El mes pasado ya me escapé un sábado a Madrid. Hacía casi un par de años que no iba por la capital, y me había saltado las dos últimas ediciones de PHotoEspaña. También me hubiera gustado ver la exposición del Bosco en el Prado, pero al haber decidido el viaje con apenas 36 horas de antelación y siendo en sábado no tuve entradas. Esta semana pasada, estando de vacaciones, volvió a surgirme la posibilidad de acercarme a la villa y corte. De forma más programada. Y aunque también tenía algún compromiso social que atender, fijé con prioridad la visita a la mayor pinacoteca española, previendo también algunos tiempos para algunas exposiciones de fotografía que me quedaron pendientes. Os lo cuento.
Empiezo por la pintura. El Bosco es uno de mis pintores favoritos de todos los tiempos desde 1990. Lo sé con tanta seguridad porque fue el año que pasé viviendo en Madrid, y en el que algunos días de la semana el acceso al Museo del Prado era gratuito. Así que algunos miércoles me bajaba por la tarde y veía tranquilamente alguna sección del mismo. Sin agobios. No había tanto turista entonces. Y muchas veces me pasaba un momento a contemplar "El jardín de las delicias" o "El carro de heno". Me fascinaban.
Ya aviso que las fotografías de la exposición son de extranjis. El Museo del Prado tiene actualmente una política hostil a la fotografía en sus instalaciones, que contrasta con instituciones similares de otros países en los que no sólo se permite sino que se anima. Y se pide que se difunda y se cite, tanto la obra, como el autor, como la institución que lo conserva. O se promueven acciones de conciliación y pacificación de intereses como la iniciativa Tous photographes! de los museos públicos de la República Francesa. Aquí siempre vamos a la contra o hacia atrás.
En cualquier caso, una exposición sobre el pintor flamenco siempre me merece la pena, especialmente cuando a los cuadros que ya me resultaban conocidos desde hace más de 25 años, se suman otros cedidos por otros museos o colecciones del mundo. Cierto es que, a pesar del número limitado de entradas por horas, las salas de la exposición están muy concurridas, con la gente agolpándose ante las obras más conocidas. Obras que, por sus características, lleva mucho rato contemplar. Así que hay que ir armado de paciencia, para ir tomando posición ante las tablas y, una vez en primera fila, poder contemplarlas, analizarlas y disfrutarlas con calma, obviando el nerviosismo de los que por detrás están deseando que te pires.
Pero todo esto sucedió a partir de las seis y cuarto de la tarde y hasta el momento de dirigirme a la estación a coger el tren de vuelta a Zaragoza a las ocho y media. Hasta entonces había planificado algunas visitas a exposiciones de PHotoEspaña que quedaron pendientes de hace un mes.
Me extrañó en su momento que la Fundación Mapfre no ofreciera alguna buena exposición de fotografía. Tienen una tradición de hace ya años por la que siempre tienen a algún fotógrafo interesante en algunas de las salas de exposiciones que tienen en Madrid. Con estupendos catálogos, además. A finales de junio se aclaró el tema cuando vi la noticia de la inauguración en su sala de Recoleto de una retrospectiva de Hiroshi Sugimoto, bajo el título de "Black Box".
Conozco desde hace ya un tiempo la obra de este japonés residente en Estados Unidos. Sus series tienen mucho que ver con los concepto de realidad y apariencia, con el paso del tiempo, con la vida y la muerte. También es arquitecto y ha realizado fotografía de arquitectura. Tengo algún libro con ejemplos de sus obras, pero nunca había tenido la oportunidad de verlas tal y como las concibe. Trabaja con grandes formatos, tanto en el momento de la toma como a la hora de realizar las copias. Grandes copias en blanco y negro de gran perfección técnica, que transmiten como pocas cosas la sustancia y la materia que acompaña a los conceptos que subyacen en las mismas. Creo que es de las imprescindibles en el festival de este año.
