Quizá el título de la entrada sea exagerado. Una excursión en el día desde Zaragoza a Olite en Navarra, y regreso en el día, no sé si califica como "viajar". Son unos 140 km en tren ida y vuelta, y pasar la tarde en la población navarra. Más o menos lo he contado grosso modoen mi Cuaderno de ruta. Pero, aunque no la adquirí como cámara de viaje, quería investigar cómo se comporta la Fujifilm GFX 50R de formato medio digital en ese ámbito de la fotografía. Vamos a ver cuáles son mis impresiones.
Primero. La calidad de imagen. Ningún secreto. La calidad de imagen es muy alta siempre que la técnica del fotógrafo que use uno de estos chismes sea buena. Si eres descuidado a la hora de enfocar o de seleccionar tus parámetros de exposición, la calidad de la imagen también sufre más que con formatos de sensor de captura más pequeños. Así que no se puede ser descuidado; errores no muy importantes se notan más. Ayer, en un entorno turístico relativamente concurrido... alguno que otro cometí. Pero si todo va bien... pues la imagen tampoco es del todo placentera. Es demasiado "perfecta" y poco expresiva. Salvo que tengas un luz espectacular, lo cual, mientras viajas, sucede a veces sí y a veces no... tendrás que currártelo un poco en la aplicación de procesado de la imagen digital. Y "ensuciarla" un poco... Yo he usado para el revelado básico Capture One 22 Express. Para la corrección de perspectivas, Affinity Photo 1.10. Para "ensuciar" la imagen, la simulación de Kodak Portra 160NC de Color Efex Pro 4, de la Nik Collection.
Segundo. Un único objetivo, una única focal. Esta cámara con el único objetivo que tengo para el sistema, es llevadera. He llevado a cuestas equipos más pesados. Pero si le sumase más ópticas, ninguna tan ligera como el GF 50 mm f3,5... sería oneroso para la espalda. Lo cierto es que no eché de menos otras focales. Supongo que si las llevas las usas, se te ocurren situaciones para hacerlo. Pero como no las llevaba, y lo sabía, aunque no pensase en ello, solo veía en el ángulo de visión del objetivo. Esto me pasa hace ya un tiempo. Especialmente desde que prefiero las focales fijas. Veo en función de la focal que llevo. En unos días os hablaré de usar otros objetivos con otras distancias focales... pero otro día será.
Tercero. Modo de exposición. No voy a cambiar a estas alturas las fórmulas que me han ido bien desde siempre. Cuando hay buena luz, modalidad de prioridad a la apertura (A o Av, según sistemas), ya que esta define en gran medida la estética de la toma, al gestionar la profundidad de campo. Pero aquí viene una de las advertencias asociadas al sistema. Se nota bastante en los resultados que tienes poca profundidad de campo. Y a veces de forma desagradable. Hay que tener cuidado sobre dónde enfocas y como gestionas las áreas desenfocaras de la escena. Cuando la luz escasea mucho, suelo optar por la modalidad de prioridad a la velocidad de obturación (S o Tv, según sistemas). Ajustas la velocidad mínima para evitar trepidaciones en la imagen, y dejas que la apertura caiga donde pueda... y enfocas con el mayor cuidado posible, por lo dicho de la escasa profundidad de campo. Puntualmente, en determinadas escenas, modo manual. El ISO lo suelo ajustar a automático con un máximo de ISO 3200.
Cuarto. Ergonomía de la cámara. Conforme la vas usando, te vas acostumbrando a donde encontrar los principales ajustes sin mirar, y en general es bastante buena. Tiene algún botón puesto donde no debería, por lo que a veces lo pulsas sin querer. Pero en general, bien. Todavía tengo que decidir cómo personalizar los distintos botones de función configurables. Pero necesito más experiencia. El principal problema que he tenido ha sido el visor electrónico. Es muy nítido, sin duda. Pero también demasiado contrastado. Puede ajustarse la luminosidad y el color... pero no he encontrado como ajustar el contraste. La única solución que encuentro es seleccionar un estilo, una simulación de película que dicen, muy poco contrastada. Pero eso es un rollo, porque suelo tirar en Raw + JPEG, usando los JPEG, de pequeño tamaño para subir a redes sociales mientras viajo. Y por eso me gusta que la foto quede bien desde la cámara... En fin... iremos viendo.
