La fotografía como afición y otras artes visuales

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Castillos, estrellas fugaces, galaxias y otras especies nocturnas

Como todos los años cuando se acerca el ecuador del mes de agosto, se anuncia por todos los medios la conocida lluvia de estrellas fugaces, oficialmente las Perseidas, por estos lares muy conocidas como "lágrimas de San Lorenzo". Estos meteoros son los restos que deja a su paso el cometa Swift-Tuttle y aparecen todos los años en las noches de la canícula veraniega, radiando desde la constelación de Perseo, de ahí su nombre formal, y suelen tener su máximo de actividad entre el 10 y el 14 de agosto. Siendo el 10 de agosto la conmemoración católica de Lorenzo, un mártir de la Roma del siglo III, que fue asado en una parrilla, se supone que alguna lágrima debió derramar, aunque no sabemos si por el dolor o por el humo en los ojos, que según las tradiciones de esta confesión religiosa, los mártires son gente bravía.

Este sábado 12 de agosto, día para el que estaba anunciado el máximo de actividad de los meteoros, andaba yo a media tarde con cierto desconcierto porque mis planes para ese sábado habían cambiado abruptamente un par de horas antes cuando me llegó un aviso... "hemos quedado a las siete en el estacionamiento de un centro comercial para ir a ver las Perseidas"... Con ciertas prisas, eché a la bolsa un par de cámaras micro cuatro tercios con unas cuantas baterías, confiando que algunas tuvieran energía, y un par de objetivos angulares, que me parecieron los más adecuados para la ocasión. También cogí mi mejor trípode y el cable disparador de una de las cámaras. Y con esto salí pitando, porque ya llegaba tarde.

El destino fue el castillo de Sora en Castejón de Valdejasa, a unos 60 kilómetro de Zaragoza, en sentido hacia las Cinco Villas. Utilicé la cámara menos adaptada a la fotografía nocturna, la pequeña Panasonic Lumix GM5 con un G 14/2,5 ASPH, para documentar el lugar mientras tuvimos luz diurna, con el fin de reservar las baterías de la otra cámara, más capaz para la noche.

Después de un reconocimiento previo, durante el cual realicé las fotos que podéis ver, nos aprestamos para ver y fotografiar la puesta de sol. Después, tras la foto de grupo de rigor, comenzamos a buscar buenos emplazamientos para la sesión de fotografía nocturna, cada uno según sus intereses, conocimiento, experiencia e intuición, intentando no molestarnos mucho los unos a los otros. El ambiente en estas excursiones suele ser siempre excelente, muy cordial.

La ventana de observación que teníamos era desde la 22:00 horas, la puesta de sol fue a las 21:07, pero queda la luz residual crepuscular residual, hasta poco antes de la salida de la luna, casi en cuarto menguante, a las 23:52. Aunque la motivación de la excursión eran las Perseidas, la presencia sobre nuestras cabezas de la Vía Láctea, hizo que dedicáramos algunos esfuerzos a conseguir alguna bonita foto de este espectáculo astronómico que suele estar sobre nuestras cabezas, pero que en la ciudad no sabemos o podemos disfrutar. Aquí ya utilicé la Olympus OM-D E-M5 con el Leica DG Summilux 15/1,7 ASPH, un objetivo que por su focal y ángulo de visión no permite vistas amplias tan espectaculares como otras focales más cortas, pero que da una buena calidad de imagen y tiene una apertura máxima muy favorable para evitar sensibilidades muy altas.

Para ayudar a interpretar las fotografías anteriores, decir que era los tonos anaranjados de las fotografías corresponden a la importante contaminación lumínica producida por la ciudad de Zaragoza y por la actividad de los pueblos y el corredor viario de la Ribera Alta del Ebro, al sur de nuestra posición.

Aunque en las anteriores fotografías se puede ver una diversidad de estelas en el cielo, todas ellas corresponden bien a satélites artificiales o aviones. Hay mucho tráfico de aviones comerciales en el entorno del lugar donde nos encontrábamos.

La última de las anteriores fotografías es la que apunta más directamente al sur y hacia donde se encuentra el centro galáctico, en la constelación de Sagitario.

