Esta semana voy a dejar en reserva para el domingo que viene los enlaces que tengo guardados con recomendaciones fotográficas de todo tipo, y pasaré a contaros la visita que hicimos ayer 22 de julio de 2017 a algunas de las más destacadas exposiciones del festival PHotoEspaña 2017, que marca el 20º de este festival fotográfico en el calendario de actividades culturales principales en nuestro país.
Organizado el viaje desde la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ), el grupito que nos reunimos para hacer el viaje no fue numeroso, seis personas, pero sí interesante e interesados por la fotografía. Como no ando con mucho tiempo, iré rápido. Además, algunas de las cosas que vimos ya las he ido comentando en semanas anteriores. A al menos las he mencionado.
Tras un pequeño madrugón para coger el AVE de las siete de la mañana a Madrid, cercanías a la puerta del Sol, y poco después de las nueve de la mañana tomando el café/chocolate/té en la calle de San Bernardo mientras hacíamos tiempo a que abrieran las exposiciones a las diez.
Pinchazo en la Real Academia de San Fernando, en la calle de Alcalá, que ya había clausurado su exposición, pero de inmediato nos plantamos en el Espacio Fundación Telefónica, calle Fuencarral casi esquina con la Gran Vía, para ver la exposición que conmemora los 100 años de Leica. El aniversario ya pasó hace un tiempo, pero la exposición sigue recorriendo el mundo y ha llegado a nuestro país. Aunque esperaba ver un montaje a mayor grandeza de la legendaria marca, la verdad es que los responsables de la misma se han contenido a la hora del bombo y platillo, y nos ofrecen un recorrido por la historia de la fotografía en el siglo XX, con sus principales momentos y géneros, que tiene mucho de didáctico. Aparte de que está llena de obras maestras, algunas conocidas y otras no tanto. Fotógrafos con mucho nombre y otros con menos, pero que pocos desmerecen la excelencia colgada de las paredes de la sala de exposiciones. Nos gustó bastante.
Un poco más hacia abajo en dirección a Cibeles, paramos en la sala de exposiciones de Loewe, también en Gran Vía, donde empezamos a notar la mano de Alberto García-Alix, invitado por la organización a marcar las directrices principales del programa oficial de este año. Y así, en la pequeña pero apañada sala de exposiciones de la conocida marca de moda recorremos la obra del norteamericano Minor White, un fotógrafo muy elegante, cultivador de una estética muy cuidada, que es capaz de encontrar en los lugares u objetos más anodinos, a los que dota de significados diversos. Siempre digo que es un fotógrafo del que tengo que conocer más, porque cuando veo obra suya me gusta realmente, pero no he visto la suficiente.
Llegados ya al Círculo de Bellas Artes, en la calle Alcalá, una de las sedes principales del festival, encontramos abierta dos de las tres exposiciones programadas. La tercera está cerrada por un "problema técnico".
"Loaded Shine" de Paulo Nozolino es la primera que visitamos. El portugués presenta una serie de 20 fotografías en gran tamaño a partir de negativos de 35 mm, en la que un juego de luces sutiles, de origen artificial las más de las veces, del flash de su cámara, juega con sombras profundas para representar ideas o conceptos que surgen entre la fuerte estructura de los granos de plata que surgen de la fuerte ampliación de estos negativos. Para verla muy despacio, quizá.
Uno de los platos fuertes del festival es la segunda de las exposiciones que visitamos en el CBA, ese "Corpus" del francés Antoine d'Agata, que recorre tres décadas de su experiencia como persona y fotógrafo, a través del sexo y el consumo de sustancias psicoactivas. Una exposición explícita, dura, a veces repetitiva, que quizá se pueda atragantar a quien la intente digerir de una vez, aunque también valiente y osada. No apta en cualquier caso para personas de mente cerrada. Ya advierten en la entrada que la naturaleza explícita de las fotografías y los vídeos de la exposición pueden "herir la sensibilidad del espectador".