Quinto. Simulaciones de película. En pocas palabras... no he encontrado todavía una que me acomode del todo. De las incluidas o de las configurables. Creo que, al fin y al cabo es porque no hay una que valga para todo. Quizá la simulación PROVIA/Estándar o la simulación CLASSIC NEGATIVE, sean las más convenientes. No me gusta nada la simulación VELVIA para paisaje; sí que me gustan las simulaciones ACROS + filtro amarillo o naranja para blanco y negro. Pero no suelo usarlas, porque de color puedes pasar a blanco y negro, pero no al revés.
Sexto. Batería. Sólo tengo una. No sé si necesito más. Bueno... siempre hay que tener al menos una de repuesto. Disparé mucho más de lo que necesitaba para las fotos que quería, por ver cómo se iba agotando la carga. A pesar de ello, sólo hice 195 disparos. De las cuatro barras del indicador de carga, han desaparecido dos. Si la progresión es lineal, habría que pensar que me puede quedar 150 disparos más. Normalmente, suficiente para un día de viaje. Pero todavía no sé si es lineal la progresión del indicador. En la mayor parte de las cámaras, no. Así que pueden ser menos. En un viaje normal, creo que no necesitaría usar más de una batería al día, pero debería llevar un repuesto por si acaso.
Resumiendo... ¿Podría usar esta cámara para ir de viaje? Seguro. Y lo disfrutaría. Pero... ¿es lo más idóneo? Mmmmmmm... teniendo en cuenta que la explotación que hago de las fotos de viaje no necesita de los 51 megapíxeles de esta cámara, probablemente sería ineficiente. Pero no descarto que lo haga en alguna ocasión. Ya veremos en cuales.
La redacción de esta entrada puede ser más laboriosa de los previsto. Me llevará mi tiempo. Tal vez varios días. Tengo el ordenador de sobremesa en el servicio técnico, y la reparación se va a prolongar bastante más de lo que pensaba. Para la mayor parte de las tareas, la tableta me vale con comodidad, pero redactar en condiciones artículos de un blog es bastante menos confortable. El caso es que más de un mes después de mi regreso del viaje de vacaciones a Italia, todavía no había hablado de las "condiciones fotográficas" del viaje. Que tienen dos componentes, que voy a comentar en la misma entrada; la fotografía digital y la fotografía con película tradicional.
Lo más sencillo de comentar es esto último, la fotografía con película tradicional. Aunque consideré seriamente la posibilidad de llevarme la Olympus Trip 35 ante los buenos resultados que ofrece. Acabé llevándome la Minox 35 GT-E. Esta es más pequeña y bolsillera, tiene más posibilidades de intervención sobre la exposición, y es una solución que ya he usado en suficientes ocasiones como para sentirme cómoda con ella. La única pega que tiene, en realidad, es que hay que prever unas pilas de repuesto por si se agotan las que lleva. Duran mucho... pero llega un momento en que se agotan, claro. Y me ha pasado, que no me he dado cuenta a tiempo y he malgastado película y perdido ocasiones fotográficas. Pocas veces, pero ha sucedido. La Olympus Trip 35 no necesita pilas, pero es más grandota y con muchas menos oportunidades de intervención sobre la exposición. No obstante, hablaré de ella en un futuro, en una entrada más o menos similar a esta sobre mi más reciente viaje a Andalucía.
