A mitad de agosto hice una escapada de cinco días/cuatro noches a Constanza y alrededores, en la frontera entre Alemania y Suiza en torno al lago Constanza, o Bodensee, y el Rin. Es la segunda vez que voy en el plazo de poco más de un año. Entre en contacto hace un tiempo con un fototrastornado, de los que fotografía con haluros de plata, suizo, que vive en Kreuzlingen, ciudad fronteriza y contigua a la alemana Constanza. En mayo de 2017, di un rodeo por allí a la vuelta de unos días de vacaciones en Milán, y nos conocimos en persona. Es un hombre muy privado e introvertido, excelente persona por demás, pero por respeto a sus deseos no haré referencia a su presencia en redes sociales u otros datos que lo identifiquen. Una pena, porque hace unas fotos excelentes con su Hasselblad. Muchísimo mejor fotógrafo que yo y que muchos que sacan pecho en la internet. El caso es que nos caímos bien. Y el lugar es ideal para relajarse unos días en plan escapada. Es un sitio civilizado y tranquilo, aunque está animado como destino vacacional en verano; todo esta organizado, y por lo tanto es idea para hacer una estancia en el extranjero sin sobresaltos. Y hay sitio interesantes que visitar a distancias cómodas, con una excelente red de transporte público en bus, tren o barco.
Tras el buen sabor de boca que me dejó la Ilford XP2 Super 400 de las desechables de Ilford, una película que conozco hace mucho tiempo, y que he usado a rachas, decidí cambiar de estrategia. Al fin y al cabo, si nos íbamos a juntar dos fototrastornados... No me iba a llevar mi Hasselblad para hacer compañía a la de Wilhelm, por el peso, pero decidí que la Leica M2 con el Summicron 1:2/35 ASPH daría unos resultados excelentes, y sería una compañera de prestigio para la Hassel de mi amigo helvético. Si mi Leica M2 ya está baqueteada, aunque externamente se ve muy bien, funciona sin problemas; el 35 mm que adquirí de segunda mano, está en condiciones perfectas, y tiene una calidad superlativa. Probablemente el objetivo más nítido que poseo, con el permiso del Zeiss Planar 50/2 ZM, aunque este último no tiene el nivel de manufactura del Summicron.
El cambio de estrategia no era llevar una cámara para película tradicional. El cambio consistía en que iba a ser la cámara que por defecto iba a llevar en la mano habitualmente, quedando la Panasonic Lumix G9 como cámara de respaldo o secundaria, a utilizar principalmente cuando el color fuese de rigor para dar la información correcta o cuando los niveles de luz fueran demasiado bajos para la amplia latitud de exposición de la XP2.
He de decir que, aunque la sensibilidad nominal de la película es de ISO 400/27º, he optado por aprovechar la amplia latitud de exposición de la película y su excelente respuesta a la sobreexposición, para usarla en las muchas tomas al aire libre y con luz diurna como si fuese una cámara de parámetros fijos. Si ajustas la exposición a f/11 o f/8 y con una velocidad de exposición de 1/125 o 1/250, usando la escala de profundidad de campo del objetivo para enfocar por zonas o a la hiperfocal, es como si usaras la película con unos índices de exposición entre 64 y 250, que generan una negativo denso pero perfectamente aprovechable, y que tiene como gran ventaja que genera un grano finísimo, prácticamente invisible en las copias en las luces altas y en los tonos medios. Sólo en las sombras más profundas percibiremos algo de estructura. Esta ausencia de grano no es algo que guste en términos absolutos a todos los aficionados a la película con haluros de plata, hay muchos que prefieren la presencia de la estructura de la emulsión por fina que sea. A mí, me viene bien cómo responde esta película. Con el enfoque prerreglado, sólo hay que preocuparse de encuadrar y disparar. La operatividad es muy eficiente, y el disparo muy rápido, si es necesario. Si no es necesario, siempre es mejor pensar lo que se hace.
La película ofrece un contraste generoso, pero por su gran latitud de exposición no es fácil ni que se empasten las luces ni que se bloqueen las sombras. Así que no hay problema para usarla a cualquier hora del día. Incluso si te salen tres días seguido con un sol de justicia. Quizá hay otras películas que ofrecen transiciones de grises más sutiles y delicadas, que en esta película aparecen cuando las condiciones de luz son favorables. No cuando estas tirando a las dos de la tarde con el sol sobre tu cabeza. Pero cuando llegan las últimas horas de la tarde, las cosas mejoran mucho.
Alguna fotografía he tomado en interiores razonablemente bien iluminados. La película se puede exponer hasta un índice de exposición de 800, a costa de un grano más presente, pero muy muy aceptable. Cuando he apreciado unas condiciones de luz suficientes, he disparado en interiores a f/2,8 o f/4 y una velocidad de obturación de 1/30. La ventaja de las telemétricas sobre las réflex es que puedes bajar algún punto la velocidad de obturación sin que trepide la imagen. No abuso. Si normalmente tiraría con una réflex a 1/50 o 1/60, bajo a 1/30. El 1/15 no lo he usado en este viaje. Alguna vez lo he usado con un porcentaje razonable de éxitos.