Momentánea visita a la terraza del CBA, donde no reinaba la paz que había experimentado en otras visitas. Unos chiringuitos veraniegos y una música con excesivos decibelios no ayuda a disfrutar del lugar, por lo menos para mí. Así que nos dirigimos a la Casa de América, en la esquina de Cibeles con Recoletos, donde nos llevamos la decepción de que han adelantado el cierre de las exposiciones allí programadas. No obstante, encontramos que su terraza-restaurante es un buen lugar para comer. En el interior se está fresquito y tranquilo. Y además llega el momento del día. Además de nosotros seis y el camarero sólo llegan otras dos personas, otras dos comensales, una de ellas una de las mejores actrices que han circulada por las pantallas grandes y pequeñas y por los escenarios de nuestro país. Se trata de Charo López, con quien sucede uno de los momentos simpáticos del día. Son muchos los papeles inolvidables que nos ofreció en su carrera, pero por algún motivo a mí siempre me viene a la memoria esa tía María de Secretos del corazón, llena de humanidad y de amor.
Se hace duro hacer la digestión con el calor del verano madrileño, menos riguroso de lo que esperábamos afortunadamente, pero nos dirigimos a continuación al Centro Cultural de la Villa, en la plaza de Colón. Tres exposiciones nos esperan.
La más amplia y conocida es el amplio trabajo de Cristina García Rodero sobre Lalibela, lugar donde se congregan comunidades cristianas etíopes desde la edad media, y que ha registrado con su cámara en distintos momentos desde el año 2000 hasta la fecha. García Rodero ha dedicado buena parte de su carrera a documentar las tradiciones vinculadas a las creencias, sean supersticiones, tradiciones populares o religiones diversas, y las relaciones de la gente con la muerte, por lo que este trabajo se enmarca perfectamente en el cuerpo principal del trabajo de la fotógrafa española de la agencia Magnum Photos. Grandes fotos de factura muy cuidada, de composiciones primorosas, con una blanco y negro lujoso, con cuidadas escalas de grises y fina atención a las texturas fuesen de las piedras, de las telas o de la piel de los fieles y monjes.
En una de las salas, el trabajo "Carbono" de Gil Antonio Munuera, abstracciones con técnicas fotográficas sobre material de carbono, que pretenden que reflexionemos sobre nuestras interacciones con la materia y la naturaleza, con la luz y con la oscuridad.
La otra amplia exposición es "Pensar en futuro, nuevos relatos fotográficos", selección de fotografías de diversos autores procedentes de visionados de porfolios relacionados con la capital de Senegal. Obras muy diversas, en general comprometidas socialmente, que a ratos nos atraen y nos gustan más, y otras menos, pero dentro de una buena calidad general.
Tras un paso por la Biblioteca Nacional de España, donde se ponen a disposición del público para su consulta una colección de los últimos trabajos editados en materia de libros de fotografía, nos trasladamos a Cibeles, a Centro Centro, donde encontramos dos exposiciones.
Una es uno de los platos fuertes del festival, el "Café Lehmitz" del sueco Anders Petersen. Una obra ya clásica de documentación de la "parroquia" que frecuentaba el café de este nombre a final de los años sesenta en el barrio de Sankt-Pauli de Hamburgo. Siempre asociado con el entorno de la prostitución y los estratos más marginales de la ciudad hanseática, genera una fauna humana a la que Petersen dota de rostros y de emociones. Realmente, un trabajo notable.
También encontramos el trabajo de la mejicana Teresa Margolles, "Pistas de baile". Es una crítica a la operación de arrasado por la piqueta del centro de Ciudad Juárez, operación por la cual se quiere adecentar la cara de la ciudad, pero sin resolver los problemas de sus gentes. Distintos miembros de la comunidad trans de la ciudad, posan sobre las baldosas que quedan en los solares donde se encontraban las cantinas y las salas de baile de la ciudad.
Finalmente, nos dirigimos a la última escala del día antes de dirigirnos a la estación a coger nuestro tren de regreso a Zaragoza. Es el Jardín Botánico, donde tradicionalmente se muestran un par de exposiciones del festival y se suele instalar la librería o la tienda de recuerdos del mismo.
Por un lado, visitamos la exposición dedicada a Elliott Erwitt y las fotografías de sus dos viajes a Cuba. Las del primero, con mucha más enjundia, en 1964, metiéndose y fotografiando en el entorno próximo de los líderes de la revolución, retratando en diversas ocasiones a Fidel Castro y Ernesto Guevara, en un momento en el que las relaciones entre el país caribeño y EE.UU. ya estaban seriamente deterioradas. Las del segundo, invitado en 2015 por una conocida marca de licores cubana, más anecdótica.
