La fotografía como afición y otras artes visuales

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Recuperando tiempos pasados - 1992, cámara acuática de un solo uso Kodak en Sort y Salou

Estoy en proceso de reinstauración en mi vida de instrumentos musicales. En su momento, y durante años, tuve en casa una flauta dulce soprano en Do de plástico Hohner, un armónica Hohner Preciosa de 24 orificios en Do, y una guitarra Serrallonga, comprada al mismo Antonio en su tienda de la calle Loscos de Zaragoza. Pero tras diversas cesiones, se supone que ya sólo tengo en casa la armónica. Y el domingo la estuve buscando. Encontré la caja, donde esperaba encontrarla. Pero no la armónica. A cambio, encontré un paquete de negativos fotográficos en color expuestos en los años 80 y principios de los 90. Los reservé para empezar a digitalizarlos, porque encontré cosas interesantes. Y he empezado por un rollo de Kodak Gold 400 procedente de una cámara de un solo uso, también de marca Kodak, de la primavera de 1992. Creo que fue en mayo cuando la usé. Pero podría ser principios de junio.

Las cámaras de un solo uso, o desechables, han existido desde hace décadas, pero se empezaron a popularizar en la segunda mitad de los años 80 del siglo XX, con las QuickSnap de Fujifilm, y las FunSaver de Kodak, aunque también otros fabricantes de película vendieron sus modelos como Konica y Agfa, bajo sus propias marcas o licenciadas bajo marca de terceros. La forma básica era una cámara de plástico, negra, cubierta de un cartón con los colores de la marca y datos de la película e instrucciones, que llevaba un visor muy sencillo y una lente de plástico con focal y aperturas fijas, y un rollo de película, originalmente de ISO 400. Luego se popularizaron las ISO 800. La película venía previamente bobinada en uno de los ejes de su receptáculo, y conforme ibas haciendo las fotos la ibas introduciendo en el chasis. Así se ahorraban la palanca de rebobinado. Con posterioridad comenzaron a salir variantes. La más inmediata, con un flash incorporado alimentado por una pila AA sencilla. Como la apertura era fija, y en el entorno del f/9-f/13 para dar suficiente profundidad de campo a una focal de entre 30 y 35 mm, sólo eran aptas para hacer fotos al aire libre. Con el flash, podías hacer fotos en interiores, aunque el alcance del flash era limitado a unos pocos metros. Después salieron las "panorámicas" en las que la focal era más angular, y se recortaba el negativo por arriba y por abajo, para unas proporciones de algo más del 2:1 en lugar del 3:2 tradicional. Usé una de ellas durante unas vacaciones en París en agoto de 1991. Y también salieron las que venían recubiertas por una carcasa de plástico estanca al agua y permitía usarlas en un entorno acuático, e incluso sumergirlas unos pocos metros. Todo muy lúdico.

En este ambiente, fotolúdico, en la primavera de 1992, un grupo de amigos nos fuimos a hacer una bajada en rafting en Sort, provincia de Lérida, en un tramo del río Noguera Pallaresa. Fue la primera vez que hice esta actividad, sumamente divertida. Luego estuve alguna otra vez en el mismo tramo de río con otros amigos, y también lo he practicado en el río Gállego, en un tramo en las cercanías de Riglos y Murillo de Gállego. El caso es que en aquel momento, en el que me había adentrado ya bastante en mi afición fotográfica, la opción más lógica para aquella actividad fue probar una de aquellas desechables sumergibles. Y me llevé una. Como no la terminé, de hecho, con el trajín de la actividad no llegué a hacer ni 10 fotos de las 24 que tenía el rollo de película, un fin de semana más adelante el mismo año, en Salou, provincia de Tarragona, con los mismos amigos, la terminé, entre un parque acuático próximo y la playa de la popular localidad de vacaciones.

