Después de dedicar la mayor parte de los meses de noviembre y diciembre a llevar película negativa en color de sensibilidad media-baja, ISO 100, en las cámaras que uso para tomar apuntes fotográficos mientras me desplazo de un lado a otro de la ciudad, en el mes de enero decidí llevar algo más versatil, una sensibilidad menos apurada cuando empieza a fallar la luz. A principio del mes, me pasé por un comercio de Zaragoza donde todavía se puede comprar cierta variedad de emulsiones fotográficas, no exactamente las que más me gustarían, pero es lo que hay, y vi que tenían algunos paquetes de tres rollos de Kodak Ultramax 400. Así que me llevé uno.
Siempre me ha resultado un poco confuso el catálogo de películas de Kodak, por dos motivos. Uno, porque a lo largo de los años he conocido un montón de denominaciones distintas para sus emulsiones, y llega un momento en el que no sabes qué esta en catálogo y qué no. Otro, porque las emulsiones que se encuentran en catálogo tienen denominaciones muy diversas. Antaño, sabías que la gama de películas negativas en color no profesionales eran las Kodacolor Gold, y te limitabas a elegir la emulsión con la sensibilidad que preferías y ya está. Pero ahora... Un artículo en Casual Photophile me aclaró un poco el panorama. En ISO 100, la Kodak Pro Image 100 que he usado este invierno. Aunque se la denominada "professional", casi nadie la considera como tal. En ISO 200, dos emulsiones, la Kodak Gold 200 y la Kodak Color Plus 200. Las dos consideradas para principiantes y aficionados básicos. La segunda más barata y quizá menos nítida, más granulosa y más cálida que la primera, pero más fácil de encontrar en el comercio. Y en ISO 400, la Kodak Ultramax 400. Parece que han desaparecido las Gold 100 y 400.
Así que me pareció bien coger este trío de Ultramax 400. En los últimos años, cuando no quiero gastar en Portra 400, muy cara y no siempre disponible, he venido usando en esta sensibilidad considerada la más polivalente y todo terreno, la Fujifilm Superia Xtra 400. No está de más conocer las diversas posibilidades. Así que a principio de mes cargué el primero de los rollos de Kodak Ultramax 400 en la Leica Minilux. Y fui tirando de ella. La Minilux es una cámara que me gustaría que fuera un poco más pequeña, que tiene varias de las pejigueras que presentaban casi todas las cámaras compactas de su época, pero que tiene varias características que hacen de ella una cámara agradable de usar. Su objetivo de Summarit 40 mm f/2,4, la posibilidad de usar la cámara en prioridad a la apertura y con enfoque "manual", especialmente para enfocar por zonas o a la hiperfocal, y el compensador de exposición entre -2 y +2 por medios pasos, son los atributos que me gustan. No me gusta que el flash no pueda quedar permanentemente desactivado y que cada vez que apagas la cámara vuelve a ponerse en modo automático, disparándose cuando no quiero.
Las fotos las realicé entre el 8 y el 24 de enero, en modo bloc de apuntes fotográfico. Es decir, cámara en la mochila urbana... y cuando veía alguna escena que quería registrar como recordatorio, como nota, como apunte fotográfico,... foto. Sin más. Y desde este punto de vista, realmente la sensibilidad ISO 400 es más ventajosa que la ISO 100. Incluso tomé alguna foto en interiores. Como pega principal, en situaciones de luz abundante, prácticamente está siempre en f/16 y 1/400 segundo, que es su velocidad de obturación máxima. El revelado en Carmencita Film Lab presentaba un exceso de dominante amarilla, a pesar de solicitar un rendimiento neutro del color. Y aunque es fácil de corregir... es molesto. Quizá por el hecho de que las películas de Kodak tienen famas de presentar tonos cálidos, no las corrigen adecuadamente. Pero lo que en fotos realizadas en la sombra está bien, cuando hay cielos abiertos y estos no se ven azules si no algo entre el azul y el no sé muy bien que denominar... no está bien. Tendré que ponerles una nota la próxima vez, porque no es la primera vez que me pasa.
Una de las características de los fotógrafos de reportaje de mediados o finales de los años 30 es que se habían empezado a acostumbrar a la ligereza y discreción de las cámaras telemétricas Contax o Leica para película de 35 mm con doble perforación. Inicialmente considerada como un tipo de película con un formato excesivamente pequeño para un uso profesional, la realidad del día a día hizo que poco a poco fuera ganando terreno y alcanzaran un estatus de respetabilidad profesional con fotógrafos como Cartier-Bresson o Robert Capa.
Estas cámara nacieron acompañadas de objetivos también ligeros y eficaces, del tipo Tessar para las de Carl Zeiss, o Elmar para las Leica. Objetivos con cuatro lentes, muy similares entre sí, pero con una luminosidad moderada. Escasa para los tiempos actuales. Con una abertura máxima de f/3,5 y la limitada sensibilidad de las películas de aquella época, era complicado hacer fotografías en condiciones de luz escasa. Para colmo, en 1935 sale al mercado el primer proceso exitoso comercialmente de fotografía en color, las diapositivas Kodachrome, pero la sensibilidad de aquel material sensible se limitaba a unos pobres 10 ASA (10 ISO en la actualdad). Por todo ello, había gran presión entre los fabricantes de ópticas fotográficas para conseguir modelos de objetivos más luminosos y de calidad suficiente. Los primeros fueron con abertura máxima f/2, que no estaba nada mal para la época. Hay que considerar que los costes de fabricación de los objetivos no aumentaban de forma lineal sino de forma exponencial a los diámetros de las lentes, por lo que ganar un paso de luminosidad podía suponer multiplicar por cuatro el coste del objetivo. El caso es que a pesar de todo, Carl Zeiss metió un gol por toda la escuadra a su rival Leitz al comercializar el 50 mm Sonnar con una abertura máxima de f/1,5. Muy impresionante.