Un carácter muy distinto tiene la obra de Miroslav Tichý, fotógrafo checo que tras la Segunda Guerra Mundial comenzó a estudiar bellas artes en Praga, orientándose fundamentalmente a la pintura. Pero al mismo tiempo chocando con el oficialismo del recientemente instaurado régimen comunista, de caracter totalitario. Como consecuencia, abandonó las corrientes del arte oficial, se refugió en su ciudad natal y comenzó a realizar fotografías robadas por las calles de las mismas con cámaras artesanales fabricadas por él mismo con materiales de desecho.
La calidad intrínseca de sus copias es baja. Poco nítidas, con un enfoque dudoso. Unido al motivo fundamental de las mismas, que son las mujeres de todo tipo, edad y condición, otorgan unas connotaciones voyeuristas a su obra que incluso llegan a producir desasosiego en algún momento. Viviendo al margen de la sociedad a casi todos los efectos, montando sus fotografías sobre paspartús también artesanales realizados con cartones de desecho, estuvo olvidado durante décadas hasta que fue reivindicado en la primera década del siglo XXI. Fallecido en 2011, el carácter de su obra me resulta todavía incierto, y no todos los argumentos de quienes lo reivindican me acaban de convencer. La sexualidad que desprenden algunas de sus imágenes no me acaban de convencer de cuáles fueron las intenciones de Tichý. Pero lo mejor es que cada cual vea su obra y opine. A mi me resulta un poquito grimoso. Sin dejar de reconocer los logros estéticos y formales de muchas de sus obras, a pesar de lo precario de sus materiales.
En la Fundación Canal tenemos a una de las fotógrafas de moda en todo el mundo. Se trata de la exposición "Street Photographer" dedicada a Vivian Maier, una exposición que probablemente en estos momentos podamos encontrar en varios lugares del mundo al mismo tiempo, ya que la intensa actividad publicitaria sobre la obra de la niñera convertida en fotógrafa documental de calle, una actividad totalmente desconocida para todos hasta después de su muerte, hace que la demanda sobre todo los aspectos de esta obra sea muy grande.
Cierto es que la calidad fotográfica de su obra es elevada a pesar de que la mayoría de los negativos permaneciron ocultos hasta después de la muerte de Maier. A mí no dejan de sorprenderme la precisión en la composición a la hora de mirar al mundo y lo incisivo de la mirada a la hora de acercarse a sus semejantes. Realmente, dejando de lado la intensa mercadotecnia y explotación que está sufriendo esta obra, hasta un punto que a algunos nos llega casi a la saturación, no deja de ser una exposición que merece la pena ser vista.
Después de comer, sólo teníamos intención de visitar una exposición de fotografía, dos en realidad en un mismo lugar, hasta el momento de entrar en el Museo del Prado. Pero de camino nos pilló cerca el Museo ICO donde nos encontramos con otra exposición que nos resultó sorprendente y además muy interesante. Se trata de la exposición "Desplazamientos" de Robbins & Becher (Andrea Robbins y Max Becher).
Este matrimonio que trabajan juntos no se definen como fotógrafos, sino que utilizan las fotografía para exposner sus tesis. En este caso los desplazamientos culturales a lo largo de todo el mundo. La adopción de formas y manifestaciones culturales por determinadas poblaciones que son ajenas a sus tradiciones. Barrios en extremo oriente con la arquitectura propia de los países bajos. Alemanes que se visten y actúan periódicamente como nativos norteamericanos según la visión que transmitió Karl May, un escritor que nunca salió de su Alemania natal. La tradición de los afroamericanos como "cowboys", cuando todos tenemos la imagen del vaquero blanco y rubio. Una población de la costa oeste norteamericana que "deciden" ser bávaros, aunque no tienen ningún ancestro de esa región alemana. La arquitectura de estilo colonial alemán en Namibia cuando hace 100 años que dejó de estar administrada por Alemania, que no trató especialmente bien a sus aborígenes. Una "reproducción" de los canales de Venecia en Las Vegas... Con un estilo directo, sin artificios, exposición clara de hechos, muy estilo "escuela de Duseldorf", nos ofrecen una interesante reflexión sobre la naturaleza de las culturas y las civilizaciones humanas.
