Los modernos sistemas de cámaras sin espejo de objetivo intercambiable, con la corta distancia que existe en su diseño entre la montura del objetivos y la superficie del captor de imagen, son idóneas en principio para aprovechar viejos objetivos de sistemas réflex más o menos antiguos, obsoletos o no, mediante el uso de adaptadores. Se pierden funciones, entre las cuales la más importante es el enfoque automático, pero si la óptica es buena y te cubre un área específica de tu práctica fotográfica con razonable solidez puede merecer la pena.
Entendámonos. Difícilmente son interesantes con grandes angulares, que siempre se pelean con los sensores digitales modernos por el ángulo de incidencia sobre estos de los fotones de luz, o las focales más usuales, en los que los objetivos dedicados, que vienen con las cámaras, o que tienen buen precio hacen de ellos objetivos mucho más cómodos y eficientes de usar. Pero hay otras posibilidades.
Por ejemplo, el terreno del macro, en el que habitualmente desdeñamos el enfoque automático. Desde hace unos años disponía de un adaptador de objetivos con montura de bayoneta Pentax K al sistema Micro Cuatro Tercios. Sin embargo, ahorré en el adaptador, y este presentaba holguras y pronto se le empezaron a caer piezas. Poco útil. Me he hecho con uno nuevo, que sin ser muy caro cuesta más que el anterior, y que efectivamente está mucho mejor hecho, y los objetivos quedan mejor unidos a la cámara. Veamos el conjunto que he utilizado estos días.
Se trata del minúsculo cuerpo de cámara de la Panasonic Lumix GM5 al que con ayuda del adaptador le he añadido un objetivo Pentax SMC-A 100/4 Macro. Este objetivo llega a una razón de reproducción de 1:2; un centímetro en la superficie del sensor es ocupado por dos centímetros en el objeto enfocado. Pero con el factor de recorte del sistema Micro Cuatro Tercios con respecto al de las cámaras de formato 24x36 de origen del objetivo, el cuadro comprendido en la imagen es similar al de una reproducción 1:1 en dicho sistema tradicional. Y los 100 mm de focal equivalen a unos 200 mm... Bueno, esto da igual, porque la distancia mínima de enfoque es la que es y no se modifica, es lo que importa.
Veamos algún ejemplo de cómo quedan las fotos con esta combinación.
Hay algunas consideraciones que conviene hacer. En los últimos tiempos se ha puesto de moda fotografiar a plena abertura. Por aquello del famoso "bokeh", término japonés que yo escuché por primera vez en la revista Photo Technique hace más de 20 años, cuando casi nadie fuera de japón hablaba de él. Sin embargo, y especialmente en el terreno del macro, las grandes aberturas son muy complejas de usar, aun usando un sólido trípode. No sólo es que los animalitos no se esté quietos con facilidad. Es que cualquier ligera brisa te mueve también las flores, las plantas que fotografías, y conseguir que esté enfocado lo que te interesa es complejo. De hecho, varias de las fotografías que presento aquí están realizadas a diafragmas de f/8 o f/11, y a pesar de todo las profundidades de campo son escasas. Por otro lado, esas aberturas ofrecen resultados más cerca del óptico en términos de nitidez, de calidad de imagen general, que las plenas aberturas. A cambio, tendremos que subir en el ajuste de sensibilidad de la cámara, y los índices de exposición de 400 u 800, aun a plena luz del día son de rigor para conseguir velocidades de obturación suficientemente cortas de 1/400 s o menores. Bien sea para fijar el movimiento de los objetos fotografiados, bien sea para evitar la trepidación cuando fotografiamos a mano alzada.
Los resultados finales, con un esfuerzo razonable en Adobe Photoshop Lightroom en la corrección de las dominantes de colores, debidas al entorno y no a la óptica que es bastante neutra, y en los ajustes de nitidez y reducción del ruido si nos hemos visto obligados a subir el índice de exposición por encima de los 400 u 800 ISO en cámaras de sensor Micro Cuatro Tercios, pueden ser bastante satisfactorios.
Los que aquí os presento son el resultado de un relajante paseo, después de una mañana de estrés laboral, por las rosaledas del Parque Grande de Zaragoza. Mucho más efectivo que cualquier otra medida a la hora de descomprimir las tensiones de las mañanas de trabajo. Seguro que hay otros equipos mucho más óptimos y ergonómicos. Pero que no podría acarrear en la pequeña bolsa donde transporto, además de alguna cámara con un objetivo, el lector de libros electrónicos, las gafas para leer, algunos boligrafos, la cartera y una libreta de notas.
