La fotografía como afición y otras artes visuales

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Exposiciones en Roma, marzo de 2018 - Fotografía y algo más

He pasado cuatro días en la capital italiana. Entre el miércoles y el domingo de la Semana Santa de este 2018. Estoy recién llegado, como quien dice. Entendámonos, el objetivo de este viaje no era hacer turismo o culturizarme. Era ver y charlar con gente a la que uno quiere, que ve muy poco y que echa de menos. Pero una buena forma de hacer eso es pasear. Teniendo cuenta en no caer en una tourist trap, difícil en Roma, aunque menos de lo que parece. Y si llueve, incluso si amenazan tormentas, visitar alguna exposición o museo, que nunca faltan. No son baratos en Roma, salvo alguna excepción. Se pasan un puñado. Ley de oferta y demanda. Tienen a mucha gente visitando la ciudad... se lo cobran.

Primera tarde de lluvia, el viernes, y primer refugio expositivo; la exposición Magnum Manifesto, que en estos momentos va circulando por varios continentes. En Europa está en Roma, en el Museo dell'Ara Pacis. Donde no dejan hacer fotos en las exposiciones temporales. En la exposición permanente, sí.

La exposición pretende ser un, como se puede deducir de su nombre, "manifiesto", una declaración ética y programática de los valores que impulsaron la creación de la agencia y su realidad presente. Al mismo tiempo, recorre la historia de la misma y del mundo desde que se creó hasta la actualidad, dividiéndola en cuatro etapas históricas. Está bien. Es muy entretenida. Pero quizá demasiado autocomplaciente y propagandística para una institución que debería hacer del escepticismo y el sentido crítico, también autocrítico, su bandera.

Pronóstico de lluvia todo el día para el sábado. Chubascos por la mañana y tormentas, más torrenciales, por la tarde. A primera hora de la mañana nos refugiamos en la Galleria Nazionale d'Arte Moderna.

Encontramos una sección dedicada al arte contemporáneo africano, que nos gustó bastante. Luego, como suele suceder con muchos museos dedicados al arte moderno y contemporáneo, la exposición de los fondos propios del museo no toma el carácter de exposición permanente. Periódicamente, van cambiando y rotando las obras, con presentaciones distintas de las mismas.

En la actualidad, la presentación puede desconcertar al visitante. No hay ordenación cronológica. Ni por movimientos o estilos. Incluso aquí y allá encontramos algún préstamos del museo arqueológico. Más bien hay una agrupación por temas o conceptos. A veces por contrastes. Que unas veces son más evidentes que otras. Falta alguna orientación en forma de textos explicativos. La exposición está bien; pero podría estar mejor comisariada.

La fotografía es una arte del final de la era moderna y de la era contemporánea. Por lo tanto, tiene su presencia en la muestra. Como tal arte, con personalidad propia, como a través de las influencias que recibe de otras artes o a través de la influencia que ejerce en ellas.

Como sucede en muchos museos italianos, sus fondos artísticos son fenomenales, pero resultan algo fríos y poco acogedores para el visitante. Visitar museos es cansado para las piernas. Que no haya lugares para sentarse en el centro de las salas para contemplar las obras, me parece extraño en estos días.

Paseamos por Villa Borghese, enfrente de la Galleria Nazionale d'Arte Moderna, aprovechando que ha mejorado la mañana. Entramos, porque nos pilla a mano y es gratuito, en el museo dedicado al escultor Pietro Canonica. No esta mal, pero sin entusiasmos.

Después de comer, y comenzando de nuevo a llover, nos acercamos tirando de transporte público al Museo centrale del Risorgimento, ubicado en el horrible Vittoriano, hoy en día más conocido como Altare della Patria más que como faraónico monumento a la memoria de un rey. Pero no vamos a ver sus fondos propios, sino tres interesantes exposiciones. Dos de fotografía y una de pintura. A la de pintura, muy notable y concurrida, no le dedicará mucho tiempo. Pero se trata, nada más y nada menos, que de uno de los padres del impresionismo, Claude Monet, aunque no se quedase en ese estilo toda su vida, ni mucho menos. Sus últimas obras son más expresionistas que otra cosa, en mi humilde opinión.

También había por allí una exposición de fotografía dedicada a Terry O'Neill. Un buen fotógrafo, no es de los que más me maten, pero su obra es curiosa porque se ha dedicado a fotografiar a los famosos de la cultura popular a diestro y siniestro. Así que... muy entretenido.

Cerraré esta entrada comentando la exposición que probablemente más he disfrutado. La que más interesante me parece. Se trata del artista chino Liu Bolin (escrito al estilo chino, con el apellido en primer lugar). Habitualmente es considerado fotógrafo, e indudablemente la calidad técnica de sus fotografías es notable. Pero básicamente es un artista conceptual, que hace de un estilo muy determinado de performance, la ocultación camaleónica en el paisaje pintando sobre sus ropas y su cuerpo, así como el de otras personas, una forma muy personal de expresarse. Muchas de sus obras tienen un fuerte contenido sociopolítico, lo cual tiene mérito, dada la censura que reina en China, donde no parece encontrar la oposición de las autoridades. Lo he leído varias veces; no es imposible opinar en China, siempre que no te metas con el partido y la esencia del régimen. Pero de otras cosas sí. No sé; puede. Es lo que he leído. En cualquier caso, me ha encantado ver estas obras, que conocía en revistas y en internet, en copias impresas de gran formato y gran calidad que te dan un fuerte impresión del mensaje de la obra de Liu.

Cierto es que Liu Bolin tampoco le hace ascos a trabajos comerciales, más integrados en esa sociedad que de fondo critica, aunque siendo fiel a su estilo. Bueno... supongo que tendrá que comer y ganarse algunas pesetillas. Yuanes o dólares, mejor. Y realizar sus obras exige un equipo considerable. Por lo menos las más recientes. Quizá cuando empezó todo tenía un nivel más modesto.

En cualquier caso, a mí, me gusta bastante.