Como material sensible,... no hay novedades. Mi película de elección cuando viajo es la Ilford XP2 Super 400, muy versatil. Material sensible para fotos en blanco y negro de tecnología cromogénica, que se revela en procesado C-41 con cualquier otro rollo de negativos en color. Aunque admite el revelado con química tradicional para blanco y negro. Cuando se revela en C-41, tiene una gran latitud de exposición. Su sensibilidad nominal es ISO 400, pero es pueden usar índices de exposición entre 50 y 800. A índices de exposición bajo, hay un grano muy fino, prácticamente imperceptible y mucho detalle. Las luces tardan mucho en bloquearse. A sensibilidades altas el grano es mucho más aparente, especialmente en las sombras, pero salvas con una calidad razonable la situación y obtienes un documento fotográfico más que digno. Así que desde el punto de vista de la fotografía con película tradicional, nada nuevo sobre lo contado en viajes anteriores.
Mis quebraderos de cabeza me los causa la digital. Mi equipo de viaje de fotografía digital es la Panasonic Lumix G9, con una serie de ópticas de focal fija o variable que viajan conmigo, aunque no todos los días van todas en la mochila. Depende. Si se anuncia lluvia, los dos zooms de apertura máxima f2,8, uno de Olympus (12 - 40 mm) y otro de Panasonic (35 -100 mm), protegidos contra la intemperie como la cámara, son de elección. Lo mismo si es una jornada de naturaleza y paisaje. Pero en entornos urbanos prefiero la discreción y el escaso peso de las ópticas fijas. El Summilux 15 mm, el Lumix 25 mm y un teleobjetivo corto son de elección. Hasta recientemente el Olympus 45 mm. Desde hace poco, quizá, el Sigma 56 mm, más luminoso. Y perdido siempre, en toda ocasión, en algún rincón de la mochila el súper-gran angular Laowa 7,5 mm. Pero...
Pero desde esta primavera la Lumix G9 tiene una avería que va y viene, no es fiable, y en el servicio técnico no acaban de acertar con ella. A Suiza me llevé la Panasonic Lumix G100, con el planteamiento de ópticas que he explicado en el párrafo anterior. Pero la Lumix G100 es una cámara de construcción barata, muy de plástico, y que no siempre se equilibra bien con los zoom. La calidad de las imágenes está al mismo nivel que la Lumix G9, no obstante.
Por ello, probé en Dinamarca a llevarme la Canon EOS RP. El problema con esta es que, aunque el volumen y el peso del cuerpo no se lleva gran cosa con la Lumix G9, aunque no tiene las protecciones contra la intemperie y otros refinamientos de la Panasonic, las ópticas son mucho más grandes y pesadas que las del sistema micro cuatro tercios. Por ello, y con mi planteamiento de equipajes ligeros, no podía llevarme más allá de lo que me llevé a Dinamarca, el EF 24-105 mm y el RF 50 mm. Y con un peso similar. Al final, me decidí por llevar la Lumix G100, porque las combinaciones de ópticas son mucho más versátiles, siendo un equipo muy ligero y discreto en ambientes urbanos. Aunque es cierto es que los archivos raw del sensor de formato completo y 26 megapíxeles de la EOS RP son mucho más poderosos que los 20 megapíxeles de las Lumix y un sensor que tiene una cuarta parte del tamaño. En la práctica... tampoco se nota tanto en el 95 % de las situaciones.
Como de costumbre, el equipo principal es el digital, con la pequeña Minox 35 GT-E reservada para circunstancias concretas en las que una fotografía en blanco y negro con película tradicional pudiera aportar un plus o una variante interesante sobre la versión en color digital. Salvo una tarde en Roma. Como ya tengo muchas fotos digitales de Roma, como entre unas cosas y otras mi paseo por la ciudad comenzó a las cuatro y cuarto de la tarde, con una luz buena que iba a durar no mucho más de dos horas, decidí organizarme yo solo un rally fotográfico por los monumentos de la Roma clásica, que se prestan mucho a la película en blanco y negro. Y ciertamente estoy muy contento con los resultados.