Las fotografías que se obtienen nunca son muy nítidas. Y el encuadre es muy aproximativo. Pero son muy divertidas de usar, especialmente si hay buena luz. Hay que evitar los contraluces, y limpiar alguna gota de agua que se quede delante de la lente, salvo que quieras amplificar las imperfecciones del objetivo. Pero está muy bien, y la creatividad personal es el límite. Con los años he hecho algún rollo más con estas cámaras. No muchos. El más destacado, la cámara Fujifilm QuickSnap Waterproof con un rollo de Superia Xtra 800 que nos llevamos a las cataratas del Niágara y con cuyos resultados quedé encantado. ¿Son recomendables? Para las circunstancias adecuadas, sí. Pero seamos sensatos medioambientalmente. Son un derroche de plástico. Desecharlas apropiadamente. Y si no vais a sumergirlas, optad por haceros con alguna cámara compacta de segunda mando, con ópticas más competentes, y que no suponga un aumento de los residuos. De hecho, recientemente están surgiendo las cámaras "reusables" como alternativa más sostenible medioambientalmente que las desechables. Pero ya digo que hay cámaras de segunda mano compactas, muy baratas, de los años 90, que dan mejores resultados.

Caminando por la playa y la reserva natural de Falsterbo

A unos treinta kilómetros de MALMÖ se encuentra la península de FALSTERBO, donde se encuentran dos poblaciones adyacentes aunque diferenciadas, SKANÖR y FALSTERBO, que gozan de un alto nivel de vida, porque con su clima privilegiado, menos frío que el resto de la península escandinava y atemperado por el mar BÁLTICO, es un lugar de recreo para los suecos, de retiro para los jubilados con posibles, y donde pueden verse hermosas mansiones de todos los estilos, que evidentemente no han costado cuatro perras.

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En esta península a la que se llega con el autobús de la línea 100 desde la estación central de MALMÖ en algo menos de una hora, va haciendo muchas paradas, encontramos unas hermosas playas y algunos lugares en la costa que están preservados como reserva natural por sus características botánicas y faunísticas.

Y allí nos dirigimos. En primer lugar, para airearnos dando un paseo por la playa, una playa de arena blanca muy fina. Azotada por el viento casi constantemente, en esta ocasión un viento templado y agradable, que forma dunas que son atrapadas por la vegetación y algunos bosques de coníferas que crecen sin problemas en este terreno arenoso.

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Se ve una playa bastante concurrida, aunque no masificada. Y en un día relativamente cálido, dada la latitud, como ese domingo no faltaba gente. Nosotros estuvimos paseando un rato. Ahora por las dunas, ahora por la orilla del mar, ahora nos internamos por los bosques que las flanquean, en las encontramos docenas de casetas de madera para los bañistas, sin usar. Daba un poco de yuyo, así, un poco fantasmales. Pero el mal rollo se pasa pronto en cuanto sales a la orilla del BÁLTICO a respirar el aire que viene con el olor a sal del mar.

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Después, caminando entre las mansiones, nos encaminamos hasta la punta más extrema de la península, donde, tras atravesar un campo de golf concurrido por señores y señoras con coches carísimos, llegamos ante un faro y hasta la zona de la reserva natural de FALSTERBO. Ninguna restricción para caminar y atravesar el campo de golf. Sólo algunas indicaciones para prevenir que te den un pelotazo. Te van avisando de dónde puede venir la pelota en cada tramo, y de cuál es el grito ante el cual te tienes que agachar y cubrirte la cabeza si lo escuchas. Tuvo su emoción.

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Una vez atravesado el campo de golf, ya estas en la reserva natural. Al norte, se puede ver en el horizonte los pilares y los tensores del puente del ÖRESUND. Y al pies de las pequeñas dunas, los humedales y los bancos de arena que constituyen el conjunto hasta que se llega a mar abierto. A falta de indicaciones claras, no nos metimos entre las marismas. Pero sí observamos algunas aves acuáticas y algunas flores y frutos curiosos.

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Cansados por la caminata, comimos unos bocadillos que nos hicimos con el pan y las viandas que compramos en uno de los supermercados de FALSTERBO antes de coger el autobús de MALMÖ, donde llegamos ya con luz del ocaso, es decir, tarde. Una cerveza, un pis y a la cama.