Por otro lado, Peter Fraser analiza la relación del mundo con las matemática, adhiriéndose a la tesis de la naturaleza intrínsecamente matemática del universo. A la que yo no me adhiero. Las matemáticas modelizan el universo desde mi punto de mi vista, pero no necesariamente lo rigen. En cualquier caso, vistosas fotografías en color de gran formato, en el que cabe pararse detenerse a reflexionar sobre los aspectos matemáticos, las más de las veces geométricos, que inspiran al autor.
Queda un tiempo para visitar la tienda y comprar un par de libros de los que hablaré otro día y salir paseando del jardín botánico con tiempo para llegar sin agobios a coger el tren en Puerta de Atocha.
Lo mejor de todo es que es la primera vez en que visito las exposiciones de PHotoEspaña con un grupo de aficionados a la fotografía como yo. Normalmente lo he hecho por mi cuenta o acompañado de alguna de mis amistades en la capital. Que también está muy bien. Pero esta ocasión creo que ha sido más enriquecedora por la capacidad de dialogar y comentar sobre la marcha, por la posibilidad de que la visión de los otros nos hiciera descubrir aspectos de las obras que a lo mejor se nos hubieran escapado. Espero que podamos repetir en años venideros.
Ayer estuve muy atareado. Por la mañana, con una actividad relacionada con la fotografía de la que os hablaré un día de estos. Por la tarde con otras historias. El caso es que cuando me quise poner al final de la tarde a redactar estas recomendaciones, más sencillas y breves que otras semanas, me encontré con que no tenía acceso a la actualización de este sitio web, porque estaban con tareas de mantenimiento en los servidores. Por lo tanto, lo traslado a este lunes, en el que todavía tengo menos tiempo para hacerlo. Pero bueno. Espero que sean interesantes a pesar de todo.
Lals fotografías que acompañan son los últimos fotogramas del carrete de Adox Supermax 100 que me llevé a Eje de los Caballeros, y que finalicé el domingo siguiente por la mañana en el Parque de la Granja de Zaragoza, con restos de la hoguera de San Juan incluidos.
En primer lugar contar que en su edición del 20 de junio de 2017, L'Oeil de la Photographie se dedica a destacar lo más relevante de la 20ª edición del festival PhotoEspaña, que ya lleva unas semanas celebrándose en Madrid y otras ciudades de la geografía española. De este modo, este medio de comunicación internacional nos presenta una guía más de cómo seleccionar u organizar una visita al festival. Inabarcable en general al visitante, salvo que viva en Madrid y pueda dedicar unos cuantos días a ir visitando las distintas exposiciones o participando en las distintas actividades.
En semanas pasadas he hablado en diversas ocasiones de la fotógrafa Joana Biarnés, que en los últimos años ha sido redescubierta como una interesante reportera gráfica en el mundo de la España del tardofranquismo. Pero hay muchos más fotógrafos anónimos, mujeres y hombres, que hicieron su trabajo en ese periodo oscuro de la historia del país que fue la dictadura fascista del general Franco, y que eventualmente son redescubiertos y sacados a la luz. No recuerdo donde encontré este vídeo que os presento ahora, en algún foro en facebook, me gustaría citar a la persona que lo aportó, y que nos habla de Piedad Isla, otra fotógrafa y etnóloga de la época que permanece relativamente olvidada.
Otra fotógrafa y más vídeos. En esta ocasión se trata de Graciela Iturbide, probablemente una de las más importantes fotógrafas de las últimas décadas no sólo de su país, Méjico, sino del mundo entero. Y no me refiero solamente a su posición entre las fotógrafas femeninas, sino a todos los fotógrafos, no importan el sexo. Ted Forbes, dentro de su canal The Art of Photography, que si no os asusta el inglés os recomiendo, lleva un año y medio realizando una serie de pequeños documentales de poco más de un cuarto de hora de duración, The Artist Series, financiados coletivamente, y que tratan de acercar al público la figura de fotógrafos todavía vivos y de innegable interés. Tras los tres que se emitieron el año pasado, ha comenzado a emitir los cinco de este año, empezando por la artista mejicana. Os dejo a continuación dos vídeos, el corto documental sobre la fotógrafa, y el comentario de cómo se realizó. Una ventaja en el documental, Graciela nos habla en castellano, por lo que en esta ocasión no hace falta llevarse bien con el inglés para disfrutarlo. Dejando aparte que las fotografías son un idioma universal.
