar un poquito lo que es la fotografía estenopeica. Una cámara estenopeica es una cámara fotográfica que como cualquier otra es una cámara oscura en una de cuyas paredes interiores situamos una superficie sensible a la luz capaz de registrar una fotografía, mientras que en otra de ellas, en lugar de un objetivo, un sistema de lentes que deja pasar la luz y la dirige a la superficie sensible, lo que tenemos es un orificio muy pequeñito, muy fino. Este orificio sumamente estrecho, el estenopo, permite que la escena que se sitúa ante la cámara aparezca enfocada en toda su profundidad cuando se revela a partir de la superficie sensible.
El principal inconveniente que tiene este sistema es que la nitidez de la imagen no va a ser nunca tan elevada como los modernos sistemas ópticos que calzan las cámaras fotográficas desde hace décadas. Pero ya lo dijo Cartier-Bresson, la nitidez es un concepto burgués. Abajo la burguesía, viva la revolución... fotográfica. Por contra, la fotografía estenopeica tiene dos grandísimas ventajas. La primera es que cualquiera puede construirse su propia cámara por muy poco dinero, con objetos reciclados que normalmente irían a la basura. Veamos unos ejemplos.
Sip. Una caja de cartón y un par de latas de distintas formas, en cuyo interior hay una pieza rectangular de papel fotográfico tradicional, sellada contra las fugas de luz con cinta aislante negra, y con un obturador hecho también de cinta aislante colocada sobre el pequeño estenopo por el que pasará la luz en el momento de hacer la fotografía.
La segunda gran ventaja es que las fotografías que conseguimos son una mezcla de conceptos científicos, de sensibilidad artística y de azar, que no pocas veces escuchamos durante el taller denominar como "magia". Aunque hay mucha y buena ciencia detrás de estas fotografías. El arte es algo que tiene que salir de la imaginación y el ingenio de cada uno. El azar... es cuestión de suerte. Conviene poner nombre a las cámaras, sentirlas como algo vivo con quien mantenemos una relación; la "Naranjita", la "Chocolatera" o la "Canela". Es algo que pronto aprendimos de Beatriz Aisa, a quien tuvimos la suerte de conocer hace unos meses en una estupenda mesa redonda en la que tuve el privilegio de participar, y que tiene buena parte de "la culpa" de que el taller fuera un éxito, donde aprendimos y nos divertimos a partes iguales y en proporciones considerables.
Comenzó la mañana fría. Desplazarse hasta el Centro Joaquín Roncal en el que se celebró el taller a 3 ºC, pero con una sensación térmica de -3 ºC por culpa del cierzo, tan fiel a su cita de mediados y finales de enero en Zaragoza. Pero el buen ambiente humano y las colosales galletas de Caramina nos hicieron entrar en calor en un abrir y cerrar de ojos.
La mayor parte de la mañana, hasta el mediodía pasado, la dedicamos a construir nuestras cámaras. Todos habíamos llevado al menos una caja o un bote de cartón u hojalata a partir de los cuales improvisaríamos nuestros personales aparatos fotográficos, cada uno según sus preferencias.
Preparar el orificio donde colocaríamos la plaquita de aluminio con el estenopo, pintar el interior de la cámara con pintura negra mate para evitar las luces parásitas, lijar las plaquitas de aluminio para hacer más sencillo agujerear el estenopo, disponer el lugar donde colocaríamos el papel sensible a la luz sobre el que realizaríamos la fotografía,... De paso aprender cómo calcular la distancia focal de nuestro sistema, la apertura f/ equivalente de nuestro estenopo, la tiempo de obturación necesario para hacer la fotografía,... conceptos claves que muchas veces dados por hechos... porque vienen en las especificaciones técnicas de nuestras cámaras. En este caso teníamos que aprender a calcular las especificaciones de nuestras cámaras. Más adelante, cada uno habrá de aprender a diseñar su cámara para unas especificaciones dadas. En esta mañana nos iniciamos, pero queda mucho margen al aprendizaje.
Finalmente, con las cámaras preparadas, sólo quedaba una última operación antes de salir a fotografiar. Cargar las cámaras con papel sensible en el cuarto oscuro. Vamos,... en un baño sin ventanas. Y el papel es ortocromático, no es sensible a la luz roja, por lo que no es necesaria la oscuridad total. Una luz roja ilumina las operaciones y nos permite hacer alguna fotografía a pesar de la precariedad luminosa.
