Quiero hacer un repaso aunque sea breve a las exposiciones actualmente en vigor en el Caixaforum de Zaragoza, una de pintura y otra de fotografía documental. Ya hace un par de semanas que visité estas exposiciones, pero como últimamente he tenido una diversidad de temas sobre los que escribir, se me estaban quedando ahí atrasados. Ya digo que como no tengo mucho tiempo, el comentario será breve, pero si lo sigo retrasando, llegará un momento en el que no tendrá sentido.
19º FotoPres
En primer lugar, hablar de la exposición de los fotógrafos o colectivos de fotógrafos seleccionados en la 19ª edición del certamen FotoPres. Este es un certamen de fotografía documental que patrocina la obra social de La Caixa, que busca impulsar proyectos fotográficos con un marcado contenido social, generalmente de fotógrafos o colectivos de fotógrafos españoles, aunque también latinoamericanos y de algún otro país europeo.
Este certamen tenía una periodicidad bienal hasta el año 2009, pero creo o deduzco de su página web que desde esa fecha sólo se ha convocado en dos ocasiones. La 19ª edición que se expone actualmente en el centro de Zaragoza y la 20ª que debe estar en marcha.
Yo tuve ocasión de visitar la exposición correspondiente a la edición de 2009 en Caixaforum de Madrid hace unos años, una edición que estuvo marcada por las impresionantes fotografías del reportaje sobre violencia de género que presentó Emilio Morenatti. En esta edición que ahora podemos contemplar en Zaragoza he de decir que me ha costado encontrar un trabajo que me haya impresionado, en todos los sentidos, como aquel.
Siempre he sido fiel consumidor de la fotografía documental. Además de exposiciones diversas y lo que se puede ver en internet, cada tres meses pasaba por el quiosco a por mi copia de OjodePez, revista de fotografía documental que parece que ya no se va a volver a publicar en papel, salvo que esté mal informado. Y hay una cosa que me ha pasado con el tiempo. Me ha saturado. Me ha saturado tanto la repetición de los temas (los refugiados, las prisiones latinoamericanas, las mujeres en los países en conflicto centroamericanos, los suburbios de las grandes ciudades,...) como la repetición formal o estilística de las fotografías. Parece que todos sigan una moda común sobre temas y formas de afrontarlos, y esta es la principal crítica que tengo que hacer de la exposición.
Por otro lado, no se trata de una exposición uniforme ni uniformada. Cada uno de los proyectos tiene su espacio individualizados, mejor o peor adaptado, al tema del mismo y las decisiones formales de sus creadores. Y esto es una buena cosa. Es como si estuvieras visitando varias exposiciones individuales, por lo que aprecias mejor cuál te atrae más cual te atrae menos, te centras mejor en el tema tratado, y puedes encontrar mejor aquellos hallazgos fotográficos que más te pueden gustar. Porque independientemente de los defectillos mencionados, creo que es una exposición a la que debe asistir cualquier aficionado a la fotografía.
Settecento - Obras maestras de la pintura italiana de los Staatliche Museen zu Berlin
La otra exposición en activo en estos momentos en Caixaforum Zaragoza no es de fotografía, sino de pintura. Y se trata de una selección de obras italianas del siglo XVIII conservadas en los Museos Estatales de Berlín... por lo que es fácil que algunas de ellas ya las haya contemplado in situ en alguna visita a la capital alemana.
He de decir que esta exposición tiene un hándicap... por lo menos para mí. En 1990 se celebró en Zaragoza, en el Palacio de Sástago una exposición sobre el Settecento italiano, que probablemente ha sido una de las exposiciones más importantes que se ha celebrado en ese lugar y en la ciudad a lo largo de su historia. A mí me resultó muy impresionante y la visité varias veces.
No es que el Settecento sea en su conjunto el período de la historia del arte que más me llame la atención, ni mucho menos, pero aquella exposición estaba muy bien montada, tenía obras excelentes, y sobretodo se centraba en aquellas cuestiones que a mí, por un motivo u otro más me atraían.
Las "vedute" de las ciudades italianas, así como los paisajes imaginados de ruinas del mundo clásico, otorgaban a aquellas pinturas de un equilibrio estético tan geométrico, tan propio del neoclasicismo, que se acomodaba muy bien a mi mente cuadriculada. Esa precisión en las líneas arquitectónicas con el aprovechamiento del pleno desarrollo alcanzado ya en las artes en el control de la perspectiva y la iluminación siempre me gustaron.