Veamos. Mi equipo fotográfico viajero por excelencia es el micro cuatro tercios, especialmente con la Panasonic Lumix G9 como cámara principal, y la Lumix G100 como cámara de respaldo, si lo encuentro necesario. La Lumix G9 tiene una excelente ergonomía, una fuerte protección contra accidentes e inclemencias del tiempo, y el conjunto de ópticas que puedes llevarte es muy amplio, con poco incremento en el volumen o en el peso. Pero la Lumix G9 se estropeó a finales de la primavera, la tuve durante un mes en el taller, a Suiza me llevé la Lumix G100, y cuando parecía funcionar sin problemas, tres días antes de viajar a Copenhague, volvió a fallar con los mismos síntomas. El arreglo ha sido fallido.
La primer opción era volver a llevarme la Lumix G100. Los resultados en Suiza fueron buenos, como lo fueron en Andalucía en octubre del año pasado. Pero como recientemente compré un Canon RF 50 mm f1,8 STM para la Canon EOS RP, me planteé probar en esta escapada breve qué tal funciona este equipo en viaje. De antemano decir una cosa. El principal problema de llevar un equipo con un sensor grande, suponiendo que el 24 x 36 mm sea un sensor grande, durante décadas fue llamado formato miniatura en comparación con el formato medio y el gran formato con película tradicional, es el volumen y el peso. Y no tanto de las cámaras como de las ópticas. Por el peso y volumen de un zoom de calidad para la montura Canon RF, puedes llevar un zoom de calidad y un par o tres de ópticas fijas para las Lumix.
Pero bueno, decidí probar. Me llevé la Canon EOS RP, que tiene un tamaño muy contenido, el menciona 50 mm, que tampoco es muy grande y da resultados bastante buenos, especialmente diafragmando un poquito la cámara, aunque es perfectamente usable a plena apertura, y un EF 24-105 mm f4L IS USM, que es grandote y pesado, y aun se hace más grandote porque necesita el adaptador de montura EF a RF. Lo dicho. Por el mismo peso y volumen... con las Lumix me puedo llevar un 12-40 mm f2.8 y un 35 -100 mm f2.8.
Si los sistemas de sensor pequeño tienen, en la teoría, problemas de una relación señal-ruido más desfavorable que los de sensor menos pequeño, nunca ha sido algo que me haya causado ningún problema en la práctica. Y además, la Lumix G9 tiene un sistema de estabilización incorporado en el cuerpo, la Lumix G100 y la Canon EOS RP no, que junto con los objetivos propios del sistema, es extraordinariamente efectivo y evita tener que usar un ISO elevado. Pero es cierto que las fotos realizadas con la Canon EOS RP son más limpias cuando las vemos en el ordenador al 100 %, y que la reserva de extracción de detalles en sombras y luces es mayor. Especialmente en las sombras; en las luces tampoco está mal,... pero Canon ha pecado de insuficiencias en ese campo. Y es tradicional que con las Canon haya que tener cuidado con esos famosos "derecheos del histograma". De hecho, en algún caso, al intentar recuperar detalle en el cielo, blanquecino por un excesivo contraste, queda una dominante rosácea en esa zona de la foto, que se puede corregir... pero da trabajo.
La forma en que he usado el equipo es la siguiente. Por defecto, la cámara ha ido calzada con el 50 mm. Con ella en esta configuración, bastante compacta para ser un sensor de 24 x 36 mm, puedes ir moviéndote por la calle, por estaciones, por cualquier circunstancia, de forma discreta y sin llamar la atención. Probablemente, el 50 % o algo más de las fotos realizadas las hice así. Cuando llegaba a un lugar de especial interés, en el que íbamos a permanecer un cierto tiempo, y que apetecía explorar fotográficamente, dejaba el 50 mm en la mochila y calzaba el 24-105 mm. Con este objetivo, la configuración es un poco desequilibrada, con el peso del conjunto muy adelantado, lo que quita confortabilidad. Además, la comunicación entre el objetivo EF y la cámara RF es bastante buena. Por ejemplo, cuando realizas un corrección manual del enfoque, y yo lo hago mucho, el resaltado que te indica lo que está enfocado, y que se ve siempre con el RF 50 mm, con el EF de focal variable sólo lo ves si ajustas el objetivo en posición manual. Sigue siendo útil para corregir el enfoque, pero pierdes esa ayuda.