Si a alguien le sirve como ideas, inspiración o sugerencia, misión cumplida. A mí, de momento, que he estado ahí, como una hormiguita más, que me quiten lo bailado.
Hace unos días surgió la noticia de que la firma Meyer-Optik Görlitz había iniciado una campaña en Kickstarter para devolver a la vida el modelo que bajo esta marca se fabricó hace mas de medio siglo con la denominación Trioplan 1:2,9/50 V. Su meta era conseguir 50 000 euros para financiar la fabricación de este pequeño objetivo... pero a estas alturas han conseguido ya más de 540 000 euros.
Hace un tiempo lanzaron una campaña similar para devolver a la vida el Trioplan 1:2,8/100, un teleobjetivo de diseño óptico relativamente simple que en estos momentos se vende por 1400 euros... siempre y cuando lo solicites de encargo. Si no, más adelante serán 1500 euros. Desconozco cuál será el precio final del Trioplan 50 mm, pero durante la campaña de financiación ha oscilado según lo rápido que haya sido el personal en adherirse entre 500 y 800 euros. Hablo de memoria, podría ser una horquilla de precios un poco diferente, pero no mucho.
Yo me he hecho con un Trioplan de época, que de acuerdo a su número de serie parece construido en algún momento entre 1955 y 1960. Pero hagamos un poco de historia.
Lo que hoy es Meyer-Optik-Görlitz no tiene nada que ver con lo que fue la empresa Meyer Optik de la ciudad de Görlitz. Aquella fue una empresa instalada en una ciudad que hoy en día está dividida entre los países de Alemania y Polonia, por estar atravesada por el río Neisse, frontera impuesta por los aliados entre estos países al final de la Segunda Guerra Mundial. Tras la misma, cayó completamente dentro del área de influencia soviética y en lo que fue la República Democrática de Alemania, que la nacionalizó y la integró en el grupo VEB Pentacon a finales de los años 60. Desde 1970 desapareció como marca aunque sus diseños pudieran seguir comercializándose como Pentacon. Durante un tiempo pareció jugar el rol de marca de calidad del grupo. Lo cierto es que su calidad de construcción parece bastante razonable, pero hay que tener en cuenta que sus diseños son bastante simples en muchos casos. Por ejemplo, los trioplanes.
La fórmula óptica de un Trioplan es la de un triplete de Cooke, fórmula que fue patentada ya a principios de los años 90 del siglo XIX para la empresa T. Cook & Sons de Nueva York.
Si analizamos el nombre del objetivo veremos que se mantiene la denominación de la empresa original, Meyer-Optik de Görlitz. Trioplan es la denominación para referirse a los diseños basados en el triplete de Cooke, y es muy básica. Se dice que es la fórmula más sencilla para eliminar buena parte de las aberraciones ópticas en los bordes del campo, aunque no se puede esperar una nitidez tan elevada como los Tessar de Carl Zeiss y similares, que al desdoblar uno de los elementos del triplete en un grupo de dos elementos cementados, mejora mucho la cosa. Tampoco permite grandes luminosidades, y ese 1:2,9 que muestra el nombre sería un límite. Tiene 50 mm de focal, un estándar como muchos, y aparece una V roja en su denominación, que quiere decir que esta revestido para protegernos de los reflejos y luces parásitas indeseados.
Las 12 palas de diafragma en su construcción, además de indicar la minuciosidad de su construcción, ofrecen una calidad muy particular en las zonas desenfocadas. Los puntos luminosos desenfocados se convierten en esferas con un aspecto como pompas de jabón, en el que los bordes son más densos. Por este motivo, las ópticas de Meyer-Optik están siendo muy demandadas. Más por que por su calidad intrínseca, por sus "efectos especiales".
Estrené el objetivo el día de San Jorge. Si no lo he dicho, lo digo ahora, tiene una montura de rosca M42, por lo que es fácil de usar con cámaras modernas con el adaptador adecuado. Ya sabéis, se enfoca con el diafragma a plena apertura o usando la escala de profundidades de campo, y se mide y encuadra con el diafragma cerrado a la apertura de trabajo, lo cual permite también comprobar lo que sale enfocado y lo que no. Lo usé con mi veterana Canon EOS 40D en la que, al tener un captor de tipo APS-C, se comporta como un teleobjetivo corto. Equivalente a un 80 mm en formato completo de 24 x 36 mm.
