Fotografía de paisaje en los Pirineos - un paseo por Taxeras
En primer lugar, vamos a ajustar las expectativas. Cuando hablo de fotografía de paisaje no me refiero a esos épicos fotógrafos que se levantan a las tres de la madrugada y se pegan una paliza de kilómetros, primero en coche, luego caminando, para llegar al lugar previsto y hacer una foto épica en el momento de la salida del sol. Todo esto si no tienen que arrostrar inclemencias meteorológica cataclísmicas u otros contratiempos igualmente apocalípticos. No. No va por ahí la cosa. Vale. Esto va a ser muchíiiiiiiisimo más relajado.
Este sábado pasado, con un buen amigo, nos subimos tranquilamente a Zuriza, en el valle de Ansó, Pirineos aragoneses, con el objetivo de dar un paseo hasta el paraje de Taxeras, al pie de la sierra de los Alanos. Un sitio que siempre me ha parecido espléndido por su belleza. Lo conozco desde hace 35 años, más o menos, pero ahora hacía por lo menos 2s años que no lo visitaba, desde octubre de 1996, en el que hice unas cuantas fotografías con la Canon EOS 100, no recuerdo los objetivos que llevaba, y película negativa en blanco y negro Ilford Pan F Plus 50.
En esta ocasión he llevado tanto cámara digital como película argéntica. De esta última, la Leica M2 con el Summicron 35/2 ASPH cargada con Ilford XP2 Super 400, pero no hice muchas fotos, y todavía queda mucho carrete para terminarlo y revelarlo. Tal vez este fin de semana que viene que nos vamos a Alcañiz. En digital me fui con la Panasonic Lumix G9, mi cámara titular en estos momentos, con el Olympus M.Zuiko Digital ED 12-40/2,8 Pro y el más modesto pero eficaz Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH OIS. Un equipo muy solvente y no demasiado pesado para pasear por el monte.
Nuestra intención era intentar captar los colores otoñales. Los bosques de Taxeras son una mezcla de hoja caduca y hoja perenne; hayas y abetos. Estos dominan en las laderas que se miran al sur, mientras que las hayas prefieren aquellas más umbrías en las vertientes norte de las montañas. Como no íbamos a madrugar, no nos dimos prisa. Si encontrábamos alguna luz interesante sería la de la caída de la tarde. Por lo tanto, salimos de Zaragoza a las 9:30 de la mañana, para estar dispuestos a emprender el paseo al mediodía, después de haber comido algo ligero. Y así fue.
Desgraciadamente, los fríos de la última semana han afectado de forma importante a la vegetación, y las hojas se encontraban en su mayoría en el suelo. Las hayas estaban ya descarnadas, y sólo en algunos rincones más recogidos y protegidos podías encontrar alguna o algún grupito, que conservaba todavía sus hojas. No obstante, el lugar estaba muy bello. Aun en las horas centrales del día, la luz era suave. Los captores digitales de las cámaras no tenían problemas para encajar la gama de tonos que van desde los abetales en las zonas de sombra hasta la nieve en las cumbres de los Alanos. Cierto es que por lo escarpados que estos son, se ven más rocosos que nevados.
A pesar de la presunta nieve y lluvias de los días anteriores, la verdad es que no encontramos grandes niveles de humedad. Y aunque nos estuvimos fijando, no encontramos ejemplos de setas u hongos de ningún tipo. Lo único que nos llamó la atención fueron unos bulbos en algunas hojas que nos parecieron los huevos o algo similar de algún insecto. Tengo que ponerme a investigar sobre el tema.
Cuando llegamos al lugar a partir del cual ya nos metíamos en una sombra de la cual no íbamos a salir. Paramos, y en una loma donde todavía daba el sol, a las dos de la tarde, comimos algo. Pero la tarde empezaba a avanzar con rapidez, con el sol escondiéndose progresivamente detrás de la muralla que forman los Alanos en el límite sur del valle. Así que comenzamos tranquilamente el regreso.
En el camino de regreso, sacamos los trípodes con el fin de montar algunas panorámicas. Y en mi caso, para probar también sobre el terreno el modo de alta resolución de la cámara, que permite obtener fotografías de hasta 80 megapíxeles a partir del sensor de 20 megapíxeles. Las panorámicas suelen estar montadas a partir de 3, 4 o 5 fotografías verticales, y luego las suelo ajustar a unas proporciones razonables para su visualización en pantalla. Generalmente los 16:9; aunque para impresión puedan ser más amplios. Estos de 16:9 suelen ser archivos de entre 45 y 50 megapíxeles. En ambos casos se obtienen fotografías con gran cantidad de detalle y susceptibles de ser ampliadas a tamaños considerables, que aquí no podemos apreciar.
Llegamos a las cuatro de la tarde de nuevo al coche. La distancia recorrida total, unos ocho kilómetros, se puede hacer en la mitad del tiempo de las cuatro horas que dedicamos al paseo. Pero como habréis podido comprender, la contemplación del paisaje y la naturaleza y la actividad fotográfica, nos quitaron una buena cantidad de tiempo. Aunque se nos pasó rápido.
Al final, aun nos dio tiempo para enredar haciéndonos unos selfis con la "galletita" "ojo de pez" de Olympus, y de parar conforme bajábamos en dirección a Ansó para hacer algunas fotos en las parte más bajas de los valles, donde la vegetación conserva todavía sus bonitas hojas. Hasta la siguiente.