En cuanto a la calidad de imagen... pues de bastante bien, incluso subiendo en algún raro caso hasta ISO 6400. Aunque con sensibilidades altas, las situaciones muy contrastadas sufren por la disminución de la dinámica del sensor de imagen. Pero para mis necesidades habituales. De sobre. Es sencillo hacer panorámicas, incluso sin trípode, por el nivel incorporado en el sensor electrónico. Y como de costumbre, oscilo entre los modos de prioridad de diafragma, prioridad a la apertura o manual, según las situaciones. En la ciudad, con luz, es el primero, en interiores suele ser el segundo, y en paisaje natural suele ser manual. Con el RF 50 mm no hay estabilización de ningún tipo, y la velocidad mínima aceptable para mis zarpas es 1/50 segundo. Pero con el EF 24-105 mm, que tiene estabilización del objetivo, a pesar de que este tiene más de 15 años, he usado 1/8-1/12 segundo a 24 mm hasta 1/25-1/50 segundo a 105 mm. Es decir, hasta dos pasos de ventaja teniendo cuidado. Lo máximo que he llegado a disparar con nitidez a 105 mm, en casa y en situación calmada e ideal, es 3,5 pasos. Pero en eso en, con el trajín de la vida real, no suele funcionar en mi caso. Por lo tanto, la desventaja de ser un f4 queda paliada y a 50 mm de focal podría usar el mismo ISO que con el RF 50 mm, disparando a 1/12 segundo, siempre que el sujeto no esté en movimiento, claro.
En estos tiempos donde las marcas presionan mucho publicitariamente y a través de sus "embajadores" para orientar la compra hacia las ópticas muy luminosas, del tipo f1,4 en las fijas o del tipo f2,8 en las focales variables, lo cierto es que para el viajero, las f2 o f2,8 entre las focales fijas o las f4 en las variables puede ser un compromiso adecuado por precio y peso/volumen. A pesar de que el EF 24-105 mm f4L IS USM fue el primero de su clase, sigue siendo bastante conveniente. Aunque no es especialmente compacto. Pero un f2,8 tendría menos excursión entre las focales externas, sería igual o más pesado, y costaría como mínimo el doble. Con sensores que permiten subir sin problemas a ISO 3200 o 6400, algunos más, las luminosidades moderadas no son problema. Y siempre digo que, cuando viajas, la apertura tiene que ser lo suficientemente amplia para permitir aislar el sujeto del fondo jugando con la profundidad de campo, pero no tan grande como para descontextualizar del entorno al sujeto con unos fondos excesivamente desenfocados. Ese es un error que veo comúnmente derivado de una moda que no tiene sentido. Salvo para las marcas, que obtienen más margen de beneficios de las caras ópticas muy luminosas que de los modelos más sencillos y económicos. Que no baratos.