Una vez cargadas las flamantes estenopeicas, teníamos hasta las cinco de la tarde para hacer nuestras fotografías y comer. Para evitar tiempos de exposición muy largos, la mayor parte de ellas se hicieron a pleno sol, con tiempos de exposición entre los 20 y los 32 segundos. Pero algunas a la sombra precisaron tiempos de hasta cuatro minutos y aun quedaron oscuras.
Pero os dejo algunos momentos de ese divertido mediodía.
La última de las imágenes representa mi último intento. La cámara es la caja naranja. Debajo hay otra cámara en forma de tambor de Beatriz, que nos sirve de apoyo y para elevar el punto de vista, y sobre la "Naranjita" una cámara compacta que hace peso para evitar que una posible ráfaga de viento desplace la "Naranjita" durante la toma. Calculamos una tiempo de exposición entre 2 y 4 minutos, pero, como veréis más adelante, aun fue escaso.
Tras la comida, de vuelta a la tarea. Al cuarto oscuro para revelar las fotografías. Lo paradójico es que el cuarto oscuro lo montamos en el cuarto de ordenadores para edición ¡¡¡digital!!! del Centro Joaquín Roncal. A partir de ahí, la emoción de ver aparecer las imágenes en la bandeja de revelado, calcular a "ojímetro" el momento en que la densidad de los negros y las luces es la adecuada, y al baño de paro y luego al fijador. Todo un arte que hay que practicar con frecuencia para controlarlo.
Luego se lavan las copias, que quedan como negativos, Las fotografías finales aparecerán más adelante, cuando cada cual haya escaneado sus negativos y los haya invertido en el ordenador.
En estas dos últimas fotografías, que son la misma, se ve cómo a partir del negativo en papel que obtenemos, podemos obtener un positivo al digitalizarlo de algún modo. En este caso, simplemente fotografiando con una cámara digital, y posteriormente invirtiendo el resultado, tanto en los tonos, como volteando horizontalmente la fotografía. Al final del taller Beatriz intento obtener un positivo por contacto. Pero las posibilidades de regular adecuadamente la intensidad de la luz y el tiempo de exposición eran malas, y nos quedamos con la idea general de la técnica, sin conseguir una buena copia.
Y una vez narrada la historia del taller, que espero que os haya resultado interesante y os animéis a disfrutar de la experiencia cuando surja, sólo queda disfrutar de los resultados, En nuestro caso, como el original era un negativo, hemos digitalizado de alguna forma la imagen. En mi caso, sobre un escaner plano de sobremesa que hace un trabajo digno desde hace años.
De las tres cámaras que hice, la primera. la "Chocolatera", con una toma de una de las puertas del Pilar, no salió. Supongo que el estenopo se obturaría con el pegamento con el que adherimos la lámina de aluminio que lo contiene, impidiendo el paso de la luz.
Las otras dos sí que salieron.
En esta primera, mi la idea era retratara una de las majas goyescas del monumento a Francisco de Goya en la plaza del Pilar de Zaragoza. Al principio tenía algo de miedo a que dado que sólo estábamos a unos dos metros y medio o tres metros de la figura, pudiera quedar cortada la cabeza. Pero lo cierto es que la longitud focal efectiva de la cámara era menor de lo calculado, el ángulo de toma mayor, y aunque acerté a la hora de centrar verticalmente la figura, quedó amplitud de sobras. La imagen me parece agradable.
La segunda fotografía, con la "Naranjita", arriesgué un poco más ya que situé la cámara a unos dos metros de la escultura del muchacho observando la desaparecido Torre Nueva en la plaza de San Felipe. Antes habéis podido ver la fotografía con el dispositivo montado. También tuve cuidado de que no quedase la cabeza cortada, e intenté ajustar la altura de la cámara con cuidado. Me fue por los pelos, pero quedó bien encuadrado. En lo que llevábamos de mañana, habíamos estado fotografiando con sol, nos habíamos estado manejando con exposiciones de uno 30 segundos. Aquí estábamos a la sombra, lo cual implica al menos tres pasos de exposición de diferencia. Eso nos situaba en 4 minutos de exposición. Aun nos quedamos cortos a pesar de que nos cercioramos de la exposición con un fotómetro de mano. Supongo que, o bien el papel fotográfico tiene un fallo de la reciprocidad que hay que compensar, o mi estenopo era más fino de lo que calculé. Aun así, tras escanear la imagen quedó razable. Eso sí, con alguna luz parásita... cuyo origen no he podido desvelar.