En Leitz, los fabricantes de las famosas Leica, esto les pilló a contrapié. Y como preferían ir a su marcha con el desarrollo de su coherente línea de objetivos, decidieron no obstante ofrecer un objetivo luminoso a sus clientes, y se lo encargaron a otro fabricante de ópticas de prestigio, Schneider Kreuznach. Y así nació el Leitz Xenon 5 cm 1:1,5. Considerado siempre muy flojo a grandes aberturas, especialmente a f/1,5, no obstante era una opción cuando la necesidad apretaba.
Después de la guerra, con la rápida recuperación de la industria alemana, se empezaron a aplicar los revestimientos a las lentes de los objetivos que disminuían las reflexiones internas y aumentaban la transmisibilidad de la luz y el contraste de la imagen. Cuando estos revestimientos se aplicaron al Xenon 5 cm 1:1,5, nació el Leica Summarit 5 cm 1:1,5. Como vemos, a pesar de que la fórmula óptica era la misma, hubo un cambio en la denominación comercial del objetivo, abandonándose la denominación propia de Schneider Kreuznach, Xenon, a favor de una más propia de Leitz, Summarit. Hay que decir que fue la única ocasión en que esta denominación se usó para un objetivo tan luminoso. En la actualidad, la denominación Summarit se reserva para objetivos con una abertura máxima de f/2,4 o f/2,5. Este objetivo se fabricó principalmente con montura de rosca, y es conocido que el fotógrafo William Eggleston lo uso en su juventud con una Leica IIIf. Pero a partir del momento en que salieron al mercado las cámaras con bayoneta M, también se fabricó con esta montura hasta que en 1961 fue sustituido por los mucho más prestigiosos Summilux 50 mm 1:1,4.
Pues bien, recientemente han llegado a mi posesión dos objetivos que podemos considerar particulares. De uno de ellos hablaré otro día, aunque adelanto que las dos fotografías que veréis a continuación están tomadas con él, y que tienen una estética peculiar. El otro es uno de estos Leitz Summarit 5 cm 1:1,5, en muy buen estado. Lo vemos montado en la Leica IIIf, junto al actual Zeiss Biogon-C 35/2,8, y montado con una adaptador a bayoneta M en la Leica M-E digital.
De los objetivos fabricados por o para Leica, este es uno de los que tiene una reputación más dudosa, aunque no faltan usuarios que se dejarían cortar un miembro antes que abandonar a su Summarit. Básicamente los defectos que se le atribuyen son:
1) Flojo comportamiento ante contraluces e iluminaciones directas a pesar del revestimiento que recibió la versión Summarit (la versión Xenon no lo tenía). En las pruebas que he hecho hasta el momento, parece que se confirma este hecho. Veremos a continuación una fotografía realizada a contraluz en la que hay un artefacto de color en el centro del fotograma. Habrá que conseguirle un parasol y evitar ciertas tomas.
2) Rendimiento en las esquinas muy muy flojo a grandes aberturas con escasa definición. Esto me importa más bien poquito, porque no soy aficionado a fotografiar paredes de ladrillo. Y con esas aberturas lo normal es que lo que hay en las esquinas esté desenfocado. Un ejemplo.
3) Problemas con la curvatura de campo que pueden provocar desplazamiento del punto de enfoque en el centro a aberturas amplias. Algo que a partir de f/2,8 no se notaría por el aumento de la profundidad de campo. No lo he observado en mi ejemplar de momento.
4) Sobre la calidad del desenfoque, el famoso bokeh, hay quien la considera un defecto y hay quien la considera una virtud. A mí, de momento, aunque se me hace algo rara, no me molesta. Véase la anterior fotografía, o en la siguiente con una distancia de enfoque más alejada y un efecto menos pronunciado.
5) Aunque la nitidez global progresa conforme se cierra el diafragma, como se dice por ahí, cualquiera sabe hacer un buen 50 mm a f/8, se dice que el contraste permanece un poquito blando en su conjunto. De momento sólo lo he probado con cámara digital, que es mucho más exigente que con película. Los ajustes de luminosidad y contraste en las fotografías que os muestro son mínimos.
6) Rendimiento del color mejorable. Nunca sé evaluar con precisión si los colores que proporciona un sistema óptico son fieles o no. Pero mi sensación subjetiva es que no me resultan desagradables y tienen una saturación adecuada. En la siguiente fotografía está un poco reforzada porque me lo pedía el motivo.
En resumen, es absurdo pretender que un diseño de los años 30 mejorado en vísperas de los años 50 del siglo XX tenga rendimientos equivalentes a los objetivos modernos de hoy en día. No me he hecho con el por ese motivo, sino porque me resulta divertido y motivante usar material fotográfico clásico. El chisme está en muy buen estado. Mientras que el Elmar 5 cm 1:3,5 se quedará a vivir de forma estable con la Leica IIIf, y la Leica M-E va servida habitualmente con mis dos objetivos Zeiss, el Biogon-C 35/2,8 y el Planar 50/2, este Summarit 5 cm 1:1,5 se quedará instalado de forma también estable en la Leica M2 con el adaptador oportuno a la bayoneta M. Y no dudaré en usarlo en situaciones de luz escasa si se presenta la ocasión.
Como dijo Cartier-Bresson, la nitidez es un concepto burgués, y la calidad de la foto no depende sólo de las métricas de la óptica. Fundamentalmente depende de la capacidad del fotógrafo para sacarle todo el rendimiento posible.