Algunos detalles técnicos de la parte fotográfica de la excursión. En esta ocasión, mi intención era exponer la película a su sensibilidad nominal, ISO 400, en lugar del índice de exposición IE 800 que usé en Muel. Quería evitar los negros bloqueados de aquella ocasión. Por lo tanto, me llevé mi equipo más luminoso para película tradicional; una cámara Canon EOS, en esta ocasión la EOS 650, con los objetivos EF 28/1,8 USM, EF 50/1,4 USM y EF 85/1,8 USM. Sólo usé los dos primeros. No sentí necesidad de usar el tele corto.
Como he dicho, la película la expuse a su sensibilidad nominal ISO 400; como ya acabé la botella de revelador específico Kodak TMax, en esta ocasión utilicé el fiable ADOX APH09. Como ya he comentado en alguna ocasión, esta es una variante de la fórmula del clásico Rodinal, en concreto la que se usó para comercial este revelador hasta la Segunda Guerra Mundial, según he leído. Se usa con las mismas concentraciones y tiempos que el Rodinal. En esta ocasión, 6 minutos y 15 segundos a 20 ºC con agitación continua por inversión del tambor durante los primeros 30 segundos y luego cuatro inversiones cada minuto. El tiempo propuesto es 6 minutos, pero como lo revelé al mismo tiempo que los rollos de Fujifilm Neopan 100 Acros que os mostré hace unos días, para los que el tiempo propuesto era de 6 minutos y 30 segundos... pues me quedé a medio camino, suponiendo que no sería grave. No he tenido mucho tiempo últimamente para ser fino...
El principal riesgo de no ser preciso era generar un contraste excesivo. Pero lo cierto es que el Rodinal y sus variantes no producen negativos tan contrastados como el revelador Kodak TMax. Y además las escenas que fotografía durante toda la mañana no tenían ninguna excesivo contraste. Ni las tomadas en interiores, ni en los moderadamente nublados exteriores. Más preocupación me produjo que los rollos de Acros se quedaran excesivamente escasos de revelado, pero no hubo consecuencias graves.
Lo cierto es que el resultado final fueron unos negativos con un contraste más suave del que había esperado a la vista de mis experiencias previas con esta película, con detalle en toda la gama de tonalidades, fáciles de escanear y de ajustar en el procesado digital. El grano es muy contenido, a pesar de la mala fama en este aspecto del Rodinal y sus derivados, teniendo en cuenta que es una película de ISO 400, en formato de película de 35 mm. La única pega que el encuentro a esta película es la escasa estabilidad dimensional, que hace que sea difícil de manipular y de escanear.
Por lo demás, una mañana muy agradable en la que la fotografía quedó un poquito en segundo plano. Porque lo que realmente nos hizo pasar un rato realmente muy divertido fue el taller de grabado, muy ameno y satisfactorio, que realizamos en Fuendeverde, un aula taller de naturaleza del pueblo, donde también se realizan talleres de grabados en combinación con el museo del grabado del pueblo.
Así que ya solo me queda dejaros la estampa resultante de mi trabajo. Espero que os guste... ¿La reconoceís?
Comenté ya hace unos días que íbamos a realizar esta excursión, al Taller Escuela de Cerámica de Muel, en el ámbito de los aficionados a la fotografía con película tradicional de la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ. Este taller escuela pertenece a la Diputación Provincial de Zaragoza y tiene como misión el mantener la tradición del trabajo de la cerámica en esta población cercana a la ciudad de Zaragoza en el valle del río Huerva, así como promover la investigación y la docencia en estas materias. El pasado día 6 de diciembre, día festivo a nivel nacional, era día de puertas abiertas de esta institución y pudimos pasar la mañana dedicados a nuestra actividad preferida, la fotografía con película fotoquímica tradicional; pero también, quienes se animaron, probando sus habilidades como artesanos alfareros.
Aquí me centraré en las cuestiones fotográficas. Llevamos para todos los participantes en la excursión una buen número de carretes reciclados con película Kodak T-Max 400 procedente de un par de rollos de 30,5 metros enajenados de una escuela de formación profesional que ya no enseña los procesos fotoquímicos en sus titulaciones de imagen y sonido. Todo se centra ya en el electrónica digital.
Dado que una buena parte de la visita se iba a desarrollar en interiores, la mayor parte de nosotros decidimos exponer la película a un índice de exposición IE superior a la sensibilidad nominal de la película. En mi caso, tras una evaluación inicial de las condiciones del lugar, decidí que un IE 800 sería suficiente. Sólo un paso por encima de la sensibilidad nominal de la T-Max 400.