El balance final... ha sido positivo. Este equipo, en un viaje muy urbano, ha sido adecuado, y me ha permitido fotografiar siempre que lo he querido. Pero aun así, he echado de menos a mi Lumix G9 que, con un peso y volumen de la cámara similar, pero mucho más dura y protegida contra el medio, hubiese llevado mucho menos volumen en ópticas, con mayor versatilidad. Y las ópticas de Panasonic y Olympus, por su planteamiento inicial, probablemente tienen un calidad muy buena, con precios más ajustados,... porque gastan mucho menos en los carísimos vidrios ópticos de los objetivos. Pero ya sé que la opción existe, y si las circunstancias lo aconsejan... puedo volver a ello. Una aclaración final... cuando entre 2006 y el verano de 2009 llevaba conmigo alguna réflex digital de formato APS-C, más pequeño que el 24 x 36 mm... ya sufría los problemas de peso y volumen que he mencionado. O peores. Nunca me he llevado la Canon EOS 5D Mark II de viaje. Sólo pensarlo... ya me duele el cuello y la espalda. Por eso me pasé con armas y bagages al micro cuatro tercios, sin remordimientos hasta la fecha.
Como vengo haciendo desde hace unos años, decidí llevar en mi reciente semana de vacaciones en Suiza una cámara fotográfica para película tradicional, además del equipo digital. Como las fotografías del equipo digital, siempre en formato RAW, son por defecto en color, independientemente que luego se puedan trabajar en blanco y negro, la película fotográfica que me llevo es en blanco y negro. La que mejor resultado me viene dando desde hace tiempo es la Ilford XP2 Super 400, película negativa en blanco y negro que tiene la peculiaridad de que está basada en tecnologías similares a las películas negativas en color, y se revela en el proceso C-41 o equivalentes al igual que esta.
Se puede revelar también como una película tradicional en blanco y negro, y los resultados no son malos. Pero una de las características principales de la XP2 Super es que tiene una amplia latitud de exposición. Aunque tiene una sensibilidad nominal ISO 400, el fabricante británico nos dice que se puede exponer a índices de exposición entre IE 50 e IE 800. Cuanto más bajo sea el índice de exposición, el grano es más reducido, cuanto más alto, más notable. Pero realmente se puede usar en cualquier punto de ese intervalo de índices de exposición. Yo suelo usar IE 200, porque es un punto de equilibrio entre nitidez, contraste y grano contenido. Veamos cómo la he usado en esta ocasión.
Tuve dudas hasta último momento de qué cámara usar. Cuando planificamos el viaje, con poco tiempo y sin pensarlo mucho por culpa de las vicisitudes que impone la pandemia y las ondas epidémicas de la covid-19, pensaba que íbamos a transitar por caminos ya conocidos. Y por lo tanto, como he hecho en otros viajes, pensé en llevarme la cámara para película como cámara principal, reservando la digital para determinados momentos, especialmente en naturaleza. Por ello pensé que tanto la Leica M6 como la Pentax MX me permitían llevar un equipo no muy voluminoso, con dos o tres objetivos en una gama entre los 25-28 mm y los 90-100 mm. Suficiente.
Sin embargo, conforme se acercaba la fecha del viaje, más comprendía que era muy probable que los lugares que íbamos a visitar o cómo los íbamos a visitar iban a ser diferentes de lo que ya conocía. Y que además el paisaje alpino iba a tener un protagonismo más notable del que pensaba. Por eso, al final decidí que el equipo principal iba a ser el digital, y opté por una cámara compacta con un 35 mm fijo razonablemente luminoso, f2,8, como la Minox 35 GT-E. Estuve pensando en la Olympus Mju-II por estar protegida contra las inclemencias del tiempo. Pero el engorro de ser totalmente automática, y que no puedes dejar fijas determinadas opciones, hizo que desistiera.
La Minox 35 GT-E es pequeña, puede ser bolsillera, aunque la he llevado en una funda, la de la Mju-II, colgada del cinturón del pantalón, donde no molestaba en absoluto, y no llenaba mis bolsillos. Siempre a mano, mientras llevaba la cámara digital, la Panasonic Lumix G100, que tampoco abulta mucho, colgada del hombro con una correa cruzada por pecho y espalda. Cómodo, con poco peso. Y la mochila a la espalda, con algún objetivo para la G100, el termo de medio litro del agua, algo de ropa de abrigo y algún que otro accesorio. Como ya he indicado, el ajuste del índice de exposición fue IE 200 por defecto.