Y finalmente un informe especial del también mejicano Oscar Colorado, que nos habla de las importantes relaciones entre el surrealismo y la fotografía. Un informe largo y detallado sobre un tema que a mí me apasiona por lo especialmente fructífera que ha sido la relación entre este movimiento artístico, cultural y filosófico que surgió en los años 20 del siglo pasado y que ha producido obras fotográficas notables, tanto de fotógrafos que abiertamente se adhirieron al movimiento y se definieron como surrealistas, como aquellos otros que sin hacerlo, se vieron fuertemente influenciados por el mismo. Y aquí la lista de fotógrafos importantes es notable. De hecho, no voy a citar a todos los fotógrafos de los que se habla en el informe,... porque me parece una ardua tarea interminable. Id al documento, que también se puede descargar en formato PDF, que es apasionante. Y de paso, veremos si la gente se aclara sobre de qué hablamos cuando hablamos de surrealismo. Con frecuencia, se aplica este calificativo a todo tipo de obras, desde el absurdo a cualquier tipo de obra conceptual o de difícil comprensión. Y creo que el surrealismo, como dice Colorado, tiene unas características concretas que lo diferencian de otros movimientos u otras situaciones. Como digo, a mí siempre me ha interesado mucho el tema.
La primera de ellas es la exposición de Pat Graham, "Instrument (Instrumento)". ¿Y de qué instrumento estamos hablando? Pues básicamente de la guitarra, especialmente asociada al rock.
Nos dice un texto a la entrada de la exposición, que de la misma que el fotógrafo y su cámara desarrollan una especial relación que hace que la tradicional cantinela de que "la cámara no importa que lo que importa es el fotógrafo" sea una verdad a medias, entre el músico y su instrumento, su guitarra se genera también una relación muy especial.
Así, Pat Graham (cuenta de Twitter), su página web parece fuera de servicio), fotógrafo norteamericano establecido en Londres, empezó a seguir en su adolescencia la evolución del rock and roll en la ámbito del punk, y empezó a documentar el fenómeno con su cámara fotográfica.
Como consecuencia, tenemos ante nosotros un conjunto de imágenes en el que el fotógrafo intenta captar hasta que punto el alma del músico se ha fundido con los baqueteados instrumentos musicales… que tan mala vida llevan en el ámbito de los conciertos más energéticos, como nos cuentan los propios músicos en los textos que acompañan algunas de las fotografías.
Además de las fotografías, en la exposición podemos visualizar algunos vídeos así como escuchar algunas grabaciones de los músicos que poseyeron los instrumentos que aparecen en las fotografías.
Las fotografías de la exposición tienen calidad, pero quienes más van a disfrutar de la exposición son aquellos aficionados al rock, que además sientan algo del fetichismo hacia los instrumentos que el fotógrafo parece demostrar en sus imágenes. Y sé que por Fotógraf@s en Zaragoza alguno que otro hay que disfrutará de la muestra.
¿Para el resto? Pues no es una exposición de interés tan general como la que hemos mencionado al principio de Conesa. Pero siempre se puede aprender de los mejores, sea cual sea el género que estos practiquen. Y sí, hay fotos muy buenas.
Más interés general tiene la segunda de las exposiciones, aunque probablemente exige un mayor trabajo e interacción por parte del visitante para poder aprovecharla a fondo.
Daniel Blaufuks es portugués. Lisboeta. Sí, a pesar de ese apellido tan centroeuropeo. De hecho, la exposición es producida por el Museu Nacional de Arte Contemporânea do Chiado, MNAC, lugar que a pesar de mis variadas visitas a la capital portuguesa, no conozco. Para la próxima.
El título de la exposición, “Toda la memoria del mundo, parte uno” resulta enigmático. Lo primero que piensas es que habrá al menos una “parte dos”. No. De esto te enteras más tarde, o si has leído antes de entrar el díptico informativo de la exposición. La cual, es poco “habladora”. No hay textos ni pies de foto que ayuden al visitante. Nosotros hemos encontrado estimulante ir contemplándola con el fin de desentrañar el mensaje que nos propone. Lo voy a “destripar”, así que si alguien quiere jugar a lo mismo, quizá debiera dejar de leer aquí… pero da igual. Lo importante es visitarla y comprenderla.