Tras esta interesante exposición, tenemos hora y media antes de dirigirnos a ver el Bosco. Nos agenciamos unas bebidas portables para aliviarnos del calor bochornoso de un Madrid medio nublado, y nos dirigimos al Real Jardín Botánico, donde suele haber todos los años un par de exposiciones de PHotoEspaña, además de la librería oficial del festival.
La primera es de Linarejos Moreno, que en copias de gran formato sobre arpillera nos ofrece una irónica mirada a los modelos botánicos del siglo XIX, maquetas articuladas de plantas y desmontables de plantas, que fotografía recordando la obra de Karl Blossfeldt en los años 20 del siglo pasado, aquella dedicada a plantas auténticas. No deja de transmitir una crítica a determinadas formas de transmitir o acceder al conocimiento, o de mirar al mundo, promovidas incluso desde las instituciones oficiales y académicas. Mucha más sustancia de lo que parece, aparte de la minuciosidad técnica de su materialización.
Y además de la interesante obra de esta fotógrafa madrileña, tenemos también la exposición "La hora inmóvil, una metafísica del Mediterráneo", del siempre interesante Bernard Plossu. Plossu es un habitual de estas páginas, puesto que es uno de mis favoritos en el mundo de la fotografía, a pesar de, o precisamente debido a la falta de espectacularidad en sus imágenes. Que sin embargo suelen venir mucho más cargadas de significado e incluso de poesía de lo que nos parece. Realizadas con sencillez, que no con simplicidad, con sus Nikkormat de los años 70 y sus ópticas de 50 mm, habitualmente en blanco y negro, con una composición mucho más cuidada de lo que parece sobre sujetos de apariencia banal, intenta captar la esencia y el alma de los lugares por los que transita. En esta ocasión los países del norte del Mediterráneo. España, Italia, Grecia, Croacia,...
Plossu es como la antitesis de muchas de las propuestas fotográficas actuales que, llenas de color y artificio, carecen de significado y se limitan a repetir "ad nauseam" las mismas propuesta y las mismas imágenes. Aquí estamos ante la observación atenta del mundo y sus detalles, intentando captar no lo que es universalmente conocido si no lo que pertenece universalmente a todos. Lo cual muchas veces está en paisajes cotidianos y aparetemente banales. A mí... me sigue gustando mucho.
Con estas exposiciones, y la subsiguiente visita a los invernaderos del botánico de la que ya os hablé hace unos días en mi Cuaderno de ruta, dimos por terminada la visita a PHotoEspaña, y nos dirigimos a la exposición del Bosco por la que hemos empezado este artículo. Que espero os haya interesado y motivado.
Camino de Zaragoza, en el tren, el atardecer. Y la imaginación de posibles proyectos fotográficos, alguno de los cuales van en la cabeza, y otros en el bolso de viaje.
Comenzaremos las recomendaciones fotográficas de este domingo con el enlace al tablero de Pinterest con las fotografías recolectadas esta semana. Muy abundantes y muy variadas en esta ocasión, ya que van desde los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial hasta los modernos retrato de fotógrafos contemporáneos.
Las fotografías que tenían que acompañar hoy a estas recomendaciones semanales tenían que ser pequeños paisajes de un soto fluvial no lejos de Zaragoza. Pero los atentados de París del viernes por la noche están condicionando las conversaciones y el estado de ánimo de muchos, por lo menos de la gente de mi entorno. Por ello, he cambiado de idea. Y me he ido al año 1989, año de mi primera visita a la capital francesa. Cuando yo hacía apenas tres o cuatro meses que había comprado mi primera cámara réflex, una Pentax P30N, con un objetivo SMC-A 50/2, y otro 28 mm, cuyo modelo no recuerdo, que me dejaron para el viaje. Nada supera la sensación de sorpresa y maravilla como la primera vez que ves algo... En fin... Las fotos de hoy son testigos de la primera vez que vi algunos de los lugares más emblemáticos de la Ciudad Luz.