Esta exposición actual en Caixaforum nos devuelve a aquella época. Pero con una variedad de temas y con una limitación de obras que hace que no tenga el empaque de aquella exposición de hace 26 años que para mí supuso un antes y un después en la cosa de asistir a exposiciones o a museos.
No obstante, cualquier aficionado a la pintura y al arte en general la disfrutará, y sería tontería no recomendarla.
Durante estas vacaciones pasadas tenía intención de dedicar algún tiempo a la fotografía estenopeica. Voy muy mal en mi proyecto de construir una camara de este tipo de gran formato, en torno al tamaño de 20 x 25 cm. En mi cabeza se trata de un chisme que permita obtener el aspecto inequívoco de la fotografía estenopeica, pero con un razonable nivel de nitidez. Todo llegará.
Mientras tanto, se trataba de utilizar la Holga 120WPC de la que ya os hablé en su momento. De hecho, estuve tomando unas cuantas fotos en el entorno del camino de Miraflores de Zaragoza, zona suburbana, donde se confunden el paisaje urbano y rural de forma característica.
Esta cámara, como ya comenté, mediante un sistema de máscaras permite realizar fotogramas de aproximadamente 6 x 9 cm y 6 x 12 cm de tamaño. La suelo utilizar a 6 x 9 cm. Si no tienes cuidado, acabas haciendo alguna doble exposición,... que si hay suerte puede quedar curiosa.
El caso es que el día en que nos acercamos a Madrid para la exposición del Bosco y otras exposiciones de PHotoEspaña, me encontré en la tienda del Caixaforum madrileño una bonita cámara de madera, estenopeica, de acabado impecable, y con un sistema de imanes de neodimio para colocar en su sitio los distintos elementos de la cámara.
En la foto anterior vemos la palanca de madera que ejerce de obturador y que se mantienen en sus posiciones cerrada o abierta con los mencionados imanes de neodimio, resultando en un accionamiento muy suave. Sin problemas. Mediante un sistema de láminas separadoras, se pueden realizar fotogramas de distintos formato. Fundamentalmente, 6 x 6 cm, 6 x 9 cm y 6 x 12 cm. En el folleto incluido, habla también del 6 x 8 cm, aunque no sé muy bien como.
Como se puede suponer, la películas es de formato 120, de 6 cm de ancho. Los ejes de los carretes tambien se sujetan con un sistema de imanes, lo cual hace que haya poco riesgos de que se estropeen sistemas mecánicos, ni por mal uso ni por desgaste.
El estenopo, que se ve en el centro de la lámina dorada en el centro, tiene un diámetro de 0,3 mm que para la focal de 40 mm anunciada, da una apertura relativa de f/135. Yo preferiría un esfuerzo un poquito mayor en este capítulo, que intentarán bajar los diámetros de los estenopos a 0,15-0,20, para conseguir una apertura relativa de unos f/200 a f/265. No se pierde la estética de la estenopeica, no pasa nada por aumentar unos segundos la exposición, y aumenta la nitidez de la imagen.
La tapa posterior también se sujeta en su sitio mediante un sistema de imanes de neodimio, lo sufiecientemente firme como para que no hayas filtraciones de luz. Los círculo que en la imagen parecen negros correponden a las ventanas con filtro rojo para leer el número de exposiciones realizadas. Es difícil de usar sin una luz directa que los ilumine.
He probado la cámara usando los separadores para fotogramas de 6 x 6 cm, con un carrete de negativos en color que todavía no he revelado y un carrete de Fujifilm Neopan Acros 100. Esta última es muy adecuada, por su resistencia al fallo en la ley de reprocidad. Hay que llegar a exposiciones de casi minuto y medio antes de que esta falle, mientras que con otras películas, a partir de un segundo ya hay que compensar. En situaciones normales al aire libre, es fácil medir la luz y obtener buenas exposiciones. Si a pleno día aplicamos la regla "soleado f/16", una exposición equivalente a f/16 y 1/100 s sería equivalente a f/135 y 1 segundo aproximadamente. Si está nublado, pues 4 segundos. Y en la sombra no muy densa, 8 o 10 segundos. Sin muchos problemas.
Veamos algunos ejemplos tomados en el Parque Grande de Zaragoza.
En general, el resultado es razonablemente bueno. Pero sigo diciendo que para un ángulo de visión equivalente a unos 20 - 22 mm en formato 24 x 36 mm, un estenopo más fino, permtiría una nitidez en el centro de la imagen mejor. Desde luego, veremos como llega el escaneado profesional de Carmencita Film Lab con los negativos en color, pero el aspecto de las fotografías obtenidas no es equiparable a las de propaganda de la página web de Ondu, que se ven mucho más nítidas.