Una vez realizadas esas fotografías, llegó el turno de intentar recoger alguna Perseida en las fotografías. Mientras hacíamos las anteriores fotografías, ya habíamos visto caer algunas.

Con el fin de intentar maximizar las probabilidades de captar alguna, apunté mi cámara aproximadamente en un campo de visión que abarcase desde la Estrella Polar hasta el nordeste, con el fin de que la constelación de Perseo, el radiante de los meteoritos, y la Galaxia de Andrómeda apareciesen en el campo. Esta última no era distinguible a simple vista, pero confiaba que con las exposiciones prolongadas se pudiese ver. Es la galaxia más cercana a nuestra Vía Láctea, si descontamos las dos satélites, las Nubes de Magallanes, que no se ven desde el hemisferio norte.

En esta foto última foto anterior, que es un recorte de una vista más amplia sobre los muros del castillo, podéis apreciar la presencia de la Galaxia de Andrómeda.

A partir de aquí, la estrategia consistió en colocar la cámara fija apuntando a la región del cielo mencionada e ir haciendo fotografías seguidas desde el mismo punto con la confianza de que en alguna o algunas de ellas aparecería alguna estrella fugaz. Como el accionamiento del disparador no exige excesiva atención, mientras podría dedicarme a observar el conjunto de la bóveda celeste para disfrutar del espectáculo de los meteoritos cayendo, aunque no pasasen por el sector de la misma que yo había seleccionado. Vimos unos cuantos, y algunos muy espectaculares.

Al revisar las fotos en casa... casi a las primeras de cambio pensé que tenía uno meteorito en el bote... justamente apuntando a la Galaxia de Andrómeda.

Las exposiciones tuvieron una duración de entre 30 segundos a 200 ISO al principio a 15 segundos a 400 ISO más tarde. Quizá esta segunda disposición fuera más adecuada, porque a 30 segundos, con la focal que estuve usando, las estrellas ya no tienen un aspecto puntual sino como pequeños segmentos por su movimiento aparente por la bóveda celeste.

Entre exposición y exposición había un periodo refractario de igual duración que la exposición por la aplicación de la reducción de ruido de la cámara. Aunque una lata, porque en ese tiempo se pierde la posibilidad de registrar la caída de un meteorito, también sirve después para descartar que un trazo sea de un satélite o de un meteorito. El de la fotografía anterior resultó ser un satélite, porque en la realizada 30 segundos más tarde, en la que sí aparece el trazo de un meteorito sobre la Galaxia de Andrómeda, se ve el mismo trazo satelital desplazado unos grados hacia el norte.

O mi estrategia no fue del todo adecuada, o tuve mala fortuna, y las fugaces cayeron por otras zonas del cielo o en los periodos refractarios que he comentado. Además de la fotografía anterior, sólo hay otra donde creo que alguno de los trazos corresponden a estrellas fugaces, aunque relativamente tenues.

Son las que están a la derecha de la siguiente imagen, por debajo del trazo intermitente de un reactor comercial.

Todavía me considero muy inexperto en las cuestiones de fotografía astronómica. Aunque creo que mis conocimientos generales de fotografía me han permitido avanzar mucho en un par de noches dedicadas a este tipo de fotografía este año, lo cierto es que hay elementos en los que no piensas y que te hacen perder oportunidades o disminuyen la calidad de las imágenes. Es importante practicar la técnica y adquirir experiencia para conocer bien cómo reaccionan tus herramientas a las condiciones de trabajo que les impornes, así como para evitar las trampas que la noche impone al fotógrafo y en las que siendo novato caes como un melón. Por ejemplo, hay unas cuantas fotografías, que habiendo tenido que cambiar la batería, quedaron desenfocadas por haber alterado inconscientemente el punto de enfoque del objetivo. Más tarde me di cuenta y lo corregí.

Tengo pendiente de coger las series de fotografías realizadas y aplicarles un programa de combinación de las mismas para obtener algo similar a una circumpolar. Pero me tengo que estudiar el funcionamiento del programa y cual es la mejor forma de aplicarlo. Ya os contaré.

En cualquier caso fue una noche interesante y divertida. Así que me despido con la salida de la Luna, que anunció el momento de recoger los bártulos y volver a Zaragoza y a casa, a dormir.