Por supuesto, la tragedia de los asesinatos terroristas en París ha dado lugar ya a una abundante documentación fotográfica que da testimonio de lo sucedido y de los sentimientos de las gentes de la ciudad, y de todo el mundo. En In Focus de The Atlantic tienen una magnífica colección de fotografías tomadas en los momentos en los que sucedieron los atentados o poco después. En Lens de The New York Times podemos recoger el testimonio de Jerome Delay, que cogió su bicicleta y se dirigió a los lugares de los mismos, para recoger la situación de drama y duelo tras los asesinatos. Finalmente, de nuevo en In Focus de The Atlantic, volvemos para recoger las muestras de solidaridad en todo el mundo con la capital francesa.
Los conflictos y las guerras forman parte inherente a la historia de la humanidad y, por supuesto, de la fotografía. En buena parte del mundo, el 11 de noviembre es una jornada de recuerdo por los fallecidos en la guerras, especialmente del siglo XX. Recordemos que las hostilidades de la Primera Guerra Mundial finalizaron a las 11 de las mañana del 11 de noviembre de 1918. Nos cuentan en The British Journal of Photography como Tom Reeves utiliza la cámara de gran formato que se usaba en el negocio familiar, Edward Reeves Photography, hace 100 años para reproducir los retratos que hizo a los soldados que en aquellos momentos iban a la guerra, con personas que actualmente están en servicio en el ejército británico.
En L'Oeil de la Photography, siguiendo con el tema de los conflictos bélicos, nos cuentan como Yan Morvan recorre el mundo buscando los campos de batalla de algunas de algunas de las que fueron más decisivas en las guerras y en la historia. Si Morvan utiliza una cámara de gran formato para realizar la fotografías de la serie, nos cuentan también como una pequeña compacta digital inicialmente, algo más complejo después, también digital, le sirven para documental el entorno y el proceso de la toma de imágenes en una especia de cuaderno de ruta.
Fotografiar los crímenes. Difícil de hace cuando están ocurriendo, tampoco es fácil cuando acaban de suceder, aunque la omnipresencia de cámaras en nuestro mundo actual lo hace más fácil. Cada cual puede ser "reportero",... o eso nos venden. Pero en los años 40 del siglo XX eso no era así, y si alguien se especializó en el tema como nos cuentan en Feature Shoot, fue Weegee, sobrenombre con el que se conoció a Usher Fellig. Estilo crudo, directo, con el flash apuntando directamente a la escena y su Speed Graphic de gran formato previamente ajustada para tomar la fotografía.
Hace unas semanas os hablé de Masahisa Fukase, fotógrafo que sublimó la separación de su esposa, que le sumió en la depresión y el alcoholismo, con una serie de fotografías de cuervos, que se consideran un hito en la fotografía expresionista. En el tumblr de Japan Camera Hunter nos ofrecen algunas imágenes de la serie que nos harán comprender mejor el tono de la misma.
La fotografía de arquitectura es una disciplina que no deja de atraerme, aunque es más difícil de lo que parece. Tiene sus propias claves, aparte de una variedad muy notable de aproximaciones. En esta semana me he encontrado varias de ellas que pueden ser interesantes. Como por ejemplo el formalismo geométrico de la serie The Space Between de Mark Yankus que nos presentan en In The In-Between.
Una aproximación muy distinta, como nos cuentan en Cada día un fotógrafo/Fotógrafos en la red, es la del español José Beut, que ya sea en blanco y negro en color, juega más con la abstracción, sin renunciar a poner la arquitectura en perspectiva con la inclusión de elementos humanos en sus fotografías.