Por lo demás, es un aparato muy bonito, muy bien hecho de forma artesanal, y que puede ser muy divertido de usar. Muy probablemente en un futuro lo usaré con formatos de 6 x 9 o 6 x 12 cm... pero de momento, para probar, mejor disponer de 12 exposiciones por carrete en lugar de los 8 ó 6 de los formatos mencionados.
Se nota que estamos ya en pleno verano. La actualidad fotográfica ha pegado un notable bajón en la red de redes, y de hecho las recomendaciones de esta semana entran más en su mayoría dentro de lo anecdótico que de otra cosa. En cualquier caso, el tablero semanal en Pinterest sí que viene bien nutrido.
En cuanto a las fotografías acompañantes, esta semana no tengo grandes novedades. Apenas he salido con la cámara, ni he probado nada nuevo. Sólo ayer por la mañana me di un paseo con un gran gran angular, un 21 mm en la Canon EOS, una óptica que no uso mucho,... aunque creo que se le pueden sacar muchas cosas. Lo que pasa es que cada vez me da más pereza salir a caminar con una réflex digital moderna. Son demasiado pesadas y talabartes. Una pena que no se puedan hacer en formato completo del tamaño de las Pentax MX o las Olympus OM-1 por poner unos ejemplos.
Nos han dado la tabarra en diversos sitios, como en PetaPixel o en BeAnalogic, sobre la subasta que han montado en algún sitio de cámaras que pertenecieron a Jacqueline Bouvier, más conocida de casada como Jacqueline Kennedy o Jacqueline Onassis. Al parecer, antes de casarse con el futuro presidente de los EE.UU. y convertirse en la mujer florero por excelencia del siglo XX, Bouvier trabajó como reportera y fotógrafa para un periódico de la capital norteamericana, con una columna titulada "The Inquiring Camera Girl", cuando la chica tenía la tierna edad de 23 añitos. La chica usaba mayormente una cámara "ligera" para prensa de la época. Sin embargo, de los artículos subastados, el que se ha mostrado con mayor frecuencia ha sido una Leicaflex SL, que obviamente, por los años de fabricación de la cámara, nunca usó como herramienta profesional, sino como cámara personal. Esta réflex de Leica es de los años 60.
La cuestión es que es fácil encontrar fotos de la chica armada con alguna de estas cámaras... pero no he conseguido encontrar por internet prácticamente ninguna fotografía realizada por ella. Como mucho, algún retrato en primer plano que aparecía reproducido en pequeño tamaño en sus columnas y que debemos suponer que tomaba ella cuando entrevistaba a sus sujetos de interés.
Realmente está de moda ir a la caza y captura de fotografías olvidadas, perdidas o desechadas por sus poseedores y que potencialmente sean un "tesoro". ¿Estamos bajo los efectos de lo que podríamos llamar el "síndrome Vivian Maier"? No sé. En esta ocasión, una reportera de The New York Times, Deborah Acosta, encontró una bolsa en la basura con un montón de diapositivas Kodachrome de calidad razonablemente buena. Ha elaborado un vídeo de 10 minutos sobre su hallazgo.
Parece que pertenecían a una fotorreportera llamada Mariana Gosnell que trabajó para algún que otro medio de prensa y publicó algún libro. Su trabajo se centró en el periodismo sobre ciencia y medicina. Realmente, algunas de sus diapositivas eran muy hermosas. Quizá no obras de arte, pero sin duda meritorias de conservación como parte del bagage cultural humano. Entre otros medios, nos los contaron los "lomográficos" y en la antaño prestigiosa American Photo.
En diversos medios salió la noticia de que unos científicos habían "encontrado un nuevo color". Bueno... el color es bastante conocido en realidad... el azul. Lo que han descubierto estos científicos es una mezcla de materiales que forman un pigmento con un matiz de azul de notable brillantez, que no se va muy lejos del tradicional y carísimo azul ultramar, procedente del lapislázuli, un clásico en el mundo de la pintura, o del más moderno International Klein Blue...
Bueno, el caso es que la gente de Format Magazine habían escrito un artículo con fotografías de lo que ellos o alguien consideraba el color más feo del mundo, un color que la gente asociaba a conceptos como "suciedad", "alquitrán" o "muerte", hasta tal punto que el gobierno australiano lo eligió para que acompañase los paquetes de cigarrillos como una forma más para desanimar el consumo de tabaco. Por supuesto, el color te podrá parece más o menos feo, es una variante de los tonos pardos, pero naturalmente las fotografías elegidas en el artículo no estaban nada mal.