A plena apertura comprobamos que en las zonas de más luminosidad se produce un efecto de cierta aura, que recuerda a los objetivos "soft-focus". Y desde luego, la caída de la nitidez en los bordes y en las esquinas del campo es muy notable. En cuanto, se cierra el diafragma, con aperturas de trabajo de f/8, por ejemplo, la mayor parte de estos problemas han desaparecido, y sin tener una nitidez para tirar de cohetes, es bastante usable.
En la medida de lo posible, con las aperturas más abiertas, es mejor dedicarlo al retrato, donde la nitidez es menos crítica, especialmente fuera de lo que es el objeto de interés, que en paisajes donde se sufre demasiado.
Me acerqué a la plaza de San Felipe donde lo probé con una variedad de motivos que más o menos confirmaban lo dicho anteriormente, incluido su uso en el interior del museo Pablo Gargallo, donde dota a las obras escultóricas de un aspecto que no me disgusta, lejos de la clínica nitidez de los objetivos más modernos.
Al día siguiente, el domingo 24 de abril, celebramos el encuentro analógico del que ya os hablé hace unos días. Por lo tanto, fue la ocasión adecuada para usarlo con película tradicional. Como ya conté, lo puse en una Pentax MX con el adaptador adecuado, y utilicé una exigente Fujifilm Neopan 100 Across.
Lo cierto es que con las condiciones de luz que hubo, muy abundante, durante la mayor parte del tiempo fue usado con el diafragma cerrado a f/8 o f/11, para velocidades de obturación de 1/125 o 1/250 s. El resultado fue en general muy bueno en todas las ocasiones con alguna excepción que veremos, aunque el contraste global de las imágenes no es muy alto. El objetivo Color-Skopar, tipo Tessar, de la Voigtländer Perkeo II ofreció un contraste más elevado durante toda la mañana.
A pesar de no someterlo en ningún momento a la tortura de usarlo en fuertes contraluces, y menos aún con el sol en el campo de visión, en algún fotograma apareció alguna luz parásita en situaciones en las que no me lo hubiera esperado, indicando que el revestimiento de las lentes no funciona lo bien que debería, o que en su interior se producen reflejos indeseados de alguna forma.
En la siguiente fotografía se aprecia muy claramente.
Algo que hubiera venido muy bien durante esa mañana hubiese sido llevar filtros de colores, probablemente amarillos o naranjas, o incluso rojos para efectos intensos, que aumentasen el contraste, especialmente oscureciendo el azul de los cielos. Encargué un conjunto de filtros a muy buen precio fabricados por la soviética KMZ. Tienen un diámetro de filtro de 35,5 mm y están pensados para el Industar-50-2 del que ya os he hablado previamente. Pero no llegaron a tiempo. El juego de filtros está formado por dos filtros amarillos de distinta intensidad, un filtro de algo parecido al color naranja, un filtro gris de densidad neutra y dos lentes de aproximación de distinta potencia.
Todavía estoy desentrañando lo que significan las denominaciones de los filtros. Cuál es la potencia real de las lentes de aproximación y la corrección que hay que introducir si no se mide la luz a través del objetivo. Por ejemplo, el filtro naranja, O-6, que estoy usando ahora con el Industar-50-2, parece tener una pérdida de luz de dos pasos de diafragma. Pero el filtro gris está marcado como 4x, que no sé si quiere decir que la exposición hay que multiplicarla por 4, equivalente a dos pasos de diafragma, o si es de 4 pasos de diafragma. Y dudas parecidas tengo con los amarillos, Y-1,4x y Y-2x. Iré probando y midiendo.
En cualquier caso, sí he jugado con las lentes de aproximación. Hay descubrí que, aunque la rosca del filtro del Trioplan es también de 35,5 mm, el paso de rosca debe ser distinto porque no encajan bien. Se pueden usar, pero con cuidado. Me fui este sábado 30 de abril al Parque Grande de Zaragoza y lo probé.
En estas imágenes previas tomadas con la Panasonic Lumix GM5 y los correspondientes adaptadores, donde el objetivo se comporta como un 100 mm en formato completo de 24x36 mm, vemos el efecto de pompas de jabón a plena apertura.
Sin embargo, cuando usamos las lentes de aproximación...