Finalmente tenemos la aproximación a la arquitectura como decadencia, y en Proof de National Geographic optan por mostrarnos las fotografías del fotógrafo Danila Tkachenko, que se aproxima a las ruinosas estructuras de la antigua Unión Soviética, dispersas por la inmensa geografía de los territorios que la conformaron, y en paisajes desolados por la nieve y el frío invernal.
Pasémonos al lado más humano de la fotografía. Una de las "víctimas" secundarias de la tragedia parisina ha sido la feria de fotografía Paris Photo 2015, que debía celebrarse en estos días, con su fecha de clausura en el Grand Palais prevista para hoy domingo. Debido al luto por los asesinatos, cerró ayer por orden del Ministerio de Cultura francés en señal de luto. En L'Oeil de la Photographie nos mostraban el trabajo de algunos fotógrafos que se iban a presentar en la feria. Y me atrajeron mucho los elegantes desnudos en blanco y negro de Jean-Baptiste Huynh, que combina con la fotografía de vegetales. Excelente gestión de la luz, de las formas y de las texturas.
También en blanco y negro es el trabajo de Rachel Jump, que nos muestran en Lenscratch. Esta joven fotógrafa tiene una aproximación frecuente entre muchos fotógrafos norteamericanos actuales, que exploran la idea de hogar, de pertenencia, de familia o de amistad, así como las ausencias que marcan la vida de cada cual. Supongo que está asociado a un estilo de vida en la que con frecuencia uno ha de desarraigarse para seguir su carrera profesional. No sé si estas son las motivaciones de Jump, pero algunas de sus fotografías más aparentemente simples me han llamado la atención, y por ello la incluyo aquí.
Uno de los objetivos para hacer estas recopilaciones de recomendaciones semanales, no el único, es que si uno quiere mejorar sus fotografías tiene que aprender de los mejores. En el blog Miradas Cómplices extractan comentarios realizados por Joel Meyerowitz, un fotógrafo que me ha interesado especialmente en las últimas semanas, que aparecen en uno de los documentales que se han realizado sobre Vivian Maier. Además de mostrarnos una estupenda selección de obras de la niñera fotógrafa. Desde luego son comentarios ilustrativos y pedagógicos.
En el blog de Eric Kim, un fotógrafo que se dedica fundamentalmente a la fotografía documental callejera, ha aparecido un artículo en dos partes (primera, segunda), en el que Kim nos cuenta lo que ha aprendido del fotógrafo Todd Hido, a propósito de su lectura del libro de la Photography Workshop Series de la editorial Aperture sobre la fotografía de Hido. A mí me ha sorprendido un poco... porque la fotografía de Hido y Kim no se parecen gran cosa. Yo prefiero la de Hido, cuyos "retratos" nocturnos de zonas residenciales me encantan. Pero en las dos partes del artículo se cuentan cosas interesantes, realmente. Como extra, os dejo un vídeo (en inglés) que podemos encontrar en Youtube, en la que vemos cómo trabaja Todd Hido con su Pentax de medio formato con negativos en 6x7.
Esta semana me he encontrado con una enorme cantidad de marcadores con posibles entradas válidas para estas recomendaciones semanales. En el caso de haber incluido todas, esta hubiera sido la entrada interminable. Así que he tenido que adoptar una estrategia de eliminación. Al final, va a ser una entrada muy basada en la historia, la anécdota, o la impresión que me han producido fotografías concretas. Aparte de alguna que otra recomendación al estilo de siempre. Espero que os gusten.
Las fotografías acompañantes proceden de las jornadas de recreación histórica de las guerras napoleónicas en Zaragoza celebradas hace dos semanas, y a las que me fui con una cámara Kodak Pocket A-1 cargada con un carrete de 24 exposiciones Lomography Tiger CN200, película negativa color para formato 110. Fotografía festiva y sin complicaciones de ningún tipo, que no ha quedado mal. Mañana o pasado os cuento algunos aspectos técnicos de esta serie.