Claro está, con la noticia del "descubrimiento" del nuevo y maravillo tono de los azules, había que dedicar un artículo a lo que ahora consideran el color más bonito del mundo. Ya que nos ponemos,... Parece que el color azul es el elegido por una mayoría de gentes como su color favorito. He estado repasando mis fotografías someramente... parece que por algún motivo yo no soy como la mayoría de la gente... tiendo a preferir más los tonos cálidos...
En las obras de ficción de la literatura universal se come. En algunas de ellas mucho. Aunque hay para todo. Desde los vistosos banquetes de "Alice's adventures in Wonderland" a las tristes comidas de "Les Mirérables". El caso es que en Feature Shoot nos han mostrado una serie de bodegones del fotógrafo Charles Roux inspirados por las comidas de la literatura universal, con un sesgo notable hacia la anglosajona. A mí me han gustado... oye. Sin abrirme demasiado el apetito, eso sí. Por cierto, que cuando abres la página de Roux, aparece una inquietante fotografía que merecería estar en la colección de fotografías sobre el color azul... una variante de la Caperucita, pero entonos fríos... Aunque en su momento ya nos contaron que "el azul es un color cálido".
El teléfono móvil como cámara principal. En esta ocasión como cámara de paisaje, sea natural, urbano o alterado por el ser humano. Apareció una selección de fotografías de Bryan Schutmaat en el tumblelog de Panoramist. Que me gustaron. Por su cuidada aunque sencilla composición y por la delicadeza de sus tonos. Lo cierto es que sus paisajes tomados con el teléfono inteligente hay que verlos en su página en VSCO.co. Pero no dejéis de visitar su página personal donde se ven interesantes fotografías realizadas con "cámaras de verdad", especialmente su serie de paisajes y retratos "Grays the Mountain Sends". Schutmaat mantiene un tumblelog del cual soy seguidor, aunque lo actualiza de ciento a viento.
Y algo que también está de moda en los últimos tiempos es lo de hacer retratos fotográficos imitando la iluminación de la escuela flamenca de pintura del renacimiento y el barroco. Pero por lo menos hay gente que lo hace con gracia. Esta semana nos han hablado en Cada día un fotógrafo de la argentina Romina Ressia, que realiza este tipo de retratos pero en los que introduce elementos anacrónicos, modernos, que rompen la seriedad de la fotografía, y al mismo tiempo le dan nuevos significados. Al principio seleccioné esta recomendación como curiosidad, pero conforme pasa el tiempo más seria me parece.
Y ya que hemos ido de lo anecdótico a lo que nos ha ido pareciendo más serio, quiero incluir para terminar un par de porfolios que han aparecido en Lens Culture y que me han parecido interesantes.
Uno de ellos, de Issei Suda, forma parte de la tradición de reflejar escenas y gentes de las ciudades japonesas, Tokio en esta ocasión, con una fotografía en blanco y negro generalmente muy contrastada y expresiva, aunque en esta ocasión, la escala de grises está más matizada. A mí me ha parecido muy interesante, con fotografías de mucho nivel.
El otro me ha estremecido. Son muchos los reportajes que se ven en la red de redes denunciando las tristes condiciones de vida que se viven en muchas partes del mundo. El subcontinente indio es una de las regiones del mundo donde más reportajes de este tipo se realizan. Muchos son muy similares, por lo que pueden saturar. Pero de alguna forma el de Sandra Hoyn, sobre las condiciones de las chicas y mujeres que trabajan en un antiguo y gran prostíbulo en Bangladesh. Las reacciones que te despierta el reportaje oscilan entre la tristeza, la indignación, la extrañeza y la ternura. Porque estamos ante un sitio legal, pero al mismo tiempo donde se mantiene la opresión y la esclavitud de forma legal. Aunque teóricamente las mujeres que allí trabajan lo hagan "libremente"...
Comprobé el otro día con un cierto grado de sorpresa que desde que escribo estas páginas nunca he hablado de las Minox 35. Un tipo de cámaras que me acompañaron con frecuencia por el mundo en los años 90 del siglo XX, proporcionándome bastante satisfacciones.