Con las lentes de aproximación, el círculo de confusión se hace mucho más grande y difuminado y desaparece el efecto de pompas de jabón. Afortunadamente, porque desde mi punto de vista, este efecto puede resultar cansino si se abusa de él en exceso. Como mucho de los efectos especiales que se están poniendo de moda últimamente en fotografía.
Pude comprobar también cómo en determinadas ocasiones, como me pasó con la película el día del encuentro, con la cámara en vertical e incluso con contrastes moderados, aparecía una luz parásita que se corregía colocando la mano como parasol. Tendré que conseguir un parasol para este objetivo.
Es divertido usar este tipo de objetivos. Y si se utilizan con cabeza y conociendo sus debilidades, se pueden obtener resultados muy agradables, como habréis podido comprobar. Pero de ahí al interés por pagar más de 600-800 euros por un Trioplan actual, que efectivamente estará mejor construido, pero que no puede corregir las limitaciones intrínsecas al diseño, no sé si tiene sentido. Han mejorado la distancia mínima de enfoque, que de los 60 cm del antiguo se pasa a unos 30 o 35 cm que lo meten casi casi en el mundo del macro. Y lo publicitan como "objetivo artístico"... ¿¿¿!!! Sinceramente, el arte está en la creatividad del fotógrafo. Pero bueno. Si es una herramienta que os conviene y estáis dispuesto a pagara por ella... Igual podrías hacer como yo. Buscaros a buen precio un ejemplar clásico. Que están más caros de lo que correspondería por su naturaleza... pero que siguen estando mucho más baratos.
En los dos últimos meses habéis podido comprobar que he estado probando y usando cámaras y objetivos de antaño, con algunos elementos en común. O bien están fabricados durante la Guerra Fría en los país del bloque europeo oriental, o en el caso de los objetivos, tienen montura de rosca M42.
Veamos los presuntos implicados en este comentario de hoy.
Como vemos tenemos la cámara fabricada en la antigua República Democrática Alemana Praktica MTL5, con su objetivo acompañante, un Zeiss Jena Tessar 2,8/50. También tenemos un SMC Takumar 1:2/35 fabricado por Asahi Pentax, que he utilizado en las fotografías que presento hoy bien unido a la Praktica, bien a una Pentax MX, con el adaptador correspondiente. Este objetivo es japonés; es el único no originado tras el Telón de Acero. Y tenemos el minúsculo Industar-50-2 3,5/50, de fabricación soviética, en origen acompañado de la Zenit E que ya os comenté que había dejado de funcionar, y que en las fotos de hoy he usado sobre la Pentax MX con el adaptador correspondiente.
Los enlaces anteriores dirigen a los artículos en los que mostraba los resultados de los objetivos montados mediante los adaptadores correspondientes sobre cámaras digitales.
Mientras preparaba el artículo tras la llegada de los archivos digitalizados tras el revelado, como tengo por costumbre, por Carmencita Film Lab, tuve la ocasión de leer un artículo en Petapixel que, además de hacerme gracia, me hizo pensar en los criterios actuales para comprar material fotográfico, y dentro de él los objetivos, y los criterios de antaño para ello. En esas 11 tonterías que los fotógrafos dicen sobre su material, hay varias que afectan a las ópticas que me parecen interesantes como reflexión:
La gente se fija más en el "bokeh" que en el sujeto de interés, el que está enfocado... Una tontería como un piano de grande. Por "ideal" que sea el carácter de las áreas desenfocadas de la fotografía, si el sujeto principal es banal o malo, la fotografía será banal o mala. No digamos ya cuando la gente se "enchocha" con un objetivo por su capacidad para producir un "bokeh" con "efectos especiales"... que tan cansinos pueden llegar a ser si se abusa de ellos. Sean por grandes aperturas, como las "pompas de jabón" o "los remolinos de la zona desenfocada", o por estrechas aperturas, como las "estrellitas" debidas a la difracción.
El mito de determinadas focales en la actualidad. Véase el 85 mm, siempre con una apertura de f/1,4 o mayor. La mayor parte de las fotos importantes de la historia de la fotografía se han hecho con focales distintas de estas y con diafragmas mucho más cerrados. Retratos incluidos. De verdad.