Nos recibe con algunas fotografías de objetos. Objetos que se ven usados, viejos incluso. Aislados de cualquier contexto que nos den una pista de qué se trata. Me viene de repente a la memoria el trabajo de la japonesa Ishiuchi Miyako, de la cual tengo un libro. Una de las series de Ishiuchi se titula Hiroshima, y son fotografías muy similares, de objetos personales de las víctimas del bombardeo nuclear de la ciudad nipona.
Por lo tanto, empezamos a sospechar que no vamos a estar ante un tema alegre precisamente. La reflexión puede ser difícil… A continuación comprobamos que el grueso de la exposición son un conjunto de collages con imágenes de contenido diverso que se agrupan en murales o colecciones cuya relación tenemos que descubrir.
Los primeros nos desconciertan un poco. Parecen colecciones de fotografías extraídas de tarjetas postales, catálogos de viajes o guías turísticas. Pero entre ellas podemos ver también fotografías que hacen referencia a la Alemania nazi. Poco a poco vamos comprobando también que hay no pocas referencias que hacen referencia a Therensienstadt o Terezin. Este lugar se encuentra en la actual República Checa, y los alemanes instalaron allí un peculiar campo de concentración sobre el que la propaganda alemana difundía que se trataba de una “colonia” judía modelo, ejemplo de humanidad y bonhomía de la “raza superior” hacia la “inferior”.
No pocas de estas referencias nos dirigen a las obras literarias de W. G. Sebald, que como obra más conocida está aquella en la que se basó Hitchcock para su película Vertigo. También encontramos referencias a otros escritores y realizadores de cine, especialmente a Alain Resnais, del cual hay imágenes de una de sus películas más emblemáticas, El año pasado en Marienbad (L’année dernière à Marienbad), de compleja trama y enorme belleza visual, y del cortometraje Toute la memoire du monde. Sí. Casi el mismo título que el de la exposición que contemplamos. Pronto nos enteraremos que muchas de estas obras hacen referencia a los recuerdos o a la memoria, tanto la individual como la colectiva. O la memoria histórica. Seguimos avanzando entre los murales…
Nos encontramos con algunos que agrupan imágenes que se asocian a lugares de reclusión. Sean hospitales psiquiátricos antiguos, cuarteles u otros edificios de aspecto más o menos ominoso. Indudablemente asociados con la pérdida de la libertad. También observamos algunos murales que relacionamos con las manifestaciones deportivas o gimnásticas de masas a las que por los motivos que sea tan aficionados son los regímenes totalitarios. Tanto el de la Alemania nazi al que ya hemos encontrado varias referencias en la exposición, como de otras dictaduras de todo signo y lugar geográfico. En este caso sospechamos que muchas de las fotos corresponden a las dictaduras de los países del antiguo bloque soviético de la Europa oriental, además de las alemanas.
Finalmente nos encontramos con la proyección de una película, realizada por el propio Daniel Blaufuks, que dura 4 horas y 35 minutos... no la vemos entera, claro.
Con posterioridad nos enteraremos de algunos datos...
Por ejemplo que la duración de la película coincide más o menos con la duración de una visita de la Cruz Roja al campo de concentración de Therensienstadt, que sirvió a los jerarcas nazis para disimular lo que realmente hacían en otras parte de Europa con los judíos y otras minorías. También implica una crítica hacia el organismo internacional por la ineficacia de sus "inspecciones".
La película incluye tres tipos de imágenes:
Metraje filmado por el propio Blaufuks en la actual Terezin en la República Checa.
Metraje de los documentales propagandísticos que la eficiente administración alemana preparó para convencer al mundo de lo que no era.
Como vemos, en una época en la que hay abundancia de imágenes a disposición del público, especialmente en Internet, mayormente contemporáneas, pero también de épocas pasadas, el autor no confía en que sea suficiente para conservar la memoria de lo que es y que ha sido. Inspirado por algunos de los escritores y cineastas que hemos mencionado, realiza un trabajo de recuperación, ordenación y elaboración con esas imágenes para poder recuperar esa memoria. Especialmente en lo que se refiere al asesinato de judíos en Europa durante el dominio de la Alemania nazi. No lo he contado antes, pero Blaufuks debe su apellido a ser descendiente de judíos centroeuropeos que se refugiaron en su momento en Portugal huyendo las persecuciones que periódicamente se producía en en distintos puntos de Europa.