Minox fue un fabricante de cámaras que surge en Riga, Letonia, en el período de entreguerras, aunque bajo la iniciativa de Walter Zapp, natural del lugar pero de etnia alemana. Las cámaras que originalmente concibe Zapp van a ser unas estilizadas cámaras de formato subminiatura, que con el tiempo van a ser conocidas como "las cámaras de los espías". De pequeño tamaño, fácilmente transportable, y capaces de cubrir un folio con un fotograma. Subminiatura signfica con carácter general todo aquel formato inferior al formato "miniatura", que en los años 20 y 30 del siglo XX era el 24 x 36 mm de Leica. Es irónico que ahora se denomine a ese formato como "full frame" o "formato completo". De hecho, los negativos de aquellas Minox tenían unas dimensiones de sólo 8 x 11 mm.
Pero no son de las cámaras subminiaturas de las que voy a hablar. Hacia 1974, Minox, que se había trasladado a Alemania occidental después de la Segunda Guerra Mundial, comienza a fabricar las Minox 35 mm. Cámaras muy compactas, para película perforada de 35 mm y formato estándar de 24 x 36 mm. Cuando digo muy compactas, digo bolsilleras, con unas dimensiones similares a las de un cajetilla de tabaco de 20 cigarrillos. Os pongo una imagen de la que tengo en estos momentos y desde hace quince años.
Todas ellas tenían las siguientes características generales. Un tamaño similar, aunque con alguna diferencia en la silueta según las series, un sistema de exposición automática con prioridad al diafragma, necesita de pilas para funcionar, un objetivo retractil de 35 mm de focal y 1:2,8 de apertura máxima y... poco más, según los modelos.
Aunque con distintas variantes, las dos series principales fueron las que tenían su denominación que empezaban por M y las que empezaban por G. Las primeras tenían un objetivo denominado Color Minotar 35/2,8 y las segundas MC Minoxar 35/2,8. Tomad este dato como aproximado. No me consta diferencias sustanciales entre los objetivos. Ambos eran una fórmula de tipo Tessar, 4 lentes en 3 grupos, bastante eficaz, con obturador central. Esto hubiera permitido la sincronización del flash a todas las velocidades de obturación que llegan hasta 1/500 s, pero en la práctica no era así. Al introducir un flash en la zapata de accesorios, empujaba una palanquita y a partir de ese momento la cámara siempre elegía la velocidad de obturación de 1/60 s. Se habla de que las versiones Minoxar más nuevas tendría mejors revestimientos y ofrecerían mayor contraste. Las de la serie M, llamémosle así, podría ofrecer además de la prioridad al diafragma un programa completo, y permitían retener la exposición con una pulsación a medias del botón disparador. Esto estaba muy bien. En cualquier caso, todas tenían un botón x2, que permitían compensar la exposición en contraluces, o en cualquier otra situación en la que hubiera riesgo de subexposición. La única forma por lo demás de corregir la exposición era modificar el valor ISO de la película. Si tenías una película de 100 ISO y ajustabas 50 ISO sobreexpones un paso, si ajustas 200 ISO subexpones un paso. Una pena no disponer de un compensador de exposición, porque el fotómetro, situado junto al objetivo, es bastante preciso. Yo lo he usado con película diapositiva, que es más difícil de usar.
Se enfoca por estimación, y el objetivo dispone de una escala de profundidad de campo muy útil. Yo tuve dos. Una Minox 35 ML que adquirí en 1991 y perdí en 2001 en un viaje por Bélgica, y una GT-E que compré a continuación para sustituirla y que todavía tengo y funciona sin problemas. La primera la usé mucho. Me acompañaba a muchos sitios por no ocupar espacio en casi ningún sitio, y en los viajes, mientras la Canon EOS llevaba película diapositiva, la Minox iba con negativos en blanco y negro. Sólo hacia finales de los 90 empecé a alternarla con la Olympus mju-II, especialmente cuando había riesgo de inclemencia de tiempo. La Olympus era más resistente, la Minox permitía controlar mejor la exposición. Si te aprendías a estimar bien la distancia de enfoque, incluso la podías usar con aperturas abiertas, permitiendo enfoques y desenfoque selectivos. Cosa que con la Olympus era más complicado. Por lo demás, lo normal es usarla a f/8 y con enfoque por zonas.
Por supuesto, tratándose de un angular moderado y con una apertura máxima de 2,8 no podemos pretender un gran desenfoque de los fondos, pero sí un cierto aislamiento del sujeto principal.