El famoso "punto dulce" de los objetivos, que empieza a ser tan mítico como el "punto G" de la anatomía femenina. Mira. Si los objetivos estuvieran pensados para ser usados en su "punto dulce", no tendrían una apertura variable. La apertura variable sirve para dos cosas; para gestionar la profundidad de campo y la estética de nuestra foto, o para aumentar o disminuir la cantidad de luz que le llega a la superficie sensible, si es necesario. Si necesitamos aislar el sujeto principal del fondo, abriremos todo lo que necesitemos el diafragma, sea como sea la nitidez a esas aperturas. Si necesitamos toda la profundidad de campo posible al realizar un paisaje, cerraremos el diafragma lo que necesitemos y que la difracción se las apañe sola.
El objetivo está "desfasado" u "obsoleto"... Pues no. Los objetivos son como son. Y salvo que se deterioren o se estropeen, lo más probable es que cumplan la misión para la que fueron fabricados de por vida. Mucho más duraderos que las cámaras. Y si estaban bien cuando se compraron, y cumplieron bien con su tarea, seguirán haciéndolo. No importa que hayan salido al mercado otros más avanzados con mejor solución a las aberraciones ópticas y mayor nitidez. Como decía Cartier-Bresson, la nitidez es un concepto burgués, y no define la calidad global de una fotografía.
Se podrían hacer más comentarios, pero estos que he señalado me parecen los más interesantes. Todo el material utilizado en las fotografías de este artículo está mejorado por productos posteriores, e incluso por productos comentarios fabricados con más rigor. Esto último aplicable al material de la antigua Europa Oriental de forma casi universal. Pero con todo este material, ha habido personas, fotógrafos o aficionados a la fotografía, que han sido capaces de realizar fotografías artísticas, interesantes documentalmente, emortivas o entrañables. Muchas de las fotografías tomadas por gente que arriesgaba su integridad física durante la invasión de Budapest por los soviéticos en 1956 o cuando se machacó la primavera de Praga en 1968, usaron este tipo de material. Y hoy nos parecen documentos fotográficos imprescindibles. A mí me gusta mantener una memoria histórica. En el concepto noble e interesante del término, no en el manido y desprestigiado por los políticos.
En cada una de las fotografías que muestro en este artículo se indica la combinación de cámara y objetivo que se ha utilizado. De entrada decir una cosa. Las fotografías más interesantes que he obtenido usando esta cámara y estos objetivos son aquellas en las que la luz era más idónea o el motivo encontrado era más interesante y mejor encuadrado. Y no tiene nada que ver con el material que estaba usando en ese momento. Por ejemplo, es mucho más cómodo, sencillo y ágil de usar cualquiera de estos objetivos con la Pentax MX que con el talabarte de de la Praktica MTL5. Pero las fotografías tomadas con la Praktica y el Takumar 35 mm a la caída de la tarde probablemente son más interesantes que las tomadas con la Pentax MX y el Takumar 35 mm en las horas centrales del día.
Otro ejemplo, el Industar-50-2 y el Tessar 50/2,8 de Zeiss Jena son ambos similares en su diseño óptico; cuatro elementos en tres grupos, copiando la fórmula de los Tessar de Carl Zeiss. El fabricado en Jena es dos tercios de paso más luminoso y su distancia mínima de enfoque es la mitad que el Industar. Pero si haces las fotos en la rosaleda del Parque Grande a la caída de la tarde, con unas bonitas rosas, probablemente habrá más partidarios de esas fotografías realizadas con el objetivo soviético, que de las modestas flores obtenidas con la óptica alemana al mediodía. ¿Me estoy explicando?
Dicho todo lo cual, una inspección crítica de las fotografías realizadas nos hace ver un hecho que ya podíamos suponer. El Takumar 35 mm es mucho mejor objetivo que cualquiera de los otros dos. Es mucho más sólido, con una fórmula óptica más compleja y mejor corregida y muy utilizable, incluso con cámaras modernas, aunque a grades aperturas, con las réflex digitales, las esquinas sufren en exceso por el viñeteado y otras cuestiones.
No es este el único articulo sobre estas cuestiones que tengo pendiente... Y en los próximas días, seguramente durante este fin de semana largo que disfrutamos en Zaragoza, veremos más ejemplos de fotografías realizadas con material antiguo sobre película tradicional.
Comentaba hace unos días mi compra de la cámara soviética, fabricada en la época de los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, la Zenit-E. Ya comentaba que después de comprarla detecté problemas con el obturador, por lo que había probado el objetivo, Industar-50-2, con la Canon EOS 5D Mark II, pero no había tenido ocasión de probar la cámara.