Hay una carencia que he lamentado. No como para tirarme de los pelos, pero sí para mejorar en muchas fotos la separación de detalles en los cielos. No tengo filtros de color para controlar el contraste para el diámetro de 39 mm del Summicron 35 mm. En los días antes de salir de viaje intenté conseguir algún filtro amarillo o naranja, caros todos los que encontré, y ninguno me llegaba a tiempo. También intenté encontrar una arandela adaptadora del diámetro de rosca de 43 a 39 mm. Pero son muy infrecuentes, y tampoco me llegaba a tiempo. Para el Planar 50 mm de rosca de filtro de 43 mm sí que tengo un filtro amarillo y uno de densidad neutra de tres pasos, que no me hubiera importado llevarme y utilizar.
Estoy contento con el resultado. Las fotos han quedado bien. Las mandé a revelar a Carmencita Film Lab y solicité el tamaño de escaneado XXL, por lo que he recibido unas imágenes de 7634 x 5092 píxeles, es decir, casi 39 megapíxeles. Con una óptica como el Summicron y con una película como la XP2 reveladas y digitalizadas en un laboratorio profesional, puede merecer la pena si tienes confianza en tus fotos. Esto permite una ampliación a un tamaño entre el DIN A2 y el DIN A1... es decir, tamaño poster con buena calidad. Lo que es una demostración de las capacidades de la película tradicional bien tratada.
Si no recuerdo mal, la última vez que me fui de viaje con una cámara réflex de objetivos intercambiables fue en septiembre de 2009, en una escapada de cuatro días a Lisboa y alrededores. Me fui con la Canon EOS 40D y tres ópticas fijas. Recuerdo el calor que hacía y el dolor en el cuello y la espalda al final del día. Y cómo llegada la tarde prefería hacer fotos con la pequeña compacta Panasonic Lumix LX3 que con la réflex.
Ese mismo verano, precisamente por lo cansado que me resultaba viajar con las réflex de Canon, había probado a viajar por Suiza con un equipo Pentax. La K10D, que compré muy barata de segunda mano, y algunas ópticas fijas y muy ligeras de la marca. Los 10 megapíxeles de aquella K10D competían más que dignamente con los de la EOS 40D. La cámara no era mucho más ligera, algo sí, pero los objetivos sí. Pero por algún motivo, no me llevaba bien con el color que me ofrecía aquella Pentax. Además, en aquel viaje a Suiza, concretamente en una tienda de fotografía de Berna, ya estuve contemplando y admirando una de las primeras Olympus Pen digitales. Pocos meses después adquiría mi primera cámara micro cuatro tercios, y desde entonces no me había vuelto a llevar una cámara réflex digital de viaje. Y mi cuello y espalda, agradecidos.
Por lo tanto, llevaba casi ocho años sin sacar a pasear una réflex digital fuera de las fronteras de nuestro país. O mejor dicho, fuera de las fronteras de Aragón. Eso sí. Siempre he tenido en funcionamiento alguna Pentax digital para aprovechar mis ópticas de la marca, de las que tengo unas cuantas. Siempre compradas a bajo coste, de segunda mano o en "outlets". Mi actual Pentax K-S1 me costó unos 320 euros con un objetivo zoom de kit que no uso. La uso especialmente con el SMC 100/4 Macro, para fotografía de aproximación. Y a pesar de ser una cámara planteada como de baja gama, siempre me ha sorprendido su capacidad par ir tirando y la calidad de su sensor Sony de 20 megapíxeles. Y además, al contrario que aquella K10D, me gusta mucho los colores que ofrece.
Siendo una cámara también de tamaño muy contenido y ligera, he decidido llevármela al viaje que acabo de hacer. En una primera parte del viaje, en Milán y alrededores, donde he estado visitando a unos amigos.
Me la he llevado con los tres objetivos DA-Pentax de la serie Limited que tengo. Tres ópticas muy compactas, 21/3,2, 40/2,8 y 70/2,4, casi dentro del concepto de objetivo "pancake", en las que sacrificas la luminosidad por una ligereza y portabilidad superiores, las llevas en el bolsillo sin enterarte, y que tienen una calidad óptica, en general, entre buena y muy buena, con algún pero.
Su primer fogueo serio durante el viaje fue en una excursión que hice a Bérgamo, durante las horas laborales de estos amigos, antes de volver por la tarde a Milán para pasar con ellos la velada.
Viendo la fotografía del insecto os preguntaréis si alguno de los objetivos es macro. No. No lo son, pero no tienen mala distancia de enfoque mínimo, y con la ayuda de una buena lente de aproximación, que tampoco resulta obstrusiva en el equipaje, te apañas para acercarte bastante, como en esa instantánea obtenida en el jardín botánico de Bérgamo.