El tema principal de PHotoEspaña este año es Europa. Y de las tres exposiciones que han llegado a Zaragoza este año, la más claramente comprometida con ese tema es esta de Daniel Blaufuks, que además me ha parecido una lucida reflexión sobre una serie de conceptos que ya he comentado. Probablemente, desde el punto de vista fotográfico tal vez interese menos que otras. No hay bellas imágenes realizadas por un fotógrafo famoso mostrando sus habilidades y visión. Pero indudablemente es una instalación en la que la fotografía es un elemento fundamental a la hora de transmitir unos valores. La de la necesidad de conservar la memoria de todo lo que pasa en el mundo.
A mi es la que más me ha gustado. Nos vemos por ahí.
Reseña redactada originalmente para Fotógraf@s en Zaragoza: “Retratos de papel” de Chema Conesa en La Lonja | Fotograf@s en Zaragoza
Como todos los años por estas fechas llega al panorama de los festivales fotográficos en la Península Ibérica el rey de todos ellos, el más poderoso por tamaño y repercusión mediática. Por calidad… el ser muy grande siempre lleva el riesgo de que entre sus exposiciones haya de todo y pueda haber más división de opiniones. Pero no se puede negar que PhotoEspaña es un festival de referencia, no sólo ya en nuestro país, sino en el conjunto de Europa. Por lo menos.
El estupendo palacio de La Lonja nos espera para recibirnos con la exposición de este año del festival PhotoEspaña.
Nacido en Madrid, en la década de los noventa, el festival se ha ido extendiendo con el tiempo por otros rincones de la geografía española, y ya lleva varios años llegando hasta las orillas del Ebro. Sí, aquí, en Zaragoza. La Lonja y el Centro de Historias de la capital aragonesa suelen ser sedes de las exposiciones de PhotoEspaña. Y en alguna ocasión también alguna galería privada. Y de momento tenemos ya inaugurada la exposición de La Lonja… “Retratos de papel” de Chema Conesa.
Un “inquietante” retrato de la fenomenal y guapa actriz Emma Suárez nos recibe a la entrada; de moda está la actriz con película en cartelera. Todas las fotografías reproducidas aquí total o parcialmente son propiedad de sus autores. Se muestran aquí a título ilustrativo y divulgativo, sin ánimo de lucro alguno.
Llega a Zaragoza, por fin, la exposición del fotógrafo murciano, que ya se pudo ver en la edición de 2014 del festival, en la Sala Alcalá 31 de Madrid. Me la perdí entonces, por motivos familiares. Así que no podía dejar pasar esta segunda oportunidad, tan a mano. Que no se me olvide decir que uno de los volúmenes de la Editorial La Fábrica de la serie Obras Maestras ejerce de catálogo de la exposición. No será barato, pero esta serie de libros tiene una gran calidad de impresión, y merecen un lugar de honor en la biblioteca de cualquier aficionado a la fotografía.
También la simpática directora y actriz Icíar Bollaín es retratada en un no menos simpático díptico; también la directora está de actualidad con el reciente estreno de una entretenida película suya.
Bien… ahora, al grano. ¿Qué tal la exposición? Oye… pues que os voy a decir. Que Conesa es uno de los grandes de la fotografía editorial en España. No sólo como fotógrafo, sino también como director de arte y responsable de fotografía de varios de los más importantes suplementos dominicales de la piel de toro. Primero el diario El País, luego su más directo competidor, El Mundo, contaron con él para llevar a buen puerto sus coloridos suplementos del fin de semana. Muchas de las fotografías que se pueden ver en la exposición me son conocidas de haberlas visto hojeando alguno de estos suplementos.
Me ha gustado el rincón dedicado a Miguel Delibes, donde los retratos se complementan con otras fotografías que suponen un retrato del carácter y del entorno de la persona.