Recordemos el aparato con su objetivo...
Por lo que he podido leer, el conjunto del mecanismo que arma el obturador y la cortinilla de tela del mismo son bastante delicados. En principio, yo no hice la maniobra que causa la mayor parte de los problemas. Gracias a mi familiaridad con una mucho más prestigiosa Leica IIIf, sé que el ajuste de la velocidad de obturación para la fotografía hay que hacerlo después de avanzar la película al mismo tiempo que se arma el obturador. Si se ajusta la velocidad de obturación antes en la Zenit-E parece que hay un grave riesgo de que la cortinilla del obturador se desajuste. Yo digo que no hice esa maniobra, porque a pesar de ser un cámara fabricada en torno al año 80, su rueda de velocidades de obturación parece más propia de las cámaras de mitad de siglo XX. Sin embargo, al ajustar la posición "bulb", "B", empezaron los problemas. No obstante, el sábado por la mañana conseguí que volviese a funcionar.
En tal estábamos, que le puse un carrete de Fujifilm Acros 100, le monté el Industar-50-2 y, aprovechando que la mañana estaba con nubes y claros y la luz no era muy dura a pesar de estar cerca del mediodía, me fui a hacer unas fotografías por los alrededores del Tercer Cinturón de ronda de Zaragoza y el camino de Miraflores.
El revelado lo hice según los tiempos recomendados con Tetenal Ultrafin Plus durante 6 minutos y medios, con agitación durante un minuto y posteriores agitaciones suaves durante 5 segundos cada 60 segundos. Nunca he sido partidario de la agitación muy fuerte. Y menos con una película de grano fino con amplia gradación de grises, que no conviene estropear con meneos exagerados.
El fotómetro de la Zenit-E es un fotómetro de selenio, que no necesita pilas, y que se encuentra sobre el objetivo. No tiene medición a través del objetivo. Como suponía, la célula de selenio se encuentra bastante agotada y aunque da una medición, esta produciría una sobreexposición muy importante. Como olvidé coger el fotómetro de mano, optó por estimar la exposición.
Ya sabéis... si el cielo está despejado y soleado, la exposición correcta para una película de ISO 100 como la Acros sería f/16 y 1/100 s o cualquier otra combinación equivalente. Como la Zenit-E no tiene posición 1/100 s, con ajustar 1/125 s, que es la más cercana ya es suficiente.
Como podréis comprobar en las fotografías que acompañan esta entrada, estuvo nublado la mayor parte del tiempo, por lo que siguiendo la regla cerré el diafragma dos pasos, y en la mayor parte de las ocasiones usé f/8 y 1/125 s, o combinaciones similares según la gestión de la profundidad de campo que quisiera hacer. Es decir, f/11 y 1/60 s o f/5,6 y 1/250 s serían combinaciones igualmente válidas.
Como el visor de la Zenit-E no es muy bueno, durante la mayor parte del paseo utilicé el enfoque por zonas o en la hiperfocal gracias a la útil y generosa escala de profundidades de campo que proporcionan los 300 º de giro de la rueda de enfoque del Industar-50-2. Salvo en casos en los que se necesiten profundidades de campo pequeñas o lugares con poca luz, lo mejor es disparar con este objetivo a f/8, apertura a la que da una calidad razonable. Por debajo de f/5,6, las esquinas se degradan mucho aunque el centro del fotograma sigue siendo muy aprovechable. Entonces lo mejor es usar el f/3,5 y el f/4 sólo cuando esas zonas vayan a estar desenfocadas por la escasa profundidad de campo, o si no queda más remedio.
Al final de la jornada, y tras el revelado del carrete tal y como he indicado, me encontré con unos excesivamente densos pero perfectamente explotables, que se han digitalizado en el Epson Pefection V600 Photo sin problema. Probablemente el obturador de la cámara no es nada preciso, ya he comentado que daba problemas, y ofrece velocidades de obturación más lentas de las que promete.
Finalmente, una vez en casa, después de extraer el carrete, volví a colocar si darme cuenta el control del obturador en posición "B",... y la cortinilla del mismo volvió a fallar. Y esta vez parece que de forma definitiva...
Mala suerte. Pero el objetivo me ha sorprendido porque da bastante mejor calidad de imagen de la que pensaba. He enviado un carrete en color a Carmencita Film Lab tomado con este objetivo y la Pentax MX con un adaptador. A ver que tal queda. Pero la combinación es extremadamente compacta, y más cómoda de utilizar que el 40/2,8 "Pancake" de Pentax... que será mejor objetivo, pero tampoco es el mejor conjunto de lentes que ha juntado Pentax, y es más incómodo de usar al enfocar. Ya os contaré.