En primer lugar, un apunto histórico. Desde el Camera Lens Blog de Zeiss nos recuerda que esta semana ha sido el 125º aniversario del primer objetivo fotográfico que salió de la fábrica de Jena de la empresa. En concreto, un 21 de marzo de 1890. Se trataba de un objetivo Anastigmat, después conocido como Protar, un sencillo diseño casi simétrico de cuatro lentes en dos grupos. Después, la marca adquiriría fama merecida por algunas de sus creaciones, léase objetivos Tessar, Sonnar, Planar, Biogon, Distagon, Hologon... (enlaces a archivos pdf) que fueron ampliamente copiados por el resto de las marcas fotográficas hasta la saciedad. A mí me encanta el carácter de los sencillos Tessar (pdf), el ojo del águila como le llamaron en los primeros anuncios comerciales, con sus cuatro elementos en tres grupos, variantes del cual tengo en varias cámaras.
Hablando de cámaras y objetivos fotográficos, en el tumblr This is Sausage apareció esta semana un artículo con un autorretrato de Vivian Maier en el que muestra una cámara que no he conseguido identificar, con un objetivo bastante luminoso, y con un visor en ángulo recto muy curioso. Me tiene comida la moral la fotografía en cuestión. El tema está en que aunque a esta misteriosa fotógrafa y niñera se le asocia con sus Rolleiflex, utilizó una variedad notable de cámaras a lo largo de su vida. Y con ventaja. Seguiré buscando que cámara es la que aparece en ese autorretrato.
Esta ha sido semana de eclipse, pero no voy a hablar de las fotografía, miles de miles, que se han tomado durante la mañana (hora española) del 20 de marzo, cuando se produjo el último eclipse de sol. Pero ese evento fue la excusa para que en American Suburb X (ASX) nos mostraran la obra de Kikuji Kawada, The Last Cosmology. Fotografía en blanco y negro con fuerte componente conceptual, muy propia de la tradición japonesa, y sin duda interesante.
Si hay un oficio que es variado es el de fotógrafo. Yo no me considero fotógrafo, me considero aficionado a la fotografía, y dentro de esa afición me gusta hacer fotografías. Pero mi profesión, que me gusta, es otra. Además tengo la sensación que difícilmente me podría ganar tan bien la vida como fotógrafo. Salvo que fuera realmente muy muy muy bueno o extraordinariamente especializado. Recientemente leí un artículo sobre los ingresos medios de los fotógrafos profesionales en EE.UU. y eran realmente bajos. No creo que en nuestro país la cosa mejore, desde luego. El caso es que todavía hay situaciones más extremas, como la que nos cuentan en Petapixel sobre los fotógrafos de los muertos en el río Ganges, en India y Bangladés. Fotógrafos que muchas veces con un equipo básico de alguna compacta y poco más fotografían los cuerpos de los muertos listos para ser incinerados a orillas del Ganges. La fotografía post mortem o fotografía de difuntos no es una práctica extraordinaria. Durante el siglo XIX estuvo ampliamente difundida la práctica de tomar fotografías de los recientemente fallecidos, muchas veces en actitudes como si estuvieran posando con su familia, o en sus actividades cotidianas, las más discretas como si estuvieran durmiendo. Hay que tener en cuenta que en aquellos momentos hacerse una fotografía era algo caro, y fuera de la consideración de las clases más modestas, que la limitaban a guardar un último recuerdo del familiar fallecido. Esta práctica fue usada por Amenábar en The Others (Los otros) como elemento argumental.
"En ocasiones, fotografío muertos..."
Si nos ponemos macabros, en DSLR Magazine publicaron un interesante artículo el pasado miércoles sobre el escritor japonés Yukio Mishima. Y su relación con el fotógrafo Eikoh Hosoe (fotografías). Recordemos que Mishima murió de una forma extravagante. En 1970, con un grupo paramilitar que había formado, tomó una base militar tokiota para arengar a los soldados que había allí, que lo abuchearon y lo insultaron. Lo cual ocasionó que se suicidara con uno de los típicos rituales japoneses, mientras su ayudante lo decapitaba.