Para los amantes del retrato, podemos considerar la exposición como un seminario o un curso acelerado de esta disciplina. Horas nos podríamos pegar delante de las fotografías imaginando las condiciones de toma y de iluminación, “colocando” mentalmente las luces, compensando mentalmente la potencia de los mismos al mismo tiempo que tomamos decisiones sobre la exposición del fondo… Si me pongo a imaginar me puedo imaginar al fotógrafo durante años con alguna cámara de formato medio y formato cuadrado, Hasselblad probablemente, y un amplio suministro de carretes de diapositivas para procesado E-6… Ya no me atrevo a decir si entre la gama Ektachrome Professional de Kodak, o acaso entre las Provia y las Astia de Fujifilm… o sus precursoras. Un control muy cuidadoso del contraste, la diapositiva no tolera errores de exposición, y todo ello realizado de forma rápida, en poco tiempo… que esto es para la prensa… que no estamos haciendo fotografía artística. Editorial. Suponiendo que las diferencias sean tan claras como eso. Quizá en la forma de trabajar.
Muy centrada en el retrato, los pocos paisajes o las fotografías de otros géneros que aparecen en la exposición nos demuestran que Conesa sería excelente en cualquier campo.
De todos modos, nos llamarán la atención en la exposición la serie de retratos en blanco y negro, realizados con cámara de gran formato, probablemente con la mítica Polaroid Type 55. El aspecto es muy característico. Estoy suponiendo…
Estos retratos tienen toda la pinta de estar realizados con película instantánea Polaroid tipo 55.
Todo fenomenal, ¿no? Pues ahora me voy a poner en modo subjetivo… Pues no. Y la culpa no es del fotógrafo. Es de la España que le ha tocado retratar. Esa España de los años 90 que pareciera que se comía el mundo, con todos esos empresarios, esos políticos, esos artistas, esos directores de cine… que cuando llegó el final de la primera década del tercer milenio de nuestra era… se nos desinflaron. No faltan las caras en tan representativa galería de personajes ilustres que ahora asocias con corrupciones, picardías, triquiñuelas, papeles panameños u otras catastróficas desdichas. Al fin y al cabo, hemos podido comprobar cómo esos grandes diarios que lucían el espléndido lujo de las fotografías de Conesa y otros ilustres en sus suplementos dominicales, ahora se hacen los tibios a la hora de afrontar la crisis de valores del país, lo mismo que no pocos de los retratados… O desde el punto de vista fotográfico, cómo ahora valoran en poco el trabajo de los profesionales de la fotografía, conformándose muchas veces con cutres fotos de móvil, birlando fotos a quienes las suben a internet con buena intención, despidiendo masivamente fotógrafos de plantilla (y otros profesionales del periodismo), justo cuando más le hace falta al país una prensa potente e independiente.
No hay políticos, ni banqueros, ni directores de cine “panameños” en la muestra de fotos que me he traído. Pero sí este excelente trío de escritoras españolas; Ana María Matute, Carmen Martín Gaite y Josefina Aldecoa. Allá por 1996. Se nos han ido ya todas… Matute, la más reciente, en 2014.
Extraña sensación la que me ha dejado la exposición. Entre la maravilla fotográfica y los déficits de nuestra sociedad.
En fin… quizá vosotros la contempléis con otros ojos. Y salgáis de la misma con más optimismo. Probablemente… que a mí según qué cosas me están cogiendo “menos joven”. De todos modos, la exposición es “obligatoria” para todos los aficionados de FeZ. Incluso nos deberíamos plantear alguna visita conjunta… porque da para verla varias veces. De verdad.
Nos vemos…
Estos retratos de pelotaris vascos me han parecido estupendos… Ampliemos el concepto de retrato, no nos constriñamos innecesariamente.
Como todos los veranos, se celebra en nuestro país el que probablemente será el certamen más importante de fotografía por su alcance, por su volumen, por su variedad y por la calidad que suelen tener sus exposiciones. Se trata de PhotoEspaña, festival que comenzó en 1998 y que lleva con la actual la friolera ya de 18 ediciones. En un principio estaba fundamentalmente concentrado en Madrid, pero poco a poco, tímidamente al principio, se ha ido descentralizando. En Zaragoza, durante este verano hemos tenido hasta cuatro exposiciones asociadas a este festival.
Lamentablemente, cuando este artículo vea la luz alguna ya habrá terminado.