Os contaba hace unos días sobre el curso de macrofotografía que realicé con ASAFONA (Asociación Aragonessa de Fotógrafos de Naturaleza). Una de las cosas buenas que tuvo el curso es que fue fuente de ideas y de posibles recursos. Yo, hasta ahora he realizado macrofotografía de forma circunstancial, por lo que grandes inversiones en objetivos especializados es algo que no he hecho. Desde luego, gastar más de 1500 euros en un EF 180mm 1:3,5 Macro de Canon, que para el profesor parecía la solución idónea, no entra ni de lejos en mis cálculos.
Pero él mismo hizo varias propuestas sobre el uso de teleconvertidores en macrofotografía. Estuve investigando un poco el tema, y decidí que un multiplicador de focal o teleconvertidor de segunda mano podría dar solución a mis usos esporádicos. Tengo un teleobjetivo EF 200mm 1:2,8 USM II, que me costó muy económico de segunda mano. Tampoco quise gastar mucho en su momento porque es un focal que uso poco. El caso es que tiene una calidad bastante apreciable.
Un multiplicador de focal es un dispositivo óptico que permite multiplicar un factor determinado la longitud focal de un objetivo, manteniendo su distancia de enfoque mínima. Un 1,4x sobre un 200/2,8 con una distancia de enfoque mínima de 1,5 metros nos da un el equivalente a un 280/4 con la misma distancia de enfoque mínima. Si la relación de reproducción del objetivo era 0,16, pasa a ser 0,22. 1:5 aproximadamente. Un objeto de 5 cm de tamaño en la realidad se reproduce con un tamaño de 1 cm en la superficie sensible, sea un película tradicional o un sensor digital. No es macrofotografía, pero nos introducimos en el terreno de la fotografía de aproximación. Si usamos un 2x, obtenemos un 400/5,6, con una relación de reproducción de 0,32, es decir aproximadamente 1:3; 3 cm en la realidad se proyectan en 1 cm sobre la superficie sensible. Empezamos a tener unas situaciones interesantes.
En estos momentos, un multiplicador de focal Canon actual puede situarse en los 400 euros de precio. Pero uno de segunda mano de primera generación, que no están mal y son más compatibles con todo tipo de objetivos se puede conseguir por 100 euros. Y un 2x en estas condiciones se me puso a tiro. Además, puesto a intervenir en una asociación de fotógrafos de naturaleza, puede servirme para iniciarme en la fotografía de animales. Ya hemos visto que su principal problema es que disminuye la luminosidad del objetivo de forma proporcional. Y algo se degrada la imagen. Pero si partes de buenos objetivos, la cosa puede ser razonable y llevadera.
Con el 200/2,8 y el teleconvertidor 2x empecé a hacer alguna fotografía desde el balcón de casa. No he tenido todavía ocasión de probarlo calmadamente en el campo.
El caso es que mi intención era tener un sistema para macrofotografía con resultados dignos, con una inversión moderada y polivalente. A los objetivos de los que dispongo, en principio el 200/2,8, y al teleconvertidor, tengo que añadir el juego de tubos de extensión de Kenko, con longitudes de 12, 20 y 36 mm. Se pueden usar juntos con una longitud de hasta 68 mm, pero para evitar desequilibros, prefiero usarlos de uno en uno. Si hago las matemáticas adecuadas en la página de Cambridge in colour, obtengo lo siguiente.
El 200/2,8 con el tubo de 36 mm permite una escala de reproducción de 1:3 a 105 cm de distancia de enfoque mínima. No está mal.
Si ha esta combinación le añades el teleconvertidor 2x, mantienes los 105 cm de distancia, pero con una escala de reproducción de 2:3. Ya estamos sin lugar a duda en territorio macro, con una distancia de enfoque muy cómoda para trabajar en el campo.
Veamos el montaje que probé en casa.
Como vemos, la distancia de trabajo entre la cámara y el objeto sobre la mesa, un pequeño tomate raf, es muy cómoda. Veamos ahora la imagen. En primer lugar despejado el tomate de todo tipo de cosas, y luego con una regla para comprobar la escala de reproducción de forma empírica.