Algunas fotografías que me han llamado la atención y que me han inducido a conocer algo más de los fotógrafos que las tomaron:
También me llamó la atención este automóvil junto al mar, también en MPD, de Maude Arsenault. Luego, repasando la obra de la fotógrafa, me parece que tiene obras más conseguidas y personales y otras más a la moda de los usos actuales.
Una fotografía de Elina Brotherus que apareció en La beauté de Pandore me recordó que había visto varias referencias a esta fotógrafa y decidí dar una vuelta por su página web para conocer su obra. Uno tiene para un rato si quiere repasar todo lo que ofrece.
Una recomendación ahora que procede del mundo de la fotografía tradicional con película sensible. Nos llega desde Sales de Plata, y nos habla de la obra de Hisatomi Tadahiko (en Lens Culture). No es un fotógrafo muy conocido, pero su obra más personal, tomada con película tradicional en color tiene un carácter y una luminosidad muy interesantes.
A medio camino entre la naturaleza muerta y el retrato nos llega la obra de Kristen Hatgi Sink, que nos muestran un porfolio en las páginas de L'Oeil de la Photography. Naturalezas muertas invadidas por personas, o retratos invadidos por objetos, que con un magnífico colorido y luminosidad nos trasladan sin embargo una sensación profundamente inquietante.
Y terminaré con una noticia curiosa. Desde julio de 2014, el ministerio de cultura francés lanzó la iniciativa Tous photographes!, publicanda una carta de derechos, obligaciones y buenas prácticas para que los aficionados a la fotografía, los turistas y los visitantes en general de los museos y monumentos del patrimonio nacional francés pudieran realizar fotografías en los mismos. Una iniciativa que cuando yo la conocí en mi último viaje a París en diciembre me encantó. Y me gustaría que muchas otras instituciones, incluyendo las de mi país, claro está, copiaran descaradamente. Pero había algunas instituciones del patrimonio francés que se resistían a aplicarla, entre ellas el Museo de Orsay. Esto había dado lugar a movimientos para impulsar el cambio de actitud de los responsables de este emblemático museo, como la operación OrsayCommons. Pues bien, la inquieta revista francesa dedicada a la cultura Les InRockuptibles nos comunica que la ministra de Cultura francesa, Fleur Pellerin, tomó un fotografía en una visita al museo y la publicó en su instagram, lo cual ocasionó acusaciones de privilegio injustificado. Pero la ministra estuvo hábil. Se limitó a decir que se hablía limitado a aplicar la carta Tous photographes!. La consecuencia ha sido que el museo se ha bajado del carro y ha adoptado la iniciativa. Hay países en los que los actos de un ministro o una ministra pueden ser para beneficio de sus ciudadanos... Qué cosas... Eso sí, nada de flash, trípodes, monópies o paloselfis. Aunque esto me parece bien.
VIVIAN MAIER ha aparecido varias veces en los artículos dedicado a fotografía de mi CUADERNO DE RUTA. Y esta es la primera vez que os la presento en estas páginas. Algo que está sucediendo es que son diversos los medios que están dedicándose a investigar en esta niñera, que de forma discreta, se dedicó a documentar las calles de las ciudades donde vivió, con un estilo característicos, y con un nivel fotográfico propio de algunos que son considerados como maestros.
El pasado día 28 se estrenó en el INTERNACIONAL CENTER OF PHOTOGRAPHY de Nueva York el largometraje documental FINDING VIVIAN MAIER, que se irá estrenando poco a poco en el resto de Estados Unidos, y sobre el que espero que haya alguna forma de verlo en el resto del mundo.
Mientras tanto, por qué no echar un vistazo al vídeo que nos ofrecen en THE ART OF PHOTOGRAPHY, en inglés, subtitulable al modo de youtube, y que nos da algunas claves para entender la obra de esta desconocida artista en vida.