La primera que se inauguró lo hizo en el Centro de Historias de Zaragoza, es la dedicada a Bonadies+Caula: Cartografías de un territorio compartido, y es un tipo de exposición que a mi me gusta mucho. Las exposiciones en las que dos autores dialogan a través de sus obras. Puede ser que con estilos distintos, o pertenecientes a época distintas, centre su atención en un mismo sujeto o tema. Puede ser que con estilos similares, nos muestren temas o sujetos muy distintos. Puede que sus temas, sus miradas, sus técnicas o sus momentos se complementen y la suma de las partes se potencien y creen una sinergia en el mensaje que nos ofrecen.
En esta ocasión, el diálogo se producen entre fotógrafos con un ámbito, Caracas, pero de generaciones distintas. La más joven, la fotógrafa venezolana Ángela Bonadies, ha realizado un proceso de investigación sobre la obra del más veterano, ya fallecido, el argentino establecido en la capital venezolana, Tito Caula. A partir de ahí, podemos analizar y comparar las visiones, las similitudes, las diferencias e incluso la evolución de la sociedad venezolana a través de las fotografías de ambos autores.
Una semana más tarde se inauguraba también en el centro de historias una retrospectiva sobre Steve Schapiro, que en una primera instancia pudimos visitar en compañía varios FeZ. Estamos ante uno de los fotógrafos documentales norteamericanos más interesantes de la segunda mitad del siglo XX. Se le vincula mucho al mundo del cine, ya que fue el fotógrafo de plató de producciones emblemáticas del cine norteamericano, especialmente en los años 70 y 80, pero también por sus retratos de algunas de las gentes del cine, algunos de los cuales son fácilmente reconocibles por muchos, aunque desconozcan quien es el fotógrafo que los realizó.
Pero todavía más interesante me parece su actividad documental de los movimientos civiles y políticos de su país, especialmente en los años 60, en los que se implicó tanto en el ámbito de los derechos civiles y contra la segregación por el color de la piel, como en seguir a figuras políticas de gran relevancia en aquella intensa época. Desde luego la exposición también es de obligada visita, al igual que la anterior, tanto para los aficionados a la fotografía como para el público en general.
En la Lonja de Zaragoza, establecimiento hostil a los visitantes que acuden con su cámara de fotos, encontramos otra gran retrospectiva, un eslabón más de la cadena de exposiciones dedicadas a los mejores y más significativos fotógrafos documentales españoles de la segunda mitad del siglo XX y que ha venido trayendo en los últimos años. En esta ocasión está dedicada al fotógrafo húngaro afincado en España tras el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Nicolas Muller.
Muller, en su país de origen, comenzó realizando una fotografía muy comprometida socialmente, en concreto sobre el campesinado más pobre, que le atrajo las antipatías del gobierno filofascista del país y le obligó a exiliarse. Paradójicamente, encontró finalmente estabilidad en España, también con un gobierno de corte fascista en los años 40, pero en el que pudo desarrollar una actividad de fotografía documental, de carácter etnográfico, que no carece de la empatía por las gentes que mostró en sus primeros trabajos. También podemos comprobar como el estilo y la técnica del fotógrafo mantiene una evolución tranquila, pero con diferencias sutiles, que hacen muy disfrutable la exposición por que nos ayuda a comprender el proceso mental del fotógrafo cuando se acerca a sus sujetos con su cámara. Tampoco podemos dejar de destacar la serie de retratos a personajes ilustres, especialmente del mundo de la literatura. Otra que es obligatoria para los aficionados a la fotografía, y más que recomendable para el público general.
Sólo me queda hacer un comentario a una exposición, de la que no tengo imágenes, que ha pasado más desapercibida, pero que no carecía de interés. Lamentablemente, ya ha terminado. Se trata de la que pudimos visitar en la Galería Carolina Rojo, en la calle Gascón de Gotor, en la contemplamos las Veintiséis gasolineras abandonadas de Iñaki Bergera. Esta obra de este fotógrafo vitoriano muy interesado en la fotografía de arquitectura, nos acerca considerablemente a la corriente de fotografía nortemericana denominada como New Topographics, muy preocupada por el concepto de paisaje alterado por el hombre. Fotografías cuidadosamente compuestas, con indudables valores estéticos, que tal vez hayan pasado más desapercibidas para los aficionados a la fotografía. Una pena.