Bueno... espero que os haya parecido interesante. A mi me lo resultó y mucho. Y ahora estoy pensando en cómo diseñar una cámara estenopeica que me satisfaga. Quiero una cámara que me permite colocar papel fotográfico de 20 x 25 cm totalmente plano, no quiero efectos panorámicos ni la curvatura de la proyección cilíndrica, con una visión gran angular, y un estenopo que me de una apertura relativa de aproximadamente f/250... Luego, lo usaría con papel fotográfico del tamaño mencionado que invertiría en el escáner, o buscaría el papel positivo directo de Ilford Harman para copias directas en papel baritado de buena calidad.
Hasta la próxima. Os dejo con una simpática foto de grupo mientras lavábamos las copias negativas obtenidas de las cámaras.
Aquí estoy como casi todos los domingos para ver lo que ha dado de sí, desde mi subjetividad y atendiendo a mis gustos y a lo que me llama la atención, la semana fotográfica. Como siempre, empiezo dejando el tablero de Pinterest de la semana, que viene muy, muy variado, con todo tipo de estilos fotográficos.
Si el viernes os contaba mis experiencias con la Cinestill 50D, he de decir que en la misma tanda de revelados iban dos carretes de Fujifilm Superia 200 que expuse en las tardes de noviembre, en un excesivamente benévolo otoño desde el punto de vista de las temperaturas. Estos carretes de Fujifilm vienen con el tono amargo de la decisión de Fujifilm de subir de nuevo sus precios, en una escalada que lleva ya un tiempo y que suponemos que terminará con su salida del mercado de la fotografía con película tradicional. Salvo los juguetitos de película instantánea Instax, que le deben seguir dejando pingües beneficios. Eso si, no se corta en publicitar sus "efectos" en sus cámaras digitales imitando las mejores películas de su catálogo, que si tan estupendas son (lo son), no sé porqué las está matando poco a poco. Bueno, la entrada de hoy viene ilustrada con algunas fotografías de esas Superia 200.
La semana ha estado marcada por una noticia triste. El mundo de la fotografía está de duelo por el asesinato en Burkina Faso de la fotógrafa francomarroqui Leila Alaoui, en un atentado masivo que los integristas islámicos hicieron en dicho país subsahariano. Son muchos los medios que se han hecho eco de la noticia. Yo os dejo el enlace al artículo de Quesabesde. Como bien nos cuentan en ese artículo, Alaoui no era una reportera de guerra. Su terreno de acción era más bien la etnofotografía, explorando con su obra el terreno de la diversidad cultural, las consecuencias de la inmigración y la situación de las poblaciones del mundo árabe. Muy triste.
Contrasta esta noticia con la frivolidad de otra de las noticias más comentadas de la semana. Una fotografía de una patata de Kevin Abosch fue vendida por más de un millón de dólares. No fue en una subasta, lugares donde se suelen alcanzar precios demenciales, sino en una venta directa. Este fotógrafo ha alcanzado grandes cotizaciones especialmente en sus retratos, atrayendo a una clientela entre el famoseo más pudiente, lo que hace que aún suban más los precios de sus trabajos. El tema ha aparecido en muchos medios, pero yo traigo la noticia desde PetaPixel, donde detallan la minucia del caso, y la comparan con cierto "fantasma" que alcanzó records de precio hace unos meses. Lo cual viene a insinuar que puede ser parte de una operación propagandística destinada a aumentar la recaudación del fotógrafo. Comparan el precio de la patata con el alcanzado por algunas obras de Edward Weston,... que a mí, sinceramente, me parecen muy superiores tanto estética como conceptualmente, incluso si se basan en "simplemente" fotografiar un hortaliza.
En Feature Shoot nos cuenta que Gregory Crewdson ha sacado a la luz pública una nueva serie de fotografías, Cathedral of Pines. Crewdson es conocido por sus complejas fotografías, con montajes complejos de iluminación y muy escenificadas, que inciden en aspectos de la vida urbana contemporánea. Sin embargo, en esta ocasión, sin perder la escenificación de la fotografía, estamos ante fotografías más directas, más naturales, aunque igualmente con una iluminación, natural en esta ocasión, y una composición muy muy cuidadas. Hay por ahí un libro de Crewdson que ya me ha hecho tilín en varias ocasiones... Lo que pasa es que tiene un precio...
Paisajes donde la luz y la composición tienen un poder de atracción notables. Interesado como sigo en la fotografía con película tradicional, sigo una serie de sitios en internet que hablan sobre ella y muestran el trabajo de gente que muchas veces son aficionados muy voluntariosos. Pocas veces se abren paso hasta esta sección semanal, pero me sirven para obtener ideas. Pero las fotografías invernales de Laurence Donoghue que han aparecido esta semana en Whattaroll realizadas en la ciudad de Kiruna en el norte de Suecia. Que sencillez, que luz y qué colores.