Los resultados en la práctica se acercan bastante a las matemáticas teóricas calculadas anteriormente a partir de las especificaciones técnicas de los distintos componentes. Hice varias pruebas con distintos diafragmas, para jugar un poco con la profundidad de campo que es muy limitada a estas escalas de reproducción. Para apreciar un poco mejor la nitidez del resultado, cogí una de mis viejas cámaras clásicas para comprobar cómo iba. No va mal. La calidad es bastante más que razonable.
Los multiplicadores de focal de Canon no se pueden acoplar a cualquier objetivo. Los elementos delanteros de su fórmula óptica protuyen sobre la montura y necesitan un objetivo con un hueco suficiente para que no rocen con los elementos traseros del mismo. Por ejemplo, no se puede montar con el EF 85 mm 1:1,8 USM ni con el EF 24-105 mm 1:4 IS USM. Pero, ¿qué pasa si ponemos un tubo de extensión entre el 85 mm y el multiplicador de focal 2x? Hagamos las matemáticas.
El 85/1,8 con el tubo de extensión de 36 mm permite una escala de reproducción de alrededor de 1:2 a 37 cm de distancia de enfoque mínima. Una distancia de enfoque mínima menos favorable que en el caso anterior, pero con un mayor efecto sobre la escala de reproducción. Estoy redondeando. Ignorando decimales para una mayor claridad de exposición. En realidad la escala de reproducción es algo mejor todavía.
Con el tubo de extensión de 36 mm instalado, ya tenemos espacio para instalar el multiplicador 2x, que funciona sin problemas. En este caso, obtenemos una escala de reproducción de 1,1:1 para esos 37 cm de distancia de enfoque.
Por encima del tamaño de la vida real. Y con un coste de 100 euros sobre mi capacidad instalada actual, en lugar de gastar los 650 euros del EF 100/2,8 USM o los 900 euros del EF 100/2,8 L IS USM. Ambos llegan a 1:1 con una distancia de enfoque parecida. No pierden luminosidad al enfocar en aproximación, pero su longitud focal sí que se reduce a unos 75 mm efectivos. Seguramente tendrán mejor resolución óptica, pero para un uso esporádico, parece que tenemos un sistema competitivo.
Comprobémoslo en la práctica.
La prueba la hacemos con el objetivo de la Zeiss Ikon Ikonta B, primero despejado de todo obstáculo, después colocando la regla que sale un poquito movida, pero nos hacemos a la idea.
Acabamos, por 100 euros, de dotar de notable versatilidad al equipo previamente disponible, con pérdidas de calidad y de comodidad de trabajo perfectamente asumibles. Recuerdo de nuevo que, partiendo de buenas piezas ópticas de base, la pérdida de calidad existen pero son razonables, y que hay una pérdida de luminosidad, pero que en el caso del 85 mm la máxima apertura es f/1,8 por lo que nunca nos ponemos en situaciones difíciles de manejar. Estamos enfocando de forma manual y con la ayuda de la pantalla trasera.
Por supuesto, todo esto trabajando con la Canon EOS 5D Mark II, cámara con un sensor de 24 x 36 mm. Si esta última combinación la utilizamos con una cámara de sensor tipo APS-C, añadimos el factor de recorte 1,6x. Por ejemplo, con mi veterana Canon EOS 40D. El 1,1:1 de escala de reproducción se mantiene, pero por el recorte simula ser un 1,76:1... a 37 cm de distancia. Veámoslo con algunas chinchetas de colores.
Insisto. No tiene la misma comodidad y pierde algo de calidad con respecto a trabajar con un magnífico EF 180 mm 1:3,5 L USM. Pero es que una inversión en un objetivo de esas características son palabras mayores salvo que le vayas a sacar un rendimiento de alguna forma. La combinación de tubo de extensión más multiplicador 2x, siempre con el multiplicador montado sobre la cámara el tubo de extensión en el objetivo, y el 200/2,8 permite una cómoda distancia de trabajo. Con el 85/1,8 una escala de reproducción alta. El coste del multiplicador entre 100 y 150 euros. Los otros dos objetivos los compré de segunda mano en los últimos 16 años, con costes que en ningún caso superaron los 350 o 300 euros cada uno de ellos, teniendo además otras aplicaciones. Ambos son excelentes retrateros.
No sé todavía cuánto lo voy a utilizar. Pero si no hago macro de ahora en adelante, será porque no quiera, no porque no pueda.