Usada preferentemente en exteriores, los valores de exposición iban desde el f11 y 1/500 segundo en tiempo plenamente soleado y los f5,6 y 1/60 segundo en situaciones de sombra densa, nublados profundos o luz crepuscular. En estos últimos casos, si me quedaba corto de exposición, podía subir a IE 400 u 800. Este último no lo usé nunca. En las fotos alpinas con mucha nieve, al ser el modo de exposición de automatismo con prioridad a la apertura, pulsaba el conmutador x2, para doblar el tiempo de exposición. Con aperturas habituales en f5,6 y f11, es fácil enfocar por zonas con la escala de profundidad de campo. No hay ayuda al enfoque que es manual, por lo que siempre hay que estimar la distancia de enfoque. En algún caso me atreví a usar el f2,8 sin muchos problemas, para aislar el sujeto principal del fondo.
Los principales problemas en la toma de las fotos han derivado de situaciones puntuales en las que la velocidad bajaba de 1/60 segundo, y no me percataba del hecho. La cámara es muy ligera, pesa muy poco, por lo que tiene muy poquita inercia. Y por ello, aunque no lleva un espejo que haga trepidar la imagen a velocidades bajas, es fácil que por debajo de 1/60 segundo pierda nitidez porque se ve afectada por pequeños movimientos de la cámara, a veces inapreciables. Una cámara compacta pero metálica, algo más pesada, sería más útil para tirar a velocidades de 1/30 segundo, por ejemplo.
La principal metedura de pata la hice el primer día que le puse un rollo de película. No me di cuenta y no lo enhebré correctamente, por lo que estuve haciendo fotos todo el día... sin que la película avanzase. Así que no tengo negativos en blanco y negro de los lagos de Thun y Brienz ni de la subida en tren de cremallera con locomotora de vapor al Brienzer Rothorn. Una pena. Mis cálculos es que podía hacer aproximadamente un rollo al día, para un total de seis, aunque llevaba alguno más de reserva. Pero entre el fallo de ese primer día, y que los dos últimos hubo menos ocasiones para disparar, al final sólo hice cuatro rollos completos. Por cierto, el rollo mal enhebrado del primer día no se estropeó, y lo pude usar al día siguiente sin problema en Basilea y Berna.
Globalmente estoy bastante satisfecho con los resultados. Como ya he dicho, la película Ilford XP2 Super 400 es una película polivalente que va muy bien para un todo uso. A IE 200 y con escenas bien iluminadas, tan apenas se aprecia el grano. Que se hace más evidente, pero no desagradable, en las sombras o en días más grises y nublados. Y la focal de 35 mm de la cámara ha resultado conveniente, aunque yo siempre hubiera preferido un 40 mm como el de la Leica Minilux... que desgraciadamente está a la espera de pasar por el taller. Hubiera sido también una buen opción. Aunque más lenta a la hora de disparar. En fin, espero que os gusten las fotos.
Estoy en proceso de reinstauración en mi vida de instrumentos musicales. En su momento, y durante años, tuve en casa una flauta dulce soprano en Do de plástico Hohner, un armónica Hohner Preciosa de 24 orificios en Do, y una guitarra Serrallonga, comprada al mismo Antonio en su tienda de la calle Loscos de Zaragoza. Pero tras diversas cesiones, se supone que ya sólo tengo en casa la armónica. Y el domingo la estuve buscando. Encontré la caja, donde esperaba encontrarla. Pero no la armónica. A cambio, encontré un paquete de negativos fotográficos en color expuestos en los años 80 y principios de los 90. Los reservé para empezar a digitalizarlos, porque encontré cosas interesantes. Y he empezado por un rollo de Kodak Gold 400 procedente de una cámara de un solo uso, también de marca Kodak, de la primavera de 1992. Creo que fue en mayo cuando la usé. Pero podría ser principios de junio.