El comentario inicial sobre la muerte de Leila Alaoui nos ha llevado a mencionar a los refugiados de próximo y medio Oriente, inevitablemente vinculados a los conflictos armados abiertos en toda esta convulsa región.
Un reflexión sobre los refugiados es la que nos ofrece Gohar Dasthi en una serie de fotografías escenificadas en un entorno desértico y en las que se reflexiona sobre el hecho de quedar sin hogar, sin una espacio propio, si un lugar de pertenencia. Nos lo muestran en L'Oeil de la Photographie. Interesante el trabajo de esta fotógrafa iraní, ya que revisando su página web no es este el único trabajo interesante que tiene para enseñar.
Y en LensCulture nos cuentan la historia de Joanna Palani, tal y como la ve el fotógrafo danés Asger Ladefoged. Esta chica, poco más que una adolescente, nació en un campo de refugiados kurdos en Iraq, tras huir de las persecuciones étnicas en Irán. Llegó su familia a Dinamarca donde Joanna creció como una niña y una adolescente más de ese país. Hasta que en un momento dado abandonó el instituto y se fue a Siria para unirse a las guerrillas kurdas para combatir a los extremistas islámicos. ¿Qué lleva a una chica joven en un país de los que más calidad de vida ofrecen a irse a una guerra donde las probabilidades de morir son elevadas?
Cambiemos de tercio y metámonos en los terrenos en los que la fotografía se inserta en las corrientes actuales del arte contemporáneo. Por ejemplo, el iraní Ali Zanjani extrae de entre los fotogramas de películas en 16 mm que muestran el efecto de la electricidad estática sobre los cabellos de una chica jovencita, para obtener unas imágenes descontextualizadas que nos invitan a otro tipo de interpretaciones en función de la expresión de la joven, poco más que una niña. Lo hemos visto en L'Oeil de la Photographie. Un ejemplo interesante de apropiacionismo en el mundo del arte.
También ha habido varios medios que se han hecho eco del experimento artístico de la argentina Amalia Ulman. Yo os propongo que conozcáis la historia en PetaPixel. Esta chica simuló durante unos meses en Instagram su conversión en una "It Girl". Empezó a publicar imágenes de un estilo de vida lleno de glamour, pasión por la moda, el dinero, y el culto al aspecto físico. La chica es muy mona, pero incluso publicó fotografías que implicaban que se había sometido a un aumento de pecho quirúrgico. Todo falso. Fue un montaje previamente planificado con un principio, una desarrollo y un fin. Actualmente expone en Londres el resultado de su experiencia. Arte contemporáneo basado en la performance a través de Instagram. Una crítica potente a los constructos sobre la femineidad que imperan en las redes sociales. La chica consiguió varias decenas de miles de seguidores y numerosos "me gusta". A mí me parece una inteligente forma de emitir una crítica social... y las fotografías, imitando lo que se puede ver en internet, tienen una indudable calidad.
Steve McCurry ha actualizado recientemente su blog, y lo ha hecho trayéndonos fotografías de gentes leyendo en todo el mundo. Una actividad, la lectura, que nos une, o nos debería unir, a seres humanos de todas las etnias y condiciones. Disfrutad las fotografías,... y leed. Incluso en lugares públicos. Algún día podéis aparecer en una fotografía de McCurry.
Y en Vantage, una colección de artículos sobre fotografía en Medium, han dedicado un artículo a la fotografía de retrato en 2015, especialmente aquellos retratos que fueron destacados en portadas de revistas, en sitios web, o premiados en todo tipo de concursos. Son muy diversos, pero sí que establecen un poco las tendencias de esta modalidad fotográfica en la actualidad.
Finalmente, estoy a punto de publicar un artículo sobre el taller de fotografía estenopeica en el que participé hace una semana. Un taller muy interesante sobre algo que me estaba interesando mucho en los últimos tiempos. Por ello, llevo unos días informándome y documentándome. En estas, encontré el vídeo que os dejo a continuación sobre la cámara Harman Titan 8x10, para negativos o papel fotográfico de 20x25 cm de tamaño. La calidad que se puede obtener es notable. Aunque se pierde la gracia de fabricar tu propio aparato.
Y con esto, hasta la semana que viene... o tal vez no. Quizá la semana que viene dé un descanso a esta sección semanal. Ya veremos.