Estas cámaras tenían, porque ya no se fabrican, otros elementos interesantes. Por ejemplo, un temporizador del disparador. Que venía bien tanto para que el fotógrafo saliese en la fotografía como para realizar exposiciones con tiempo de obturador largo, evitando trepidaciones, mientras se coloca la cámara en una superficie plana o en un trípode, para el cual lleva zócalo en su parte inferior.
Ya he hablado del botón x2, que sobreexpone un paso sobre lo calculado por la cámara. En el práctica, con los negativos en color actuales, yo lo llevo permanentemente activado. Son películas a las que sienta muy bien la sobreexposición, y de esta forma evitamos sistemáticamente la subexposición. Y una preocupación menos. Se escoge el diafragma según la estética de la fotografía buscada, se decide el punto de enfoque, se encuadra y se dispara. Puede ser muy rápido.
A la cámara se le pueden poner filtro, pero son dedicados. No hay una rosca más o menos universal. Eso sí, el filtro cubre la célula del fotómetro, y por lo tanto este tiene en cuenta el recorte de luz ocasionado por el filtro.
Ya he mencionado el problema del flash. Existen flash de la marca dedicados, que se ajustan a las formas de la cámara. Pero a pesar de la potencialidad del obturador central, sitúan la velocidad de obturación sistemáticamente a 1/60 s, en lugar de permitir disparar incluso a 1/500 s, lo cual vendría bien para usar el flash de relleno en situaciones con abundante luz. Lo que yo hice en alguna ocasión fue comprar algún flash sencillo y pequeño, recortar la esquina de la zapata para evitar que accionase el mecanismo comentado y permitir la amplia gama de velocidades de obturación. El problema es que cuando se utiliza en situaciones de poca luz, no hay forma de limitar entonces la velocidad de obturación, y te disparaba el flash con velocidades de obturación muy lentas. Si no estaba fija la cámara o el sujeto fotografiado, se producía problemas de trepidación o dobles exposiciones (por la iluminación del flash y de la luz ambiente).
En los años 90, Minox, que tiene su sede en Wetzlar, como Leica en su origen y en la actualidad, estuvo participada accionarialmente por esta. Cuando llegó el auge de la fotografía digital, su ya marginal nicho de ventas se estrechó más todavía, y abandonó todas sus líneas de cámaras de fotografía para película, tanto estándar de 35 mm como las míticas subminiaturas. Y se empezaron a vender cámaras digitales que eran réplicas en miniaturas de míticas cámaras para película con la marca Minox. Tonterías, más en el terreno de la anécdota que de la fotografía seria.
Sigue fabricando binoculares y telescopio para el naturalista, así como ópticas para armas de caza. Pero está muy lejos de los productos míticos que hicieron de esta marca, primero letona y después alemana, una marca famosa en el mundo de la fotografía. De las Minox 35 se decía que eran la Leica de los pobres. No eran baratas realmente, pero con su buena óptica de 35 mm, muy adaptada al reportaje, tenían un campo de utilización que se aproximaba teóricamente al de las telemétricas del punto rojo con sus objetivos de 35 mm. Y son extraordinariamente discretas y en la práctica totalmente silenciosas. Yo he disfrutado mucho usándolas.
Aunque nunca le perdonaré a la Minox 35 ML que me acompañó por toda Europa durante 10 años, que decidiese quedarse en el tren que nos llevó desde Lieja a Lovaina, mientras yo me bajaba a visitar la bella ciudad flamenca... Pero que chasco cuando eché la mano al bolsillo y la Minox no estaba allí. Nunca llegó a la oficina de objetos perdidos de los ferrocarriles belgas. Alguien la encontró en el trayecto que le quedaba al tren entre Lovaina y Ostende, y decidió quedarse con ella. No sé si le sacaría provecho. Tenía mucho carácter y si no la entendías y la tratabas con cariño... a veces se revelaba.
Si hace unos días anunciaba el fotolibro del viaje a Islandia de hace unas semanas, tras la llegada de las fotografías en blanco y negro procedentes de los carretes de película tradicional que expuse con mi pequeña Olympus mju-II, tomé la decisión de realizar un sencillo cuaderno con algunas de las fotografías recibidas. En esta ocasión he abandonado mis proveedores habituales y he optado por los libros de tapa blanda de Social Print Studio.
Más que libros son unos cuadernillos, ya que no admiten más que 38 páginas, es decir 19 hojas por las dos caras, más alguna extra no aprovechable necesaria para la correcta encuadernación. Se trata por lo tanto de algo mucho menos ambicioso. Y que también se nota en el precio. Que cuestan más casi los gastos de envío que el libro en sí mismo.