Las cámaras de un solo uso, o desechables, han existido desde hace décadas, pero se empezaron a popularizar en la segunda mitad de los años 80 del siglo XX, con las QuickSnap de Fujifilm, y las FunSaver de Kodak, aunque también otros fabricantes de película vendieron sus modelos como Konica y Agfa, bajo sus propias marcas o licenciadas bajo marca de terceros. La forma básica era una cámara de plástico, negra, cubierta de un cartón con los colores de la marca y datos de la película e instrucciones, que llevaba un visor muy sencillo y una lente de plástico con focal y aperturas fijas, y un rollo de película, originalmente de ISO 400. Luego se popularizaron las ISO 800. La película venía previamente bobinada en uno de los ejes de su receptáculo, y conforme ibas haciendo las fotos la ibas introduciendo en el chasis. Así se ahorraban la palanca de rebobinado. Con posterioridad comenzaron a salir variantes. La más inmediata, con un flash incorporado alimentado por una pila AA sencilla. Como la apertura era fija, y en el entorno del f/9-f/13 para dar suficiente profundidad de campo a una focal de entre 30 y 35 mm, sólo eran aptas para hacer fotos al aire libre. Con el flash, podías hacer fotos en interiores, aunque el alcance del flash era limitado a unos pocos metros. Después salieron las "panorámicas" en las que la focal era más angular, y se recortaba el negativo por arriba y por abajo, para unas proporciones de algo más del 2:1 en lugar del 3:2 tradicional. Usé una de ellas durante unas vacaciones en París en agoto de 1991. Y también salieron las que venían recubiertas por una carcasa de plástico estanca al agua y permitía usarlas en un entorno acuático, e incluso sumergirlas unos pocos metros. Todo muy lúdico.
En este ambiente, fotolúdico, en la primavera de 1992, un grupo de amigos nos fuimos a hacer una bajada en rafting en Sort, provincia de Lérida, en un tramo del río Noguera Pallaresa. Fue la primera vez que hice esta actividad, sumamente divertida. Luego estuve alguna otra vez en el mismo tramo de río con otros amigos, y también lo he practicado en el río Gállego, en un tramo en las cercanías de Riglos y Murillo de Gállego. El caso es que en aquel momento, en el que me había adentrado ya bastante en mi afición fotográfica, la opción más lógica para aquella actividad fue probar una de aquellas desechables sumergibles. Y me llevé una. Como no la terminé, de hecho, con el trajín de la actividad no llegué a hacer ni 10 fotos de las 24 que tenía el rollo de película, un fin de semana más adelante el mismo año, en Salou, provincia de Tarragona, con los mismos amigos, la terminé, entre un parque acuático próximo y la playa de la popular localidad de vacaciones.
Las fotografías que se obtienen nunca son muy nítidas. Y el encuadre es muy aproximativo. Pero son muy divertidas de usar, especialmente si hay buena luz. Hay que evitar los contraluces, y limpiar alguna gota de agua que se quede delante de la lente, salvo que quieras amplificar las imperfecciones del objetivo. Pero está muy bien, y la creatividad personal es el límite. Con los años he hecho algún rollo más con estas cámaras. No muchos. El más destacado, la cámara Fujifilm QuickSnap Waterproof con un rollo de Superia Xtra 800 que nos llevamos a las cataratas del Niágara y con cuyos resultados quedé encantado. ¿Son recomendables? Para las circunstancias adecuadas, sí. Pero seamos sensatos medioambientalmente. Son un derroche de plástico. Desecharlas apropiadamente. Y si no vais a sumergirlas, optad por haceros con alguna cámara compacta de segunda mando, con ópticas más competentes, y que no suponga un aumento de los residuos. De hecho, recientemente están surgiendo las cámaras "reusables" como alternativa más sostenible medioambientalmente que las desechables. Pero ya digo que hay cámaras de segunda mano compactas, muy baratas, de los años 90, que dan mejores resultados.