No lo he dicho, pero el equipo que llevé fue la Pentax MX, una cámara que es muy fiable en su funcionamiento así como en la precisión de su fotómetro incorporado, con tres objetivos; SMC-M 28/3,5, SMC-A 50/2 y SMC-A Macro 100/4. La sensibilidad nominal hubiese sido suficiente para exponer todo el reportaje salvo para la utilización del 100 mm, que por su escasa luminosidad máxima y por la necesidad de mantener una velocidad de obturación de al menos 1/125 para evitar fotos trepidadas. Con los otros dos objetivos la combinación de f/4 y 1/60 s, o f/5,6 y 1/60 s fueron las habituales. En caso de necesidad, con un IE 400 hubiese podido usar el 50 mm a f/2,8 y 1/60 s, y el 28 mm a f/3,5 y 1/30 s.
Así pues, con índices de exposición que oscilaban entre el 800 y el 1600, la consecuencia inmediata es que el revelado había de ser forzado, con el fin de resituar en su densidad correcta al menos las luces y los tonos medios de la escena. Es difícil que los negros profundos, si se subexponen, se recuperen con el revelado forzado. Recordamos que denominamos revelado forzado al incremento en la duración del tiempo de revelado para una combinación dada de película y revelador y para una determinada temperatura de revelado con el fin de aumentar el contraste final del negativo, lo que nos permite usar la película con una exposición inferior a la recomendable para su sensibilidad nominal.
Yo había probado previamente el forzado de la película con Rodinal (o similar), y no presentaba mucho problema, aunque había que tener mucho cuidado de proteger las sombras y darles suficiente exposición, si estas ocupaban una parte importante de la escena.
Sin embargo, para esta ocasión, iba a usar un revelador que para mí era un incógnita, porque nunca lo había usado. Se trata del Kodak T-Max Developer, desarrollado por la marca de Rochester como solución para estas películas modernas de grano tabular. Lo de modernas es un decir, puesto que llevan en el mercado más de 30 años... Yo nunca fui aficionado a las T-Max en los años 90 cuando usaba con frecuencia la película en blanco y negro, porque eran engorrosas de usar. Había que tener más cuidado al revelarlas, necesitaban de un fijado prolongado, y de un lavado también prolongado con el fin de eliminar todo tipo de sustancias que podían comprometer la calidad o la durabilidad del negativo. Por ello, en caso de preferir películas de grano tabular optaba por las Delta de Ilford que, gozando de ventajas similares, se podían procesar con la misma comodidad que las películas convencionales de grano cúbico.
El T-Max Developer que tengo fue un regalo de alguien que no lo iba a usar. Me llegó en botella cerrada herméticamente y dentro del periodo recomendado de utilización. No está caducado. Después de leer la documentación me encontré con que Kodak recomienda revelar con los mismo tiempos la T-Max 400 tanto si se expone a su sensibilidad nominal como si se expone a un IE 800. Afirma Kodak que la película tiene latitud suficiente para admitir este tratamiento, y que el resultado a IE 800 son negativo algo menos contrastados que a su sensibilidad nominal. Pero me encontré discrepancias... pequeña pero existentes. En algún caso se hablaba de 6' 45" para una dilución de 1+4 a 20 ºC, y en otros de 7' a igual concentración y temperatura. Al mismo tiempo, pude leer algún comentario que consideraban estos tiempos insuficientes.
Después de mucho pensar, decidí aceptar el procesado a 1+4 durante 7' a 20 ºC.
Los resultados, que es lo que importa,... Andaba yo muy despistado sobre la naturaleza de estas películas. Y más después de la prueba con Rodinal. Esperaba una gradación de tonos más suave y progresiva. Las imágenes ciertamente tienen una buena gradación de los grises, pero el contraste es alto. Incluso si Kodak afirma que con una subexposición de un paso este es menor. Supongo que el Rodinal, al ser un revelador compensador, amortigua el contraste. Pero bueno... La conclusión a la que llego es que a esta película le sientan mejor los interiores con luz suave o los motivos a la sombra, uniformemente iluminados, que los exteriores soleados o las iluminaciones intempestivas, duras.
Por otro lado, la subexposición de un paso con el revelado normal provoca que en las situaciones de más contraste las sombras se empasten con cierta facilidad. Si su relevancia en la escena no es notable, no pasa nada. Pero en pleno invierno, con la gente vistiendo ropas oscuras,... mal rollo. Y si luego intentas resolverlo en al digitalizar el negativo... pues el grano que es muy moderado para la sensibilidad, se hace muy presente. Una vez más insistir en el concepto. Si las sombras y los tonos más oscuros son relevantes en la foto, hay que protegerlos dándoles una exposición suficiente.
Y ya que menciono la digitalización, como he dispuesto de poco tiempo estos días, los negativos los he escaneado en el Epson V600 Perfection Photo. Aunque el tiempo de digitalización por fotograma es mayor que con la cámara digital y el macro, cierto es que al digitalizar por lotes, puedes hacer otras cosas mientras tanto. Y sale a cuenta. A cambio, la resolución conseguida es mucho menor. Y la T-Max 400 me ha recordado por qué prefiero Ilford u otras marcas... la estabilidad dimensional de las películas de Kodak es lamentable, y en algún caso entrán en contacto la superficie curva de la película con el cristal del escáner produciéndose el patrón de interferencia conocido como anillos de Newton. Más adelante, con tranquilidad, digitalizaré las mejores con la cámara digital.