Al día siguiente, paseé por Milán, que ya conocía. Llena de gente, la propia fauna humana que habita las calles de la ciudad "meneghina" se convierte en el principal motivo de interés.
No tardé en volver a percatarme de algo que ya sabía, pero que no tenía en mente hasta el momento de empezar el viaje. De los tres objetivos, el angular, ese DA-Pentax SMC 21/3,2 que equivale a un 32 mm en formato de 24 x 36 mm, no hace honor al famoso revestimiento de las lentes que aplica la marca japonesa, y se maneja mal en los contraluces o con puntos de luz intensa en el encuadre, produciendo pérdidas de contraste. Un pena. Pero eso hizo que poco a poco, en lugar de usar como objetivo principal ese angular moderado, que mi costumbre habitual, usase con mas frecuencia el objetivo estándar y el teleobjetivo. Este último el mejor del trío por calidad óptica, sin duda.
No obstante, cuando el sábado salimos todos de excursión al lago de Orta, a visitar la localidad de Orta y la isla de San Giulio, el angular tuvo que trabajar los suyo.
De otros viajes, conocía ya los cuatro grandes lagos de mayor tamaño, Maggiore, Lugano, Como y Garda. En el fin de semana que pasé con estos amigos, hicimos excursiones a dos más pequeños. Uno de ellos, como ya habéis visto, el lago de Orta. Y el domingo, en un día de calor, y mucha gente huyendo de las ciudades, al lago Iseo. En concreto, nos dedicamos a recorrer el Monte Isola, una de las mayores si no la mayor isla lacustre de Europa, creo.
La luz fue dura, muy contrastada, de verano, pero a pesar de eso, las buenas cualidades del sensor de la K-S1 hicieron que absorbiese sin muchos problemas estos contrastes, y al final tener fotos, si no buenas, al menos pasables como recuerdo de la excursión.
Tras estos días en el norte de Italia, en lo que más importante que hacer turismo, que se hizo, era estar con la gente a la que echas de menos por la distancia, cogí un par de trenes, y atravesé por mi cuenta Suiza para llegar a Constanza, a orilla de lago del mismo nombre o Bodensee, en el sur de Alemania. Esta es una ciudad fronteriza, coqueta y tranquila, bonita, famosa por el concilio con el que se dio por terminado el Gran Cisma de Occidente de la Iglesia Católica a principios del siglo XV.
Aparte de pasear un par de ratos por la coqueta ciudad alemana, el primer día completo de estancia en la región utilicé los servicios de transporte público en barco por el Bodensee o lago de Constanza para visitar un par de punto de interés. Por una lado, la pequeña pero bonita localidad de Meersburg en la orilla opuesta del lago. Por otro, la visita imprescindible de la zona, el gran parque botánico de la isla Mainau, un lugar donde disfrutar de todo tipo de plantas y vegetación... y de las mariposas.
A estas alturas del viaje, mis impresiones sobre llevar como cámara principal la pequeña réflex de Pentax con respecto a los equipos micro cuatro tercios habituales estaba claras.
A favor de la Pentax está el sensor más grande y de buena calidad, con un 25% más de pixeles, más grandes, que los de las Olympus y Panasonic que uso habitualmente en los viajes. Buena representación de los colores, abundancia de información, buena dinámica ante escenas con alto contraste, son ventajas que se notan.
La cámara es algo más grandota que la Olympus OM-D E-M5, pero con un volumen y un peso asumibles para seguir diciendo que viajas ligero. Las ópticas son muy ligeras. A costa de perder luminosidad. Pero como la cámara da al menos un paso más de sensibilidad usable, se compensa. Además el cuerpo es estabilizado. Lo suficiente para aguantar en situaciones difíciles.
Quizá donde más clara esté la diferencia a favor de las micro cuatro tercios es en las ópticas. Los actuales objetivos de Panasonic y Olympus son claramente mejores que esta serie DA Limited de Pentax para cámaras con sensor APS-C. No son malas, ni mucho menos. El 70 mm está realmente muy bien. Pero el mal comportamiento del 21 mm en contraluces y en presencia de luces intensas y un autofoco menos competente y más ruidoso que las micro cuatro tercios, se lleva mal. He echado de menos al Panasonic Leica G-Sumilux 15/1,7 ASPH. También, usar como focal estándar un 40 mm, en APS-C,... es una focal que resulta larga.
Pero en su conjunto estoy satisfecho. He traído fotos, de las cuales algunas harán un reportaje razonablemente presentable.
Me queda decir que el último día antes del de regreso, por la mañana me lo tomé con calma y me embarqué en una travesía de casi cuatro horas de duración hasta Schaffhausen en Suiza, donde se encuentran la famosa Rheinfall, las cataratas del Rin.
Esa misma tarde, un tren de cercanías me llevó a Winterthur, donde tenía ganas de conocer el Fotostiftung Schweiz, museo de fotografía del que os hablaré dentro de un par de días, así como de las exposiciones que tuve ocasión de disfrutar.
Espero que os haya gustado el resumen fotográfico del viaje.