Sin más os dejo con algunas fotos de los participantes. Tanto los del club de las Canon A-1, como quienes se animaron a colgar la cámara y dedicarse un rato a la cerámica.
Os mostraba la semana pasada las macrofotografías realizadas en Monreal del Campo hace unos días en el ámbito de la recogida de la flor del azafrán. Es el segundo año en que asistimos a las jornadas que celebran la cultura de este cultivo en esta localidad turolense. Y en este segundo año separé funciones por cámaras. Si como vimos dediqué un equipo digital a la macrofotografía, para las fotografías de entorno y reportaje me llevé mi fiel Pentax MX con dos objetivos. Para uso general, el SMC-M 50/1,7 es un objetivo que tiene ya unos cuantos años, pero que es muy agradable de usar y ofrece muy buenos resultados. Quizá para reportaje tenga una focal un poco larga, pero a cambio su máxima apertura permite separar muy bien los sujetos principales del fondo de la fotografía.
Veamos como se desenvuelve en el paisaje que nos acogió a primera hora de la mañana.
El otro objetivo que me llevé con montura Pentax K es otro de mis favoritos. Se trata del SMC-A 100/4 Macro. Es el que el año pasado me sirvió principalmente para realizar las macrofotografías, aunque este año fuera desplazado a tal fin por el Pana-Leica 45 mm. Pero aún hice alguna fotografía de aproximación con este objetivo y la MX.
No obstante, aparte de llevar un respaldo por si fallaba el equipo micro cuatro-tercios, mi intención era usarlo eventualmente para retratos. Fundamentalmente retratos de situación, con las personas que participaban en la jornada estaban absortas en sus tareas, de forma que la longitud focal me permitiera una posición no intrusiva. Cierto es que el 50 mm, para este fin, permite obtener una mejor idea del ambiente que rodea a la persona.
Veamos a mis compañeros fotógrafos en acción.
Las fotografías que hemos visto hasta aquí representan la primera parte de la jornada. Cuando más nos dedicamos a la macrofotografía. La película que utilicé durante todo el día es la excelente Kodak Portra 400. Si bien es cierto que en las tomas de paisaje carece de la fortaleza y saturación de otras películas negativas en color, para el reportaje con personas es ideal por la fidelidad en la reproducción de los tonos de piel y por la suavidad de los tonos en general.
El siguiente paso del día, después de almorzar algo en el pueblo, fue acompañar a los participantes no fotógrafos de la jornada a la recolecta de la flor del azafrán en un campo cedido por un vecino del pueblo al ayuntamiento de Monreal del Campo para este fin. El final de esta actividad también fue el momento que aprovechamos para realizar algunas fotografías de grupo.
Tras la recogida de las flores, nos dirigimos al patio junto al Museo del Azafrán para realizar las labores de esbrinado, en la que se separan los estigmas del pistilo de la flor, de donde se obtiene el cotizado condimento culinario y pigmento natural.
Este año, en paralelo a esta actividad, se programaron una serie de actividades de carácter artesano o artístico. En especial, la estampa a partir de grabados en metal y, más relacionada con la actividad del día, la obtención de estampas a partir de los pigmentos de la propia flor. En esta última actividad participamos varias personas del grupo de fotógrafos que habíamos acudido.
En esta última fotografía aparezco yo. Lo que quiere decir que, aunque con mi cámara, fue realizada por otra persona. En concreto por la simpática Pili Rubio, siempre dispuesta a colaborar en que todos lo pasemos bien, al mismo tiempo que se toma realmente en serio lo de la fotografía.
Después de estas actividades artesanales, nos introdujimos en el Museo del Azafrán para visitar la exposición de fotografías del concurso realizado el año pasado. Antes de irnos a Calamocha a comer.
Una de las expectativas que llevábamos es que los árboles de hoja caduca del valle del Jiloca estuvieran ya con los colores dorados u ocres del otoño. Y con una luz suave, como la que dominó el día, poder obtener alguna imagen de paisaje otoñal que estuviera bien. Se intentó,... pero el otoño llega un poco retrasado. Y las hojas estaban todavía muy verdes. Pero se intentó.
El último objetivo del día, muy productivo como podéis ver, fue parar antes del ocaso y de vuelta a Zaragoza en los viñedos de Cariñena. También con la esperanza de que hubieran tomado los colores otoñales característicos de la época. Nuevamente nos encontramos con muchos viñedos mucho más verdes de lo que esperábamos para la época. Aún nos encontramos algún racimo en las vides.
En fin, con esto cerramos fotográficamente el viaje. Muy productivo, muy divertido, con muchas ganas de volver en años futuros.